Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Formados y transformados por la gracia de Dios: solo por amor-


Efesios 4:11-16. Nueva Versión Internacional (NVI). Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.

Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas. Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro.

Como hijos e hijas de Dios, sabemos que necesitamos y dependemos de la gracia del Padre Celestial en todo tiempo y circunstancias; pero partamos del hecho de que nuestros peores días no son tan malos que en esos momentos lleguemos a estar fuera de la gracia de Dios o que lleguen a ser tan buenos que no la necesitamos.

Lo primero que debemos tomar en cuenta es que esa gracia inicialmente fue necesaria para llegar a entregar nuestro corazón y nuestra vida al Señor Jesucristo, pero eso es sólo el comienzo de nuestra nueva vida porque gracias a ese amor desbordado hemos renacido para Dios por medio de la obra regeneradora del Señor el Espíritu Santo en nuestras vidas.

Juan 17:3. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

El inicio de nuestro camino que es Cristo va tomando el rumbo hacia nuestro destino eterno que es nuestro Padre Celestial, que por la gracia que nos ha sido otorgada se nos ha concedido el don de recibir en nuestras vidas a la tercera persona de la Deidad Divina: el Señor el Espíritu Santo, esa misma gracia nos concede el que seamos vivificados, el que seamos investidos por Él, el que seamos regenerados, el que seamos guiados, el que seamos vivificados, el que seamos apacentados y pastoreados en los caminos que se nos presentan mientras estemos en este mundo como peregrinos y extranjeros que somos porque nuestra ciudadanía está en los cielos, pertenecemos a la Ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios: la Nueva Jerusalén.

Gálatas 4:19. Nueva Versión Internacional (NVI). Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes.

La gracia nos abre el corazón del Padre Celestial, nos permite conocerlo y entenderlo como el Creador de todo lo que existe, nos permite conocerlo en su naturaleza de amor y santidad, pero también nos ayuda a que nos acerquemos a Él por la santificación del Espíritu Santo y el poder liberador y limpiador de la Palabra de Dios.

Jeremías 9:23-26. Nueva Biblia Viva (NBV). El Señor dice: No se enorgullezca el sabio en su sabiduría, ni el poderoso en su poder, ni el rico en su riqueza. Sientan orgullo sólo de esto: de conocerme bien y comprender que yo soy el Señor que exige vivir de manera justa y actuar siempre con rectitud, de saber que mi amor es firme, y que así me gusta ser.

Dentro de algún tiempo, dice el Señor, castigaré a cuantos han realizado la circuncisión en su cuerpo, pero no en su espíritu: egipcios, edomitas, amonitas, moabitas, árabes y también tú, pueblo de Judá. Porque todas esas naciones paganas también se circuncidan. Pero a menos que la circuncisión que realizan en su cuerpo se corresponda con su dedicación de toda su vida a mí, su circuncisión no pasa de ser un rito pagano como el de esas naciones.

Todos queremos el favor de Dios a favor en todos nuestros asuntos, todos queremos recibir las bendiciones y prosperidad económica, sin embargo lo que más necesitamos entender de la gracia es que nos fue dada una nueva vida, la vida del Hijo de Dios en nosotros, que debemos crecer, madurar y desarrollarnos en esa gracia, que los planes del Padre Celestial al proveernos la salvación es la de que lleguemos a la estatura y a la medida de nuestro Señor Jesucristo, a que nos asemejemos en su carácter y en su forma de actuar, que nos asemejemos en tomar decisiones en cada situación y circunstancia que se nos presente de la manera correcta, por eso es necesario que seamos formados en la disciplina de la gracia.

Juan 17:20-23. Dios Habla Hoy (DHH). No te ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí al oír el mensaje de ellos. Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa, así como tú y yo somos una sola cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno, y que así el mundo pueda darse cuenta de que tú me enviaste, y que los amas como me amas a mí.

Juan 17:25-26. Dios Habla Hoy (DHH). Oh Padre justo, los que son del mundo no te conocen; pero yo te conozco, y éstos también saben que tú me enviaste. Les he dado a conocer quién eres, y aún seguiré haciéndolo, para que el amor que me tienes esté en ellos, y para que yo mismo esté en ellos.

Los cambios que experimentamos en la vida son influenciados por muchas cosas, tales como la herencia, nuestro ambiente, las decisiones que hacemos, y los diversos tipos de educación. Pero la influencia más poderosa en la vida de un creyente es la gracia transformadora de Dios, que es Su bondad para con nosotros, sin tener en cuenta nuestra indignidad, y a pesar de todo lo que merecemos.

La voluntad suprema de Dios es que cada creyente sea conformado a la semejanza de Su Hijo. Su Gracia es la responsable de nuestro nuevo nacimiento, y es la que nos dirige, mueve e influencia para que seamos cada vez más semejantes a Él. Así, podemos decir con el apóstol Pablo: "Por la gracia de Dios soy lo que soy" (1 Corintios 15:10).

1 Corintios 15:10. Nueva Biblia Viva (NBV). Pero lo que soy, lo soy por la gracia de Dios. Y su gracia no ha sido en vano, porque he trabajado más que todos ellos, si bien es cierto que no he sido yo, sino la gracia de Dios que ha obrado por medio de mí.

La vida del apóstol Pablo es un ejemplo impresionante de la gracia transformadora de Dios. En Filipenses 3, Pablo habla de cómo una vez dependía de sus buenas obras, y conducta para ganar la aceptación de Dios. Él no entendía al principio que hay sólo una manera ser aceptados ante los ojos de Dios: por Su gracia.

