Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Cuando Dios guarda silencio°



Cuántas veces a cada una de nosotros nos ha pasado y casi siempre son en los momentos más duros de nuestra vida, que Dios hace silencios, no hay un indicio, ninguna señal, el cielo pareciera que esta de hierro, él está callado, no hay ninguna evidencia de Dios por ningún lado.

Muchas veces nos preguntamos ¿Por qué razón Dios no nos contesta? ¿Por qué razón se queda callado Dios? A muchos nos gustaría que Él nos respondiera según nuestra voluntad y deseos… pero, la forma de actuar de Dios es diferente. El conoce el pasado, el presente, y el futuro. Hebreos 13:8. Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Dios nos responde aún con el silencio… Debemos estar dispuestos a escucharle y esperar en Él. Isaías 55:8-9. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Jeremías 29:11. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.

Nosotros debemos comprender lo que significa el divino silencio y rendirse a los caminos del Señor y orar como el Salmista. Salmo 18:1-2. Te amo Señor, mi fortaleza. El Señor es mi roca, mi fortaleza, mi libertador, mi Dios, mi roca, a quien me acojo; mi escudo, mi fuerza de salvación, mi asilo.

Salmo 46.10. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Mateo 6.33. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.  Mateo 27.46. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Marcos 15.34. Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Hebreos 7.25. Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Hebreos 13.5. Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.

¿Alguna vez ha pensado usted que Dios guarda silencio? Por ejemplo, usted ha orado, ha pedido dirección para su vida y no hay respuesta. Quizá sufrió una enfermedad o una molestia física y pidió a Dios que le sanara; pero parece que Él no le escuchó. O, acaso ve que sus hijos andan bastante descarriados y pide a Dios que les hable al corazón; pero no parece que las cosas cambien, y cree que Dios guarda silencio; que está distante, ajeno a sus necesidades. Cuando hemos sido lastimados, o estamos en gran necesidad, su silencio pudiera parecernos difícil de entender. ¿Tiene Dios algún propósito para esto? Sí. Dios usa el silencio para buscar nuestra intimidad y crecimiento espiritual con Él. En medio de los tiempos de sufrimiento aprendemos a amar al Señor por lo que Él es, y no por lo que Él puede hacer por nosotros.

¿Cuándo Dios guarda silencio? La historia de Lázaro es un buen ejemplo de alguien que era un buen amigo de Jesús, y que con cierta frecuencia iba a su casa para descansar. Cuando Lázaro enfermó, sus hermanas enviaron a decir: Juan 11.3. Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Le avisaron, creyendo que Él iría inmediatamente a verlos, porque sabían de su profundo amor hacia ellos. Tal vez imaginaron que Él se apresuraría a venir a ellos en su angustia familiar. Pero, en vez de salir corriendo para consolarlas, Jesús se quedó dos días más en el lugar donde estaba.

Juan 11.6. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Sin duda, Marta y María estaban extrañadas del silencio del Señor, pero Él tenía razón por la tardanza. Cuando Jesús finalmente fue a verlos, pudo glorificar al Padre levantando a Lázaro de entre los muertos. ¿A qué se debe que Dios guarde silencio? Mateo 6.33 dice: Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Aunque creemos esta verdad del evangelio, muchas veces Dios continúa en silencio. Lo más seguro es que todos lo hayamos experimentado si hemos orado y pedido por una decisión importante, y no ocurre nada. Pero en el momento menos esperado, Él recompensa nuestra expectativa al darnos clara dirección sobre lo que hemos estado pidiendo.

 ¿Estamos prestando atención a la voz del Señor? A veces el mundo nos tiene atrapados en lo que está sucediendo y por lo tanto no lo escuchamos, o lo ignoramos. No hay tiempo para Él, y lo silenciamos. Recuerde: Dios no está sujeto a nuestras órdenes, a venir cuando le llamemos o que haga lo que nosotros queramos. Él quiere captar nuestra atención y para lograrlo, guarda silencio.

Pecado no confesado: ¿Hay pecado en su vida? El pecado nos impide escuchar la voz de Dios. Cuando confrontamos nuestro pecado, Él quita todo lo que causa daño en nuestras vidas y establece una nueva comunicación. Él quiere que seamos conscientes de todo lo que nos hace insensibles a su voluntad y a su propósito.

