Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

La restauración de Dios para la humanidad°



El Libro de Esdras narra los eventos ocurridos en la tierra de Israel durante el tiempo del regreso de la cautividad babilónica y los años subsecuentes, cubriendo un período de aproximadamente un siglo, comenzando en el 538 a.C. El énfasis en Esdras está en la reconstrucción del Templo. El libro contiene extensos registros genealógicos, principalmente con el propósito de establecer las reclamaciones al sacerdocio por parte de los descendientes de Aarón.

Esdras 3:11. Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová.

El Libro de Esdras es una crónica de esperanza y restauración para los cristianos cuya vida está cicatrizada por el pecado y la rebelión contra Dios, hay una gran esperanza en que nuestro Dios es un Dios de perdón, un Dios que no nos dará la espalda cuando lo busquemos quebrantados y arrepentidos. 1 Juan 1:9. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

El regreso de los israelitas a Jerusalén y la reconstrucción del Templo se repiten en la vida de cada cristiano que regresa de la cautividad del pecado y la rebelión contra Dios, y lo encuentra, dándole una amorosa bienvenida a casa. Sin importar cuánto hayamos estado ausentes, Él está listo para perdonarnos y recibirnos de nuevo dentro de Su familia. Él está dispuesto a mostrarnos cómo reconstruir nuestras vidas y resucitar nuestros corazones, donde está el templo del Espíritu Santo. Al igual que en la reconstrucción del Templo en Jerusalén, Dios supervisa el trabajo de renovación y re-dedica nuestras vidas a Su servicio.

La oposición de los adversarios de Dios para la reconstrucción del templo, despliega un patrón que es típico de aquel que es el enemigo de nuestras almas. Satanás usa a aquellos que parecen estar en sincronización con los propósitos de Dios para retarnos e intentar frustrar los planes de Dios. Esdras 4:2. Vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí. Describe el discurso engañoso de aquellos que dicen adorar a Cristo, pero cuya intención real es destruir, no construir. Debemos estar en guardia contra tales engañadores, responderles como lo hicieron los israelitas, y rehusar ser engañados por sus suaves palabras y falsas profesiones de fe.

Es indiscutible que Dios, el Dios de la Biblia, tiene trazado desde el comienzo de su creación, y que se encuentra delineado en cada página de la Biblia, un plan maestro para este planeta. Una muestra de este plan se halla en las palabras de Juan en Apocalipsis 13:8 que dicen: "Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del cordero que fue inmolado desde el principio del mundo." Todos sabemos que el Cordero de Dios es Jesucristo y que fue inmolado hace casi dos mil años, y aun mucho antes de la caída de los primeros padres. Así, en los planes de Dios, el Cordero había de ser sacrificado, y todo lo preconoció de antemano Dios, planeándolo cuidadosamente y desde la misma creación del mundo!

Nada escapa al conocimiento de Dios, por lo que el futuro no le es desconocido para Él. Dios supo que el hombre caería en pecado, pero simultáneamente planeó la redención del hombre con muchísima anticipación. Cristo, su Hijo Unigénito, sería quien cumpliría con este propósito y por eso permitió que naciera como hombre para enseñarnos, en suma, el camino para la salvación (Hebreos 5:8,9; 2:10)

Desde el principio el hombre ha desobedecido a Dios para seguir su propio camino, y ¿cuál ha sido el resultado? ¡La muerte! Dios no ha creado al hombre para que muera, sino para que viva para siempre en este planeta. La muerte, trágicamente, es nuestro peor enemigo que produce mucha tristeza a los vivos. Sin embargo, el sendero andado por la humanidad ha sido el errado, y el que le ha conducido hacia ese fin. Adán, el representante de la raza humana, transmitió el germen del pecado y la muerte a todos sus descendientes, y todos pecaron (Romanos 3:23).

