Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

La rectitud del corazón del cristianoª



1 Crónicas 29:17a. Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada.

Una persona de integridad vive correctamente, no está dividida, ni es una persona diferente en circunstancias diferentes. Una persona de integridad es la misma persona en privado que lo que es en público. El término Rectitud significa ¨Carácter de aquello que es recto y justo en el sentido ético o moral, esto hace referencia a la transparencia que cada creyente debe tener en todos sus actos.

La persona de corazón recto excluye de sí la hipocresía, el engaño y todo acto de mal procedencia, lamentablemente muchos han caído en el engaño de cuidarse de los hombres, olvidándose que Dios es quien conoce lo que hay dentro del corazón.

En el Sermón del Monte, Jesús habló de los que eran "de limpio corazón" (Mateo 5:8), lo que sugiere una actitud clara de seguimiento de los mandatos de Dios. La integridad, por lo tanto, no solo implica una actitud clara, sino una pureza moral también.

La Biblia está llena de referencias a la integridad, el carácter y la pureza moral. Considere solo unas pocas referencias del Antiguo Testamentos a la integridad. En 1 Reyes 9:4, Dios instruye a Salomón que ande "en integridad de corazón y en equidad", como hizo su padre. David dice, en 1 Crónicas 29:17: "Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada". Y en el  Salmos 78:70-72 leemos que David "los apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la pericia de sus manos".

La rectitud de corazón forma parte de aquellas cualidades más gratas que puede poseer una persona, ella garantiza confianza, seguridad, respaldo, confidencia, integridad. Si alguna vez debemos hacer un listado de las cualidades que nos gustaría encontrar en las personas o mejor aún, que nos gustaría poseer, seguramente enunciaremos la rectitud.

En este sentido, la rectitud es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que se observa hacia el prójimo, que junto a la justicia, exige en dar a cada quien lo que le es debido. En nuestra vida encontramos a diario actitudes deshonestas como la hipocresía, alguien que aparenta una personalidad que no tiene para ganarse la estimación de los demás; o la mentira; el simular trabajar o estudiar para no recibir una llamada de atención de los padres o del jefe inmediato; el no guardar en confidencia algún asunto del que hemos hecho la promesa de no revelarlo; no cumpliendo con la palabra dada, los compromisos hechos y la infidelidad.

Ser deshonestos nos lleva a romper los lazos de amistad establecidos, en el trabajo, la familia y en el ambiente social en el que nos desenvolvemos. Incluso, la convivencia bajo estos parámetros se torna imposible, pues ésta no se da, si las personas somos incapaces de confiar unos en otros.

Ser de corazón recto significa ser sinceros en todo lo que decimos y hacemos: fieles a las promesas hechas en el matrimonio, en la empresa o negocio en el que trabajamos y con las personas que participan de la misma labor; actuando justamente en el comercio y en las opiniones que damos respecto a los demás. Los que nos rodean esperan que nos comportemos de forma seria, correcta, justa, desinteresada, con espíritu de servicio, pues saben que siempre damos un poco más de lo esperado.

Dios espera y merece honestidad. Salmo 51:6, "He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría". El ser deshonesto con alguien es tan dañino y duradero como las heridas físicas. Proverbios 25:18, "Martillo y cuchillo y saeta aguda es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio". El Señor no aprueba la deshonestidad en los negocios. Proverbios 20:23, "Abominación son a Jehová las pesas falsas, y la balanza falsa no es buena".

Sea honesto y franco. 1 Tesalonicenses 2:3, "Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño". 2 Corintios 8:21, "Procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres".

La honestidad está involucrada en dos de los mandamientos. Está en la Biblia, Éxodo 20:15-16, "No hurtarás. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio". Los líderes valoran a aquellos que dicen la verdad. Proverbios 16:13, "Los labios justos son el contentamiento de los reyes, y éstos aman al que habla lo recto".

La verdad es de más valor que la adulación. Proverbios 28:23, "El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua". Los hijos de padres honestos son felices. Proverbios 20:7, "Camina en su integridad el justo; sus hijos son dichosos después de él".

Diga la verdad siempre. Proverbios 12:13-14, "El impío es enredado en la prevaricación de sus labios; más el justo saldrá de la tribulación. El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; y le será pagado según la obra de sus manos".

Las ganancias fraudulentas son agradables sólo por poco tiempo. Proverbios 20:17, "Sabroso es al hombre el pan de mentira; pero después su boca será llena de cascajo". Las riquezas obtenidas deshonestamente no duran mucho tiempo. Proverbios 21:6, "Amontonar tesoros con lengua mentirosa es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte".

Haga las cosas como Dios quiere. Proverbios 11:1, "El peso falso es abominación a Jehová; más la pesa cabal le agrada". Dios valora al máximo la honestidad. Proverbios 21:3, "Hacer justicia y juicio es a Jehová más agradable que sacrificio".

