Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

SRV Clase 52. El Cielo Nuevo y La Tierra Nueva°

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Es tiempo de sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina Valera: TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.
Juan 5:39. Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original y su caída en pecado. 

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2. Es el estudio de las doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución, redención, reconciliación, propiciación, justificación, elección, predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la unión mística del creyente con Cristo.  Incluye el estudio de las doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros,  propósito, comisión, culto, organización y ordenanzas.  Incluye el estudio de las profecías de la Biblia: principalmente las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial, los juicios finales y el estado eterno.

Clase 52. El Cielo Nuevo y La Tierra Nueva por Lewis Sperry Chafer.
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A. El cielo nuevo y la tierra nueva.

Después del juicio del gran trono blanco y de la destrucción del primer cielo y la primera tierra, Juan escribe en Apocalipsis 21:1: «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.» El cielo nuevo no se describe, y todo lo que se dice acerca de la nueva tierra es: «el mar no existía ya más» (Ap. 21:1). El extraño silencio de las Escrituras sobre la apariencia de la tierra nueva y del cielo nuevo no se explica en ninguna parte. En cambio nuestra atención es dirigida hacia la ciudad santa, la nueva Jerusalén.

B. La descripción general de la nueva Jerusalén.

Juan escribió su visión en estas palabras: «Yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido» (Ap. 21:2). El problema inmediato que enfrentan todos los intérpretes es el significado de lo que Juan vio. Si uno acepta la declaración tal como la expresa, Juan vio una ciudad santa llamada nueva Jerusalén, en contraste con la vieja Jerusalén terrenal que había sido destruida cuando la tierra fue arrasada. Se dice que la ciudad desciende del «cielo, de Dios». 

Es significativo que no se diga que la ciudad fue creada, y aparentemente existía durante el período previo del reino milenial, posiblemente como una ciudad satélite sobre la tierra; como tal, pudiera haber sido el hogar milenial de los santos resucitados y arrebatados. Por la descripción de la tierra milenial se ve claramente que no había sobre la tierra ninguna ciudad como la nueva Jerusalén durante el milenio. Algunos creen que Cristo se refería a la nueva Jerusalén cuando dijo en Juan 14:2: «voy, pues, a preparar lugar para vosotros». Aquí en Apocalipsis se ve a la nueva Jerusalén descendiendo del cielo y ciertamente con el destino de posarse sobre la nueva tierra.

Juan, además, describe la ciudad como «una esposa ataviada para su marido». Sin embargo, como lo muestran revelaciones posteriores, la nueva Jerusalén incluye santos de todas las dispensaciones, y es, por lo tanto, preferible considerar ésta como una frase descriptiva y no como una referencia típica. La nueva Jerusalén es hermosa, como la novia ataviada para su marido es hermosa. Consecuentemente, aunque la ciudad es literal, su hermosura es la de una novia.

Aun cuando comparativamente pocos pasajes de la Biblia tratan el tema del nuevo cielo y la nueva tierra, no es en Apocalipsis donde esta verdad aparece por primera vez. En Isaías 65:17 Dios anunció: «Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.» Este versículo ocurre en el contexto de la tierra milenial y algunos piensan que se está refiriendo a una Jerusalén renovada que habrá durante el milenio. Sin embargo, sería preferible considerarla como una referencia a la nueva Jerusalén que estará en la tierra nueva que se ve en el trasfondo, mientras la Jerusalén renovada en el milenio se ve en el primer plano.

Is. 65:18. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo.

Otra referencia se encuentra en Isaías 66:22, donde afirma: «Porque como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra simiente y vuestro nombre.» Mientras la Jerusalén terrenal será destruida al final del milenio, la nueva Jerusalén permanecerá para siempre así como la simiente de Israel permanecerá para siempre.

