Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Que es ser un cristiano bíblico: un discípulo de Jesucristo°


Juan 8:31-32. Jesús dijo: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. 

Que el Señor Creador de todo lo que existe, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, nos afirme en su Palabra y en sus caminos con la ayuda del Espíritu Santo en estos tiempos para comprender el propósito para cada uno de nosotros, nuestros deberes y responsabilidades ante Dios y los hombres. También el poder entender el lugar y lo que nos pertenece en Cristo.

Veamos primero que todo el significado bíblico de lo que es ser un cristiano. La palabra cristiano viene del griego jristianos, que a su vez proviene de jristos, "Cristo" o "Ungido". Por tanto, un cristiano es un seguidor de Cristo Jesús; la palabra se emplea como sinónimo de "discípulo".

Un cristiano es una persona que se reconoce pecadora, incapaz de ganar con sus méritos el perdón de Dios, pero que ha decidido reconocer que el sacrificio de Jesús le cubra sus culpas y recibe el galardón que Dios otorga a los santos, no por ser un santo sino porque ha sido santificado por la sangre de Jesús y vive procurando hacer la voluntad de Dios, plenamente seguro de que será salvo por el mérito de Jesucristo si se mantiene dejándose guiar por el Espíritu Santo de Dios que es esa fuerza que le ayuda a tomar la opción correcta cuando se le presenta una tentación.

Un cristiano verdadero, como persona, no es, necesariamente, mejor que otros que no son cristianos, es más, en muchos casos puede ser una peor persona, entonces, su aparente buena conducta, es el resultado de la influencia del Espíritu Santo de Dios en su vida, y, aunque las personas no lo consideren digno de ser cristiano, no pueden negar que es una persona diferente y que, sin ser mejor que otros, recibirá la vida eterna por haber creído a Jesucristo.

Entendiendo que creerle a Jesucristo implica reconocerse perdonado por todos sus pecados y que será ayudado en adelante para no pecar como lo hacía antes e incluso a levantarse de inmediato si comete un error porque su salvación es tan cierta como cierta es la palabra de Dios: El que cree en el Señor Jesucristo será salvo, no será tentado más de lo que pueda soportar y fiel es Dios para guardar sin caída a los que en él confían.

En la Biblia se emplea por primera vez el término "cristiano" en Hechos 11:26, donde dice: "A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía". En esta ciudad de Siria  había una iglesia muy dinámica, fundada por cristianos hebreos procedentes de Jerusalén y fortalecida por la predicación de Pablo y Bernabé, los cuales a su vez fueron luego comisionados como misioneros. Hechos 11:19-30. Hechos 13:1-3.

La palabra "cristiano" se aplica a los discípulos de Jesús solamente en otros dos pasajes más del Nuevo Testamento. Hechos 26:28. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano. 1 Pedro 4:16. Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello.

Jesús extendió una invitación para que se le siguiera. “Si alguien quiere venir en pos de mí —dijo—, repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento y sígame de continuo.” Mateo 16:24. Los verdaderos cristianos tienen fe absoluta en que Jesucristo es en un sentido especial el Ungido de Dios y su Hijo unigénito, la Descendencia Prometida que sacrificó su vida humana como rescate. También creen que resucitó y está a la diestra de Dios Padre, y que recibió autoridad para para establecer el reino de los cielos en medio de la humanidad a través de su iglesia con la ayuda del Espíritu Santo.

Mateo 20:25-28. Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

Mateo 28:18. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Lucas 24:46. Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día.

Juan 3:16. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Gálatas 3:16. Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.

Filipenses 2:9-11. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Hebreos 10:12-13. Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.

Para los cristianos la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, la verdad absoluta, provechosa para enseñar y disciplinar al hombre. Juan 17:17. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 2 Timoteo 3:10-17. Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor. Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

2 Pedro 1:21. Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

De los cristianos verdaderos se requiere más que simplemente confesar que tienen fe. Es necesario que la creencia se demuestre a través de una vida consagrada a Dios a través de la obediencia en amor. Juan 14:15. Si me amáis, guardad mis mandamientos. Romanos 10:10-11. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Santiago 2:17,26. Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

A pesar de nacer en pecado, los que llegan a ser cristianos se arrepienten, se vuelven, dedican su vida a la adoración y el servicio a Dios. Hechos 2:38. Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Hechos 3:19. Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Colocan su vida en armonía con los principios bíblicos dejando atrás su vieja manera de vivir.

Gálatas 5:19-25. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.

1 Corintios 6:9-11; Efesios 4:17-24; Col 3:5-10. “Que ninguno de ustedes —escribió Pedro a los cristianos— sufra como asesino, o ladrón, o malhechor, o como entremetido en asuntos ajenos.” 1 Pedro 4:15.

Los cristianos han de ser amables, de temperamento apacible, deben tener gran paciencia y dominio propio. Colosenses 3:12-14. Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.

Proveen para los suyos y cuidan de ellos, y además aman al prójimo como a sí mismos. 1 Timoteo 5:8. Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo; Gálatas 6:10. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe; Mateo 22:36-40. Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas; Ro 13:8-10. No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.

La principal cualidad por la que se ha de identificar a los cristianos verdaderos es el amor sobresaliente que se tienen entre sí. Juan 13:34,35. Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros; Juan 15:12,13. Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.