Si las buenas obras pudieran ganarnos la aprobación divina, Pablo nunca habría escrito acerca de sus vanos esfuerzos anteriores por ganar el favor de Dios, y de sus numerosas razones equivocadas en cuanto a esa confianza: había sido un judío practicante que pertenecía a una familia de antepasados meritorios (Filipenses 3:5); había guardado celosamente la ley (Filipenses 3:6); y había perseguido sin descanso a la iglesia, a la que veía como enemiga de su fe (Filipenses 3:6).

Su encuentro con el Cristo vivo transformó totalmente a Pablo, por lo que dijo: "Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo" (Filipenses 3:7). Reconoció que todos sus títulos y logros humanos no tenían ningún valor espiritual. Nosotros, igualmente, debemos entender que jamás ganaremos la vida eterna si dependemos de lo que somos o de lo que hagamos; la salvación no tiene nada que ver con el mucho dinero que demos, ni con los excelentes ciudadanos que seamos, ni con lo bien que tratemos a nuestra familia. Es por gracia, y sólo por gracia, que somos salvos (Efesios 2:8-9).

Recordemos que es por Su tierno amor, no por condena ni por castigo, que nuestro Padre celestial nos crea circunstancias y dificultades. Lo que Él nos pide que hagamos es para nuestro beneficio, y será parte del proceso que nos conforma a la imagen de Cristo. Si usted reconoce que puede desobedecer una y otra vez, necesita hacerse algunas preguntas en cuanto a su relación con Él: Cuando todo se reduce a una decisión final, ya sea a favor o en contra de Dios, ¿cómo puedo decirle no a un Cristo que me amó tanto hasta sufrir una muerte humillante y dolorosísima en mi lugar?

Esta gracia que salva y transforma hoy, es la misma gracia que convirtió a Saulo, el pecador, en Pablo, el santo. El apóstol reconoce que la gracia de Dios es la responsable del cambio producido en él (1 Corintios 15:10), y es por eso que se gloría en la Cruz, él no tenía ninguna intención de ser salvo, pero Dios, por Su amor misericordioso, tenía planes maravillosos para su vida.

Pablo fue un ejemplo para aquellos que lo rodeaban, y también para las generaciones futuras. Dios quiso que todos nosotros supiéramos que, si Él pudo derribar a Pablo, ponerlo ciego y transformarlo, también puede salvar a cualquiera.

Hechos 14:22. La Biblia de las Américas (LBLA). Fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.

1 Juan 2:6. Reina-Valera 1960 (RVR1960). El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.

Salmos 40:8. Nueva Biblia Viva (NBV). Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío, tu ley la llevo dentro de mí.

Ahora bien habiendo estudiado todo lo anterior nos damos cuenta de que una vida agradecida y llena de la gracia de Dios se desborda en amor hacia el Padre Celestial. Es en esa experiencia que realmente somos transformados a la semejanza de nuestro Señor Jesucristo por medio de la obra regeneradora y vivificadora del Señor el Espíritu Santo. 

Cuando decidimos entregar nuestra vida y nuestro corazón a nuestro Creador, empieza el camino de la santidad que nos lleva a nuestra transformación; la realidad de la santificación comienza en el momento de la conversión cuando por el nuevo nacimiento o la regeneración del Espíritu Santo, el principio de vida es implantado dentro de nosotros. La regeneración es el principio de nuestra santificación y de nuestra transformación, ambas tienen su origen en el amor desbordado de Dios y la gracia gratuita de Dios, ambas cosas las recibimos por la fe. 

La verdadera meta para nuestras vidas es llegar a ser semejantes a nuestro Señor Jesucristo, que es lo que realmente nos puede acercar al Padre Celestial, es a través de una vida que agrade a Dios en la que seremos transformados y eso se llama la justificación que aun siendo pecadores fuimos perdonados y adoptados por Dios, que se nos abre el entendimiento espiritual para comprender que estamos en el camino de Dios y que todo es un proceso fundamentado en decisiones frente a cada decisión, circunstancia y situación que debemos enfrentar mientras estemos en esta tierra como peregrinos y extranjeros.

La unión con Cristo nos capacita y nos ayuda a vivir una vida que agrada a Dios en todos los sentidos, es la única manera de vencer la muerte y el pecado que nos asedia todo el tiempo, es la única manera de doblegar nuestra carne y nuestra naturaleza pecaminosa o como se refiere en algunos textos de la Biblia: la concupiscencia de la carne.

Tito 2:11-12. Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST). En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio.

Necesitamos ser formados en Cristo, pero eso requiere que seamos disciplinados, pero esta palabra para muchos sugiere restricción, legalismo y órdenes, una vida sin libertad y aburrida. Para otros la gracia parece significar libertad de cualquier regla, una vida espontanea y no estructurada en otras palabras una vida desordenada. Si vemos estos dos conceptos no están ajustados a la realidad y verdad espiritual que nos revela la Biblia.

La disciplina y la gracia que nos imparte Dios son lo mejor que nos puede pasar y poder entender en nuestro corazón que es cada una del modo en que el Padre Celestial las diseño, todo esto esta para nuestro bien y nuestro beneficio.

Necesitamos de ambas, para ser enseñados, para ser instruidos, para recibir sabiduría, para recibir amonestación, reprensión y corrección pero en el perfecto amor del Padre Celestial para que podamos crecer espiritualmente conforme a la imagen de nuestro Señor Jesucristo.

Vemos entonces que la gracia que trae salvación a nuestras vidas es la misma que también nos ejercita para vivir vidas que le agraden a Dios por medio de la santidad que viene por la Palabra de Dios y la obra regeneradora del Señor el Espíritu Santo. 

La Disciplina de Dios para nuestras vidas viene para el cuidado de nuestras alma, es firme, pero amorosa. Necesitamos ser llenos del Espíritu Santo, que nos conceda domino propio para ser formados en la disciplina y la gracia de Dios.

