Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Conociendo la voluntad de Dios para mi vida°


Salmo 143:10. Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.

Jeremías 29:11-14. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.

3 Juan 2. Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.

Cada verdadero seguidor de Jesucristo dice que quiere hacer la voluntad de Dios. La perfecta voluntad de Dios es un asunto de gran importancia para todos aquellos que dicen amar al Señor. Y existe una vasta diferencia entre someterse a la voluntad de Dios y aceptar su voluntad.

Someterse significa “sujetarse a” o “rendirse a condiciones impuestas.” A menudo, uno piensa en someterse en términos de castigo o disciplina. Tristemente, muchos cristianos ven la voluntad de Dios de esta manera. Cuando un creyente conoce la gloria de hacer la perfecta voluntad del Señor, él la aceptara con gozo y esperanza! Aceptar significa, “tomar, como en los brazos”. Sin embargo, el triste hecho es, muy pocos cristianos aceptan la perfecta voluntad de Dios.

Quizás estés pensando, “La perfecta voluntad de Dios me ha pasado por alto. Mi vida es una casualidad, no tiene forma ni orden.” ¡No! Puedes estar seguro que Dios tiene un plan y voluntad absoluta y perfecta para cada uno de sus hijos. El no deja ninguna vida a la casualidad. De hecho, él quiere ordenar cada uno de tus pasos todos los días de tu vida aquí en la tierra. ¡Y él desea que tú entres en su plan y voluntad para ti hoy!

La hermosa voluntad de Dios no es solamente para ministros o santos profundamente espirituales, sino para todos sus hijos. El Nuevo Testamento nos exhorta: “para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las pasiones humanas, sino conforme a la voluntad de Dios.” (1 Pedro 4:2). “os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él…” (Hebreos 13:21).

Los apóstoles tuvieron un solo deseo para todas las iglesias, que cada miembro supiera la voluntad perfecta de Dios para sus vidas y la aceptara. Pablo escribió acerca de un hermano llamado Epafras: “el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo. …Él siempre ruega encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere.” (Colosenses 4:12). Epafras sabía que Dios tenía una voluntad especial para cada uno en la congregación. Y él sabía que si ellos entraban en la voluntad del Señor, encontrarían gozo, éxtasis y cada una de sus necesidades suplidas.

Es muy fácil para cualquiera decir, “¡Si, yo quiero la perfecta voluntad de Dios en mi vida!” Pero lo cierto es, que ningún creyente entra a su voluntad sin una gran lucha. La perfecta voluntad de Dios es aceptada o abrazada solo en Getsemaní y Jesús nos dio el ejemplo.

¡Simplemente no puedes aceptar la voluntad de Dios hasta que mueras a toda voluntad propia!

Fue profetizado de Jesús desde el principio que él vendría a la tierra por un propósito eterno: a cumplir la voluntad del Padre. “He aquí, vengo, Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí” (Hebreos 10:7).

Cristo le dijo a sus discípulos: “… porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me envió.” (Juan 5:30). “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra.” (4:34). “He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” (6:38).

No hubo un momento en la vida de Jesús cuando él no estaba consciente que su propósito en la tierra era hacer la voluntad del Padre. Esto debe ser cierto de nosotros también, que en cada hora del día busquemos hacer su voluntad. El hecho es, que ya no nos pertenecemos; fuimos comprados con un precio. ¡Y como Jesús, fuimos creados para hacer la perfecta voluntad del Padre!

Pero, no importa cuán espiritual seas o cuánto tiempo hayas caminado con Jesús, llegara un tiempo cuando tengas que decidir una vez por todas cual voluntad prevalecerá en tu vida: la tuya o la del Padre. Jesús tuvo que enfrentar esa hora. Él sabía que tenía un llamado eterno y divino. Pero él también era humano ¡y fue probado grandemente!

Cuando llego esa hora para Cristo, él vio ante sí el doloroso precio de aceptar la perfecta voluntad del Padre. Significaba caminar directamente a la muerte, a un dolor indescriptible y desconocido. “Mi alma está muy triste, hasta la muerte;” (Mateo 26:38). “Lleno de angustia… y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.” (Lucas 22:44). 

Pero cuando él se levantó de esa lucha, su alma fue inundada de éxtasis. Había algo en el de gloria eterna, porque algo fue arreglado: ¡Su propia voluntad quedó muerta para siempre! Nuestro Señor fue a la Cruz con pleno gozo, porque el ya estaba muerto. Él murió a todo lo que era su humanidad. Y él pudo decir, “Padre, no vino aquí a vivir una vida fácil. Vine a entregarme para ti. Ahora enfrento el precio  ¡y lo acepto!” Jesús se aferró a la voluntad del Padre con un afecto que lo levanto por encima de todos los sufrimientos que le esperaban. Ningún hombre o demonio lo podía tocar. ¡Y ahora el anticipaba ansiosamente la gloria que sería de su Padre!

Si nosotros hemos de ser como Cristo, también tendremos nuestro Getsemaní cuando seamos enfrentados a movernos a la perfecta voluntad de Dios. Puedes haber testificado por años: “Estoy aquí en la tierra solamente para hacer la voluntad de Dios. ¡Obedeceré!” Pero entonces un día llegas cara a cara con una crisis de vida o muerte más allá de cualquier cosa que hayas conocido. Es un lugar donde escoger la voluntad de Dios puede ser la decisión más dolorosa y difícil que hayas enfrentado.

