Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Obedeciendo a la voz de Dios°


Cuántas veces hemos tratado de obedecer a Dios y nos frustramos por darnos cuenta que hacemos lo contrario, en nuestro corazón esta una fuerte pasión por obedecer, sin embargo, cuantas veces caemos, ya sea en un pecado, un mal hábito, en una actitud que nos causa problemas, un círculo vicioso, hasta nos enojamos con Dios y decimos, ¿cómo puedo obedecer a Dios?

La biblia nos enseña que la obediencia de cada uno de nosotros, es lo que más le gusta a Dios; él nos creó con libre albedrío y lo que más espera de nosotros es precisamente que le obedezcamos.

Dios se agrada cuando le obedecemos de todo corazón, esto es, hacer cualquier cosa que Dios pide sin titubeos ni reservas, obedeces inmediatamente. Todos los padres saben que la obediencia retrasada en realidad es desobediencia.

Dios no tiene que darnos ninguna explicación por las cosas que nos pide hacer: entender sus razones puede esperar, pero el obedecerle no. La obediencia instantánea te enseñara más de Dios que una vida entera de discusiones bíblicas, es más, nunca podrás comprender algunos mandamientos hasta que primero los obedezcas, la obediencia es la llave para comprenderlos.

Esta es la actitud de David: " Dios mío, enséñame a cumplir tus mandamientos, pues obedecerlos me hace feliz; ¡los cumpliré toda mi vida! Aclara mi entendimiento, y los seguiré de todo corazón." (Salmos 199:33 TLA)

Santiago, al enseñar a unos cristianos, les dijo, "...Dios aprueba a un hombre no solamente por la fe que tenga, sino también por lo que haga". (Santiago 2:24 PDT)

La palabra de Dios es clara al decir que no podemos ganarnos la salvación, solo la obtenemos por gracia, no por nuestros esfuerzos. Como hijo de Dios. Tú traes placer a tu padre celestial a través de la obediencia, cualquier acto de obediencia también es un acto de adoración. Nuestra obediencia es necesaria para obtener la santidad que nos acerca a la presencia de Dios. Hebreos 12:14. La Biblia de las Américas (LBLA). Exhortación a la fidelidad. Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

1 Samuel 15:22. Reina-Valera 1960. Y Samuel dijo: ¿Se complace el SEÑOR tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del SEÑOR? He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio y el prestar atención, que la grosura de los carneros.

Dios se complace más en la obediencia que en cualquier cosa, sin embargo, el hombre lo primero que hizo después de ser creado fue precisamente lo contrario, desobedecer la voz de Dios. Obedecer es saber escuchar.

La palabra obedecer viene de “oboedire”, y significa en latín “escuchar”. Si no podemos escuchar las instrucciones que nos dan, no podremos obedecerlas. Nunca te has preguntado, ¿qué parte de “más del árbol del bien y del mal, no comerás” no entendieron Adán y Eva? No obedecieron porque no escucharon esa parte, tal vez estaban ocupados cumpliendo con la parte que si escucharon muy, pero muy bien, la de fructificad y multiplicaos, pero esa partecita de no comerás de este árbol, al no prestarle atención, fue fácil que la serpiente confundiera a Eva y terminaran desobedeciendo a Dios.

Dios nos da ordenanzas para vivir mejor, porque no guardar sus mandamientos, traerá consecuencias, y es precisamente esas consecuencias las que Dios quiere evitarnos, obedecer trae satisfacciones y bendiciones, sobre todas las cosas nos acerca a la presencia de Dios que es lo que él quiere para nosotros, que nuestras almas no se pierdan en el infierno.

Deuteronomio 4:6. Reina-Valera 1960. “Así que guardadlos y ponedlos por obra, porque esta será vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos que al escuchar todos estos estatutos, dirán: “Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente”

Dios quiere que cuando obedezcamos sus estatutos seamos ejemplo de una vida en abundancia, una vida plena, una vida que demuestre que escuchamos la voz de Dios, que tenemos comunión con él; esa es la base de conocerle, mantener una comunión que nos lleve a dar frutos, y los frutos se verán al obedecer su voz, esto también es parte de una vida de adoración.

¿Que nos impide obedecer? Gálatas 5:7. Reina-Valera 1960. “Vosotros corríais bien, ¿quién os impidió obedecer a la verdad?” Es muy probable que no estemos obedeciendo porque no estamos escuchando la voz de Dios, la vida de un cristiano depende de escuchar la voz de Dios, mantener comunión, cuando adoramos, nos acercamos a su presencia, y es en la adoración cuando podemos escucharle.

Dios no me habla solo en la adoración, pero, recordemos que adorar no solo es música, adorar no solo es asistir a la congregación, adorar no solo es un momento espiritual, adorar es un estilo de vida; debemos mantener una vida sensible a la voz de Dios, permite que Dios te hable de muchas maneras, es muy probable que en tu pensamiento creas que tienes monólogos con Dios, seguramente has pensado que no te habla, pero recuerda el usa muchas maneras para hablarte, lo importante es ser sensible a su voz.

Te animo a mantener una actitud correcta a la voz de Dios, cuando él te hable, ya sea a través de la Biblia, de un canto, una conferencia, una persona, etc. recuerda, escucha su voz, cree y obedece.

