Tuyos son la grandeza y el poder, la gloria, la
victoria y la majestad. Todo cuanto hay en los cielos y en la tierra es tuyo.
También el reino te pertenece, y tienes el control de todo lo que existe. La
riqueza y el honor provienen de ti, y tú eres el gobernador de toda la
humanidad; tu mano controla el poderío y la potestad, y de acuerdo con tu
voluntad es que los hombres adquieren la fama y reciben de ti el vigor. (NBV 1Cr 29:11-12)
La revelación de Dios sobre su gobierno
y su voluntad para la humanidad y para nuestras vidas es que conozcamos realmente
quien es Él y que podamos comprender el valor de habernos creado además de que
también alcancemos la salvación de la condenación de la muerte eterna por medio
de su Hijo Jesucristo y de su Espíritu Santo, que entendamos el propósito de la
muerte de su Hijo y su sangre, así como de su evangelio eterno.
Y la vida eterna consiste en que te
conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú
enviaste. (DHH Jn 17:3)
No amen al mundo, ni lo que hay en el
mundo. Si alguno ama al mundo, no ama al Padre; porque nada de lo que el mundo
ofrece viene del Padre, sino del mundo mismo. Y esto es lo que el mundo ofrece:
los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a
los ojos y el orgullo de las riquezas. Pero el mundo se va acabando, con todos
sus malos deseos; en cambio, el que hace la voluntad de Dios vive para siempre.
(DHH 1Jn 2:15-17)
Los designios de Dios son santos y
justos para toda su creación por la eternidad, y nosotros que somos la
humanidad sembrada en esta tierra somos apenas una parte de todo ese contexto
divino. Sin embargo, a Dios Padre le ha placido habernos hecho a su imagen y semejanza
para establecernos en la tierra y que por hechos sucedidos en nuestros comienzos
resultamos ser una raza caída y en estado constante de involución hacia las tinieblas,
por causa del pecado que entro por Adán y Eva.
Lo anterior es nuestro panorama inicial
que fue redimido por el sacrificio de Jesucristo y toda su obra redentora que
por el poder y la presencia del Espíritu Santo sigue operando regeneración y
vida eterna a todo aquel que por fe cree y se entrega voluntariamente al gobierno
de Dios.
Aquel Cordero fue y tomó el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono; … Y cantaban este canto nuevo: «Tú eres digno de tomar el rollo y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado; y derramando tu sangre redimiste para Dios gentes de toda raza, lengua, pueblo y nación. De ellos hiciste un reino, hiciste sacerdotes para nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra.» (DHH Ap 5:7,9-10)
Veamos algunas definiciones de gobierno
terrenal: inicialmente es la dirección del funcionamiento de una colectividad y
que es ejercida en muchos ámbitos de la vida con diferentes formas o
estructuras en medio de cada pueblo, de cada país y de cada época en que la
humanidad se encuentre.
Es a su vez el conjunto de personas y
organismos que dirigen un Estado o una comunidad política, especialmente
referido al formado por el presidente, los vicepresidentes y los ministros:
este gobierno ejerce la función ejecutiva de acuerdo con la Constitución y las
leyes (democráticas), pero en muchos casos encontramos formas de gobierno autoritarias,
forma de gobierno llenas de maldad, formas de gobierno en completa anarquía,
formas de gobierno llenas de corrupción.
Pero todo los resultados buenos y malos
que vemos en nuestras sociedades, en nuestros países, en nuestros entornos, en
nuestras universidades y colegios, en las empresas donde trabajemos, en
nuestras colonias, en nuestros barrios, en nuestros conjuntos residenciales, en
nuestras familias y en nuestros hogares provienen sólo de una fuente que es el
corazón de cada persona.
Para aquellos que buscamos agradar a Dios
de todo corazón nos es muy necesario en todo tiempo entender la verdad de amar su
voluntad, de amar sus palabras, de amar su evangelio eterno. Aunque los seres humanos
fuimos creados por Dios, hay que comprender que el reino de los cielos no es
para todos, sino para aquellos que aceptamos el gobierno y el señorío de Jesucristo
de manera voluntaria en nuestros corazones, además debemos comprender también
que en medio de la humanidad muchos han escogido ser hijos del diablo llenos de
tinieblas que hacen y disfrutan toda clase de maldad, de pecado, de mentira y
engaño. Hoy en día por toda la tierra vemos que a lo malo le dicen bueno y a lo
bueno le dicen malo.
Sin embargo, está en nuestro poder el
tomar decisiones correctas, justas y que agraden a Dios si es que en verdad
queremos estar en su presencia por la eternidad a la luz de la revelación de la
Biblia por medio del Señor el Espíritu Santo.
