Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

La presencia de Dios en nuestras vidas°



Proverbios 15:3. Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos. 1 Corintios 2:14. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. Mateo 28:20. Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. 

Recordemos estas promesas en este día. Dios está de nuestro lado, está a favor nuestro y con nosotros siempre y cuando aceptemos el señorío de Jesucristo en nuestras vidas por siempre. Y es que muchas veces no logramos entender  todo lo bueno y maravilloso que es nuestro Padre Celestial con cada de nosotros, si con solo el hecho de levantarnos cada mañana y ver un nuevo día es un regalo de parte suya, ahora imagínate el hecho de que Él está contigo y conmigo cuidándonos siempre donde quiera que vamos.

Romanos 8:35-39. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Como podemos estar consciente de la presencia de Dios? Dios es Espíritu y para poder estar conscientes y sentir la presencia de Dios, necesitamos estar en el Espíritu también. El hombre natural no percibe a Dios, realmente no puede; es por eso que no le importa pecar pues la ausencia de la santidad es lógicamente ausencia de Dios, su consciencia está cauterizada.

Cuando pongo a Dios en primer lugar y me dejo llevar por los deseos de Dios, me voy haciendo más consciente de la presencia de Dios y la santidad es algo tan natural que no tengo que esforzarme para que Dios me use, él lo hará sin duda. Dios usa lo que sea, todo es de él, no te alegres de que te use, sino en que lo agrades. ¿Qué agrada a Dios? Que guarde sus mandamientos, ¿cómo puede Dios complacerse en mi vida? !VIVIENDO en la santidad!

Éxodo 33:14. Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Salmos 16:11. Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre. Salmos 139:7. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Jeremías 23:39. Por tanto, he aquí que yo os echaré en olvido, y arrancaré de mi presencia a vosotros y a la ciudad que di a vosotros y a vuestros padres. Sofonías 1:7. Calla en la presencia de Jehová el Señor, porque el día de Jehová está cercano; porque Jehová ha preparado sacrificio, y ha dispuesto a sus convidados.

Una reflexión muy importante para nosotros: Si no amamos la presencia de Dios, si no anhelamos la presencia de Dios en nuestras vidas, este año será para un año de tristeza, de problemas, de depresiones, de incertidumbre. La presencia de Dios en nosotros como cristianos es lo más importante para nuestra existencia. Nos da entender que Jesucristo está en nuestro corazón señoreando, también de que somos hijos de Dios y que tenemos Salvación y vida eterna. 

Veamos la vida de Moisés: él fue comisionado por Dios para sacar a Israel de Egipto como un gobernador, él se pasó toda su vida cuidando ovejas y Dios lo llamo para sacar a Israel de Egipto, él sabía que sus hermanos judíos que ya eran  dos millones, eran difíciles, judíos complicados, además habían estado 430 años viviendo bajo el yugo de faraón, con una mentalidad de esclavo, y el esclavo es dependiente, es quejoso, no tiene iniciativa, así que la misión que Dios le estaba encomendando a Moisés era, sacar a dos millones de esclavos del yugo del faraón, y Moisés dijo: “Señor si tu presencia no va conmigo, no nos saques de aquí”, Dios le dice: “Mi presencia ira contigo”, que no es lo mismo que yo iré contigo, quiero que me entiendas que, no es lo mismo que su presencia vaya contigo a que él vaya contigo, Dios esa en todos lados por su omnipresencia, pero no es lo mismo que la presencia de él este contigo, a que Él vaya contigo.  

No es solo el favor de Dios, ni la bendición de Dios, porque tú corres el riesgo de tener la bendición de Dios, de tener el favor de Dios, de tener la prosperidad de Dios y con todo no tenerlo a Él. ¡No confundamos la bendición de Dios, con la presencia de Dios!

Salmos 91:1-2. El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré.

Si has aceptado a Jesucristo como Señor y Salvador, Dios vive en tu espíritu lo sientas o no, pero él quiere que tú lo disfrutes, que lo experimentes, que toque todo tu ser. Dios no te ha dejado sin su guía, la presencia de Dios no se ha ido de tu vida, sigue disfrutando de la presencia de Dios porque el Espíritu de Dios está sobre ti y no te dejará si decides seguir los pasos de Jesucristo, sus mandamientos. 

