Juan 1:14-17. La Palabra (Hispanoamérica)
(BLPH). Y la Palabra se encarnó y habitó entre
nosotros; y vimos su gloria, la que le corresponde como Hijo único del Padre, lleno
de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de él proclamando: “Este es aquel de
quien yo dije: el que viene después de mí es superior a mí porque existía antes
que yo”.
En efecto, de su plenitud todos
hemos recibido bendición tras bendición. Porque la ley fue dada por medio de
Moisés, pero la gracia y la verdad nos vinieron por medio de Jesucristo.
Dios es amor y amar es dar; nuestro Padre Celestial nos ha dado
gratis todo lo que tenemos, en lo material y espiritual sin que lo merezcamos,
nos ha dado de su gracia, de su bondad, de su generoso amor. Es la generosidad
o la magnanimidad de Dios hacia nosotros, seres rebeldes y pecadores. La gracia
comprende temas tales como el perdón, la salvación, la regeneración, el arrepentimiento,
y el amor de Dios. “Hay vocablos que encierran el concepto de la gracia, que no
contienen la palabra “gracia”
Veamos nuestro texto inicial en otra traducción o versión de la
Biblia para entender un poco más el asunto de nuestro estudio de hoy.
Juan 1:14-17. Dios Habla Hoy (DHH). Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre
nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su
Hijo único, abundante en amor y verdad. Juan dio testimonio de él, diciendo:
«Éste es aquel a quien yo me refería cuando dije que el que viene después de mí
es más importante que yo, porque existía antes que yo.»
De su abundancia todos
hemos recibido un don en vez de otro; porque la ley fue dada por medio de
Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo.
Millones de personas alrededor del mundo han escuchado acerca de la
gracia de Dios. ¿cuántos realmente comprenden la importancia de este concepto? ¿Qué
es la gracia en realidad, cuál es su relación con la salvación y para que nos
sirve? La Biblia explica claramente que la gracia es un don de Dios; es el
regalo de su misericordia clemente e inmerecida para la humanidad.
A partir del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo y su
resurrección, todos los que hemos creído y los que creerán en él, como Dios,
Señor y Salvador ya no estamos ya bajo la Ley, sino bajo la gracia, por tanto,
el pecado no tiene poder contra nosotros.
Romanos 6:14. La Biblia de las Américas
(LBLA). Porque el pecado no tendrá dominio sobre
vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia.
La Ley dice, "págalo todo"; mientras la Gracia dice
"todo está pago". La Ley significa un trabajo que debe hacerse; la
Gracia es una labor hecha por Cristo para nosotros. La ley restringe las
acciones; la Gracia cambia la naturaleza, nos hace partícipes de la de Dios. La
Ley condena; la Gracia justifica. Bajo la Ley, una persona es como un esclavo
que trabaja por salario, para ganarse el Cielo; bajo la Gracia es un hijo de
Dios, dueño de la casa, que disfruta la herencia.
Por obra del Espíritu de Dios, el Espíritu Santo o el Espíritu de
Cristo, el que cree en Cristo es lavado, justificado, santificado naciendo de
nuevo, convirtiéndose en una nueva criatura y convirtiéndose en hijo y heredero
de Dios. El Espíritu Santo es ese don de Dios, que se nos da por Dios
totalmente gratis, cuando creemos en Cristo y nos bautizamos, y obra en las
personas para la vida eterna.
Pablo exhorta a los creyentes a que pidan al Padre Celestial, el
Espíritu Santo, les pide que caminen en Él, y a que no lo contristen. La gracia
no es una cosa, sino el mismo Dios que se nos comunica, transformándonos en él.
La gracia es la misma acción y vida divina que dispone nuestro ser para
participar en Dios.
La fe es la respuesta humana a la gracia divina, esta fe es don de
Dios. La fe es moralmente vital por sí misma, obra por el amor. La posición del
creyente bajo la gracia se explica, no por algo en él mismo, sino por la
voluntad de Dios. Cada paso en el curso de la vida cristiana se debe a la
gracia al llamado al arrepentimiento y a la fe.
En Romanos
8:28–30 Pablo repasa la agenda divina
desde el llamado hasta la gloria final de los redimidos. Con todo, no pasa por
alto la responsabilidad del hombre que es la obediencia a la Palabra de Dios y
que es una actitud moral y espiritual. Los hombres se vuelven a Dios por causa
de la obra del Señor el Espíritu Santo.