No estamos listos para escucharlo: ¿Estamos listos a ceder el control de nuestra vida? Cuando logremos entender que Él es el único soberano del universo a quien rendimos el primer lugar de nuestras vidas y que solo a Él debemos obedecer, en ese momento nos dará nueva dirección en nuestra vida.

Nos enseña a confiar en Él: ¿Estamos confiando en el Padre celestial? Manipular nuestras circunstancias impide que aprendamos a confiar plenamente en Dios. Queremos honrarlo, pero nos da miedo confiar en Él si guarda silencio. Si está en silencio no es que haya cambiado o que esté inactivo, ni tampoco que no haya escuchado. Recuerde su promesa: No te desampararé, ni te dejaré. Hebreos 11.5. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.

Desea la intimidad con nosotros: Su meta es tener relación muy profunda y firme con cada uno de nosotros. Él quiere que confiemos solo en estar en la presencia de Dios, que vayamos más allá de necesito esto o quiero aquello. ¿Cómo debemos reaccionar? A Dios no le molesta que le preguntemos. Nos comprende a la perfección; sabe realmente lo que nos motiva. Recordando que su silencio no quiere decir que Él esté inactivo sino que está haciendo algo bueno en nosotros.

Confiando en Él con quietud. Salmo 46.10. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Él es soberano, y en el momento apropiado confrontará todo lo que nos afecte o preocupe; así lo ha prometido. Dios se interesa personalmente por nosotros, solo debemos esperar el tiempo oportuno. Si guarda silencio es porque quiere acercarnos para que tengamos una relación más estrecha con Él, según se lo permitamos. El Espíritu Santo que habita en nosotros, que conoce nuestra necesidad, y cada detalle de nuestra vida, hablará a nuestro ser al leer su Palabra para orientarnos en cada una de nuestras situaciones.


El silencio de Dios nos ayuda a formar nuestro carácter y a entender las bendiciones de su voluntad, plan y propósito para  nuestras vidas. Su distancia aparente se convertirá en nuestra oportunidad para buscarlo con más intensidad. Si logramos relación estrecha con Dios, llegaremos a tener la mente de Cristo, su amor, y su voluntad para nuestra vida. En este punto del camino, habremos aprendido a entender que su silencio tiene como propósito bendecirnos en la intimidad con Él.

Adoradores en Espíritu y en verdad°


Aquel que conoce a Dios en la intimidad y en su vivencia diaria será un excelente candidato para ser un verdadero adorador. Es verdad que nos debemos congregar para glorificar a Dios, pues esto es agradable a Él, pero solo cuando aprendemos a adorarlo en todo momento y en todo lugar, vamos en camino para convertirnos en verdaderos adoradores.

Juan 4:19-26. (RVR1960). Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.


Ciertamente no somos efectivos en nuestros tiempos en la presencia de Dios debido a que no nos enfocamos en lo que Él define como adorador. Podríamos definir a un adorador, como aquel que se entrega en una íntima y profunda manifestación de gratitud y alabanza a Dios. No importando las circunstancias por las que está pasando eleva adoración que sale de su corazón, de su espíritu. Adora en lo secreto como en público, no depende de otro para expresar lo que el creador de su alma le inspira, no se rige por ideas humanas sino por la Palabra y está siempre dispuesto a rendir todo su ser a Él.

El verdadero adorador se hace en un proceso. No se hace un adorador de un día para otro. Ser adorador es un estilo de vida que se caracteriza más por la actitud del corazón que por las cosas que podemos hacer como las expresiones o formas de adoración. Dios está más interesado en lo que somos que en lo que hacemos. Dios está más interesado en que seamos verdaderos adoradores que en la adoración que le ofrecemos. ¿Cómo podemos caminar en esa dimensión? Las siguientes son algunas pautas que nos ayudarán a ser un verdadero adorador:

Ofreciendo a Dios una rendición total. La palabra adorar también significa ofrendar, y a través de las escrituras encontramos la palabra adoración como sinónimo de la palabra "sacrificio" u ofrenda. El apóstol Pablo nos presenta esta verdad en el siguiente versículo: Romanos 12:1. “…Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional…”

La palabra “cuerpos” se define como un todo, no contemplando únicamente la dimensión física de nuestro ser, sino las 3 dimensiones con las que Dios nos creó. Espíritu, alma y cuerpo. 1 Corintios 15:44. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. el apóstol Pablo hace distinción entre dos de los cuerpos de que habla en Romanos 12:1. Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional; el cuerpo espiritual y el cuerpo animal o nuestra alma. Con lo anterior queda establecido que se requiere que nuestra adoración involucre todos nuestros cuerpos, el espiritual, el animal (alma) y el físico.

