Nuestro Padre Celestial ha prometido a
los seres humanos que todo lo que hagan en la tierra para su reino y para su
servicio tendrá recompensas en esta tierra y en la eternidad.
Pues Dios no es injusto. No olvidará
con cuánto esfuerzo han trabajado para él y cómo han demostrado su amor por él
sirviendo a otros creyentes como todavía lo hacen. (NTV He. 6:10)
Pues, una vez que depositamos nuestra
fe en Cristo Jesús, de nada sirve estar o no circuncidado. Lo importante es la
fe que se expresa por medio del amor. (NTV Ga. 5:6)
Entonces puso a un niño pequeño en
medio de ellos. Y, tomándolo en sus brazos, les dijo: «Todo el que recibe de mi
parte a un niño pequeño como este me recibe a mí, y todo el que me recibe, no
solo me recibe a mí, sino también a mi Padre, quien me envió». (NTV Mc
9:36-37)
El verdadero amor demostrado y reflejado
con buenas obras hacia nuestro prójimo da como resultado una fe genuina en
Dios.
Si te niegas a tomar tu cruz y a seguirme,
no eres digno de ser mío. Si te aferras a tu vida, la perderás; pero, si
entregas tu vida por mí, la salvarás. El que los recibe a ustedes me recibe a
mí, y el que me recibe a mí recibe al Padre, quien me envió. Si reciben a un
profeta como a alguien que habla de parte de Dios, recibirán la misma
recompensa que un profeta. Y, si reciben a un justo debido a su justicia,
recibirán una recompensa similar a la de él. Y si le dan siquiera un vaso de
agua fresca a uno de mis seguidores más insignificantes, les aseguro que
recibirán una recompensa. (NTV Mt. 10:38-42)
Vivimos en la actualidad tiempos en
dónde podemos ver que la humanidad carece del verdadero amor al prójimo, en
donde en la maldad y la crueldad imperan en las naciones y en las sociedades
que la conforman. Es tan notorio ver que en todas las naciones de la tierra
impera el reino de las tinieblas, en donde vemos a una humanidad carente del
temor a Dios, carente del amor al prójimo, carente de valores morales y de el
respeto por la vida.
Pues somos la obra maestra de Dios.
Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que
preparó para nosotros tiempo atrás. (NTV Ef. 2:10)
Amados hermanos, ¿de qué le sirve a
uno decir que tiene fe si no lo demuestra con sus acciones? ¿Puede esa clase de
fe salvar a alguien? (NTV Stg. 2:14)
En cuanto los fariseos oyeron que
había silenciado a los saduceos con esa respuesta, se juntaron para
interrogarlo nuevamente. Uno de ellos, experto en la ley religiosa, intentó
tenderle una trampa con la siguiente pregunta: —Maestro, ¿cuál es el
mandamiento más importante en la ley de Moisés? Jesús contestó: —“Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este
es el primer mandamiento y el más importante. Hay un segundo mandamiento que es
igualmente importante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Toda la ley y las
exigencias de los profetas se basan en estos dos mandamientos. (NTV Mt
22:34-40)
La ciencia ha aumentado, los grandes
avances de la tecnología han cambiado nuestros hábitos, nuestra manera de
pensar, nuestra manera de hacer las cosas. El amor al dinero, la avaricia, el
egoísmo, la envidia, han hecho que millones de seres humanos entren a caminar
por el camino ancho y espaciosos que lleva a la condenación eterna en el lago
de fuego y azufre separados de Dios por la eternidad.
En ese tiempo se levantará Miguel, el
arcángel que hace guardia sobre tu nación. Entonces habrá un tiempo de
angustia, como no lo hubo desde que existen las naciones. Sin embargo, en ese
momento, cada uno de tu pueblo que tiene el nombre escrito en el libro será
rescatado. Se levantarán muchos de los que están muertos y enterrados, algunos
para vida eterna y otros para vergüenza y deshonra eterna. Los sabios
resplandecerán tan brillantes como el cielo y quienes conducen a muchos a la
justicia brillarán como estrellas para siempre. Pero tú, Daniel, mantén en
secreto esta profecía; sella el libro hasta el tiempo del fin, cuando muchos
correrán de aquí para allá y el conocimiento aumentará. (NTV Dn.
