Como hijos de Dios vamos a tener que pasar
muchas situaciones con una perspectiva espiritual de las mismas, y así nos lo
hizo saber nuestro Señor Jesucristo para que busquemos su protección y su ayuda
en todo tiempo, para que podamos aprender cada día a depender y confiar de que
Él tiene cuidado de cada uno de nosotros.
No te enojes por causa de los malvados, ni sientas envidia de los malhechores, pues son como la hierba que al cortarla pronto se seca. Tú debes confiar en Dios. Dedícate a hacer el bien, establécete en la tierra y mantente fiel a Dios. Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos, confía plenamente en él, y él actuará en tu favor; así todos verán con claridad que tú eres justo y recto. Calla en presencia de Dios, y espera paciente a que actúe; no te enojes por causa
de los que prosperan ni por los
que hacen planes malvados. (TLA Sal
37:1-7)
Hay pensamientos que le llegan a la mente de todo
ser humano, de que a Dios no le interesa lo que sucede en la vida cotidiana de cada
uno, o que Dios no hace diferencia entre los justos y los malvados, pues estos
a menudo prosperan más que los justos. La solución que da el salmista es
confiar en la justicia de Dios, pues la prosperidad de los impíos es efímera;
al fin Dios en el momento justo y prefecto enderezará las cosas, hará justicia.
El Salmo 37 es un desafío para mirar a Dios
y la bendición de confiar y obedecer a Él en vez de mirar la acción de los
malvados y actuar acorde con ellos.
Los que somos hijos de Dios, los que le hemos
entregado nuestras vidas al Señor Jesucristo debemos hacer todo lo posible para
confiar plenamente en que la Palabra de Dios es viva, es eficaz, es verdadera y
que el Padre Eterno siempre actúa de acuerdo a lo que ha dicho. Entonces, partiendo
de lo anterior cada situación que enfrentamos sea buena, regular o mala, es una
oportunidad de confiar más en Dios, de llenarnos de fe en que nuestro Padre Celestial
cuida de nosotros y nos brinda su protección.
La fe involucra un elemento de riesgo, pero
siempre rinde los más ricos beneficios para nuestras vidas, llevándonos hacia
el destino eterno, que es el estar en la presencia de nuestro Padre Celestial.
Para nosotros los hijos de Dios, está de forma
explícita en este salmo, que no debemos envidiar a los malvados, a los
vándalos, a los narcotraficantes, a los corruptos, a los avaros, a los que de
maneras ilegales y torcidas obtienen sus fortunas económicas, por que esto se
les esfumara en algún momento y no podrán alcanzar la vida eterna y las
riquezas, que nos van a dar a quienes perseverando hemos corregido nuestros
caminos para vivir la vida que agrada a Dios y la vida que nos conviene.
David nos llama en el salmo 37 a deleitarnos en el Señor y a entregarle todo lo que tenemos
y hacemos ("nuestros caminos").
Pero, ¿cómo hacemos esto? Deléitate significa experimentar gran placer y gozarse
en la presencia de alguien. Esto sucede únicamente cuando conocemos muy bien a
esa persona. Por lo tanto, para deleitarnos en el Señor, debemos conocerle
mejor a través de su Palabra, la Biblia y de la comunión con el Espíritu Santo.
"Encomienda" significa confiarle todo al
Señor de manera voluntaria, eso es ingresar y ser parte activa dentro del Reino
de los cielos: vida, familia, trabajo y posesiones, para sujetarnos a sus
mandatos y directrices. Encomendarnos al Señor significa confiar (Salmo
37.5) y creer que Él cuidará de nosotros mejor de
lo que nosotros pudiéramos hacerlo. Deberíamos estar dispuestos a esperar con
paciencia (Salmo 37.7) para que El haga
lo que es mejor para nosotros.
La mansedumbre no parece ser el arma apropiada
para enfrentar enemigos a los ojos naturales y a los ojos de las personas que
hacen parte del gobierno del mundo, que está influenciad por el diablo y sus
demonios. La batalla de Dios debe llevarse a cabo con una fe serena, con
humildad delante de Él y esperanza en su liberación. Jesús también promete una
recompensa segura para los que tienen actitudes humildes.
Dios ordena y afirma los pasos del que le
busca. Si queremos que Dios dirija nuestros caminos, en otras palabras, todo lo
que hacemos, todas las metas y proyectos que anhelamos, busquemos entonces su
consejo antes de dar el primer paso, porque es lo más saludable para nuestras
vidas.
Es difícil esperar con paciencia la acción de
Dios cuando queremos un cambio inmediato. Pero Dios promete que si nos
sometemos a su tiempo, Él nos exaltará. Pedro dice: "Humillaos, pues, bajo la poderosa
mano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo" Dejad todas vuestras preocupaciones a
Dios, porque él se preocupa de vosotros (DHH 1 Pedro 5:6-7). Sea paciente, haciendo con mansedumbre la obra que Dios le
ha asignado, y permita que El decida el mejor momento para cambiar sus
circunstancias.
