Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

El Mandamiento de Amar°


Hoy vivimos en tiempos tormentosos y llenos de peligros, pues el mundo va de mal en peor. Pero existe un refugio seguro, un refugio que nos protegerá de cualquier daño permanente. ¿Cuál es? Fíjese en lo que dice la Biblia: dice al Señor: “Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!” Salmo 91:2 (VDHH).

¿Cómo haremos de Dios nuestro refugio? El Creador y Soberano del universo, puede ser nuestro refugio. ¡Qué gran bendición! Él es mucho más poderoso que cualquier persona o cosa que nos amenace. Y aunque se nos lastime, Dios puede reparar todo el daño que recibamos, así que Confiando en él. ¿Cómo  haremos de Dios nuestro refugio? Además, la Biblia nos hace esta invitación: “Manténganse en el amor de Dios” (Judas 21). Así es, tenemos que permanecer en el amor de Dios y seguir muy unidos a nuestro Padre celestial. Si así lo hacemos, podemos estar seguros de que él será nuestro refugio. Pero ¿cómo conseguiremos tener una relación tan afectuosa con el Creador?

1 Corintios 13 (VLS) Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas. Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás. El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie. No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad.

El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo. Sólo el amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hable de parte de Dios, ni se hable en idiomas extraños, ni sea necesario conocer los planes secretos de Dios. Las profecías, y todo lo que ahora conocemos, es imperfecto. Cuando llegue lo que es perfecto, todo lo demás se acabará. Alguna vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo de entender las cosas, y mi manera de pensar eran los de un niño. Pero ahora soy una persona adulta, y todo eso lo he dejado atrás. 

Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara, como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo a oscuras. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco de manera imperfecta; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo como él me conoce a mí. 

Hechos 5:29. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. ¿Qué significa amar a Dios? ¿Cómo podemos permanecer en el amor de Dios? ¿Cómo recompensará Dios a los que permanecen en su amor? ¿Se refugiará usted en Dios en estos tiempos peligrosos? ¿Dónde podemos hallar un refugio seguro?

Reflexionemos en el amor que Dios nos tiene y correspondámosle como nos lo ha enseñado. Juan 14:15. Si me amáis, guardad mis mandamientos. ¿Cuáles son algunas pruebas del amor que Dios nos tiene? Dios nos ha demostrado su amor de diversas maneras. Veamos cuáles son, pues repasarlas nos ayudará a permanecer en el amor de Dios. Sabemos que Dios es el Autor de la Biblia, en la cual nos dice cómo se llama y qué cualidades tiene. Las Escrituras explican que él envió a su querido Hijo a la Tierra y que permitió que sufriera y muriera por nosotros. Juan 3:16. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. De este modo nos hizo un regalo muy generoso, gracias al cual tenemos la esperanza de un magnífico futuro.

Este futuro también depende de algo más que Dios ha hecho. Dios ha establecido un gobierno celestial, el Reino mesiánico. Este Reino pronto acabará con todos nuestros sufrimientos y convertirá la Tierra en un paraíso. ¡Qué maravilla! ¡Por fin seremos felices y viviremos para siempre en paz! Salmo 37:29. Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella. Y ahora, mientras esperamos ese día, los consejos de Dios nos ayudan a vivir del mejor modo posible. El Señor también nos ha dado otro regalo: la oración, la cual nos permite comunicarnos libremente con él. Estas son tan solo unas cuantas pruebas del amor que Dios siente por nosotros y por el resto de la humanidad.

¿Cómo pudiera usted responder al amor que Dios le ha mostrado? Ahora, debemos hacernos una pregunta importante: “¿Cómo responderemos al amor de Dios?”. Probablemente, muchas personas contesten: “Amando a Dios”. ¿Piensa usted así? Jesús dijo que el mayor mandamiento es este: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.” Mateo 22:37. 

Ahora bien, para amar a Dios con todo el corazón, alma y mente, ¿basta con tenerle afecto? Para amar a Dios: La Biblia muestra que amar a Dios significa mucho más que sentir afecto por él. De hecho, aunque ese sentimiento es muy importante, es tan solo el comienzo del verdadero amor a Dios. Para entenderlo mejor, veamos la siguiente comparación: si usted quisiera una manzana, ¿se conformaría con que le dieran una semilla de esa fruta? Claro que no. Es cierto que la semilla es esencial para que crezca un manzano, pero lo que usted quiere es el fruto. Lo mismo ocurre con el afecto que sentimos por Dios: al igual que la semilla, tiene que desarrollarse y dar fruto. La Biblia enseña: “Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son gravosos”, es decir, no son una carga (1 Juan 5:3). Así, el verdadero amor a Dios debe producir buenos frutos, debe expresarse con hechos. Mateo 7:16-20. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.

¿Cómo demostramos que amamos a Dios y que agradecemos lo que él ha hecho por nosotros? Demostramos que amamos a Dios cuando obedecemos sus mandamientos y ponemos en práctica sus principios. Eso no es muy difícil, pues las leyes de Jehová no son una  carga. Al contrario, están pensadas para que seamos felices y disfrutemos de la vida. Isaías 48:17-18. Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir. ¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar. 

Cuando dejamos que Dios nos guíe, demostramos que agradecemos mucho todo lo que él ha hecho por nosotros. Es una pena que tan poca gente tenga esa actitud. Nosotros no queremos ser desagradecidos, como algunas personas del tiempo de Jesús. En cierta ocasión, Cristo curó a diez leprosos, pero solo uno fue a darle las gracias. Lucas 17:12-19. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado. Seguramente queremos ser como esa persona, y no como las otras nueve, que no mostraron el menor agradecimiento.