Si realmente pretendemos ser honestos y rectos en toda nuestra manera de vivir, debemos empezar por enfrentar y asumir con valor nuestros defectos, buscando aquella manera que resulte más eficaz para superarlos, llevando a cabo acciones que mejoren todo aquello que afecta a nuestra persona y como consecuencia, a nuestros semejantes. Ello supone aprender a rectificarnos ante un error y cumplir con nuestras labores grandes y pequeñas sin hacer distinción.

Si podemos gestar un ambiente cálido y confiable, sostenido por relaciones basadas en la honestidad, nos llevará a crecer como personas, espiritualmente, constituyéndonos en verdaderos hombres y mujeres de bien.

La sociedad actual en la que vivimos, se rige en un mundo alejado del temor a Dios, olvidándose de la rectitud, en consecuencia de ello, podemos notar cómo las personas de ahora forjan un futuro en base de engaños y traiciones, no les importa hacer lo que sea necesario con tal de obtener lo que quieren. Esta actitud egocéntrica produce insensibilidad ante el prójimo, en lugar de adoptar un sentimiento de culpa por sus malos actos, se mofan y burlan de las personas que mantienen altos valores cristianos, dándose cumplimiento a la palabra que dice: ¨En lugar de hacerse sabio se hicieron necios¨

La Iglesia de hoy también está siendo atacada por la falta de rectitud, temor a Dios; Ya que multitud de líderes religiosos, buscan obtener más miembros para sus congregaciones en base de sermones que no exhortan el pecado, conociendo que están atacando la verdadera naturaleza del evangelio que confronta a los pecadores con su pecado.

Por ello el cristianismo no es religiosidad, es marcar la diferencia entre lo recto y lo que no es recto y para aprender RECTITUD es necesario recordar el evangelio de Salmos 119:7 ¨Te alabaré con Rectitud de corazón cuando aprendiere tu justo juicio¨

En los capítulos 28, 29 de 1 Crónicas observamos los consejos finales que da el rey David a su hijo Salomón quien será el próximo rey de Israel. Son los últimos consejos antes de morir, David tiene buena vejez, lleno de días, de riquezas y glorias (29:28). Entre todos los consejos que este padre, que por experiencia ha aprendido es que lo que agrada a Dios es que sobre todo, las cosas deben hacerse con rectitud de corazón.

En el 28:20 el rey David recuerda a Salomón la promesa que Dios dio a José, a Moisés, a Josué y que nos ha sido dada a nosotros, “Yo estaré contigo” pero hay algo que Salomón debe hacer, esforzarse, ser valiente, no temer, no desmayar, y hacer lo que Dios le ha mandado hacer, pero hacerlo con un corazón recto. Si lo haces con corazón recto (29:17), yo siempre te apoyare, defenderé y te bendeciré. Aquí está el elemento que determina la validez de lo que hacemos, “corazón recto”.

Este es otro elemento que se une al amor sin el cual nada de lo que hacemos tiene valor delante de Dios (1 Corintios 13:1-3) y a la fe sin la cual todo lo que hacemos tiene valor (Hebreos 11:6). Este aspecto del corazón recto, íntegro, perfecto, santo y puro es más abarcador, porque en el corazón se anidan los pensamientos, los sentimientos y se toman las decisiones, el amor, la fe, y estos dos últimos son expresiones de lo que hay en el corazón. En fin, podemos unir los tres aspectos, porque hay un cuarto elemento que viene a ser como sinónimo, y es la santidad, “sin santidad nadie vera al Señor”.

David le dice a su hijo Salomón, una cosa debes cuidar, una cosa debes guardar, una cosa debes mantener apartada de lo que no agrada a Dios, el corazón, porque de él mana la vida. Pero ese corazón debe ser recto, temeroso de Dios, apartado para las cosas sagradas, obedientes a la voz de Dios y dedicado solo para hacer la voluntad de aquel que lo eligió como rey. David expresa gratitud a Dios por haber escogido a su hijo Salomón para dar posteridad al reino (28:4-7). 

Ante tan soberana elección, Salomón debe cumplir uno de los requisitos de un rey, regirse a la voluntad del que lo eligió, teniendo una copia de su ley, leyéndola cada día, y sometiéndose y viviéndola cada día ante el pueblo (Deuteronomio 17:14-20): reconociendo a Dios como su único Dios y sirviéndole con corazón recto.

Quiere decir que Dios no está empeñado en ver todo lo que hacemos para él, las grandes cosas que hacemos para él, las muchas actividades en que estuvimos involucrados, los muchos ministerios que realizamos, la gran cantidad de personas que dirigimos, y todas las hazañas que hicimos con tal de ganar la batalla. Dios no se impresiona por las muchas mañanas que te levantaste para orar, ni por las veces que leíste la Biblia, ni por los muchos evangelismos que hiciste, ni por las veces que predicaste o enseñaste o cantaste.

Él no puede ser engañado, pues si tú hiciste todo lo anterior mientras tu corazón no era recto, de nada te sirve, nada se te reconocerá porque en nada agradaste a Dios. La Biblia dice que Salomón llego a ser el rey más sabio y más grande de todos los tiempos, con todo, no todo será recompensado y reconocido como cosas buenas y agradables a Dios, solo aquello que hizo con corazón recto, santo, temeroso, y apartado del mal.

