Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Formados y transformados por la gracia de Dios: solo por amor-


Efesios 4:11-16. Nueva Versión Internacional (NVI). Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.

Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas. Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro.

Como hijos e hijas de Dios, sabemos que necesitamos y dependemos de la gracia del Padre Celestial en todo tiempo y circunstancias; pero partamos del hecho de que nuestros peores días no son tan malos que en esos momentos lleguemos a estar fuera de la gracia de Dios o que lleguen a ser tan buenos que no la necesitamos.

Lo primero que debemos tomar en cuenta es que esa gracia inicialmente fue necesaria para llegar a entregar nuestro corazón y nuestra vida al Señor Jesucristo, pero eso es sólo el comienzo de nuestra nueva vida porque gracias a ese amor desbordado hemos renacido para Dios por medio de la obra regeneradora del Señor el Espíritu Santo en nuestras vidas.

Juan 17:3. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

El inicio de nuestro camino que es Cristo va tomando el rumbo hacia nuestro destino eterno que es nuestro Padre Celestial, que por la gracia que nos ha sido otorgada se nos ha concedido el don de recibir en nuestras vidas a la tercera persona de la Deidad Divina: el Señor el Espíritu Santo, esa misma gracia nos concede el que seamos vivificados, el que seamos investidos por Él, el que seamos regenerados, el que seamos guiados, el que seamos vivificados, el que seamos apacentados y pastoreados en los caminos que se nos presentan mientras estemos en este mundo como peregrinos y extranjeros que somos porque nuestra ciudadanía está en los cielos, pertenecemos a la Ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios: la Nueva Jerusalén.

Gálatas 4:19. Nueva Versión Internacional (NVI). Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes.

La gracia nos abre el corazón del Padre Celestial, nos permite conocerlo y entenderlo como el Creador de todo lo que existe, nos permite conocerlo en su naturaleza de amor y santidad, pero también nos ayuda a que nos acerquemos a Él por la santificación del Espíritu Santo y el poder liberador y limpiador de la Palabra de Dios.

Jeremías 9:23-26. Nueva Biblia Viva (NBV). El Señor dice: No se enorgullezca el sabio en su sabiduría, ni el poderoso en su poder, ni el rico en su riqueza. Sientan orgullo sólo de esto: de conocerme bien y comprender que yo soy el Señor que exige vivir de manera justa y actuar siempre con rectitud, de saber que mi amor es firme, y que así me gusta ser.

Dentro de algún tiempo, dice el Señor, castigaré a cuantos han realizado la circuncisión en su cuerpo, pero no en su espíritu: egipcios, edomitas, amonitas, moabitas, árabes y también tú, pueblo de Judá. Porque todas esas naciones paganas también se circuncidan. Pero a menos que la circuncisión que realizan en su cuerpo se corresponda con su dedicación de toda su vida a mí, su circuncisión no pasa de ser un rito pagano como el de esas naciones.

Todos queremos el favor de Dios a favor en todos nuestros asuntos, todos queremos recibir las bendiciones y prosperidad económica, sin embargo lo que más necesitamos entender de la gracia es que nos fue dada una nueva vida, la vida del Hijo de Dios en nosotros, que debemos crecer, madurar y desarrollarnos en esa gracia, que los planes del Padre Celestial al proveernos la salvación es la de que lleguemos a la estatura y a la medida de nuestro Señor Jesucristo, a que nos asemejemos en su carácter y en su forma de actuar, que nos asemejemos en tomar decisiones en cada situación y circunstancia que se nos presente de la manera correcta, por eso es necesario que seamos formados en la disciplina de la gracia.

Juan 17:20-23. Dios Habla Hoy (DHH). No te ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí al oír el mensaje de ellos. Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa, así como tú y yo somos una sola cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno, y que así el mundo pueda darse cuenta de que tú me enviaste, y que los amas como me amas a mí.

Juan 17:25-26. Dios Habla Hoy (DHH). Oh Padre justo, los que son del mundo no te conocen; pero yo te conozco, y éstos también saben que tú me enviaste. Les he dado a conocer quién eres, y aún seguiré haciéndolo, para que el amor que me tienes esté en ellos, y para que yo mismo esté en ellos.

Los cambios que experimentamos en la vida son influenciados por muchas cosas, tales como la herencia, nuestro ambiente, las decisiones que hacemos, y los diversos tipos de educación. Pero la influencia más poderosa en la vida de un creyente es la gracia transformadora de Dios, que es Su bondad para con nosotros, sin tener en cuenta nuestra indignidad, y a pesar de todo lo que merecemos.