No tener la presencia de Dios en tu vida es lo más parecido a la muerte; Moisés estaba convencido que sin la presencia de Dios en su vida, era inútil que él intentara cualquier cosa. Cuando él habló cara a cara con el Señor, él dijo, “…Si tu presencia no va con nosotros, no nos hagas partir de aquí.” (Éxodo 33:15). Él estaba diciendo, “Señor, si tu presencia no está conmigo, entonces no iré a ninguna parte. ¡No daré un solo paso si no estoy seguro que estás conmigo!”

Moisés sabía que era la presencia de Dios en Israel que distinguía al pueblo de otras naciones. Y lo mismo es cierto de la iglesia de Jesucristo hoy en día. Lo único que nos distingue de los incrédulos es que Dios “está con nosotros” – dirigiéndonos, guiándonos, obrando su voluntad en y a través de nosotros de acuerdo a su Palabra. A Moisés no le importaba como otras naciones recibían su dirección, formaban sus estrategias, dirigían sus gobiernos o sus ejércitos. Él dijo, “Nosotros operamos en un principio. La única forma en que podemos ser guiados o gobernados, para hacer guerra y sobrevivir en esta tierra, ¡es teniendo la presencia de Dios con nosotros! 

“Cuando la presencia del Señor está en nuestros medios, nadie nos puede hacer daño. Pero sin él, somos impotentes, reducidos a nada. Deja que todas las naciones de este mundo confíen en sus ejércitos poderosos, sus carros de hierro, sus soldados amaestrados, y sus armas nuevas. ¡Nosotros confiaremos en la presencia manifiesta de nuestro Dios!”

Esta es la forma en que Dios contesto la audaz declaración de Moisés: “…Mi presencia irá contigo, y yo te daré descanso.” (v.14). ¡Qué increíble promesa! La palabra hebrea para “descanso” aquí es “un descanso tranquilo y confortable.” Dios estaba diciendo, “¡No importa los enemigos o las pruebas que enfrentes, siempre podrás encontrar un descanso tranquilo en mí!” Piensa en esto: Si una iglesia tiene la presencia manifiesta de Dios en sus medios, no habrá ajetreo ni bullicio, sudor o lucha. Las reuniones de adoración no serán apuradas, con tres canciones, una ofrenda y un sermón corto. Al contrario, habrá un paz calmante, un descanso tranquilo – ¡y todos los que entren por las puertas lo sentirán! Por supuesto que esto no quiere decir que una iglesia no experimente alabanzas estrepitosas o adoración exuberante. Por el contrario, creo que esas cosas son el resultado de un pueblo que está en descanso. Un cuerpo que tiene la presencia de Dios en sus medios vivirá, se moverá y adorara con una confianza tranquila en el Señor en todo tiempo.

Lo mismo es cierto para todo cristiano individualmente. Si tienes la presencia de Jesús en tu vida, experimentarás el orden divino de Dios. Tendrás una paz y una calma, sin apuro o ansiedad, sin correr de un lado a otro buscando consejo, sin sentirse sin fundamento. ¡Vivirás en descanso, sabiendo que Dios tiene todo bajo control! Veamos pasajes del Antiguo Testamento. La presencia de Dios era tan evidente en la vida de Abrahán, hasta los impíos a su alrededor reconocieron la diferencia entre sus vidas y la de él: “…Abimelec…habló a Abrahán, diciendo: Dios está contigo en todo lo que haces;” (Gen. 21:22). Este rey impío estaba diciendo, “Abrahán, existe algo diferente en ti. ¡Dios te guía, te preserva y te bendice dondequiera que vas!”

Dios le prometió a Josué que ningún enemigo podría enfrentarse contra él mientras la presencia de Dios estaba con él: “Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. Sé fuerte y valiente,…” (Josué 1:5-6). Cuando el Espíritu de Dios está presente con nosotros, podemos ser fuertes y valientes – ¡porque ningún enemigo puede hacernos daño!