Cuan equivocados estamos al creer que por estar en los mejores puestos de liderazgo o por participar en todos los ministerios, o por ser la persona número uno de la iglesia o de quien depende muchas personas, o por ser la persona más admirada, Dios te aplaudirá, te premiará y te felicitará. Estoy seguro que cuando estemos frente a nuestro Señor Jesucristo, en el tribunal de Cristo, donde cada cristiano será examinado para ser recompensado por las cosas buenas que hizo en la tierra mientras tenía un corazón recto y santo, nos llevaremos tremendas sorpresas.

Es probable que aquellas personas más sencillas, humildes, que aparentemente, casi nada hacían en la iglesia, pero lo poco que hacían, lo hacían con un corazón santo, limpio, recto, temeroso, apartado, integro; serán recomenzadas con más galardones que aquellos que se consideraban los número uno en todo.

No es la cantidad lo que sorprende a Dios sino la calidad con se hacen las cosas. Aunque, no debemos descartar que haya personas escogidas y dotadas por Dios que no solo tuvieron o tienen un corazón puro, recto, sincero, íntegro, y honesto con que hacen las cosas, sino que Dios los ha puesto en lugares de influencia, impacto, liderazgo, y no se apartan de ser fieles y leales a Dios hasta la misma muerte. Cuando tu veas a una persona que ama, respeta, y es fiel a Dios en todo, y que cada cosa que hace lo hace con corazón recto, perfecto, temeroso y apartado del mal, a esa persona imitad, porque esta persona está imitando a Jesucristo.

Pablo, es la única persona que se atrevió a decir que podía ser imitado porque él imitaba a Jesús. Es más, el mismo apóstol dijo, e “imitad a los que se conducen” de buena manera, o sea con corazón recto. ¿Cómo está tu corazón? ¿Es recto tu corazón delante de Dios al punto que cada cosa que haces agradas a Dios?

La rectitud es lo que agrada a Dios, porque cuando se ama a Dios con un corazón recto se da voluntariamente todo a Dios (29:16). ¿Qué de tu vida no le has dado a Dios todavía? ¿Qué esperas para entregárselo con voluntad y espontaneidad? Si es tu corazón, es lo mejor que puedes entregar, si es tu familia, es lo más grande que puedes entregar.

Si tu corazón no está recto delante de Dios, recuerda, todo lo que haces por muy grande e importante que sea, carece de valor y no agrada a Dios. Así que, pide perdón a Dios y dile que renueve, limpie y purifique tu corazón hoy mismo.


Lo que debe ser recto delante de Dios son los pensamientos, los sentimientos y las decisiones (mente, alma y voluntad) y si no lo está, Pablo dice, “despojémonos del hombre viejo” “revistámonos del hombre nuevo, el hombre interior”. Tú tomas la decisión sobre la clase de corazón que deseas tener. Bendiciones.

La Santidad°


La enseñanza cristiana acerca de la santidad ha sido olvidada en gran parte. Y eso es una lástima, porque es central para la gloria de DIOS y el bien de las almas. Hubo un tiempo en que todos los cristianos ponían gran énfasis en la realidad del llamado de DIOS a la santidad y hablaban con profundo conocimiento acerca de cómo ÉL nos capacita para ello. Santo en los idiomas bíblicos, hebreo y griego, quiere decir “separado y apartado para DIOS, consagrado y hecho para ÉL. La Palabra implica tanto devoción como asimilación: devoción en el sentido de vivir una vida al servicio de DIOS; asimilación en el sentido de imitar, conformarse a, y parecerse al DIOS al que uno sirve. La santidad es siempre la respuesta agradecida del pecador por la gracia recibida.

Pero si tratamos con ligereza o ignoramos la importancia de la santidad estamos absoluta y completamente equivocados. De hecho, se nos ordena la santidad. En realidad, la santidad es el objetivo de nuestra redención. La santidad es el objetivo de nuestra nueva creación. Nacemos de nuevo para que podamos crecer en nuestra semejanza a CRISTO. La santidad empequeñece con efectividad a Satanás en sus planes en nuestras vidas.

Algunos creen que la santidad es algo de otra dimensión y le colocan mucho misticismo y religiosidad desenfocando el verdadero concepto que Dios nos revela en su Palabra. El camino de la santidad es una experiencia de victoria sobre el pecado y la muerte espiritual, es una vida práctica basada en los principios revelados a través de la Palabra de Dios por el Espíritu Santo, es una vida que vence las adversidades en el nombre de Jesucristo, es una vida que se vive paso a paso. Esta vida práctica de santidad es necesaria para estar preparado para la venida de Jesús y para aquel día que le vamos a dar cuentas

1 Pedro 1:13-2:3. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre.

Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada. Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.