Romanos 8:28-30. Nueva Traducción
Viviente (NTV). Y sabemos que Dios hace que todas
las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito
que él tiene para ellos. Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió
para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor de
muchos hermanos. Después de haberlos elegido, Dios los llamó para que se
acercaran a él; y una vez que los llamó, los puso en la relación correcta con
él; y luego de ponerlos en la relación correcta con él, les dio su gloria.
La gracia, revelada y dada por Dios en Jesucristo, está presente en
el Antiguo Testamento, como una promesa y como una esperanza. En diversas
formas, con nombres variados, pero uniendo siempre al Dios que busca constantemente
al hombre que recibe de su gracia, por todas partes aparece la gracia en el Antiguo
Testamento.
La gracia en Dios para nosotros es dar y perdonar, derramar por
todas partes su generosidad, inclinarse con atención y emoción hacia los más
pobres y los más desvalidos, es la faceta de el Dios de ternura y de gracia,
tardo para la ira y rico en misericordia y fidelidad.
Éxodo 34:6. Jubilee Bible 2000 (Spanish)
(JBS). Y pasando el SEÑOR por delante de él,
proclamó: YO SOY el SEÑOR, YO SOY fuerte, misericordioso, y lleno de gracia;
tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad
En Dios la gracia es a la vez misericordia que se interesa por la
miseria, es fidelidad generosa a los suyos (hesed), solidez inquebrantable en sus compromisos (emes), adhesión
de corazón y de todo el ser a los que ama (rahamim), justicia inagotable (sedeq), capaz de garantizar a todas sus criaturas la plenitud de sus
derechos y de colmar todas sus aspiraciones.
Que Dios pueda ser la paz y el gozo de los suyos, es efecto de su
gracia: "¡Cuán
preciosa es tu gracia (hesed), oh Dios! Los
hombres se refugian a la sombra de tus alas, se sacian de la sobreabundancia de
tu casa y los abrevas en el torrente de tus delicias" (Salmo 36:8ss), "porque tu gracia
(hesed) es mejor que la vida" (Salmo 63:4).
La vida, el más precioso de todos los bienes, palidece ante la
experiencia de la generosidad divina, fuente inagotable. La gracia de Dios
puede ser, pues, una vida, más rica y más plena que todas nuestras
experiencias. La generosidad de Dios se derrama sobre toda carne, su gracia no es
un tesoro guardado codiciosamente.
Pero el signo esplendente de esta generosidad es la elección de
Israel. Es una iniciativa totalmente gratuita, no justificada en el pueblo
elegido por ningún mérito, por ningún valor antecedente, ni por el número, ni
por la buena conducta, ni por el vigor de su mano, sino únicamente por el amor
a la humanidad y la fidelidad al juramento hecho a vuestros padres.
Como punto de partida de Israel sólo hay una explicación, la gracia
del Dios fiel que guarda su alianza y su amor. El símbolo de esta gracia es la
tierra que da Dios a su pueblo.
La palabra que sin duda traduce mejor el efecto producido en el
hombre por la generosidad de Dios a causa de su gracia, es el de bendición. La
bendición es mucho más que una protección exterior, en el que la recibe
mantiene la vida, el gozo, la plenitud de la fuerza, establece entre Dios y su
creación, un contacto personal, hace que se posen sobre el hombre la mirada y
la sonrisa de Dios, la irradiación de su rostro y de su gracia. La venida de nuestro
Señor Jesucristo muestra hasta dónde puede llegar la generosidad divina: hasta
darnos a su propio Hijo.
Romanos 8:32. Palabra de Dios para Todos
(PDT). Dios mostró su favor hacia nosotros hasta
tal punto que dio a su propio Hijo para que muriera por nosotros. Siendo así,
¿cómo no nos va a dar, junto con él, todo lo que tiene?