Los cristianos verdaderos imitan el ejemplo de Jesús, el Gran Maestro y el Hijo de Dios Padre. Juan 18:37. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz; Apocalipsis 1:5-6. Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén; Apocalipsis 3:14. Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto.

Otra de las características que identifican a un cristiano verdadero es el deseo de cumplir con el mandato de llevar el mensaje de salvación, el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, a las almas perdidas en todos los lugares de la las naciones de la tierra. Al llevarlo a cabo, los cristianos testifican públicamente, exhortando a las personas a huir del pecado y del mundo al depositar su esperanza y confianza en el reino de Dios. Marcos 16:15-20. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.

No hay duda de que estas son buenas nuevas, pero la proclamación de este mensaje les ocasiona gran persecución y sufrimiento, tal como le ocurrió a Jesucristo. Sus seguidores no son mayores que él; les basta llegar a ser como él. Hechos 5:42. Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre; Hechos 20:20-21. Y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo; Apocalipsis 18:2-4. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas.

Los verdaderos cristianos sufrirán persecución en medio de este mundo, pero esto es necesario pasar por esto para poder entrar en el reino de los cielos. Es comprensible que en el primer siglo estas personas —que tenían unos principios cristianos de moralidad e integridad tan elevados, y que, además, predicaban con franqueza y gran celo un mensaje tan emocionante— en seguida atrajeran la atención. 1 Pedro 4:16. Si alguno “sufre como cristiano —aconsejó Pedro—, no se avergüence, sino siga glorificando a Dios en este nombre”. Mateo 10:24-25; Mateo 16:21; Mateo 24:9; Juan 15:20; 2 Timoteo 3:12; 1 Pedro 2:21. Mateo 22:21; Juan 17:16; Romanos 13:1-7, y por eso el mundo los odia. Juan 15:19; Juan 18:36; 1 Pedro 4:3, 4; Santiago 4:4; 1 Juan 2:15-17.

Los viajes misionales de Pablo, por ejemplo, eran como un fuego del evangelio de salvación que se propagaba por ciudad tras ciudad —Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra, Derbe y Perga, en un viaje; Filipos, Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto, en otro— y que movía a la gente a reflexionar y tomar una posición con respecto a las buenas nuevas del reino de Dios. Miles de personas abandonaron sus organizaciones religiosas falsas, abrazaron el cristianismo de todo corazón y emprendieron con celo la actividad de predicar, en imitación de Cristo Jesús y los apóstoles. 

Esto hizo que fuesen objeto de odio y persecución, promovidos sobre todo por los líderes religiosos y los gobernantes políticos mal informados.

El cristianismo del primer siglo no utilizaba ni templos ni altares ni crucifijos, ni tampoco favoreció a eclesiásticos con títulos e indumentaria especial. Los cristianos primitivos no celebraban fiestas estatales y rehusaban prestar servicio militar. No obstante, como indicaba la carta de Plinio, no todos los que se llamaban cristianos demostraron ser tales cuando se les puso a prueba. Como se había predicho, el espíritu de la apostasía empezó a obrar durante el período apostólico. (Hch 20:29, 30; 2Pe 2:1-3; 1Jn 2:18, 19, 22.)

En los versículos que hemos estudiado hoy, Jesús nos está enseñando que si permanecemos en la Palabra de Dios y si nos mantenemos fieles a sus enseñanzas, es entonces cuando nos convertimos en sus verdaderos discípulos. 

El significado de un discípulo literalmente se traduce como “un aprendiz”… denota “el que sigue las enseñanzas de alguien”…. En términos bíblicos, un “discípulo” es un creyente que sigue las enseñanzas de Cristo y sigue Su ejemplo.

Así que el discipulado no es simplemente una decisión de la creencia en algún momento, sino un proceso continuo de seguir y obedecer. Esto significa que debemos leer su palabra con mucho cuidado y aplicarla a nuestra vida cotidiana. Se nos ordena abandonar cualquier enseñanza que no están de acuerdo con las palabras de Dios como Pablo advierte a Timoteo. “Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar. Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos.” 2 Timoteo 4:2-4.

El resultado de permanecer en la palabra de Cristo es la libertad, la libertad espiritual de la esclavitud del pecado. Juan 8:31-34. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.

Gálatas 5:1. Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud.

Ser sus discípulos y enseñar a otros a conocer la verdad es un proceso que no sucede de repente. Al obedecer la palabra de Jesús y continuar la búsqueda de sus verdades, vamos a empezar a mirarnos a nosotros mismos de manera diferente, no nos vemos más de la misma manera como en el pasado. Vamos a ver a la gente de manera diferente y las preciosas enseñanzas de Cristo cambiarán nuestro sistema de valor. Vamos a empezar a entender que “el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero.” (1 Juan 5:20)

La Verdad es un título para Jesús. Él dijo: Juan 14:6. Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre, sino por Mí. Y Él ha revelado Su verdad a través de Su Palabra. Conocer la verdad absoluta sólo es posible a través de una relación personal con Aquel que es la Verdad – Jesucristo. La verdad nos liberará y nos permitirá ser todo lo que estamos destinados a ser, ya que la verdad se usa en las Escrituras como un resumen de la vida piadosa, porque decir la verdad y ser honesto con uno mismo y con Dios, es la esencia del ser un discípulo de Jesucristo, que Dios quiere que seamos. 