La voluntad suprema de Dios es que cada creyente sea conformado a la semejanza de Su Hijo. Su Gracia es la responsable de nuestro nuevo nacimiento, y es la que nos dirige, mueve e influencia para que seamos cada vez más semejantes a Él. Así, podemos decir con el apóstol Pablo: "Por la gracia de Dios soy lo que soy" (1 Corintios 15:10).

1 Corintios 15:10. Nueva Biblia Viva (NBV). Pero lo que soy, lo soy por la gracia de Dios. Y su gracia no ha sido en vano, porque he trabajado más que todos ellos, si bien es cierto que no he sido yo, sino la gracia de Dios que ha obrado por medio de mí.

La vida del apóstol Pablo es un ejemplo impresionante de la gracia transformadora de Dios. En Filipenses 3, Pablo habla de cómo una vez dependía de sus buenas obras, y conducta para ganar la aceptación de Dios. Él no entendía al principio que hay sólo una manera ser aceptados ante los ojos de Dios: por Su gracia.

Si las buenas obras pudieran ganarnos la aprobación divina, Pablo nunca habría escrito acerca de sus vanos esfuerzos anteriores por ganar el favor de Dios, y de sus numerosas razones equivocadas en cuanto a esa confianza: había sido un judío practicante que pertenecía a una familia de antepasados meritorios (Filipenses 3:5); había guardado celosamente la ley (Filipenses 3:6); y había perseguido sin descanso a la iglesia, a la que veía como enemiga de su fe (Filipenses 3:6).

Su encuentro con el Cristo vivo transformó totalmente a Pablo, por lo que dijo: "Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo" (Filipenses 3:7). Reconoció que todos sus títulos y logros humanos no tenían ningún valor espiritual. Nosotros, igualmente, debemos entender que jamás ganaremos la vida eterna si dependemos de lo que somos o de lo que hagamos; la salvación no tiene nada que ver con el mucho dinero que demos, ni con los excelentes ciudadanos que seamos, ni con lo bien que tratemos a nuestra familia. Es por gracia, y sólo por gracia, que somos salvos (Efesios 2:8-9).

Recordemos que es por Su tierno amor, no por condena ni por castigo, que nuestro Padre celestial nos crea circunstancias y dificultades. Lo que Él nos pide que hagamos es para nuestro beneficio, y será parte del proceso que nos conforma a la imagen de Cristo. Si usted reconoce que puede desobedecer una y otra vez, necesita hacerse algunas preguntas en cuanto a su relación con Él: Cuando todo se reduce a una decisión final, ya sea a favor o en contra de Dios, ¿cómo puedo decirle no a un Cristo que me amó tanto hasta sufrir una muerte humillante y dolorosísima en mi lugar?

Esta gracia que salva y transforma hoy, es la misma gracia que convirtió a Saulo, el pecador, en Pablo, el santo. El apóstol reconoce que la gracia de Dios es la responsable del cambio producido en él (1 Corintios 15:10), y es por eso que se gloría en la Cruz, él no tenía ninguna intención de ser salvo, pero Dios, por Su amor misericordioso, tenía planes maravillosos para su vida.

Pablo fue un ejemplo para aquellos que lo rodeaban, y también para las generaciones futuras. Dios quiso que todos nosotros supiéramos que, si Él pudo derribar a Pablo, ponerlo ciego y transformarlo, también puede salvar a cualquiera.

Hechos 14:22. La Biblia de las Américas (LBLA). Fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.

1 Juan 2:6. Reina-Valera 1960 (RVR1960). El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.

Salmos 40:8. Nueva Biblia Viva (NBV). Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío, tu ley la llevo dentro de mí.

Ahora bien habiendo estudiado todo lo anterior nos damos cuenta de que una vida agradecida y llena de la gracia de Dios se desborda en amor hacia el Padre Celestial. Es en esa experiencia que realmente somos transformados a la semejanza de nuestro Señor Jesucristo por medio de la obra regeneradora y vivificadora del Señor el Espíritu Santo. 

Cuando decidimos entregar nuestra vida y nuestro corazón a nuestro Creador, empieza el camino de la santidad que nos lleva a nuestra transformación; la realidad de la santificación comienza en el momento de la conversión cuando por el nuevo nacimiento o la regeneración del Espíritu Santo, el principio de vida es implantado dentro de nosotros. La regeneración es el principio de nuestra santificación y de nuestra transformación, ambas tienen su origen en el amor desbordado de Dios y la gracia gratuita de Dios, ambas cosas las recibimos por la fe. 

La verdadera meta para nuestras vidas es llegar a ser semejantes a nuestro Señor Jesucristo, que es lo que realmente nos puede acercar al Padre Celestial, es a través de una vida que agrade a Dios en la que seremos transformados y eso se llama la justificación que aun siendo pecadores fuimos perdonados y adoptados por Dios, que se nos abre el entendimiento espiritual para comprender que estamos en el camino de Dios y que todo es un proceso fundamentado en decisiones frente a cada decisión, circunstancia y situación que debemos enfrentar mientras estemos en esta tierra como peregrinos y extranjeros.