Esfuérzate por escuchar la voz de Dios. Es en su presencia, en el lugar secreto, donde se te facilitara poder escuchar su voz, aprender a ser sensible, porque necesitas practicarlo, recuerda cuando Samuel escucho por primera vez la voz de Dios, se confundió pensando que era el Sacerdote Eli quien le llamaba, y solo al continuar, pudo aprender a escuchar la voz, y llegar a tener un corazón sensible, todos necesitamos tener un corazón sensible y permitirnos escuchar la voz de Dios en un sinfín de maneras.

Toma un tiempo y medita cuantas veces no has obedecido por no haber prestado atención a la voz de Dios, medita en las consecuencias que ha tenido para ti no ser sensible a la voz de Dios y ahora, llévalo delante de su presencia, pídele a Dios sensibilidad para tus oídos espirituales, date otra oportunidad de obedecer, adórale con la convicción de que el obedecer es una manera en la que vas a agradar a Dios y es una forma más de mantener comunión, cuando pases más tiempo en su presencia, te aseguro que escucharas más claramente su voz y es allí donde tomaras la fuerza para obedecer, porque recuerda, él se fortalece en nuestras debilidades, cuando le damos la oportunidad de que trabaje en nuestras vidas.

Escucha la voz de Dios y obedécela, es el mejor consejo que puedo darte, obedecer es una de las mejores maneras de demostrarle nuestra adoración y nuestro amor. Juan 14:15. Si me amáis, guardaréis mis mandamientos.

Romanos 12:1-2. Dios Habla Hoy. La vida nueva. Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Éste es el verdadero culto que deben ofrecer. No  vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.

Salmos 40:8. Reina-Valera 1960. El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.

Isaías 26:3-4. Reina-Valera 1960. Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.

Otro ejemplo del obedecer la Palabra de Dios lo vemos en la vida del rey Nabucodonosor. La Biblia dice en Daniel capítulo 4 que Nabucodonosor, rey de Babilonia, tuvo un sueño que le turbó, de modo que mandó llamar al profeta Daniel para que le interpretase su sueño. Daniel le dijo que le sucedería lo siguiente al rey por causa de su orgullo: Daniel 4. La Biblia de las Américas. Sueño y locura de Nabucodonosor. 1 Nabucodonosor, rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Que abunde vuestra paz. 2 Me ha parecido bien declarar las señales y maravillas que ha hecho conmigo el Dios Altísimo. 3 ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán poderosas sus maravillas! Su reino es un reino eterno, y su dominio de generación en generación. 4 Yo, Nabucodonosor, estaba tranquilo en mi casa y próspero en mi palacio. 5 Tuve un sueño que me hizo temblar; y estas fantasías, estando en mi cama, y las visiones de mi mente me aterraron. 6 Por lo cual di órdenes que trajeran ante mí a todos los sabios de Babilonia para que me dieran a conocer la interpretación del sueño. 7 Entonces vinieron los magos, los encantadores, los caldeos y los adivinos y les conté el sueño; pero no pudieron darme su interpretación. 8 Pero al fin vino ante mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, en quien está el espíritu de los dioses santos, y yo le  conté el sueño, diciendo: 9 “Oh Beltsasar, jefe de los magos, ya que sé que en ti está el espíritu de los dioses santos y que ningún misterio te confunde, declárame las visiones del sueño que he visto, y su interpretación.

Un año después, cuando Nabucodonosor estaba paseando por su palacio real el sueño se convirtió en realidad: La Biblia dice en Daniel 4:30 que el rey habló con gran orgullo diciendo: “¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué como residencia real, con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando descendió una voz del cielo: “A ti se te dice, oh rey Nabucodonosor, que el reino ha sido quitado de ti….con los animales del campo será tu morada. Te darán de comer hierba como a los bueyes. Siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo es Señor del reino de los hombres y que lo da a quien quiere”. En la misma hora se cumplió la palabra acerca de Nabucodonosor.”

Una cita semejante a la de Nabucodonosor se ha encontrado, aparte de la Biblia, que es casi idéntica a esta afirmación de Daniel 4:30. La inscripción conocida como la inscripción de La Casa del Este de la India deja constancia de las actividades de construcción de Nabucodonosor en Babilonia y afirma lo siguiente:

“Mi nombre será recordado a lo largo de toda la historia durante todas las épocas debido a que convertí Babilonia y Esagila en una poderosa fortaleza.”

La grandeza de Babilonia también fue mencionada por el historiador griego Herodoto, que visitó Babilonia noventa años después del reinado de Nabucodonosor. En sus escritos dice que se sintió turbado y asombrado por la enorme cantidad de oro que había en Babilonia. Dijo que todas las paredes de Babilonia estaban cubiertas de una capa de oro. Nabucodonosor estaba convencido de que había sido su propia mano la que había creado una ciudad tan magnífica y que él mismo gobernaba de manera suprema, pero Dios hizo que este poderoso gobernante se volviese loco durante siete estaciones con el propósito de enseñarle una lección, a fin de que supiese que Dios es el que reina Supremo.

Daniel 4:24-26. Reina-Valera 1960. “esta es, oh rey, la interpretación: Es un decreto del Altísimo que ha caído sobre mi señor el rey. A ti te echarán de entre los hombres, y junto con los animales del campo estará tu morada. Te darán de comer hierba, como a los bueyes, y serás mojado con el rocío del cielo. Siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo es Señor del reino de los hombres y que lo da a quien quiere. Y lo que dijeron, que dejasen en la tierra el tronco de las raíces del árbol, significa que tu reino continuará firme después que tú reconozcas que el señorío es de los cielos”.