Veamos la siguiente anécdota: Juan Wesley dijo que Juan Fletcher era el hombre más santo que había conocido en Europa y en América; y que lo era porque diariamente se examinaba para saber si su proceder estaba de acuerdo  con los planes de Dios, para lo cual se hacía las siguientes preguntas:

¿Desperté espiritualmente y tuve cuidado de guardar mi mente de pensamientos errantes, cuando me levanté esta mañana? ¿Me he acercado a Dios en oración o he dado lugar a la pereza y a la desidia espiritual? ¿Se ha debilitado mi fe por no haber velado, o ha sido avivada por haberla puesto en actividad hoy? ¿He andado hoy por fe, y he procurado ver a Dios en todas las cosas? ¿Me he negado a mí mismo al usar palabras y al expresar pensamientos poco bondadosos? ¿Me he debilitado espiritualmente al ver que prefieren a otros en mi lugar? ¿He aprovechado mi tiempo precioso, mis fuerzas y mis oportunidades según la luz que Dios me ha dado? ¿He guardado mi corazón en un ambiente de gracia, de modo que haya sacado provecho? ¿Qué he hecho hoy por los cuerpos y por las almas de los santos? ¿He derrochado cualquier cosa por agradarme a mí mismo, cuando podía hacer guardado el dinero para la casa de Dios? ¿He gobernado bien mi lengua, recordando que en la multitud de palabras no falta pecado? ¿En cuántas ocasiones me he negado a mí mismo hoy? ¿Mi vida y mis palabras han honrado el evangelio de Cristo?

1 Pedro 1:15-16. Así como AQUÉL que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: “Sed santos porque Yo soy santo”. Hebreos 12:14. “Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al SEÑOR”.

La santidad comienza dentro de la persona, con un propósito recto que busca expresarse en una conducta recta.

Estoy seguro de que habrás oído muchos, muchísimos sermones acerca de la fe. Me pregunto ¿cuán a menudo habrás escuchado una sucesión o incluso un solo sermón acerca del arrepentimiento? Tienes libros en tu hogar que dicen cómo vivir la vida cristiana victoriosa. ¿Mencionan ellos el arrepentimiento, o dicen que es vital para una larga vida disciplinada? La conducta santa destacará nuestro testimonio, mientras que la conducta mundana lo minará. “Vosotros sois la luz del mundo… Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro PADRE que está en los cielos… ” Mateo 5:14-16.

Muchas personas, hoy en día, se creen perfectas y que no hay ningún error o deficiencia en ellas. Creen ser los más puros, saberlo todo y tener el poder para lograr lo que quieren. Otros recurren a una serie de artificios para lograr este fin, por ejemplo, unos recurren a la cirugía estética para corregir cualquier defecto en su físico. Otros se esfuerzan en los gimnasios por conseguir un cuerpo musculoso y aparentar un buen físico. Hoy más que nunca hay tantas otras formas de embellecer el físico. Para lograr ello se puede gastar cualquier cantidad de dinero y tiempo. No hay límite para querer ser perfecto físicamente.

Pero cuando uno les pregunta a estas personas, que se consideran perfectas, acerca de temas existenciales o trascendentales, muchas veces no hay respuestas. Físicamente son "perfectas", pero con respecto al conocimiento no lo son. La belleza física no es señal de perfección, es sólo un aspecto. La belleza integral es tanto física como espiritual. Hay muchas personas que sin ser bellas físicamente tienen en su interior una belleza espiritual. Desde sus defectos han sabido luchar para salir adelante. De ellos tenemos que aprender mucho. Debemos siempre tener en cuenta que en todo proceso de perfección hay un margen de error, de ahí que nadie es tan perfecto en esta vida para ser libre de toda ignorancia.

Si en el caminar caemos, Él nos levantará y seguiremos hacia la meta. Salomón decía que no hay hombre que no peque (1 Reyes 8:46; 2 Crónicas 6:36); Un predicador del antiguo testamento nos dice que no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque (Eclesiastés 7:20); Finalmente el apóstol Pablo se gloriaba en sus debilidades para poder descansar en el poder de Dios (2 Corintios 12:7-10).

Todos tenemos una carrera por recorrer, pelear muchas batallas, ganar muchas victorias y crecer mucho más para recibir el premio que el Señor nos ha prometido. Sólo aquél que está fortalecido en el Señor y que ha vencido el mal con el bien, puede afirmar que es perfecto. No se es perfecto en la vida cristiana sólo porque ya hemos sido bautizados en la fe cristiana, porque asistimos todos los domingos al culto o porque hacemos alguna obra de bien. Pensar así es un grave error. Tenemos que vivir una vida en santidad, tanto personal como social, para poder, de esa manera, agradar a Dios y a los hombres.

El apóstol Pablo nos aconseja tener una actitud en la vida: "olvidándonos ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndonos a lo que está delante, prosigamos a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3:13-14).

Deuteronomio 6:4-9. Oye, Israel: Jehová, nuestro Dios, Jehová uno es. Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino, al acostarte y cuando te levantes. Las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.