En 2 Pedro 3:13 se hace otra predicción de nuevos cielos y nueva tierra, caracterizados como lugares donde morará la justicia. En consecuencia, se puede concluir que a través de las Escrituras se consideran el cielo nuevo y la tierra nueva como la meta final de la historia y como el lugar final de reposo de los santos.

Habiendo introducido el nuevo cielo y la tierra nueva y la nueva Jerusalén, Juan procede a describir sus características principales.

Ap. 21:3-8  Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.  Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicario y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

Allí Dios habitará con los hombres y será su Dios. El llanto, la muerte y el dolor serán abolidos, como Juan afirma, «porque las primeras cosas pasaron» (y. 4). Esto es confirmado en el versículo 5 por la afirmación: «He aquí yo hago nuevas todas las cosas.»

En la nueva Jerusalén, Cristo, como el Alfa y la Omega, promete: «Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo» (vv. 6-7). Por contraste, los inconversos descritos por sus obras y por la falta de fe «tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda» (y. 8). En contraste con la primera muerte, que es física y espiritual, la muerte segunda es separación eterna de Dios.

C. Visión de la nueva Jerusalén.

Juan es invitado a mirar a «la desposada, la esposa del Cordero» y lo llevan «en el Espíritu a un monte grande y alto» (Ap. 21:9-10). Aquí Juan ve la nueva Jerusalén descendiendo del cielo, de Dios.

Ap. 21:9-14 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.

En la descripción que sigue en Apocalipsis 21 se declara que la nueva Jerusalén tiene «la gloria de Dios»; la ciudad es brillante con un «fulgor semejante al de una piedra preciosísima como piedra de jaspe, diáfana como el cristal» (y. 11). Aunque el jaspe suele ser el nombre de piedras de diversos colores, y son opacos, la piedra con la que se compara es preciosa y clara como el cristal. Debe de haber dado una impresión de increíble belleza y brillantez.

Los versículos que siguen describen la ciudad misma como que está rodeada por un muro de unos 70 metros de alto, con doce puertas en el muro guardadas por doce ángeles. En las puertas están los nombres de las doce tribus de Israel. La ciudad es de forma cuadrada y mira hacia el norte, el sur, el este y el oeste, indicando aparentemente que en la nueva tierra hay puntos cardinales como en la tierra actual. El muro está sobre doce cimientos que, según el versículo 14, llevan los nombres de los doce apóstoles.

La ciudad es medida y se ve que tiene 12.000 estadios, o aproximadamente 2.400 kilómetros por lado, con una altura igual. Esto ha hecho surgir la pregunta acerca de la forma de la ciudad, si es un cubo o una pirámide. Probablemente sea mejor considerarla una pirámide, puesto que esto explica cómo podría el río fluir por sus costados, según se presenta en Apocalipsis 22:1-2.

Ap. 22:1-2 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

En general, todos los materiales de la ciudad son diáfanos y permiten el paso de la luz sin impedimentos. Aun el oro es como el vidrio limpio.

Ap. 21:18-20 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio. Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.

Los cimientos del muro llevan los nombres de los doce apóstoles, y representan la iglesia, y están adornados con doce piedras preciosas que dan todos los colores del arco iris, y a la luz brillante de la ciudad proveen una visión hermosamente sobrecogedora (vv.19, 20).

Las puertas de la ciudad son de una sola perla grande, y la calle de la ciudad es de oro puro y cristalino (y. 21). La ciudad no tiene templo porque Dios está en ella (y. 22), y no tiene necesidad de la luz del sol, de la luna o de las estrellas, porque la gloria de Dios y del Cordero proveen la luz (v 23). Los salvados entre los gentiles (las naciones) caminan en la luz de la ciudad y entran libremente por sus puertas, que no se cierran porque allí no hay noche (y. 25).