¿Por qué es importante seguir adquiriendo conocimiento de Dios? Conocer bien a Dios es un paso importantísimo para acercarnos más a él. Es un proceso que nunca  debería terminar. Imagínese que se encuentra en el monte, en una noche muy fría, y que ha encendido una fogata para calentarse. ¿Dejaría que las llamas se fueran apagando poco a poco? De ningún modo. Seguro que iría añadiendo leña para que el fuego siguiera ardiendo, ya que de ello depende su propia vida. Pues bien, tal como la leña alimenta el fuego, el “conocimiento de Dios” mantiene vivo el amor que sentimos por Dios (Proverbios 2:1-5. Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios. El amor a Dios es como un fuego: hay que alimentarlo para que no se apague.

¿Qué efecto tuvieron las enseñanzas de Jesús en sus discípulos? Jesús quería que sus seguidores mantuvieran muy vivo su amor por el Padre Celestial maravillosa. Después de resucitar les explicó a dos discípulos suyos algunas profecías de las Escrituras Hebreas que él había cumplido. ¿Qué efecto tuvo aquello? Más tarde, los discípulos dijeron: “¿No nos ardía el corazón cuando él venía hablándonos por el camino, cuando nos estaba abriendo por completo las Escrituras?” Lucas 24:32.

En el caso de la mayor parte de la humanidad, ¿qué ha pasado con el amor a Dios y a la Biblia? ¿Cómo podemos impedir que se apague nuestro amor? Cuando usted iba aprendiendo lo que enseña realmente la Biblia, ¿verdad que también le ardía el corazón, lleno de alegría, entusiasmo y amor a Dios? Seguro que sí. A muchos les ha pasado lo mismo. Lo difícil ahora es mantener vivo ese amor y lograr que crezca. No queremos seguir la tendencia que Jesús predijo que habría en el mundo de hoy: Mateo 24:12. Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.

¿Cómo puede usted impedir que se enfríe el amor que siente por Dios y por las verdades de la Biblia? Continúe adquiriendo conocimiento de Dios Padre, de Jesucristo y del Espíritu Santo. Juan 17:3. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. ¿Por qué es importante orar para mantener vivo nuestro amor a Dios? Otra manera de mantener vivo el amor a Dios es orando con regularidad. 1 Tesalonicenses 5:17. Orad sin cesar. 

Adorar a Dios produce gozo. Las relaciones con nuestros semejantes se estrechan al comunicarnos con ellos con frecuencia y de forma sincera. De igual modo, nuestra relación con Dios seguirá viva si le oramos constantemente. Debemos esforzarnos por no hacer oraciones mecánicas; no queremos repetir siempre lo mismo sin pensar en lo que decimos. Debemos hablarle a Dios como hablaría un niño con su amado padre. Claro está, queremos dirigirnos a él con respeto, pero abierta y sinceramente, desde el corazón. Salmo 62:8. Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio. Así es, para adorar a Dios es muy importante que tengamos un estudio personal de la Biblia y que le oremos con franqueza. De este modo será más fácil que permanezcamos en el amor de Dios. 

¿Por qué debemos ver la predicación del Reino como un privilegio y un tesoro? El estudio de la Biblia y la oración son formas de adorar a Dios que generalmente realizamos a solas. Hablemos ahora de algo que realizamos cuando estamos con otras personas: conversar sobre lo que creemos. ¿Ha hablado usted ya con alguien sobre las enseñanzas de la Biblia? En ese caso, ha disfrutado de un privilegio maravilloso. Lucas 1:74-75. Que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. Cuando hablamos de lo que hemos aprendido acerca de Dios, cumplimos una misión muy importante que han recibido todos los cristianos verdaderos: predicar las buenas nuevas del Reino de Dios. Mateo 24:14. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin; Mateo 28:19-20. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

El apóstol Pablo estimaba tanto la labor de predicar que dijo que era un tesoro. 2 Corintios 4:5-7. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros. 

Hablar de Dios y sus propósitos es el mejor trabajo que hay. Por un lado, se hace para servir al mejor jefe de todo lo creado, y por otro, da los mejores  beneficios. Cuando predicamos, ayudamos a las personas sinceras a acercarse a nuestro Padre celestial y a entrar en el camino que lleva a la vida eterna. ¿Podría otra labor producir más satisfacción? Además, al dar testimonio de Dios y su Palabra, crecen nuestra propia fe y nuestro amor a  Dios. Y el Señor valora los esfuerzos que hacemos. Hebreos 6:10. Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. Como vemos, mantenernos activos en esta obra nos ayuda a permanecer en el amor de Dios. 1 Corintios 15:58. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

¿Por qué es la predicación una obra urgente? Es importante recordar que la predicación del Reino es una obra urgente. La Biblia dice que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 2 Timoteo 4:2. ¿Por qué es esta obra tan urgente hoy día? Por lo que nos dice la Palabra de Dios: Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente. Sofonías 1:14. Así es, se aproxima rápidamente el día en el que Jehová destruirá a todo este sistema de cosas. ¡La gente tiene que saberlo! Tiene que entender que ahora es el momento de obedecer a Dios como su Soberano, pues el fin. Habacub 2:3. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.