A menudo nos preocupamos por nuestro nivel
social, por nuestro nivel económico, en espera de recibir el reconocimiento
apropiado por lo que hacemos de parte de los demás. Pero Pedro nos recuerda que
el reconocimiento de Dios es más valioso que la alabanza humana. Dios quiere
bendecirnos a su debido tiempo. Obedezcamos a Dios humildemente a pesar de las
circunstancias presentes, y Él nos exaltará de acuerdo a su voluntad.
Cuando nos volvemos a Él, confiados en que
nuestra ayuda proviene del Señor, el cual utilizará todos los medios y circunstancias
para sustentarnos y bendecirnos, incluso levará el peso de dichos problemas.
Dios nos salvó porque tenemos la confianza
de que así sucederá. Pero esperar lo que ya se está viendo no es esperanza,
pues ¿quién sigue esperando algo que ya tiene? Sin embargo, si esperamos
recibir algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo con paciencia. Del
mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo
nos ayuda. Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo
ruega por nosotros, y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para
expresarlo. Y Dios, que conoce todos nuestros pensamientos, sabe lo que el
Espíritu Santo quiere decir. Porque el Espíritu ruega a Dios por su pueblo
especial, y sus ruegos van de acuerdo con lo que Dios quiere. Sabemos que Dios
va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha
llamado de acuerdo con su plan. (TLA Romanos 8:24-28)
El dejar que Dios se haga cargo de nuestras
preocupaciones nos llama a la acción, no a la pasividad. No se someta a las
circunstancias, sino al Señor, quien controla las circunstancias para encontrar
el verdadero reposo.
Deja tus preocupaciones al Señor y él te
mantendrá firme; nunca dejará que caiga el hombre que le obedece (DHH 55:22).
Luego dijo Jesús: Vengan a mí todos los que
están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso. Pónganse mi
yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y
encontrarán descanso para el alma. (NTV Mateo 11:28-29).
Tengan la misma actitud que tuvo Cristo
Jesús. (NTV Filipenses 2:5)
Pues Dios los llamó a hacer lo bueno,
aunque eso signifique que tengan que sufrir, tal como Cristo sufrió por
ustedes. Él es su ejemplo, y deben seguir sus pasos. (NTV 1 Pedro 2:21).
Les he dicho todo lo anterior para que en
mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero
anímense, porque yo he vencido al mundo. (NTV Juan 16:33).
Dios hará todo. Nos enseña cómo preservar
nuestras mentes en tranquilidad en medio de las ansiedades, de los peligros y de
los ríos de problemas que vienen a diario contra nuestras vidas. La Biblia
enseña que Dios actúa en respuesta a la oración de fe: esta cambia las cosas,
las situaciones, las personas, las naciones; no sólo al que ora, sino al entorno
que le rodea.
Debemos estar satisfechos con lo que Dios nos
ha dado y con todo lo que nos brinda y glorificarle por ello. Dios sostiene a
quienes le hemos entregado nuestras vidas, sostiene a quienes colocamos
nuestras esperanzas en sus promesas y su voluntad, nos protege a quienes nos
refugiamos en su presencia, a quienes buscamos de corazón que se realice su
buena, su perfecta y agradable voluntad.
Me complace hacer tu voluntad, Dios mío, pues
tus enseñanzas están escritas en mi corazón (NTV Salmo 40:8).
El salmista reconoce que habrá dificultades y
oposición al justo; pero Dios promete cuidarlo (Salmo 37:32-33). El v.34 contiene toda una estrofa. Espera… guarda… señalan la fe y
la obediencia, que se enfatizan a través de toda la Biblia. En fin, la
salvación es de Dios (vv. 39-40). Lo que hace Jehová: ayudará,
librará, lo hace a los justos, porque en él se han refugiado. La confianza en
Dios hace la diferencia en la vida. Este Salmo afirma la providencia de Dios.
No hemos de olvidar el problema de “por qué sufren los justos”; tampoco debemos
olvidar esta enseñanza básica de la providencia y el cuidado de Dios.
Dios promete protección, pero siempre que se
cumpla con el siguiente requisito: solo la obtendrán quienes se acerquen a él. Proverbios 18:10 dice: “El nombre de Jehová es
una torre fuerte. A ella corre el justo, y se le da protección”.
En tiempos bíblicos se construían en el
desierto torres que servían de refugios seguros. Claro, quien se hallaba en
peligro tenía que huir a ellas para guarecerse. Otro tanto, han de hacer
quienes deseen el amparo del nombre divino. No basta con que repitan el nombre
de Dios, pues no es un amuleto. Más bien, deben conocer al Portador de ese
nombre, confiar en él y vivir en armonía con sus justos principios. ¡Qué gran
bondad demuestra al asegurarnos que, si nos acercamos a él con fe, será para
nosotros una torre que nos resguardará!
Así que acerquémonos con toda confianza al
trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y
encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos. (NTV Hebreos 4:16).
Bendiciones.
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