El comentarista Matthew Henry nos dejó el siguiente comentario que creo que viene al estudio del tema de hoy: 

"Las obligaciones personales y relativas deben hacerse en obediencia a sus mandamientos, con el debido propósito de agradarlo y honrarlo a partir de los principios de un amor santo y el temor de Dios, pero también hay una obligación explícita que le debemos a Él. Específicamente la creencia y el reconocimiento de su ser y perfecciones, rindiéndole adoración y reverencia tanto interior como exteriormente; amándole, temiéndole y confiando en Él; dependiendo de Él y consagrándonos a vivir de acuerdo a todas las ordenanzas y responsabilidades que ha establecido, buscando su presencia, orando en todo tiempo, alabándolo y adorándolo por todo lo que es: Santo, Santo, Santo, Dios Todopoderoso, el Creador de todo lo que existe. Con la ayuda del Señor el Espíritu Santo, con su guía y su obrar en nosotros podemos llevar una vida que agrade a Dios, una vida que someta la vida carnal y pecaminosa al señorío de Jesucristo".

Hebreos 12:1-14. Dios Habla Hoy (DHH). Por eso, nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe, dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante. Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Jesús soportó la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y se sentó a la derecha del trono de Dios.

Por lo tanto, mediten en el ejemplo de Jesús, que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores; por eso, no se cansen ni se desanimen. Pues ustedes aún no han tenido que llegar hasta la muerte en su lucha contra el pecado, y han olvidado ya lo que Dios les aconseja como a hijos suyos. Dice en la Escritura: «No desprecies, hijo mío, la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a quien él ama, y castiga a aquel a quien recibe como hijo.»

Ustedes están sufriendo para su corrección: Dios los trata como a hijos. ¿Acaso hay algún hijo a quien su padre no corrija? Pero si Dios no los corrige a ustedes como corrige a todos sus hijos, entonces ustedes no son hijos legítimos. Además, cuando éramos niños, nuestros padres aquí en la tierra nos corregían, y los respetábamos. ¿Por qué no hemos de someternos, con mayor razón, a nuestro Padre celestial, para obtener la vida? 

Nuestros padres aquí en la tierra nos corregían durante esta corta vida, según lo que les parecía más conveniente; pero Dios nos corrige para nuestro verdadero provecho, para hacernos santos como él. Ciertamente, ningún castigo es agradable en el momento de recibirlo, sino que duele; pero si uno aprende la lección, el resultado es una vida de paz y rectitud.

Así pues, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas, y busquen el camino derecho, para que sane el pie que está cojo y no se tuerza más. Procuren estar en paz con todos y llevar una vida santa; pues sin la santidad, nadie podrá ver al Señor.

Bendiciones.

La gracia de parte Dios-


Juan 1:14-17. La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH). Y la Palabra se encarnó y habitó entre nosotros; y vimos su gloria, la que le corresponde como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de él proclamando: “Este es aquel de quien yo dije: el que viene después de mí es superior a mí porque existía antes que yo”.

En efecto, de su plenitud todos hemos recibido bendición tras bendición. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos vinieron por medio de Jesucristo.

Dios es amor y amar es dar; nuestro Padre Celestial nos ha dado gratis todo lo que tenemos, en lo material y espiritual sin que lo merezcamos, nos ha dado de su gracia, de su bondad, de su generoso amor. Es la generosidad o la magnanimidad de Dios hacia nosotros, seres rebeldes y pecadores. La gracia comprende temas tales como el perdón, la salvación, la regeneración, el arrepentimiento, y el amor de Dios. “Hay vocablos que encierran el concepto de la gracia, que no contienen la palabra “gracia”

Veamos nuestro texto inicial en otra traducción o versión de la Biblia para entender un poco más el asunto de nuestro estudio de hoy.

Juan 1:14-17. Dios Habla Hoy (DHH). Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad. Juan dio testimonio de él, diciendo: «Éste es aquel a quien yo me refería cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo.»

De su abundancia todos hemos recibido un don en vez de otro; porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo.

Millones de personas alrededor del mundo han escuchado acerca de la gracia de Dios. ¿cuántos realmente comprenden la importancia de este concepto? ¿Qué es la gracia en realidad, cuál es su relación con la salvación y para que nos sirve? La Biblia explica claramente que la gracia es un don de Dios; es el regalo de su misericordia clemente e inmerecida para la humanidad.

A partir del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo y su resurrección, todos los que hemos creído y los que creerán en él, como Dios, Señor y Salvador ya no estamos ya bajo la Ley, sino bajo la gracia, por tanto, el pecado no tiene poder contra nosotros.

Romanos 6:14. La Biblia de las Américas (LBLA). Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia.

La Ley dice, "págalo todo"; mientras la Gracia dice "todo está pago". La Ley significa un trabajo que debe hacerse; la Gracia es una labor hecha por Cristo para nosotros. La ley restringe las acciones; la Gracia cambia la naturaleza, nos hace partícipes de la de Dios. La Ley condena; la Gracia justifica. Bajo la Ley, una persona es como un esclavo que trabaja por salario, para ganarse el Cielo; bajo la Gracia es un hijo de Dios, dueño de la casa, que disfruta la herencia.

Por obra del Espíritu de Dios, el Espíritu Santo o el Espíritu de Cristo, el que cree en Cristo es lavado, justificado, santificado naciendo de nuevo, convirtiéndose en una nueva criatura y convirtiéndose en hijo y heredero de Dios. El Espíritu Santo es ese don de Dios, que se nos da por Dios totalmente gratis, cuando creemos en Cristo y nos bautizamos, y obra en las personas para la vida eterna.