¿Por qué debemos adorar a Dios públicamente junto con los cristianos verdaderos? Dios quiere que lo adoremos públicamente junto con los cristianos verdaderos. Por eso, su Palabra dice: Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras. No dejemos de reunirnos, como acostumbran algunos, sino animémonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca. Hebreos 10:24-25. NVI. Cuando asistimos a las reuniones cristianas con nuestros hermanos en la fe, tenemos una oportunidad magnífica de alabar y adorar a nuestro querido Dios. También nos fortalecemos y nos animamos unos a otros.

¿Qué podemos hacer para fortalecer los lazos de amor en la congregación cristiana? Cuando nos reunimos con otros siervos de Dios, estrechamos los lazos de amor y amistad en la congregación. Es importante fijarse en las buenas cualidades de los demás, tal como Dios se fija en las nuestras. No espere que sus hermanos espirituales sean perfectos. Recuerde que todos cometemos errores y que cada uno progresa espiritualmente a un ritmo distinto. Colosenses 3:12-17. Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Busque la amistad de quienes aman a Dios con todas sus fuerzas, y verá cómo crece su espiritualidad. Si adora a Dios con sus hermanos y hermanas espirituales, le será más fácil permanecer en el amor de Dios. Veamos ahora cómo recompensa el Señor a quienes lo adoran fielmente y permanecen en su amor.

La recompensa que Jehová da a sus siervos fieles es la vida, pero ¿qué clase de vida? La mayoría de nosotros diría que ya estamos vivos, pues al fin y al cabo, respiramos, comemos y bebemos. En nuestros mejores momentos, incluso puede que digamos: “¡Esto sí que es vida!”. Sin embargo, la Biblia indica que, en cierto sentido, hoy día ningún ser humano está realmente vivo. Dios quiere que usted disfrute de “la vida de verdad”. Y usted, ¿lo logrará? 1 Timoteo 6:19. Atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.

¿Por qué es esencial permanecer en el amor de Dios? Cada uno de nosotros hace bien en preguntarse: “¿Estoy adorando a Dios como él manda en la Biblia?”. Si nos aseguramos de que día tras día respondemos con un sí, vamos por buen camino. Podemos tener la seguridad de que Jehová es nuestro refugio. Él protegerá a su pueblo fiel durante los peligrosos últimos días de este viejo sistema de cosas. Además, nos introducirá en su glorioso nuevo mundo, que tan cerca está. Si usted toma buenas decisiones ahora, disfrutará durante toda la eternidad de “la vida de verdad”, la vida que Dios siempre quiso que tuviéramos.

El verdadero amor a Dios se demuestra obedeciendo sus mandamientos y poniendo en práctica sus principios. 1 Juan 5:3. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.

Para permanecer en el amor de Dios tenemos que estudiar su Palabra, orar desde lo más profundo de nuestro corazón, colocarla en práctica en nuestras vidas y en todos nuestros caminos y decisiones enseñando a los demás quién es Dios y adorarlo en las reuniones cristianas. Los que permanezcan en el amor de Dios disfrutarán de la vida de verdad 

El principio ético fundamental de nuestra relación con Dios debe ser el amor a Él. ¡Amarás al Señor tu Dios!: este fue el mandamiento del Antiguo Testamento al cual el Señor Jesucristo consideró como el más importante en sus enseñanzas 

A través de ayudar a otras personas, nos perfeccionamos aprendiendo, bajo la guía de Dios, el Amor, la Sabiduría y el Poder del Espíritu Santo: tres aspectos principales de la Perfección. Este proceso marcha con más éxito si le pedimos a él que nos ayude en este servicio y mostramos sensibilidad a sus consejos e instrucciones.

1 Juan 2:4-11. 
El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra. El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.

Eso nos muestra también que la vida cristiana no es llevar un nombre de cristiano solamente, sino que es un compromiso con Dios. El Señor Jesucristo lo dejó bien claro al anunciar que para poder ser su discípulo, había que amarlo a él sobre todas las cosas. La vida cristiana es un llamado a servir a Dios y las personas, o sea, el amor verdadero es un amor que lo lleva a uno a servir, en otras palabras es un amor demostrado.
 Bendiciones.

La salvación de la humanidad °


La necesidad más grande de la humanidad no es el dinero, no son las riquezas, no es el poder, no es la fama, no es la superación personal. La necesidad más grande que tiene este mundo es la Salvación que sólo Jesucristo puede dar.

Dios nos ofrece salvación por medio de Jesús. Mateo 1:21. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Hechos 4:12. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

La salvación significa que recibimos vida eterna si tenemos una relación personal con Dios y aceptamos al Señor Jesucristo como nuestro Salvador. Juan 17:3. Y esta es la vida eterna; que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Juan 3:16. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Hay sólo un camino hacia la salvación y no es un camino fácil. Mateo 7:13-14. Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

La salvación no se gana, es un don de Dios. Efesios 2:8-9. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

El recibir la salvación es una respuesta poderosa al evangelio que incluye el arrepentimiento de los pecados. Hechos 2:37-38. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

El recibir la salvación es un acto sencillo, directo, personal y público. Romanos 10:8-10. Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Salmos 142. Con mi voz clamaré a Jehová; Con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de él expondré mi queja; Delante de él manifestaré mi angustia. Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda. En el camino en que andaba, me escondieron lazo. Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer; No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida. Clamé a ti, oh Jehová; Dije: Tú eres mi esperanza, y mi porción en la tierra de los vivientes. Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido. Líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo. Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre; Me rodearán los justos, Porque tú me serás propicio.