Dios le dijo a Gedeón. “…¡El Señor está contigo, guerrero valiente! …Ve con la fuerza que tienes, y salvarás a Israel…” (Jueces 6:12, 14). La frase “la fuerza” en este verso se refiere al verso anterior – “el Señor está contigo.” ¿Puedes ver lo que Dios está diciendo? “Gedeón, hay un poder en ti que es tan poderoso, que puede salvar a Israel. ¡Y ese poder es mi presencia!” Las Escrituras revelan a Gedeón como un cobarde – así que, ¿por qué Dios le llamó “guerrero valiente?” ¡Es porque Dios quería demostrarle a Gedeón lo que cualquier persona puede hacer cuando la presencia del Señor esta con él!

Dios le advirtió a Jeremías que la nación entera se volvería contra él y rechazaría sus profecías. Sin embargo, Dios prometió, “…pelearán contra ti, pero no te podrán vencer, porque yo estoy contigo para salvarte y librarte…” (Jeremías 15:20). Dios estaba diciendo, “No importa si un país entero se pone en contra tuya, Jeremías. Lo único que importa es que mi presencia está contigo. ¡Ten confianza, yo estoy contigo!”

Estos pasajes del antiguo testamento no son historietas de letras muertas. Su propósito es animarnos y exhortarnos a buscar la presencia de Dios en nuestras vidas. Podemos dar gracias a Dios por lo que su presencia hizo por Abrahán, Josué, Gedeón, Jeremías y todo Israel. Aun así, cada uno de nosotros tiene un poderoso testimonio de lo que la presencia de Dios ha hecho por nosotros – guiando nuestras vidas, abriendo puertas, quitando obstáculos, derritiendo corazones, y haciéndonos intrépidos.

Dios da una condición a su presencia en nuestras vidas. Esta condición se encuentra en 2 de Crónicas 15. En el capítulo anterior, el rey Asa había dirigido los ejércitos de Judá a una gran victoria contra el ejército de un millón de hombres de Etiopía. Sin embargo, Asa testificó que fue la presencia de Dios que dispersó al enemigo: “Entonces Asa invocó al Señor su Dios, y dijo: Señor, no hay nadie más que tú para ayudar en la batalla entre el poderoso y los que no tienen fuerzas; ayúdanos, oh Señor Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos y en tu nombre hemos venido contra esta multitud… Y el Señor derrotó a los etíopes delante de Asa…” (2 Crónicas 14:11-12).

Mientras Asa y sus ejércitos tomaban la delantera en la procesión triunfal de regreso a Jerusalén, un profeta llamada Azarías los encontró a la entrada de la ciudad con este mensaje de Dios: “Vino el espíritu de Dios sobre Azarías hijo de Obed;
15:2 Y salió al encuentro de Asa, y le dijo: Oídme, Asa y todo Judá y Benjamín: el Señor estará con vosotros mientras vosotros estéis con él. Y si le buscáis, se dejará encontrar por vosotros; pero si le abandonáis, os abandonará. Y por muchos días Israel estuvo sin el Dios verdadero, y sin sacerdote que enseñara, y sin ley. Pero en su angustia se volvieron al Señor, Dios de Israel, y le buscaron, y él se dejó encontrar por ellos.” (2 Crónicas 15:1-4).

Este es el secreto de conseguir y mantener la presencia de Dios en tu vida. El Señor le recordó a Asa, claramente, sin rodeos: “Asa, nunca olvides como conseguiste esta victoria. Me buscaste con todo tu corazón, te volviste a mí completamente, cuando estabas en problemas – y yo te envié mi presencia. ¡Fue mi presencia que hizo huir a tus enemigos!” Ahora Azarías le estaba diciendo a Asa, “Recuerdas, ¿cómo estaba el reino antes que tomaras el poder? Todo estaba descentrado, sin ley, sin dirección, sin enseñanza recta. ¡Todos eran una ley a sí mismos, haciendo como les pareciera!”

Esta es una imagen correcta de muchos hogares cristianos en la actualidad. Todo está fuera de orden, sin autoridad, paz o descanso. Todos hacen como les place. Muchas de las tales familias se han convertido en desordenes trágicos y disfuncionales. Sin embargo, no tiene que ser así. Ningún hogar cristiano tiene que permanecer disfuncional. Las promesas de Dios no cambian y su palabra promete, “Por el resto de tu vida – mientras continúes buscándome – yo estaré contigo. ¡Cada vez que clames a mí, siempre seré hallado por ti!” Esta no es una teología complicada. Sencillamente, si ambos, esposo y esposa – o uno de los dos – están buscando del Señor, no hay necesidad para que su hogar este agitado o “sin ley.” Cualquiera puede tener la presencia del Señor, si él o ella sencillamente buscan de él.