Diccionario Vine. Gracia Caris (χάρις,
G5485) tiene varios usos: (a) objetivo,
aquello que otorga u ocasiona placer, delicia o causa una actitud favorable; se
aplica, p.ej., a la belleza o a la gracia de la personalidad (Lucas 2:40);
sus actos (2 Corintios 8:6),
o manera de hablar (Lucas 4:22 «palabras de gracia»; Colosenses 4:6); (b) subjetivo: (1) por parte del otorgador, la disposición
amistosa de la que procede el acto bondadoso, gracia, bondad, buena voluntad en
general (Hechos 7:10); especialmente con referencia al favor o a la gracia divina
(Hechos 14:26).
Tener favor con es hallar gracia ante (Hechos
2:47); así, se halla en este sentido al inicio y al
final de varias epístolas, donde el redactor desea gracia de parte de Dios para
los lectores (Romanos
1:7; 1 Corintios 1:3). El hecho de que la gracia se
reciba tanto de Dios el Padre (2 Corintios
1:12), como de Cristo (Gálatas
1:6; Romanos 5:15, donde ambos son mencionados), constituye un testimonio de la deidad de Cristo.
Véase también 2 Timoteo
1:1-2, donde la frase «por la gracia de nuestro Dios
y del Señor Jesucristo» tiene que ser tomada con cada una de las cláusulas
precedentes: «en vosotros», y «vosotros en Él». En Santiago
4:6 «Pero Él da mayor gracia» (griego: «una mayor gracia»)
Gracia se traduce
“misericordia” (muchas veces), “bondad”, “favor”, “benevolencia”, “merced”.
Lutero traduce con la palabra Gnade, o sea la palabra alemana para “gracia”. A
pesar de ello no es un equivalente exacto de gracia. Es un vocablo que funciona
en dos direcciones, y puede usarse tanto de Dios como del hombre. En cuanto a
Dios, por cierto que significa gracia, expresa un favor inmerecido.
La fe es la respuesta humana a la gracia divina (Romanos 5:2; 10:8-9). Esta fe es don de Dios (Efesios 2:8); las palabras “no de
vosotros” pueden referirse a sesoµsmenoi (“salvos”), pero Pablo quiere señalar que la palabra “fe”
no tiene que tomarse en el sentido de alguna acción independiente por parte del
creyente. La posición del creyente bajo la gracia se explica, no por algo en él
mismo, sino por la voluntad de Dios. Cada paso en el curso de la vida cristiana
se debe a la gracia: Gálatas 1:15 (llamado); 2
Timoteo 2:25 (arrepentimiento); Efesios 2:8–9
(fe).
En Romanos
8:28–30 Pablo repasa la agencia divina
desde el llamado hasta la gloria final de los redimidos.
Romanos 8:28-30. Dios Habla Hoy (DHH). La
obra salvadora de Dios. Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes
lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito. A los que de
antemano Dios había conocido, los destinó desde un principio a ser como su
Hijo, para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos. Y a los que Dios
destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó, los hizo
justos; y a los que hizo justos, les dio parte en su gloria.
Gracia Verbo janan (נָחָ, H2603), «ser misericordioso, considerado; favorecer». El término se
encuentra en ugarítico antiguo con un significado muy parecido al hebreo
bíblico. Sin embargo, en el hebreo moderno, janan pareciera dar mayor énfasis
en la acepción más fuerte de «perdonar o mostrar misericordia». El vocablo
aparece unas 80 veces en el Antiguo Testamento hebreo, y por vez primera en Génesis 33:5 «Son los hijos que Dios, en su gracia, ha dado a tu siervo».
Por lo general, este término sugiere un «favor» que se hace, a
menudo inesperado e inmerecido. Janan puede expresar «generosidad», un regalo
del corazón. Sobre todo, Dios es la fuente de un «favor» no merecido y una vez
tras otra se le suplica que actúe con acciones «gratuitas» como solo Él lo
puede hacer. El salmista ora: «Aparta de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia «bondad»
concédeme tu ley» (Salmo 119:29; «y dame la gracia de tu ley»).
El «favor» de Dios se percibe sobre todo en su liberación del
pueblo de Dios de sus enemigos y de los males que les rodean (Salmo 77:9; Amos 5:15). Sin embargo, Dios extiende su «misericordia», según su voluntad y
acción soberana, a quienquiera que Él escoge. De muchas maneras janan combina
el significado de haris (que en griego clásico indica «encanto» o
«benevolencia») y el sentido neotestamentario de «favor no merecido» o
«misericordia».
