Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

SVR Clase 10. Dios el Hijo: Su Resurrección°



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Es tiempo de sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina Valera: TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.

Juan 5:39. Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original y su caída en pecado.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2. Es el estudio de las doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución, redención, reconciliación, propiciación, justificación, elección, predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la unión mística del creyente con Cristo.  Incluye el estudio de las doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros, propósito, comisión, culto, organización y ordenanzas.  Incluye el estudio de las profecías de la Biblia: principalmente las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial, los juicios finales y el estado eterno.

Clase 10. Dios el Hijo: Dios el Hijo: Su Resurrección por Lewis Sperry Chafer

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A. La resurrección en el antiguo testamento.

La doctrina de la resurrección de todos los hombres, así como la resurrección de Cristo, se enseña en el Antiguo Testamento. La doctrina aparece tan tempranamente como en el tiempo de Job, probablemente un contemporáneo de Abraham, y se expresa en su declaración de fe en Job 19:25-27: «Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí.» Aquí Job afirma no solamente su propia resurrección personal, sino la verdad de que su Redentor ya vive y más tarde estará sobre la tierra. Que todos los hombres serán al fin resucitados se enseña en Juan y en Apocalipsis.

Jn. 5:28-29. 28 No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29 y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. Ap. 20:4-6. Ap. 20:12-13. Profecías específicas en el Antiguo Testamento anticipan la resurrección del cuerpo humano. Job 14:13-15. Sal. 16:9-10. Sal. 17:15. Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza. Sal. 49:15. Porque él me tomará consigo. Is. 26:19. Dn. 12:2. Os. 13:14. He. 11:17-19.

La resurrección de Cristo se enseña específicamente en el Salmo 16:9-10, donde el salmista David declara: «Se alegró, por tanto, mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente; porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción.» Aquí David no solo afirma que él espera personalmente la resurrección, sino también que Jesucristo, a quien se describe como el «Único Santo», no vería la corrupción, esto es, no estaría en la tumba el tiempo suficiente para que su cuerpo se corrompiera. Este pasaje está citado por Pedro en Hechos 2:24-31 y por Pablo en Hechos 13:34-37 señalando la resurrección de Cristo. Hch. 13:34-37. La resurrección de Cristo se menciona también en el Salmo 22:22, donde seguidamente a su muerte Cristo declara que El anunciará su nombre a sus «hermanos». Sal. 22:22.

En el Salmo 118:22-24 la exaltación de Cristo de convertirse en la piedra angular se define en Hechos 4:10-11 significando la resurrección de Cristo. Sal. 118:22-24. Hch. 4:10-11. La resurrección de Cristo parece también estar anticipada en la tipología del Antiguo Testamento en el sacerdocio de Melquisedec. Gn. 14:18. He. 7:15-17. He. 7:23-25.

En forma similar, la tipología de las dos aves, donde el ave viva es soltada, la fiesta de las primicias indicando que Cristo es las primicias de la cosecha de resurrección, y la vara de Aarón que floreció habla de la resurrección. Lv. 14:4-7. Lv. 23:10-11. Nm. 17:8. La doctrina de la resurrección de todos los hombres, tanto como la resurrección de Cristo, se establece así en el Antiguo Testamento.

B. Las predicciones de Cristo de su propia resurrección.

Frecuentemente, en los Evangelios, Cristo predice ambas cosas, su propia muerte y su resurrección. Mt. 16:21. Mt. 17:23. Mt. 20:17-19. Mt. 26:12. Mt. 26:28-29. Mt. 26:31-32. Mr. 9:30-32. Mr. 14:28. Lc. 9:22. Lc. 18:31-34. Jn. 2:19-22. Jn. 10:17-18. Las predicciones son tan frecuentes, tan explícitas y dadas en tan numerosos y diferentes contextos que no puede haber duda alguna de que Cristo predijo su propia muerte y resurrección, y el cumplimiento de estas predicciones verifica la exactitud de la profecía.

C. Pruebas de la resurrección de Cristo.

El Nuevo Testamento presenta una prueba avasallante de la resurrección de Cristo. Al menos diecisiete apariciones de Cristo ocurrieron después de su resurrección.
Estas son las siguientes:

1) Aparición a María Magdalena. Jn. 20:11-17. Mr. 16:9-11.

