Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Dios nos da confianza y protección

 

Como hijos de Dios vamos a tener que pasar muchas situaciones con una perspectiva espiritual de las mismas, y así nos lo hizo saber nuestro Señor Jesucristo para que busquemos su protección y su ayuda en todo tiempo, para que podamos aprender cada día a depender y confiar de que Él tiene cuidado de cada uno de nosotros.

No te enojes por causa de los malvados, ni sientas envidia de los malhechores, pues son como la hierba que al cortarla pronto se seca. Tú debes confiar en Dios. Dedícate a hacer el bien, establécete en la tierra y mantente fiel a Dios. Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos, confía plenamente en él, y él actuará en tu favor; así todos verán con claridad que tú eres justo y recto. Calla en presencia de Dios, y espera paciente a que actúe; no te enojes por causa de los que prosperan ni por los que hacen planes malvados. (TLA Sal 37:1-7)

Hay pensamientos que le llegan a la mente de todo ser humano, de que a Dios no le interesa lo que sucede en la vida cotidiana de cada uno, o que Dios no hace diferencia entre los justos y los malvados, pues estos a menudo prosperan más que los justos. La solución que da el salmista es confiar en la justicia de Dios, pues la prosperidad de los impíos es efímera; al fin Dios en el momento justo y prefecto enderezará las cosas, hará justicia.

El Salmo 37 es un desafío para mirar a Dios y la bendición de confiar y obedecer a Él en vez de mirar la acción de los malvados y actuar acorde con ellos.

Los que somos hijos de Dios, los que le hemos entregado nuestras vidas al Señor Jesucristo debemos hacer todo lo posible para confiar plenamente en que la Palabra de Dios es viva, es eficaz, es verdadera y que el Padre Eterno siempre actúa de acuerdo a lo que ha dicho. Entonces, partiendo de lo anterior cada situación que enfrentamos sea buena, regular o mala, es una oportunidad de confiar más en Dios, de llenarnos de fe en que nuestro Padre Celestial cuida de nosotros y nos brinda su protección.

La fe involucra un elemento de riesgo, pero siempre rinde los más ricos beneficios para nuestras vidas, llevándonos hacia el destino eterno, que es el estar en la presencia de nuestro Padre Celestial.

Para nosotros los hijos de Dios, está de forma explícita en este salmo, que no debemos envidiar a los malvados, a los vándalos, a los narcotraficantes, a los corruptos, a los avaros, a los que de maneras ilegales y torcidas obtienen sus fortunas económicas, por que esto se les esfumara en algún momento y no podrán alcanzar la vida eterna y las riquezas, que nos van a dar a quienes perseverando hemos corregido nuestros caminos para vivir la vida que agrada a Dios y la vida que nos conviene.

David nos llama en el salmo 37 a deleitarnos en el Señor y a entregarle todo lo que tenemos y hacemos ("nuestros caminos"). Pero, ¿cómo hacemos esto? Deléitate significa experimentar gran placer y gozarse en la presencia de alguien. Esto sucede únicamente cuando conocemos muy bien a esa persona. Por lo tanto, para deleitarnos en el Señor, debemos conocerle mejor a través de su Palabra, la Biblia y de la comunión con el Espíritu Santo.

"Encomienda" significa confiarle todo al Señor de manera voluntaria, eso es ingresar y ser parte activa dentro del Reino de los cielos: vida, familia, trabajo y posesiones, para sujetarnos a sus mandatos y directrices. Encomendarnos al Señor significa confiar (Salmo 37.5) y creer que Él cuidará de nosotros mejor de lo que nosotros pudiéramos hacerlo. Deberíamos estar dispuestos a esperar con paciencia (Salmo 37.7) para que El haga lo que es mejor para nosotros.

La mansedumbre no parece ser el arma apropiada para enfrentar enemigos a los ojos naturales y a los ojos de las personas que hacen parte del gobierno del mundo, que está influenciad por el diablo y sus demonios. La batalla de Dios debe llevarse a cabo con una fe serena, con humildad delante de Él y esperanza en su liberación. Jesús también promete una recompensa segura para los que tienen actitudes humildes.

Dios ordena y afirma los pasos del que le busca. Si queremos que Dios dirija nuestros caminos, en otras palabras, todo lo que hacemos, todas las metas y proyectos que anhelamos, busquemos entonces su consejo antes de dar el primer paso, porque es lo más saludable para nuestras vidas.

Es difícil esperar con paciencia la acción de Dios cuando queremos un cambio inmediato. Pero Dios promete que si nos sometemos a su tiempo, Él nos exaltará. Pedro dice: "Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo" Dejad todas vuestras preocupaciones a Dios, porque él se preocupa de vosotros (DHH 1 Pedro 5:6-7). Sea paciente, haciendo con mansedumbre la obra que Dios le ha asignado, y permita que El decida el mejor momento para cambiar sus circunstancias.

