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Es tiempo de
sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y
la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que
empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina
Valera: TEOLOGÍA
SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.
Juan 5:39. Escudriñad las
Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las
doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e
infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres
de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las
doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la
regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la
plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original
y su caída en pecado.
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA
2. Es el
estudio de las doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución,
redención, reconciliación, propiciación, justificación, elección,
predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la
unión mística del creyente con Cristo. Incluye el estudio de las
doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros, propósito, comisión, culto,
organización y ordenanzas. Incluye el estudio de las profecías de la
Biblia: principalmente las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la
iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial,
los juicios finales y el estado eterno.
Clase 33. La Seguridad
Eterna De La Salvación por Lewis Sperry Chafer
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Aunque la mayoría de los
creyentes en Cristo acepta la doctrina de que pueden tener la seguridad de su
salvación en determinado momento en su experiencia, muchas veces se hace la
pregunta: « ¿Puede perderse una persona que ha sido salva?» Puesto que el temor
de perder la salvación podría afectar seriamente la paz mental de un creyente,
y por cuanto su futuro es tan vital, esta pregunta constituye un aspecto
importantísimo de la doctrina de la salvación.
La afirmación de que una
persona salvada puede perderse nuevamente está basada sobre ciertos pasajes
bíblicos que parecen ofrecer dudas acerca de la continuidad de la salvación. En
la historia de la iglesia ha habido sistemas opuestos de interpretación
conocidos como Calvinismo, en apoyo de la seguridad eterna, y Arminianismo, en
oposición a la seguridad eterna (cada uno denominado según el nombre de su
apologista más célebre, Juan Calvino y Jacobo Arminio).
A. Punto de vista Arminiano de la seguridad.
Los que sustentan el
punto de vista Arminiano dan una lista de unos ochenta y cinco pasajes que
sustentan la seguridad condicional. Entre éstos los más importantes son: Mt. 5:13. Mt. 6:23. Mt. 7:16-19. Mt. 13:1-8. Mt.
18:23-35. Mt. 24:4-5. Mt. 24:11-13. Mt. 24:23-26. Mt. 25:1-13. Lc. 8:11-15. Lc.
11:24-28. Lc. 12:42-46. Jn. 6:66-71. Jn. 8:31-32,51. Jn. 13:8. Jn. 15:1-6. Hch.
5:32. Hch. 11:21-23. Hch. 13:43. Hch. 14:21-22. Ro. 6:11-23. Ro. 8:12-17. Ro.
11:20-22. Ro. 14:15-23. 1 Co. 9:23-27. 1 Co. 10:1-21. 1 Co. 11:29-32. 1 Co.
15:1-2. 2 Co. 1:24. 2 Co. 11:2-4. 2 Co. 12:21. 2 Co. 13:5. Ga. 2:12-16. Ga.
3:4. Ga. 4:1. Ga. 5:1-4. Ga. 6:7-9. Col. 1:21-23. Col. 2:4-8. Col. 2:18-19. 1 Ts.
3:5. 1 Ti. 1:3-7. 1 Ti. 1:18-20. 1 Ti. 2:11-15. 1 Ti. 4:1-16. 1 Ti. 5:5-15. 1 Ti.
6:9-12. 1 Ti. 6:17-21. 2 Ti. 2:11-18. 2 Ti. 2:22-26. 2 Ti. 3:13-15. He. 2:1-3.
He. 3:6-19. He. 4:1-16. He. 10:19-39. He. 11:13-16. He. 12:1-17. He. 13:7-17.
Stg. 1:12-26. Stg. 2:14-26. Stg. 4:4-10. Stg. 5:19-20. 1 P. 5:9. 2 P. 1:5-11. 2
P. 2:1-22. 2 P. 3:16-17. 1 Jn. 1:5. 1 Jn. 3:11. 1 Jn. 5:4-16. 2 Jn. 1:6-9. Jud.
1:5-12. Jud. 1:20-21. Ap. 2:7. Ap. 2:10-11. Ap. 2:17-26. Ap. 3:4-5. Ap. 3:8-22.