“…el Señor estará con vosotros mientras vosotros estéis con él….” (2 Crónicas 15:2). La palabra hebrea para “estáis” o buscar aquí es “matsa,” que significa, “su presencia que viene a capacitar, a bendecir.” En resumen, este verso nos dice, “Busca al Señor con todo tu corazón, y él vendrá a ti con su presencia. ¡Ciertamente, su presencia será un poder todopoderoso que emanará de tu vida!” Según las Escrituras, nuestra mayor preocupación es seguir buscando de Dios, para asegurar su presencia con nosotros.

Dios hace su pacto de gracia con cada creyente. Este pacto está incorporado en promesas tales como“Dios ha puesto en Cristo la iniquidad de todos nosotros.” “Jesús se convirtió en maldición por nosotros.” Él no nos dejará, ni desamparará.” Aun, Dios también asegura ciertas promesas especiales para aquellos que determinan buscarle con todo sus corazones. Una de esas promesas es el pacto de la presencia de Dios. No obstante, este pacto es estrictamente condicional. Las escrituras aclaran que si nos atenemos a la regla de este pacto, gozaremos de increíbles bendiciones de la presencia de Dios en nuestras vidas. Y esto no se refiere tan solo a asuntos de salvación. Habla de ser tal buscador de Dios que su impresionante presencia es derramada sobre nosotros – ¡y es vista y conocida por todos!

Sólo cuando la presencia de Dios está sobre nosotros podemos contemplar, ver y comprender su gloria. Las promesas de Dios nunca fallan. Pero algunas – como el pacto de su presencia – son absolutamente condicionales. Requieren algo más que nuestra cooperación. Por supuesto, Dios nunca nos abandonará ni dejará de amarnos. Pero si continuamos en pecado, su presencia no estará con nosotros – y nuestras vidas no serán instrumentos de su poderosa presencia. ¡Viviremos según la carne – luchando, pataleando, sin poder ni dirección!

Cuando Israel estaba en el desierto, Dios manifestó su presencia a través de una nube. Esta nube fue una manifestación física del juramento de Dios de estar con su pueblo. Bajaba y cubría el tabernáculo de noche y de día. Y actuaba como su guía para cada tarea. Cuando la nube se movía, ellos se movían, y cuando se quedaba, ellos se quedaban. El pueblo no necesitaba un comité para averiguar su dirección o futuro. Ellos ponían su confianza en la nube visible de la presencia de Dios. En la actualidad, esa misma nube de la su presencia ronda sobre tu habitación secreta de oración. Espera todos los días para envolverte en su paz. Te guiará, te dará poder y paz. Y te dará dirección detallada para tu hogar, tu trabajo y relaciones.

Tu habitación secreta puede ser dondequiera – en la ducha, en el bus camino a tu trabajo, en tu trayecto al trabajo. Puedes cerrar todo lo demás y decir, “Señor, tengo media hora ahora mismo. Te amo, Jesús, y te adoro. ¡Esta es mi habitación secreta contigo!” Es algo maravilloso estar encerrado con Dios, desarrollando una vida de oración consistente. Dios promete que mientras te conviertes en un siervo que le busca y ora, su presencia saldrá como fuente en tu vida – cerrando y abriendo puertas y obrando su orden divino a tu alrededor. Mas sin embargo, algo mayor que esto sucederá: ¡la presencia de Dios te llevará a una revelación de su gloria!

Dios estaba diciendo, “aquí está mi gloria personificada – en Jesucristo!” Ciertamente, Jesús es el cumplimiento de todo lo que Dios dijo que él era para Moisés – lleno de gracia, misericordioso, paciente, abundante en bondad y verdad, el que guarda misericordia a millares, perdonando la iniquidad y la transgresión de pecados. Y ahora el Señor está diciendo, “Aquí está una imagen viva de mi gloria. ¡Todo está personificado en mi Hijo!” ¿Dónde podemos encontrar esa revelación de Cristo? ¡La encontramos solamente cuando vamos a las escrituras! Pablo dice que mientras permitimos que la palabra de Dios refleje en nosotros una revelación creciente de Jesús, seremos cambiados de gloria en gloria: “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.” (2 Corintios 3:18).

