Debemos aprender a caminar en el amor de Dios, pero para ello hay que
cumplir con algunos requisitos, porque la ley del amor es lo que gobierna el
reino de los cielos. En todo tiempo los seres humanos estamos enfrentando el
decidir cuál de los dos caminos seguimos: uno es Jesucristo que nos lleva a la
presencia del Padre Eterno y el otro es el ancho y espacioso que ofrece el
mundo y sus placeres.
La sana y verdadera doctrina bíblica es aquella que lleva al ser humano
a caminar de la manera que Dios nos exige, a la manera que le podemos agradar
en esta tierra en el lugar y el país donde hemos sido plantados; en otras
palabras el caminar con Dios es la manifestación de nuestra conducta en todos
los aspectos de nuestra vida y en todas nuestras relaciones personales,
familiares y sociales, es como nos comportamos con cada situación y circunstancia
siempre teniendo los parámetros que Dios nos ha revelado a través de su Hijo
Jesucristo y su Palabra Eterna.
Jesús le respondió: -Yo soy el camino, la verdad y
la vida. Sin mí, nadie puede llegar a Dios el Padre. Si ustedes me conocen a
mí, también conocerán a mi Padre. Y desde ahora lo conocen, porque lo están
viendo. (BLS Jn
14:6-7)
Para tener comunión con Dios, andar con Dios, andar en el reino de Dios
y andar en el Espíritu, debemos andar en el amor Dios, porque la Biblia dice
que Dios es amor. Nuestro Padre Celestial desea nuestro crecimiento en amor, ya
que el amor es el fruto del Espíritu Santo y el fruto crece para vida eterna.
Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a
otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes unos a otros. En esto
conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman unos a otros. (RVC Jn 13:34-35)
Estamos viviendo un año en el que podemos percibir de manera clara y
palpable en nuestro alrededor, en nuestro vecindario, en nuestra ciudad, en
cada una de las naciones de la tierra, que el aumento de la maldad, el aumento
de la anarquía, el aumento de la violencia, el aumento del odio, el aumento de
la crueldad, el amor por el dinero y por las cosas que el mundo ofrece (todos
los placeres de la carne), el narcotráfico, la corrupción, han hecho que los
seres humanos no vivan en el amor de Dios. Todo lo anterior son cumplimientos
de los últimos tiempos que nos menciona la Biblia.
Habrá tanto pecado y maldad, que el amor de muchos
se enfriará. Pero los que se mantengan firmes hasta el fin serán salvos. Las
buenas nuevas del reino serán proclamadas en todo el mundo, para que todas las
naciones las oigan. Y sólo entonces vendrá el fin. (NBD Mt 24:12-14)
Las personas no están caminando en amor, en otras palabras, no hay temor
de Dios en los corazones de la mayoría de los seres humanos, porque los
mandamientos, estatutos y preceptos que Dios nos ha dejado nos sirven para
encaminarnos en el reino de los cielos a través del Señor Jesucristo con la
ayuda del Espíritu Santo. Recordemos que la Biblia encierra los parámetros en
los que los seres humanos debemos vivir y la forma de acercarnos a Dios, nos
muestra la forma en que podemos agradar al corazón del Padre Celestial.
Jesús respondió: ―“Amarás al Señor tu Dios con todo
tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primero y el más
importante de los mandamientos. El segundo es similar: “Amarás a tu prójimo con
el mismo amor con que te amas a ti mismo”. Los demás mandamientos y demandas de
los profetas se resumen en estos dos mandamientos que he mencionado. El que los
cumpla estará cumpliendo todos los demás. (NBV Mt 22:37-40)
Veamos lo que significa camino
para los cristianos. Se utiliza a menudo metafóricamente para describir la conducta o modo de
vida ya sea de Dios o del hombre. En el NT el plan de salvación de Dios es
llamado el camino del Señor; el término se usa también para significar el
cristianismo o el judaísmo (Deu 5:33; Sal 1:6; Prov 16:17). (Mat 3:3). (Hch 9:2; Hch 19:9; Hch 22:4).
El AT menciona la vida humana como un camino (Sal 37:5) en el que el hombre es guiado por Dios (Exo 13:21) y que cada uno puede
andar (Job 23:11) o rechazar (Mat 2:9). Por esto los profetas exhortan a apartarse de los falsos caminos (Jer 25:5) y a dirigirse por los caminos verdaderos (Jer 31:21). El piadoso pide a Dios que le muestre el camino (Sal 27:11; 119).
Para caminar en el amor verdadero, los seres humanos debemos doblegar la
carne y sus apetitos, pero en nuestra naturaleza caída no lo podemos lograr, no
podemos acercarnos al trono celestial por méritos propios o heredados, ni por
métodos tradicionales, sólo hay una forma y es a la manera que Dios lo ha
establecido para nosotros los que hemos creído en él.