Al final tienes tres opciones: Puedes correr. Puedes hacer nada, y seguir el camino de la voluntad propia. O puedes hacerlo a la manera de Dios, la manera difícil, el camino de la muerte. La manera del Señor casi siempre parece dolorosa y sin esperanza. Y aceptarla puede significar morir a todo lo que esperabas en la carne.

¡Hacer la voluntad de Dios puede requerir caminar directamente en la cara del horno ardiente! Considera los tres jóvenes hebreos Sadrac, Mesac y Abed-nego. Eran hombres jóvenes en la flor de su vida: líderes de provincias, teniendo autoridad, expertos en lingüísticas. Su meta era llevar las leyes hebreas de moralidad a su sociedad impía. ¡No se puede contar que sueños ellos compartían por la gloria de Dios! Pero fueron mandados por decreto a adorar un ídolo con el resto del pueblo. Ellos fueron advertidos: “Ustedes tienen veinticuatro horas. ¡Si no se postran al sonido de la trompeta, serán echados en el horno que ha sido calentado siete veces mas!”

La voluntad de Dios estaba muy clara para ellos: ¡no era posible que se postraran! Pero allí estaban, tres jóvenes que temían a Dios enfrentando la muerte de todo lo que conocían. Por supuesto que tenían opciones. Ellos pudieron decir: ¡Postraremos solo nuestros cuerpos, pero no nuestros corazones!”, o,  pudieron escapar. Ellos tenían guardas armadas a sus órdenes, los mejores caballos árabes a su disposición. Ellos tenían todo el dinero que necesitaban en sus manos, en la tesorería nacional. Y había lugares seguros en países cercanos. Pero Sadrac, Mesac y Abed-nego no hicieron ningunas de estas cosas. Al contrario, ¡creo que vigilaron en oración! ¡Y en el momento en que murieron a hacer su propia voluntad esa noche, sus corazones fueron llenos de Dios! Abrazaron la voluntad del Señor, amándola y nunca la soltarían. Ellos dijeron, “¡O, Dios, enfrentaremos lo que sea! Tú eres capaz de librarnos de esto, pero aunque no lo hagas, ¡con gusto pasaremos por ello!”

Ellos no resistieron cuando los soldados vinieron a la mañana siguiente y los ataron de manos y pies. Sin embargo, cuando esos tres hombres hebreos fueron echados en el horno, ¡ya ellos estaban muertos a la carne y al pecado!  Solo una cosa les importaba: ¡obedecer la perfecta voluntad de Dios!

Cuando abrazas gustosamente la voluntad de Dios, cuando realmente has muerto al yo, algo es librado en tu corazón que nadie puede explicar o darte. Te pone más allá del alcance de los hombres y los demonios. ¡Pero no es soltado hasta que entres al horno! ¡Una gloria maravillosa espera al alma que abraza la voluntad de Dios!

La puerta del horno representa cruzar al otro lado a la perfecta voluntad de Dios. En este lado de la puerta hay un ejército de enemigos que se mofan, visiones de dolor y sufrimiento. Los demonios te gritan: ¡Dios no espera esto de ti! El te ama. ¿No dijo el que te daría los deseos de tu corazón? ¡Te has convertido en un fanático!” Pero una vez que cruzas la línea y abrazas la voluntad de Dios, sucede algo increíble: ¡Jesús se manifiesta en tu vida! Cuando los jóvenes hebreos estaban dentro del horno, Jesús estaba esperando allí. Él no se revelo inmediatamente, porque primero ellos tenían que decidir abrazar su voluntad. Pero cuando ellos la abrazaron y murieron a su propia voluntad, Jesús se les manifestó. Y lo que ellos pensaron que eran carbones dolorosos se volvieron en pastos verdes y brisas suaves, ¡porque Jesús había ido antes que ellos!

En el mismo momento que entras al horno, cuando cruzas al otro lado y abrazas la voluntad de Dios, darás la vuelta y veras a Jesús. Él estará allí en una manifestación que podrás tener de ninguna otra manera. Y él hará tres cosas para ti: Primero, él se convertirá en todo en tu vida. Él será tu gozo, tu esperanza. Él tocara ese lugar en tu corazón que ninguna persona en la tierra puede tocar.

La otra cosa que Jesús hará será despojarte de todas tus ataduras. Cuando Sadrac, Mesac y Abed-nego entraron al horno, entraron en una liberación: cada atadura fue rota, cada herida fue sanada, cada temor desvaneció, ¡porque Jesús entro rápidamente!

“Estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiente. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, se levantó apresuradamente y dijo… yo veo cuatro hombres sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de los dioses.” (Daniel 3:23-25).

El rey vio a cuatro hombres caminando, hablando y abrazándose. Los tres hombres jóvenes eran abrazados por el Señor Jesucristo ¿Sientes dolor? ¿Sabes cómo sanarte? No sucederá simplemente porque Dios manda a alguien que te entienda, porque nadie te entiende como Jesús. ¡No, el Único que puede satisfacerte completamente es Jesús mismo! Ya sea que sientas vacío, soledad o cualquier otra cosa, ¡cuando entras al horno de su voluntad, todas tus ataduras caerán!

Finalmente, recibirás un llamado a predicar a Cristo a las naciones. Cuando los tres jóvenes hebreos entraron al horno, les llego un llamado que no pudo llegar de ninguna otra forma:“Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente, y dijo: … siervos del Dios altísimo, salid y venid. Y Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, los cuales no cumplieron el edicto del rey y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.

“Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que diga blasfemia contra (su) Dios… sea descuartizado, y su casa convertida en estercolero; por cuanto no hay dios que pueda librar como este». (Daniel 3:26-30).