A este rey le pasaron muchas circunstancias difíciles por su orgullo y dureza de corazón en reconocer que Dios es sobre todos y todas las cosas. Ese mismo principio lo vemos en la vida de muchos, que hasta que no volvamos nuestra mirada y corazón hacia el Señor muchas situaciones quedarán estancadas, muchas puertas cerradas. Es un cambio de decisión, es colocar en nuestro corazón el obedecer a su Palabra, obedecer sus mandamientos.

Jeremías 29:11-14. Reina-Valera 1960. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.

Daniel 4:34-37. Reina-Valera 1960. “Pero al cabo de los días yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo; y me fue devuelta la razón. Entonces bendije al Altísimo; alabé y glorifiqué al que vive para siempre. Porque su señorío es eterno, y su reino de generación en generación. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada. El hace según su voluntad con el ejército del cielo y con los habitantes de la tierra. No hay quien detenga su mano ni quien le diga: ‘¿Qué haces?’… Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey de los cielos, porque todas sus obras son verdad y sus caminos son justicia. Él puede humillar a los que andan con soberbia.”

El gran ejemplo de obediencia y sujeción viene de parte de nuestro Señor Jesucristo. Él nos fortalecerá en nuestras decisiones y en nuestros caminos. Esta escrito que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. Nuestro deber es alinear nuestra mente, nuestros pensamientos y nuestros deseos con la voluntad de Dios porque él sólo quiere lo mejor para nosotros quienes hemos creído en él.

“Dios mío, enséñame a cumplir tus mandamientos, pues obedecerlos me hace feliz; ¡los cumpliré toda mi vida! Aclara mi entendimiento, y los seguiré de todo corazón.” (Salmos 119:33-35 TLA)

Mateo 26:36-39, 42. Reina-Valera 1960. “Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.”

El sentir de Jesucristo, la actitud de obedecer a Dios, era “NO SEA COMO YO QUIERO SINO COMO TÚ”. Ese es el sentir que nos dice la Palabra de Dios que debemos de tener. No como nosotros queramos, sino como Dios quiere. Es fácil ser obediente cuando todo va por el camino que queremos. Cuando Dios nos da el deseo de nuestro corazón, lo recibimos con mucha alegría. Sin embargo, ¿qué hacemos cuando las cosas no suceden así? ¿Cómo reaccionamos cuando los planes del Señor parecen diferir de los nuestros? Ahí está la diferencia entre el ser obediente y desobediente. 

En tiempos felices es fácil mantenernos. La felicidad, no es lo que causa la caída de la gente de la segunda categoría de la parábola del sembrador. De lo contrario, como Jesús dijo: “reciben la Palabra CON GOZO” (Lucas 8:13). Pero este no perdura. En la primer tribulación, caen (Mateo 13:21, Lucas 8:13). Cuando lo que Dios quiere para nosotros no es lo que nosotros quisiéramos, la voluntad desobediente huirá, mientras que la obediente permanecerá, diciendo: “si no…..hágase tu voluntad”. 



Ánimo hermanos y hermanas, esforcémonos por entrar por la puerta estrecha a la presencia de Dios, recordando todo el tiempo que nos ha dejado al bendito y poderoso Espíritu Santo para ayudarnos, enseñarnos, guiarnos y fortalecernos mientras que estemos como peregrinos y extranjeros en esta tierra.  Bendiciones.

El llamado del profeta°

El llamado de un profeta es dado solamente por el Señor. Fue su Espíritu Santo quien llamó y habló por medio de cada profeta del Antiguo Testamento (Hebreos 1:1. La Biblia de las Américas. Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas).

Efesios 4:11-16. "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros. A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera por todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado unido entre si por las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para irse edificando en amor." 

Siguió siendo igual en los tiempos del Nuevo Testamento y sigue siendo así en la actualidad, aunque existe una diferencia. Ahora, el llamado del profeta debe ser independientemente confirmado por el Señor por medio del Cuerpo, y ese Cuerpo debe sostener y mantener al profeta tanto en su formación como a lo largo de su ministerio. Parece que el pueblo no confirmaba el llamado de un profeta en el Antiguo Testamento. El profeta del Antiguo Testamento estaba por encima de todos los demás. El profeta del Nuevo Testamento no sólo es llamado dentro del Cuerpo, sino que también todo el Cuerpo se basa sobre el fundamento de apóstoles y profetas (Efesios 2:20. La Biblia de las Américas. Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular).

Nadie por decidirlo, o desear serlo, puede convertirse en profeta. Uno no puede heredar el manto de un profeta; no puede ser dado por una persona a otra, aunque un individuo puede ser el instrumento del Señor para tal cosa. No hay modo en que un individuo pueda convertirse en profeta por medio de la carne. 

(Mateo 22:14. La Biblia de las Américas. Porque muchos son llamados, pero pocos son escogidos).

Eso no sólo es cierto de los profetas, sino también de convertirse en cristiano. Juan escribió: "Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Juan 1:13). Muchos han pensado que podrían escoger acudir a Dios en su propio momento. No pueden hacerlo. Nadie puede hacerlo. Acudimos a Dios cuando Él nos llama, o no acudimos en absoluto. Somos nacidos de nuevo del Espíritu, no por ningún hombre. Si lo escogemos a Él, lo hacemos solamente cuando Él nos ha escogido y llamado.

Juan 15:12-17. La Biblia de las Américas. Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como yo os he amado. Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre. Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros, y os designé para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Esto os mando: que os améis los unos a los otros.