2) Aparición a las mujeres. Mt. 28:9-10.

3) Aparición a Pedro. Lc. 24:34. 1 Co. 15:5.

4) Aparición de Cristo a los diez discípulos, que se refiere colectivamente como «los once», estando Tomás ausente. Mr. 16:14. Lc. 24:36-43. Jn. 20:19-24.

5) Aparición a los once discípulos una semana después de su resurrección. Jn. 20:26-29.

6) Aparición a siete de los discípulos en el Mar de Galilea. Jn. 21:1-23.

7) Aparición a los quinientos. 1 Co. 15:6.

8) Aparición a Santiago el hermano del Señor. 1 Co. 15:7.

9) Aparición a los once discípulos en la montaña en Galilea. Mt. 28:16-20.

10) Aparición a sus discípulos con ocasión de su ascensión desde el Monte de los Olivos. Lc. 24:44-53. Hch. 1:3-9.

11) Aparición del Cristo resucitado a Esteban momentos antes de su martirio. Hch. 7:55-56.

12) Aparición a Pablo en el camino a Damasco. Hch. 9:3-6. Hch. 22:6-11. Hch. 26:13-18. 1 Co. 15:8.

13) Aparición a Pablo en Arabia. Hch. 20:24. Hch. 26:12-18. Ga. 1:12,17.

14) Aparición de Cristo a Pablo en el templo. Hch. 22:17-21. Hch. 9:26-30. Ga. 1:18.

15) Aparición de Cristo a Pablo en la prisión en Cesarea. Hch. 23:11.

16) Aparición de Cristo al apóstol Juan. Ap. 1:12-20. El número de estas apariciones, la gran variedad de circunstancias y las evidencias que confirman todo lo que rodea a estas apariciones, constituyen la más poderosa calidad de evidencia histórica de que Cristo se levantó de los muertos.

En adición a las pruebas que nos dan sus apariciones, puede aún citarse más evidencia que sostiene este hecho. La tumba estaba vacía después de su resurrección. Mt. 28:6. Mr. 16:6. Lc. 24:3,6,12. Jn. 20:2,5-8. Es evidente que los testigos de la resurrección de Cristo no eran gente tonta ni fácil de engañar. De hecho, ellos eran lentos para comprender la evidencia. Jn. 20:9. Jn. 20:11-15,25.

Una vez convencidos de la realidad de su resurrección, deseaban morir por su fe en Cristo. Es también evidente que hubo un gran cambio en los discípulos después de la resurrección. Su pena fue reemplazada con gozo y fe. Más adelante, el libro de los Hechos testifica del poder divino del Espíritu Santo en los discípulos después de la resurrección de Cristo, el poder del Evangelio el cual ellos proclamaron, y las evidencias que sostienen los milagros. El día de Pentecostés es otra prueba importante, ya que hubiera sido imposible haber convencido a tres mil personas de la resurrección de Cristo, quienes habían tenido oportunidad de examinar la evidencia si hubiera sido una mera ficción.

La costumbre de la Iglesia primitiva de observar el primer día de la semana, el momento de celebrar la Cena del Señor y traer sus ofrendas, es otra evidencia histórica. Hch. 20:7. 1 Co. 16:2. El mismo hecho de que la Iglesia primitiva nació a pesar de la persecución y muerte de los apóstoles, sería dejado sin explicación si Cristo no se hubiera levantado de la muerte. Fue una resurrección literal y corporal, la cual transformó el cuerpo de Cristo para su función celestial.

D. Razones para la resurrección de Cristo.

Por lo menos pueden citarse siete razones importantes para la resurrección de Cristo.

1. Cristo resucitó debido a quien es Él. Hch. 2:24.

2. Cristo resucitó para cumplir con el pacto davídico. 2 S. 7:12-16. Sal. 89:20-37. Is. 9:6-7. Lc. 1:31-33. Hch. 2:25-31.

3. Cristo resucitó para ser el dador de la vida resucitada. Jn. 10:10-11. Jn. 11:25-26. Ef. 2:6. Col. 3:1-4. 1 Jn. 5:11-12.

