Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

La Paz de Jesucristo en medio de las tormentas

 

En la vida de los seres humanos hay tiempos en donde experimentamos tormentas que tratan de destruirnos, tratan de robar la paz que hemos encontrado en el Señorío de Jesucristo, vienen para desestabilizar a los hijos de Dios.

Les he hablado de estas cosas para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero ¡tengan valor; yo he vencido al mundo! (VIN Jn 16:33)

Confortando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a perseverar en la fe y diciéndoles: «Es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.» (BJ75 Hch 14:22)

Miremos la definición del diccionario sobre Tormenta: término que proviene del latín y que menciona a la perturbación violenta de la atmósfera que incluye fuertes vientos y precipitaciones. La tormenta se caracteriza por la coexistencia de dos o más masas de aire de diferentes temperaturas, lo que provoca una inestabilidad en el ambiente que puede incluir truenos, relámpagos, lluvias, granizos y otros fenómenos meteorológicos.

Sin embargo, para los hijos de Dios es necesario pasar por estas tribulaciones para alcanzar nuestro desarrollo y nuestra madurez en Cristo; nosotros somo como el olivo, que se deben machacar sus semillas para sacar el aceite, así nosotros en medio de las presiones de las situaciones es que sacamos lo que realmente hay en nuestros corazones.

«¿Por qué me llamáis: "Señor, Señor”, ¿y no hacéis lo que digo? «Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa.» (BJ75 Lc 6:46-49)

En estos tiempos vemos como situaciones inesperadas se levantan contra la humanidad y en especial contra el pueblo que Dios ha escogido: muchas enfermedades, problemas de hogar, personas que se levantan llenos de odio y envidia, y en general todos estos acontecimientos a nivel mundial como la pandemia generada por el Covid, las diferentes guerras entre naciones, los levantamientos anárquicos en diferentes países, los regímenes de odio, la influencia del narcotráfico, el consumo masivo de drogas alucinógenas y alcohol, etc.

Ahora bien, las tormentas son aquellos problemas que vienen sobre nuestra vida y parecen hundirnos con el único fin de que nos ahoguemos en ellas, son una fuerte tempestad a nuestro alrededor de la cual no encontramos una aparente salida.

«¿Por qué me llamáis: "Señor, Señor”, ¿y no hacéis lo que digo? «Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa.» (BJ75 Lc 6:46-49)

Pero para los hijos de Dios hay un lugar seguro, hay una Torre fuerte en la que podemos refugiarnos en esos momentos, porque Dios lo ha dispuesto de esa manera ya que nuestra naturaleza ha cambiado y nuestra mente está en constante renovación por el Espíritu Santo; en el corazón de los hijos de Dios hay un deseo colocado por el Padre Celestial para que lo busquemos en esos momentos, para hagamos de Dios nuestro lugar seguro, para que podamos aprender a depender de ÉL y de sus promesas.

El nombre del Señor es una torre poderosa a la que acuden los justos en busca de protección. (DHHD Pr 18:10)

Miremos en la Biblia un texto donde se presenta una tormenta.

la reacción natural del ser humano ante una tormenta es tener miedo, en especial cuando la tormenta es tan fuerte que nos cubre por completo, sin embargo en este pasaje encontramos una actitud de Jesús que nos enseña algo, ¿Por qué el estaba durmiendo? ¿Acaso no sabía que había una tormenta? ¡Claro que sí! Sin embargo el estaba esperando a que sus discípulos vinieran a El.

Jesús subió a la barca, y sus discípulos lo acompañaron. En esto se desató sobre el lago una tormenta tan fuerte que las olas cubrían la barca. Pero Jesús se había dormido. Entonces sus discípulos fueron a despertarlo, diciéndole: —¡Señor, sálvanos! ¡Nos estamos hundiendo! Él les contestó: —¿Por qué tanto miedo? ¡Qué poca fe tienen ustedes! Dicho esto, se levantó y dio una orden al viento y al mar, y todo quedó completamente tranquilo. (DHHD Mt 8:23-26)

Muchas veces nosotros tratamos de enfrentar la tormenta con nuestras propias fuerzas y las gastamos en vano luchando contra algo que sabemos es más fuerte que nosotros, pero a pesar de eso solo reconocemos que necesitamos la ayuda de Dios hasta que el agua nos da hasta el cuello.

Dios sabe las tormentas que estamos pasando, conoce nuestras necesidades, sin embargo, Él espera pacientemente a que le pidamos su ayuda, a que aprendamos a depender de Él.

La reacción natural del hombre frente a una tormenta es sentir miedo sin embargo Jesús exhorta a sus discípulos y les hace una pregunta ¿Por qué tienen miedo?, si Jesús nos hace esa pregunta hoy, probablemente diremos, que es porque hay una tormenta y usted estamos a punto de ahogarnos. Sin embargo, para Jesús esto no es excusa y puede que nos esté pasando lo mismo que a los discípulos que se les olvidó quien es el que iba en su barca.

Fijemos la mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo que le esperaba sufrió la cruz y menospreció el oprobio y se sentó a la derecha del trono de Dios. (RVC Heb 12:2)

Los discípulos en su barca tenían nada más ni nada menos, que al hombre al que los vientos y los mares le obedecen, con ellos estaba el Hijo de Dios, Dios mismo encarnado, por quien todas las cosas que existen en los cielos y en la tierra fueron creados. Mientras el Señor Jesucristo está en nuestra barca no nos hundiremos y nos referimos como barca a nuestra vida y todas la decisiones y situaciones que enfrentamos a diario.

Podemos observar otra muestra del increíble poder de Dios, y también encontramos el secreto para caminar por encima de la tormenta, el secreto es la Fe, Pedro empezó a caminar muy decidido hacia donde Jesús estaba, sin embargo, por un momento desvío la mirada y se fijó en la tormenta, entonces tuvo miedo y empezó a hundirse.

Mientras mantengamos nuestra Fe y nuestra mirada este puesta en Jesús, vamos a pasar por encima de las tormentas sin ningún problema, porque Dios nos estará guiando, no importa qué tipo de tormenta tengamos al frente porque Dios va con nosotros; de esta manera es como podemos obtener paz en medio de la tormenta,  Jesucristo es nuestra paz, depositemos nuestra confianza en Dios, es la mejor decisión que podemos tomar, es lo que nos conviene a los hijos de Dios, es lo que agrada al Padre Celestial.

No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos. Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo. (BLS Flp 4:6-7)

Y ahora, así habla el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú me perteneces. Si cruzas por las aguas, yo estaré contigo, y los ríos no te anegarán; si caminas por el fuego, no te quemarás, y las llamas no te abrasarán. (LPD Is 43:1-2) 

Bendiciones

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