Pablo exhorta a los creyentes a que pidan al Padre Celestial, el Espíritu Santo, les pide que caminen en Él, y a que no lo contristen. La gracia no es una cosa, sino el mismo Dios que se nos comunica, transformándonos en él. La gracia es la misma acción y vida divina que dispone nuestro ser para participar en Dios.

La fe es la respuesta humana a la gracia divina, esta fe es don de Dios. La fe es moralmente vital por sí misma, obra por el amor. La posición del creyente bajo la gracia se explica, no por algo en él mismo, sino por la voluntad de Dios. Cada paso en el curso de la vida cristiana se debe a la gracia al llamado al arrepentimiento y a la fe.

En Romanos 8:28–30 Pablo repasa la agenda divina desde el llamado hasta la gloria final de los redimidos. Con todo, no pasa por alto la responsabilidad del hombre que es la obediencia a la Palabra de Dios y que es una actitud moral y espiritual. Los hombres se vuelven a Dios por causa de la obra del Señor el Espíritu Santo.

Romanos 8:28-30. Nueva Traducción Viviente (NTV). Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor de muchos hermanos. Después de haberlos elegido, Dios los llamó para que se acercaran a él; y una vez que los llamó, los puso en la relación correcta con él; y luego de ponerlos en la relación correcta con él, les dio su gloria.

La gracia, revelada y dada por Dios en Jesucristo, está presente en el Antiguo Testamento, como una promesa y como una esperanza. En diversas formas, con nombres variados, pero uniendo siempre al Dios que busca constantemente al hombre que recibe de su gracia, por todas partes aparece la gracia en el Antiguo Testamento.

La gracia en Dios para nosotros es dar y perdonar, derramar por todas partes su generosidad, inclinarse con atención y emoción hacia los más pobres y los más desvalidos, es la faceta de el Dios de ternura y de gracia, tardo para la ira y rico en misericordia y fidelidad.

Éxodo 34:6. Jubilee Bible 2000 (Spanish) (JBS). Y pasando el SEÑOR por delante de él, proclamó: YO SOY el SEÑOR, YO SOY fuerte, misericordioso, y lleno de gracia; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad

En Dios la gracia es a la vez misericordia que se interesa por la miseria, es fidelidad generosa a los suyos (hesed), solidez inquebrantable en sus compromisos (emes), adhesión de corazón y de todo el ser a los que ama (rahamim), justicia inagotable (sedeq), capaz de garantizar a todas sus criaturas la plenitud de sus derechos y de colmar todas sus aspiraciones.

Que Dios pueda ser la paz y el gozo de los suyos, es efecto de su gracia: "¡Cuán preciosa es tu gracia (hesed), oh Dios! Los hombres se refugian a la sombra de tus alas, se sacian de la sobreabundancia de tu casa y los abrevas en el torrente de tus delicias" (Salmo 36:8ss), "porque tu gracia (hesed) es mejor que la vida" (Salmo 63:4).

La vida, el más precioso de todos los bienes, palidece ante la experiencia de la generosidad divina, fuente inagotable. La gracia de Dios puede ser, pues, una vida, más rica y más plena que todas nuestras experiencias. La generosidad de Dios se derrama sobre toda carne, su gracia no es un tesoro guardado codiciosamente.

Pero el signo esplendente de esta generosidad es la elección de Israel. Es una iniciativa totalmente gratuita, no justificada en el pueblo elegido por ningún mérito, por ningún valor antecedente, ni por el número, ni por la buena conducta, ni por el vigor de su mano, sino únicamente por el amor a la humanidad y la fidelidad al juramento hecho a vuestros padres.

Como punto de partida de Israel sólo hay una explicación, la gracia del Dios fiel que guarda su alianza y su amor. El símbolo de esta gracia es la tierra que da Dios a su pueblo.

La palabra que sin duda traduce mejor el efecto producido en el hombre por la generosidad de Dios a causa de su gracia, es el de bendición. La bendición es mucho más que una protección exterior, en el que la recibe mantiene la vida, el gozo, la plenitud de la fuerza, establece entre Dios y su creación, un contacto personal, hace que se posen sobre el hombre la mirada y la sonrisa de Dios, la irradiación de su rostro y de su gracia. La venida de nuestro Señor Jesucristo muestra hasta dónde puede llegar la generosidad divina: hasta darnos a su propio Hijo.

Romanos 8:32. Palabra de Dios para Todos (PDT). Dios mostró su favor hacia nosotros hasta tal punto que dio a su propio Hijo para que muriera por nosotros. Siendo así, ¿cómo no nos va a dar, junto con él, todo lo que tiene?

Diccionario Vine. Gracia Caris (χάρις, G5485) tiene varios usos: (a) objetivo, aquello que otorga u ocasiona placer, delicia o causa una actitud favorable; se aplica, p.ej., a la belleza o a la gracia de la personalidad (Lucas 2:40); sus actos (2 Corintios 8:6), o manera de hablar (Lucas 4:22  «palabras de gracia»; Colosenses 4:6); (b) subjetivo: (1) por parte del otorgador, la disposición amistosa de la que procede el acto bondadoso, gracia, bondad, buena voluntad en general (Hechos 7:10); especialmente con referencia al favor o a la gracia divina (Hechos 14:26).

Tener favor con es hallar gracia ante (Hechos 2:47); así, se halla en este sentido al inicio y al final de varias epístolas, donde el redactor desea gracia de parte de Dios para los lectores (Romanos 1:7; 1 Corintios 1:3). El hecho de que la gracia se reciba tanto de Dios el Padre (2 Corintios 1:12), como de Cristo (Gálatas 1:6; Romanos 5:15, donde ambos son mencionados), constituye un testimonio de la deidad de Cristo.