Mateo 22:34-40. Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

El “sacrificio vivo” mencionado por el Apóstol determina la acción de ofrecer o rendir continuamente nuestra vida (sacrificio vivo) en adoración a Dios. Dios no quiere una parte de nuestra vida. Pide todo nuestro corazón, toda nuestra alma, toda nuestra mente, y todas nuestras fuerzas. Marcos 12:30. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Para los judíos el corazón es el verdadero hombre que nosotros somos y que a veces ni nosotros mismos conocemos. Lo adoramos de corazón cuando lo adoramos como realmente somos al interior de nuestra habitación; lo adoramos de corazón, cuando lo adoramos tal y como somos. Debemos adorarlo con nuestra alma, esto es, rendir a Él nuestra voluntad de tal manera que siempre tengamos la disposición de adorarlo; que utilicemos nuestras emociones en una forma balanceada para adorarlo, no podemos llorar o reír siempre que le adoremos, nuestras emociones deben ser acorde a lo que queremos expresar.

Al adorarlo con toda nuestra mente, lo adoramos con el entendimiento de lo que estamos haciendo, con profundidad, tomando el control de nuestros pensamientos, no permitir que éstos divaguen mientras le adoramos. Pero también debemos adorarlo con todas nuestras fuerzas, con intensidad, desde lo profundo de nuestras entrañas. Si no lo hacemos así podemos terminar ofreciendo una adoración superficial, seca, indiferente y sin propósito. A Dios no le interesan los compromisos a medias, la obediencia parcial y las sobras de nuestro tiempo. Quiere nuestra entrega total a Él, no pedacitos de nuestra vida.

Andando en el Espíritu. Gálatas 5:16,22-25. Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.  Todos quisiéramos satisfacer los deseos de la carne, el que diga que no es un mentiroso, ya que mientras estemos en la tierra y con este cuerpo corruptible seguiremos teniendo los deseos provocados por la carne, esa que nos impulsa a hacer cosas que van en contra del Espíritu de Dios.

Cuando venimos a Cristo, nuestro espíritu fue renovado, nuestra alma encontró salvación, pero nuestra carne siguió siendo la misma, con la única diferencia que ahora ya no vivimos para satisfacerla, sino para contradecirla y agradar a los deseos del Espíritu Santo. Todos en algún momento de nuestra vida nos hemos tenido que enfrentar al hecho de: ¿Satisfacer a la carne o satisfacer al Espíritu?, lo más fácil es lo primero, ya que por naturaleza somos orientados a ello, pero lo segundo es lo que estamos aprendiendo, ese proceso diario de negarnos a nosotros mismos, tratando de hacer vivas esas palabras de Jesús al decirnos que el que quisiera ir en pos de Él tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirlo.

Este proceso de Andar en el Espíritu no es fácil y solamente lo lograremos cuando comencemos a llenarnos de la presencia de Dios en nuestra vida y eso solo se logra con una vida de devocional diario y de comunión intensa con el Señor. Andar en el Espíritu es evitar satisfacer los deseos de la carne llámense estos: envidia, rencor, odio, enemistades, pleitos, celos, contiendas, disensiones, etc. Pero esto solo se logrará a través de una relación personal verdadera con el Señor. Andar en el Espíritu es analizar cada cosa que haré en el día para evaluar si es o no agradable a Dios, es negarse a lo que realmente quisiera hacer, pero que se que va en contra de su voluntad y por ello prefiero aguantarme las ganas y no fallar, todo por amor a Dios y no por imposición.

Guiados por el Espíritu Santo. Juan 16:13. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. La importancia de ser guiados por el Espíritu Santo es la clave y la garantía de tener victoria y cumplir con la voluntad de Dios en nuestra vida y ministerio. ¿Habrá algo más grandioso que saber que Dios mismo nos está guiando? Puede que nos diga: "Ve por aquí" o "Haz esto y aquello" y cuando entendemos el valor de tener detrás a Dios como guía no podemos menos que buscar siempre su dirección. Nadie jamás podría guiarnos mejor que Él. Para ser guiados por el Espíritu Santo debemos tener una vida rendida a Dios, amándolo, temiéndole y obedeciéndole.

