Josué 24:14-15. Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.
Las familias pueden variar en su constitución lo mismo que lo que tiene que ver con sus principios y valores de acuerdo a la nación y tradiciones. Grandes, pequeñas, urbanas, rurales, dispersas o integradas, la familia sigue siendo el grupo de convivencia primario, la primera escuela de la vida, que define la personalidad, con una gran función social y educativa, que define el desarrollo de repercusiones individuales y sociales positivas o negativas. El rol que juega la familia es fundamental para la protección, estabilidad, conformación de valores, es motor y freno de acciones diversas, genera orgullo, sentido de pertenencia y es fuente de satisfactores y tristezas, alegrías y tristezas que forman parte del vivir cotidiano.
La familia es la organización y unidad básica social, constituida por un hombre y una mujer, que fundamentados en el amor y la fidelidad llevan a la procreación de nuevos integrantes de la misma que, mediante su educación se garantiza la permanencia del género humano. La familia es el ámbito primordial de desarrollo de cualquier ser humano, desarrollo de la autoestima y de la verdadera identidad persona, de los esquemas de convivencia social más elementales y de la experiencia del amor. La anterior es una definición universal y genérica de lo que se considera una familia.
Pero en realidad la familia es el diseño de Dios para la humanidad y en dónde el Señor ha establecido principios, valores y mandatos para salvaguardar el orden correcto de tan sublime institución universal diseñada el cielo mismo. Acerca de este tema de los valores les invito a ver en profundidad el estudio acerca de esto, en otro sermón de este blog.
A continuación les dejo el link del estudio titulado “Los principios y valores de la familia cristiana”.
Génesis 2:18. Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
Génesis 1:26-28. Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Génesis 2:24. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
No importa lo que otros dentro del pueblo de Israel hubieran decidido en aquel entonces, Josué quiso hacer un compromiso con Dios y estaba dispuesto a dar el ejemplo de vivir de acuerdo con esa decisión y eso incluía a su familia. La manera en que vivimos les demuestra a los demás la seriedad de nuestro compromiso para agradar y servir a Dios. Seguir a Dios es verdaderamente la única forma de vivir una vida satisfactoria y victoriosa que nos lleva a una eternidad en la presencia de nuestro Creador y Salvador. Estamos en esta tierra, el país y ciudad dónde nacimos para servir al Señor y a las almas que ha creado, tenemos un propósito divino que alcanzar; debemos hacer todo lo posible para ver que nuestra familia siga nuestro ejemplo.
Entrar en el pacto era asunto que tenía que decidir cada familia en lo individual, como puede verse en la famosa resolución de Josué. Aunque Israel funcionaba como una nación, el pacto era esencialmente un asunto de familia, y todavía lo es. Hechos 16:31. Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
Como testigos oculares de los actos narrados en el prólogo y por lo tanto capaces de confirmar su exactitud, esa generación apropiadamente formó el fundamento para la relación del antiguo pacto con Dios. Después de esto, el pacto será transmitido por la boca de una generación y recibido en el corazón de la siguiente.
Deuteronomio 6. Dios Habla Hoy (DHH). El gran mandamiento. Éstos son los mandamientos, leyes y decretos que el Señor su Dios me ha ordenado enseñarles, para que los pongan en práctica en el país del cual van a tomar posesión. De esta manera honrarán al Señor su Dios, y cumplirán durante toda su vida las leyes y los mandamientos que yo les mando a ustedes, a sus hijos y a sus nietos; y así vivirán muchos años. Por lo tanto, israelitas, pónganlos en práctica. Así les irá bien y llegarán a ser un pueblo numeroso en esta tierra donde la leche y la miel corren como el agua, tal como el Señor y Dios de sus antepasados se lo ha prometido.
Oye, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en la mente todas las cosas que hoy te he dicho, y enséñaselas continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes. Lleva estos mandamientos atados en tu mano y en tu frente como señales, y escríbelos también en los postes y en las puertas de tu casa.