El plan de Dios para el hombre era que este se multiplicara y llenara la tierra y la hiciera un verdadero paraíso, en donde el ser humano, hecho a la misma imagen y semejanza de Dios, disfrutara de toda cosa buena hecha para él y su descendencia (Génesis 1:28). 

La Biblia comienza diciendo: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1)Luego nos sigue diciendo que la tierra fue creada para que fuese habitada (Isaías 45:18). La palabra principio no nos dice cuando fue aquel principio, pero sin duda se refiere a un pasado sin fecha, cuando todo fue creado por Dios.

La palabra hebrea para crear es "bara", y en su propio y primario sentido significa aquel acto divino de la creación absoluta sin el uso de material preexistente. En otras palabras, Dios creó la materia "en el principio". Creó lo material de la nada con sólo ordenarlo. Lo visible de la creación fue hecho de lo que no se ve (Hebreos 11:3). El hombre fue creado en el "sexto día" después de los animales. Sin duda que la obra maestra de Dios en su creación fue el ser humano, pues fue hecho a la imagen y semejanza de Su Creador. A éste el Eterno Dios lo puso en la tierra no para que se quedara ocioso sino para que la "guardase", junto con la mujer a quien  el Eterno llamó "ayuda idónea", Eva. La orden de Dios era la de procrear y llenar la tierra con hijos y tuvieran dominio sobre las bestias del campo y labraran la tierra.

La Primera Ley Divina: de manera clara Dios le prohibió a la primera pareja humana que comieran de cierto árbol de "la ciencia del bien y del mal"Su violación sería la muerte. ¡Muerte física y espiritual! La primera pareja humana recibió una orden expresa de Dios: "De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día de que él comiereis ciertamente morirás." Esta fue la primera ley divina que debía ser obedecida, porque de eso dependía la vida. La obediencia de esa ley divina traería felicidad y paz con el Creador, y su violación, la ruptura con Él.

El Primer Pecado. Habiendo dado una ley suprema, su violación constituiría el pecado. La Biblia dice claramente que "Todo el que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4)La Biblia nos dice que Adán y su mujer desobedecieron a Dios y a Su ley, lo que significó su pecado y muerte. De este modo, por la necedad del hombre mismo, la muerte ha seguido reinando. El salario o pago del pecado no es otra cosa que la misma muerte (Romanos 6:23), y por eso todos moriremos algún día (Hebreos 9:27). Se puede decir que aquí finaliza el período de la inocencia a la vista de Dios.

La Repoblación de la Tierra después del diluvio a causa de la maldad de la humanidad de ese tiempo: Dios hace un pacto con Noé que ningún otro diluvio destruiría la tierra, y que todas las cosas serían sujetas a Noé y a sus hijos, y les instruyó para que "llenasen la tierra"Por vez primera la carne de animales fue permitido como alimento, y el concepto sagrado de la vida se hizo notar por la institución de la pena capital. Aquellos que derramaran sangre de hombre su sangre sería derramada. Como señal de las promesas del pacto Dios colocó en el cielo el arco Iris, una señal de su pacto con toda carne "por siglos perpetuos".

El mundo así tuvo un nuevo inicio, con la institución del gobierno humano, siendo el hombre el responsable de gobernar al mundo para Dios. Los hijos de Noé empezaron a multiplicarse y llenar la tierra. Pero no pasó mucho tiempo antes que ellos vieran abundar la maldad, y a los hombres y naciones en abierta enemistad con Dios. Los 3 hijos de Noé fueron: Sem, Cam, y Jafet. Con estos 3 hombres se volvió s llenar la tierra, la cual, poco después se corrompió, y renació el antagonismo entre las simientes opuestas. Para no ser esparcidos construyeron una torre en el llano de Sinar.

Ante este desafío constante, Dios decidió confundir las lenguas de los edificadores de la torre. Hasta ese momento la tierra sólo habla un idioma, pero ahora los hombres empezaron a hablar muchos idiomas y dialectos lo que les obligó a esparcirse por toda la tierra. Actualmente es un hecho establecido que los varios idiomas existentes pertenecen a 3 grandes grupos: Los Arios, los semitas, y los Turianos, correspondientes a los 3 hijos de Noé: Jafet, Sem, y Cam.