Nosotros por nuestra cuenta podremos hacer cosas buenas en nuestro ministerio y vida en general, pero el Espíritu Santo siempre nos guiará a hacer lo mejor en todo. En cuanto a nuestra ofrenda a Dios nos guiará a dar la mejor adoración. Debemos pedirle siempre al Espíritu Santo que nos guie a adorar a Dios como Él quiere que le adoremos.

Teniendo tiempo a solas con Dios. Marcos 6:45-46. En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar. La adoración pública generalmente carece de intimidad. La adoración pública debe ser un reflejo de la adoración en lo secreto. La adoración intima se da en la intimidad de mi corazón y de mi habitación. Que pensarías de un hombre que en la intimidad nunca le dice a su esposa que la ama, nunca le muestra afecto, pero en público la trata maravillosamente. Todo tipo de halagos y cariños salen de sus labios cuando la gente los ve. ¿Pensarías que este hombre es un hipócrita verdad? Pensarías que solo pretende para ser visto por los demás. Así suena la adoración pública que no está respaldada por una adoración privada. Cuando en la adoración no hay intimidad, esta carece de deleite y se torna una carga o una obligación.

Ofreciendo la adoración desde nuestro espíritu. 1 Corintios 14:15. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. El espíritu del hombre tiene tres funciones principales que son la conciencia, la intuición y la comunión. La conciencia es el área del espíritu donde Dios nos hace distinguir lo bueno y lo malo. La comunión es el área de nuestro espíritu que adora a Dios y en la cual Él se comunica con nosotros. La intuición es el área donde recibimos revelaciones de Dios. Par ser verdaderos adoradores las funciones de comunión e intuición de nuestro espíritu deben activarse y desarrollarse, para que podamos vivir una vida espiritual, como seres espirituales que somos, y así aprender a conocer como Dios quiere que le adoremos en cada momento. La única forma de ser guiados por el Espíritu Santo es desarrollando la habilidad de oírlo.

Desarrollamos o activamos nuestro espíritu cuando oramos en lenguas. 1 Corintios 14:2. El que habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios. Cuando oramos en lenguas, nuestro espíritu ora. 1 Corintios 14:14. Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. Cuando oramos en lenguas nuestro espíritu se edifica. 1 Corintios 14:4. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia.

Conociendo a Dios y su Palabra. Juan 17:3. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Colosenses 3:16. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. ¿Cómo puedo adorar a alguien que no conozco? ¿Cómo puedo adorar a alguien cuyos atributos ignoro? ¿Cómo puedo adorar a un Dios con el que no me he relacionado lo suficiente para conocerle? Mucha gente "adora" a Dios sin conocerle. Muchos cristianos han entregado sus vidas al Señor, tienen vida eterna y el cielo les espera. Pero no han conocido a Dios de una manera íntima y personal. Aquel que conoce a Dios en la intimidad y en su vivencia diaria será un excelente candidato para ser un verdadero adorador.

Como adoradores debemos saber lo que la Palabra nos enseña acerca de la verdadera adoración: las expresiones de adoración, la revelación de la restauración de la adoración desde el tabernáculo de David, la verdadera adoración neotestamentaria, la adoración en los salmos, el carácter de Dios y en fin, todo lo que podamos aprender para vivir como verdaderos adoradores.

Adorando en todo momento y lugar. Un adorador real, ama y sirve a Jesús, no importa el lugar donde se encuentre. Este ejemplo lo podemos tomar de David que lo mismo adoraba al Señor mientras cuidaba y pastoreaba sus ovejas, sirviendo de soldado en el ejército y ante el trono y un palacio siendo rey. Muchas personas, equivocadamente piensan que adorar a Dios en espíritu y en verdad es algo que se hace en los días de servicio solamente cuando todos están congregados.

Adorar a Dios en espíritu y en verdad implica mucho más que simplemente atender a los servicios regulares, cantar, orar, leer la Biblia y aparentar ser un buen cristiano, estar en el grupo de alabanza, o en el equipo de danza. Es verdad que nos debemos congregar para glorificar a Dios, pues esto es agradable a Él, pero solo cuando aprendemos a adorarlo en todo momento y en todo lugar, vamos en camino para convertirnos en verdaderos adoradores.