El llamado de un profeta normalmente, pero no siempre, incluye su descripción de trabajo. Así sucedió tanto con Jeremías como con Isaías. El llamado de Ezequiel, sin embargo, no contiene su descripción de trabajo. Ezequiel fue único. En él, la profecía entró en una nueva dimensión. Ezequiel realizó actos especiales que no eran meras señales como habían sido con Isaías, Jeremías y Oseas, por ejemplo, sino el "soportar una carga" por la casa de Israel.

Ningún profeta antes de Ezequiel había llevado conscientemente el pecado del pueblo. Esto fue tanto un preludio como una preparación para la cruz. Ezequiel fue llamado "hijo de hombre"; se convirtió en un título mesiánico porque Ezequiel inició el llevar la carga que fue central para la eficacia de la cruz. Jesús se identificó a sí mismo con esa nueva tarea comenzada por Ezequiel. Sería su principal propósito para venir a la tierra: hacerse pecado por la humanidad y morir en nuestro lugar. Sin embargo, esa misión de ser el iniciador de llevar la carga no estaba contenida en el llamado de Ezequiel. A veces, el Señor incluye la descripción de trabajo del profeta en su llamado, y otras veces no lo hace.

Aunque el Señor es un Dios de principios, Él intencionadamente ha hecho que esos principios vayan contracorriente unos con otros para que no podamos reducir la vida a ser manejada por completo ni tampoco perder la espontaneidad de la continua sorpresa en Él. Siempre que pensemos que tenemos vida contenida en términos predecibles, Dios desbaratará nuestros elaborados moldes. Lo que establecemos como principios bíblicos a ser observados por el Cuerpo, son la regla general para su seguridad; pero ninguno de ellos limitará a Dios. Él, que da vida por medio de una virgen y trae victoria definitiva para la vida por medio de la muerte, no se detendrá ante nuestro entendimiento sobre cómo funciona la vida.

Los principios son para seguridad, a fin de que no haya confusión, sino orden, en la vida del rebaño. Sin embargo, debemos recordar que Jesús es nuestro orden y seguridad, y no esos principios. Nuestra seguridad nunca está limitada a recordar qué regla se aplica dónde. No somos dependientes del conocimiento ni salvos mediante él. Somos salvos mediante la persona de nuestro Señor Jesucristo. A Él nos referimos constantemente, y no meramente a la Palabra escrita por Él y sobre Él. Así, queremos conocer y observar, hasta donde podamos, sus ordenanzas para el llamado de un profeta, pero con humildad, por si Él invoca algún principio alternativo que esté por encima de nuestro entendimiento. Quien piense que esto es demasiado ligero y confuso tiene razón, porque no debemos primeramente seguir el conocimiento o el principio, sino que siempre debemos depender de un Señor cuyos pensamientos no son nuestros pensamientos.

Ese es el camino de un profeta Elías. Él debe mantener a hombres y mujeres en la Palabra, y luego aplastar la Palabra sobre ellos, para que Cristo pueda ser todo en todos. Uno debe haber aprendido que no necesita otra cosa sino a Jesús antes de poder continuar andando como un profeta Elías. Cuando permanezcamos claros en Él, y sólo en Él, y no en algún principio o ley, entonces nuestra paz es segura (Isaías 26:3. La Biblia de las Américas. Al de firme propósito guardarás en perfecta paz, porque en ti confía).
El llamado de un profeta

Los profetas son llamados de distintas maneras, en momentos diferentes y bajo circunstancias diferentes. "Era Moisés de edad de ochenta años, y Aarón de edad de ochenta y tres, cuando hablaron a Faraón" (Éxodo 7:7). "Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán"(Génesis 12:4).

Samuel, sin embargo, era sólo un niño que dormía sobre el piso del templo cuando Dios lo llamó (1 Samuel 3:1-10). Jeremías no sólo era un niño (Jeremías 1:6), sino que también fue llamado y ordenado desde antes de su nacimiento (v.5). Juan el Bautista fue anunciado antes de su concepción (igual lo fue Isaac, en Génesis 17:16) y fue también lleno del Espíritu Santo desde su nacimiento (Lucas 1:13, 15).

El llamado del Señor puede llegar sobre un individuo directamente, al hablarle el Espíritu Santo a él mientras escucha; o puede llegar por medio de otra persona, como Elías llamó a Eliseo (1 Reyes 19:19). Puede llegar mientras se está despierto o dormido, por visión, sueño o conversación interior. Samuel estaba dormido, pero fue despertado y oyó al Señor. José fue llamado a aceptar a María mientras dormía (Mateo 1:20). Isaías estaba en el templo, parece que en su servicio regular como sacerdote, porque parecía estar dentro del lugar santo cuando tuvo su visión.

Isaías 6. La Biblia de las Américas. En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo. Por encima de Él había serafines; cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, Santo, Santo, es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria. Y se estremecieron los cimientos de los umbrales a la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, porque han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos.