12:1-4)
La humanidad en general, adultos,
jóvenes, ancianos y aún niños, están dando rienda suelta a los deseos pecaminosos de sus
mentes, de sus cuerpos, han estado dando libertad a su naturaleza carnal, entrando
en desenfreno, en vicios, en lascivias, en lujurias, en donde de una manera muy
clara viven alejados de Dios, no lo quieren tener en cuenta en ninguno de sus
caminos, hacen toda clase de pecados, vicios, consumos y tráfico de
drogas, así como también todas las clases de esclavitud hacia otros, toda clase de
perversiones, toda clase de inmoralidades sexuales, corrupción, mentiras,
robos, homicidios, gente sin lealtad, gente con la mente entenebrecida, gente
cuyo corazón esta lleno de tinieblas y reflejan su ser dañando a los demás; estos son
hijos de su padre el diablo así no lo quieran aceptar, personas que prefieren
llevar una vida criminal, prefieren lleva una vida llena de maldad y oscuridad antes que buscar reconciliarse con el Creador, con nuestro Padre Eterno.
Vemos también personas que están en los
gobiernos, que están en la política de las naciones y que deberían estar al
servicio y bienestar de las personas y las sociedades que las conforman, pero
que están manifestando su maldad y sus verdaderas intensiones siendo corruptos,
siendo malvados, siendo crueles, mintiendo y engañando para robar el patrimonio
de los países. En su mente malvada quieren obtener poder y dinero sin importar las consecuencias pasando por encima de las leyes y las vidas de las personas, sin llegar a
cumplir los verdaderos propósitos como servidores públicos porque los que
gobiernan han sido elegidos para traer bienestar a los pueblos y a las
naciones.
Vemos en las noticias como estas
personas destruyen naciones, inician guerras, son corruptos de entendimiento, quieren
dominar la economía a través de sobornos, a través de coaliciones con
traficantes y criminales como ellos, tienen su mente cegada de maldad a tal
punto que no entienden que van a morir y dar cuentas en un juicio ante el
Creador el Padre Eterno.
Es muy necesario en estos tiempo finales
y peligrosos que la verdadera iglesia de Jesucristo se levante en el lugar
secreto y que de esa manera manifieste y refleje el amor y la presencia de
Dios, que demuestre el perfecto amor hacia los demás.
¿Qué es el servicio a Dios según la revelación
de la Biblia? Lo que nos enseña la Palabra de Dios es que el verdadero servicio
a Dios es prestar asistencia y auxilio a quienes necesitan ayuda.
El servicio cristiano nace del amor
genuino que sentimos hacia nuestro Creador y se manifiesta hacia nuestro
prójimo. Es el reflejo de la preocupación y el amor de Dios hacia la humanidad
y que se ve reflejado en hechos, en obras y acciones, en otras palabras en un
amor demostrado. Nuestro Padre Celestial nos hace parte de su obra en el reino
de los cielos a través de nuestro Señor Jesucristo y por medio de la presencia
y la obra del Espíritu Santo en nuestros corazones.
Jesús les dijo: En este mundo, los
reyes y los grandes hombres tratan a su pueblo con prepotencia; sin embargo,
son llamados “amigos del pueblo”. Pero entre ustedes será diferente. El más
importante de ustedes deberá tomar el puesto más bajo, y el líder debe ser como
un sirviente. ¿Quién es más importante: el que se sienta a la mesa o el que la
sirve? El que se sienta a la mesa, por supuesto. ¡Pero en este caso no!, pues
yo estoy entre ustedes como uno que sirve. (NTV Lc.
22:25-27)
Nuestro Señor Jesucristo nos dejó un
ejemplo vivo de lo que es la revelación de la Palabra de Dios y de lo que es el
perfecto amor demostrado a través de su vida de servicio. El disfrutaba el
poder servir a los demás y tenía muy claro su propósito de una vida de servicio
hasta tal punto de dar su vida en sacrificio en la cruz, hasta el punto de dar
su sangre y su vida para poder redimirnos.
Jesús respondió: Ya ha llegado el
momento para que el Hijo del Hombre entre en su gloria. Les digo la verdad, el
grano de trigo, a menos que sea sembrado en la tierra y muera, queda solo. Sin
embargo, su muerte producirá muchos granos nuevos, una abundante cosecha de
nuevas vidas. Los que aman su vida en este mundo la perderán. Los que no le dan
importancia a su vida en este mundo la conservarán por toda la eternidad. Todo
el que quiera servirme debe seguirme, porque mis siervos tienen que estar donde
yo estoy. El Padre honrará a todo el que me sirva. (NTV Jn.