El Tiempo de la Promesa: la idolatría, ésta se esparció rápidamente sobre la tierra, deshonrando a Dios y degradando al hombre. En consecuencia Dios dispuso separar una familia de todas las familias de la tierra, para que por medio de ella, Él pudiera preservar la religión pura y sin mácula. El elegido fue Abrahamque nació en Ur de Caldea, de donde fue llamado por Dios. Las gentes de su época y lugar eran idólatras, aún su propio padre Taré, estaba manchado con la maldición. Dios mandó a Abraham que dejase su país y su parentela y fuese al lugar que le sería mostrado. El mandato fue acompañado con una promesa y un pacto. El llegaría a ser una gran nación, un gran nombre, la tierra de Canaán sería la posesión eterna de su descendencia. 

Esto indicó un nuevo comienzo para el Reino de Dios, porque el llamado de Abram, Dios comenzó a preparar el mundo para el redentor prometido, "la simiente de la mujer". De entre un mundo corrompido para que mantuviese la pureza de la fe, y de la profesión de fe verdadera, y que a través de él nacería "La Simiente Prometida" que aplastaría a Satanás y sus huestes. La promesa que Dios hace con Abraham tenía que ver con la posesión de una tierra y en ella hacer crecer una gran nación. Génesis 12;2,3 podemos leer de esa estupenda promesa de esperanza para la humanidad. De allí se lee: "Y haré de ti una gran nación, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra" En Génesis 13:15 le sigue diciendo: "Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre".

En Génesis 15:18 Dios hace un pacto con Abraham, un pacto que nadie lo invalidaría y que dice: "En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eúfrates". Así, Dios hizo a Abraham una promesa y un pacto que pocos hoy han llegado a comprender en su profunda dimensión espiritual como material. Aquí se ve como Dios quiso y quiere la bendición para la humanidad, y de hecho que se cristalizará por la línea de Sem, uno de los tres hijos de Noé, de quien se trazaría la venida de "La Simiente Prometida" para la redención de la humanidad y su posterior bendición perpetua.

Habíamos visto en Génesis 15:18 que Dios hizo un pacto con Abraham, en el sentido que su descendencia heredaría la tierra prometida. Ahora bien, ¿Quién es la simiente o descendencia de Abraham? Más tarde, el apóstol Pablo revelará que la descendencia de Abraham es Cristo mismo. Veamos lo que nos dice Pablo en Gálatas 3:16,29: "Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes como si fueran muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo". Pero ahora nos preguntamos, y los cristianos verdaderos, ¿qué heredarán? El verso 29 tiene la respuesta final: "Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa". 

El Reino de Dios: se inauguró cuando los israelitas sustituyeron a los Jueces por los reyes semitas, siendo el primero, Saúl. La primera vez que encontramos la frase "Reino de Dioses en 1 Crónicas 28:5 y que dice: "Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel". Por intermedio de los reyes semitas, Dios gobernaba al pueblo, pero por sus rebeliones, Él decidió suspender la monarquía Davídica HASTA LOS TIEMPOS DE LA RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS, pronunciadas por los profetas antiguos (Hechos 3:19-21).

El Evangelio de Jesucristo. Muchísimos cristianos no han llegado a saber exactamente para qué Cristo vino hace dos milenios. En primer lugar, San Pablo nos dice: "Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres." Sí, Jesús vino a decirnos que Su Padre cumplirá todas las promesas tarde o temprano (Romanos 15:8).