4. Cristo resucitó de modo que Él sea la fuente del poder de la resurrección. Mt. 28:18. Ef. 1:19-21. Fil. 4:13.

5. Cristo resucitó para ser la Cabeza sobre la Iglesia. Ef. 1:20-23.

6. Cristo resucitó para que nuestra justificación sea cumplida. Ro. 4:25.

7. Cristo resucitó para ser las primicias de la resurrección. 1 Co. 15:20-23.

E. El significado de la resurrección de Cristo.

La resurrección de Cristo, a causa de su carácter histórico, constituye la prueba más importante de la deidad de Jesucristo. Porque fue una gran victoria sobre el pecado y la muerte, es también una prueba de la validez del poder divino, como esta declarado en: Ef. 1:19-21. Dado que la resurrección es una doctrina tan sobresaliente, el primer día de la semana en esta dispensación ha sido apartado para la conmemoración de la resurrección de Jesucristo, y, de acuerdo a ello, toma el lugar en la ley del sábado, la cual ponía aparte el séptimo día para Israel. La resurrección es, por lo tanto, la piedra angular de nuestra fe cristiana, y como Pablo lo expresa en 1 Corintios 15:17: «Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.» Por haber resucitado Cristo, nuestra fe cristiana está segura, la victoria final de Cristo es cierta y nuestra fe cristiana esta completamente justificada.

PREGUNTAS

1. ¿Enseña la Biblia que todos los hombres que mueren serán resucitados?
2. Hacer un sumario de las enseñanzas del Antiguo Testamento acerca de la resurrección del cuerpo humano.
3. ¿Anticipa el Antiguo Testamento la resurrección de Jesucristo?
4. ¿En que grado Cristo predijo su propia resurrección?
5. ¿Cuántas apariciones de Cristo ocurrieron entre su resurrección y ascensión?
6. ¿Qué apariciones de Cristo ocurrieron después de su ascensión?
7. ¿Por qué son una poderosa confirmación del hecho de su resurrección las apariciones de Cristo y las circunstancias que las rodearon?
8. ¿Cómo contribuyen la tumba vacía, el carácter de los testigos de su resurrección y el grado de sus convicciones a la doctrina de su resurrección?
9. ¿Qué cambios tuvieron lugar en los discípulos después de la resurrección de Cristo, y como fueron usados como testigos de la resurrección?
10. ¿Qué evidencia puede encontrarse en el día de Pentecostés para la resurrección de Cristo?
11. ¿Cómo la costumbre de la Iglesia primitiva en observar el primer día de la semana y su continua existencia a pesar de la persecución sostienen la teoría de la resurrección?
12. Nombrar por lo menos siete razones por las cuales Cristo se levantó de los muertos.
13. ¿Por qué es importante para la fe cristiana la resurrección de Cristo?

14. ¿Cómo se relaciona la resurrección de Cristo con la validez del poder divino?  

SVR Clase 9. Dios el Hijo: Su Muerte Vicaria°

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Es tiempo de sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina Valera: TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.

Juan 5:39. Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original y su caída en pecado.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2. Es el estudio de las doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución, redención, reconciliación, propiciación, justificación, elección, predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la unión mística del creyente con Cristo.  Incluye el estudio de las doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros, propósito, comisión, culto, organización y ordenanzas.  Incluye el estudio de las profecías de la Biblia: principalmente las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial, los juicios finales y el estado eterno.

Clase 9. Dios el Hijo: Su Muerte Vicaria por Lewis Sperry Chafer

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En la Escritura se revela la muerte de Cristo como un sacrificio por los pecados de todo el mundo. De acuerdo a ello, Juan el Bautista presentó a Jesús con las palabras: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29).

Jesús, en su muerte, fue el sustituto muriendo en el lugar de todos los hombres. Aunque «sustituto» no es específicamente un término bíblico, la idea de que Cristo es el sustituto para los pecadores se afirma constantemente en las Escrituras. Por medio de la muerte vicaria los juicios justos e inconmensurables de Dios contra el pecador fueron llevados por Cristo. El resultado de esta sustitución es en sí mismo tan simple y definitivo como la misma transacción.

El Salvador ya ha cargado con los juicios divinos contra el pecador a total satisfacción de Dios. Para recibir la salvación que Dios ofrece, se les pide a los hombres que crean estas buenas nuevas, reconociendo que Cristo murió por sus pecados y por este medio reclamar a Jesucristo como su Salvador personal.