Entonces voló hacia mí uno de los serafines con un carbón encendido en su mano, que había tomado del altar con las tenazas; y con él tocó mi boca, y dijo: He aquí, esto ha tocado tus labios, y es quitada tu iniquidad y perdonado tu pecado. Y oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí: Heme aquí; envíame a mí. Y Él dijo: Ve, y di a este pueblo: “Escuchad bien, pero no entendáis; mirad bien, pero no comprendáis.” Haz insensible el corazón de este pueblo, endurece sus oídos, y nubla sus ojos, no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se arrepienta y sea curado. Entonces dije yo: ¿Hasta cuándo, Señor? Y El respondió: Hasta que las ciudades estén destruidas y sin habitantes, las casas sin gente, y la tierra completamente desolada; hasta que el Señor haya alejado a los hombres, y sean muchos los lugares abandonados en medio de la tierra. Pero aún quedará una décima parte en ella, y ésta volverá a ser consumida como el roble o la encina, cuyo tronco permanece cuando es cortado: la simiente santa será su tronco).

El Señor no ha cambiado. Él llama a sus siervos de cualquier manera que escoja, aunque con más frecuencia por medio de visiones o sueños. Pablo fue derribado al suelo en una visión (Hechos 9:3-4. La Biblia de las Américas. Y sucedió que mientras viajaba, al acercarse a Damasco, de repente resplandeció en su derredor una luz del cielo; 4 y al caer a tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?). Juan, el amado, fue llevado al cielo para darle la visión del profeta de escribir el libro de Apocalipsis (Apocalipsis 1:1-3, 9-10). En Hechos 10, Pedro fue guiado a una nueva misión por medio de un "trance" estando medio dormido, medio despierto. Cornelio, en el mismo capítulo, fue guiado por una visión. Deuteronomio 13 habla de un profeta como un "soñador de sueños".

Alguno puede tener algún otro oficio y ser ascendido al oficio de profeta. Bernabé, Simeón, Lucio, Manaen y Saulo (Pablo) eran maestros y profetas cuando el Espíritu Santo ordenó que Bernabé y Pablo fueran apartados para el oficio de apóstoles. Así, se cumplió la palabra del Señor. (Hechos 13:1-3. La Biblia de las Américas. En la iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Niger, Lucio de Cirene, Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca, y Saulo. Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado. Entonces, después de ayunar, orar y haber impuesto las manos sobre ellos, los enviaron).

Con frecuencia, los pastores y maestros son elevados para convertirse en profetas, y los profetas para convertirse en apóstoles. Al hacerlo, ellos no siempre abandonan su oficio anterior. Sin embargo, un profeta, cuando es llamado, puede ser un maestro, sanador, o evangelista. Puede cumplir cualquier función que esté por debajo de él en autoridad. A pesar de ello, puede que no actúe como apóstol. Un apóstol puede actuar en cualquier posición dentro de la iglesia.

¿Cómo reconoceremos el llamado de Dios en nosotros? Con frecuencia, es después de que el llamado se haya aclarado, cuando la mente ve cómo incidente tras incidente en nuestras vidas, como filas de fichas de dominó que caen, fueron sucediendo hasta llegar a ese momento. La disciplina de Dios no llega a menos que persistentemente hayamos ignorado su voz, ya sea consciente o inconscientemente. Dios nos dará señales claras y regresará, una y otra vez, con paciencia. Él nos conoce lo suficientemente bien para comenzar con mucho tiempo.

Una vez que hayamos oído, Él confirmará el llamado mediante su Palabra, señales personales y luego mediante otras personas.

Disciplina y formación

La formación de un profeta del Antiguo Testamento se realizaba poniéndolo bajo el cuidado y la disciplina de un profeta más viejo. Las lecciones no eran sesiones formales en aulas de clase, aunque los profetas a veces literalmente se sentaban a los pies del maestro. La enseñanza más contundente se producía siempre que incidentes en la vida proporcionaban una oportunidad. El programa de televisión de la década del setenta Kung Fu, retrataba el modo en que los sabios de oriente eran en realidad formados. La vida era el maestro; y el maestro, el ayudante.

Aunque hay unas cuantas oportunidades hoy día para entrar en el ministerio profético, los profetas, en la actualidad, siguen siendo formados principalmente por el Señor Jesucristo mismo por medio de su Santo Espíritu. Su formación se produce tanto en la vida como en el salón de clase. Por consiguiente, cuando hablamos de una escuela para profetas, nos referimos solamente a ese tipo de terreno formativo que puede preparar la Iglesia en general para entender y alimentar a los profetas emergentes que hay en medio de ella. El Espíritu Santo es el maestro, quien levanta a sus profetas. Él ya no los separa para que se sienten bajo un maestro, como en el Antiguo Testamento. El profeta ahora es una parte integral dentro del Cuerpo; el Cuerpo se convierte en su matriz y lugar de formación. Muchos profetas se pierden su llamado o no entienden su formación por la falta de apoyo de la Iglesia. La Iglesia necesita reconocer a sus profetas y proporcionar el entorno en el cual ellos puedan madurar.

Es difícil reconocer a un profeta en sus inicios. Sin embargo, hay pistas que deberían alertar a los ancianos. Grandes tragedias pueden señalar una especial preparación de Dios en una vida. Las personas que son soñadoras y visionarias, al recibir el Espíritu, deberían ser observadas, porque entre ellas puede haber un profeta. Quienes llevan la carga, o quienes con frecuencia se identifican a sí mismos con las cargas de otros, pueden ser profetas en formación. Quienes tienen dones de enseñanza pueden ser escogidos por el Señor para profetizar. Pero estas son sólo indicaciones. Nada puede ser conclusivo aparte del llamado y la confirmación del Espíritu Santo.

