Dios nuestro Creador, el Padre Eterno
quiere que en todo momento le busquemos, que le hallemos en su lugar secreto y
es por esas razones que debemos entender lo que él quiere decir para nuestro
propio bien.
De hecho, sin fe es imposible agradar
a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él
recompensa a los que lo buscan con sinceridad. (NTV Hebreos
11:6)
Pero tú, cuando ores, entra en tu
aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto,
y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. (NBLH Mt 6:6)
Buscar el rostro de Dios significa
desear conocer Su carácter y anhelar Su presencia, más que cualquier otra cosa
que pueda darnos.
Al entrar en obediencia al buscarlo, al
buscar su rostro continuamente, vamos a recibir las recompensas que él tiene
para cada uno de nosotros. Estas recompensas son personales y únicas de acuerdo
con el propósito para cada persona que ha llamado por medio de su Hijo
Jesucristo y de su Espíritu Santo.
Esto dice el SEÑOR: Que el sabio no
haga alarde de su sabiduría, ni el fuerte de su fuerza, ni el rico de su
riqueza. Si alguien quiere hacer alarde de algo, que lo haga de que aprendió a
conocerme, y de que entiende que yo soy el SEÑOR que actúa con fiel amor,
justicia y rectitud, pues es lo que a mí me gusta. Lo dice el SEÑOR. (PDT Jer
9:23-24)
En la Biblia buscar el rostro de Dios, hace
referencia a conocerlo, a entender Su carácter, a escuchar Su voz, a saber,
cuál es la revelación de su voluntad para la humanidad, para Israel, para su
Iglesia y para nuestras vidas. El resultado de buscar a Dios es el de servirle
en su reino y su iglesia que son los redimidos por la sangre de nuestro Señor Jesucristo.
Dios nos garantiza que quienes dedican
sus vidas, energías y voluntades a su servicio recibirán recompensas de parte suya,
pero esto no debe ser la única motivación de acción para los creyentes, pues su
dedicación al Señor debe tener una motivación real y sincera de todo corazón para agradarle.
Dios valora enormemente el servicio y la dedicación de aquellos quienes lo adoran
y los que le buscan con humildad y amor, llenándoles de bendiciones.
En la Biblia nos hace un llamado a que busquemos el rostro de Dios: "Buscad al Señor y su poder; buscad siempre su rostro" (Salmo 105:4). Pero, ¿por qué debemos buscar el rostro de Dios? La respuesta está en la traducción de la palabra "rostro". Diferentes versiones traducen la palabra rostro como "presencia".
El Padre Celestial, quiere que busquemos
pasar más tiempo con Él en Su presencia y Él nos promete que vamos a
encontrarlo y que nos va a recompensar en medio de todas nuestras
circunstancias; recordemos que el sabe quienes somos, sabe en que momento de
nuestras vidas nos encontramos, sabe por qué estamos atravesando, sabe cuales
son nuestras debilidades, sabe nuestros errores, sabe nuestros pecados, pero también sabe
en qué le hemos sido fieles, sabe la intención de nuestros corazones, sabe lo
que el diablo ha planeado contra nuestras vidas y nos recuerda que peleará por
nosotros por amor de su Nombre y debemos comprender que no nos ha dejado, no nos ha abandonado, Dios siempre está
ahí en el lugar secreto esperándonos para bendecirnos de todas las formas que Él ha planeado en su mente y en su corazón.
Sé muy bien lo que tengo planeado para
ustedes, dice el SEÑOR, son planes para su bienestar, no para su mal. Son
planes de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me llamarán,
vendrán y orarán, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán cuando me
busquen de todo corazón. Dejaré que ustedes me encuentren, dice el SEÑOR. Les
devolveré lo que les quitaron y los traeré de regreso de todos los lugares a
los que los arrojé, dice el SEÑOR. Los traeré de regreso al lugar de donde los
desterré. (PDT Jer 29:11-14)
Cuando buscamos a Dios y lo encontramos,
el resultado es una vida de adoración y de alabanza; en otras palabras, el
resultado de buscar su presencia, de buscar su rostro, es el empezar a dar
frutos de una vida renovada por el Espíritu Santo, una mente renovada y con el
deseo de hacer lo bueno, lo recto, lo justo, se nos va a notar que hemos pasado
tiempo con Dios, el Creador de todo lo que existe en el Universo (los cielos) y en esta
tierra.
