Si alguien se cree muy santo y no cuida sus
palabras, se engaña a sí mismo y de nada le sirve tanta religiosidad. Creer en
Dios el Padre es agradarlo y hacer el bien, ayudar a las viudas y a los
huérfanos cuando sufren, y no dejarse vencer por la maldad del mundo. (TLA Stg 1:26-27)
La verdadera religión se vive a través
de nuestras acciones hacia los demás y nuestra perseverancia en la santidad. No
se trata solo de asistir a la iglesia o cumplir con rituales religiosos, sino
de vivir nuestra fe en nuestro diario vivir.
Primero veamos que la salvación a través
del Señor Jesucristo llegó a la humanidad, pero no para todos, porque la
revelación del Espíritu Santo nos muestra que en la humanidad hay dos reinos
imperando (el reino de
Dios y el reino de las tinieblas)
en constante guerra espiritual hasta que todas las cosas previstas por Dios se
cumplan y que lleguen a ser restauradas por el Hijo de Dios.
Otra cosa que podemos ver, es que la
Salvación fue sólo dada a quienes creen en Dios Padre, en su Hijo Jesucristo y
en su Espíritu Santo y que no todos serán adoptados y llamados hijos de Dios,
porque muchos aunque son creación de Dios han aceptado al diablo como su padre,
por lo tanto son hijos de maldad, su luz es tinieblas, tienen inteligencia
maligna y solo la usan para causar maldad a otras personas y para sus propios
deseos egoístas y narcisistas, se enorgullecen de sus obras malas, disfrutan
haciendo todo lo malo.
¿Por qué no pueden entender ustedes
mi mensaje? Pues simplemente porque no pueden escuchar mi palabra. El padre de
ustedes es el diablo; ustedes le pertenecen, y tratan de hacer lo que él
quiere. El diablo ha sido un asesino desde el principio. No se mantiene en la
verdad, y nunca dice la verdad. Cuando dice mentiras, habla como lo que es;
porque es mentiroso y es el padre de la mentira. Pero como yo digo la verdad,
ustedes no me creen. … El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; pero
como ustedes no son de Dios, no quieren escuchar. (DHH Jn 8:43-45,47
La maldad en general y la esencia de la
raza caída de la humanidad han aumentado en todas las naciones y pueblos de la
tierra. Ahora bien, tomando como referencia el año 2000 hacia adelante, es notable
la ausencia del temor de Dios por doquier, así como la perdida de los valores
familiares, de los valores morales, de la ética, del respeto por la vida, de la
falta de honestidad, de la falta de rectitud (de hacer lo correcto) en todos
los aspectos, entre muchas otras cosas buenas, resaltando lo que está escrito
que se manifestará la impiedad y la maldad como nunca antes se ha visto.
Es importante recordar que la Biblia, la
palabra de Dios ha sido expuesta y conocida en todas las naciones y
prácticamente en todos los pueblos y que realmente Dios Padre sabe quiénes
faltan por escuchar su palabra de vida, el evangelio eterno de Salvación y de
su Hijo Jesucristo.
En aquel tiempo se levantará Miguel,
el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de
angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel
tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos
para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos
resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia
a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Pero tú, Daniel, cierra
las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí
para allá, y la ciencia se aumentará. (SE Dn 12:1-4).
Estamos viendo en nuestros días lo que
leemos en la Biblia y que fue dado como revelación en su momento y hace
referencia "a qué la tierra gime como
dolores de parto". Sin entrar en fanatismo religioso y siendo objetivos y con sentido lógico
y realista, recordemos lo que nuestro Señor Jesucristo nos mencionó y que quedó
registrado en los evangelios: "las señales antes del fin”.
La Biblia nos habla de varias señales que,
al presentarse estaríamos cerca del fin de los tiempos. Estas señales se
encuentran en diferentes libros de la Biblia, como Mateo 24, Marcos 13 y
Lucas 21, así como en otros libros proféticos
como Daniel y
Apocalipsis. A continuación, mencionaré algunas de las señales más destacadas:
Guerras y
rumores de guerras: Jesús nos advirtió que habría conflictos y guerra en el mundo antes de
su regreso (Mateo
24:6-7).
Hambre y
plagas: Jesús también mencionó que habría escasez de alimentos y enfermedades
antes de su segunda venida (Mateo 24:7).