Lucas 8:19-21. Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían llegar hasta él por causa de la multitud. Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.
Tenemos que entender que no es suficiente leer acerca de la verdad de Dios, debemos caminar en ella. Es sólo cuando recibimos la verdad, la amamos, nos aferramos a su enseñanza, y andamos por ella, que somos auténticos discípulos de Cristo.

Isaías 5:20-23. ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida; los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho!

Por sus frutos los conoceréis. Mateo 7:15-23. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

El Señor nos dice aquí que es por los frutos de amor y justicia de acuerdo a su Palabra, porque nuestra justificación delante del Padre Celestial es el gobierno del Señor Jesucristo en nuestros corazones y nuestras vidas, no por los dones, no por los ministerios, no por la determinada iglesia a la que se pertenezca, no por el dinero o los bienes materiales, no por la cantidad de conocimiento, no por nuestra educación, no por la familia a la que pertenezcamos, no por la posición social.

Bendiciones.

El poder de la alabanza en el cristiano°


Comienza a darle tu mejor alabanza y tu mejor adoración a Dios y veras el poder que fluirá en ti y muchas cosas ocurrirán en tu vida y en los demás.

Este pueblo he creado para Mí, mis alabanzas publicará. Isaías 43:21. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. 1 Pedro 2:9.


En estos últimos tiempos en todas las iglesias cristianas del mundo es muy normal hablar de la alabanza y de la adoración, pero es muy conveniente poder meditar de una manera más profunda sobre este tema, ya que al parecer, en el medio cristiano se habla mucho de ella, pero el sentido en que se usa se ha vuelto ligero y principalmente enfocado hacia el aspecto musical; ante esta situación es necesario estudiar y considerar su significado, su importancia en la vida del creyente, sus prácticas y sobre todo el impacto que debe producir en nuestras vidas.

La alabanza y la adoración a Dios es producto del trabajo del espíritu Santo en nuestra vida. Por eso la Palabra nos enseña a adorar a Dios en espíritu y en verdad. Juan 4:23-24. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

Alabar a Dios significa para el cristiano el reconocer y proclamar su grandeza Is. 12:4-6; Sal. 29:1; Sal. 96:1; Sal. 104:1; Sal. 145:1; Lc. 2:13-14, su bondad inagotable 1 Sam. 2:1-10; Sal 30:34, su fuerza salvadora y liberadora Éx. 15:1-21; Is. 25:15; Sal. 71; Sal. 146; Lc. 1:46-55, su amor y su fidelidad Sal. 89:1; Sal. 106:1; Sal. 107:1; Sal. 117:1.

De ahí que alabanza, adoración y acción de gracias sean conceptos profundamente afines. Lo específico de la alabanza es que se centra en Dios mismo más que en sus dones. Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios se hace visiblemente presente en Cristo; y a partir de este momento la alabanza a Dios se realiza en Cristo, con Cristo y por Cristo Lc. 2:13. Lc. 2:20; Lc. 18:36; Lc 19:37-38. Incluso Cristo en persona es objeto directo de esta alabanza Mt. 21:9; He. 19:17; Ap. 5:9.

La biblia enseña en el Salmo 22:3. Dios habita en la alabanza de su pueblo. La alabanza es la manera como nosotros expresamos a Dios nuestro agradecimiento por su misericordia a nuestro favor, en todo momento no importa las circunstancias que estemos pasando, si estamos en medio de pruebas, aflicciones, o de la bendición, debemos alabarle y ofrecer sacrificio de alabanza que broten de nuestros corazones y de nuestros labios ya que el gozo del señor es nuestra fortaleza. La biblia enseña que cuando lo alabamos obtenemos fortaleza para continuar.

Nehemías 8:10 b. No os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza. Hechos 16:22-28. Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí.

Este es uno de los pasajes poderosos que nos habla la Biblia, acerca del adorar y alabar a Dios no importando la situación en que nos encontremos. Pablo y Silas habían sido puestos en la cárcel por cumplir con el ministerio del Señor.  Dice la Palabra de Dios que fueron golpeados, torturados y encarcelados en una prisión, atados de manos y pies con cadenas y grilletes como criminales peligrosos, sin ninguna posibilidad de poderse mover ni mucho menos escapar.

Pero lo impresionante de esta historia era la libertad de espíritu que poseían estos siervos de Dios, que no importando el dolor de su cuerpo y todos los maltratos que recibieron, tenían un canto para Dios en medio de la oscuridad. Esto nos lleva a aprender cuales son esos principios que Dios nos enseña en su Palabra para poder superar una situación terrible a través de la alabanza a Él.

La Biblia toda está llena de explosiones de alabanza. Surgen espontáneamente del “sentimiento básico” de gozo que señala la vida del pueblo de Dios. Dios se complace y se deleita en las obras de su creación (Gn. 1; Sal. 104:31; Pr. 8:30–31), y toda la creación, incluyendo los ángeles, expresa su gozo en alabanza (Job 38:4–7; Ap. 4.6–11). También el hombre fue creado para regocijarse en las obras de Dios (Sal. 90:14–16) y cumple este propósito cuando acepta las dádivas de Dios (Ec. 8:15; 9:7; 11:9; Fil. 4:4,8.