Ap. 12:11. Ap. 17:14. Ap. 21:7-8. Ap. 22:18-19. El estudio de estos pasajes requiere la consideración de
una cierta cantidad de preguntas.
1. Probablemente la cuestión más importante que enfrenta el
intérprete de la Biblia tocante a este tema es la de poder saber quién es un
creyente verdadero. Muchos de los que se oponen a la doctrina de la seguridad
eterna lo hacen sobre la base de que es posible que una persona tenga una fe
intelectual sin haber llegado realmente a la salvación. Los que se adhieren a
la doctrina de la seguridad eterna están de acuerdo en que una persona puede
tener una conversión superficial, o sufrir un cambio de vida solamente
exterior, de pasos externos como aceptar a Cristo, unirse a la iglesia o
bautizarse, y aun llegue a experimentar un cierto cambio en su patrón de vida,
pero sin que haya alcanzado la salvación en Cristo.
Aunque es imposible
establecer normas acerca de cómo distinguir a una persona salvada de una no
salva, obviamente no hay dudas al respecto en la mente de Dios. El creyente
individual debe asegurarse en primer lugar de que ha recibido realmente a
Cristo como su Salvador. En esto es de ayuda comprender que recibir a Cristo es
un acto de la voluntad que puede necesitar algún conocimiento del camino de
salvación y podría, hasta cierto punto, tener una expresión emocional, pero la
cuestión fundamental es ésta: « ¿He recibido realmente a Jesucristo como mi
Salvador personal?» Mientras no se haya enfrentado honestamente esta pregunta
no puede haber, por supuesto, una base para la seguridad eterna, ni una verdadera
seguridad presente de la salvación. Muchos que niegan la seguridad eterna solo
quieren decir que la fe superficial no es suficiente para salvar. Los que
sostienen la seguridad eterna están de acuerdo con este punto. La forma
correcta de plantear el problema es si una persona que actualmente es salvo y
que ha recibido la vida eterna puede perder lo que Dios ha hecho al salvarlo
del pecado.
2. Muchos de los pasajes citados por los que se oponen a la
seguridad eterna se refieren a las obras humanas o la evidencia de la
salvación. El que es verdaderamente salvo debiera manifestar su nueva vida en
Cristo por medio de su carácter y sus obras. Sin embargo, puede ser engañoso
juzgar a una persona por las obras. Hay quienes no son cristianos y pueden
conformarse relativamente a la moralidad de la vida cristiana, mientras hay
cristianos genuinos que pueden caer, a veces, en la carnalidad y el pecado en un
grado tal que no se les puede distinguir de los inconversos. Todos están de
acuerdo en que la sola reforma moral mencionada en Lucas 11:24-26
no es una salvación genuina, y el regreso al estado
de vida anterior no es perder la salvación.
Lc. 11:24-26. Varios pasajes
presentan el importante hecho de que la profesión cristiana es justificada por
sus frutos. Bajo condiciones normales, la salvación que es de Dios se probará
por los frutos que produce. Jn. 8:31. Jn. 15:6. 1 Co. 15:1-2. He.
3:6-14. Stg. 2:14-26. 2 P. 1:10. 1 Jn. 3:10. Sin
embargo, no todos los cristianos en todos los tiempos manifiestan los frutos de
la salvación. En consecuencia, los pasajes que tratan las obras como evidencias
de la salvación no afectan necesariamente la doctrina de la seguridad eterna
del creyente, ya que la pregunta decisiva es si Dios mismo considera que una
persona es salva.
3. Muchos pasajes citados para apoyar la inseguridad de los
creyentes son advertencias contra una creencia superficial en Cristo. En el
Nuevo Testamento se advierte a los judíos que, puesto que los sacrificios han
cesado, deben volverse a Cristo o perderse. He. 10:26. De igual manera, los judíos no salvados, al igual que los
gentiles, reciben la advertencia de no «caer» de la obra iluminadora y regeneradora
del Espíritu. He. 6:4-9. Se advierte
a los judíos no espirituales que ellos no serán recibidos en el reino venidero.