Según esta descripción los habitantes de la ciudad son santos de todas las dispensaciones. No solamente Israel y los gentiles se mencionan, sino también los doce apóstoles que representan la iglesia. Esto está en conformidad con la descripción de Hebreos 12:22-24, que enumera a los habitantes de la nueva Jerusalén como que incluye a «la compañía de muchos millares de ángeles, la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, Dios el juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el mediador del nuevo pacto». De esto se puede deducir que la iglesia estará en la nueva Jerusalén, al igual que los «espíritus de los justos hechos perfectos» —refiriéndose a todos los santos no incluidos en la iglesia, judíos y gentiles—, y los ángeles, y a Jesús como el mediador del nuevo pacto.

Continuando la descripción de la nueva Jerusalén, Juan habla de un «río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero» (Ap. 22:1). El árbol de la vida, que da doce tipos de frutos, está en medio de la calle de la ciudad y cada lado del río proveyendo sanidad para las naciones (Ap. 22:2).

Ap. 22:1-2 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

Se pregunta por qué es necesaria la sanidad de las naciones si ésta es una descripción del estado eterno. La dificultad se resuelve si se acepta la traducción «para la salud de las naciones». Puede ser que el fruto del árbol de la vida y el agua de la vida sean la explicación de la existencia sin fin que los cuerpos de los santos tendrán en la eternidad.

Continuando la descripción de la ciudad, Juan dice: «Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán» (y. 3). El estado bendito de ellos consistirá en que podrán ver a Dios cara a cara y llevarán su nombre en sus frentes (y. 4). Juan repite el hecho de que la nueva ciudad será resplandeciente y no necesitará luz artificial, y concluye con la palabra de Dios: «¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro» (y. 7).

Considerado el hecho de que los nuevos cielos y la nueva tierra serán la morada eterna de los santos, es notable que haya pocas descripciones de ellos en la Escritura. Es cierto que la Biblia tiene el propósito principal de darnos luz para nuestro actual sendero diario. Al mismo tiempo se nos da un vistazo suficiente de la gloria venidera, a fin de animarnos a avanzar en nuestra vida de fe. Sin lugar a dudas, hay mucho más que se nos puede revelar que el breve vistazo que se nos ha concedido en estos capítulos finales del libro de Apocalipsis.

Aunque Dios ha revelado a su pueblo una cierta medida de lo que «ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre» (1 Co. 2:9), indudablemente hay mucho más que Dios revelará al hombre en la eternidad. No se ha dicho aún la mitad, y nuestro gran Dios se complacerá hasta la eternidad sin fin en manifestar su amor y gracia a quienes han recibido a Cristo como Salvador y Señor.

La Biblia, que es lo único que revela las maravillas del cielo, es igualmente explícita en sus declaraciones acerca de las condiciones según las cuales los pecadores de esta raza caída pueden entrar allí. Sin embargo, hay multitudes que acarician la idea de poder entrar en el cielo y que al mismo tiempo no prestan atención a los consejos de Dios en que expone el único camino dado a los hombres en que puedan ser salvos. No toda persona entrará en el cielo; aquella gloria y bienaventuranza es para los redimidos. La redención depende en forma absoluta de la aceptación del Redentor. Esa aceptación es una transacción de lo más sencilla y, sin embargo, tan vital y conclusiva que el alma que confía recibirá la seguridad por sobre todas las cosas de que está dependiendo solamente de Cristo para su salvación.

PREGUNTAS

1. ¿Qué se ha revelado acerca del nuevo cielo y la nueva tierra?

2. ¿Por qué se describe a la nueva Jerusalén como a una esposa ataviada para su marido?

3. ¿Cuál es la importancia del hecho de que la nueva Jerusalén no haya sido creada en ese tiempo?

4. ¿Qué luz arroja esto sobre la posibilidad de que la nueva Jerusalén pueda ser la morada, durante el milenio, de los santos resucitados y arrebatados?

5. ¿Qué revelan Isaías 65:17 y 66:22 acerca de los nuevos cielos y la nueva tierra?

6. ¿Cómo caracteriza al nuevo cielo y la nueva tierra 2 Pedro 3:13?