La santidad es el deseo y el deber de todo cristiano. Debe estar en todos los asuntos, en cada condición, y para toda la gente. Debemos velar y orar especialmente en contra de los pecados a que nos inclinamos. La palabra escrita de Dios es la regla más segura de la vida del cristiano y por esta regla se nos manda ser santos en todo. Dios hace santos a quienes salva. Porque dice la palabra, cuando alguno de vosotros peca no diga que fue Dios que lo tentó, porque Dios no tienta a nadie, sino que sois tentados cuando de vuestra propia concupiscencia sois tentado. La Santidad es una base de vida para el creyente. La santidad nos identifica. Ser santo es apartarse del mal. La santidad hace la diferencia. La santidad da poder en la obra de Dios.

El precio pagado por la redención del hombre fue la preciosa sangre de Cristo.

El hombre natural odia la vida santa. Él es capaz de respetar a las personas de buena moralidad, pero a un santo le será contado como loco. El porqué de ello es que la santidad toca lo más profundo del ego. Está bien—según el hombre natural—ser fiel a tu esposa, pero entregarse a la oración es demasiado. Dejar de embriagarse es aceptado como un buen paso adelante, pero ¿dejar tus camisas lucientes y tu traje de lujo por ropa más humilde? La mente carnal halla una tontería en el caminar en santidad. Debido a ello, se ha cesado la persecución al cristianismo actual. Al mundo, le es locura y reproche una iglesia santa, pero recibe con gusto a una iglesia moral. Así, el mensaje de la cruz viene a ser una realidad al hombre santo. Sus ojos, su carne y su ego claman a diario por ser agradecidos, pero el hombre santo mata sus clamores. A la comodidad y los deseos de la carne les hacen morir.

El hombre santo camina para agradar a Dios y a su prójimo, no a sí mismo.

Todo el porqué de la santidad se resume en la última frase de cuatro palabras: “para que seáis míos.  ”Dios ama a la raza humana. Y nos ama cada uno en particular. Él anhela relacionarse con nosotros particularmente, corazón a corazón. Es más, desea relacionarse con nosotros como unidos en un cuerpo cristiano. Pero... Hemos nacido corruptos, con una naturaleza contraria a la suya. Las dos naturalezas no se pueden mezclar. Es imposible, como tratar de mezclar el agua y el fuego. No, Dios y el hombre natural no pueden morar unidos. Y a Dios, no le es posible que se cambie. La santidad en los cristianos debe ser integral y práctica.

Mateo 25:31-46. El juicio de las naciones. Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

Pues es una problemática gigantesca nuestra situación como seres humanos. No obstante, ¡hay remedio! Por la muerte y la resurrección de Jesucristo, al hombre le es posible una transformación radical. Nuestro Redentor dio su sangre para vivificarnos, conquistando el poder del pecado que hay en el hombre natural. Sí, ¡el reino de Dios está aquí! Lo que hace falta en muchas personas es reconocer que el corazón tiene que ser santificado, consagrado a Dios, para poder caminar con Dios. Se ha de arrepentir de la vida egoísta. Se ha de rendir a Dios, permitiéndole que realice una limpieza de lo profano que hay en el corazón. ¿Por qué hemos de ser santos? Porque Dios es santo, y si deseamos ser unidos a él, es imprescindible ser santificado por el Espíritu Santo. Es el anhelo de Dios apartarnos de lo pecaminoso que nos rodea por todos lados.

Romanos 1:16-32. El poder del evangelio. Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

La culpabilidad del hombre. Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.

Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Que el Señor nos de fuerzas para seguir avanzando en nuestro camino hacia la perfección y que su Espíritu Santo nos acompañe por siempre. Bendiciones.

Dios es mi fortaleza°


Filipenses 4:13 (BLS).  Cristo me da fuerzas para enfrentarme a toda clase de situaciones.

Muchos de nosotros hemos experimentado distintas pruebas y dificultades en nuestra vidas; muertes en la familia, enfermedades, problemas económicos, problemas en la sociedad que vivimos y un sin fin de situaciones que NOS PRUEBAN A CADA MOMENTO DE NUESTRA EXISTENCIA. Hacen que nuestra esperanza y nuestra fe sean puestas en juego para ver si podemos o NO ganar la batalla.


Cuando las pruebas vienen, los cristianos nos preguntamos ¿POR QUE YO? Y buscamos justificarnos a nosotros mismos diciendo: Soy un fiel servidor del Cristo y aun así me pasan estas cosas!  Y si hay algo que debemos entender es que los justos, los que hemos sido lavados por la sangre de Jesucristo para salvación, no somos inmunes a las pruebas. Como cristianos tenemos que entender la verdadera perspectiva del porqué de la prueba: LAS PRUEBAS SON BENDICIONES DISFRAZADAS. Job 1:6-22. Todos los cristianos debemos aprender a perseverar en nuestro andar como seguidores de Cristo cuando lleguen tiempos difíciles.

Salmo 46:1-3. Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto no temeremos aunque la tierra sufra cambios. Y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares. Aunque bramen y se agiten sus aguas. Aunque tiemblen los montes con creciente enojo. Hechos 14:22. Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: ES NECESARIO QUE A TRAVÉS DE MUCHAS TRIBULACIONES ENTREMOS EN EL REINO DE DIOS.

Jeremías 16:19. Oh Jehová, fortaleza mía y fuerza mía, y refugio mío en el tiempo de la aflicción, a ti vendrán naciones desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho.