12:23-26)
La salvación no es un premio por las
cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de
ser salvo. Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo
Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo
atrás. (NTV Ef. 2:9-10)
El verdadero servicio a Dios y a su iglesia,
así como a la humanidad requiere de determinación, de esfuerzo, de dedicación, de un claro y verdadero entendimiento de lo que Dios nos manda y de aquello que
nos pide para llevarlo a cabo.
Dios nos llama a Salvación, a
reconciliación, nos llama a restauración, nos llama a una vida de bendición y
también nos llama a una vida de servicio genuino en el reino de su amado Hijo Jesucristo.
Es aquí donde debemos tener entendimiento espiritual y el concepto claro de que
nuestro servicio a Dios requiere que coloquemos en primer lugar los intereses
del Padre Celestial que son buenos, agradables, perfectos, justos y santos para
nuestras vidas, para su pueblo, para su iglesia, para la humanidad y que Dios
quiere lo mejor para los seres humanos, teniendo siempre presente que Dios quiere ayudarnos en todos
nuestros asuntos y necesidades.
Pero no le contestaron porque venían
discutiendo sobre quién de ellos era el más importante. Jesús se sentó y llamó
a los doce discípulos y dijo: Quien quiera ser el primero debe tomar el último
lugar y ser el sirviente de todos los demás. Entonces puso a un niño pequeño
en medio de ellos. Y, tomándolo en sus brazos, les dijo: Todo el que recibe de
mi parte a un niño pequeño como este me recibe a mí, y todo el que me recibe,
no solo me recibe a mí, sino también a mi Padre, quien me envió. (NTV Mr.
9:34-37)
El perfecto amor de Dios demostrado a través de la iglesia de Jesucristo es aquel que ama a su prójimo, es aquel que sirve de una manera justa, correcta, es aquel amor que tiene empatía total con su prójimo, es aquel que demuestra con hechos y acciones hacia las necesidades de otros, ese amor demostrado es el que hace todas las cosas a la manera de Dios, conforme a la revelación que encontramos en la Biblia en todos los lugares y escenarios donde nos movemos.
No finjan amar a los demás; ámenlos
de verdad. Aborrezcan lo malo. Aférrense a lo bueno. Ámense unos a otros con un
afecto genuino y deléitense al honrarse mutuamente. No sean nunca perezosos,
más bien trabajen con esmero y sirvan al Señor con entusiasmo. Alégrense por la
esperanza segura que tenemos. Tengan paciencia en las dificultades y sigan
orando. Estén listos para ayudar a los hijos de Dios cuando pasen necesidad.
Estén siempre dispuestos a brindar hospitalidad. Bendigan a quienes los
persiguen. No los maldigan, sino pídanle a Dios en oración que los bendiga.
Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran. Vivan en
armonía unos con otros. No sean tan orgullosos como para no disfrutar de la
compañía de la gente común. ¡Y no piensen que lo saben todo! Nunca devuelvan a
nadie mal por mal. Compórtense de tal manera que todo el mundo vea que ustedes
son personas honradas. Hagan todo lo posible por vivir en paz con todos.
Queridos amigos, nunca tomen venganza. Dejen que se encargue la justa ira de
Dios. Pues dicen las Escrituras: «Yo tomaré venganza; yo les pagaré lo que se
merecen», dice el SEÑOR. (NTV Ro 12:9-19)
Dios es Dios de orden y hay una forma de
llevar y hacer las cosas a la manera que ha establecido, hay una forma de administrar todo lo que tiene
que ver con las iglesias locales, hay una forma correcta de llevar y de
ministrar los dones, los llamados y los ministerios; todo esto es muy
importante porque Dios así lo ha establecido; pero el enfoque de este mensaje
es a la esencia del servicio, es la manifestación gloriosa de la iglesia de
Dios con un amor desbordante hacia el prójimo.