Las personas miraran hacia los santos sencillos y humildes quienes se han sometido por entero a la perfecta voluntad de Dios, para escuchar la voz de Dios, el evangelio de salvación. Estos son los que han conocido el corazón de Jesús. Ellos han salido del horno después de haber estado con Cristo y la gente se reunirá a su alrededor, diciendo: “Por favor, háblame de Dios. Veo que vives para Jesúsucristo y quiero saber mas de eso”

Finalmente, hacer la perfecta voluntad de Dios a veces requiere volver a una situación de la cual estuvimos corriendo. Puede que estés en una situación que parezca sin esperanzas. Has clamado, “Señor, no puedo mas ¡Yo se que no esperas esto de mi!” Piensas que no puedes soportar más tiempo y si todavía no has echado a correr, probablemente sientes deseos de hacerlo. ¡Pero correr, nunca es el plan de Dios!

Jacob tenía una terrible situación familiar. Era mas de lo que él podía soportar – de hecho, amenazaba su vida. Él le había robado la primogenitura a Esaú y lo había airado hasta el punto de asesinato. ¿Cómo fue que Jacob manejo este problema? ¡Él huyó de todo! El no tuvo un Getsemani, el no murió al yo ni le pregunto a Dios que debía hacer. En vez de eso, Jacob escuchó la voz de su carne, esto es, a su madre, Rebeca, quien dijo: “…hijo mío, obedece a mi voz: levántate y huye…” (Génesis 27:43).

Jacob corrió por veinte años y fueron veinte años de dolor y problemas. Finalmente, Dios le dijo que era tiempo de enfrentar todo: “… Levántate ahora y sal de esta tierra; vuélvete a la tierra donde naciste" (31:13). Dios estaba diciendo: “Jacob, nunca vas a conocer mi plenitud hasta que vuelvas y enfrentes este problema. ¡Ve, entra al horno!” Jacob viajó con su familia para arreglar las cosas  ¿y que crees que fue lo primero que vio? A Esaú, saliendo a encontrarse con él en el desierto  ¡con cuatrocientos soldados airados, listos para la venganza!

Jacob gritó: “¡Señor, necesito un milagro! Tienes que cambiar el corazón de mi hermano. ¡Quítale el odio hacia mí!” Jacob tenía temor e ira en su corazón hacia Dios - ¡porque solo se había sometido a la voluntad de Dios! Él estaba diciendo: “Señor, he dispuesto mi corazón a obedecerte, ¡pero las cosas no están saliendo bien!”

Quizás las cosas no están bien en tu familia. ¿Tienes un esposo alcohólico, una esposa que no te entiende, problemas financieros? Amado, esas son las mismas cosas que Esaú y su ejército representan cada dolor, cada argumento de la carne, cada razón que tu mente puede darte porque no puedes enfrentar esta situación sin esperanzas. El diablo te dice: “Has obedecido a Dios, has hecho bien  ¡pero nada ha cambiado! El corazón de tu ser querido sigue endurecido, de hecho, esta peor. Si no corres ahora, ¡pasaras el resto de tu vida en un infierno!”

Lo cierto es que no puedes continuar si tan solo te vas a someter. Pero puedes seguir si haces como Jacob: él tuvo un Getsemani  ¡una noche de muerte! “O Dios, esta situación es demasiado para mí. He manipulado y tratado de hacer que sucedan cosas. ¡Pero estoy cansado de hacer las cosas a mi manera! No puedo seguir corriendo, Señor, quiero que mi vida este bien contigo. Esaú puede matarme a mí y a mi familia, puede quitarme todo lo que tengo. ¡Pero prefiero estar contigo en la gloria que pasar otro día viviendo de esta manera!”

Esa noche, Jacob murió. Dios lo hirió para que no huyera más. El solo podía cojear al futuro, totalmente dependiendo del Señor. Pero paso otra cosa también: éxtasis lleno su alma. Y yo creo que cuando Jacob cruzo el riachuelo para encontrarse con Esaú temprano en la mañana, ¡el estaba absolutamente libre de temor!

Tú también puedes estar enfrentando un Esaú. Tu piensas: ¿Quiere decir que mi esposo nunca cambiara, que nada en mi vida va a mejorar?” No, ¡Dios cambió a Esaú! Él le sacó el corazón de piedra. Cuando Esaú se encontró con Jacob, el cayo sobre su hermano, besándolo y abrazándolo. ¡Había completa paz!

No temas entrar al horno. Mientras tengas la paz de Jesús y la perfecta voluntad de Dios, puedes soportar cualquier cosa, en cualquier lugar, en cualquier momento. Puede que tus circunstancias no cambien, ¡pero tú cambiaras! Jesús llenara tu alma de gozo y sanara todas tus heridas y dolor. Tu vida será llena, bendecida, ¡porque él será todo para ti!

No tienes que correr. Solo necesitas mirarlo a él y abrazar su perfecta voluntad para ti. Y el te dará su gozo abundante y grandioso en medio de tu presente prueba ardiente. ¡Aleluya!

¡Dios tiene grandes planes para su vida! Nosotros fuimos creados por Dios, a Su imagen, con un propósito. Así como Dios separó desde el nacimiento a Isaías (Isaías 49:1), Jeremías (Jeremías 1:5) y Pablo (Gálatas 1:15) para un propósito específico, él también tiene un plan específico para su vida. La Biblia dice que la voluntad de Dios es “buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2). La voluntad de Dios, antes que nada, es que nosotros tengamos una relación con Él mediante Su Hijo, Jesucristo. “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:3-4). 