Veamos lo que significa un amparo o un refugio: es lo que se encuentra dentro de una fortaleza. Una fortaleza antigua nos recuerda las ciudades amuralladas, o aún los castillos de antes, que estaban protegidos por murallas gruesas que difícilmente se podían penetrar.  Ese lugar es nuestro SEÑOR que en su fidelidad, nunca desampara a los suyos, sin importarle raza o nacionalidad. El creyente nunca está solo, puede ser que esté pasando por tentaciones y pruebas, pero dentro de la Fortaleza que es nuestro SEÑOR, encuentra el amparo y la protección necesaria. ¡Cuánto necesitamos a Dios todo el tiempo y en todo lugar! Es por eso que al poner la confianza en el SEÑOR, es como entrar en un Castillo Fuerte, bajo la Protección del Todo Poderoso.

Apocalipsis 2:10. No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí, el diablo ha de enviar algunos de vosotros á la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. 1 Pedro 1:6-7. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.

1 Pedro 1:5-7. Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.

Cristo NO nos prometió que el caminar en EL seria “Color de Rosa”. Tampoco nos dijo que no habría espinas en nuestra vereda. En cambio SI nos prometió que estaría con nosotros hasta el final de los tiempos. Por eso nos recalcó que perseveráramos hasta el fin. Juan 16:33. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Manteniéndonos en Cristo también nosotros seremos vencedores. Nuestro objetivo es reflexionar sobre nuestro futuro, el futuro de la Iglesia y tomar la decisión de perseverar en medio de tiempos difíciles. La Palabra de Dios nos advierte que vendrán pruebas “ y Tribulaciones” pero al perseverar obtendremos “ El Triunfo” sobre estas. Siempre teniendo presente que la Iglesia de Cristo ha de prevalecer ante toda situación que vivamos.

¿Cuántos de ustedes ahora mismo, están pasando por tribulaciones? ¿Cuántos cristianos se están ahogando en un mar de problemas, de vicisitudes, de tiempos de sufrimiento? Hermanos y hermanas no se aflijan de corazón, porque aunque estés sufriendo en un mar de fuego, vas a ser rescatado en alabanza, gloria y honra para la gloria de Dios. ¿En el medio de la tormenta, que vas a hacer? ¿En medio de la tribulación, que vamos a hacer? Hay dos opciones, o te tiras al piso a llorar por lo que te está pasando, o te colocas en pie y comienzas a poner tu confianza en Dios. O te tiras al piso, para caer en una depresión, o alzas los ojos y miras a hacia delante puestos los ojos en Jesucristo. 

Hebreos 12:2. Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. El Señor por el otro lado, desea que usemos estos tiempos de pruebas y tribulaciones: para desarrollar nuestra fe en él. 2 Corintios 4:17-18. Porque esta leve tribulación momentánea, produce en nosotros un sobremanera alto y eterno peso de gloria; No mirando nosotros a las cosas que se ven, sino a las que no se ven: porque las cosas que se ven son temporales, mas las que no se ven son eternas.

Lo que nos sucede no es tan importante como la forma en que respondemos a los eventos que suceden en nuestras vidas. Es al responder en la forma correcta que somos capaces de progresar hacia nuestros sueños. Dios nos da a cada uno un sueño por que luchar. Pero Pablo nos recuerda que no prestemos atención a las cosas que vemos porque son temporarias; están sujetas al cambio. Más bien deberíamos fijar nuestros ojos en el resultado final, en el sueño que Dios nos ha dado. Esta fue la actitud de José.

En Génesis 37 leemos sobre José y sus hermanos. José, el hijo más joven de Isaac tuvo un sueño que un día su familia se inclinaría ante él. Los hermanos de José estaban celosos de él y no pensaban mucho en sus sueños. Conspiraron en contra de José y el terminó como esclavo en Egipto. Luego fue falsamente acusado por la esposa de su patrón y fue enviado a la cárcel. Oh, Las cosas no iban bien para José. Pero, esto es como se veían las cosas en lo natural. Pero José no permitió que sus problemas dictaran su actitud. Sino que el permaneció fiel a Dios y no se olvidó del sueño que Dios le había dado porque José entendió que lo que nos sucede no es tan importante sino como respondemos a los eventos que suceden en nuestras vidas. El mantuvo sus ojos en lo todavía no se veía. 

Veamos lo que sucedió: esos obstáculos y contratiempos no eran suficientes para retener el sueño que Dios deseaba realizar a través de José. Un día era solo un prisionero, fue llamado a interpretar el sueño para el Rey de Egipto y en un instante fue elevado a posición de Primer Ministro.