Terremotos y
desastres naturales: La Biblia habla de un aumento de terremotos y desastres naturales como
una señal de los tiempos finales (Mateo 24:7).
Engaños y
falsos cristos: Jesús advirtió que habría falsos maestros y personas que se harían pasar
por él antes de su regreso (Mateo 24:5, 23-26).
Aumento de la
maldad: La Biblia menciona que en los últimos días habrá un aumento de la maldad
y la falta de amor hacia Dios y hacia los demás (2 Timoteo 3:1-5).
Persecución de
los verdaderos creyentes: Jesús nos advirtió que los seguidores de
Cristo serían perseguidos antes de su segunda venida (Mateo 24:9).
La predicación
del evangelio a todas las naciones: Antes del fin, la
Biblia nos dice que el evangelio será predicado en todo el mundo como
testimonio a todas las naciones (Mateo 24:14).
Estas son solo algunas de las señales
que la Biblia nos presenta y que nos indican los tiempos finales. Sin embargo,
es importante recordar que nadie sabe el día ni la hora exacta del retorno de
Cristo (Mateo 24:36).
Nuestra tarea como verdaderos creyentes
(hijos de Dios, cristianos) es estar vigilantes, preparados y llevar una vida
fiel a Dios en todo momento, para estar listos cuando llegue el día del regreso
de nuestro Señor Jesucristo.
Nuestro Señor Jesucristo, nos recalcó
que nadie en los cielos, ni en la tierra sabría el día y la hora en que van a
suceder ciertos eventos escatológicos y su segunda venida, pero nos dejó la
información de señales que aparecen antes de que esos acontecimientos, para que
podamos prepararnos y estar listos para irnos con él.
El cielo y la tierra pasarán, pero
mis palabras no pasarán. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles
de los cielos, sino sólo mi Padre. Mas como en los días de Noé, así será la
venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban
comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé
entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a
todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. (SE Mt 24:35-39)
Después del periodo de pandemia generada
por el COVID, toda la tierra y la humanidad que la habitamos, hemos
experimentado cambios muy grandes y rápidos en muchos aspectos de la vida, de
la economía, de la forma de manejar todas las cosas y sin embargo en miles de
lugares y poblaciones ese cambio ha sido en detrimento de todas las cosas, la
ciencia y la tecnología aumentaron vertiginosamente y están al alcance de todos
los pueblos pero la falta de temor de Dios se multiplica en los hogares en las
diferentes generaciones.
Pero así también el reino de la maldad y
los deseos egoístas de las personas también han aumentado, la avaricia, el amor
por el dinero y el amor por el poder han desatado una ola de tinieblas y
oscuridad como nunca antes se había visto: grupos de mafiosos, narcotráfico, mercenarios,
asesinatos, robos, corrupción, engaño, mentiras, drogadicción, prostitución,
homosexualismo de hombres y mujeres, sexo lujurioso desenfrenado sin distinción
de edad, grupos terroristas, delincuencia organizada, violaciones, trata de
personas, etcétera. Todo eso lo vemos diariamente por montones en los noticieros,
en las redes sociales, en nuestros entornos en todos los países.
Todo esto para reflexionar sobre un
versículo muy significativo de las escrituras: Santiago 1:26-27. En este pasaje bíblico, el apóstol Santiago nos hace un llamado a vivir
una fe verdadera y vida genuina conforme a los principios bíblicos en acción
práctica.
El versículo dice así: Si
alguien se cree muy santo y no cuida sus palabras, se engaña a sí mismo y de
nada le sirve tanta religiosidad. Creer en Dios el Padre es agradarlo y hacer
el bien, ayudar a las viudas y a los huérfanos cuando sufren, y no dejarse
vencer por la maldad del mundo. (TLA Stg 1:26-27)
Esta es una declaración poderosa y nos enseña importantes principios
sobre cómo vivir nuestras vidas como seguidores de Cristo.
No todos los que hablan de
Dios o creen en Dios son verdaderos creyentes o verdaderos cristianos.