Dios quiere que seamos discípulos de Cristo. Esto significa que los Cristianos deben comprometerse a seguir la voluntad de Dios a diario, cualquiera que sea el costo. “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome arriba su cruz cada día y sígame.” (Lucas 9:23)

La Biblia nos ayudará a conocer la voluntad de Dios. “Lámpara es a mis pies tu Palabra y lumbrera a mi camino.” (Salmos 119:105). Dios promete darnos sabiduría si simplemente le pedimos oración, creyendo que Él lo hará. A veces sólo necesitamos pedir a Dios que nos de sabiduría para discernir su voluntad. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5). En Filipenses 4:6, Dios nos dice que podemos orar por todo. Dios nos ha dado el Espíritu Santo para que nos guíe. “Pero cuando venga el Espíritu de Verdad, él os guiará a toda la verdad.” (Juan 16:13a)

Debemos escuchar al consejo de mujeres y hombres santos que Dios ha puesto en nuestras vidas. Muchas veces el consejo de un padre, pastor, ministro de jóvenes, profesor de Escuela Dominical u otra persona madura es justo lo que necesitamos oír para decidir qué es lo que Dios quiere que hagamos. “El camino del necio es derecho en su opinión; mas el que obedece al consejo es sabio.” (Proverbios 12:15)

“Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman.” (Proverbios 15:22). La Biblia dice que hay una paz que viene cuando agradamos a Dios con nuestras vidas. Cuando decides entre dos alternativas por las que has estado orando, a veces una de las opciones te dará más paz. 

“Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposos y seguridad para siempre.” (Isaías 32:17). Debemos confiar en Dios en fe que Él hará su voluntad en nuestras vidas. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes sobre tu propia prudencia; reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.” (Proverbios 3:5-6). “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” (Filipenses 1:6). Dios nos ha dado dones y capacidades para usarlas en su servicio.

Dios siempre nos equipa para hacer lo que él nos llama a hacer. Si usted no es talentoso en cierta área, probablemente Dios no lo ha llamado a ministrar en esa área. Romanos 12:6-8. 1 Corintios12:1-11Efesios 4:11-13 para ver acerca de los dones.

Recuerde que el propósito definitivo de Dios para todos nosotros es que Él sea glorificado (1 Corintios 10:31) y que el evangelio y el reino de Dios se expanda (Génesis 50:20. Filipenses 1:12).

La confianza y seguridad del cristiano°


Salmo 78:7. A fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; que guarden sus mandamientos.

Dios es el que nos ha buscado para salvación y vida eterna, pero también para revelarnos su voluntad para nuestras vidas ¿En quién realmente estamos colocando nuestra confianza? Como cristianos nuestra mirada y nuestra confianza deben estar puestas en Dios y en su Palabra (la Biblia), que contiene el evangelio eterno de nuestro Señor Jesucristo.

Debemos tener muy claro que en nuestra condición espiritual nuestra fe es probada en todo momento a través de muchas situaciones y circunstancias. Sabemos por la revelación de la Palabra de Dios a través del Señor el Espíritu Santo que nuestra naturaleza pecaminosa y terrenal ha cambiado, pues hemos sido comprados por la preciosa sangre de nuestro Señor Jesucristo para hacernos parte de la familia de Dios. Dios tiene planes y propósitos para nuestras vidas y nuestro trabajo es realizarlos con la ayuda y la guía del Espíritu Santo. 

Jeremías 29:11-14. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.

Marcos 10:49. Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: TEN CONFIANZA; levántate, te llama.

Juan 15:16. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. Esto os mando: Que os améis unos a otros.

Juan 17. Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.

Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.

Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.

Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.

La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.

Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.

Isaías 30:15. Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza.

Salmos 94:22. Mas Jehová me ha sido por refugio, y mi Dios por roca de mi confianza.

Salmo 78:7. A fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; que guarden sus mandamientos.

Algunos años atrás, una revista para damas publicó los resultados de una encuesta. Ante la pregunta, ¿En quién confías?, las suscriptoras habían respondido de la siguiente forma. El cuarenta por ciento respondió que confiaba en un conocido presentador de noticias televisivas. El veintiséis por ciento respondió que confiaba en el papa. El seis por ciento respondió que confiaba en Billy Graham, el conocido evangelista. Solamente el tres por ciento respondió que confiaba en Dios. Interesantes los resultados de esta encuesta, ¿cierto? Y yo me pregunto: ¿en quién confiamos tú y yo? Hoy te quiero decir que el Señor es un refugio seguro en toda situación. Puedes confiar en el Señor siempre.

Para empezar, vamos a ver que:

El Señor es un refugio seguro ante la oposición.

La oposición es algo que todos experimentamos en algún momento. Alguien ha dicho que, si nadie se te opone, es porque no estás haciendo nada. Esto es aun más cierto cuando estamos en alguna posición de liderazgo, sea en el trabajo, en la sociedad o en la Iglesia.

El rey David conocía muy bien la oposición. Cuando aún era joven, fue escogido por Dios como sucesor a Saúl, quien se había rebelado contra Dios. David tuvo que esperar varios años para asumir el trono después de ser ungido. Durante este tiempo, el sirvió dentro del palacio, tocando música para calmar a Saúl. También se hizo amigo de Jonatán, hijo de Saúl. Con el tiempo, sin embargo, Saúl se volvió celoso de David, al ver que éste se hacía más popular que Saúl. Intentó matarlo en varias ocasiones, y David tuvo que huir. Imagina, por un momento, lo que pensaría David; sabía que Dios lo había escogido como rey, y sin embargo, tuvo que esconderse en el desierto para no morir. ¿Dudaría David de la protección de Dios en aquel momento? Veamos lo que él mismo escribió acerca de Dios.