Me refiero al mandato de amar al
prójimo, ese mandamiento es más importante que los protocolos porque nuestro
Señor Jesucristo murió por las personas, murió por la humanidad; los protocolos
son una forma ordenada para hacer las cosas en el reino de Dios. Nuestras
obras, nuestra fe, van a ser probadas como sabemos por fuego en el Tribunal de Cristo y sólo permanecerá lo
que se haya hecho de acuerdo con su voluntad, lo demás será quemado y
desaparecerá.
Entonces puso a un niño pequeño en
medio de ellos. Y, tomándolo en sus brazos, les dijo: «Todo el que recibe de mi
parte a un niño pequeño como este me recibe a mí, y todo el que me recibe, no
solo me recibe a mí, sino también a mi Padre, quien me envió». (NTV Mc
9:36-37)
En muchas partes encontramos
religiosidad, protocolos, activismos y hasta cierta clase de marketing
espiritual que llevan a multitudes a moverse en esa corriente que han adoptado
del mundo y que con conciencia o con buenas intenciones pero muy equivocados en
cuanto a los fundamentos de la Senda Antigua que es el verdadero camino, el
camino que Dios Padre quiere que caminamos y que es su Hijo Jesucristo; Dios
quiere que sigamos sus pisadas, que seamos canales e instrumentos del perfecto
amor hacia otros en medio de las naciones, en el país que nos ha permitido
nacer y permanecer.
Entonces, háganme verdaderamente
feliz poniéndose de acuerdo de todo corazón entre ustedes, amándose unos a
otros y trabajando juntos con un mismo pensamiento y un mismo propósito. No
sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir,
considerando a los demás como mejores que ustedes. No se ocupen solo de sus
propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás. Tengan la
misma actitud que tuvo Cristo Jesús. (NTV Flp 2:2-5)
El servicio genuino y correcto aseguran
recompensa de parte de Dios
El que los recibe a ustedes me recibe
a mí, y el que me recibe a mí recibe al Padre, quien me envió. Si reciben a un
profeta como a alguien que habla de parte de Dios, recibirán la misma
recompensa que un profeta. Y, si reciben a un justo debido a su justicia,
recibirán una recompensa similar a la de él. Y si le dan siquiera un vaso de
agua fresca a uno de mis seguidores más insignificantes, les aseguro que
recibirán una recompensa. (NTV Mt 10:40-42)
Y oí una voz del cielo que decía:
«Escribe lo siguiente: benditos son los que de ahora en adelante mueran en el
Señor. El Espíritu dice: “Sí, ellos son en verdad benditos, porque descansarán
de su arduo trabajo, ¡pues sus buenas acciones los siguen!”». (NTV Ap 14:13)
He peleado la buena batalla, he terminado
la carrera y he permanecido fiel. Ahora me espera el premio, la corona de
justicia que el Señor, el Juez justo, me dará el día de su regreso; y el premio
no es solo para mí, sino para todos los que esperan con anhelo su venida. (NTV 2Tm
4:7-8)
Miren, yo vengo pronto, y traigo la
recompensa conmigo para pagarle a cada uno según lo que haya hecho. Yo soy el
Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. (NTV Ap
22:12-13)
Es muy importante cultivar en nuestros
corazones el verdadero amor y servicio a Dios, a nuestro prójimo y aún más a la
iglesia de Cristo, el pueblo escogido. El origen del amor verdadero reside en
nuestro Señor Jesucristo, reside en la forma que dejamos que se manifieste
hacia los demás, en la forma en que miramos y tratamos a quienes nos rodean.
No se trata de la cantidad de acciones
que realizamos, sino de la cantidad de amor que impregnamos en cada una de
ellas. Recordemos que nadie puede dar aquello que no posee. Es fundamental
retornar a la fuente del amor, que es nuestro Señor Jesucristo, y nutrirnos de
la misericordia y la amistad que su Espíritu Santo trae a nuestras vidas.
Intentar vivir una vida cristiana con el prójimo sin cultivar la vida
espiritual y una relación verdadera con nuestro Padre Celestial, nuestro
Creador, es una tarea imposible. Esto conduce a las personas a una religiosidad
y humanismo similar al de los fariseos, a una moral plagada de hipocresía y
egoísmo, y también a una falsa religiosidad.
Es un ejercicio diario y constante que nos involucra a nosotros mismos; de nosotros depende que tanto amor de Dios pueden ver los demás en nuestras vidas. Bendiciones.
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