Véase también 2 Timoteo 1:1-2, donde la frase «por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo» tiene que ser tomada con cada una de las cláusulas precedentes: «en vosotros», y «vosotros en Él». En Santiago 4:6 «Pero Él da mayor gracia» (griego: «una mayor gracia»)

Gracia se traduce “misericordia” (muchas veces), “bondad”, “favor”, “benevolencia”, “merced”. Lutero traduce con la palabra Gnade, o sea la palabra alemana para “gracia”. A pesar de ello no es un equivalente exacto de gracia. Es un vocablo que funciona en dos direcciones, y puede usarse tanto de Dios como del hombre. En cuanto a Dios, por cierto que significa gracia, expresa un favor inmerecido.

La fe es la respuesta humana a la gracia divina (Romanos 5:2; 10:8-9). Esta fe es don de Dios (Efesios 2:8); las palabras “no de vosotros” pueden referirse a sesoµsmenoi (“salvos”), pero Pablo quiere señalar que la palabra “fe” no tiene que tomarse en el sentido de alguna acción independiente por parte del creyente. La posición del creyente bajo la gracia se explica, no por algo en él mismo, sino por la voluntad de Dios. Cada paso en el curso de la vida cristiana se debe a la gracia: Gálatas 1:15 (llamado); 2 Timoteo 2:25 (arrepentimiento); Efesios 2:8–9 (fe).

En Romanos 8:28–30 Pablo repasa la agencia divina desde el llamado hasta la gloria final de los redimidos.

Romanos 8:28-30. Dios Habla Hoy (DHH). La obra salvadora de Dios. Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito. A los que de antemano Dios había conocido, los destinó desde un principio a ser como su Hijo, para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos. Y a los que Dios destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó, los hizo justos; y a los que hizo justos, les dio parte en su gloria.

Gracia Verbo janan (נָחָ, H2603), «ser misericordioso, considerado; favorecer». El término se encuentra en ugarítico antiguo con un significado muy parecido al hebreo bíblico. Sin embargo, en el hebreo moderno, janan pareciera dar mayor énfasis en la acepción más fuerte de «perdonar o mostrar misericordia». El vocablo aparece unas 80 veces en el Antiguo Testamento hebreo, y por vez primera en Génesis 33:5 «Son los hijos que Dios, en su gracia, ha dado a tu siervo».

Por lo general, este término sugiere un «favor» que se hace, a menudo inesperado e inmerecido. Janan puede expresar «generosidad», un regalo del corazón. Sobre todo, Dios es la fuente de un «favor» no merecido y una vez tras otra se le suplica que actúe con acciones «gratuitas» como solo Él lo puede hacer. El salmista ora: «Aparta de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia «bondad» concédeme tu ley» (Salmo 119:29; «y dame la gracia de tu ley»).

El «favor» de Dios se percibe sobre todo en su liberación del pueblo de Dios de sus enemigos y de los males que les rodean (Salmo 77:9; Amos 5:15). Sin embargo, Dios extiende su «misericordia», según su voluntad y acción soberana, a quienquiera que Él escoge. De muchas maneras janan combina el significado de haris (que en griego clásico indica «encanto» o «benevolencia») y el sentido neotestamentario de «favor no merecido» o «misericordia».

Éxodo 33:19. Dios Habla Hoy (DHH). Pero el Señor contestó: Voy a hacer pasar toda mi bondad delante de ti, y delante de ti pronunciaré mi nombre. Tendré misericordia de quien yo quiera, y tendré compasión también de quien yo quiera.

Gracia jen (חֵ, H2580), «favor; gracia». La raíz, que significa «favorecer», es un término semítico común. En acádico, el verbo enenu («compadecer») está relacionado con hinnu («favor»), que solo aparece como nombre propio. El nombre hebreo jen está 69 veces, sobre todo en el Pentateuco y en los libros históricos hasta Samuel. Es un poco más frecuente en los libros poéticos, aunque casi no figura en los libros proféticos. El primer caso se encuentra en Génesis 6:8 «Pero Noé halló gracia en los ojos de Jehová». El significado básico de jen es «favor». Cualquier cosa «placentera y agradable» se puede describir con esta palabra. Cuando se dice que una mujer tiene jen, es porque es «graciosa o agraciada» (Proverbios 11:16)

Las palabras de una persona pueden tener «gracia»: «El que ama la pureza de corazón y tiene gracia al hablar tendrá por amigo al rey» (Proverbios 22:11; Salmo 45:2). Jen también denota la reacción a cualquier cosa «agradable». Los siguientes verbos se usan con este vocablo: «extender» (Génesis 39:21), «dar» (Éxodo 3:21) y «hallar» (Génesis 6:8).

Hebreos 4:12-16. La Biblia de las Américas (LBLA). Poder de la palabra de Dios y de la gracia a favor nuestro. Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada oculta a su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

Jesús, el gran sumo sacerdote. Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.

Necesitamos como hijos de Dios esa gracia en todo tiempo y circunstancia para poder enfrentar todas las situaciones y adversidades que se nos presentan, la necesitamos para vivir la vida que agrada a Dios, la necesitamos para perseverar, la necesitamos para crecer espiritualmente, la necesitamos para ser bendecidos, la necesitamos para servir con un corazón limpio al Señor. Que nuestra oración sea con la misma actitud de la de Nehemías.

Nehemías 1. La Biblia de las Américas (LBLA). Oración de Nehemías por los desterrados. Palabras de Nehemías, hijo de Hacalías. Aconteció que en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en la fortaleza de Susa, vino Hananí, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá, y les pregunté por los judíos, los que habían escapado y habían sobrevivido a la cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que sobrevivieron a la cautividad allí en la provincia, están en gran aflicción y oprobio, y la muralla de Jerusalén está derribada y sus puertas quemadas a fuego.