El Señor Jesucristo nos dice para qué Dios Padre le envió a este mundo malo y perverso. En Lucas 4:43 encontramos una clara confesión de Jesús que debemos grabar todos los creyentes en nuestra mente: "Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, porque para esto he sido enviado." Sí, Jesús vino a cumplir con una ordenanza del Padre, y ésta era, la de proclamar las Buenas Nuevas del Reino de Dios. Por cierto que para poder participar de ese reino, el hombre tenía que convertirse, y para ello debería de aceptar el sacrificio de Cristo por él. Por tanto, Jesús también vino a morir por los hombres para abrirles el camino al reino de Dios (Marcos 1:1,15,16).

¿Cuál es la importancia del evangelio del reino? La respuesta es que trae SALVACIÓN a los hombres. En Romanos 1:16 Pablo dice que el evangelio es poder de Dios para salvación a todo aquel que lo cree, sea Judío o no Judío.

No sólo fue Jesús quien se dedicó a la evangelización, enseñando el reino de Dios, sino también todos sus discípulos. Uno podrá leer por los diferentes libros del Nuevo Testamento, que el reino de Dios fue el mensaje central de Cristo y sus seguidores. El Evangelista Marcos habla que Cristo empezó su ministerio anunciando el evangelio del reino de Dios. Igual lo hicieron sus apóstoles (Lucas 8:1; 9:1,2). Posteriormente Pablo hará lo mismo en su evangelización internacional (Hechos 19:7; 20:25; 28:23,30,31)Y Jesús afirma que ese mismo evangelio del reino será predicado por su iglesia hasta su regreso en gloria (Mateo 24:14).

Teniendo en cuenta el estudio que hemos hecho es muy importante para cada uno de nosotros como cristianos o discípulos del Señor Jesucristo que entendamos nuestro papel dentro de los planes de Dios para la humanidad, que no estamos en la tierra por casualidad, que no estamos en la nación y ciudad dónde estemos viviendo por las cosas de la inercia de la naturaleza. Estamos para cumplir propósitos y planes divinos de parte del Padre Celestial. 

Jeremías 29:11-14. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.

La invitación de nuestro Padre Celestial es que seamos parte importante para que el Reino de los cielos se establezca en nuestras vidas y las de la humanidad a través del Señor Jesucristo y el Espíritu Santo. Romanos 8: 19-23. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.

El Espíritu Santo, quien es nuestro ayudador, nuestro consolador, nuestro maestro y nuestro guía, nos impulsa a no quedarnos en las sombras del evangelio sino a buscar la luz de Dios para de esa manera crecer espiritualmente y poder brillar para que otros vean la luz de Cristo a través de nuestras vidas. La intención de Dios siempre ha sido darnos crecimiento, y acercarnos más a su reino, sin embargo, esto será difícil y tardado si nosotros nos ocupamos más en servir a la carne que a su espíritu.

El colaborador debe caminar al paso de Dios: El colaborador de Dios debe aprender a sincronizarse con el paso de Dios. Debe estar atento a su voz y trabajar a la velocidad y al tiempo que Dios determine. 1 Corintios 3:6-9. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

Desde que inició su ministerio, el Señor Jesucristo, busco personas que continuaran predicando el evangelio después que él regresara a los cielos. 

Marcos 16:14-18. Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

Pablo fue llamado a predicar el evangelio por todas partes, fue así como fundo la iglesia en Corinto. Uno es el que planta la semilla del evangelio en el corazón de las personas y otro es el que riega o alimenta aquella semilla, pero muchas veces nos olvidamos que quien da el crecimiento es Dios y solo Dios. Dice la palabra que constituyo a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros; y dice que lo hizo para perfeccionar a los santos, para la edificación del cuerpo de Cristo. (Efesios 4:11-12).


Debemos ser conscientes de cuán importante es el llamado a la santidad dentro de nuestra relación con Dios, así como para servir dentro de algún ministerio en la iglesia del Señor, un concepto que muchos piensan que es algo limitado a algunas personas, pero se trata, más bien, de una cualidad que da Dios a todo el que llama hijo, un don del Espíritu, la fuerza de voluntad que procede de Dios para la vida espiritual que va de la mano del Dios vivo, la cual se convierte en plataforma de otra vida, la vida exterior del cristiano, la que produce los frutos del Espíritu. La primera vida es para uno mismo con Dios, la segunda vida es para el prójimo con Dios.  Bendiciones.