7. Según Apocalipsis 21:3-8, ¿cuáles son algunas características principales del nuevo cielo y la nueva tierra en lo espiritual?

8. ¿Cuál es la descripción general de la nueva Jerusalén, según Juan la ve en Apocalipsis 21:11?

9. Describir la forma, muros y puertas de la nueva Jerusalén.

10. ¿Qué evidencia hay de que Israel y los ángeles estarán en la nueva Jerusalén?

11. ¿Cuáles son las dimensiones, largo, ancho y alto, de la ciudad?

12. ¿Qué explicación es posible en cuanto a la forma de la ciudad?

13. ¿Qué caracteriza a todos los materiales de la ciudad, y cómo se relaciona esto con su fulgor?

14. Describir la belleza sobrecogedora de las piedras preciosas del fundamento de la ciudad.

15. ¿Cuál es el significado del hecho de que los nombres de los doce apóstoles estén en los cimientos de la ciudad?

16. ¿Por qué la ciudad no tiene templo y no necesita luz del sol, de la luna ni de las estrellas?

17. ¿Están también en la ciudad los gentiles salvados?

18. ¿Qué evidencia puede presentarse para demostrar que todos los santos de todas las edades estarán en la nueva Jerusalén?

19. ¿Qué contribución hace Hebreos 12:22-24 para la identificación de los habitantes de la nueva Jerusalén?

20. ¿Cuál es la forma en que posiblemente se relaciona a la existencia sin fin de los cuerpos de los santos en la nueva Jerusalén el agua de la vida y el árbol de la vida?

21. ¿Qué harán los santos en la nueva Jerusalén?

22. ¿Cómo explica usted el hecho de que fuera de estos capítulos finales del libro de Apocalipsis haya poca revelación del estado eterno en la Biblia?

23. A la luz de las Escrituras, ¿por qué es tan importante estar seguro de que uno ha sido salvado por la fe en Cristo?

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Es tiempo de sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina Valera: TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.

Juan 5:39. Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original y su caída en pecado.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2. Es el estudio de las doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución, redención, reconciliación, propiciación, justificación, elección, predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la unión mística del creyente con Cristo.  Incluye el estudio de las doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros,  propósito, comisión, culto, organización y ordenanzas.  Incluye el estudio de las profecías de la Biblia: principalmente las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial, los juicios finales y el estado eterno.

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A. El último juicio del gran Trono Blanco.

Como el clímax final de la historia humana al final del reino milenial, las Escrituras registran el gran juicio del gran trono blanco. En contraste con los juicios previos de los justos, y los diversos juicios de Dios sobre israelitas y gentiles que viven en el mundo, éste es el juicio final; en el contexto se puede ver que se refiere solamente al juicio de los impíos.

Ap. 20:11-15. 11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. 12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. 13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. 15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.

B. La destrucción de los cielos y la tierra.

Antes del juicio del gran trono blanco sé declara en Apocalipsis 20:11: «huyeron el cielo y la tierra; y ningún lugar se encontró para ellos». Cumplida la carrera de la historia humana, se destruye la antigua creación, como se expresa en Apocalipsis 21:1. «El primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más». 2 Pedro 3:10-12 se refiere a este acontecimiento y describe la dramática destrucción con estas palabras: «Los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas» (y. 10). En el versículo siguiente declara: «todas estas cosas han de ser deshechas» (v. 11); y en el versículo 12 estos conceptos se combinan cuando dice: «los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán». Debido a la destrucción de la tierra y el cielo actuales, parece que el juicio del gran trono blanco se realiza en el espacio.

C. La resurrección de los impíos muertos.

Según Apocalipsis 20:12, Juan vio «los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios». Apocalipsis 20:13 agrega: «Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos.» Todos los impíos muertos aquí han sido resucitados y están de pie delante de Dios para ser juzgados. De Juan 5:27 se desprende que el juez será el Señor Jesucristo mismo, porque se afirma que el Padre «le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre».