Salmo 27:1-6. El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme? Cuando los malvados avanzan contra mí para devorar mis carnes, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, son ellos los que tropiezan y caen. Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza. Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo. Porque en el día de la aflicción él me resguardará en su morada; al amparo de su tabernáculo me protegerá y me pondrá en alto, sobre una roca. Me hará prevalecer frente a los enemigos que me rodean; en su templo ofreceré sacrificios de alabanza y cantaré salmos al Señor.

David nos presenta un gran ejemplo de confianza en el Señor. Para él, Dios era un baluarte. Era un refugio, un escondite frente a los ataques. Aunque lo atacaran, aunque hicieran guerra contra él, David estaría confiado en el Señor.

Es muy importante notar de dónde nacía la confianza de David. Nacía de su experiencia de la presencia de Dios. Su más profundo deseo era estar en la presencia de Dios. Su protección estaba en el tabernáculo de Dios, no de una forma literal, pues el tabernáculo era una tienda de campaña que no ofrecía ninguna protección física. Era la presencia de Dios que allí estaba. Como creyentes que vivimos de este lado de la cruz, tenemos una gran seguridad. La Biblia nos dice que cada uno de nosotros es templo del Espíritu Santo. 

La misma presencia de Dios en la que confiaba David está en cada uno de nosotros. Por eso, cuando enfrentamos la oposición, podemos estar seguros de que Dios está con nosotros.

Quizás tú te sientas atacado y rodeado de enemigos. Quizás enfrentes la oposición de algún compañero o familiar con quien antes contabas. La tentación que enfrentas es de arreglar la situación por tus propias cuentas. Quizás hayan chismeado de ti, y tú quieras también levantar chismes contra quienes te hicieron mal. Quizás te hayan maltratado, y la tentación que enfrentas es la de hacer que sufran como te han hecho sufrir. Quizás no sepas cómo saldrás de la situación en la que te encuentras. Puedes tener la seguridad de que el Señor es un refugio seguro ante la oposición.

Busca su presencia. No dejes de orar, no dejes de leer su Palabra, no dejes de buscar de El. En el templo del Señor encontrarás tu refugio. El te amparará, y a su debido momento, traerá tu liberación. El Señor es un refugio seguro ante la oposición. Podemos experimentar la protección de Dios también frente a la calamidad.

El Señor es un refugio seguro en el desastre.

Salmo 46:1-7. Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes. Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, la santa habitación del Altísimo. Dios está en ella, la ciudad no caerá; al rayar el alba Dios le brindará su ayuda. Se agitan las naciones, se tambalean los reinos; Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba. El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.

En este mundo, aun la naturaleza misma es rebelde. La tierra tiembla, el mar se eleva contra los poblados y la lluvia, que nutre la tierra, también trae inundaciones y tempestad. Con todos los avances científicos de los últimos siglos, aún no hemos llegado a controlar la naturaleza. Frente a la posibilidad de enfrentar un desastre en cualquier momento, la mayor parte de las personas prefiere vivir su vida, tratando de ignorar la posibilidad de que algo les suceda. Los que creemos en el Señor, sin embargo, tenemos buena razón para vivir confiados.

Este salmo nos muestra que, más allá de este mundo de peligro, existe un lugar de seguridad y de perfección. Está en la presencia de Dios. En la Biblia, se conoce por diferentes nombres. A veces se le llama Sión, la montaña de Dios. El libro de Apocalipsis lo presenta como la nueva Jerusalén, la ciudad celestial. Aquí se llama "la ciudad de Dios". Si hemos llegado a creer en Cristo, somos ciudadanos de aquella ciudad celestial. Pase lo que pase aquí en esta tierra, podemos tener la seguridad de que todo está bien en nuestra patria celestial, y que un día iremos a morar allí.

Tenemos también la seguridad de que Dios guiará nuestros pasos aquí en la tierra. El Señor cuida de los suyos de muchas maneras. Dios es capaz de cuidar de los suyos en cualquier situación. Aun en medio del desastre, de la catástrofe, del terremoto o la tormenta, Dios es fiel y poderoso para proteger a los suyos.

¿Vives atemorizado por lo que puede suceder? El Señor es un refugio seguro en el desastre. Confía en El. Estás en sus manos. El pondrá sus ángeles para protegerte. Nada te puede tocar que El no permita. Estás en las manos de un Dios amoroso y poderoso. Aun con esta seguridad, sabemos que algún día, de alguna manera, a todos nos tocará la muerte, a menos que Jesús regrese primero. Hay una realidad que debemos siempre de tener presente.

El Señor es un refugio seguro contra la muerte.

La muerte es el gran temor de la raza humana. Muchos consideran que la raza humana es única entre el reino animal, pues está consciente de su propia muerte. Los animales tratan de evitar la muerte por instinto, pero el ser humano sabe que un día morirá - y se preocupa por esta realidad. El temor a la muerte, sin embargo, no es algo que nos tiene que aprisionar. Podemos vivir confiados, sabiendo que la muerte ya ha sido derrotada, y que ya no tenemos qué temer.

Hebreos 2:14-15. Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso, él también compartió esa naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte —es decir, al diablo—, y librar a todos los que por temor a la muerte estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida.