Los verdaderos adoradores, los que adoran en espíritu y en verdad ofrecen una adoración que brota de lo profundo del corazón, la cual es el resultado del ejercicio diario. Como un médico, ingeniero o maestro, que estudiaron e hicieron prácticas antes de desempeñarse en su profesión. Ellos son profesionales en su área así no estén trabajando. Lo mismo debe suceder con los verdaderos adoradores, que lo son así no estén manifestando expresiones físicas de adoración. De lo anterior podemos concluir que los verdaderos adoradores lo son por la práctica, y con ello no se hace referencia a los ensayos de danza o alabanza, o a los seminarios o escuelas de adoración, sino al hecho de practicar el adorar a Dios en nuestro tiempo a solas con Él.

Esto significa que adorarle en espíritu y en verdad se convierte en una manera de vivir, en un estilo de vida, lo cual significa que adoramos a Jesús en todo momento, y en donde quiera que estamos: en nuestra casa, en nuestro trabajo, en la escuela, en el mercado, en el carro, con nuestros amigos, con nuestros familiares, en todo momento y en todo lugar. ¿Cómo podemos adorar en todo momento?, entendiendo que somos adoradores y con nuestro modo de vida, con nuestro testimonio de vida, estamos glorificando a Dios en todo lo que hagamos: siendo persistentes.

Hay muchas más cualidades que envuelven a un adorador auténtico, pero una muy importantes es que los verdaderos adoradores son insistentes y persistentes cuando quieren adorar y ofrecer sus presentes al Señor. Un ejemplo hermoso lo encontramos en los Magos de Oriente que adoraron a Jesús con sus regalos. (Mateo 2:1-11) Ellos se dejaron guiar por la estrella hasta que llegaron a la casa donde se encontraba Jesús. Les tomó mucho tiempo encontrar el lugar exacto donde se encontraba Jesús, pero no desistieron de su búsqueda. Quisieron adorar a Dios y no se devolvieron a su lugar de origen hasta que lograron su propósito. Habrá ocasiones en que los adoradores sentirán que su adoración no es efectiva, pero a pesar de ello se debe ser persistente y seguir adorando a Dios, sin importar la situación por la que se esté atravesando.

El mandamiento de Jesús de «amar a Dios con toda tu mente» se repite cuatro veces en el Nuevo Testamento. A Dios no le agrada que cantemos himnos, oremos con apatía y exclamemos con indiferencia ¡Gloria a Dios!, sin pensar en lo que hacemos. Si no pensamos en lo que hacemos cuando adoramos, la adoración no sirve. Si alguien se te acerca y repite diez veces: «¡Te aprecio!», es probable que pienses «¿Por qué?». Tú preferirías dos cumplidos específicos a veinte generalidades vagas. A Dios también.

Ordenando las prioridades en nuestra vida. Mateo 22: 3-40. Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. 1 Timoteo 5:8. Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo. Hay un orden de prioridades que debemos guardar si queremos ser verdaderos adoradores: Primero Dios, segundo nuestra familia (cónyuge, hijos y el resto de la familia); tercero nuestro trabajo secular, ministerio, estudios, diversiones, etc.

Hemos visto que Dios nos indica claramente que Él debe ocupar el primer lugar en nuestras vidas porque de Él mana la vida. Si estamos en constante comunión con Dios, él nos mostrará cómo relacionarnos con nuestra familia, pondrá de su sabiduría en nuestro corazón y estaremos dispuestos a dedicar nuestro tiempo y nuestras capacidades al bienestar familiar. Siendo familias que funcionen debidamente, podremos trasmitir el evangelio de manera efectiva, con nuestro testimonio y anunciando que: Jesús es la respuesta. Manteniendo nuestro trabajo secular, haremos provisión para nuestra familia primeramente y también podremos bendecir a otros, dando ayuda al necesitado. Como podemos notar, si queremos ser verdaderos adoradores, Dios debe ser el primero en todo.


Ojalá podamos estar diciendo lo siguiente con nuestra manera de vivir: que hoy hemos decidido ser adoradores en todo lo que hacemos, en todos nuestros caminos y en todo nuestra forma de ser. Bendiciones.