Un pastor puede ser o no un profeta. Un profeta puede ser o no un pastor. Pero es casi imposible llevar ambos sombreros al mismo tiempo. Un pastor necesariamente debe tener al rebaño en su corazón de una manera especial. No debe alimentar a su rebaño en aguas rápidas o exponerlo a lo que aún no puede asimilar. Sin embargo, el profeta con frecuencia es llamado a hacer precisamente esas cosas. El profeta debería entender cómo lo que él dice afectará al pastor, pero eso no debe silenciarlo. Si ambos llamados están en un sólo corazón, esa persona casi se ve partida en dos.

Dios puede tocar a cualquiera. Pero, con frecuencia, es difícil ver a quienes toca, porque el Señor a menudo los esconde. Moisés estaba oculto entre los juncos y luego en la casa de Faraón. Jesús tuvo que ser ocultado en Egipto. Tanto nuestra carne como Satanás destruirían a los elegidos de Dios si fueran descubiertos demasiado pronto. Por tanto, cuando el Espíritu revela a un profeta en sus inicios, la Iglesia debería estar alerta y preparada para protegerlo.



El llamado del Apóstol°

El ministerio en realidad es una mezcla del propósito y llamado de Dios con nuestra respuesta y obediencia. El entendimiento de esto (de la soberanía de Dios y el libre albedrío) nos permite ser más eficaces en lo que Él nos ha llamado a ser y a hacer.

Los ministerios de la iglesia son el equipamiento que Dios le dio para cumplir su misión. La iglesia de cristo es una iglesia con propósito hacia sí misma: perfeccionar a los santos. Y con una misión: alcanzar al mundo con el evangelio del reino. Esta es una gigantesca tarea que requiere de fuerzas sobrehumanas para ser llevada a cabo. No es posible lograrlo sin la intervención divina; pero gracias sean dadas a Dios porque él dotó a la iglesia con su Santo Espíritu para que pueda alcanzar la meta.

Veremos el significado de la palabra “Apóstol”. El diccionario bíblico ilustrado de la Editorial Caribe, define la palabra apóstol como un vocablo del idioma griego que significa “enviar” o “despachar”. Esta palabra apóstol, tiene una connotación especial que la distingue de otra palabra griega que se usaba para “enviar”. La palabra apóstol significa: Ser enviado con un propósito especial o con autorización oficial. En el Nuevo Testamento, la palabra apóstol se usa de tres maneras: 1- Para designar a un “enviado”, “delegado”, o “mensajero”. 2- Para referirse a los doce discípulos que el Señor Jesucristo escogió inicialmente de entre los israelitas. 3- Para designar de un modo general a maestros y misioneros.

Efesios 4:11-16. "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otrospastores y maestros. A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera por todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado unido entre si por las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para irse edificando en amor." 

El llamado del apóstol Pablo se relata en el libro de los Hechos 26:15-19. (La Biblia de las Américas). Yo entonces dije: “¿Quién eres, Señor?” Y el Señor dijo: “Yo soy Jesús a quien tú persigues. “Pero levántate y ponte en pie; porque te he aparecido con el fin de designarte como ministro y testigo, no sólo de las cosas que[a] has visto, sino también de aquellas en que me apareceré a ti; librándote del pueblo judío y de los gentiles, a los cuales yo te envío, para que abras sus ojos a fin de que se vuelvan de la oscuridad a la luz, y del dominio de Satanás a Dios, para que reciban, por la fe en mí, el perdón de pecados y herencia entre los que han sido santificados.” Por consiguiente, oh rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial.

Los misioneros deben ser llamados por el Señor a fin de que puedan ir.  Además, deben ser apoyados por la iglesia local. La iglesia de Antioquia reconoció que Dios estaba escogiendo a Pablo y a Bernabé para la obra (Hechos 13:1-2. La Biblia de las Américas. En la iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Niger, Lucio de Cirene, Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca, y Saulo. Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado; Romanos 1:14-15. La Biblia de las Américas. Tengo obligación tanto para con los griegos como para con los bárbaros, para con los sabios como para con los ignorantes. Así que, por mi parte, ansioso estoy de anunciar el evangelio también a vosotros que estáis en Roma).  

El esfuerzo misionero de una iglesia se puede ver frustrado si no envía a los que el Señor ha llamado. Cristo comisionó al apóstol Pablo durante su conversión, pero se considera que su conversión para ser misionero demoró entre 7 a 17 años.  Es necesario reconocer que el desarrollo de las habilidades de un líder eficaz se da a través de un largo tiempo. 

A menudo el progreso incluye un período de muchas pruebas y tiempos difíciles: Romanos 5:3-15. La Biblia de las Américas. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por[e] su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.

Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron; pues antes de la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa cuando no hay ley. Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero no sucede con la dádiva como con la transgresión. Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos, mucho más, la gracia de Dios y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo, abundaron para los muchos.

Fe y sabiduría. Santiago 1:2-4. La Biblia de las Américas. Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.

Cualquier obrero que va, tiene que comenzar su capacitación en la iglesia local; es allí donde se tiene que probar sus dones, talentos y su llamado a la obra. El Apóstol también debe tener suficiente preparación teológica. Finalmente el candidato debe ser capacitado transculturalmente; debe recibir una capacitación especial que le permita conocer la cultura, el idioma del pueblo para poder introducir el evangelio sin chocar con la cultura de la gente.  Además, debe ser bien preparado doctrinalmente, para poder enseñar sin titubeos la verdad de la Palabra.