Cuando los hijos de Israel se trasladaron a la Tierra Prometida, estaban preparando para establecer sus hogares permanentes en lugar de vivir en tiendas de campaña que eran bajadas y se movieron cada pocos días o semanas. Su líder, Josué, lanzó un reto fuerte para las familias de Israel. ¿Que Dios o dioses van a servir? ¿Servirán a los dioses de Egipto, donde fueron esclavizados? ¿Servirán a los dioses adorados por los diversos pueblos que han encontrado en su Tierra Prometida? ¿O servirán al Dios que los sacó de la esclavitud en Egipto, los guio a través de los años de vagar en el desierto y los trajo a esta Tierra Prometida? Tenían que hacer una decisión, y su decisión haría toda la diferencia en el mundo, no sólo para sus vidas sino a toda su historia. Hay muchas opciones que podemos hacer, sin embargo, la que es absolutamente vital es para servir al Señor.
Podemos optar por tener a nuestros dioses falsos (el amor al dinero, ropa, joyería, deportes, TV, etc.) o podemos optar por caminar con Dios. Tenemos que ser conscientes de que lo amamos más que Dios es un dios falso. Al igual que Josué, el apóstol Pablo nos amonesta: Romanos 12:2. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
La decisión de servir al Señor solamente sobre la base de entusiasmo no va a durar. La decisión de un cristiano depende de la integridad: Josué 24:14. Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. La decisión de seguir a Dios implica una decisión estructurada con un compromiso de sinceridad y de verdad. Esto significa servir de todo corazón, servir con integridad, o sin culpa. Esto era cierto para los israelitas, como es cierto para toda la humanidad.
Josué tomó la decisión junto con su familia para servir al Señor. ¿Servirá usted y su casa al Señor? Tenemos que ser conscientes de que nuestras decisiones tienen consecuencias buenas o malas no sólo para nosotros sino también para otras personas. Una decisión egoísta afecta a nuestras familias de manera negativa. Del mismo modo, la decisión de servir a Dios influye positivamente en nuestras familias.
Así como Josué señaló el camino a Dios, cada uno de nosotros tenemos la misma oportunidad. Debemos pedirle a Dios que nos ayude a examinar nuestro corazón, porque como creyentes nacidos de nuevo la Biblia nos dice que somos embajadores de Cristo. 2 Corintios 5:20. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
Siendo discípulos de nuestro Señor Jesucristo, llegará el momento en que tendremos que decir a algunos de nuestros conocidos, “ustedes pueden hacer lo que deseen, creer en lo que quieran, pero mi familia y yo vamos a servir al Señor y a creer a su Palabra que es la Biblia. Esta es una decisión personal y trascendental que marca nuestro destino eterno.
Al igual que Josué había dado un buen ejemplo para su familia para seguir a Dios, cada hombre cristiano y mujer cristiana debe hacer una declaración similar a la familia que el Señor le ha dado. Aunque Josué podría dar el ejemplo, no podía tomar la decisión por ellos, la gente tenía que elegir por sí mismos, ese principio no ha cambiado. ¿A quién quieren servir hoy?
Los siguientes textos bíblicos en diferentes versiones nos afirman más en esta verdad.
Josué 24:15. (DHH). Pero si no quieren servir al Señor, elijan hoy a quién van a servir: si a los dioses a los que sus antepasados servían a orillas del Éufrates, o a los dioses de los amorreos que viven en esta tierra. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor.
Josué 24:15 (NTV). Pero si te niegas a servir al SEÑOR, elige hoy mismo a quién servirás. ¿Acaso optarás por los dioses que tus antepasados sirvieron del otro lado del Éufrates? ¿O preferirás a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives? Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al SEÑOR.
Hechos 16:31 (DHH). Ellos contestaron: Cree en el Señor Jesús, y obtendrás la salvación tú y tu familia.