Esta revelación de la gloria de Dios provee poder de mantenimiento a nuestra vida: “Y creará Jehová sobre toda la morada del monte de Sion, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda la gloria habrá un dosel;…” (Isaías 4:5). En otras palabras, la gloria de Dios nos mantendrá limpios en la peor hora de nuestra vida.

Lo que Dios nos está diciendo aquí es tan sencillo: “¡Toma tiempo para conocer a mi hijo! ESCUDRIÑA MI PALABRA Y BÚSCAME EN TU HABITACIÓN SECRETA DE ORACIÓN. Entonces, mientras habitas en mi presencia, tus ojos comenzarán abrirse a mi gloria. Todo está revelado en Cristo. Él es la revelación plena de mi amor, gracia, misericordia y bondad. “Mientras reflexiones continuamente en esta revelación, te limpiará y purificará – porque serás cada vez más como Jesús. Mientras ves cuán amoroso y misericordioso que él es contigo, serás más amoroso y misericordioso con los demás. ¡Y esa será mi gloria revelada en tí!”

Deja de buscar una señal. Deja de esperar que alguna fuerza sacuda el edificio de tu iglesia, o que algún predicador te imponga las manos y solucione todos tus problemas. ¡Busca al Señor a solas! Su palabra lo dice claro – o disfrutarás de su continua presencia o la menospreciarás: “Porque los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo…” (2 Crónicas 16:9). Búscale con todo tu corazón y desea su presencia diariamente en tu vida. ¡Entonces conocerás y experimentarás la increíble gloria de Dios! Bendiciones.


Llamados a vivir una vida santa para Dios°




La enseñanza cristiana acerca de la santidad ha sido olvidada en gran parte. Y eso es una lástima, porque es central para la gloria de DIOS y el bien de las almas. Hubo un tiempo en que todos los cristianos ponían gran énfasis en la realidad del llamado de DIOS a la santidad y hablaban con profundo conocimiento acerca de cómo ÉL nos capacita para ello. Santo en los idiomas bíblicos, hebreo y griego, quiere decir “separado y apartado para DIOS, consagrado y hecho para ÉL. La Palabra implica tanto devoción como asimilación: devoción en el sentido de vivir una vida al servicio de DIOS; asimilación en el sentido de imitar, conformarse a, y parecerse al DIOS al que uno sirve. La santidad es siempre la respuesta agradecida del pecador por la gracia recibida.

Pero si tratamos con ligereza o ignoramos la importancia de la santidad estamos absoluta y completamente equivocados. De hecho, se nos ordena la santidad. En realidad, la santidad es el objetivo de nuestra redención. La santidad es el objetivo de nuestra nueva creación. Nacemos de nuevo para que podamos crecer en nuestra semejanza a CRISTO. La santidad empequeñece con efectividad a Satanás en sus planes en nuestras vidas.

Algunos creen que la santidad es algo de otra dimensión y le colocan mucho misticismo y religiosidad desenfocando el verdadero concepto que Dios nos revela en su Palabra. El camino de la santidad es una experiencia de victoria sobre el pecado y la muerte espiritual, es una vida práctica basada en los principios revelados a través de la Palabra de Dios por el Espíritu Santo, es una vida que vence las adversidades en el nombre de Jesucristo, es una vida que se vive paso a paso. Esta vida práctica de santidad es necesaria para estar preparado para la venida de Jesús y para aquel día que le vamos a dar cuentas

1 Pedro 1:13-2:3. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre.

Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada. Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.