Mt. 25:1-13. Se advierte a los
gentiles, grupo opuesto a Israel como grupo, del peligro de perder por su
incredulidad el lugar de bendición que tienen en la era actual. Ro.
11:21.
4. Algunos pasajes hablan de recompensas y no de la
salvación. Una persona que es salva y que está segura en Cristo puede perder su
recompensa y recibir una reprobación en cuanto al servicio a Cristo. 1
Co. 3:15. Col. 1:21-23. 1 Co.9:27.
5. Un cristiano genuino también puede perder su comunión con
Dios a causa del pecado y ser privado de alguno de los beneficios presentes del
creyente, tales como el de tener el fruto del Espíritu y el de disfrutar de la
satisfacción de un servicio cristiano efectivo. 1 Jn. 1:6. Ga.
5:22-23.
6. A causa de su descarrío, un creyente verdadero puede ser
castigado o disciplinado así como un niño es disciplinado por su padre, y
podría llegar al punto de quitarle la vida física. Sin embargo, este castigo no
es evidencia de falta de salvación, antes al contrario, es evidencia de que es
hijo de Dios que está siendo tratado como tal por su Padre Celestial. Jn.
15:2. 1 Co. 11:29-32. 1 Jn. 5:16.
7. Según las Escrituras, también es posible que un creyente
esté «caído de la gracia» Ga. 5:1-4. Debidamente
interpretado, esto no se refiere a que un cristiano pierda la salvación, sino a
la caída de una situación de gracia en la vida y la pérdida de la verdadera
libertad que tiene en Cristo por haber regresado a la esclavitud del legalismo.
Esta caída es de un nivel de vida, no de la obra de la salvación.
8. Muchas de las dificultades tienen relación con pasajes
tomados fuera de su contexto, especialmente en pasajes que se relacionan con
otra dispensación. El Antiguo Testamento no da una clara visión de la seguridad
eterna, aunque puede suponerse sobre la base de la enseñanza del Nuevo
Testamento que un santo del Antiguo Testamento que era verdaderamente nacido de
nuevo estaba tan seguro como un creyente de la era actual.
Sin embargo, los pasajes
que se refieren a una dispensación pasada o futura deben ser interpretados en
su contexto, tal como Ezequiel 33:7-8, ( 7 A ti, pues, hijo de
hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi
boca, y los amonestarás de mi parte. 8 Cuando yo dijere al impío: Impío, de
cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el
impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano.) y
pasajes de gran importancia como Deuteronomio 28, que tratan de las
bendiciones y maldiciones que vendrán a Israel por la obediencia o
desobediencia de la ley. Otros pasajes se refieren a maestros falsos y no
regenerados de los últimos días, que son personas que aunque han hecho una
profesión de ser cristianos, jamás han llegado a tener la salvación. 1 Ti. 4:1-2. 2 P. 2:1-22. Jud. 1:17-19.
9. Un cierto número de pasajes presentados en apoyo de la
inseguridad han sido sencillamente mal interpretados, como Mateo 24:13: «El que
persevere hasta el fin, éste será salvo.» Esto se refiere no a la salvación de
la culpa y el poder del pecado, sino a la liberación de los enemigos y de la
persecución. Este versículo se refiere a los que sobreviven de la tribulación y
son rescatados por Jesucristo en su segunda venida. La Escritura enseña
claramente que muchos creyentes verdaderos morirán como mártires antes de la
venida de Cristo y no permanecerán, o sobrevivirán hasta que Cristo vuelva.
Este pasaje ilustra cómo puede dársele aplicaciones equivocadas a un versículo
en relación con la cuestión de la seguridad e inseguridad. Ap. 7:14.
10. La respuesta final a la cuestión de la seguridad o
inseguridad del creyente está en la respuesta a la pregunta « ¿quién realiza la
obra de salvación?». El concepto de que el creyente una vez salvado es siempre
salvo está basado sobre el principio de que la salvación es obra de Dios y no
descansa en mérito alguno del creyente y no se conserva por ningún esfuerzo del
creyente. Si el hombre fuera el autor de la salvación, ésta sería insegura.