La llegada del reino de Dios en medio de la humanidad está enmarcada por la restauración del gozo y la alabanza en el pueblo de Dios y en toda la creación (Is. 9.2; Sal. 96.11–13; Ap. 5.9–14; Lc. 2.13–14), anticipo de lo cual ya se tiene en el ritual y el culto del templo, en el que la alabanza surge del puro gozo que despierta la presencia redentora de Dios (Dt. 27.7; Nm. 10.10; Lv. 23.40).

La alabanza a Dios se rinde en la tierra por sus obras de creación y redención (Sal. 24; 136), siendo ella un eco en la tierra de alabanza en el cielo (Ap. 4.11; 5.9–10). En consecuencia, la alabanza es una marca del pueblo de Dios (1 P. 2.9; Ef. 1.3–14; Fil. 1.11). El rehusarse a darla es la marca de los impíos (Ro. 1.21; Ap. 16.9).

Pero con frecuencia también se ordena a los hombres alabar a Dios como un deber, y evidentemente en este caso la alabanza no puede depender del estado de ánimo, de los sentimientos o las circunstancias (Job 1.21). El “alegrarse delante de Dios” es parte del ritual ordenado para la vida cotidiana de su pueblo (Dt. 12.7; 16.11–12), en que los hombres se estimulan y se exhortan mutuamente a la alabanza.  Aunque hay salmos que expresan la alabanza del individuo, siempre se ha considerado que la alabanza se expresa mejor en el seno de la congregación (Sal. 22.25; 34.3; 35.18), donde la alabanza no sólo da honor y placer a Dios (Sal. 50.23), sino que también obra como testimonio de y ante el pueblo de Dios (Sal. 51.12–15).

Los levitas eran los encargados de elaborar los complejos preparativos para la expresión de la alabanza en el templo. Se utilizaban salmos en la liturgia y en las procesiones sagradas con “voces de alegría y de alabanza” (Sal. 42.4).  Probablemente el canto era antifonal y comprendía dos coros, o solista y coro. El baile, desde los tiempos más antiguos medio de expresión de alabanza (Ex. 15.20; 2 S. 6.14), también se utilizaba para este fin en el templo (Sal. 149.3; 150.4). El Sal. 150 proporciona una lista de instrumentos musicales que se utilizaban en la alabanza.

Los cristianos primitivos continuaron concurriendo al culto en el templo para expresar su alabanza (Lc. 24.53; Hch. 3.1). Pero al haber experimentado nueva vida en Cristo, era inevitable que dicha experiencia se expresase en nuevas formas de alabanza (Mr. 2.22). El gozo era el estado de ánimo dominante de la vida cristiana, y aunque no se describe o prescribe explícitamente la adoración y la alabanza formales que el mismo inspiraba, la razón es que en buena medida su práctica se daba por sentado.

Así como aquellos que experimentaron o fueron testigos del poder sanador y purificador de Cristo estallaban en alabanza espontáneamente (Lc. 18.43; Mr. 2.12), también en la iglesia apostólica hay frecuentes ejemplos de tales testimonios espontáneos, que se iban manifestando a medida que los hombres comenzaban a ver y comprender el poder y la bondad de Dios en Cristo (Hch. 2.46; 3.8; 11.18; 16.25; Ef. 1.1–14).

Muchas veces pensamos que solo debemos alabar a Dios cuando estemos bien y que Dios no nos debe exigir alabanzas a Él cuando estamos en medio de problemas, enfermedades, peligros, etc. Cuando amamos al Señor, nuestra vida gira toda en torno a Él. La alabanza a Dios no tiene que ver sólo con música, la alabanza a Dios es aquella gratitud que sale de lo más profundo de tu corazón por lo que Dios ha hecho en tu vida; que en todo tiempo quieres decirle a Dios cuanto le amas. Es entonces que las circunstancias de tu medio ambiente no interfieren en esa devoción hacia Dios.

El mundo tiene que escuchar nuestra alabanza a Dios. Muchas veces el mundo no se da cuenta de nuestra relación con Dios porque no la damos a conocer. Alabar y adorar a Dios en todo tiempo es una buena forma de testificarles a los demás quien es Dios y que es lo que hace Dios en nuestra vida.

Hay muchas personas a nuestro alrededor que están encadenadas, frustradas, tristes y lo que necesitan es conocer a ese Dios que puede transformar su ambiente y dar paz y gozo a sus vidas; con nuestra alabanza podremos comunicar el amor de Dios a esas personas. Cuando alabamos a Dios salimos de los límites naturales y entramos en el mundo espiritual, porque es la forma de comunicarnos libremente con Dios. Debemos entender muy bien este principio. Cuando alabamos y adoramos a Dios en espíritu y en verdad, entramos inmediatamente al mundo espiritual y removemos todas las fuerzas del diablo que atan la vida de las personas.

Es entonces que sucede lo sobrenatural, las vidas son liberadas y transformadas. Eso sucedió en aquella noche oscura, cuando Pablo y Silas comenzaron a alabar a Dios, su canto traspaso el mundo físico y sucedió un hecho sobrenatural; vino un terremoto que sacudió los cimientos de aquella prisión y rompió las cadenas de Pablo y Silas y de los demás presos.