Veamos la siguiente anécdota: Juan Wesley dijo que Juan Fletcher era el hombre más santo que había conocido en Europa y en América; y que lo era porque diariamente se examinaba para saber si su proceder estaba de acuerdo  con los planes de Dios, para lo cual se hacía las siguientes preguntas:

¿Desperté espiritualmente y tuve cuidado de guardar mi mente de pensamientos errantes, cuando me levanté esta mañana? ¿Me he acercado a Dios en oración o he dado lugar a la pereza y a la desidia espiritual? ¿Se ha debilitado mi fe por no haber velado, o ha sido avivada por haberla puesto en actividad hoy? ¿He andado hoy por fe, y he procurado ver a Dios en todas las cosas? ¿Me he negado a mí mismo al usar palabras y al expresar pensamientos poco bondadosos? ¿Me he debilitado espiritualmente al ver que prefieren a otros en mi lugar? ¿He aprovechado mi tiempo precioso, mis fuerzas y mis oportunidades según la luz que Dios me ha dado? ¿He guardado mi corazón en un ambiente de gracia, de modo que haya sacado provecho? ¿Qué he hecho hoy por los cuerpos y por las almas de los santos? ¿He derrochado cualquier cosa por agradarme a mí mismo, cuando podía hacer guardado el dinero para la casa de Dios? ¿He gobernado bien mi lengua, recordando que en la multitud de palabras no falta pecado? ¿En cuántas ocasiones me he negado a mí mismo hoy? ¿Mi vida y mis palabras han honrado el evangelio de Cristo?

1 Pedro 1:15-16. Así como AQUÉL que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: “Sed santos porque Yo soy santo”. Hebreos 12:14. “Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al SEÑOR”.

La santidad comienza dentro de la persona, con un propósito recto que busca expresarse en una conducta recta.

Estoy seguro de que habrás oído muchos, muchísimos sermones acerca de la fe. Me pregunto ¿cuán a menudo habrás escuchado una sucesión o incluso un solo sermón acerca del arrepentimiento? Tienes libros en tu hogar que dicen cómo vivir la vida cristiana victoriosa. ¿Mencionan ellos el arrepentimiento, o dicen que es vital para una larga vida disciplinada? La conducta santa destacará nuestro testimonio, mientras que la conducta mundana lo minará. “Vosotros sois la luz del mundo… Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro PADRE que está en los cielos… ” Mateo 5:14-16.

Muchas personas, hoy en día, se creen perfectas y que no hay ningún error o deficiencia en ellas. Creen ser los más puros, saberlo todo y tener el poder para lograr lo que quieren. Otros recurren a una serie de artificios para lograr este fin, por ejemplo, unos recurren a la cirugía estética para corregir cualquier defecto en su físico. Otros se esfuerzan en los gimnasios por conseguir un cuerpo musculoso y aparentar un buen físico. Hoy más que nunca hay tantas otras formas de embellecer el físico. Para lograr ello se puede gastar cualquier cantidad de dinero y tiempo. No hay límite para querer ser perfecto físicamente.

Pero cuando uno les pregunta a estas personas, que se consideran perfectas, acerca de temas existenciales o trascendentales, muchas veces no hay respuestas. Físicamente son "perfectas", pero con respecto al conocimiento no lo son. La belleza física no es señal de perfección, es sólo un aspecto. La belleza integral es tanto física como espiritual. Hay muchas personas que sin ser bellas físicamente tienen en su interior una belleza espiritual. Desde sus defectos han sabido luchar para salir adelante. De ellos tenemos que aprender mucho. Debemos siempre tener en cuenta que en todo proceso de perfección hay un margen de error, de ahí que nadie es tan perfecto en esta vida para ser libre de toda ignorancia.

Si en el caminar caemos, Él nos levantará y seguiremos hacia la meta. Salomón decía que no hay hombre que no peque (1 Reyes 8:46; 2 Crónicas 6:36); Un predicador del antiguo testamento nos dice que no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque (Eclesiastés 7:20); Finalmente el apóstol Pablo se gloriaba en sus debilidades para poder descansar en el poder de Dios (2 Corintios 12:7-10).

Todos tenemos una carrera por recorrer, pelear muchas batallas, ganar muchas victorias y crecer mucho más para recibir el premio que el Señor nos ha prometido. Sólo aquél que está fortalecido en el Señor y que ha vencido el mal con el bien, puede afirmar que es perfecto. No se es perfecto en la vida cristiana sólo porque ya hemos sido bautizados en la fe cristiana, porque asistimos todos los domingos al culto o porque hacemos alguna obra de bien. Pensar así es un grave error. Tenemos que vivir una vida en santidad, tanto personal como social, para poder, de esa manera, agradar a Dios y a los hombres.