Pero siendo la obra de Dios, es segura.
La sólida base bíblica
para creer que una persona salvada es siempre salva está apoyada por lo menos
por doce argumentos importantes. Cuatro se refieren a la obra del Padre, cuatro
a la del Hijo y cuatro a la del Espíritu Santo.
B. La obra del Padre en la Salvación
1. La Escritura revela la soberana promesa de Dios, que es
incondicional y promete salvación eterna a todo aquel que cree en Cristo. Jn.
3:16. Jn. 5:24. Jn. 6:37. Obviamente Dios puede
cumplir lo que promete, y su voluntad inmutable se revela en: Ro.
8:29-30.
2. El poder infinito de Dios puede salvar y guardar
eternamente. Jn. 10:29. Ro. 4:21. Ro.8:31. Ro. 8:38-39. Ro.14:4. Ef.
1:19-21. Ef. 3:20. Fil. 3:21. 2 Ti. 1:12. He. 7:25. Jud. 1:24. Es claro que Dios no solamente tiene fidelidad para el
cumplimiento de sus promesas, sino el poder de realizar todo lo que se propone
hacer. Las Escrituras revelan que Él quiere la salvación de los que creen en
Cristo.
3. El amor infinito de Dios no solamente explica el
propósito eterno de Dios, sino que asegura que su propósito se cumplirá. Jn.
3:16. Ro. 5:7-10. Ef. 1:4. En Romanos
5:8-11 se dice que el amor de Dios por los
salvados es mayor que su amor por los no salvos, y esto asegura su seguridad
eterna. El argumento es sencillo: si amó tanto a los hombres que dio a su Hijo
y lo entregó a la muerte por ellos cuando eran «pecadores» y «enemigos», los
amará mucho más cuando por su gracia redentora sean justificados delante de sus
ojos y sean reconciliados con Él.
El sobreabundante amor de
Dios por los que ha redimido a un costo infinito es suficiente garantía de que
no permitirá jamás que sean arrebatados de su mano sin que todos los recursos
de su poder infinito se hayan agotado; y, por descontado, el infinito poder de
Dios jamás puede agotarse. Jn. 10:28-29. La promesa del
Padre, el infinito poder del Padre y el amor infinito del Padre hacen imposible
que una persona que se haya entregado a Dios el Padre por la fe en Jesucristo
pierda la salvación que Dios opero en su vida.
4. La justicia de Dios también garantiza la seguridad eterna
de quienes han confiado en Cristo porque las demandas de la justicia divina han
sido completamente satisfechas por la muerte de Cristo, porque El murió por los
pecados de todo el mundo. 1 Jn. 2:2. Al
perdonar el pecado y prometer la salvación eterna, Dios está actuando sobre una
base perfectamente justa. Al salvar al pecador, Dios no lo hace sobre la base
de la lenidad y es perfectamente justo al perdonar no solamente a los del
Antiguo Testamento que vivieron antes de la cruz de Cristo, sino a todos los
que vivan después de la cruz de Cristo. Ro. 3:25-26. Consecuentemente, no se puede dudar de la seguridad
eterna del creyente sin poner en tela de juicio la justicia de Dios. Así
tenemos que se combinan su fidelidad a sus promesas, su poder infinito, su amor
infinito y su justicia infinita, para dar al creyente la absoluta seguridad de
su salvación.
C. La obra del Hijo
1. La muerte vicaria de Jesucristo en la cruz es garantía absoluta de la
seguridad del creyente. La muerte de Cristo es la respuesta suficiente al poder
condenatorio del pecado Ro 8:34. Cuando se alega que el salvado puede
perderse nuevamente, generalmente se hace sobre la base de algún posible
pecado. Esta suposición necesariamente procede del supuesto de que Cristo no
llevo todos los pecados que el creyente cometa, y que Dios, habiendo salvado un
alma, puede verse sorprendido y desengañado por un pecado inesperado cometido
después de la salvación. Por el contrario, la omnisciencia de Dios es perfecta.