Andando en el amor de Dios°


Romanos 5:5. Nueva Biblia Viva (NBV). Y esa esperanza nunca nos defrauda, pues Dios lleno nuestros corazones de su amor por medio del Espíritu Santo que el mismo nos dio.

Hoy vivimos en tiempos tormentosos y llenos de peligros, pues el mundo va de mal en peor. Pero existe un refugio seguro, un refugio que nos protegerá de cualquier daño permanente. ¿Cuál es? Fíjese en lo que dice la Biblia: dice al Señor: “Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!” Salmo 91:2 (VDHH).

¿Cómo haremos de Dios nuestro refugio? El Creador y Soberano del universo, puede ser nuestro refugio. ¡Qué gran bendición! Él es mucho más poderoso que cualquier persona o cosa que nos amenace. Y aunque se nos lastime, Dios puede reparar todo el daño que recibamos, así que Confiando en él. ¿Cómo  haremos de Dios nuestro refugio? Además, la Biblia nos hace esta invitación: “Manténganse en el amor de Dios” (Judas 21). Así es, tenemos que permanecer en el amor de Dios y seguir muy unidos a nuestro Padre celestial. Si así lo hacemos, podemos estar seguros de que él será nuestro refugio. Pero ¿cómo conseguiremos tener una relación tan afectuosa con el Creador?

1 Corintios 13 (VLS). Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas. Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás. El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie. No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad.

El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo. Sólo el amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hable de parte de Dios, ni se hable en idiomas extraños, ni sea necesario conocer los planes secretos de Dios. Las profecías, y todo lo que ahora conocemos, es imperfecto. Cuando llegue lo que es perfecto, todo lo demás se acabará. Alguna vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo de entender las cosas, y mi manera de pensar eran los de un niño. Pero ahora soy una persona adulta, y todo eso lo he dejado atrás. 

Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara, como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo a oscuras. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco de manera imperfecta; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo como él me conoce a mí. 

Hechos 5:29. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. ¿Qué significa amar a Dios? ¿Cómo podemos permanecer en el amor de Dios? ¿Cómo recompensará Dios a los que permanecen en su amor? ¿Se refugiará usted en Dios en estos tiempos peligrosos? ¿Dónde podemos hallar un refugio seguro?

Reflexionemos en el amor que Dios nos tiene y correspondámosle como nos lo ha enseñado. Juan 14:15. Si me amáis, guardad mis mandamientos. ¿Cuáles son algunas pruebas del amor que Dios nos tiene? Dios nos ha demostrado su amor de diversas maneras. Veamos cuáles son, pues repasarlas nos ayudará a permanecer en el amor de Dios. Sabemos que Dios es el Autor de la Biblia, en la cual nos dice cómo se llama y qué cualidades tiene. Las Escrituras explican que él envió a su querido Hijo a la Tierra y que permitió que sufriera y muriera por nosotros. 

Juan 3:16. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. De este modo nos hizo un regalo muy generoso, gracias al cual tenemos la esperanza de un magnífico futuro.

Este futuro también depende de algo más que Dios ha hecho. Dios ha establecido un gobierno celestial, el Reino mesiánico. Este Reino pronto acabará con todos nuestros sufrimientos y convertirá la Tierra en un paraíso. ¡Qué maravilla! ¡Por fin seremos felices y viviremos para siempre en paz! Salmo 37:29. Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella. Y ahora, mientras esperamos ese día, los consejos de Dios nos ayudan a vivir del mejor modo posible. El Señor también nos ha dado otro regalo: la oración, la cual nos permite comunicarnos libremente con él. Estas son tan solo unas cuantas pruebas del amor que Dios siente por nosotros y por el resto de la humanidad.