Salmos 106:8. Pero él los salvó por amor de su nombre, para hacer notorio su poder. La salvación es un plan divino creado por Dios para rescatar al hombre de una condenación y muerte eterna, por cuanto el hombre peco este no puede entrar ni participar del reino de Dios, nuestra mala manera de vivir, el pecado produce lejanía de las cosas de Dios, la misma palabra dice en el libro de Gálatas los deseos de la carne son contra el espíritu, y la carne se quedara en la tierra, pero el espíritu es el que va a vivir delante de Dios, así que busquemos sanar y salvar nuestro espíritu.

Romanos 3:23-25. Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados.
Todos pecaron y por eso no pueden participar de la gloria de Dios. Dios, por su generoso amor, aprueba a todos los que creen. Es un regalo de Dios hecho posible porque Cristo Jesús nos liberó del pecado. Dios ofreció a Jesucristo para hacer posible, por medio de su muerte, el perdón de los pecados. El perdón se recibe a través de la fe. Él ofreció a Jesucristo como sacrificio para demostrar que él siempre es justo en lo que hace. Lo demostró en el pasado cuando en su paciencia pasó por alto los pecados de muchos, y también ahora al aprobar a todo aquel que confía en Jesús.
Por la misericordia y el amor de Dios a través de Jesús su hijo amado es que recibimos el perdón y podemos tener acceso a su reino, pues dice que como todos pecaron esta destituidos de la gloria de Dios, quiere decir que no tenemos entrada, que no podemos tener acceso al reino de Dios, si primero no nos ponemos a cuentas y reconocemos que Jesús es el hijo de Dios quien nos da salvación, Dios nos da la oportunidad de recibir esta salvación, es un regalo, quieres tú el regalo de la misericordia de Dios, busca ser salvo por Jesús quien murió en la cruz tomando nuestro lugar.
Juan 3:16-21. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que en Él cree, no es condenado, pero el que no cree, ya es condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y ésta es la condenación; que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprobadas. Pero el que obra verdad, viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
Para algunos deben de ser versículos muy conocidos, pero para otros tal vez es la primera vez que los ven. Estas palabras de Jesús, se las estaba diciendo a un hombre anciano, un principal de la religión hebrea, y aun así no entendía estas cosas, y podríamos decir que era un ciego espiritual, como muchas veces lo vemos hoy día. Personas que son cegadas por la religión. Por dogmas humanos que han aprendido. Así que vamos a la Palabra de Dios que es la base y razón de nuestra fe.
Sin duda la salvación es un hecho sorprendente y nunca dejará de producir alabanza y gratitud en nuestras vidas. Sin embargo es el mismo Jesús que nos presenta tres razones por las cuales Dios nos ha salvado. Primeramente como lo vimos en el versículo 16“porque Dios envió a su Hijo” Dios nuestro creador y nuestro sustentador, mando a su hijo, a pesar de que le dimos la espalda, le negamos y preferimos las tinieblas.
Quizás tú has estado huyendo de Dios todos estos años, o has estado evitando confrontarte con él. Pero Dios te ama aun, y su amor le movió a buscarte, hasta tal punto que dio a su único hijo. En algunos versículos anteriores también Jesús había hecho referencia a la historia hebrea de cuando Moisés estaba en el desierto y el y todo el pueblo fueron atacados por serpientes ardientes. 

Todo el que era mordido por estas serpientes venenosas moría, y solo se salvaban los que miraban a la serpiente de bronce que estaba enroscada en un asta, que Dios mismo había indicado a Moisés que pusiera allí. De esta misma forma era necesario que Jesucristo fuera levantado en la cruz, y todo aquel que creyera en él, que le mirara, y que creyera realmente que él es el salvador, no quedara apartado de Dios para siempre. El propósito de Dios es que tú tengas vida eterna.
Pero también podemos ver otra razón, por la que su hijo no nos condena. En los versículos 17 y 18 vimos que él envió a su hijo para salvación, y no para condenarnos. Y esto mismo lo dijo Jesús en más de una oportunidad; yo no he venido a perder las almas, sino a salvarlas, no he venido a juzgar sino a perdonar. Algunas personas se preguntan ¿porque Dios nos hizo y después nos dejó pecar? Y la respuesta es que nos ha creado con libre albedrío, y somos nosotros los que tomamos la decisión. 

Somos nosotros los que optamos por rechazar a Jesús y de hecho estamos optando por la condenación eterna; por el infierno. Jesús dijo que el infierno fue creado para el diablo y sus ángeles.
Y en tercer lugar, él envió por la manifestación del amor del Señor para con nosotros, porque su hijo es luz. Pero la luz es rechazada por los que aman las tinieblas. Cuando levantamos una piedra grande, donde hay un poco de humedad encontramos algunas lombrices y bichitos de humedad que enseguida procuran esconderse de nuevo en la tierra. Y al igual muchas personas no aman la luz, porque están habituados a vivir en tinieblas, en la oscuridad espiritual y emocional. Y cuando la luz se acerca quedan en evidencia sus pecados y maldad.
Isaías 64:6. Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.
Muchas de estas personas son de apariencia muy correctas y sanas en la sociedad o en la familia, pero ni bien se acercan a la luz quedan en evidencia de que no le tocan ni los talones a la luz de Jesús. La Biblia dice que nuestra justicia delante de Dios es como trapo de inmundicia. Pero la luz además de manifestar nuestro pecado, manifiesta también las obras de Dios.
Dios Padre nos quiere perdonar, salvar y darnos un lugar con él en el cielo a través de la obra del Espíritu Santo y del Señor Jesucristo.
Jeremías 29:11-14. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.
Jeremías 31:3. Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.