El conoce de antemano todo pecado o pensamiento secreto que pueda oscurecer la
vida de un hijo suyo, y la sangre expiatoria y suficiente de Cristo fue
derramada por aquellos pecados y Dios ha sido propiciado por la sangre. 1
Jn. 2:2.
Gracias a la sangre, que
alcanza para los pecados de los salvados y no salvados, Dios está en libertad
de continuar su gracia salvadora hacia los que no tienen méritos. El los guarda
para siempre, no por amor a ellos solamente, sino para satisfacer su propio
amor y manifestar su propia gracia. Ro. 5:8. Ef. 2:7-10. Toda condenación
es quitada para siempre por el hecho de que la salvación y la preservación dependen
solamente del sacrificio y los méritos del Hijo de Dios. Jn. 3:18. Jn.
5:24. Ro. 8:1. 1 Co. 11:31-32.
2. La resurrección de
Cristo, como sello de Dios sobre la muerte de Cristo, garantiza la resurrección
y la vida de los creyentes. Jn. 3:16. Jn. 10:28. Ef. 2:6. Dos hechos vitales
conectados con la resurrección de Cristo hacen que la seguridad eterna del
creyente sea cierta. El don de Dios es vida eterna, y esta vida es la vida de
Cristo resucitado. Ro. 6:23. Col.
2:12. Col. 3:1.
Esta vida es eterna como
Cristo es eterno y no se puede disolver ni destruir así como Cristo no puede
disolverse ni destruirse. El hijo de Dios también es hecho parte de la nueva
creación en la resurrección de Cristo por el bautismo del Espíritu y la
recepción de la vida eterna. Como objeto soberano de la obra creativa de Dios,
la criatura no puede hacer que el proceso de creación vuelva atrás, y por
cuanto está en Cristo como el último Adán, no puede caer, porque Cristo no
puede caer. Aunque son evidentes los fracasos en la vida y experiencia
cristiana, éstos no afectan la posición del creyente en Cristo que es santo
merced a la gracia de Dios y a la muerte y resurrección de Cristo.
3. La obra de Cristo como nuestro abogado en los cielos
también garantiza nuestra seguridad eterna. Ro. 8:34. He. 9:24. 1 Jn.
2:1. En su obra de abogado o representante
legal del creyente, Cristo invoca la suficiencia de su obra en la cruz como
base para la propiciación, o satisfacción de todas las demandas de Dios al
pecador, y así efectuar la reconciliación del pecador con Dios por medio de
Jesucristo. Dado que la obra de Cristo es perfecta, el creyente verdadero puede
descansar en la seguridad de la perfección de la obra de Cristo presentada por
El mismo como representante del creyente en el cielo.
4. La obra de Cristo como nuestro intercesor suplementa y
confirma su obra como abogado nuestro. Jn. 17:1-26. Ro. 8:34. He.
7:23-25. El ministerio actual de Cristo en la
gloria tiene que ver con la seguridad eterna de los que en la tierra son
salvos. Cristo, al mismo tiempo, intercede y es nuestro abogado. Como
intercesor, tiene en cuenta la debilidad, la ignorancia y la inmadurez del
creyente, cosas acerca de las cuales no hay culpa. En este ministerio Cristo no
solamente ora por los suyos que están en el mundo y por todas sus necesidades. Lc.
22:31-32. Jn. 17:9,15,20. Ro. 8:34. Sino que,
sobre la base de su propia suficiencia en su sacerdocio inmutable, garantiza
que serán conservados salvos para siempre. Jn. 14:19. Ro. 5:10. He.
7:25. Tomada como un todo, la obra de Cristo en
su muerte, resurrección, abogacía e intercesión proporciona una seguridad
absoluta para quien está de este modo representado por Cristo en la cruz y en
el cielo. Si la salvación es una obra de Dios para el hombre y no una obra del
hombre para Dios, su resultado es cierto y seguro y se cumplirá la promesa de
Juan 5:24 de que el creyente no “vendrá a condenación”.