¿Cómo pudiera usted responder al amor que Dios le ha mostrado? Ahora, debemos hacernos una pregunta importante: “¿Cómo responderemos al amor de Dios?”. Probablemente, muchas personas contesten: “Amando a Dios”. ¿Piensa usted así? Jesús dijo que el mayor mandamiento es este: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.” Mateo 22:37. 

Ahora bien, para amar a Dios con todo el corazón, alma y mente, ¿basta con tenerle afecto? Para amar a Dios: La Biblia muestra que amar a Dios significa mucho más que sentir afecto por él. De hecho, aunque ese sentimiento es muy importante, es tan solo el comienzo del verdadero amor a Dios. Para entenderlo mejor, veamos la siguiente comparación: si usted quisiera una manzana, ¿se conformaría con que le dieran una semilla de esa fruta? Claro que no. Es cierto que la semilla es esencial para que crezca un manzano, pero lo que usted quiere es el fruto. Lo mismo ocurre con el afecto que sentimos por Dios: al igual que la semilla, tiene que desarrollarse y dar fruto. 

La Biblia enseña: “Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son gravosos”, es decir, no son una carga (1 Juan 5:3). Así, el verdadero amor a Dios debe producir buenos frutos, debe expresarse con hechos. 

Mateo 7:16-20. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.

¿Cómo demostramos que amamos a Dios y que agradecemos lo que él ha hecho por nosotros? Demostramos que amamos a Dios cuando obedecemos sus mandamientos y ponemos en práctica sus principios. Eso no es muy difícil, pues las leyes de Jehová no son una  carga. Al contrario, están pensadas para que seamos felices y disfrutemos de la vida. 

Isaías 48:17-18. Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir. ¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar. 

Cuando dejamos que Dios nos guíe, demostramos que agradecemos mucho todo lo que él ha hecho por nosotros. Es una pena que tan poca gente tenga esa actitud. Nosotros no queremos ser desagradecidos, como algunas personas del tiempo de Jesús. En cierta ocasión, Cristo curó a diez leprosos, pero solo uno fue a darle las gracias. 

Lucas 17:12-19. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado. 

Seguramente queremos ser como esa persona, y no como las otras nueve, que no mostraron el menor agradecimiento.

¿Por qué es importante seguir adquiriendo conocimiento de Dios? Conocer bien a Dios es un paso importantísimo para acercarnos más a él. Es un proceso que nunca  debería terminar. Imagínese que se encuentra en el monte, en una noche muy fría, y que ha encendido una fogata para calentarse. ¿Dejaría que las llamas se fueran apagando poco a poco? De ningún modo. Seguro que iría añadiendo leña para que el fuego siguiera ardiendo, ya que de ello depende su propia vida. Pues bien, tal como la leña alimenta el fuego, el “conocimiento de Dios” mantiene vivo el amor que sentimos por Dios. 

Proverbios 2:1-5. Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios. El amor a Dios es como un fuego: hay que alimentarlo para que no se apague.

¿Qué efecto tuvieron las enseñanzas de Jesús en sus discípulos? Jesús quería que sus seguidores mantuvieran muy vivo su amor por el Padre Celestial maravillosa. Después de resucitar les explicó a dos discípulos suyos algunas profecías de las Escrituras Hebreas que él había cumplido. ¿Qué efecto tuvo aquello? Más tarde, los discípulos dijeron: “¿No nos ardía el corazón cuando él venía hablándonos por el camino, cuando nos estaba abriendo por completo las Escrituras?” Lucas 24:32.

En el caso de la mayor parte de la humanidad, ¿qué ha pasado con el amor a Dios y a la Biblia? ¿Cómo podemos impedir que se apague nuestro amor? Cuando usted iba aprendiendo lo que enseña realmente la Biblia, ¿verdad que también le ardía el corazón, lleno de alegría, entusiasmo y amor a Dios? Seguro que sí. A muchos les ha pasado lo mismo. Lo difícil ahora es mantener vivo ese amor y lograr que crezca. No queremos seguir la tendencia que Jesús predijo que habría en el mundo de hoy: Mateo 24:12. Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.