La palabra «sustitución» expresa sólo parcialmente todo lo que se llevó a cabo en la muerte de Cristo. En realidad, no hay un término que pudiéramos decir que incluye el todo de esa obra incomparable. El uso popular ha tratado de introducir para este propósito la palabra expiación; pero este vocablo no aparece ni una sola vez en el Nuevo Testamento, (En Hebreos 2.17. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Aparece éste vocablo referido a Cristo) y, de acuerdo a su uso en el Antiguo Testamento, significa solamente cubrir el pecado. Esto proveía una base para un perdón temporal «a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados». Ro. 3:25.

A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados). Aunque en los tiempos del Antiguo Testamento se requería nada más que el sacrificio de un animal para el remitir (literalmente «tolerar», «pasar por alto», Ro. 3:25) y el disimular (literalmente «pasar por alto» sin castigo, Hch. 17:30. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan) de los pecados, Dios estaba, no obstante, actuando en perfecta justicia al hacer este requerimiento, puesto que Él miraba hacia la manifestación de su Cordero, el cual vendría no solamente a pasar por alto o cubrir el pecado, sino a quitarlo de una vez y para siempre (Jn. 1:29. El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo).

A. LO QUE IMPLICA LA MUERTE DEL HIJO.

Al considerar el valor total de la muerte de Cristo deben distinguirse los siguientes hechos:

1. La muerte de Cristo nos da seguridad del amor de Dios hacia el pecador (Jn. 3:16. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna; Ro. 5:8. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros; 1 Jn. 3:16. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos; 1 Jn. 4.9. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él); y en adición a esto hay, naturalmente, una acción refleja o requerimiento moral que se proyecta, a través de esta verdad tocante al amor divino, sobre la vida de los redimidos (2 Co. 5:15. Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

1 P. 2:11-25. Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.

Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey. Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar.

Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente. Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Más si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas); pero no debe olvidarse que toda demanda referente a la conducta diaria no se dirige nunca a los inconversos sino a los que ya son salvos en Cristo.

2. La muerte de Cristo es una redención o rescate pagando las demandas santas de Dios para el pecador y para liberar al pecador de la justa condenación. Es significativo que la palabra discriminadora «por» significa «en lugar de» o «en favor de», y es usada en cada pasaje en el Nuevo Testamento donde se menciona la muerte de Cristo como un rescate. Mt. 20:28. Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos; Mr. 10:45. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos; 1 Ti. 2:6. El cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. La muerte de Cristo fue un castigo necesario, el cual Él cargó por el pecador. Ro. 4:25. El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación; 2 Co. 5:21. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él; Gá. 1:4. El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre; He. 9:28. Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan. Al pagar el precio de nuestro rescate Cristo nos redimió. En el Nuevo Testamento se usan tres importantes palabras griegas para expresar esta idea:

1) Agorazo, que quiere decir «comprar en un mercado» (agora significa «mercado»). El hombre, en su pecado, es considerado bajo la sentencia de muerte (Jn. 3:18-19. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios; Ro. 6:23. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro), un esclavo «vendido bajo pecado»

Ro. 7:14. Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado), pero en el acto de la redención es comprado por Cristo a través del derramamiento de su sangre. 1 Co. 6:20. Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios; 1 Co. 7:23. Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres; 2 P. 2:1. Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina;

Ap. 5:9. Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; 14:3-4. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero.

2) Exagorazo, que significa «comprar y sacar del mercado de la venta», lo que agrega el pensamiento no sólo de la compra, sino también de que nunca más estará expuesto a la venta (Gá. 3:13. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero; Gá. 4:5. Para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos; Ef. 5:16. Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos; Col. 4:5. Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo), indicando que la redención es una vez y para siempre.

3) lutroo, «dejar libre» (Lc. 24:21. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido; Tít. 2:14. Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras; 1 P. 1:18. Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata).