Vamos a aplicar esto a nuestras vidas: ¿Las tribulaciones, luchas y pruebas, desafíos y dificultades previenen a tu sueño de ser una realidad? Tal vez te has dado por vencido a tu sueño, tal vez estas sin esperanza o fortaleza para seguir el sueño que Dios ha plantado en tu corazón pero la Biblia nos dice que: “Mas los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas, correrán, y no se cansarán, caminarán, y no se fatigarán,” Isaías 40:31. Si estamos haciendo nuestra parte, esto es siendo pacientes y permaneciendo fieles a la visión que Dios nos ha dado, entonces el Señor continuara obrando, a menudo detrás de la escena. Y podemos ver ahora el resultado final que el Señor realizo en la vida de José. Fue la paciencia y fidelidad que demostró José que ayudo a traerlo al lugar donde Dios realizaría sus sueños.

El Apóstol Santiago nos dice en Santiago 1:2-3. Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando estéis en diversas tentaciones; Sabiendo que la prueba de vuestra fe obra paciencia. 

Para vencer cualquier prueba, o tribulación debemos caminar por fe, no por vista. No vamos por lo que vemos, escuchamos o sentimos, sino por los principios de la palabra de Dios y la guía del Espíritu Santo. Cuando comenzamos a regocijarnos en el medio de una prueba, desatamos fuerzas espirituales invisibles que nos ayudan. ¿Recuerdan la historia del rey Josafat en 2 Crónicas 20? Un gran ejército estaba en camino a Jerusalén. Entonces Josafat junto a la gente para orar por liberación. Y el Señor le respondió y les dijo que la batalla no era de ellos sino suya. Luego, la próxima mañana Josafat, el ejército y la gente marcho para ver la liberación de Dios. Y pusieron hombres delante del ejército para cantar.

2 Crónicas 20:22. Y cuando comenzaron a entonar cánticos de alabanza, puso Jehová contra los hijos de Ammón, de Moab, y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros. 

El enemigo fue derrotado cuando ellos se regocijaron y cantaron alabanzas a Dios. El pueblo del reino de Judá no lo sabia, pero estaban utilizando fuerzas espirituales como Apocalipsis 12:11. Y ellos le han vencido por… la palabra de su testimonio….Jesús nos dijo en Juan 6:63, “El espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida.” ¿Cómo podemos aprender a caminar de acuerdo al Espíritu de Dios? Al caminar de acuerdo a la palabra de Dios. Al continuar caminando de acuerdo a la palabra de Dios, nuestros pensamientos se alinearan con los pensamientos de Dios y nuestros caminos se alinearan con los caminos de Dios,  cuando aprendamos que podemos poner nuestra carne en sujeción al Espíritu de Dios, entonces seremos libres de los impedimentos que tratan de desanimarnos de seguir la voluntad de Dios y estaremos listos para recibir la sabiduría que necesitamos para vencer las pruebas o tribulaciones

En una prueba o tribulación a menudo oramos por liberación, pero no reconoceremos que Dios espera que juguemos un rol en nuestra liberación, que aprendamos a responder correctamente y que nos volvamos más fuertes. Si Dios nos liberara instantáneamente de cada prueba o tribulación nunca creceríamos. Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón. Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a toda su carne. Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. Proverbios 4:20-23.

Es necesario que nosotros guardemos nuestros corazones, de mantener fuera cosas como la duda, aflicción, pánico, ansiedad, depresión y temor. ¿Cómo guardamos nuestros corazones? Pedro nos dice que echemos todas nuestras preocupaciones en Dios: “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” 1 Pedro 5:7. Transferimos la responsabilidad de nuestra ansiedad a Dios y se lo  dejamos a Él. Pablo nos dice que guardemos nuestros corazones utilizando la paz de Dios: “Por nada estéis afanosos; sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús,” Filipenses 4:6-7. 

Entonces es a través de la oración que transferimos nuestras preocupaciones a Dios y le agradecemos por la respuesta. Desarrolla la actitud correcta que te llevara hasta el final de la prueba o tribulación.

Persevera: necesitamos reconocer que nunca nos tenemos que dar por vencidos; debemos siempre perseverar. El Apóstol Santiago nos dice: Mas a vosotros los que oís, digo: Hermanos míos, tomad por ejemplo de aflicción y de paciencia, a los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y piadoso. Santiago: 5:10-11.

Mateo 7:24-29. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la peña; Y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y combatieron aquella casa; y no cayó: porque estaba fundada sobre la peña. Y cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, le compararé á un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; Y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, é hicieron ímpetu en aquella casa; y cayó, y fué grande su ruina. Y fué que, como Jesús acabó estas palabras, las gentes se admiraban de su doctrina; Porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

Usualmente vemos que las conversiones verdaderas no vienen fácilmente. Satanás siempre está allí, poniendo falsas ideas en la mente, tentándote a dejar de esforzarte, tentándote a dejar la iglesia, diciéndote que tu caso no tiene esperanza, o que la conversión no es necesaria porque no eres “tan malo”, y otras falsas ideas y tentaciones. Entonces vienen la presión, angustia y aflicción que la mayoría de personas retrocede “por la corrupción y la incredulidad” de sus corazones.

“El que confía en su propio corazón es necio”. Proverbios 28:26. "Estad quietos y sabed que yo soy Dios. Exaltado seré entre las naciones. Exaltado seré en la tierra". Salmo 46:10. 