Gracias a la encarnación de Cristo Jesús, la muerte ha sido vencida. Cuando Cristo se ofreció inocente en la cruz del Calvario, quebró el poder del diablo. Su poder es el poder de la muerte; al sufrirla voluntariamente, sin merecerla, Jesús invadió el territorio del enemigo para rescatarnos a nosotros. La muerte es un enemigo derrotado por Jesús. Podemos ser libres del temor a la muerte. Podemos tener la seguridad de que la muerte de nuestro cuerpo físico no será el final, sino que será la entrada a una vida mejor. Podemos saber que la muerte será la puerta a la presencia de Dios y una vida eterna con El.

Podemos tener la misma seguridad en el Señor. Él es un refugio seguro contra la muerte. Déjame preguntarte ahora: ¿te estás refugiando en el Señor? ¿Disfrutas de la seguridad y confianza que puedes tener en El? No permitas que el enemigo te robe la confianza y el gozo. Pon al Señor en primer lugar en tu corazón, y depende de El. 

Salmo 78:7. A fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; que guarden sus mandamientos.

Bendiciones.

Los dones espirituales y los dones ministeriales°



Romanos 11:29. Porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables.

Los dones del Espíritu Santo son regalos que otorga Dios en forma individual al cristiano para testificar, y así desarrollar el fruto del Espíritu Santo en favor de su iglesia. La predicación de Pablo o de Bernabé, entre otros, siempre iba acompañada de milagros, señales y prodigios. Hechos 14:1,3. Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos. Se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios.

En 1 de Corintios 2:4, vemos que Pablo no confiaba en su persuasión personal sino en el poder del Espíritu Santo, para que su ministerio fuera con ‘...demostración del Espíritu y de poder’. De hecho, la Iglesia no se puso en marcha en la conquista del mundo para Cristo hasta recibir poder de lo Alto. Jesús así lo prometió a sus discípulos justo antes de ser ascendido a los cielos: …recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hechos 1:8). Era necesario recibir el poder del Espíritu Santo (y eso implica el obrar en los dones del Espíritu), para cumplir con éxito con la Gran Comisión: Predicar el Evangelio a todos / hacer discípulos en el nombre de Jesús (Marcos 16:15; Mateo 28:19,20).

Nosotros hemos de buscar del Señor lo mismo hoy en día. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. Nada ha cambiado al respecto. Jesús dijo en Juan 14: 12, enfatizando: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre”.

El requisito indispensable: Poner fe. Para hacer estas obras, es necesario ‘creer en El’, eso implica creer de veras que Dios sigue obrando sobrenaturalmente hoy en día y a través del verdadero cristiano. Para hacer las obras de Jesús, e incluso obras mayores que las que Él hizo, es necesario que el Espíritu Santo tenga toda la libertad a través de nuestra fe práctica para manifestarse con poder. 

      
DONES
Ro. 12:3-8
1 Co. 12:4-11, 28-30
Ef. 4:7-12
Palabra de sabiduría
*
Palabra de ciencia
*
Fe
*
Sanidades
*
Milagros
*
Profecía
*
*
*
Discernimiento de  espíritus
*
Géneros de lenguas
*
Interpretación de lenguas
*
Apostolado
*
Enseñanza
*
*
*
Ayuda
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Administración
*
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Servicio
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Exhortación
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Repartimiento
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Presidencia
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Misericordia
*
Evangelización
*
Pastorado
*
                                                                              

Dios quiere que conozcamos acerca de los dones espirituales (Veamos en 1 Corintios 12:1,4,7,11)

1 Corintios 12:1; “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales”. En el original griego leemos: “Y acerca de las cosas espirituales, hermanos, no quiero que las desconozcáis”. “las cosas espirituales”, ‘pneimatikón’, en griego. Podríamos traducir ‘cosas espirituales’ o ‘asuntos espirituales’ por ‘dones espirituales’ o ‘dones del Espíritu’. (V. 4) “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo”: En el griego original, traducimos este versículo literalmente como: ‘hay diversidad de dones por el mismo Espíritu’. Es decir, que todos los dones proceden del mismo Espíritu Santo.

Estas manifestaciones del Espíritu Santo gozan tanto de diversidad  como de unidad. No todas tienen la misma importancia o propósito, aunque cada una de ellas nos es dada por el mismo y único Espíritu Santo. Como la salvación, los dones son obra de la gracia de Dios, por lo tanto el mérito no es de la persona que los recibe y usa, sino del Dador de éstos. Es el Espíritu Santo el que los da según Él quiere. (V. 7) “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho”: ‘Pero a cada uno le es dada...’: No hay acepción de personas; es para todos y cada uno de los hijos de Dios. ‘...la manifestación del Espíritu...’: ‘Manifestación’, del griego ‘fanérosis’: Significa evidencia, notoriedad, declaración ante todos, esclarecimiento. La manifestación del Espíritu es la obra del Espíritu puesta en marcha. Es el mismo Espíritu Santo obrando, y siempre es sobrenatural. El resultado es la adoración a Dios, y no la admiración de un don, y menos todavía la admiración hacia el creyente por el cual el Espíritu Santo se manifiesta.... para provecho: O, ‘lo provechoso’; es decir, para dar la gloria a Dios; para bendecir a los demás; para que la iglesia obtenga provecho.

Por lo tanto, ‘la manifestación del Espíritu’, es tan vital hoy, como lo fue en la época neotestamentaria. Hay que anhelar los dones, y abundar en ellos con el propósito de edificar la iglesia. Dice la Escritura en 1 Corintios 14:12¸ Así pues, ya que anheláis los dones espirituales, procurad abundar en aquellos que sirvan para la edificación de la iglesia.