D. Se abre el libro de las obras humanas.

Apocalipsis 20:12 declara: «dos libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras». El versículo siguiente repite este hecho condenador: «según sus obras». Aquí se expresa el resultado del rechazo de la gracia en términos absolutos. No hay perdón aparte de Cristo, y los que rechazan la gracia inevitablemente deben ser juzgados por sus pecados. Hch. 4:12. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

Después de consultar sus obras se examina el libro de la vida en busca de sus nombres. Ya sea, como algunos creen, que el libro de la vida es sencillamente el registro de todos los que tienen vida eterna, o como otros sostienen, que es la lista de todos los que han vivido y de ella se han eliminado los nombres de los inconversos, el resultado será el mismo. Si sus nombres no aparecen en el libro de la vida, es que no han recibido vida eterna. Se declara que están condenados, y en Apocalipsis 20:14-15 está escrito: «Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.»

Algunos de los condenados pueden haber sido relativamente buenos en comparación con otros que eran comparativamente malos, pero la falta de vida eterna es el hecho condenatorio. Todos los que no tienen vida eterna son juzgados sobre la base de sus obras y del rechazo de Cristo, y son echados al lago de fuego. La tragedia es que, según las Escrituras, Cristo murió por ellos y por los que son salvos.

Según 2 Corintios 5:19, «Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados». En 1 Juan 2:2 se declara que Cristo es la «propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo». Los que han sido lanzados al castigo eterno pudieran haber sido salvos si se hubieran vuelto a Cristo. Su estado de perdición no se debe a la falta de amor de Dios ni a la falta de disponibilidad de la gracia de Dios, sino al hecho de que no han querido creer. Los que nunca han tenido una oportunidad de oír el evangelio se condenan por el rechazo del testimonio de Dios en el mundo natural.

Ro. 1:18-20. 18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; 19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. 20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.

También rechazaron la luz que tenían y son justamente condenados por su incredulidad. El juicio del gran trono blanco es el triste final de todos los que no tienen a Cristo como su Salvador y Señor.

PREGUNTAS

1. ¿Qué diferencia importante se puede ver entre el juicio del gran trono blanco y los juicios anteriores?

2. ¿Dónde se celebra el juicio del gran trono blanco, y cómo contrasta esto con los juicios anteriores?

3. Describir la destrucción de la tierra actual.

4. ¿Qué revela la Escritura acerca de la resurrección de los impíos muertos?

5. ¿Cuál es la base del juicio de los impíos muertos?

6. ¿Cuál es la tragedia del juicio de los impíos muertos?

7. ¿En qué sentido constituye un incentivo para ganar almas la revelación del fin de los perdidos?

COMENTARIOS DE APOYO

COMENTARIO BÍBLICO DE WILLIAM MacDONALD. El juicio de Satanás y de todos los incrédulos (20:10–15)

Puede parecer sorprendente que Satanás pueda reunir un ejército de incrédulos al final del Milenio. Sin embargo, debería recordarse que todos los niños nacidos durante el Reinado de Cristo nacerán en pecado y necesitarán de la salvación. No todos aceptarán de corazón a Jesucristo como Rey, y estos se esparcirán por la tierra, tratando de alejarse de Jerusalén todo lo que puedan.

Observemos que la bestia y el falso profeta siguen en el infierno tras mil años. Esto refuta la doctrina de la aniquilación, como también la refuta la declaración de que serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. Ap. 20:11. Luego somos introducidos ante el juicio del gran trono blanco. Es grande por las cuestiones implicadas y blanco por la perfección y pureza de las sentencias pronunciadas. Quien se sienta como Juez es el Señor Jesús (Jn. 5:22,27). La expresión de delante del cual huyeron la tierra y el cielo indica que este juicio tiene lugar en la eternidad, tras la destrucción de la actual creación (2 P. 3:10).