A partir de estas tres razones podemos concluir que nuestro Dios, es un Dios inmensamente grande, lleno de amor que no desea la condenación de nadie, pero su presencia es clarificadora, y pone de manifiesto nuestra profunda necesidad. Quizás esta en casa o viajando en un automóvil o donde sea que estés, acércate a él, mira tú profunda necesidad, y el vacío que hay en tu corazón. ¿Por qué no permites que Dios entre a tu vida y comience a llenarte y a alumbrar tu conciencia, comience a limpiarte y a gobernar tu vida, y conducirte? Esto es lo que él quiere hacer y darte la vida eterna y abundante. Acéptala y será la mejor decisión de tu vida.

Salmos 25:11. Por amor de tu nombre, oh Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande.

Salmos 79:9. Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; Y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre.
Isaías 43:25. Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.

Isaías 48:9-11. Por amor de mi nombre diferiré mi ira, y para alabanza mía la reprimiré para no destruirte. He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción. Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro.

Lucas 7:47. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.

Quiero dejar la siguiente lectura de una porción bíblica como reflexión para nuestras vidas y pidiendo a Dios que nos ayude y nos de la fuerza necesaria para buscarlo y obedecerle. Que nos llene de sabiduría y entendimiento espiritual.

Colosenses 1:3-14. Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad, como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros, quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu. 

Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. Bendiciones.

ESDRAS: El camino de retorno a Dios°


Los libros de Esdras, Ester y Nehemías abarcan el período histórico de la cautividad de Israel en Babilonia y el período inmediatamente posterior a su regreso a Jerusalén. A Jerusalén procedentes de Babilonia regresaron unos ciento cincuenta mil judíos, muchos, muchos menos que los que regresaron recientemente, algo que es algo tan maravilloso para nosotros en estos tiempos. El relato bíblico concede gran importancia a este retorno.

En las escrituras hebreas, los libros de Esdras y de Nehemías forman un solo libro. Estoy convencido de que los acontecimientos de estos dos libros son acontecimientos paralelos, un punto de vista que se diferencia del punto de vista tradicional. La mayoría de los comentaristas de las Escrituras dicen que Nehemías siguió cronológicamente a Esdras, pero estoy convencido de que un estudio detallado de estos dos libros pondrá de manifiesto que los acontecimientos que se relatan en ellos sucedieron al mismo tiempo.

Esdras se interesa en la reconstrucción del templo, mientras que Nehemías se interesa en la reconstrucción de la ciudad y las murallas de Jerusalén. El templo fue lo último que fue destruido cuando la nación fue llevada cautiva. Fue el último baluarte, si podemos expresarlo de ese modo, del Espíritu de Dios. Es el último lugar (y ya sabemos que el templo representa al espíritu) que se destruye cuando la persona deja de comunicarse con su Dios, pero es al mismo tiempo el primer lugar donde Dios comienza su obra de restauración y, por lo tanto, el libro de Esdras, que trata acerca de la restauración del templo, ocupa el primer lugar en las Escrituras.

Fíjese en las palabras con las que empieza este libro: "En el primer año de Ciro, rey de Persia, y para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia, quien hizo pregonar por todo su reino, oralmente y por escrito..." Leamos ahora lo que dice en 2ª de Crónicas 36:22: "En el primer año de Ciro, rey de Persia, y para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia, quien hizo pregonar por todo su reino, oralmente y por escrito..."

¡Dice exactamente lo mismo! El libro de Esdras empieza justo donde acaba el de Crónicas y por eso se cree que Esdras escribió ambos libros. Por ello, Esdras se convierte para nosotros en la imagen de la obra de Dios al restaurar el corazón que ha caído en pecado, ya que la restauración puede llevarse a cabo sobre una base personal. Puede ser sobre la base de la iglesia local o en relación con cualquiera de las grandes denominaciones que honran a Dios en nuestros días. Puede tener que ver con la obra de Dios en una nación, haciendo que regrese de su secularismo y materialismo a un verdadero conocimiento espiritual y fortaleza. En cualquier caso, siempre sigue el modelo que se nos presenta en el libro de Esdras. Esta es la imagen de cómo obra Dios cuando se dispone a restaurar el corazón que ha caído en pecado.

El libro se divide de una manera natural en conformidad con los ministerios de dos hombres: Zorobabel, en los capítulos 6 al 11 y Esdras de los capítulos 7 al 10. Ambos hombres guiaron a los cautivos de Babilonia de regreso a Jerusalén. Resulta interesante que Zorobabel fuese descendiente de David y que perteneciese a la línea real. Esdras, descendía de Aarón el sacerdote, y también es un sacerdote. Aquí se ve claramente descrita la necesidad tanto de la obra del rey como la del sacerdote para hacer posible la restauración. La labor del rey consiste en construir, en este caso, reconstruir y la del sacerdote en limpiar. Ambas cosas son esenciales para restaurar a una persona que ha caído en un estado de pecado.

La restauración en la vida individual implica reconstruir el control del Espíritu de Dios por medio de la obediencia a la realeza y al señorío de Jesucristo. Por lo tanto, representa su ministerio como rey en nuestras vidas. Significa el reconocimiento, de nuevo, del derecho que tiene Dios a ser nuestro dueño, a dirigirnos y a reemplazar los planes que hayamos hecho por los suyos, a cambiarnos y a tomar tanto decisiones insignificantes como de gran importancia en relación con nuestra vida, pero la restauración conlleva además la limpieza. 