Disponiéndonos a creer.

Para que el Espíritu se manifieste, será conveniente, que los hijos de Dios se dispongan a creer, recibir, y poner en práctica creyendo la manifestación del Espíritu Santo. No debemos contristar al Espíritu por la incredulidad, el temor al qué dirán o pensarán, testarudez, etc. Debemos ser vasos de barro; canales dispuestos a ser usados por el Espíritu Santo. La ‘manifestación del Espíritu’ hace manifiesta la presencia del Señor en la congregación. Así pues, la ‘manifestación del Espíritu’ es don por cuanto uno lo recibe, aunque en realidad es el obrar directo y poderoso del Espíritu Santo, por lo tanto nadie le puede manipular ni dirigir, aunque sí contristar.

El Espíritu Santo y uno mismo.

“Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” ‘Pero todas estas cosas las hace (las produce en griego) uno...’: Aquí entendemos la importancia del papel del creyente en cuanto a lanzarse en fe, así como su responsabilidad. Quiere esto decir que, aunque el Espíritu quiera traer un mensaje, si el que debe profetizar no abre la boca, el Espíritu Santo no podrá usarle; si el creyente no se lanza a orar en lenguas, el Espíritu no podrá edificar su vida o si el mensaje debe ser para todos, las vidas de los oyentes, a través de la interpretación, si el que debe darla no abre su boca, y así en adelante.

Si no oramos por los enfermos creyendo, ¿cómo se sanarán?, si no creemos que el Espíritu nos puede usar en palabra de ciencia o de sabiduría, ¿cómo se hará la perfecta obra de Dios?, etc. ‘...y el mismo Espíritu...’: Es el Espíritu, como vemos, quien hace la obra y la gloria es para Dios. ‘...repartiendo a cada uno en particular como Él quiere (o le place gr.): Es el Espíritu Santo quien escoge a quien usar porque la gloria es para Él. Sin embargo, cabe insistir en la importancia que tienen los ‘vasos de barro’ que somos cada uno de nosotros, de estar dispuestos, y más que de estar dispuestos a ser usados, a dar ese paso de fe como el que dio Pedro cuando por orden de Jesús salió de la barca y caminó sobre el mar (Mateo 14:28,29). 

El Espíritu Santo sólo puede usar a aquellos que se atreven a salir de la barca y caminar sobre las aguas. Recordemos, no obstante, que Pedro sólo salió de la barca cuando oyó que Jesús le dijo de salir, eso elimina toda presunción por nuestra parte. Sin embargo, a veces oiremos claramente la voz de Dios empujándonos suavemente a lanzarnos en las manifestaciones del Espíritu, pero otras veces no será tan claro; allí es donde aprendemos a base de pasar tiempo con el Espíritu Santo a discernir Su voz.

Muchas veces nos podremos equivocar en discernir, pero eso nunca deberá ser un motivo para desistir; todo lo contrario. Fijémonos en los pequeños que aprenden a caminar y se caen en sus primeros intentos. Por otra parte, esta constituye una buena escuela de humildad y de dependencia del Espíritu Santo. El Espíritu Santo lo coordina todo y actúa, y un don de uno, motiva a veces al don del otro. Cada uno acciona a través de la fe puesta en práctica. La decisión de rendirnos y que el Señor nos llene y nos de  sus dones es de cada uno de nosotros, ¿cuál será tu decisión?

Cinco premisas acerca de los dones.

1- Dios imparte los dones espirituales conforme a su gracia; no pueden ser adquiridos por mérito humano.

2- Dios imparte los dones de acuerdo a su propia discreción, no está limitado a los deseos humanos.

3- Dios desea que todo cristiano ejercite los dones espirituales, estas capacidades no están limitadas a ningún creyente.

4- Dios provee los dones por causa del ministerio y servicio de la iglesia; no son dados para atraer la atención hacia una persona o satisfacer su ego.

5- La intención de Dios es el que el ministerio de la iglesia sea ejercido a través de los dones espirituales.  

Acerca de los dones ministeriales.

Los ministerios de la iglesia son el equipamiento que dios le dio para cumplir su misión. La iglesia de cristo es una iglesia con propósito hacia sí misma: perfeccionar a los santos. Y con una misión: alcanzar al mundo con el evangelio del reino. Esta es una gigantesca tarea que requiere de fuerzas sobrehumanas para ser llevada a cabo. No es posible lograrlo sin la intervención divina; pero gracias sean dadas a Dios porque él dotó a la iglesia con su santo espíritu para que pueda alcanzar la meta.

El llamado es importante para el ministro; por cuanto su trabajo es de carácter espiritual, por ende, debe tener una capacitación espiritual para llevar a cabo su misión de forma efectiva. La capacitación de la que hablamos no puede obtenerse de fuentes humanas; sino por fuente sobrenatural y espiritual. La capacitación espiritual del ministerio pastoral, viene con la impartición de la unción del Espíritu Santo que se da en el llamamiento.

Efesios 4:11-16. "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros. A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera por todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado unido entre si por las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para irse edificando en amor."