La unión con Cristo nos capacita y nos ayuda a vivir una vida que agrada a Dios en todos los sentidos, es la única manera de vencer la muerte y el pecado que nos asedia todo el tiempo, es la única manera de doblegar nuestra carne y nuestra naturaleza pecaminosa o como se refiere en algunos textos de la Biblia: la concupiscencia de la carne.

Tito 2:11-12. Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST). En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio.

Necesitamos ser formados en Cristo, pero eso requiere que seamos disciplinados, pero esta palabra para muchos sugiere restricción, legalismo y órdenes, una vida sin libertad y aburrida. Para otros la gracia parece significar libertad de cualquier regla, una vida espontanea y no estructurada en otras palabras una vida desordenada. Si vemos estos dos conceptos no están ajustados a la realidad y verdad espiritual que nos revela la Biblia.

La disciplina y la gracia que nos imparte Dios son lo mejor que nos puede pasar y poder entender en nuestro corazón que es cada una del modo en que el Padre Celestial las diseño, todo esto esta para nuestro bien y nuestro beneficio.

Necesitamos de ambas, para ser enseñados, para ser instruidos, para recibir sabiduría, para recibir amonestación, reprensión y corrección pero en el perfecto amor del Padre Celestial para que podamos crecer espiritualmente conforme a la imagen de nuestro Señor Jesucristo.

Vemos entonces que la gracia que trae salvación a nuestras vidas es la misma que también nos ejercita para vivir vidas que le agraden a Dios por medio de la santidad que viene por la Palabra de Dios y la obra regeneradora del Señor el Espíritu Santo. 

La Disciplina de Dios para nuestras vidas viene para el cuidado de nuestras alma, es firme, pero amorosa. Necesitamos ser llenos del Espíritu Santo, que nos conceda domino propio para ser formados en la disciplina y la gracia de Dios.

El comentarista Matthew Henry nos dejó el siguiente comentario que creo que viene al estudio del tema de hoy: 

"Las obligaciones personales y relativas deben hacerse en obediencia a sus mandamientos, con el debido propósito de agradarlo y honrarlo a partir de los principios de un amor santo y el temor de Dios, pero también hay una obligación explícita que le debemos a Él. Específicamente la creencia y el reconocimiento de su ser y perfecciones, rindiéndole adoración y reverencia tanto interior como exteriormente; amándole, temiéndole y confiando en Él; dependiendo de Él y consagrándonos a vivir de acuerdo a todas las ordenanzas y responsabilidades que ha establecido, buscando su presencia, orando en todo tiempo, alabándolo y adorándolo por todo lo que es: Santo, Santo, Santo, Dios Todopoderoso, el Creador de todo lo que existe. Con la ayuda del Señor el Espíritu Santo, con su guía y su obrar en nosotros podemos llevar una vida que agrade a Dios, una vida que someta la vida carnal y pecaminosa al señorío de Jesucristo".

Hebreos 12:1-14. Dios Habla Hoy (DHH). Por eso, nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe, dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante. Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Jesús soportó la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y se sentó a la derecha del trono de Dios.

Por lo tanto, mediten en el ejemplo de Jesús, que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores; por eso, no se cansen ni se desanimen. Pues ustedes aún no han tenido que llegar hasta la muerte en su lucha contra el pecado, y han olvidado ya lo que Dios les aconseja como a hijos suyos. Dice en la Escritura: «No desprecies, hijo mío, la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a quien él ama, y castiga a aquel a quien recibe como hijo.»

Ustedes están sufriendo para su corrección: Dios los trata como a hijos. ¿Acaso hay algún hijo a quien su padre no corrija? Pero si Dios no los corrige a ustedes como corrige a todos sus hijos, entonces ustedes no son hijos legítimos. Además, cuando éramos niños, nuestros padres aquí en la tierra nos corregían, y los respetábamos. ¿Por qué no hemos de someternos, con mayor razón, a nuestro Padre celestial, para obtener la vida? 

Nuestros padres aquí en la tierra nos corregían durante esta corta vida, según lo que les parecía más conveniente; pero Dios nos corrige para nuestro verdadero provecho, para hacernos santos como él. Ciertamente, ningún castigo es agradable en el momento de recibirlo, sino que duele; pero si uno aprende la lección, el resultado es una vida de paz y rectitud.

Así pues, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas, y busquen el camino derecho, para que sane el pie que está cojo y no se tuerza más. Procuren estar en paz con todos y llevar una vida santa; pues sin la santidad, nadie podrá ver al Señor.

Bendiciones.

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