¿Cómo puede usted impedir que se enfríe el amor que siente por Dios y por las verdades de la Biblia? Continúe adquiriendo conocimiento de Dios Padre, de Jesucristo y del Espíritu Santo. Juan 17:3. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. ¿Por qué es importante orar para mantener vivo nuestro amor a Dios? Otra manera de mantener vivo el amor a Dios es orando con regularidad. 1 Tesalonicenses 5:17. Orad sin cesar. 

Adorar a Dios produce gozo. Las relaciones con nuestros semejantes se estrechan al comunicarnos con ellos con frecuencia y de forma sincera. De igual modo, nuestra relación con Dios seguirá viva si le oramos constantemente. Debemos esforzarnos por no hacer oraciones mecánicas; no queremos repetir siempre lo mismo sin pensar en lo que decimos. Debemos hablarle a Dios como hablaría un niño con su amado padre. Claro está, queremos dirigirnos a él con respeto, pero abierta y sinceramente, desde el corazón. 

Salmo 62:8. Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio. 

Así es, para adorar a Dios es muy importante que tengamos un estudio personal de la Biblia y que le oremos con franqueza. De este modo será más fácil que permanezcamos en el amor de Dios. 

¿Por qué debemos ver la predicación del Reino como un privilegio y un tesoro? El estudio de la Biblia y la oración son formas de adorar a Dios que generalmente realizamos a solas. Hablemos ahora de algo que realizamos cuando estamos con otras personas: conversar sobre lo que creemos. ¿Ha hablado usted ya con alguien sobre las enseñanzas de la Biblia? En ese caso, ha disfrutado de un privilegio maravilloso. 

Lucas 1:74-75. Que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. 

Cuando hablamos de lo que hemos aprendido acerca de Dios, cumplimos una misión muy importante que han recibido todos los cristianos verdaderos: predicar las buenas nuevas del Reino de Dios. 

Mateo 24:14. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. 

Mateo 28:19-20. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

El apóstol Pablo estimaba tanto la labor de predicar que dijo que era un tesoro. 2 Corintios 4:5-7. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros. 

Hablar de Dios y sus propósitos es el mejor trabajo que hay. Por un lado, se hace para servir al mejor jefe de todo lo creado, y por otro, da los mejores  beneficios. Cuando predicamos, ayudamos a las personas sinceras a acercarse a nuestro Padre celestial y a entrar en el camino que lleva a la vida eterna. ¿Podría otra labor producir más satisfacción? Además, al dar testimonio de Dios y su Palabra, crecen nuestra propia fe y nuestro amor a  Dios. Y el Señor valora los esfuerzos que hacemos. Hebreos 6:10. Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. Como vemos, mantenernos activos en esta obra nos ayuda a permanecer en el amor de Dios. 1 Corintios 15:58. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

¿Por qué es la predicación una obra urgente? Es importante recordar que la predicación del Reino es una obra urgente. La Biblia dice que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 2 Timoteo 4:2. ¿Por qué es esta obra tan urgente hoy día? Por lo que nos dice la Palabra de Dios: Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente. Sofonías 1:14. Así es, se aproxima rápidamente el día en el que Jehová destruirá a todo este sistema de cosas. 

¡La gente tiene que saberlo! Tiene que entender que ahora es el momento de obedecer a Dios como su Soberano, pues el fin. Habacub 2:3. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.

¿Por qué debemos adorar a Dios públicamente junto con los cristianos verdaderos? Dios quiere que lo adoremos públicamente junto con los cristianos verdaderos. Por eso, su Palabra dice: Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras. No dejemos de reunirnos, como acostumbran algunos, sino animémonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca. Hebreos 10:24-25. NVI. Cuando asistimos a las reuniones cristianas con nuestros hermanos en la fe, tenemos una oportunidad magnífica de alabar y adorar a nuestro querido Dios. También nos fortalecemos y nos animamos unos a otros.