Por eso entendemos que todos somo
criaturas hechas por Dios, pero que sólo unos pocos son realmente verdaderos
hijos de Dios: no todos los seres humanos son llamados por Dios, sino a los que
Dios conoció de antemano que le iban a seguir; ahora bien, son muchos los
llamados y pocos los escogidos según la revelación por que pocos son los que
deciden caminar en Cristo, son pocos los que deciden entrar por la puerta estrecha.
Religiones hay muchas, filosofías con tinte de bondad humana se encuentran a la mano de todos, diferentes clases de cultos idolátricos abundan por miles, adoradores de las tinieblas y de toda clase de ocultismo también, personas llenas de anarquía e idolatría se ven por estos tiempos modernos y más a través de la internet y los diferentes medios de comunicación, también hay por doquier personas bien intencionadas pero mal informadas respecto al camino que es Cristo quien lleva al Padre Celestial y la verdadera forma de caminarlo.
Una forma imperante de idolatría ha sido una constante en crecimiento en los últimos tiempos en todas las naciones de la tierra y es la adoración al YO humano: el narcisismo en todas sus facetas y que ha sido adoptado por millones de personas en toda la tierra apoyados en las redes sociales por la internet que mueven las emociones y los pensamientos de las masas vacías de Dios.
Por eso en la naturaleza de los
verdaderos hijos e hijas de Dios en toda la tierra se afianza la gran verdad de
Dios por medio de la obra regeneradora del Espíritu Santo. Y los verdaderos
hijos anhelan la presencia de Dios, aman su Palabra, aman el lugar secreto que
nos ha revelado el Padre Celestial……eso teniendo en cuenta que somos formados
día a día a la imagen del Señor Jesucristo, que somos seres con fallas, y
errores, en continuo aprendizaje, pero dispuestos a depender de Dios para poder
estar en su presencia por toda la eternidad: que es nuestra razón de ser y de
existir.
Tú no te complaces en los sacrificios
ni en las ofrendas de cereales; tampoco has pedido holocaustos ni ofrendas para
quitar el pecado. En cambio, me has abierto los oídos. Por eso he dicho: Aquí
estoy, tal como el libro dice de mí. A mí me agrada hacer tu voluntad, Dios mío; ¡llevo
tu enseñanza en el corazón! En presencia de tu pueblo numeroso he dado a
conocer lo que es justo. ¡Tú
bien sabes, Señor, que no he guardado silencio! No me he quedado callado acerca
de tu justicia; he hablado de tu fidelidad y salvación. Jamás he ocultado tu
amor y tu verdad ante tu pueblo numeroso. (DHH Sal 40:6-10)
No hay árbol bueno que pueda dar
fruto malo, ni árbol malo que pueda dar fruto bueno. Cada árbol se conoce por
su fruto: no se cosechan higos de los espinos, ni se recogen uvas de las
zarzas. El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y
el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues de lo
que abunda en su corazón habla su boca. (DHH Lc 6:43-45)
El hombre es capaz de dominar toda clase
de fieras, de aves, de serpientes y de animales del mar, y los ha dominado;
pero nadie ha podido dominar la lengua. Es un mal que no se deja dominar y que
está lleno de veneno mortal. Con la lengua, lo mismo bendecimos a nuestro Señor
y Padre, que maldecimos a los hombres creados por Dios a su propia imagen. De
la misma boca salen bendiciones y maldiciones. Hermanos míos, esto no debe ser
así. De un mismo manantial no puede brotar a la vez agua dulce y agua amarga.
Así como una higuera no puede dar aceitunas ni una vid puede dar higos,
tampoco, hermanos míos, puede dar agua dulce un manantial de agua salada. (DHH Stg 3:7-12)
La manera del gobierno de Dios en medio
nuestro es por medio de Jesucristo entronado en nuestro corazón, sólo es esa
forma para los hijos de Dios; pero desde nuestra humanidad y desde nuestro entendimiento
natural no lo podemos alcanzar, pues no percibimos el reino de Dios y mucho menos
podemos percibir su presencia. Por eso es necesario el nuevo nacimiento dado
por Dios a nuestras vidas, por que el hombre natural no percibe las cosas
espirituales.
Este pueblo me honra con la boca,
pero su corazón está lejos de mí. De nada sirve que me rinda culto; sus
enseñanzas son mandatos de hombres.” Luego Jesús llamó a la gente y dijo:
—Escuchen y entiendan: Lo que entra por la boca del hombre no es lo que lo hace
impuro. Al contrario, lo que hace impuro al hombre es lo que sale de su boca.
Entonces los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: —¿Sabes que los
fariseos se ofendieron al oír lo que dijiste? Él les contestó: —Cualquier
planta que mi Padre celestial no haya plantado, será arrancada de raíz.
Déjenlos, pues son ciegos que guían a otros ciegos.