Ap. 20:12. Los muertos, grandes y pequeños, están de pie delante de Dios. El libro de la vida contiene los nombres de todos los redimidos por la preciosa sangre de Cristo. Los otros libros contienen un detallado registro de las obras de los perdidos. Ninguno de los que comparecen en este juicio está registrado en el libro de la vida. El hecho de que su nombre no esté allá le condena, pero el registro de sus malvadas obras determina el grado de su castigo.

Ap. 20:13. El mar entregará los cuerpos de los que han sido sepultados en su seno. Los sepulcros, representados aquí por la Muerte, entregarán los cuerpos de todos los inconversos que han sido enterrados. El Hades dará las almas de todos los que murieron en incredulidad. Los cuerpos y las almas serán reunidos para estar en pie ante el Juez. Así como habrá grados de recompensa en el cielo, asimismo habrá grados de castigo en el infierno. Esto se basará en sus obras.

Ap. 20:14. Cuando leemos que la Muerte y el Hades son lanzados al lago de fuego, esto se refiere a la integridad de la persona: espíritu, alma y cuerpo. El texto explica que ésta es la muerte segunda, y el margen de la NKJV añade: el lago de fuego.

Hay una diferencia entre Hades e infierno. Para los inconversos que han muerto, el Hades es un estado incorpóreo de castigo consciente. Es una especie de celda de castigo, una condición intermedia donde esperan el Juicio del Gran Trono Blanco.

Para los creyentes que han muerto, el Hades es un estado de bienaventuranza incorpórea en el cielo, esperando la resurrección y la glorificación del cuerpo. Cuando Jesús murió, fue al Paraíso (Lc. 23:43), que Pablo identifica con el tercer cielo (2 Co. 12:2, 4), la morada de Dios. En Hechos 2:27, el estado incorpóreo del Señor es llamado Hades. Dios no dejó Su alma en el Hades, sino que la revistió con un cuerpo glorificado en resurrección. El infierno es la cárcel definitiva de los malvados muertos. Es lo mismo que el lago de fuego, la Gehena y la muerte segunda.

Ap. 20:15. El factor decisivo en este juicio es si el nombre de uno está escrito en el libro de la vida. En realidad, si el nombre del acusado hubiese estado escrito en el mismo, habría ya formado parte de la primera resurrección. De modo que este versículo se aplica sólo a aquellos que comparecen delante del Gran Trono Blanco.

COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO II: EL NUEVO TESTAMENTO POR Roberto Jamieson A. R. Fausset

Juicio (heb., dhin, mishpat, gr., krima, krisis). A veces se refiere al pronunciamiento de una opinión formal o una decisión de seres humanos, pero mayormente indica o una calamidad que se considera enviada por Dios como castigo o una sentencia de Dios como juez de todo el mundo. Los juicios de Dios más importantes antes del éxodo son los de Adán, Eva y la serpiente después de la caída (Génesis 3), el diluvio (Génesis 6:5), Sodoma y Gomorra (Génesis 18:20) y la confusión de lenguas (Génesis 11:1-9).

En el AT, la relación entre el Señor e Israel se considera como un pacto. Por su propia voluntad, el Señor hizo posible relaciones estrechas entre él y Noé en primer lugar (Génesis 6:18), y luego entre él y Abraham y sus hijos (15:18; 17:1 ss.). El se unió a ellos en pacto y esperaba como respuesta su devoción. Igualmente con Israel en los días de Moisés, la gracia de Dios se extendía para redimir y restaurar (Éxodo 6:4) y esperaba como respuesta una obediencia de amor (Éxodo 20:1 ss.). Dentro del pacto, el Señor prometía bendecir la obediencia y juzgar la desobediencia (p. ej., Deuteronomio 27:1-26; 28:1-68; cf. Levítico 26:3-13 ss.)