¿Qué podemos hacer para fortalecer los lazos de amor en la congregación cristiana? Cuando nos reunimos con otros siervos de Dios, estrechamos los lazos de amor y amistad en la congregación. Es importante fijarse en las buenas cualidades de los demás, tal como Dios se fija en las nuestras. No espere que sus hermanos espirituales sean perfectos. Recuerde que todos cometemos errores y que cada uno progresa espiritualmente a un ritmo distinto. 

Colosenses 3:12-17. Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. 

Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Busque la amistad de quienes aman a Dios con todas sus fuerzas, y verá cómo crece su espiritualidad. Si adora a Dios con sus hermanos y hermanas espirituales, le será más fácil permanecer en el amor de Dios. Veamos ahora cómo recompensa el Señor a quienes lo adoran fielmente y permanecen en su amor.

La recompensa que Jehová da a sus siervos fieles es la vida, pero ¿qué clase de vida? La mayoría de nosotros diría que ya estamos vivos, pues al fin y al cabo, respiramos, comemos y bebemos. En nuestros mejores momentos, incluso puede que digamos: “¡Esto sí que es vida!”. Sin embargo, la Biblia indica que, en cierto sentido, hoy día ningún ser humano está realmente vivo. Dios quiere que usted disfrute de “la vida de verdad”. Y usted, ¿lo logrará? 1 Timoteo 6:19. Atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.

¿Por qué es esencial permanecer en el amor de Dios? Cada uno de nosotros hace bien en preguntarse: “¿Estoy adorando a Dios como él manda en la Biblia?”. Si nos aseguramos de que día tras día respondemos con un sí, vamos por buen camino. Podemos tener la seguridad de que Jehová es nuestro refugio. Él protegerá a su pueblo fiel durante los peligrosos últimos días de este viejo sistema de cosas. Además, nos introducirá en su glorioso nuevo mundo, que tan cerca está. Si usted toma buenas decisiones ahora, disfrutará durante toda la eternidad de “la vida de verdad”, la vida que Dios siempre quiso que tuviéramos.

El verdadero amor a Dios se demuestra obedeciendo sus mandamientos y poniendo en práctica sus principios. 1 Juan 5:3. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.

Para permanecer en el amor de Dios tenemos que estudiar su Palabra, orar desde lo más profundo de nuestro corazón, colocarla en práctica en nuestras vidas y en todos nuestros caminos y decisiones enseñando a los demás quién es Dios y adorarlo en las reuniones cristianas. Los que permanezcan en el amor de Dios disfrutarán de la vida de verdad 

El principio ético fundamental de nuestra relación con Dios debe ser el amor a Él. ¡Amarás al Señor tu Dios!: este fue el mandamiento del Antiguo Testamento al cual el Señor Jesucristo consideró como el más importante en sus enseñanzas 

A través de ayudar a otras personas, nos perfeccionamos aprendiendo, bajo la guía de Dios, el Amor, la Sabiduría y el Poder del Espíritu Santo: tres aspectos principales de la Perfección. Este proceso marcha con más éxito si le pedimos a él que nos ayude en este servicio y mostramos sensibilidad a sus consejos e instrucciones.

1 Juan 2:4-11. 
El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 

El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra. 

El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.

Eso nos muestra también que la vida cristiana no es llevar un nombre de cristiano solamente, sino que es un compromiso con Dios. El Señor Jesucristo lo dejó bien claro al anunciar que para poder ser su discípulo, había que amarlo a él sobre todas las cosas. La vida cristiana es un llamado a servir a Dios y las personas, o sea, el amor verdadero es un amor que lo lleva a uno a servir, en otras palabras es un amor demostrado. Bendiciones.