Éxodo 33:19. Dios Habla Hoy (DHH). Pero el Señor contestó: Voy a hacer pasar toda mi bondad
delante de ti, y delante de ti pronunciaré mi nombre. Tendré misericordia de
quien yo quiera, y tendré compasión también de quien yo quiera.
Gracia jen (חֵ, H2580), «favor; gracia». La raíz, que significa «favorecer», es un
término semítico común. En acádico, el verbo enenu («compadecer») está
relacionado con hinnu («favor»), que solo aparece como nombre propio. El nombre
hebreo jen está 69 veces, sobre todo en el Pentateuco y en los libros
históricos hasta Samuel. Es un poco más frecuente en los libros poéticos,
aunque casi no figura en los libros proféticos. El primer caso se encuentra en Génesis 6:8 «Pero Noé halló gracia en los ojos de Jehová». El significado básico de jen es «favor». Cualquier cosa
«placentera y agradable» se puede describir con esta palabra. Cuando se dice
que una mujer tiene jen, es porque es «graciosa o agraciada» (Proverbios 11:16).
Las palabras de una persona pueden tener «gracia»: «El que ama la
pureza de corazón y tiene gracia al hablar tendrá por amigo al rey» (Proverbios 22:11; Salmo 45:2). Jen también denota la reacción a cualquier cosa «agradable». Los
siguientes verbos se usan con este vocablo: «extender» (Génesis 39:21), «dar» (Éxodo
3:21) y «hallar» (Génesis
6:8).
Hebreos 4:12-16. La Biblia de las
Américas (LBLA). Poder de la palabra de Dios y de la gracia a favor nuestro. Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más
cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma
y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir
los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada oculta a
su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los
ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Jesús, el gran sumo sacerdote. Teniendo, pues,
un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios,
retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como
nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la
gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda
oportuna.
Necesitamos como hijos de Dios esa gracia en todo tiempo y circunstancia
para poder enfrentar todas las situaciones y adversidades que se nos presentan,
la necesitamos para vivir la vida que agrada a Dios, la necesitamos para perseverar,
la necesitamos para crecer espiritualmente, la necesitamos para ser bendecidos,
la necesitamos para servir con un corazón limpio al Señor. Que nuestra oración
sea con la misma actitud de la de Nehemías.
Nehemías 1. La Biblia de las Américas
(LBLA). Oración de Nehemías por los desterrados. Palabras de Nehemías, hijo de Hacalías. Aconteció que en el mes
de Quisleu, en el año veinte, estando yo en la fortaleza de Susa, vino Hananí,
uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá, y les pregunté por los
judíos, los que habían escapado y habían sobrevivido a la cautividad, y por
Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que sobrevivieron a la cautividad
allí en la provincia, están en gran aflicción y oprobio, y la muralla de
Jerusalén está derribada y sus puertas quemadas a fuego.
Y cuando oí estas palabras,
me senté y lloré, e hice duelo algunos días, y estuve ayunando y orando delante
del Dios del cielo. Y dije: Te ruego, oh Señor, Dios del cielo, el grande y
temible Dios, que guarda el pacto y la misericordia para con aquellos que le
aman y guardan sus mandamientos, que estén atentos tus oídos y abiertos tus
ojos para oír la oración de tu siervo, que yo hago ahora delante de ti día y
noche por los hijos de Israel tus siervos, confesando los pecados que los hijos
de Israel hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.
Hemos procedido
perversamente contra ti y no hemos guardado los mandamientos, ni los estatutos,
ni las ordenanzas que mandaste a tu siervo Moisés. Acuérdate ahora de la
palabra que ordenaste a tu siervo Moisés, diciendo: “Si sois infieles, yo os dispersaré
entre los pueblos; pero si volvéis a mí y guardáis mis mandamientos y los
cumplís, aunque vuestros desterrados estén en los confines de los cielos, de
allí los recogeré y los traeré al lugar que he escogido para hacer morar allí
mi nombre.” Y ellos son tus siervos y tu pueblo, los que tú redimiste con tu
gran poder y con tu mano poderosa.
Te ruego, oh Señor, que tu
oído esté atento ahora a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos
que se deleitan en reverenciar tu nombre; haz prosperar hoy a tu siervo, y
concédele favor delante de este hombre. Era yo entonces copero del rey.
Bendiciones.
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