En primer lugar, Santiago nos muestra
que la religión pura y sin mancha no se trata solo de creencias o rituales
religiosos, sino de acciones concretas. No es suficiente tener una fe teórica,
ni de practicar ritos religiosos, ni de pertenecer a ciertas agrupaciones
religiosas o sociales, sino que debemos manifestarla en el amor y el cuidado
hacia los más vulnerables de nuestra sociedad, debemos demostrar rectitud en
nuestra manera de obrar en todos nuestros asuntos y en todos los aspectos en
los que nos desenvolvemos.
Debemos preocuparnos por los huérfanos y
las viudas, aquellos que están en situaciones de aflicción y necesidad, por los
que pasan situaciones adversas, por los que están en los hospitales, en las cárceles,
por los que han caído en alguna situación de desgracia; si no lo podemos hacer
de una manera física y presencial podemos hacer empatía con sus situaciones y
presentar intercesión a favor de ellos en los tiempos que podamos (la oración del justo puede mucho).
Dios nos llama a ser sus manos y pies
aquí en la tierra, a ser instrumentos de su amor y compasión, a manifestar sus
propósitos y planes a través de vidas que dejen fluir la presencia de
Jesucristo y del Espíritu Santo hacia otros.
¿Cómo podemos
aplicar esto en nuestras vidas? Podemos buscar
oportunidades para involucrarnos en obras de caridad y servicio a los demás.
Podemos colaborar con organizaciones que ayudan a los huérfanos, a los desamparados
y a las viudas, brindándoles amor, apoyo material y espiritual. También podemos
estar atentos a las necesidades de las personas que nos rodean, ofreciendo una
palabra de aliento, una ayuda práctica o simplemente escuchando con atención en
medio de las aflicciones y situaciones.
En segundo lugar, Santiago nos exhorta a
"conservarnos
limpios de la corrupción del mundo". Al
vivir en este mundo, nos enfrentamos constantemente a las tentaciones, influencias
negativas y patrones de comportamiento pecaminoso. Sin embargo, como
cristianos, tenemos la responsabilidad de mantenernos firmes en nuestra fe y no
permitir que la corrupción se apodere de nuestras vidas, pero siempre dependiendo
de Dios y reconociendo nuestra necesidad del Espíritu Santo.
Otro aspecto que Santiago resalta es la
importancia de guardarnos sin mancha del mundo. Vivimos en un mundo lleno de
maldad, lleno de tentaciones y pecados, pero como creyentes, debemos
esforzarnos por vivir una vida separada de estas influencias corruptas.
Debemos ser conscientes de nuestros
pensamientos, palabras y acciones, y asegurarnos de que estén alineados con los
principios de Dios. Solo así podremos reflejar su santidad y llevar una vida
digna de llamarnos cristianos.
¿Cómo podemos
lograr esto? Debemos comprometernos a seguir los
mandamientos de Dios, apegarnos a sus enseñanzas y buscar la guía del Espíritu
Santo en nuestras decisiones y acciones diarias. Es importante también cultivar
una relación cercana con Dios a través de la oración, el estudio de la Palabra
y la participación en una comunidad de fe conforme a los principios bíblicos de
la sana doctrina.
Enfrentaremos desafíos y tentaciones,
tendremos caídas y altibajos, en el camino tomaremos en algún momento decisiones
equivocadas porque todo lo anterior está inmerso en nuestra naturaleza caída;
pero con la ayuda de Dios y su gracia, podemos resistir y vivir de acuerdo con
su voluntad.
Que esta palabra nos desafíe a vivir
nuestra fe de manera auténtica y transformadora, que Dios nos dé la sabiduría y
la fortaleza para cuidar a los necesitados y mantenernos firmes en su camino, que
nuestras vidas sean un reflejo de la pureza y el amor de Cristo, que podamos
levantarnos y perseverar, que podamos tener la fuerza y la autodisciplina para
corregir nuestros pasos y tomar el rumbo correcto, que podamos tener esa
voluntad de buscar a Dios y su camino que es Jesucristo, que se nos pueda abrir
el entendimiento espiritual para reconocer la verdadera condición y situación en
la que estamos viviendo en nuestro presente para tomar las decisiones
oportunas.
Que el Espíritu Santo nos de la fuerza y
la sabiduría para aplicar estos principios en nuestra vida diaria. Que podamos
ser una luz en medio de la oscuridad y un testimonio vivo del amor y la gracia
de Dios hacia todos los que nos rodean y a los que podamos llegar a ser de
influencia.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén. Bendiciones.
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