El Señor desea ver que como familia le sirvamos juntos. El llamado a la Salvación tiene promesa no tan solo para nosotros, sino para toda nuestra familia. El promete, y su promesa no falla. Nosotros solamente tenemos que confiar y creer que esta promesa es para nosotros personalmente. Hoy es el tiempo de Dios para ver la salvación de nuestra casa, los planes y pensamientos de Dios es que juntos como familia logremos establecernos en los caminos del Señor y le sirvamos de todo corazón.
Veamos lo que implicó para Josué esta declaración. Josué tomo una decisión a nivel personal. Él Estaba dejando una herencia, un legado a nuestros hijos, su descendencia sería afectada por esta decisión. Josué tomo responsabilidad de su familia. Nosotros debemos tomar una responsabilidad de orar por toda nuestra familia diariamente. Se ha dicho que la oración es para la familia lo que un techo es para la casa, protege a los que están adentro de los enemigos y las adversidades de la vida. Josué unió a su familia.
En la unidad Dios envía bendición. La unidad de la familia radica en que todos sus miembros comparten y respetan los mismos valores. Josué sin tomar en cuenta a los demás, él se determinó a vivir para Dios y servirle. Hoy debemos ser Padres determinados a cumplir con su papel y familias que se determinen hacer la diferencia, es un compromiso de cada uno de los miembros del hogar.
1 Reyes 18:21. Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra.
Deuteronomio 30:19. A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.
Mateo 6:24. Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Hechos 11:23. Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor.
1 Samuel 7:3. Habló Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a Jehová, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los filisteos.
El hogar era el centro de la vida espiritual en el pueblo de Israel. El libro de Deuteronomio es por excelencia, nuestra mejor referencia para comprobar, que Dios delega a los padres la responsabilidad de promover la vida espiritual en los hijos. Deuteronomio 4:9. dice claramente: Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.
Esto debe ser una labor constante. Deuteronomio 6:7. Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Es interesante darnos cuenta, que el centro de la vida espiritual era el hogar no la sinagoga. Las primeras palabras que un niño aprendía era el Shema (confesión judía de fe): Deuteronomio. 6:4-5. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
Hoy como familias, debemos mantener y guardar nuestra identidad como cristianos. En el Nuevo Testamento, vemos que las casas era el centro de reunión, desarrollo y expansión del cristianismo. Hechos 2:46 nos muestra….y partiendo el pan en las casas. Hechos 5:42 agrega: Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo. La primera iglesia establecida en Europa fue en la casa de Lidia (Hechos 16:15). A través de sus cartas, Pablo envía saludos repetidas veces a hermanos y la iglesia que se reunía en su casa (Romanos 16:5, 10-11, Filipenses 4:22, Colosenses 4:15, Filemón 1:2). Las casas de los hermanos fueron los lugares o centros donde la fe era enseñada y extendida. La familia cristiana es el laboratorio donde Dios está y sigue transformando a la familia de hoy.
Las relaciones familiares ayudaron para que los nuevos convertidos fueran atendidos como se debe. En el Nuevo Testamento, abundan las ilustraciones y términos que comparan la vida de la iglesia con las relaciones familiares (Efesios 5:21-33, 1 Timoteo 5). Finalmente, Dios nos reta como familia. El libro de Josué 24, describe las palabras de despedida de este gran líder de Dios. Veamos los roles correspondientes dentro de un hogar cristiano.
Rol del hombre. 1 Timoteo 3:1-13. (TLA). Los líderes de la iglesia Si alguien desea dirigir una iglesia, realmente desea un buen trabajo. Pero debe ser alguien a quien no se le pueda acusar de nada malo. Debe tener una sola esposa, controlar todos sus deseos, y pensar dos veces lo que va a hacer. Debe comportarse correctamente, recibir con gusto en su hogar a los visitantes, y saber enseñar. No debe ser borracho ni violento, ni buscar pelea. Al contrario, debe ser amable y tranquilo, y no estar preocupado sólo por el dinero. Además, debe gobernar bien a su propia familia y educar a sus hijos, para que sean obedientes y respetuosos. Porque si no puede gobernar a su propia familia, tampoco podrá gobernar a la iglesia de Dios. Y no debe ser alguien con poco tiempo de haber creído en Jesucristo, pues puede volverse orgulloso, y entonces recibirá el mismo castigo que Satanás. Por último, debe contar con el respeto de la gente que no cree en Jesucristo, para que nunca pase vergüenza delante de ellos ni caiga en alguna trampa de Satanás.