Colosenses 3:16-17. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

La alabanza ha sido por generaciones una de las experiencias más maravillosas a través de la cual los creyentes de todas las generaciones, y los ángeles de los cielos también, han podido expresarle a Dios cuanto le aman y le exaltan. Toda la historia de la Biblia contiene episodios preciosos de alabanza y exaltación al Dios Todopoderoso; por ejemplo, Miriam y Moisés alabaron a Dios cuando Él abrió el Mar Rojo delante de ellos para librarlos de los egipcios: Éxodo 15:1-2. Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; Ha echado en el mar al caballo y al jinete. Jehová es mi fortaleza y mi cántico, Y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré.

Quizá uno de los pasajes más hermosos e impactantes del Antiguo Testamento que nos revelan el poder extraordinario de la alabanza se encuentra en 2 Crónicas 5, cuando Salomón ordenó que el arca fuera trasladada al templo. Después de haber construido el templo por siete años y seis meses, quedó terminado en el año undécimo de Salomón (959 a.C.). La dedicación se llevó a cabo durante la fiesta de los tabernáculos para estrenar el Templo.

Para un judío de la época, el templo de Jerusalén era muy importante por lo siguiente: El templo era el centro del culto en donde se convocaba a los hombres a adorar al único Dios vivo y verdadero a través de las generaciones. El templo era el símbolo de la presencia de Dios con su pueblo. El templo era el símbolo del perdón y de la gracia y recordaba la gravedad del pecado junto con la disponibilidad de la misericordia. El templo preparó al pueblo para el verdadero Cordero de Dios, Jesucristo que iba a quitar el pecado del mundo. El templo era el lugar de oración y exaltación a Dios por excelencia.

Durante esta dedicación del Templo, los levitas y sacerdotes se prepararon para alabar al Señor, avanzaron hacia la presencia de Dios con gran deseo de encontrarse con Él y esto produjo que la Gloria de Dios cayera sobre ellos en el templo.

2 Crónicas 5. Acabada toda la obra que hizo Salomón para la casa de Jehová, metió Salomón las cosas que David su padre había dedicado; y puso la plata, y el oro, y todos los utensilios, en los tesoros de la casa de Dios. Entonces Salomón reunió en Jerusalem a los ancianos de Israel, y todos los príncipes de las tribus, los jefes de las familias de los hijos de Israel, para que trajesen el arca del pacto de Jehová de la ciudad de David, que es Sión. Y se congregaron con el rey todos los varones de Israel, para la fiesta solemne del mes séptimo.

Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel, y los Levitas tomaron el arca: Y llevaron el arca, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios del santuario que estaban en el tabernáculo: los sacerdotes y los Levitas los llevaron. Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había reunido con él delante del arca, sacrificaron ovejas y bueyes, que por ser tantos no se pudieron contar ni numerar.

Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, bajo las alas de los querubines: Pues los querubines extendían las alas sobre el lugar del arca, y los querubines cubrían por encima así el arca como sus barras.  E hicieron salir las barras, de modo que se viesen las cabezas de las barras del arca delante del lugar santísimo, mas no se veían desde fuera: y allí están hasta hoy.

En el arca no había más que las dos tablas que Moisés había puesto en Horeb, con las cuales Jehová había hecho pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto. Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, (porque todos los sacerdotes que se hallaron habían sido santificados, y no guardaban sus turnos; y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán, y los de Jedutún, juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas:) Cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová: y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre: entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová. Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios.

Para desarrollar una vida de alabanza es importante en primer lugar prepararse para la alabanza. Dios demanda santidad, unidad, disciplina y orden en la vida de sus hijos. En segundo lugar debemos alabar a Dios sonando trompetas, cantando a una sola voz, dándole gracias, y declarando la Palabra de Dios. Como resultado, la Gloria de Dios cae sobre nuestras vidas para sanarnos, para liberarnos, para guiar nuestras vidas.

La alabanza trae consolación en los momentos difíciles. La alabanza tiene un poder unificador capaz de llenar toda nuestra vida. El poder de la alabanza es algo que como cristianos tenemos que conocer, alimentar nuestra fe y nunca dejar de creer en Dios. En la adoración y la fe viva hay mucho poder, más del que podemos imaginar, pero debemos venir ante Dios creyendo de todo corazón, pues hasta la duda es pecado porque implica falta de confianza en nuestro Señor.

Conocer el poder que hay en glorificar a Dios, es sumamente importante para cada cristiano, por lo que sin importar la situación del momento, nunca dejes de alabar y adorar a tu creador, pues él es merecedor de eso y mucho más. 

Bendiciones.

Pasando al otro lado°


Marcos 4:35-41. Aquel día, al anochecer, les dijo: Pasemos al otro lado. Y después de despedir a la multitud, le recibieron en la barca, tal como estaba. Y había otras barcas con él. Entonces se levantó una gran tempestad de viento que arrojaba las olas a la barca, de modo que la barca ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal; pero le despertaron diciendo: ¡Maestro! ¿No te importa que perecemos? Y despertándose, reprendió al viento y dijo al mar: ¡Calla! ¡Enmudece! Y el viento cesó y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis miedosos? ¿Todavía no tenéis fe? Ellos temieron con gran temor y se decían el uno al otro: Entonces, ¿quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?