Y cuando oí estas palabras, me senté y lloré, e hice duelo algunos días, y estuve ayunando y orando delante del Dios del cielo. Y dije: Te ruego, oh Señor, Dios del cielo, el grande y temible Dios, que guarda el pacto y la misericordia para con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos, que estén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que yo hago ahora delante de ti día y noche por los hijos de Israel tus siervos, confesando los pecados que los hijos de Israel hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.

Hemos procedido perversamente contra ti y no hemos guardado los mandamientos, ni los estatutos, ni las ordenanzas que mandaste a tu siervo Moisés. Acuérdate ahora de la palabra que ordenaste a tu siervo Moisés, diciendo: “Si sois infieles, yo os dispersaré entre los pueblos; pero si volvéis a mí y guardáis mis mandamientos y los cumplís, aunque vuestros desterrados estén en los confines de los cielos, de allí los recogeré y los traeré al lugar que he escogido para hacer morar allí mi nombre.” Y ellos son tus siervos y tu pueblo, los que tú redimiste con tu gran poder y con tu mano poderosa.

Te ruego, oh Señor, que tu oído esté atento ahora a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos que se deleitan en reverenciar tu nombre; haz prosperar hoy a tu siervo, y concédele favor delante de este hombre. Era yo entonces copero del rey.

Bendiciones.

La familia al servicio de Dios-



Josué 24:14-15. Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.

Las familias pueden variar en su constitución lo mismo que lo que tiene que ver con sus principios y valores de acuerdo a la nación y tradiciones. Grandes, pequeñas, urbanas, rurales, dispersas o integradas, la familia sigue siendo el grupo de convivencia primario, la primera escuela de la vida, que define la personalidad, con una gran función social y educativa, que define el desarrollo de repercusiones individuales y sociales positivas o negativas. El rol que juega la familia es fundamental para la protección, estabilidad, conformación de valores, es motor y freno de acciones diversas, genera orgullo, sentido de pertenencia y es fuente de satisfactores y tristezas, alegrías y tristezas que forman parte del vivir cotidiano.

La familia es la organización y unidad básica social, constituida por un hombre y una mujer, que fundamentados en el amor y la fidelidad llevan a la procreación de nuevos integrantes de la misma que, mediante su educación se garantiza la permanencia del género humano. La familia es el ámbito primordial de desarrollo de cualquier ser humano, desarrollo de la autoestima y de la verdadera identidad persona, de los esquemas de convivencia social más elementales y de la experiencia del amor. La anterior es una definición universal y genérica de lo que se considera una familia.

Pero en realidad la familia es el diseño de Dios para la humanidad y en dónde el Señor ha establecido principios, valores y mandatos para salvaguardar el orden correcto de tan sublime institución universal diseñada el cielo mismo. Acerca de este tema de los valores les invito a ver en profundidad el estudio acerca de esto, en otro sermón de este blog.

A continuación les dejo el link del estudio titulado “Los principios y valores de la familia cristiana”.


Génesis 2:18. Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.

Génesis 1:26-28. Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Génesis 2:24. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

No importa lo que otros dentro del pueblo de Israel hubieran decidido en aquel entonces, Josué quiso hacer un compromiso con Dios y estaba dispuesto a dar el ejemplo de vivir de acuerdo con esa decisión y eso incluía a su familia. La manera en que vivimos les demuestra a los demás la seriedad de nuestro compromiso para agradar y servir a Dios. Seguir a Dios es verdaderamente la única forma de vivir una vida satisfactoria y victoriosa que nos lleva a una eternidad en la presencia de nuestro Creador y Salvador. Estamos en esta tierra, el país y ciudad dónde nacimos para servir al Señor y a las almas que ha creado, tenemos un propósito divino que alcanzar; debemos hacer todo lo posible para ver que nuestra familia siga nuestro ejemplo.

Entrar en el pacto era asunto que tenía que decidir cada familia en lo individual, como puede verse en la famosa resolución de Josué. Aunque Israel funcionaba como una nación, el pacto era esencialmente un asunto de familia, y todavía lo es. Hechos 16:31. Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.

Como testigos oculares de los actos narrados en el prólogo y por lo tanto capaces de confirmar su exactitud, esa generación apropiadamente formó el fundamento para la relación del antiguo pacto con Dios. Después de esto, el pacto será transmitido por la boca de una generación y recibido en el corazón de la siguiente.

Deuteronomio 6. Dios Habla Hoy (DHH). El gran mandamiento. Éstos son los mandamientos, leyes y decretos que el Señor su Dios me ha ordenado enseñarles, para que los pongan en práctica en el país del cual van a tomar posesión. De esta manera honrarán al Señor su Dios, y cumplirán durante toda su vida las leyes y los mandamientos que yo les mando a ustedes, a sus hijos y a sus nietos; y así vivirán muchos años. Por lo tanto, israelitas, pónganlos en práctica. Así les irá bien y llegarán a ser un pueblo numeroso en esta tierra donde la leche y la miel corren como el agua, tal como el Señor y Dios de sus antepasados se lo ha prometido. 

Oye, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en la mente todas las cosas que hoy te he dicho, y enséñaselas continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes. Lleva estos mandamientos atados en tu mano y en tu frente como señales, y escríbelos también en los postes y en las puertas de tu casa.

Cuando los hijos de Israel se trasladaron a la Tierra Prometida, estaban preparando para establecer sus hogares permanentes en lugar de vivir en tiendas de campaña que eran bajadas y se movieron cada pocos días o semanas. Su líder, Josué, lanzó un reto fuerte para las familias de Israel. ¿Que Dios o dioses van a servir?  ¿Servirán a los dioses de Egipto, donde fueron esclavizados? ¿Servirán a los dioses adorados por los diversos pueblos que han encontrado en su Tierra Prometida? ¿O servirán al Dios que los sacó de la esclavitud en Egipto, los guio a través de los años de vagar en el desierto y los trajo a esta Tierra Prometida? Tenían que hacer una decisión, y su decisión haría toda la diferencia en el mundo, no sólo para sus vidas sino a toda su historia. Hay muchas opciones que podemos hacer, sin embargo, la que es absolutamente vital es para servir al Señor.