A menudo nos preocupamos por nuestro nivel social, por nuestro nivel económico, en espera de recibir el reconocimiento apropiado por lo que hacemos de parte de los demás. Pero Pedro nos recuerda que el reconocimiento de Dios es más valioso que la alabanza humana. Dios quiere bendecirnos a su debido tiempo. Obedezcamos a Dios humildemente a pesar de las circunstancias presentes, y Él nos exaltará de acuerdo a su voluntad.

Cuando nos volvemos a Él, confiados en que nuestra ayuda proviene del Señor, el cual utilizará todos los medios y circunstancias para sustentarnos y bendecirnos, incluso levará el peso de dichos problemas.

Dios nos salvó porque tenemos la confianza de que así sucederá. Pero esperar lo que ya se está viendo no es esperanza, pues ¿quién sigue esperando algo que ya tiene? Sin embargo, si esperamos recibir algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo con paciencia. Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda. Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros, y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo. Y Dios, que conoce todos nuestros pensamientos, sabe lo que el Espíritu Santo quiere decir. Porque el Espíritu ruega a Dios por su pueblo especial, y sus ruegos van de acuerdo con lo que Dios quiere. Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan. (TLA Romanos 8:24-28)

El dejar que Dios se haga cargo de nuestras preocupaciones nos llama a la acción, no a la pasividad. No se someta a las circunstancias, sino al Señor, quien controla las circunstancias para encontrar el verdadero reposo.

Deja tus preocupaciones al Señor y él te mantendrá firme; nunca dejará que caiga el hombre que le obedece (DHH 55:22).

Luego dijo Jesús: Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso. Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma. (NTV Mateo 11:28-29).

Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús. (NTV Filipenses 2:5)

Pues Dios los llamó a hacer lo bueno, aunque eso signifique que tengan que sufrir, tal como Cristo sufrió por ustedes. Él es su ejemplo, y deben seguir sus pasos. (NTV 1 Pedro 2:21).

Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo. (NTV Juan 16:33).

Dios hará todo. Nos enseña cómo preservar nuestras mentes en tranquilidad en medio de las ansiedades, de los peligros y de los ríos de problemas que vienen a diario contra nuestras vidas. La Biblia enseña que Dios actúa en respuesta a la oración de fe: esta cambia las cosas, las situaciones, las personas, las naciones; no sólo al que ora, sino al entorno que le rodea.

Debemos estar satisfechos con lo que Dios nos ha dado y con todo lo que nos brinda y glorificarle por ello. Dios sostiene a quienes le hemos entregado nuestras vidas, sostiene a quienes colocamos nuestras esperanzas en sus promesas y su voluntad, nos protege a quienes nos refugiamos en su presencia, a quienes buscamos de corazón que se realice su buena, su perfecta y agradable voluntad.

Me complace hacer tu voluntad, Dios mío, pues tus enseñanzas están escritas en mi corazón (NTV Salmo 40:8).

El salmista reconoce que habrá dificultades y oposición al justo; pero Dios promete cuidarlo (Salmo 37:32-33). El v.34 contiene toda una estrofa. Espera… guarda… señalan la fe y la obediencia, que se enfatizan a través de toda la Biblia. En fin, la salvación es de Dios (vv. 39-40). Lo que hace Jehová: ayudará, librará, lo hace a los justos, porque en él se han refugiado. La confianza en Dios hace la diferencia en la vida. Este Salmo afirma la providencia de Dios. No hemos de olvidar el problema de “por qué sufren los justos”; tampoco debemos olvidar esta enseñanza básica de la providencia y el cuidado de Dios.

Dios promete protección, pero siempre que se cumpla con el siguiente requisito: solo la obtendrán quienes se acerquen a él. Proverbios 18:10 dice: “El nombre de Jehová es una torre fuerte. A ella corre el justo, y se le da protección”.

En tiempos bíblicos se construían en el desierto torres que servían de refugios seguros. Claro, quien se hallaba en peligro tenía que huir a ellas para guarecerse. Otro tanto, han de hacer quienes deseen el amparo del nombre divino. No basta con que repitan el nombre de Dios, pues no es un amuleto. Más bien, deben conocer al Portador de ese nombre, confiar en él y vivir en armonía con sus justos principios. ¡Qué gran bondad demuestra al asegurarnos que, si nos acercamos a él con fe, será para nosotros una torre que nos resguardará!

Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos. (NTV Hebreos 4:16).

Bendiciones.


No hay comentarios:

Publicar un comentario