Hechos 26:18. La misión encomendada al apóstol Pablo, el día de conversión fue: Para que abras sus ojos. Para que se conviertan de las tinieblas a la luz. Para que se conviertan de la potestad de Satanás a Dios. Para que reciban perdón de pecados. Para que reciban una herencia entre los santificados.

El equipo misionero del apóstol Pablo.  El trabajo en equipo es muy importante.  El apóstol no estuvo sólo en la obra (Hechos 13:2,5,13; 15:36,40; 18:2-5; Filipenses 4:3).  Las estrategias misioneras no son para una sola persona o una sola familia.  Se habla hoy de equipos misioneros, es decir grupos de familias misioneras que se unen para la evangelización de un pueblo no alcanzado.

La visión misionera del apóstol Pablo. Para el apóstol Pablo el trabajo de las misiones significaba ir a lugares remotos.  Las fronteras eran su enfoque (Romanos 15:20. La Biblia de las Américas. De esta manera me esforcé en anunciar el evangelio, no donde Cristo ya era conocido, para no edificar sobre el fundamento de otro).  

El apóstol establecía y cuidaba a las iglesias nuevas, pero posteriormente se iba a los lugares lejanos (Romanos 15:15-25. La Biblia de las Américas. Pero os he escrito con atrevimiento sobre algunas cosas, para así hacer que las recordéis otra vez, por la gracia que me fue dada por Dios, para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles, ministrando a manera de sacerdote el evangelio de Dios, a fin de que la ofrenda que hago de los gentiles sea aceptable, santificada por el Espíritu Santo. Por tanto, en Cristo Jesús he hallado razón para gloriarme en las cosas que se refieren a Dios. Porque no me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, en palabra y en obra, con el poder de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta el Ilírico he predicado en toda su plenitud el evangelio de Cristo. De esta manera me esforcé en anunciar el evangelio, no donde Cristo ya era conocido, para no edificar sobre el fundamento de otro; sino como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de Él, verán, y los que no han oído, entenderán). 

Muchos misioneros modernos, nunca dejan su iglesia de una manera definitiva.  El apóstol Pablo nunca perdía su visión de las misiones e ir a los lugares remotos.  Los resultados fueron más positivos que si él se hubiera quedado en un solo lugar.  El evangelio llegó a todas partes de la tierra.  Las iglesias que se establecieron eran fuertes y no dependientes.

En la actualidad mucho se discute acerca del apostolado: Hay quienes alegan que el ministerio apostólico ya no está en función. Los que tienen esta posición, dicen que los apóstoles fueron aquellos que Cristo escogió en el comienzo de la iglesia. Por otra parte, hay algunos que se auto proclaman apóstoles. Y hay otros a quienes sus “denominaciones” reconocen como apóstoles. Lo cierto es que la discusión acerca de quien es apóstol y quien no le es, no es del todo nueva. Ya en el comienzo de la iglesia se daba esta discusión. 

De lo cual podemos encontrar algunas referencias en el nuevo testamento. El mismo apóstol Pablo sufrió la dificultad de ser reconocido como apóstol de Jesucristo. En una de las cartas a los Corintios encontramos el siguiente alegato: “¿no sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor. Contra los que me acusan esta es mi defensa…” (1 Corintios 9:1-3).

La iglesia cristiana debe conocer lo relativo a este ministerio para poder saber a ciencia cierta quien es apóstol y quien no lo es; porque es derecho y obligación de la iglesia saber quién es un verdadero apóstol y quien es un falso apóstol. La iglesia no solo debe saber reconocer a los apóstoles verdaderos, sino que debe probar a los apóstoles. Podemos leer una referencia de este asunto en Apocalipsis 2:2. La Biblia de las Américas. “Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos”

Es precisamente con el objetivo de poder conocer y entender que es un apóstol y como poder reconocerlo, que nos dedicaremos a continuación a estudiar las características y señales de un apóstol. El apóstol manifiesta en su ministerio todos los dones ministeriales. Esta característica especial es infaltable en el apostolado.

Entre todos los ministerios de la iglesia, el apostólico siempre va primero. Y hay una razón muy importante para que el ministerio apostólico tenga preeminencia, ya que el ministerio apostólico es el que sienta las bases para toda la obra de la iglesia. Uno de los apóstoles más prominente de la iglesia, dijo lo siguiente acerca de su misión apostólica: “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento” (1Corintios 3:10).

Dios en toda su esencia: Padre, Hijo y Espíritu Santo, es el arquitecto de la iglesia. La declaración “el ministerio apostólico es el arquitecto de la iglesia” podría ser considerada temeraria y hasta blasfema, sino aclaramos que esta labor de “perito arquitecto” del apostolado es llevada a cabo por encomienda de Dios con la permanente guianza del Espíritu Santo y el llamamiento del Señor Jesucristo; quienes son los  Arquitectos primarios de la iglesia.

El fundamento apostólico tiene una norma infaltable que es Jesucristo: Quien es el fundamento principal. Lo que quiere decir, que todo apóstol genuino, se ocupará de dar a conocer el Señorío de Cristo, haciendo su labor Cristo-céntrica. Así lo enseñó el apóstol Pablo. Veamos: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” (1Corintios 3:11).

Es sobre la doctrina de Cristo que los verdaderos apóstoles edifican su obra. Así que la obra apostólica estará basada en la persona de Cristo y no en la del apóstol. Dicho de otro modo: La obra del ministerio apostólico debe estar basada en la revelación de la persona de Jesucristo: Que él es el hijo de Dios. Que él es el redentor; que murió en la cruz por nuestros pecados. Que Cristo es nuestro sumo sacerdote; que subió a los cielos donde intercede por nosotros y que es Señor sobre todos.