El apóstol Pablo nos aconseja tener una actitud en la vida: "olvidándonos ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndonos a lo que está delante, prosigamos a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3:13-14).

Deuteronomio 6:4-9. Oye, Israel: Jehová, nuestro Dios, Jehová uno es. Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino, al acostarte y cuando te levantes. Las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.

La santidad es el deseo y el deber de todo cristiano. Debe estar en todos los asuntos, en cada condición, y para toda la gente. Debemos velar y orar especialmente en contra de los pecados a que nos inclinamos. La palabra escrita de Dios es la regla más segura de la vida del cristiano y por esta regla se nos manda ser santos en todo. Dios hace santos a quienes salva. Porque dice la palabra, cuando alguno de vosotros peca no diga que fue Dios que lo tentó, porque Dios no tienta a nadie, sino que sois tentados cuando de vuestra propia concupiscencia sois tentado. La Santidad es una base de vida para el creyente. La santidad nos identifica. Ser santo es apartarse del mal. La santidad hace la diferencia. La santidad da poder en la obra de Dios.

El precio pagado por la redención del hombre fue la preciosa sangre de Cristo.

El hombre natural odia la vida santa. Él es capaz de respetar a las personas de buena moralidad, pero a un santo le será contado como loco. El porqué de ello es que la santidad toca lo más profundo del ego. Está bien—según el hombre natural—ser fiel a tu esposa, pero entregarse a la oración es demasiado. Dejar de embriagarse es aceptado como un buen paso adelante, pero ¿dejar tus camisas lucientes y tu traje de lujo por ropa más humilde? La mente carnal halla una tontería en el caminar en santidad. Debido a ello, se ha cesado la persecución al cristianismo actual. Al mundo, le es locura y reproche una iglesia santa, pero recibe con gusto a una iglesia moral. Así, el mensaje de la cruz viene a ser una realidad al hombre santo. Sus ojos, su carne y su ego claman a diario por ser agradecidos, pero el hombre santo mata sus clamores. A la comodidad y los deseos de la carne les hacen morir.

El hombre santo camina para agradar a Dios y a su prójimo, no a sí mismo.

Todo el porqué de la santidad se resume en la última frase de cuatro palabras: “para que seáis míos.  ”Dios ama a la raza humana. Y nos ama cada uno en particular. Él anhela relacionarse con nosotros particularmente, corazón a corazón. Es más, desea relacionarse con nosotros como unidos en un cuerpo cristiano. Pero... Hemos nacido corruptos, con una naturaleza contraria a la suya. Las dos naturalezas no se pueden mezclar. Es imposible, como tratar de mezclar el agua y el fuego. No, Dios y el hombre natural no pueden morar unidos. Y a Dios, no le es posible que se cambie. La santidad en los cristianos debe ser integral y práctica.

Mateo 25:31-46. El juicio de las naciones. Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

Pues es una problemática gigantesca nuestra situación como seres humanos. No obstante, ¡hay remedio! Por la muerte y la resurrección de Jesucristo, al hombre le es posible una transformación radical. Nuestro Redentor dio su sangre para vivificarnos, conquistando el poder del pecado que hay en el hombre natural. Sí, ¡el reino de Dios está aquí! Lo que hace falta en muchas personas es reconocer que el corazón tiene que ser santificado, consagrado a Dios, para poder caminar con Dios. Se ha de arrepentir de la vida egoísta. Se ha de rendir a Dios, permitiéndole que realice una limpieza de lo profano que hay en el corazón. ¿Por qué hemos de ser santos? Porque Dios es santo, y si deseamos ser unidos a él, es imprescindible ser santificado por el Espíritu Santo. Es el anhelo de Dios apartarnos de lo pecaminoso que nos rodea por todos lados.

Romanos 1:16-32. El poder del evangelio. Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

La culpabilidad del hombre. Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.

Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Que el Señor nos de fuerzas para seguir avanzando en nuestro camino hacia la perfección y que su Espíritu Santo nos acompañe por siempre. Bendiciones.