El espíritu y el alma son limpiados por nuestro gran sumo sacerdote que, al confesar sinceramente el corazón humano su pecado, lavando y eliminando la culpabilidad, resolviendo el pasado y restaurándonos a fin de que podamos hallarnos en una situación de comunión y de bendición a sus ojos. Ahora bien, el volver del pecado es siempre la obra de la gracia de Dios. En el primer versículo dice: "Jehová despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia..." Y el versículo 5 dice: "Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas, todos aquellos cuyo espíritu Dios despertó para subir a edificar la casa de Jehová que está en Jerusalén."

Dios toma siempre la iniciativa. Ninguna persona, después de haber pasado por una experiencia de pecado, regresaría jamás a Cristo a menos que Dios la trajese de regreso. Esto es algo claramente indicado en el caso de estos israelitas. Cuando fueron a Babilonia, se convirtieron en un pueblo diferente. Se ha señalado el hecho de que mientras estaban en Israel estaban encargados del cuidado de las ovejas y eran pastores, pero al marcharse a Babilonia no pudieron continuar guardando ovejas, de manera que se convirtieron en tenderos o comerciantes y tuvieron además mucho éxito en su empresa. De tal modo que la imagen estereotipada del judío es, en la actualidad, ampliamente conocida por todo el mundo y son los comerciantes de la tierra.

En Babilonia comenzaron una cadena de tiendas, algo parecido a Sears o el Corte Inglés, así como otras grandes tiendas. Llegaron a ser tan prósperos, habiéndose sumido de tal forma en el materialismo, que no querían regresar a Jerusalén, a pesar de que aún seguían siendo esclavos y exilados de su propia tierra y muchos de ellos se negaron a regresar cuando Dios les abrió la puerta. Pero el Espíritu de Dios despertó el deseo de volver en algunos de ellos, haciendo que se sintieran insatisfechos con la prosperidad material. Las cosas no satisfacen nunca de por sí el anhelo profundo del espíritu humano. Cuando sentimos esa necesidad imperiosa, el Espíritu de Dios nos está moviendo para que regresemos y reconstruyamos aquellas cosas que se convierten en puntos fuertes espirituales.

El primer retorno tiene lugar bajo Zorobabel. Este gran descendiente real condujo a unas cincuenta mil personas de regreso desde Babilonia a Jerusalén. La historia de ese retorno la encontramos en los dos primeros capítulos. Cuando llegaron a Jerusalén, era el séptimo mes del año, justo a tiempo para celebrar la Fiesta de los Tabernáculos de los judíos. Esta Fiesta de los Tabernáculos (también conocida como la Fiesta de la Reunión) fue el tiempo en el que el pueblo de Israel vivió en cabañas para recordarles su naturaleza como peregrinos. Por cierto que, esta fiesta se celebra como anticipación de la reunión de Israel de la enorme dispersión a escala mundial, que tendrá lugar durante el milenio y es la fiesta en la que se mezclan las lágrimas de dolor al contemplar el pueblo cómo se vuelven a colocar de nuevo los cimientos del templo.

Lo primero que hicieron fue construir un altar justo en el mismo lugar donde estuvo el templo original, en medio de las ruinas. Erigieron bajo el cielo raso un altar a Dios y comenzaron a adorar y a ofrecer sacrificios, como les había mandado la ley de Moisés que lo hiciesen. Esto resulta altamente significativo porque el primer acto de un corazón que verdaderamente desea regresar, después de haber estado errante en la oscuridad de los caminos del mundo a la verdadera comunión con Dios, es erigir un altar, que es siempre el símbolo de la propiedad.

Es al mismo tiempo el reconocimiento de que Dios es el único que tiene derecho a nosotros y el símbolo de nuestra relación personal con él. Por lo tanto, un altar implica casi de modo invariable, el sacrificio, la adoración y la alabanza, el sacrificio que representa reconocer la verdad. "...no sois vuestros, pues habéis sido comprados por precio. (1 Corintios6:19-20); la adoración que representa disfrutar una vez más de una relación que ha sido restaurada, cuando el corazón está recibiendo nuevamente el ministerio por parte de Aquel que puede suplir nuestras necesidades y la alabanza de un corazón lleno de gozo.

Lo segundo que hicieron fue colocar los cimientos del templo. Se enfrentaron con la obra con sentimientos conflictivos, según se nos dice en el capítulo 3, versículos 11 a 13: "Cantaban alabando y dando gracias a Jehová. Y decían: ¡porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel!, Todo el pueblo gritaba con gran júbilo, alabando a Jehovág, porque eran colocados los cimientos de la casa de Jehová. Pero muchos de los sacerdotes, de los levitas, de los jefes de casas paternas y de los ancianos que habían visto el primer templo lloraban en alta voz cuando ante sus ojos eran puestos los cimientos de este templo, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Y por causa del griterío, el pueblo no podía distinguir la voz de los gritos de alegría de la voz del llanto del pueblo; pues el pueblo gritaba con gran júbilo, y el bullicio se oía desde lejos."

¿Se ha sentido usted alguna vez de ese modo? ¿Ha regresado usted alguna vez a Dios después de haber pasado un tiempo de frialdad y de haberse alejado de él, habiendo sido cautivo del poder del pecado, con una enorme sensación de gozo al volver el Espíritu a restablecer los cimientos de la comunión? ¿Pero al mismo tiempo lo hizo lamentando los años perdidos y derrochados? Esa es exactamente la imagen que se nos ofrece aquí. Las lágrimas de gozo se mezclaban con las del dolor al ver el pueblo cómo se volvían a colocar de nuevo los cimientos del templo. El tercer factor en este retorno, bajo Zorobabel, es la oposición que se produce de inmediato, como leemos entre los capítulos 4 al 6.