Los diáconos de la iglesia. Los diáconos deben ser gente respetable; no deben mentir ni beber mucho vino, ni hacer trampa en los negocios. Además, deben creer siempre en todo el mensaje de la buena noticia que Dios nos ha dado, y tener la conciencia tranquila. Deben tener una sola esposa, y dirigir bien a sus hijos y a toda su familia. Las mujeres también deben ser respetables. No deben ser chismosas, sino más bien serias y fieles en todo. Los que quieran ser diáconos serán puestos a prueba. Si no hay nada de qué acusarlos, y pasan la prueba, trabajarán en la iglesia. Los que hagan bien su trabajo como diáconos tendrán buena fama, y se ganarán el respeto y la confianza de todos en la iglesia de Cristo.
Rol de la mujer. La mujer ejemplar. Proverbios 31:10-31 (TLA). ¡Qué difícil es hallar una esposa extraordinaria! ¡Hallarla es como encontrarse una joya muy valiosa! Quien se casa con ella puede darle toda su confianza; dinero nunca le faltará. A ella todo le sale bien nunca nada le sale mal. Sale a comprar lana y lino, y con sus propias manos trabaja con alegría. Se parece a los barcos mercantes: de muy lejos trae su comida. Se levanta muy temprano, y da de comer a sus hijos y asigna tareas a sus sirvientas.
Calcula el precio de un campo; con sus ganancias lo compra, planta un viñedo, y en él trabaja, de sol a sol. Ella misma se asegura de que el negocio marche bien; toda la noche hay luz en su casa, pues toda la noche trabaja. Ella fabrica su propia ropa, y siempre ayuda a los pobres. No le preocupa que haga frío, pues todos en su casa andan siempre bien abrigados. Toma telas de lino y de púrpura, y ella misma hace colchas y vestidos. En la ciudad y en el país su esposo es bien conocido, pues ocupa un lugar importante entre la gente de autoridad. La ropa y los cinturones que ella misma fabrica los vende a los comerciantes.
Es mujer de carácter; mantiene su dignidad, y enfrenta confiada el futuro. Siempre habla con sabiduría, y enseña a sus hijos con amor. Siempre está pendiente de su casa y de que todo marche bien. Cuando come pan, es porque se lo ha ganado. Sus hijos la felicitan; su esposo la alaba y le dice: «Mujeres buenas hay muchas, pero tú las superas a todas». La hermosura es engañosa, la belleza es una ilusión; ¡sólo merece alabanzas la mujer que obedece a Dios! ¡Que todo el mundo reconozca los frutos de su esfuerzo! ¡Que todos en la ciudad la alaben por sus acciones!
Rol de los hijos. Efesios 6:1-4. (TLA). Hijos, obedezcan a sus padres. Ustedes son de Cristo, y eso es lo que les corresponde hacer. El primer mandamiento que va acompañado de una promesa es el siguiente: «Obedezcan y cuiden a su padre y a su madre. Así les irá bien, y podrán vivir muchos años en la tierra.» Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos. Más bien edúquenlos y denles enseñanzas cristianas.
La invitación está a las puertas de nuestros hogares y de nuestros corazones: que sea el Señor Jesucristo gobernándonos a través de la Palabra de Dios con la ayuda del Espíritu Santo. Les invitamos a hacer de Dios el centro de sus vidas y de sus hogares. El tiempo aceptable es hoy.
Como Josué, tome la decisión personal y consciente de servir a Dios y declare con osadía: "Mi familia y yo serviremos al Señor" y trabajemos en todo momento para fundamentarnos y estructurarnos en las verdades de la Palabra de Dios. Bendiciones.
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