D. Obra del Espíritu Santo.
1. La obra de regeneración o nuevo nacimiento en que el
creyente es hecho participe de la naturaleza divina es un proceso irreversible
y obra de Dios. Jn. 1:13. Jn. 3:3-6. Tito 3: 4-6. 1 P. 1:23. 2 P. 1:4.
1 Jn. 3:9. Así como no hay reversión para el
proceso de creación, no puede haber reversión para el proceso del nuevo
nacimiento. Por cuanto es una obra de Dios y no del hombre, y se realiza completamente
sobre el principio de la gracia, no hay una base justa o razón por la que no
deba continuar para siempre.
2. La presencia interior del Espíritu en el creyente es una
posesión permanente del creyente durante la edad presente. Jn.
7:37-39. Ro. 5:5. Ro. 8:9. 1 Co. 2:12. 1Co. 6:19. 1 Jn. 2:27. En las épocas anteriores a Pentecostés no todos los
creyentes poseían el Espíritu en su interior aun cuando estaban seguros de su
salvación; sin embargo, en la era actual el hecho de que el cuerpo del
creyente, aunque sea pecador y corrupto, es templo de Dios, se constituye en
otra evidencia confirmatoria del inmutable propósito de Dios de acabar lo que
comenzó al salvar al creyente. Aunque el Espíritu pueda ser contristado por
pecados no confesados y pueda ser apagado en el sentido de ser resistido, jamás
se insinúa que estos actos causen la pérdida de la salvación en el creyente.
Antes bien, ocurre que el mismo hecho de la salvación y de la presencia
continua del Espíritu Santo en el corazón se constituye en la base para el
llamado a volver a caminar en comunión y conformidad con la voluntad de Dios. Ef.
4:30. 1 Ts. 5:19.
3. La obra del Espíritu en el bautismo, por La cual el
creyente es unido a Cristo y al cuerpo de Cristo eternamente, es otra evidencia
de la seguridad. Por el ministerio bautismal del Espíritu, el creyente es unido
al cuerpo del cual Cristo es la Cabeza y, por lo tanto, se dice que está en
Cristo. 1 Co. 6:17. 1 Co. 12:13. Ga. 3:27. Estar en Cristo constituye una unión que es a la vez
vital y permanente. En aquella unión las cosas viejas —posición y relaciones
que eran base de la condenación— pasaron, y todas las posiciones y relaciones
se han hecho nuevas y son de Dios. 2 Co. 5:17-18. Al ser aceptado para siempre en el amado, el hijo de Dios
está tan seguro como aquél en que y, por lo tanto, se dice que está en Cristo
quien está, y en quien permanece.
5. La presencia del Espíritu Santo en el creyente se dice que
es el sello de Dios que durará hasta el día de la redención, el día de la
traslación o resurrección del creyente. 2 Co. 1:22. Ef. 1:13-14. Ef.
4:30. El sello del Espíritu Santo es obra de
Dios y representa la salvación y seguridad de la persona así sellada hasta que
Dios complete su propósito de presentar al creyente perfecto en el cielo; por
lo tanto, es otra evidencia de que una vez salvado el creyente es siempre
salvo.
Tomada como un todo, la
seguridad eterna del creyente descansa sobre la naturaleza de la salvación. Es
obra de Dios, no obra de hombres. Descansa en el poder y la fidelidad de Dios,
no en la fortaleza y fidelidad del hombre. Si la salvación fuera por obras, o
si la salvación fuera una recompensa por la fe como una buena obra, seria
comprensible que se pusiera en dudas la seguridad del hombre. Pero, puesto que
descansa sobre la gracia, y las promesas de Dios, el creyente puede estar
confiado en su seguridad y, con Pablo, estar «persuadido de esto, que el
que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo» (Fil. 1:6).