Cuando pasamos tiempo en el secreto de
Dios, la vida del Señor Jesucristo empieza fluir de manera natural por medio de
la obra y el poder regenerador del Espíritu Santo; es allí donde somos
transformados y la luz de Cristo empieza a brillar para Salvación y vida eterna
de quienes nos rodean. Esto lo podemos ver en cada hombre y mujer que la Biblia
menciona cuando pasaron tiempo en la presencia de Dios, en el secreto de Dios,
buscando su rostro, buscando agradarle, buscando hacer lo que le agrada y lo
que les convenía a cada uno de ellos, buscando su sabiduría, buscando su guía y su consejo en cada
asunto que tenían que enfrentar y también debe ser así para cada uno de nosotros, en el
tiempo y el lugar que nos ha tocado vivir.
Dios quiere recompensarnos, premiarnos,
bendecirnos, prosperarnos de todas las maneras espirituales y que seamos un
reflejo de su amor hacia nuestro prójimo, hacia nuestros seres amados, hacia
nuestros enemigos.
Dios ha redimido nuestro pasado en su
Hijo Jesucristo, restaura nuestro presente presente y bendice nuestro futuro
por medio de la obra redentora de la cruz, lo hace por medio de la obra y la
presencia del Señor el Espíritu Santo, lo hace de acuerdo con el deseo de su
corazón, lo hace de acuerdo a sus planes y propósitos, lo hace por amor de su
nombre, lo hace porque nos ama y nos ha rescatado, lo hace porque le place
bendecirnos y recompensarnos, lo hace porque Dios es bueno por la eternidad.
Nuestra tarea es buscar su rostro,
buscar su presencia en el lugar secreto y el compromiso de Dios que el mismo ha
fijado, es que nos va a recompensar, el lo ha dicho, Dios lo ha prometido, el
lo va a cumplir soló porque es Dios, porque así le ha placido, por amor de su Nombre lo va a hacer.
¿Cómo podemos buscar el rostro de Dios? A
través de su Palabra, de la oración y de la adoración, a través de una vida dispuesta a agradarlo, de una vida renovada y con frutos de arrepentimiento. Se
trata de vivir permitiendo que sea Cristo gobernándonos y dirigiéndonos por medio
de su Espíritu Santo.
Acá no se trata de tener una vida
religiosa, no se trata de pertenecer a alguna religión, no se trata de tener
credos y normas éticas o normas morales, no se trata llenarnos de conocimientos
meramente teológicos, se trata realmente de vivir en el perfecto amor de Dios,
se trata de amar a nuestro prójimo, se trata de saber que es el amor perfecto
demostrado a través de nuestros corazones, se trata de hacer lo bueno, se trata
de hacer lo recto, se trata de ser misericordiosos, se trata de amar a nuestros
enemigos, se trata de hacer lo que nuestro Señor Jesucristo nos dejó revelado
en los evangelios y lo que nos reveló a través del nuevo testamento: debemos
andar en el amor de Dios, debemos andar en el camino que es Jesucristo, es sólo
de esa manera, sólo hay una forma y es a la manera de Dios, a la manera que el
ha establecido en su Palabra Eterna, es a la manera de la obra y la guía de su Espíritu Santo y de lo que nos ha revelado, no hay ninguna otra manera de hacerlo.
Mienten y engañan como dice el Señor, aquellos que con doctrinas humanas, doctrinas religiosas, doctrinas llenas de
odio y maldad como vemos que muchas personas profesan en diferentes naciones y
pueblos, que dicen amar a Dios pero asesinan, torturan, violan, destruyen vidas
de bebes, de niños, de mujeres, hombres, que por su luz de maldad y oscuridad
dicen estar sirviendo a Dios, pero en realidad sirven al diablo, muestran su
verdadera naturaleza, muestran realmente quien es su verdadero padre espiritual.
¿Por qué no entienden lo que digo?