Romanos 8:35-39. "¿Quién nos separará del amor de Cristo? Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre; o desnudez, o peligro, espada? Tal como está escrito: Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día; somos considerados como ovejas para el matadero. Pero todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amo. Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es Cristo Jesús Señor Nuestro".

Debes recordar siempre que Dios puede ayudarte de muchas formas y Él puede manifestar su poder y soberanía para darte la victoria mediante una intervención directa en tu vida. EL tiene muchas formas de ayudarte a vencer en medio de tus luchas para cambiar porque el es mayor que cualquier situación difícil que enfrentas. Vamos a su Palabra para fortalecernos en sus promesas.

Isaías 43:1-5.  Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti. Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida. No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré.

2 Samuel 22:40. Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea. 1 Crónicas 29:12. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. 1 Samuel 2:4. Los débiles se ciñeron de poder. 2 Samuel 22:33.  Dios es el que me ciñe de fuerza. Salmo 29:11. El Señor dará poder a su pueblo; El Señor bendecirá a su pueblo con paz. Salmo 18:2.  Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré. Salmo 68:35. El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo. Bendito sea Dios. Salmo 68:35. Temible eres, oh Dios, desde tus santuarios; El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo. Bendito sea Dios. Salmo 84:5,7. Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas…Irán de poder en poder; verán a Dios en Sion. Jeremías 16:19. Oh Jehová, fortaleza mía y fuerza mía, y refugio mío en el tiempo de la aflicción, a ti vendrán naciones desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho.

Daniel 2:23. A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey. Efesios 6:10. Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Éxodo 15:2.  Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré. 2 Samuel 22:2. Dijo: Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador; 2 Samuel 22:3.  Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste. 

Salmo 22:19. Mas tú, Jehová, no te alejes; Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme. Salmo 27:1. Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Salmo 28:7. Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré. Salmo 28:8. Jehová es la fortaleza de su pueblo, y el refugio salvador de su ungido. Salmo 31:2. Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Salmo 59:17. Fortaleza mía, a ti cantaré; Porque eres, oh Dios, mi refugio, el Dios de mi misericordia. Salmo 71:3. Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza.

Salmo 92:15. Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, y que en él no hay injusticia. Isaías 12:2. He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí. Isaías 26:4. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos. Salmo 18:1. Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Salmo 18:2.  Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.

Dios sabe que nosotros nos cansamos. Él sabe que nosotros muchas veces perdemos el ánimo y la fuerza para seguir luchando en esta vida por todo lo que es bueno, oportuno y constructivo, y que es necesario para nuestra salvación y santificación. Los ojos de Dios recorren toda la tierra, para fortalecer a los que tienen corazón entero para con El. 2 Crónicas 16:9. Cuando ya no nos queda nada de fuerzas, nuevamente pongamos nuestra esperanza en Jesucristo, quien es Nuestra Fortaleza y nuestro Héroe en la guerra. Porque "los jóvenes se cansan, se fatigan, los valientes tropiezan y vacilan, mientras que a los que esperan en Dios, Él les renovará el vigor, subirán con alas como de águilas, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse." Isaías 40:30.

En la historia de la Iglesia ha habido tiempos difíciles pero aun así la Iglesia sigue enfrentando las pruebas y soportando tribulaciones o dificultades glorificando y alabando a Dios. Nunca debemos dejar que nuestro ánimo caiga y que nada nos apacigüe en nuestro andar como cristianos. Que nuestra labor como Iglesia y Cuerpo de Cristo es llevar siempre el mensaje de salvación a otros con ánimo, regocijo y llenos de esperanza. Lo cual es la base y fundamento de nuestra fe que todo lo que pasemos en esta tierra no tiene peso con el valor incalculable de heredar la gloria de Dios por la eternidad.

Dios es fuerte, ningún poder puede hacerle frente a él. Por lo tanto, encomienda todo a la poderosa mano de poder y fuerza de Dios. Él hará un camino. Sobre todo, cree en su Palabra. Cuando consideramos que las crisis están llegando a su punto más alto; cuando los problemas parecen insolubles; cuando llegamos al límite de nuestra resistencia, es allí cuando Dios se glorifica. Pero en especial se glorifica cuando nuestra esperanza está volcada a Él. Aunque ejércitos acampen contra nosotros, tenemos asegurada la victoria.

Cuando hay crisis que golpean nuestra existencia es necesario orar a Dios, creer que Él es el Dios que hace posible lo que para el hombre es imposible y tener claridad que las circunstancias adversas pueden ser modificadas por el Creador para darnos la victoria. Él nos llamó a ser vencedores y en esa condición permite que todo salga conforme a Su voluntad. ¿En quién has depositado tu confianza en los momentos de mayor dificultad?

Recuerda que nunca estamos solos, puede ser que estés pasando por tribulaciones, dificultades, tentaciones y pruebas, pero dentro de la fortaleza que es nuestro Señor, encontraras el amparo y la protección que necesitas. ¡Nosotros necesitamos a Dios en todo tiempo y en todo lugar! es por eso que al poner la confianza en el Señor, es como entrar en un castillo fuerte, bajo la protección del todo poderoso. Bendiciones.