La Invitación del Señor Jesucristo fue vamos al otro lado: Jesús estaba enseñando y predicando junto al mar. Había tanta gente que se subió a la barca y desde allí hablaba mientras la gente estaba en la orilla. Aquel día fue un día largo. Estaban cansados. Ya era tarde. Se podían haber quedado allí esa noche y al otro día salir para ir “al otro lado”. Jesús les hace una invitación, “Pasemos al otro lado.” Esta es una invitación muy extraña. ¿Por qué viajar por las aguas cuando todo está obscuro? Es más difícil ver hacia donde uno va, hay más posibilidad de que surjan problemas. La invitación hubiera tenido más sentido si Jesús hubiera dicho, “Pasemos al otro lado, mañana bien temprano.” ¿Cuál era la prisa de Jesús de salir del lugar de donde estaba?

No siempre entendemos las decisiones que Dios toma y la invitación que nos hace, pero podemos estar seguro que si Dios nos invita a tomar una decisión el estará con nosotros y que su invitación es para nuestro bien y no para nuestra destrucción. Podrá parecer que Dios no sabe lo que pide, o que nosotros tenemos un mejor plan. Si fuera yo, yo lo hubiera hecho de esta manera, decimos.

¿Cuál es la invitación que nos hace Jesús hoy a nosotros? Para algunos, la invitación es de confiar en Él y subirnos al barco, unirnos con él a través del bautismo. Entrar en una nueva experiencia con El. Si ya fuiste bautizado, podrá ser que Jesús te está invitando a que te atrevas a tomar un paso más cerca de él, de hacerte socio de Jesús en una nueva empresa ministerial.

Él te invita a que te subas a su barca en la parte más obscura de tu vida. No es que el solo te invita en ese momento, sino que sabe que en ese momento tú lo necesitas más. Los discípulos estaban quizá muy confiados en sí mismos que andaban que un rabino muy querido y famoso. Se jactaban de que eran parte del equipo ministerial de Jesús. Les gustó la atención que estaban recibiendo al ser parte del grupo de quienes hablaban con Jesús. Estaban siguiendo al Jesús que los hacía ver bien. Para ellos no había problemas, ellos creían que todo estaba bien, pero Jesús los conoce mejor que ellos se conocen a ellos mismos.

A veces creemos que todo nos va bien en la vida porque tenemos trabajo o por lo menos estamos sobreviviendo. Creemos que no estamos tan mal porque pues vamos a la iglesia, andamos cerca de Jesús, pero a veces estamos en peligro de perder a Jesús de vista cuando miramos nuestro lugar como Cristianos y no miramos al Cristo!

“Vamos al Otro Lado” es más que un cambiarse de un lugar a otro. Es una invitación a una experiencia de fe donde Jesús promete ir con nosotros venga lo que venga y donde podemos estar seguros que si Él nos invita a ir al otro lado, pues si le creemos llegaremos porque El no diría “vamos al otro lado” si no pretendía llegar al otro lado. Si no aceptamos la invitación de ir al otro lado pues nunca podemos llegar. Algunos creen erróneamente que pueden llegar solos. Dicen que quieren llegar al otro lado pero que tienen una mejor manera de llegar porque ir con Cristo es muy difícil o no se sienten dignos de ir en la misma embarcación con Cristo.

Satanás ha sido muy astuto en hacernos creer que el compromiso de ir con Cristo es más difícil y que nosotros podemos llegar al otro lado cuando nosotros pensamos que es el tiempo adecuado. Es en esos tiempos que se presentan muchas pruebas y dificultades pero que realmente son necesarias en la vida del creyente.

Hechos 14:22. Fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.

Mateo 7:24-27. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.

Lucas 22:31. Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.

Hay muchos sentimientos cuando aceptamos la invitación de ir “al otro lado” con Jesús. Quizá hay un sentir de nerviosismo, de temor por lo desconocido, algunos están contentos de que Jesús los invitó y viven emocionados. Hay tantas maneras diferentes de recibir la invitación. ¿Qué habrán sentido los discípulos? Eran pescadores casi todos así que quizá no estaban con temor. Quizá pensaron que era mejor esperar hasta mañana, quizá estaban emocionados por lo que había sucedido ese día y se sintieron invencibles. Quizá ninguno pensó que les hubiera caído encima una tormenta como nunca habían experimentado.

El versículo 37 dice que “se levantó una gran tempestad de viento y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.” Veamos la definición de lo que es una TORMENTAAcción violenta de la atmósfera, a menudo acompañado por la lluvia, el viento y el trueno. También se conoce como temporal, y puede significar en un sentido figurado lucha, la tribulación, el juicio, la aflicción en la vida del creyente.

Como mencionado antes, muchos de los discípulos sabían lo que era estar de noche en una embarcación, estoy seguro que habían tenido que enfrentar varias tormentas y ya tenían técnicas de cómo sobrevivir tales tormentas. Pero aparentemente esta tormenta era diferente. Ellos habían usado todos los recursos que tenían para evitar hundirse. Todas sus técnicas y experiencia habían fallado. Se dieron cuenta que sus esfuerzos humanos no eran suficientes para enfrentar la furia de la tormenta. Se cansaron, se frustraron, se enojaron, quizá a punto de darse por vencidos.