Caminar en el amor de Dios es posible solo para los hijos de Dios, para
aquellos que han nacido de nuevo. Romanos 5:5. «Dios
ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.» El amor en nuestros
corazones es liberado por la fe a través de palabras y obras. A continuación, está
la revelación de manera muy clara de lo que es andar en amor para los
cristianos, no se necesita un intérprete, no se necesita un maestro, un
erudito, un consejero o un teólogo para saber que es lo que debemos hacer; el
sentido común y la unción del Señor el Espíritu Santo nos muestran esa verdad
espiritual en la que debemos caminar.
Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los
idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como
un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! Si no tengo amor,
de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada
me sirve que mi confianza en Dios sea capaz de mover montañas. Si no tengo amor,
de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve
dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.
El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es
amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie. No es orgulloso.
No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida
recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino a
los que hablan con la verdad. El que ama es capaz de aguantarlo todo, de
creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo.
Sólo el amor vive para siempre. Llegará el día en
que ya nadie hable de parte de Dios, ni se hable en idiomas extraños, ni sea
necesario conocer los planes secretos de Dios. Las profecías, y todo lo que
ahora conocemos, es imperfecto. Cuando llegue lo que es perfecto, todo lo demás
se acabará.
Alguna vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo
de entender las cosas, y mi manera de pensar eran los de un niño. Pero ahora
soy una persona adulta, y todo eso lo he dejado atrás. Ahora conocemos a Dios
de manera no muy clara, como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo
a oscuras. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo
conozco de manera imperfecta; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo
tan bien como él me conoce a mí.
Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en
Dios, la seguridad de que él cumplirá sus promesas, y el amor. De estas tres
cosas, la más importante es el amor. (BLS 1Co 13:1-13)
El camino excelente insinuado es el amor en su significado más pleno; el
amor verdadero a Dios y al hombre. Sin este, los dones más gloriosos no nos
sirven para nada, no son estimables a ojos de Dios. La cabeza clara y el
entendimiento profundo no tienen valor sin un corazón benévolo y caritativo.
Puede haber una mano abierta y generosa donde no hay un corazón benévolo y
caritativo. Hacer el bien al prójimo no nos hará nada si no es hecho por amor a
Dios y buena voluntad para los hombres. No nos aprovecha de nada si diéramos
todo lo que tenemos mientras retengamos el corazón de Dios. Ni siquiera los
sufrimientos más dolorosos. ¡Cuánto se engañan los que buscan aceptación y
recompensa por sus buenas obras siendo tan mezquinos y defectuosos como son
corruptos y egoístas! (CBMH).
El amor de Dios ha sido depositado en aquellos que hemos entregado
nuestro corazón a Jesucristo con el fin de que crezca y de mucho fruto, de que
logre impactar a muchas más personas. La ley del amor es uno de los fundamentos
del reino de lo cielos y sólo los que han sido adoptados por Dios lo tienen en
sus corazones; las personas del mundo no tienen ese amor, su corazón está lleno
de maldad, de odio, de egoísmo, de tinieblas.
No se pide a los que son del mundo que vivan en amor, porque ellos son hijos
del diablo porque su naturaleza está inclinada a las pasiones humanas, a todo
lo malo, a hacer las obras de las tinieblas, disfrutan haciendo toda clase de
pecado y maldad. La entrada al reino de los cielos no es para todos, la mayoría
de la humanidad hacen obras de maldad y aunque no lo digan con sus palabras son
hijos del diablo según lo que el Señor Jesucristo nos enseñó.
El amor, la fe y la obediencia a Dios que esta revelada para la
humanidad en la Biblia, mantienen una íntima relación en el reino de los cielos
y es un requisito en el que debemos andar. Ahora bien, veamos que la base de
todos los dones impartidos por Dios es el amor fraternal, que a su vez tiene la
base del amor a Dios, porque el perfecto Amor es Eterno y Dios es Amor.
Y el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida
eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que
no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. (NVI 1Jn 5:11-12)
Viene entonces una pregunta para cada ser humano, ¿quieres estar cerca
de Dios por la eternidad?
Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros,
porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. El
que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Así manifestó Dios su amor
entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por
medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como
sacrificio por el perdón de nuestros pecados. Queridos hermanos, ya que Dios
nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie
ha visto jamás a Dios, pero, si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece
entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente. ¿Cómo
sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros? Porque nos ha
dado de su Espíritu. (NVI 1Jn 4:7-13)
Bendiciones.
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