La misma idea se encuentra en el vocablo lutrosis (Lc. 2:38. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén; He. 9:12.), y otra expresión similar, epoiesen lutrosin (Lc. 1:68. Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo), y otra forma usada frecuentemente, apolutrosis, indicando que se libera a un esclavo (Lc. 21:28. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca; Ro. 3:24. Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús; Ro. 8:23. Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo; 1 Co. 1:30. ; Ef. 1:7,14. Col. 1:14. He. 9:15. 11:35. El concepto de la redención incluye la compra, el quitar de la venta, y la completa libertad del rescate individual a través de la muerte de Cristo y la aplicación de la redención por medio del Espíritu Santo.

Así, también, la muerte de Cristo fue una ofrenda por el pecado, no semejante a las ofrendas de animales presentadas en tiempos del A.T., las cuales podían solamente cubrir el pecado, en el sentido de dilatar el tiempo del justo y merecido juicio contra el pecado. En su sacrificio Cristo llevó sobre «su cuerpo en el madero» nuestros pecados, quitándolos de una vez y para siempre. Is. 53:7-12. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

Jn. 1:29; 1 Cor. 5:7. Ef. 5:2. He. 9:22,26. Ef. 5:10-14. Comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.

3. La muerte de Cristo está representada en su parte como un acto de obediencia a la ley que los pecadores han quebrantado, cuyo hecho constituye una propiciación o satisfacción de todas las justas demandas de Dios sobre el pecador. La palabra griega hilasterion se usa para el «propiciatorio» He. 9:5. En el Día de la Expiación. Lv. 16:14. He. 9:11-15. Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.

De manera similar, el trono de Dios se convierte en un trono de gracia. He. 4:14-16. Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro) a través de la propiciación de la muerte de Cristo. Una palabra griega similar, hilasmos, se refiere al acto de propiciación (1 Jn. 2:2. 1 Jn. 4:10; el significado es que Cristo, muriendo en la cruz, satisfizo completamente todas las demandas justas de Dios en cuanto al juicio para el pecado de la Humanidad. En Romanos 3:25-26. A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

Dios declara, por tanto, que El perdona en su justicia los pecados antes de la cruz, sobre la base de que Cristo moriría y satisfaría completamente la ley de la justicia. En todo esto Dios no está descrito como un Dios que se deleita en la venganza sobre el pecador, sino más bien un Dios el cual a causa de su amor se deleita en misericordia para el pecador. En la redención y propiciación, por lo tanto, el creyente en Cristo está seguro de que el precio ha sido pagado en su totalidad, que él ha sido puesto libre como pecador y que todas las demandas justas de Dios para el juicio sobre él debido a sus pecados han sido satisfechas.

4. La muerte de Cristo no sólo satisfizo a un Dios Santo, sino que proveyó las bases por medio de las cuales el mundo fue reconciliado para con Dios. La palabra griega katallasso, que significa «reconciliar», tiene en sí el pensamiento de traer a Dios y al hombre juntos por medio de un cambio cabal en el hombre. Aparece frecuentemente en varias formas en el Nuevo Testamento. Ro. 5:10-11. Ro. 11:15. 1 Co. 7:11. 2 Co. 5:18-20. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

Ef. 2:16. Col. 1:20-21. El concepto en cuanto a reconciliación no significa que Dios cambie, sino que su relación hacia el hombre cambia debido a la obra redentora de Cristo. El hombre es perdonado, justificado y resucitado espiritualmente al nivel donde es reconciliado con Dios. El pensamiento no es que Dios sea reconciliado con el pecador, esto es, ajustado a un estado pecaminoso, sino más bien que el pecador es ajustado al carácter santo de Dios. La reconciliación es para todo el mundo, puesto que Dios redimió al mundo y es la propiciación para los pecados de todo el mundo. 2 Co. 5:19. 2 P. 2:1. 1 Jn. 2:1-2.

Tan completa y de largo alcance es esta maravillosa provisión de Dios en la redención, propiciación y reconciliación, que las Escrituras declaran que Dios no está ahora imputando el pecado al mundo. 2 Co. 5:18-19. Ef. 2:16. Col. 2:20-21.

5. La muerte de Cristo quitó todos los impedimentos morales en la mente de Dios? para salvar a los pecadores en los que el pecado ha sido redimido por medio de la muerte de Cristo, Dios ha sido satisfecho y el hombre ha sido reconciliado con Dios. No hay más obstáculo para Dios en aceptar libremente y justificar a cualquiera que cree en Jesucristo como su Salvador. Ro. 3:26. A partir de la muerte de Cristo el infinito amor y poder de Dios se ven libres de toda restricción para salvar, por haberse cumplido en ella todos los juicios que la justicia Divina podría demandar contra el pecador. No hay nadie en todo el universo que haya obtenido más beneficio que Dios mismo en la muerte de su amado Hijo.