Hay una fuerza que obra en todo corazón humano, de igual modo que sucede con los asuntos del mundo, que de inmediato surge y se opone a todo lo que Dios intenta realizar. Hay una fuerza en todas las personas que se resiste con enemistad y con odio a la obra del Espíritu de Dios. En este caso esta fuerza se pone de manifiesto de inmediato y nos hallamos ante una gran lección en cuanto a su manera de hacerlo. Al principio se manifiesta con una gran solicitud amigable. Se nos dice en el capítulo 4, 1-2: "Cuando los enemigos de Judá y de Benjamin oyeron que los que habían venido de la cautividad edificaban un templo a Jehová Dios de Israel, se acercaron a Zorobabel y a los jefes de las casas paternas, y les dijeron: --Permitidnos edificar con vosotros; porque como vosotros, buscamos a vuestro Dios, y a él hemos ofrecido sacrificios desde los días de Esarjadón, rey de Asiria, que nos trajo aquí."

Por cierto que este es el principio de los samaritanos, a los que se menciona con frecuencia en el Nuevo Testamento. Estos samaritanos, que adoraban al mismo Dios decían: "permitidnos edificar con vosotros. Nos gustaría participar en esta empresa. Estáis reconstruyendo el templo y eso es fantástico. Os ayudaríamos con gozo. Vienen con un deseo sincero, con el corazón abierto, dispuestos a ayudar y participar en el trabajo. Una solicitud la mar de sutil, ¿no es cierto? No resulta muy difícil decirle que no a un enemigo que nos amenaza de muerte atemorizándonos, pero cuando se presenta derritiéndose de amabilidad y ofreciéndose a ayudar en nuestros proyectos, resulta muy difícil decir que no. La única manera que podemos conseguirlo es si nuestro corazón está dispuesto a obedecer a la palabra de Dios, como lo estuvieron estas gentes, acerca de las cuales nos dice el versículo 3:"Pero Zorobabel, Jesúa y los demás jefes de las casas paternas de Israel les dijeron: --No nos conviene edificar con vosotros una casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel, como nos lo mandó el rey Ciro, rey de Persia."

Puede que sus palabras les sonasen un poco santurronas, pero no era un mero capricho lo que les hizo contestar de esa manera. Dios había mandado que Israel no debía tener comunión con otras naciones, ni participar con ellos en empresas relacionadas con la fe. ¿Qué significa esto? ¿Que estaba mal que una nación se mezclase con otra? No, esto es algo que se ha desvirtuado y distorsionado y se ha aplicado actualmente a situaciones en las que no tiene aplicación. Quiere decir sencillamente que Dios rechaza totalmente la filosofía del mundo al realizar su obra en este mundo porque existe una religión mundana. Existe una filosofía que intenta interponer conceptos mundanos, filosofías mundanas y métodos mundanos en las vidas del pueblo de Dios. Dios sencillamente ha dejado muy claro que debemos de rechazar estos conceptos. 

La filosofía con la que el mundo defiende sus actos y sus actitudes es totalmente contraria al Espíritu de Dios. El mundo es un reflejo del espíritu del demonio, que es el dios de este tiempo, mediante la filosofía: "promuévete a ti mismo, hazlo para tu propia gloria. Usa las costumbres religiosas para promocionar tus propósitos y para conseguir admiración, poder, fama o lo que pueda desear tu corazón. Usa la religión para conseguir tu propia satisfacción. Pero aquí Dios está rechazando este principio.

La máscara de amistad que se ofrece se convierte rápidamente en odio. Leemos en los versículos 4 y 5: "Entonces el pueblo de la tierra desmoralizaba al pueblo de Judá y lo amedrentaba, para que no edificara. Contrataron consejeros contra ellos para frustrar su propósito durante todo el tiempo de Ciro rey de Persia..."

Y en los dos capítulos siguientes nos encontramos la historia del éxito que tuvieron a la hora de impedir la obra de la reconstrucción del templo. Intentando deliberadamente frustrar a este pueblo, se burlaron de ellos y les ridiculizaron, desanimando a Israel de llevar a cabo el trabajo que Dios les había mandado. Estos supuestos amigos se valieron incluso de medios legales para minar la autoridad de Israel y su derecho a construir. Esto es lo que sucede cada vez que alguien quiere ponerse de parte de Dios, como escribió Pablo a los gálatas: "porque la carne desea lo que es contrario al Espíritu. (Gálatas 5:17) Esta es la imagen que tenemos aquí y dicho principio tuvo bastante éxito. Se detuvo el trabajo durante dieciséis años y el templo quedó a medio terminar, llenándose de maleza y hierbajos, por lo que cesó de nuevo la adoración.

Entonces envió a dos profetas, Hageo y Zacarías. Estos dos hombres eran los instrumentos de Dios para conmover los corazones del pueblo. El momento en que el pueblo se volvió a Dios, también se volvieron hacia él los corazones de los reyes, Dario y Artajerjes, por lo que emitieron un decreto para que comenzase de nuevo la obra del templo y finalmente se pudo acabar el trabajo. En el capítulo 6 leemos que lo primero que hicieron fue celebrar la Pascua, marcando el principio de su vida bajo la autoridad de Dios. De manera semejante, usted no podrá hacer que su conversión tenga sentido a menos que tenga comunión con el Dios vivo porque no tendrá usted nada que celebrar. No tendrá usted nada que agradecerle a Dios a menos que esté usted disfrutando la gloria y la luz celestiales en su corazón y solo cuando tenga usted comunión, se construirá el templo, a fin de que la Pascua pueda ser un motivo de gozo para usted.