Y si un ciego guía a otro, los dos
caerán en algún hoyo. Pedro entonces le dijo a Jesús: —Explícanos lo que
dijiste. Jesús respondió: —¿Ni siquiera ustedes son todavía capaces de
comprender? ¿No entienden que todo lo que entra por la boca va al vientre, para
después salir del cuerpo? Pero lo que sale de la boca viene del interior del
hombre; y eso es lo que lo hace impuro. … Estas cosas son las que hacen impuro
al hombre; pero el comer sin cumplir con la ceremonia de lavarse las manos, no
lo hace impuro. (DHHD Mt
15:8-18,20)
La siguiente porción bíblica nos muestra
al pueblo de Dios que hay cosas y actitudes que se hacen hoy en día a la forma
de cada cultura y nación pero que no alcanzan para agradar a Dios. Realmente es
a los verdaderos adoradores que tienen un corazón contrito y humillado para
Dios, un corazón dispuesto para amar su Palabra y ponerla por obra en medio de
nuestras vidas y de nuestras circunstancias.
No todos somos pueblo genuino de Dios,
muchos se dicen ser cristianos y cristianas, pero solo de nombre, sólo de ritos,
cumplen con los diferentes ministerios y servicios en las iglesias, pero siguen
sin permitir que el perfecto amor de Dios llene sus corazones.
Si obedecemos los mandamientos de
Dios, podemos estar seguros de que hemos llegado a conocerlo. Pero si alguno
dice: «Yo lo
conozco», y no obedece sus mandamientos, es
un mentiroso y no hay verdad en él. En cambio, si uno obedece su palabra, en él
se ha perfeccionado verdaderamente el amor de Dios, y de ese modo sabemos que
estamos unidos a él. El que dice que está unido a Dios, debe vivir como vivió
Jesucristo. Queridos hermanos, este mandamiento que les escribo no es nuevo: es
el mismo que ustedes recibieron desde el principio. Este mandamiento antiguo es
el mensaje que ya oyeron. Y, sin embargo, esto que les escribo es un
mandamiento nuevo, que es verdad tanto en Cristo como en ustedes, porque la
oscuridad va pasando y ya brilla la luz verdadera. Si alguno dice que está en
la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. El que ama a su
hermano vive en la luz, y no hay nada que lo haga caer. Pero el que odia a su
hermano vive y anda en la oscuridad, y no sabe a dónde va, porque la oscuridad
lo ha dejado ciego. (DHH 1Jn 2:3-11)
Se manifiesta a través de su forma de
pensar, de su forma de hablar (salen de sus labios vulgaridades, groserías,
chismes, mentiras, engaños, etc.) , de su forma de manejar los asuntos laborales
y personales (están llenos de envidia, de egoísmo, de vanidad, de amor por el
mundo, de amor por las cosas que ofrece el mundo, tratan con injusticia a su
semejantes, aceptan sobornos, etc.), dicen amar a Dios, pero su trato hacia los
demás demuestra lo que hay en sus corazones, muchos dicen tener ministerios,
dicen tener liderazgo, dicen tener buenas intenciones, pero no ha dejado que el
perfecto amor de Dios les gobierne.
El trato hacia quienes los rodean deja
ver las grietas de oscuridad y de maldad que gobiernan su alma. Por eso es
necesario que los verdaderos adoradores adoren al Padre en Espíritu y en verdad;
eso se logra viviendo la vida que agrada a Dios, la vida que permite que fluya
en ellas el perfecto amor del Padre Celestial que es Jesucristo en todos los
aspectos y asuntos del diario vivir.
¿De dónde vienen las guerras y las
peleas entre ustedes? Pues de los malos deseos que siempre están luchando en su
interior. Ustedes quieren algo, y no lo obtienen; matan, sienten envidia de
alguna cosa, y como no la pueden conseguir, luchan y se hacen la guerra. No
consiguen lo que quieren porque no se lo piden a Dios; y si se lo piden, no lo
reciben porque lo piden mal, pues lo quieren para gastarlo en sus placeres.
¡Oh gente infiel! ¿No saben ustedes
que ser amigos del mundo es ser enemigos de Dios? Cualquiera que decide ser
amigo del mundo, se vuelve enemigo de Dios. … Acérquense a Dios, y él se
acercará a ustedes. ¡Límpiense las manos, pecadores! ¡Purifiquen sus corazones,
ustedes que quieren amar a Dios y al mundo a la vez! ¡Aflíjanse, lloren y
laméntense! ¡Que su risa se cambie en lágrimas y su alegría en tristeza!
Humíllense delante del Señor, y él los enaltecerá. (DHH Stg 4:1-4,8-10)
No amen al mundo, ni lo que hay en el
mundo. Si alguno ama al mundo, no ama al Padre; porque nada de lo que el mundo
ofrece viene del Padre, sino del mundo mismo. Y esto es lo que el mundo ofrece:
los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a
los ojos y el orgullo de las riquezas. Pero el mundo se va acabando, con todos
sus malos deseos; en cambio, el que hace la voluntad de Dios vive para siempre.
(DHH 1Jn
2:15-17)
Bendiciones.
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