Entonces se puede
concluir, de este gran cuerpo de verdad, que el propósito eterno de Dios, que
es para preservación de los suyos, no podrá jamás ser derrotado. Con este fin
ha previsto cualquier obstáculo posible. El pecado, que podría producir,
separación, ha sido llevado por un sustituto que, con el fin de que el creyente
sea guardado, invoca la eficacia de su muerte ante el trono de Dios. La
voluntad del creyente queda bajo el control divino, y toda prueba o tentación es
templada por la infinita gracia y sabiduría de Dios. Fil. 2:13. 1 Co. 10:13. No se puede enfatizar con suficiente fuerza que, aunque
en este capítulo se han tratado la salvación y la preservación en la salvación
como empresas divinas separadas, como una adaptación a la forma usual de
hablar, la Biblia no hace tal distinción. Según las Escrituras, no hay
salvación propuesta, ofrecida a emprendida baja la gracia, que no sea
infinitamente perfecta y permanezca para siempre.
PREGUNTAS
1. ¿Por qué es importante
para el creyente la cuestión de la seguridad eterna?
2. ¿Cuáles son las
posiciones opuestas del calvinismo y el arminianismo en la cuestión de la
seguridad eterna?
3. Aproximadamente,
¿cuántos pasajes presentan los arminianos diciendo que enseñan la doctrina de
la seguridad condicional?
4. ¿Al estudiar estos
pasajes, ¿cuál es la pregunta más importante?
5. ¿En qué están de
acuerdo todas las partes en la cuestión de la seguridad?
6. ¿Hay dudas en la mente
de Dios acerca de quiénes son salvos?
7. ¿Es cierto que la fe
superficial no basta para salvarse?
8. ¿Como evalúa los
diversos pasajes citados en oposición a la seguridad eterna y que presentan las
obras humanas coma evidencia de la salvación?
9. ¿Deben considerarse
las advertencias contra una fe superficial como advertencias contra la
posibilidad de perder la salvación?
10. ¿Es posible que un
cristiano pierda su recompensa en el cielo y aún sea salvo?
11. ¿Es posible que un
cristiano genuino pierda la comunión con Dios y todavía sea salvo?
12. ¿Es posible que un
creyente verdadero sea castigado a disciplinado y todavía sea salvo?
13. ¿Como explica usted
la expresión «caer de la gracia» en relación con la salvación cristiana?
14. ¿Por qué hay
dificultad en pasajes del Antiguo Testamento en la cuestión de la seguridad
eterna?
15. ¿Cómo explica usted
Mateo 24:13?
16. ¿Por qué la seguridad
a inseguridad dependen de la pregunta «¿Quién realiza la obra de salvación?»
17. ¿Cuáles son las
cuatro obras del Padre que apoyan la seguridad eterna?
18. ¿Por qué las obras de
Dios Padre en la salvación por sí solas garantizan la seguridad eterna?
19. ¿Cuáles son las
cuatro obras de Dios el Hijo que apoyan la doctrina de la seguridad eterna?
20. ¿Cómo se relaciona la
muerte de Cristo con Ia seguridad eterna?
21. ¿Cómo se relaciona la
resurrección de Cristo con la seguridad eterna?
22. ¿Cómo se relacionan
las obras de Cristo coma intercesor y abogado con la seguridad eterna?
23. ¿Cuáles son las
cuatro obras del Espíritu Santo en relación con la seguridad eterna?
24. ¿Es el nuevo
nacimiento un proceso reversible?
25. ¿Existe el caso de
alguien que haya nacido de nuevo más de una vez en las Escrituras?
26. ¿Como se relaciona la
presencia interior permanente del Espíritu con la seguridad eterna?
27. ¿Puede perder el
Espíritu un creyente de la era actual?
28. ¿Qué se consigue por
obra del Espíritu en el bautismo en relación con la seguridad?
29. ¿En qué forma es una
promesa de seguridad la promesa del Espíritu como sello hasta el día de la
redención?
30. ¿Resumir las razones
par que la seguridad eterna descansa sobre la naturaleza de la salvación coma
obra de Dios?
31. ¿En qué forma incluye
el aspecto de la seguridad del creyente la naturaleza de la salvación?
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