La obra de los apóstoles, debe estar basada en el carácter de Cristo, en sus virtudes, sus palabras y su pensamiento. En el ejercicio del ministerio apostólico, como en cualquier otro ministerio de la iglesia, se encuentra presente el pensamiento del ministro. Esto no es algo que desautorice al ministro delante de aquellos en los que ejerce su ministerio. 

De hecho, la palabra de Dios (La Biblia) está impregnada del pensamiento de sus escritores a la par de la inspiración de Dios. Hay sin embargo, normas por las cuales se juzgan correctos y aceptables estos pensamientos. Si el apóstol vierte algunos de sus propios pensamientos, los cuales quisiera que la iglesia los adopte en su conducta; por parecerle estos apropiados y acordes con su benigna labor; deberá hacerlo notar a la iglesia; dejando claro a la iglesia cuales son palabras del Señor y cuales son de su propio pensamiento.

Veamos un ejemplo en el apóstol Pablo: “Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con el marido; y el marido no abandone a su mujer. Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone” (1 Corintios 7:10-12).

Aun cuando el apóstol cumpla con dar gloria al Señor, diciendo cuando las palabras proceden del Señor, y es respetuoso con la iglesia, informándole cuando las palabras son de su propio pensamiento; sus pensamientos han de ser acordes con altos valores, tales como: justicia, rectitud, equidad etc. Los apóstoles de inicio de la iglesia basaron su doctrina en la revelación de la palabra de Dios a los profetas, y en las palabras de nuestro Señor Jesucristo, donde la obra y la persona de Cristo cobra especial o suprema importancia. El apóstol Pablo habla a la iglesia de Éfeso acerca de este principio y les dice: “Edificaos sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:20).

Hay muchos casos que podemos encontrar en las escrituras del nuevo testamento que nos demuestran que los apóstoles establecieron su doctrina en la palabra revelada a los profetas del antiguo testamento. Veamos por ejemplo las palabras registradas en la carta a los Efesios acerca de la doctrina de la justificación por fe: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8,9).

El apóstol Pablo es más abundante al tratar esta doctrina en su carta a los romanos. En el capítulo tres y el cuatro, trata este tema, basando esta doctrina en las escrituras del antiguo testamento que hablan de la fe de Abraham. Otro caso notable es lo relativo a las ofrendas y el sostenimiento económico de los ministros del evangelio.

En la defensa de “los derechos de un apóstol”, que hace ante los creyentes de Éfeso, el apóstol Pablo se basa en las escrituras del antiguo testamento, y las refiere como fuente de autoridad para establecer el derecho de recibir ofrendas: “Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente de nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir el fruto.” (1 Corintios 9:9-10).

Así como las escrituras del Antiguo Testamento fueron la base de la doctrina de los apóstoles; las palabras de los apóstoles y la base de su doctrina deben seguir constituyendo la base de la obra apostólica de nuestro tiempo. En todo ministerio, la base de su autoridad se fundamenta en el llamado. Nadie puede arrogarse el derecho de ser apóstol sin ser llamado por Dios. Así que podemos decir: que el llamado es la base principal de la autoridad de un ministerio apostólico. Pero surge la dificultad de reconocer quien verdaderamente ha sido llamado y quién no.

La dificultad de reconocer, a quién, Dios ha llamado al ministerio apostólico, no invalida el derecho de ser reconocido como apóstol. Ciertamente, el que haya dificultad para identificar el llamado de apóstol no es la causa principal del que no se acepte el ministerio apostólico en el presente como un ministerio vigente; porque esta misma dificultad plantea todo los otros ministerios (profetas, pastores, maestros y evangelistas). Sin embargo, estos otros ministerios no encuentran la misma dificultad de reconocimiento por parte de la iglesia.

La diferencia radica en la creencia del equivocado concepto de que “el ministerio apostólico de la iglesia desapareció con la muerte de los apóstoles de la iglesia del primer siglo”, y el desconocimiento de la operación de este ministerio en la actualidad. La iglesia cristiana debe tener sumo cuidado de a quien reconoce; de igual modo, a quien no reconoce; porque si reconoce como apóstol a quien no lo es, la iglesia sufrirá un daño; pero si no reconoce como apóstol a quien sí ha sido llamado, limitará el ministerio al que discrimina, y la iglesia sufrirá la deficiencia de no contar con este poderoso ministerio.

El Señor Jesucristo nos advierte acerca de cómo poder identificar a quienes son genuinamente ministros de Dios y quienes no lo son, usando este principio del carácter. Él dice: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis, ¿A caso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos” (Mateo 7:15-18).

No podemos juzgar correctamente la obra de un ministerio sin detenernos a escudriñar el verdadero carácter y las obras personales del “ministro”. Si el “ministro” no es integro en su vida personal; sino que es deshonesto y falto de las virtudes del carácter de Cristo; su llamamiento muy probablemente no sea verdadero: Porque “un árbol malo no puede dar frutos buenos”. Podemos decir, a la luz del “principio de la integridad”, que un verdadero apóstol de Jesucristo es lleno de las virtudes del Señor, y será, por tanto: Una persona santa, humilde, misericordiosa, recta, justa y afable; no será iracundo, arrogante, ni impuro en ninguno de sus actos, sean estos públicos o privados. Bendiciones.