6. En su muerte, Cristo llegó a ser el Sustituto que sufrió la pena o castigo que merecía el pecador. Lv. 16:21. Is. 53:6. Lc. 22:37. Mt. 20:28. Jn. 10:11. Ro. 5:6-8. 1 P. 3:18. Esta verdad es el fundamento de certidumbre para todo aquel que se acerque a Dios en busca de salvación. Además, éste es un hecho que cada individuo debe creer concerniente a su propia relación con Dios en lo que toca al problema del pecado.

Creer en forma general que Cristo murió por el mundo no es suficiente; se demanda en las Escrituras una convicción personal de que el pecado de uno mismo fue el que Cristo, nuestro Sustituto, llevó completamente en la cruz. Esta es la fe que resulta en una sensación de descanso interior, en un gozo inexplicable y gratitud profunda hacia El. Ro. 15:13. He. 9:14. He. 10:2. La salvación es una obra poderosa de Dios, que se realiza instantáneamente en aquel que cree en Cristo Jesús.

B. FALACIAS CONCERNIENTES A LA MUERTE DEL HIJO.
La muerte de Cristo es a menudo mal interpretada. Cada cristiano hará bien en entender completamente la falacia de las enseñanzas erróneas que sobre este particular se están propagando extensamente en el día de hoy:

1. Se afirma que la doctrina de la sustitución es inmoral porque, según se dice, Dios no podía, actuando en estricta justicia, colocar sobre una víctima inocente los pecados del culpable. Esta enseñanza podría merecer más seria consideración si se pudiera probar que Cristo fue una víctima involuntaria; pero, por el contrario, la Biblia revela que El estaba en completa afinidad con la voluntad de su Padre y era impulsado por el mismo infinito amor. Jn. 13:1. He. 10:7. 2 Co. 5:19. Lejos de ser la muerte de Cristo una imposición moral, era Dios mismo, el Juez justo, quien en un acto de amor y sacrificio de sí mismo sufrió todo el castigo que su propia santidad demandaba para el pecador.

2. Se asegura que Cristo murió como un mártir y que el valor de su muerte consiste en su ejemplo de valor y lealtad a sus convicciones. Basta contestar a esta afirmación errónea que, siendo Cristo el Cordero ofrecido en sacrificio por Dios, su vida no fue arrebatada por hombre alguno, sino que Él la puso de sí mismo para volverla a tomar (Jn. 10:18. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre; Hch. 2:23. A éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole)

3. Se dice que Cristo murió para ejercer cierta influencia de carácter moral. Es decir, que los hombres que contemplan el hecho extraordinario del Calvario serán constreñidos a dejar su vida pecaminosa, porque en la cruz se revela con singular intensidad lo que es el concepto divino acerca del pecado. Esta teoría, que no tiene ningún fundamento en las Escrituras, da por establecido que Dios está buscando actualmente la reformación de los hombres, cuando en realidad la cruz es la base para su regeneración.

PREGUNTAS                                                                                                   

1. ¿Qué quiere decir la afirmación de que Cristo es el sustituto de los pecadores?
2. ¿Cuál es la doctrina del Antiguo Testamento sobre la expiación?
3. ¿Cómo se relaciona la muerte de Cristo con el amor de Dios?
4. ¿Cuáles son los tres conceptos básicos incluidos en la doctrina de la redención?
5. Definir la doctrina de la propiciación y explicar qué se consuma por medio de ella.
6. Definir la doctrina de la reconciliación y explicar qué se consuma por medio de ella.
7. Si el mundo entero está reconciliado con Dios, ¿por qué hay algunos que se pierden?
8. ¿Cómo la redención, la propiciación y la reconciliación liberan de toda restricción a Dios para salvar al pecador?
9. ¿Por qué el Nuevo Testamento enfatiza que la salvación es solamente por medio de la fe?

10. Nombrar algunas de las interpretaciones erróneas de la muerte de Cristo y explicar por qué ellas están erradas.