No les tengas miedo, que el SEÑOR tu Dios pelea por ti. (NVI Dt 3:22)
Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste. (DHH Jn 17:3)
Los nombres de Dios revelados para nosotros, muestran cada una de las facetas que debemos conocer; uno de sus nombres es Yhvéh-Nissi, nombre del altar que edificó Moisés después de derrotar a los amalecitas en Refidim. Isaías profetiza que la «raíz de Isaí» (Jesucristo) se levantará como un estandarte para los pueblos (Isaías 11:10).
Finalmente, confíen en el gran poder del Señor para fortalecerse. Protéjanse contra los engaños del diablo con toda la armadura que les da Dios. Nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra gobernantes, contra autoridades, contra poderes de este mundo oscuro y contra fuerzas espirituales malignas del cielo. Por esa razón, vístanse con toda la armadura de Dios. Así soportarán con firmeza cuando llegue el día del ataque de Satanás y después de haber luchado mucho todavía podrán resistir. (PDT Ef 6:10-13)
Dios nos da la victoria contra la carne, contra el mundo y contra el diablo. Nuestras batallas son sus batallas; estas son luchas de la luz contra las tinieblas y del bien contra el mal; todos tenemos un enemigo o enemigos a vencer, no podemos vencerlos solos, necesitamos de la ayuda divina. Es en esos casos, cuando debemos tener muy presente nuestra dependencia por medio de una vida de comunión en santidad y en obediencia a los mandamientos de Dios y de la oración perseverante dispuesta como un altar que debe estar activada constantemente por la fe hacia el Trono de Dios, para alcanzar gracia y el oportuno socorro en medio de todas las situaciones y circunstancias que estemos atravesando.
Ustedes no fueron los que me eligieron a mí, sino que fui yo quien los eligió a ustedes. Les he mandado que vayan y sean como ramas que siempre dan mucho fruto. Así, mi Padre les dará lo que ustedes le pidan en mi nombre. (BLS Jn 15:16)
El Padre Celestial nos ha mostrado su amor y su voluntad al venir a buscarnos para rescatarnos por medio de su Hijo Jesucristo y de su Espíritu Santo; nos eligió, nos salió a nuestro encuentro en medio de las circunstancias en las que nacimos y nos encontrábamos, vino a rescatarnos de la muerte y de las garras del diablo, que con su sistema del mundo gobierna la tierra y las naciones, el diablo gobierna los corazones de aquellos que no aman a Dios, de aquellos que no quieren obedecer sus mandamientos y someterse de manera voluntaria al reinado de Jesucristo con el objetivo de buscar vengarse causando maldad y muerte eterna a la humanidad que fue hecha a imagen de Dios.
El destino del diablo ya está fijado, pues su juicio fue decretado y en el tiempo determinado irá al lago de fuego y azufre que arde por la eternidad en el castigo eterno, junto con los demonios que le siguieron en su rebelión y todos aquellos seres humanos que no quisieron aceptar vivir conforme a los mandamientos de Dios, los que no aceptaron el señorío de Jesucristo.
Cuando decidimos entregar nuestra vida a Dios el Creador, fue un punto de regreso hacia nuestro Padre Eterno que nos dio vida espiritual y que en ese momento cambió nuestra visión natural y espiritual abriendo nuestra mente a las verdades eternas, al entendimiento espiritual de cómo realmente funcionan los cielos y la tierra en que habitamos.
Ha sido siempre el anhelo de nuestro Padre Celestial que la humanidad se acerque a Él, le busque y le conozca. Ha sido el hombre quien a través de la historia ha tenido una actitud de alejarse de él, que para nada sorprende, pues fue iniciada en el Jardín del Edén desde el momento mismo de la caída.
Dios nos da una revelación a través del profeta y es que su voluntad es librarnos peleando por nosotros, Él quiere darnos la victoria porque durante el camino de sus hijos por esta tierra vamos a enfrentar muchas aflicciones, muchas pruebas, vamos a tener tropiezos, ataques, tentaciones para encontrar nuestro destino final que es estar en la presencia del Padre Celestial.
Es través de la revelación de su Palabra y del poder y la obra de su Espíritu Santo que nos da vida, que podemos obtener la victoria, porque nuestra naturaleza de pecadores e hijos del diablo ha sido cambiada a hijos de Dios, renacidos y adoptados en Jesucristo.
Necesitamos cada día que sus palabras se hagan vida en nosotros, que podamos ver la gloria de Dios y que podamos ver su poder a favor nuestro en el diario vivir, en cada situación que estemos enfrentando, en el lugar en que estemos viviendo, en cada nación y pueblo donde nos encontremos.