La historia de Israel, comenzando con el éxodo, registra una sucesión de juicios sobre los enemigos del pueblo de Dios y también sobre su propia nación con la cual hizo un pacto cuando ésta menospreciaba su voluntad. El día del Señor será un día de castigo para todos los injustos (Isaías 2:12; Oseas 5:8; Amós 5:18). El propósito del castigo es la purificación. Un remanente sobrevivirá y será el núcleo del nuevo Israel (Amós 5:15). Los profetas posteriores expresaron la esperanza de una victoria final del juez divino y de su intervención en la historia al fin del tiempo.

En el NT la idea del juicio aparece en contextos tanto humanos como divinos. Jesús amonesta a no juzgar con falta de amor (Mateo 7:1). Pablo dice que el hombre espiritual no puede ser juzgado por incrédulos (1 Corintios 2:15) y amonesta a no juzgar a los que son débiles en la fe (Romanos 14:1; 1 Corintios 8—10).

En el NT el juicio es uno de los aspectos del reino venidero de Dios. El juicio de Dios caerá sobre todos los que no se preparan para su venida (Lucas 3:9). Jesús vendrá para juzgar tanto a los vivos como a los muertos (Mateo 25:31 ss.).

En el NT el juicio es uno de los aspectos de la liberación de los creyentes (Lucas 18:1-8; 2 Tesalonicenses 1:5-10; Apocalipsis 6:10). Dios es paciente en la administración del juicio de manera que la gente pueda proceder al arrepentimiento (Lucas 13:6-9; Romanos 2:4; 2 Pedro 3:9). El juicio — cuando Dios destronará todo lo que lo resiste, tanto entre los espíritus de maldad (1 Corintios 6:2,3) como entre los seres humanos (Mateo 25:31-46) — afectará a todo el mundo, porque todos tienen responsabilidad bajo Dios de acuerdo a la gracia que han recibido (Mateo 11:20-24; Lucas 12:17 ss.; Romanos 2:12-16). Este mundo actual será sacudido y destruido (Mateo 24:29, 35) y un nuevo mundo lo reemplazará (2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1). Dios depositará la administración de este juicio final en manos de su hijo en su aparición en gloria (Mateo 3:11, 12; Juan 5:22; Romanos 2:16).

COMENTARIO A LA BIBLIA DE MATTHEW HENRY

Ap. 11—15. Después de los hechos recién anunciados, vendrá rápidamente el final y no se menciona nada más, antes de la aparición de Cristo a juzgar al mundo. Este será el gran día: el Juez, el Señor Jesucristo, entonces vestido en majestad y terror.

Las personas que serán juzgadas son los muertos, pequeños y grandes; jóvenes y viejos; altos y bajos; ricos y pobres. Nadie es tan vil que no tenga talentos de los cuales debe rendir cuentas; y nadie es tan grande que pueda eludir la rendición de cuentas. No sólo los que estén vivos cuando venga Cristo, sino todos los muertos. Hay un libro de memorias para el bien y el mal; y el libro de la conciencia de los pecadores, aunque antes secreto, entonces será abierto. Cada hombre recordará todos sus actos pasados, aunque muchos los hayan olvidado hace largo tiempo.

Otro libro será abierto, el libro de las Escrituras, la regla de vida; representa el conocimiento del Señor sobre su pueblo y sus declaraciones del arrepentimiento, la fe y las buenas obras de ellos; mostrando las bendiciones del nuevo pacto. Los hombres serán justificados o condenados por sus obras; él probará sus principios por sus prácticas. Los justificados y absueltos por el evangelio serán justificados y absueltos por el Juez y entrarán a la vida eterna, no teniendo que temer más la muerte, el infierno o a los hombres malos, porque ellos serán destruidos todos juntos. 

Esta es la segunda muerte, la separación final de los pecadores de Dios. Que sea nuestro gran afán ver si nuestras Biblias nos justifican o condenan ahora; porque Cristo juzgará los secretos de todos los hombres conforme al evangelio. ¿Quién habitará con las llamas devoradoras?