Podemos optar por tener a nuestros dioses falsos (el amor al dinero, ropa, joyería, deportes, TV, etc.) o podemos optar por caminar con Dios. Tenemos que ser conscientes de que lo amamos más que Dios es un dios falso. Al igual que Josué, el apóstol Pablo nos amonesta: Romanos 12:2. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

La decisión de servir al Señor solamente sobre la base de entusiasmo no va a durar. La decisión de un cristiano depende de la integridad: Josué 24:14. Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. La decisión de seguir a Dios implica una decisión estructurada con un compromiso de sinceridad y de verdad. Esto significa servir de todo corazón, servir con integridad, o sin culpa. Esto era cierto para los israelitas, como es cierto para toda la humanidad.

Josué tomó la decisión junto con su familia para servir al Señor. ¿Servirá usted y su casa al Señor? Tenemos que ser conscientes de que nuestras decisiones tienen consecuencias buenas o malas no sólo para nosotros sino también para otras personas. Una decisión egoísta afecta a nuestras familias de manera negativa. Del mismo modo, la decisión de servir a Dios influye positivamente en nuestras familias.

Así como Josué señaló el camino a Dios, cada uno de nosotros tenemos la misma oportunidad. Debemos pedirle a Dios que nos ayude a examinar nuestro corazón, porque como creyentes nacidos de nuevo la Biblia nos dice que somos embajadores de Cristo. 2 Corintios 5:20. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Siendo discípulos de nuestro Señor Jesucristo, llegará el momento en que tendremos que decir a algunos de nuestros conocidos, “ustedes pueden hacer lo que deseen, creer en lo que quieran, pero mi familia y yo vamos a servir al Señor y a creer a su Palabra que es la Biblia. Esta es una decisión personal y trascendental que marca nuestro destino eterno.

Al igual que Josué había dado un buen ejemplo para su familia para seguir a Dios, cada hombre cristiano y mujer cristiana debe hacer una declaración similar a la familia que el Señor le ha dado. Aunque Josué podría dar el ejemplo, no podía tomar la decisión por ellos, la gente tenía que elegir por sí mismos, ese principio no ha cambiado. ¿A quién quieren servir hoy?

Los siguientes textos bíblicos en diferentes versiones nos afirman más en esta verdad.

Josué 24:15. (DHH). Pero si no quieren servir al Señor, elijan hoy a quién van a servir: si a los dioses a los que sus antepasados servían a orillas del Éufrates, o a los dioses de los amorreos que viven en esta tierra. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor.

Josué 24:15 (NTV). Pero si te niegas a servir al SEÑOR, elige hoy mismo a quién servirás. ¿Acaso optarás por los dioses que tus antepasados sirvieron del otro lado del Éufrates? ¿O preferirás a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives? Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al SEÑOR.

Hechos 16:31 (DHH). Ellos contestaron: Cree en el Señor Jesús, y obtendrás la salvación tú y tu familia.

El Señor desea ver que como familia le sirvamos juntos. El llamado a la Salvación tiene promesa no tan solo para nosotros, sino para toda nuestra familia. El promete, y su promesa no falla. Nosotros solamente tenemos que confiar y creer que esta promesa es para nosotros personalmente. Hoy es el tiempo de Dios para ver la salvación de nuestra casa, los planes y pensamientos de Dios es que juntos como familia logremos establecernos en los caminos del Señor y le sirvamos de todo corazón.

Veamos lo que implicó para Josué esta declaración. Josué tomo una decisión a nivel personal. Él Estaba dejando una herencia, un legado a nuestros hijos, su descendencia sería afectada por esta decisión. Josué tomo responsabilidad de su familia. Nosotros debemos tomar una responsabilidad de orar por toda nuestra familia diariamente. Se ha dicho que la oración es para la familia lo que un techo es para la casa, protege a los que están adentro de los enemigos y las adversidades de la vida. Josué unió a su familia. 

En la unidad Dios envía bendición. La unidad de la familia radica en que todos sus miembros comparten y respetan los mismos valores. Josué sin tomar en cuenta a los demás, él se determinó a vivir para Dios y servirle. Hoy debemos ser Padres determinados a cumplir con su papel y familias que se determinen hacer la diferencia, es un compromiso de cada uno de los miembros del hogar.

1 Reyes 18:21. Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra.

Deuteronomio 30:19. A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.

Mateo 6:24. Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

Hechos 11:23. Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor.

1 Samuel 7:3. Habló Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a Jehová, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los filisteos.

El hogar era el centro de la vida espiritual en el pueblo de Israel. El libro de Deuteronomio es por excelencia, nuestra mejor referencia para comprobar, que Dios delega a los padres la responsabilidad de promover la vida espiritual en los hijos. Deuteronomio 4:9. dice claramente: Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.

Esto debe ser una labor constante. Deuteronomio 6:7. Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Es interesante darnos cuenta, que el centro de la vida espiritual era el hogar no la sinagoga. Las primeras palabras que un niño aprendía era el Shema (confesión judía de fe): Deuteronomio. 6:4-5. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.