Dios salvara a su pueblo. Dios dice: «¡Reconstruyan el camino! Quiten las rocas y las piedras del camino para que mi pueblo pueda volver del cautiverio». El Alto y Majestuoso que vive en la eternidad, el Santo, dice: «Yo vivo en el lugar alto y santo con los de espíritu arrepentido y humilde. Restauro el espíritu destrozado del humilde y reavivo el valor de los que tienen un corazón arrepentido. Pues no pelearé contra ustedes para siempre; no estaré siempre enojado. Si lo estuviera, moriría toda la gente, sí, todas las almas que he creado. Estaba enojado, así que castigué a este pueblo tan avaro. Me aparté de ellos, pero continuaron por su propio terco camino. He visto lo que hacen, ¡pero aun así, los sanaré y los guiaré! Consolaré a los que se lamentan, llevando palabras de alabanza a sus labios. Que tengan paz abundante, tanto cerca como lejos —dice el SEÑOR que los sana—. Pero los que aún me rechazan son como el mar agitado, que nunca está tranquilo, sino que continuamente revuelve el lodo y la tierra. No hay paz para el perverso —dice mi Dios—. (NTV Is 57:14-21)
Con el Señor el Único Dios Todo Poderoso, no hay principio de días, ni fin de vida, ni cambio de tiempo. Su nombre es santo y todos debemos conocerlo como el Santo Dios, el Creador; tendrá tierno cuidado de quienes reflexionan en su condición y temen a su ira, hará su morada en aquellos cuyo corazón se han humillado en reconocer que somos creación suya, para vivificarlos y consolarlos.
Cuando los problemas duran mucho, aun los hombres buenos son tentados a pensar mal de Dios, por tanto, Él no contenderá para siempre, porque no abandonará la obra de sus manos ni destruirá lo comprado por la sangre de Su Hijo.
Cristo vino y predicó paz a los gentiles y a los judíos a épocas futuras aún lejanas en el tiempo, y a los de su misma era. Pero los impíos no quieren ser sanados por la gracia de Dios, por tanto no serán sanados por sus consolaciones. Sus concupiscencias y pasiones sin gobierno los hacen como el mar tempestuoso que tendrá un fin.
No hay paz verdadera en los corazones para los que se permiten cualquier pecado y maldad en sus vidas. Si somos recuperados de un estado tan espantoso, es sólo por la gracia de Dios. La influencia del Espíritu Santo y el nuevo corazón del cual brota alabanza agradecida, fruto de nuestros labios, son su dádiva.
La salvación, con todos sus frutos, esperanzas y consuelos es obra suya y toda la gloria le pertenece al Padre Celestial. No hay paz para el impío, pero deje el impío su camino y el inicuo sus pensamientos; y vuélvase al Creador, el cual tendrá de él misericordia y al Dios nuestro que será amplio en perdonar.
Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y enseñándoles que es necesario que por muchas tribulaciones entremos en el Reino de Dios. (SSE Hch 14:22)
Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo. (NVI Jn 16:33)
Ustedes quédense quietos, que el SEÑOR presentará batalla por ustedes. (NVI Ex 14:14)
Hizo que las ruedas de sus carros se atascaran, de modo que se les hacía muy difícil avanzar. Entonces exclamaron los egipcios: «¡Alejémonos de los israelitas, pues el SEÑOR está peleando por ellos y contra nosotros!» (NVI Ex 14:25)
El SEÑOR es mi fuerza y mi cántico; él es mi salvación. Él es mi Dios, y lo alabaré; es el Dios de mi padre, y lo enalteceré. El SEÑOR es un guerrero; su nombre es el SEÑOR. (NVI Ex 15:2-3)
Después del gozo que produce la salvación y el nuevo nacimiento en nosotros, hay una experiencia que nos llena de alegría y de fuerza: es la de ver el poder de Dios obrando a favor de nosotros, es la de ver como Dios escucha nuestras oraciones, es ver como Dios pelea por nosotros cada vez que enfrentamos enemigos en el mundo natural y en el mundo espiritual.
Nos da fortaleza ver como Dios vence por nosotros, nos ha enseñado la manera de batallar, que es vivir para Él, que es dejar nuestras cargas en su presencia, que es orar por nuestros enemigos, bendecirlos y desearles cosas buenas, que es no vengarnos por nosotros mismos, que es depender de la bondad, de la misericordia de Dios y su protección, que es confiar en lo que el nos ha dicho a través de las promesas de Biblia, que es cada día desarrollar nuestra confianza y nuestra fe acercándonos confiadamente al trono de la gracia para hallar gracia y oportuno socorro.
Jesús es el Hijo de Dios, y es nuestro gran Jefe de Sacerdotes que ha subido al cielo. Por eso debemos seguir confiando en él. El diablo le puso a Jesús las mismas trampas que nos pone a nosotros para hacernos pecar, sólo que Jesús nunca pecó. Por eso, él puede entender que nos resulta difícil obedecer a Dios. Así que, cuando tengamos alguna necesidad, acerquémonos con confianza al trono de Dios. Él nos ayudará, porque es bueno y nos ama. (BLS Heb 4:14-16)
Bendiciones.
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