El llamado del Pastor.

http://casadeoracioniglesiacristiana.blogspot.com.co/2015/07/el-llamado-pastoral.html

El ministerio pastoral se destaca por su amor y dedicación especial al cuidado de las almas. El Señor Jesucristo destaca esta característica especial del pastor cuando se identifica así mismo como tal. Veamos: "Yo soy el buen Pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas" (Juan 10:9). La figura o desempeño pastoral de Cristo le sirve de ejemplo y parámetro al ministerio pastoral de la iglesia. Lo anterior es cierto en todas las áreas del que hacer pastoral: Dedicación, esfuerzo, humildad, integridad, amor, benignidad etc.

La mies es mucha. Mateo 9:35-38.  Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.

El llamado del Maestro.

http://casadeoracioniglesiacristiana.blogspot.com.co/2015/07/el-llamado-del-maestro-en-construccion.html

Gran parte de su ministerio está encaminado a enseñarnos los principios del reino de Dios.

Jesús enseña en Capernaúm. Marcos 1:21-27. La Biblia de las Américas. Entraron en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo entrando Jesús en la sinagoga comenzó a enseñar. Y se admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Y he aquí estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios. Jesús lo reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! Entonces el espíritu inmundo, causándole convulsiones, gritó a gran voz y salió de él. Y todos se asombraron de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen.

La diferencia entre un ministerio ungido y la elocuencia de los escribas, se hizo evidente. El Señor Jesús tenía autoridad para enseñar, no era un maestro común, había un poder especial en sus palabras. Sus frases calaban profundo en sus corazones. Se maravillaban no solo de lo que decía, sino la forma en que lo decía. No era un simple expositor de verdades textuales, él era la autoridad que daba vida a sus palabras y no dependía de citar a maestros anteriores como los escribas.

El título de maestro fue usado en referencia a Jesús unas 45 veces en los evangelios, generalmente por sus discípulos. Jesucristo fue reconocido como maestro, el más prominente. "Nadie puede hacer las cosas que tú haces; Maestro (Juan 3:2). Él era objetivo en su enseñanza. Generalmente enseñaba sentado en a la barca, en el templo o igual en la hierba verde. La fuente de inspiración del ministerio del Maestro es Cristo, “He aquí yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe, y por maestro a las naciones” (Isaías 55:4), este texto define a Jesús en una faceta de su ministerio más fuerte, la de Maestro

El llamado de evangelista.

http://casadeoracioniglesiacristiana.blogspot.com.co/2015/07/el-llamado-de-evangelista-en.html

Los evangelistas son un regalo que Dios le da a la iglesia para conferirle poder y movilizar su misión de anunciar las buenas noticias de Jesucristo. Los evangelistas son la “fuerza” de las buenas noticias. Los evangelistas son los que comunican con claridad y de manera convincente que Jesús es el camino, la verdad y la vida. Los evangelistas son aquellos que ayudan a los que están sin Cristo a confrontar su necesidad frente al Salvador y a abrazar a aquel que puede librarlos de sí mismo.

El evangelista es alguien que es ungido para predicar el evangelio. Sus mensajes son diseñados para llevar a la gente al arrepentimiento y a la fe en el Señor Jesús. Dichos mensajes van acompañados por milagros que atraen la atención de los incrédulos y los convence de la verdad de su mensaje.

El evangelismo en su esencia no es un método, sino una pasión del alma del verdadero discípulo de Jesucristo. Claro, hay métodos de evangelismo. De hecho, cualquier evangelismo que se lleva a cabo es mediante algún método. En la Biblia encontramos a Jesús y a sus discípulos evangelizando usando varios métodos. Pero no es el método lo más importante. Es la condición del corazón.

El carácter de la persona que evangeliza es más importante que el método. Ahora,  debemos describir este carácter. Un principio de la vida cristiana es que la importancia de “ser” cristiano es aún más que la de “hacer” algo. Esto lo vemos en el fruto del Espíritu, que tiene que ver con lo que somos. El fruto es previo a los dones del Espíritu, porque no se pueden practicar los dones sin el fruto, o serían inútiles.

Para una persona dotada con el don de evangelismo, la necesidad urgente de evangelizar fluye de su interior como un río de agua viva. El ministro verdadero comparte el plan de salvación por medio del evangelio de nuestro Señor Jesucristo, como parte de su vida cotidiana, es algo natural que fluye de su corazón. Es un llamado especial que se cumple por un impulso interno. Pero no todos tenemos el don de ser evangelistas de masas. 

El llamado del profeta.


Es un vocero espiritualmente maduro, portador de un mensaje divino especial dirigido a una iglesia o al mundo.

El llamado de un profeta es dado solamente por el Señor. Fue su Espíritu Santo quien llamó y habló por medio de cada profeta del Antiguo Testamento (Hebreos 1:1. La Biblia de las Américas. Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas).
Nadie por decidirlo, o desear serlo, puede convertirse en profeta. Uno no puede heredar el manto de un profeta; no puede ser dado por una persona a otra, aunque un individuo puede ser el instrumento del Señor para tal cosa. No hay modo en que un individuo pueda convertirse en profeta por medio de la carne. 

El llamado del Apóstol.


El ministerio en realidad es una mezcla del propósito y llamado de Dios con nuestra respuesta y obediencia. El entendimiento de esto (de la soberanía de Dios y el libre albedrío) nos permite ser más eficaces en lo que Él nos ha llamado a ser y a hacer.

La palabra apóstol significa: Ser enviado con un propósito especial o con autorización oficial. En el nuevo testamento la palabra apóstol se usa de tres maneras. 1- Para designar a un enviado, delegado o mensajero. 2- Para referirse a los doce discípulos que el Señor Jesucristo escogió inicialmente de entre los israelitas. 3- Para designar de un modo general a maestros y misioneros.

Bendiciones.