La última parte del libro está relacionada con el ministerio de Esdras, que también guió el retorno a la tierra. Esdras fue un hombre extraordinario, un sacerdote perteneciente al linaje de Aarón. En el capítulo 7, versículo 6, se nos dice: "Este Esdras, quien era escriba versado en la ley de Moisés, que Jehová Dios había dado, subió de Babilonia. El rey le concedió todo lo que pidió, pues la mano de Jehová su Dios estaba con él."

¿No le gustaría a usted que escribieran eso acerca de usted: "el rey le concedió todo lo que pidió? ¿Qué clase de hombre era este, del que un rey gentil pagano tiene tan elevado concepto que está dispuesto a concederle a Esdras todo lo que quiera? El secreto del carácter de este hombre lo encontramos en el versículo 10: "Porque Esdras había preparado su corazón para escudriñar la ley de Jehová y para cumplirla..." Eso es algo maravilloso, ¿no es cierto? Puede que seamos estudiantes de la Biblia, pero ¿somos hacedores de ella? "...para escudriñar la ley de Jehová y para cumplirla, a fin de enseñar a Israel los estatutos y los decretos."

Como resultado de ello, Esdras pudo pedir al rey lo que fuese y este le habría de conceder lo que pidiese. Ahora bien, este hombre era un hombre de la palabra y, por ello precisamente, Dios le envía a Jerusalén para fortalecer y embellecer el templo porque esa es la obra de la palabra de Dios en nuestras vidas. Fortalece y embellece el aspecto relacionado con la comunión que tenemos con Dios. Esdras fue a Jerusalén y se encontró con una situación increíble. En el capítulo 9 Esdras escribe: "Acabadas estas cosas, se acercaron a mí los magistrados y dijeron: El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas no se han separado de los pueblos de las tierra en cuanto a las abominaciones de los cananeos, los heteos, los ferezeos, los jebuseos, los amonitas, los moabitas, los egipcios y los amorreos. Porque de las hijas de éstos han tomado mujeres para sí y para sus hijos, y han mezclado la simiente santa con la de los pueblos de la tierra. Y los magistrados y los oficiales han sido los primeros en incurrir en esta infidelidad."

¿Qué significa esto? Estaban sencillamente exponiendo todo aquel lío de nuevo, que había sido la causa de que la nación se hubiese debilitado. Eso fue lo que minó el poder de Dios entre ellos y finalmente fue la causa de que se dispersase el pueblo, dividiendo a las tribus y separándolas en dos naciones. Finalmente, por haber participado en aquellas costumbre idólatras, Dios les entregó en manos de sus captores. En aquellos momentos, después de setenta años, no habían aprendido nada. La carne nunca cambia. Por mucho tiempo que lleve usted andando en el Espíritu, no se encontrará usted nunca en la situación en la que no pueda volver a lo peor de sí mismo, si se aparta usted de la dependencia en el Espíritu de Dios y ellos habían vuelto a sus antiguas costumbres. Esdras nos dice en elversículo 3: "Al oír esto, rasgué mi vestidura y mi manto, me arranqué los pelos de mi cabeza y de mi barba y me senté consternado....hasta el sacrificio de la tarde."

Al acercarse el libro a su fin, Esdras ora a Dios y confiesa este gran pecado, pero Dios, en su gracia, entra en los corazones del pueblo. Los dirigentes vienen a ver a Esdras, sintiéndose contritos, y reconocen el mal que han hecho. Se emite una proclamación y el pueblo se reúne. Sucede en un día lluvioso, pero a pesar de la lluvia, el pueblo permanece, miles de ellos, delante del templo y confiesan su culpa, admitiendo haber desobedecido a Dios, y acuerdan dejar a las mujeres y a los hijos que habían tenido aparte de la voluntad de Dios.

No cabe duda que hacerlo debió ser algo que les causaría un gran sufrimiento, ¿verdad? No era nada sencillo y es lo que quiso decir Jesús con las palabras: "Si alguien viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y aún su propia vida, no puede ser mi discípulo. (Lucas 14:26) Nuestra relación con Dios es antes que ninguna otra, pero eso no quiere decir actualmente que el hombre tenga que abandonar a su mujer, ya que se trata de una enseñanza simbólica. Lo que quiere decir es que hemos de dejar a un lado todo aquello que tenga su origen en la carne, cuya imagen son siempre las tribus de cananeos de la tierra, pero nosotros estamos encariñados con la carne ¿no es cierto? Nos gusta sentirnos enfurecidos y resentidos con otras personas. Nos encanta guardar rencor, tener sentimientos de amargura o tener un espíritu incapaz de perdonar, que consume nuestros corazones, en contra de alguien. ¡Nos encanta! ¡No queremos renunciar a eso!


Pero estas cosas pueden producir enfermedades físicas en nosotros. Tal vez más del cincuenta por ciento de las dolencias físicas y nerviosas que padecemos sean debidas a actitudes equivocadas, pero cuando alguien nos lo hace ver, preferimos seguir teniendo el problema que cambiar de espíritu o de actitud. Es difícil, ¿no es cierto? Fue muy difícil para los israelitas abandonar a sus mujeres y a sus hijos, pero se dieron cuenta de que la única manera que podrían recuperar su comunión con el Dios vivo y de hallar el poder de Dios manifestado de nuevo entre ellos, era obedecer a su palabra. Jesús dijo, "Por tanto si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti...y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti. (Mateo 5:29,30). Bendiciones.