Hoy como familias, debemos mantener y guardar nuestra identidad como cristianos. En el Nuevo Testamento, vemos que las casas era el centro de reunión, desarrollo y expansión del cristianismo. Hechos 2:46 nos muestra….y partiendo el pan en las casas. Hechos 5:42 agrega: Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo. La primera iglesia establecida en Europa fue en la casa de Lidia (Hechos 16:15). A través de sus cartas, Pablo envía saludos repetidas veces a hermanos y la iglesia que se reunía en su casa (Romanos 16:5, 10-11, Filipenses 4:22, Colosenses 4:15, Filemón 1:2). Las casas de los hermanos fueron los lugares o centros donde la fe era enseñada y extendida. La familia cristiana es el laboratorio donde Dios está y sigue transformando a la familia de hoy.

Las relaciones familiares ayudaron para que los nuevos convertidos fueran atendidos como se debe. En el Nuevo Testamento, abundan las ilustraciones y términos que comparan la vida de la iglesia con las relaciones familiares (Efesios 5:21-33, 1 Timoteo 5). Finalmente, Dios nos reta como familia. El libro de Josué 24, describe las palabras de despedida de este gran líder de Dios. Veamos los roles correspondientes dentro de un hogar cristiano.

Rol del hombre. 1 Timoteo 3:1-13. (TLA). Los líderes de la iglesia Si alguien desea dirigir una iglesia, realmente desea un buen trabajo.  Pero debe ser alguien a quien no se le pueda acusar de nada malo. Debe tener una sola esposa, controlar todos sus deseos, y pensar dos veces lo que va a hacer. Debe comportarse correctamente, recibir con gusto en su hogar a los visitantes, y saber enseñar. No debe ser borracho ni violento, ni buscar pelea. Al contrario, debe ser amable y tranquilo, y no estar preocupado sólo por el dinero. Además, debe gobernar bien a su propia familia y educar a sus hijos, para que sean obedientes y respetuosos. Porque si no puede gobernar a su propia familia, tampoco podrá gobernar a la iglesia de Dios. Y no debe ser alguien con poco tiempo de haber creído en Jesucristo, pues puede volverse orgulloso, y entonces recibirá el mismo castigo que Satanás. Por último, debe contar con el respeto de la gente que no cree en Jesucristo, para que nunca pase vergüenza delante de ellos ni caiga en alguna trampa de Satanás.

Los diáconos de la iglesia. Los diáconos deben ser gente respetable; no deben mentir ni beber mucho vino, ni hacer trampa en los negocios. Además, deben creer siempre en todo el mensaje de la buena noticia que Dios nos ha dado, y tener la conciencia tranquila. Deben tener una sola esposa, y dirigir bien a sus hijos y a toda su familia. Las mujeres también deben ser respetables. No deben ser chismosas, sino más bien serias y fieles en todo. Los que quieran ser diáconos serán puestos a prueba. Si no hay nada de qué acusarlos, y pasan la prueba, trabajarán en la iglesia. Los que hagan bien su trabajo como diáconos tendrán buena fama, y se ganarán el respeto y la confianza de todos en la iglesia de Cristo.

Rol de la mujer. La mujer ejemplar. Proverbios 31:10-31 (TLA). ¡Qué difícil es hallar una esposa extraordinaria! ¡Hallarla es como encontrarse una joya muy valiosa! Quien se casa con ella puede darle toda su confianza; dinero nunca le faltará. A ella todo le sale bien nunca nada le sale mal. Sale a comprar lana y lino, y con sus propias manos trabaja con alegría. Se parece a los barcos mercantes: de muy lejos trae su comida. Se levanta muy temprano, y da de comer a sus hijos y asigna tareas a sus sirvientas.

Calcula el precio de un campo; con sus ganancias lo compra, planta un viñedo, y en él trabaja, de sol a sol. Ella misma se asegura de que el negocio marche bien; toda la noche hay luz en su casa, pues toda la noche trabaja. Ella fabrica su propia ropa, y siempre ayuda a los pobres. No le preocupa que haga frío, pues todos en su casa andan siempre bien abrigados. Toma telas de lino y de púrpura, y ella misma hace colchas y vestidos. En la ciudad y en el país su esposo es bien conocido, pues ocupa un lugar importante entre la gente de autoridad. La ropa y los cinturones que ella misma fabrica los vende a los comerciantes.

Es mujer de carácter; mantiene su dignidad, y enfrenta confiada el futuro. Siempre habla con sabiduría, y enseña a sus hijos con amor. Siempre está pendiente de su casa y de que todo marche bien. Cuando come pan, es porque se lo ha ganado. Sus hijos la felicitan; su esposo la alaba y le dice: «Mujeres buenas hay muchas, pero tú las superas a todas». La hermosura es engañosa, la belleza es una ilusión; ¡sólo merece alabanzas la mujer que obedece a Dios! ¡Que todo el mundo reconozca los frutos de su esfuerzo! ¡Que todos en la ciudad la alaben por sus acciones!

Rol de los hijos. Efesios 6:1-4. (TLA). Hijos, obedezcan a sus padres. Ustedes son de Cristo, y eso es lo que les corresponde hacer.  El primer mandamiento que va acompañado de una promesa es el siguiente: «Obedezcan y cuiden a su padre y a su madre.  Así les irá bien, y podrán vivir muchos años en la tierra.» Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos. Más bien edúquenlos y denles enseñanzas cristianas.

La invitación está a las puertas de nuestros hogares y de nuestros corazones: que sea el Señor Jesucristo gobernándonos a través de la Palabra de Dios con la ayuda del Espíritu Santo. Les invitamos a hacer de Dios el centro de sus vidas y de sus hogares. El tiempo aceptable es hoy.

Como Josué, tome la decisión personal y consciente de servir a Dios y declare con osadía: "Mi familia y yo serviremos al Señor" y trabajemos en todo momento para fundamentarnos y estructurarnos en las verdades de la Palabra de Dios. Bendiciones.