Nosotros no somos muy diferentes. Cuando viene la tormenta en nuestras vidas nos agitamos, nos llenamos de temor, tratamos de arreglar en problema por nosotros mismos, buscando soluciones humanas, buscando arreglar el problema con nuestra inteligencia, nuestra fuerza, nuestra experiencia, nuestra educación, nuestra inteligencia, pero nada de eso te va a salvar de un barco que se hunde y no puedes contra el viento que te azota.

Tu vida se está derrumbando, tu familia está en un desorden, tu vida personal está en caos, no eres seguro de ti mismo y tratas de sentirte mejor buscando soluciones humanas, el vacío continúa en tu vida a pesar de ayuda profesional, ayuda de tus amigos. Nada de eso vale a menos que te des cuenta que Jesús está contigo y que tienes que ir a Él.

Es cuando a muchas personas se preguntan lo siguiente en medio de las tribulaciones de la vida diaria ¿Dónde estás Dios cuando te necesito? En la barca el Señor Jesús se encontraba durmiendo estaba. Cuando despertaron al Señor le reclamaron ¿Acaso no te importa que nos estamos hundiendo? ¿No te importa que estamos a punto de morir y tu durmiendo? indirectamente se estaban quejando de Jesús. ¿Cuantas veces nos quejamos de Dios? ¿Por qué permitiste esto o aquello? ¿No ves que estoy sufriendo, que estoy desesperado?

Mientras Jesús dormía nadie lo llamaba, el viento, las olas rugían pero Jesús seguía durmiendo. Cuando uno de los discípulos le clamó a Jesús, fue entonces cuando despertó. La tempestad no hizo que Jesús se moviera, pero el clamor de uno de sus discípulos si lo movió a la acción. Por más que pareciera que Jesús no te oye, por más que pareciera que tus oraciones no llegan al cielo, si es seguro que el Dios Todopoderoso te oye y que se levanta para pelear por ti.

"Levantándose reprendió el viento." Aquí el evangelio nos presenta un escenario que no es extraño a ninguno, porque ¿Quién no ha estado en medio de una tormenta? Aun cuando los discípulos no ignoraban las posibilidades estaban en la disposición de obedecer la orden del Maestro. Nosotros, como ellos tenemos, la tendencia a poner los ojos en las olas y los vientos que nos amenazan y olvidamos dos factores de seguridad: La Palabra y la presencia de Jesús con nosotros.

La descripción del evangelista es que “se levantó una gran tempestad” cosa que era común en aquella región. ¿Cuántas veces no hemos sufrido la misma experiencia? Súbitamente nuestra plácida travesía se vuelve amenazante, nuestras circunstancias se tornan adversas y somos víctimas del pánico. Carecemos de poder sobre la adversidad pero sí podemos mantener la ecuanimidad sino perdemos la visión de los factores de seguridad: La Palabra y La Presencia.

El mismo Señor que nos invita a bogar con Él, prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin. Lamentablemente la adversidad pone a prueba nuestra fragilidad. Fuimos advertidos “en el mundo tendréis aflicción” pero no es agradable sufrir una tormenta. Es desconcertante atravesar por situaciones que ponen en peligro nuestras vidas y todo lo que amamos.

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33.

Desesperados por la situación los discípulos buscaron a Jesús quien dormía en la popa del barco como si no sintiera los vientos o la furia de las olas. Se acercaron al Maestro con una declaración fatalista “¿no tienes cuidado que perecemos? Obviamente habían olvidado cual fue la palabra dada por Jesús “Pasemos al otro lado” eso no quiere decir que no habrá tormenta en el camino pero no podrá destruirnos porque la meta es llegar al otro lado.

Turbados e intimidados por la crisis se olvidaron que tenían a su lado al que había mostrado ante ellos su poder y señorío por lo que no tenían nada que temer. Una vez todo en calma hay dos preguntas básicas: ¿Por qué tienen miedo? ¿Dónde está vuestra fe? Y asombrados por el milagro se cuestionaban ¿Quién es este que aun el viento y el mar le obedecen? No fuiste llamado a perecer en la tempestad sino a llegar al otro lado, y ninguna arma forjada contra ti prosperará.

Recuerda siempre la Palabra y no ignores la presencia del Señor Jesús. Recuerda en medio de tu situación que no estás solo, y no permitas que el miedo te paralice; Tú puedes llegar no importa la adversidad porque “Mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).  Solo levanta tu mirada por sobre la tempestad y no pierdas de vista tus factores de victoria: “La Palabra y la presencia” para poder llegar al otro lado.

Cada uno de nosotros se encuentra en una de estas situaciones: en medio de una tormenta, saliendo de una tormenta o entrando una tormenta. Hay tormentas de aguaceros, de nieve, de polvo, de granizo, de vientos. Hay tormentas eléctricas. Nadie está exento. La tormenta no hace acepción de personas. Muchas veces la tormenta es tolerable, o es de poca duración, y hallamos un lugar donde esperar su terminación. En la vida nuestra, hay tormentas que traen consecuencias y afectan mucho de lo que amamos. Seguimos los caminos de la vida con defectos, cicatrices, y sueños destruidos, pero todavía tenemos la vida. Aprendamos la lección servida por la tormenta.