Porque no pueden aceptar mi mensaje. Ustedes son de su padre el diablo y les
gusta hacer las maldades que el diablo quiere que hagan. Desde el comienzo él
fue un asesino y no tiene nada que ver con la verdad porque no hay verdad en
él. Cuando dice mentiras, habla de lo suyo porque es un mentiroso y padre de la
mentira. (PDT Jn 8:43-44)
Tengan cuidado con los falsos
profetas, pues ellos están disfrazados de mansas ovejas, pero por dentro son
lobos feroces. Ustedes los reconocerán por la clase de fruto que den. El bien
no viene de la gente mala, así como las uvas no se recogen de los espinos, ni
los higos se recogen de los cardos. De la misma manera, todo árbol bueno da
fruto bueno, pero un árbol malo da fruto malo. Un buen árbol no puede dar fruto
malo ni tampoco un árbol malo puede dar fruto bueno. Todo árbol que no dé fruto
bueno, será cortado y echado al fuego. Por eso digo que reconocerán a los
falsos profetas por la clase de fruto que den. No todo el que afirma que yo soy
su Señor entrará en el reino de Dios. Sólo entrará el que obedezca a mi Padre
que está en el cielo. Vendrá el día en que muchos me van a decir: “Tú eres
nuestro Señor, nosotros profetizamos en tu nombre, y por ti echamos fuera
demonios. Además, hicimos muchos milagros en tu nombre”. Entonces les diré
claramente: “Nunca los conocí, apártense de mí, porque ustedes se dedicaron a
hacer el mal”. (PDT Mt 7:15-23)
Cuando leemos Su Palabra, la Biblia, aprendemos
sobre Su carácter y Sus caminos, cuando oramos a Dios y pasamos tiempo con Él,
aprendemos a escuchar Su voz, cuando lo adoramos, Él se manifiesta en medio de nosotros cuando
celebramos Su presencia, cuando buscamos y encontramos el rostro de Dios, nos
encontramos con Su mirada de favor, de misericordia y amor hacia nosotros.
El Antiguo Testamento se refiere al
rostro de Dios brillando con gracia sobre Su pueblo y como medio de
restauración y salvación (Números 6:24-27; Salmo 80:3, 7, 19).
Cuando verdaderamente buscamos el rostro
de Dios, podemos comprender más profundamente Su amor y Su santidad, y
reflejamos más Su carácter.
Cuando buscamos el rostro de Dios, estamos
reconociendo que es el Padre Eterno, el Creador de todo lo que existe en el
Universo y en esta tierra, por eso nos acercamos a Él con una lista de lo que
queremos y necesitamos; nos acercamos a Dios porque lo amamos de verdad y
queremos conocerlo mejor, porque queremos aprender a depender de Dios.
Podemos enumerar varias recompensas que
podemos recibir cuando buscamos a Dios y cuando le servimos a la manera que lo
ha dispuesto por medio de su Hijo Jesucristo y con la ayuda de su Espíritu
Santo.
Vida eterna: La recompensa más grande
que Dios ofrece es la vida eterna en el cielo, un lugar de paz, gozo y
felicidad sin fin. (Juan 3:16, Apocalipsis 21:4)
Perdón de pecados: Cuando buscamos a
Dios con sinceridad, Él nos perdona todos nuestros pecados y nos limpia de toda
maldad. (1 Juan 1:9, Salmo 103:12)
Paz interior: Dios nos da una paz que
sobrepasa todo entendimiento, una paz que nos ayuda a enfrentar las
dificultades de la vida con tranquilidad y confianza. (Filipenses
4:7, Juan 14:27)
Guía y sabiduría: Dios nos guía y nos da la sabiduría necesaria para tomar decisiones correctas en la vida. (Proverbios
3:5-6, Santiago 1:5)
Fuerza y esperanza: Dios nos da la fuerza que necesitamos para superar los desafíos y la esperanza de un futuro mejor. (Isaías 40:31, Romanos 15:13)
Amor y gozo: Dios nos llena de su amor y
gozo, permitiéndonos vivir una vida plena y significativa. (Juan 15:11,
Romanos 15:13)
Bendiciones materiales: Dios también
puede bendecirnos con provisiones materiales, como un trabajo, un hogar o una
familia y todo lo que necesitemos para sacar adelantes estos proyectos. (Salmo 34:10, Deuteronomio 28:1-14)
Relación personal con Dios: La mayor
recompensa de todas es la posibilidad de tener una relación personal con Dios,
nuestro creador y nuestro Padre Celestial. (Juan 17:3, 1 Corintios 1:9)
Otras recompensas: La Biblia también
menciona otras recompensas como la sanidad física, la protección de Dios, la
prosperidad y la victoria sobre nuestros enemigos.
Es importante recordar que las
recompensas de Dios no son solo para el futuro, sino también para que las podamos
experimentar en el presente a medida que lo buscamos con un corazón sincero
y le servimos con fidelidad.
Los que respetaban al SEÑOR hablaron
de esto unos a otros, y el SEÑOR los escuchó atentamente. Entonces hizo
escribir un libro recordatorio donde estaban los nombres de aquellos que
respetan al SEÑOR y honran su nombre. El SEÑOR Todopoderoso dice: «El día que
tengo señalado, ellos serán mi tesoro. Tendré compasión de ellos como el papá
con el hijo que lo obedece. Ustedes volverán a notar la diferencia que hay
entre la gente buena y la gente mala, entre el que sirve a Dios y el que no lo
hace». (PDT Mal 3:16-18)
Bendiciones
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