Los beneficios de las tormentas. Entre lo que es conocido como regular y extraordinario, se encuentra algo que se llama "problema". No existe otra alternativa para llegar a ser un vencedor. Tenemos que pasar por la tormenta. La tormenta te ofrece una oportunidad para crecer. La tormenta nos lleva hacia otro mundo. La Tormenta nos lleva a depender de Dios, a reconocer su poder y su amor. La Tormenta es permitida para dar la Gloria a Dios, produce unidad, nos hace entender que no podemos hacer todo en nuestras fuerzas

¿Cómo puede un creyente saber si lo que está sucediendo en su vida es una tormenta o un problema trivial? Generalmente, cuando una persona se asusta con pequeños problemas, la sabiduría convencional dice que está haciendo una tormenta en un vaso de agua. Pero cuando las probabilidades se multiplican, no somos capaces de superar el desafío de las olas. Así que no tenemos otra cosa que escoger, debemos entregar nuestras vidas en las manos del Maestro.

Veamos algunas actitudes para derrotar las tormentas de la vida:

No ser dominado por el miedo (Isaías 21:4). El miedo tiene una base racional. Es una defensa de la psique (lo que sentir, hacer y pensar, lo que cada uno es) ser humano, porque la gente empieza a tener más cuidado con lo que puede salirse de control. Pero el miedo es incontrolable. El miedo provoca desequilibrios psicológicos, perdida de razonamiento lógico y neutraliza el potencial humano. La persona puede tener pánico, engaño y la ilusión. Muchas personas mueren en robos o cualquier situación peligrosa, porque ellos estaban dominados por el miedo.

Utilización del potencial humano al límite máximo. Los discípulos en el texto bíblico, comenzó a remar seis-siete de la noche, pero a la cuarta vigilia de la noche, cerca de la medianoche, todavía estaban en el mar. Los discípulos emplearon todo su potencial, eran el límite de sus fuerzas. El creyente debe usar su potencial al máximo para capear la tormenta (Josué 1:6; Eclesiastés 9:10).

No ceder. Los discípulos luchaban contra el viento, intentando llegar a la otra orilla. Si dejan de remar, acabarían en alguna playa o bien regresarían a su lugar de origen. Pero, en general, sus intenciones no eran simplemente llegar al otro lado de la orilla del lago. El creyente también debe esforzarse por alcanzar su victoria sobre problemas de la vida (2 Crónicas 15,7; 32,7).

Fe. Si hay una virtud que atrae la atención del Maestro, esta virtud es la fe. La Biblia relata el caso del centurión de Cafarnaúm (Mateo 8:5-13), la mujer cananea (Mateo 15:21-28), los hombres que llevaron al paralítico (Marcos 2:1-12), el flujo de sangre de la mujer, y Jairo (Marcos 5.21-43). La fe es la victoria que vence al mundo (1 Juan 5:4). Para el creyente que tiene fe, todo es posible (Marcos 9,23). Sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).

Veamos ahora tres acciones para derrotar las tormentas:

Clamar a Jesús. Los discípulos le dijeron en Marcos 4:38: "Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?" Y Pedro en Mateo 14:30, dice: "Señor, sálvame". Hay personas que, en tiempos de tormenta, no reclaman a la persona adecuada. No van a Jesús, al que nunca deja a nadie sin respuesta. Pero los discípulos si  clamaron a Jesús.

El permanecer en el lugar. A menos que Jesús Le pide que deje el barco, como le sucedió a Pedro (Mateo 14:29), la persona nunca debe abandonar el barco, aunque todo parece sumergirse. El creyente no puede tener miedo si vas a encontrar agua en la embarcación. Teniendo en cuenta todo lo que está sucediendo, el mejor lugar para estar todavía dentro de él.

Obedecer a Cristo. Los discípulos no salieron a dar un paseo recreativo. En Mateo 14:22, Jesús les ordenó que subieran a la barca y seguir adelante. En Marcos 4:35, el maestro envía a través hasta el otro lado. Los discípulos obedecieron el mandato de Cristo. Si el creyente obedece a Cristo, ninguna tormenta puede prevenir su trayectoria. Jesús dijo en Mateo 7:24 que todo el que oye sus palabras se compara a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Por otro lado, el que no obedece, se construye sobre la arena.

¿Por qué Dios permite la tormenta? El creyente tiene que luchar contra los dolores constantes de este mundo.

Para conocer los límites humanos. Cuando la persona se encuentra en medio de las bendiciones y victorias, fue ascendido en la empresa donde trabaja, corre el riesgo de pensar que ya no necesita la ayuda de Dios. Por diversas circunstancias de la vida, el hombre piensa que es importante. Sin embargo, en el Salmo 40:17, David, un rey rico y poderoso, se dio cuenta de que no era nada. Dios también creó una espina en la carne del apóstol Pablo para que no se vanaglorié (2 Corintios 12:7).

Para descubrir quién es Jesús. La tormenta que pasa en la vida del creyente es para conocer mejor quién es Jesús. El Señor Jesús es nuestro pozo de alivio en tiempos de luchas (Salmo 46:1). Sólo Él es la resurrección y la vida (Juan 11:25), es el camino (Juan 14:6), y en ningún otro esta  la salvación (Hechos 4:12).

Sólo el creyente con Cristo, confiando en Él, no se verá oprimido por las tormentas de la vida. Cristo prometió estar con su Iglesia hasta el fin de los tiempos.

Romanos 8: 28-39. Más que vencedores. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? 

Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Bendiciones.