Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Mensaje personal a través de Oseas°


Cuando pecamos ponemos en peligro nuestra relación con Dios y nuestro destino eterno con Cristo en la presencia de Dios Padre, porque faltamos a nuestro compromiso con El de amar sus mandamientos.

Oseas 4:6. RVR60. Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.

Si bien todos habremos de responder ante Dios por nuestros pecados, los que busquen el perdón de Dios serán salvos del castigo eterno.

Comenzando con Oseas y concluyendo con Malaquías, hay una serie de doce libros, a los cuales se les llama "los profetas menores", mientras que a Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, se les llama "los profetas mayores". Los profetas menores fueron así llamados considerando el tamaño de los libros, y no su contenido. Sin embargo, incluso ese criterio de división de los profetas no es completamente exacto, ya que Oseas es más extenso que el libro del profeta Daniel. En realidad, los así llamados "profetas menores" no son menores en ninguno de sus aspectos. Cada uno de ellos transmite un mensaje de gran importancia por sí mismo.

Los Profetas Menores fueron extremadamente nacionalistas, aunque no eran aislacionistas. Ellos trataron el hecho de que el pueblo de Dios había quebrantado la ley de Dios, es decir, los Diez Mandamientos. Este tema necesariamente colocó el énfasis sobre las obras, sobre las buenas obras. Por tal motivo, algunos teólogos críticos y promotores de un evangelio social han utilizado mucho a los Profetas Menores. Los Profetas menores advirtieron contra las alianzas impías con otras naciones. Eran extremadamente patrióticos y denunciaron la corrupción política y moral. Advirtieron a Israel contra su aislamiento con respecto a Dios.

El nombre de este profeta significa salvación o liberación y fue escogido por Dios para dar testimonio vivo de su mensaje ante su pueblo casándose con una mujer que le sería infiel. Su sensibilidad hacia el amante corazón de Dios y hacia la condición pecaminosa de su pueblo lo preparó para este difícil ministerio. El problema era como llevar el mensaje del amor de Diosa un pueblo que no quería escuchar y que estaba acostumbrado a desobedecer las leyes de Dios.

El libro de Oseas trata de un pueblo que necesitaba oír del amor de Dios; un Dios que quería contarles cuán grande era su amor y cuál era el único camino a través del cual podía ofrecérselo. El pueblo pensó que podía comprar el amor (Efraín... alquiló amantes, 8.9), que el amor era la búsqueda del placer (Iré tras mis amantes, que me dan..., 2.5), y que amar cosas sin valor podía reportar algo positivo (Y se hicieron abominables como aquello que amaron, 9.10). Dios quería que Israel conociera su amor, el cual se ofrecía a los despreciados y desheredados (Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, 11.1), que guiaba al pueblo con gentil disciplina (con cuerdas de amor, 11.4), y perseveraba pese al atolondramiento y a la resistencia de la gente (¿Cómo podré abandonarte?, 11.8).

Dios siempre amó a Israel como un padre ama a su hijo obstinado y por eso no lo libraría de las consecuencias de su conducta. Los israelitas eran pecadores y se castigarían como un hijo descarriado que sus padres llevaban ante los ancianos

(Deuteronomio 21:18-21. La Biblia de las Américas (LBLA). Si un hombre tiene un hijo terco y rebelde que no obedece a su padre ni a su madre, y cuando lo castigan, ni aun así les hace caso, el padre y la madre lo tomarán y lo llevarán fuera a los ancianos de su ciudad, a la puerta de su ciudad natal, y dirán a los ancianos de la ciudad: “Este hijo nuestro es terco y rebelde, no nos obedece, es glotón y borracho.” Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta que muera; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá esto y temerá).

Dios ofreció en repetidas ocasiones restaurarlo si se volvían a Él, Dios quería guiar su pueblo con amor y disciplina. Oseas 11:4. RVR60. Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.

Los estudios bíblicos y predicas cristianas nos enseñan que la disciplina de Dios a veces implica orientación y a veces alimentación. Algunas veces la cuerda está tensa, otras veces está floja. Siempre es amorosa, y su objetivo es siempre el bienestar de los que ama. Oseas implora: “Vuelve, sí, oh Israel, a Jehová tu Dios, porque has tropezado en tu error”. Insta al pueblo a que suplique a Jehová: “Dígnate perdonar el error; y acepta lo que es bueno, y ciertamente ofreceremos en cambio los toros jóvenes de nuestros labios” (Oseas 14:1, 2).

El pecador arrepentido tiene que volverse a Jehová, aceptar sus caminos y ofrecerle sacrificios de alabanza. ¿Por qué razón? Porque “los caminos de Jehová son rectos, y los justos son los que andarán en ellos” (Oseas 14:9). Muchas personas ciertamente buscarán a Jehová y su bondad en la parte final de los días. (Oseas 3:5.)

El peor pecado del mundo es pecar contra el amor. Juan 3:16. La Biblia de las Américas (LBLA). El amor de Dios. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna. Este es peor que todos los demás pecados y éste fue el mensaje del profeta Oseas. Gomer no fue solo culpable de romper el voto matrimonial, lo cual era ya muy grave, ella pecó contra aquel que la amaba. Ese es el pecado en su peor expresión. El pecado contra el Dios y el Salvador que le ama a usted es peor que el animismo y el carácter animalesco del mundo pagano. El pecado del paganismo no es nada comparado con el pecado de aquellos que pecan contra el amor de Dios. Es más profundo y más oscuro que la inmoralidad del bajo mundo, del submundo, y del demonismo de dicho mundo.

Oseas sabía lo que era el pecado, y sabía lo que era el amor. El pecado contra el amor agravaba el pecado. Israel conoció el amor de Dios, como ninguna otra nación lo había conocido. Supo lo que significó la liberación, la redención, la protección, el perdón, la revelación, y el amor de Dios. Sin embargo, Israel se volvió a sus ídolos mudos, entregándose a ellos. Este fue el pecado en su peor versión. Sin embargo, Dios no los abandonaría: El perfecto amor triunfaría por la eternidad.

Oseas 4. La Biblia de las Américas (LBLA). Controversia de Dios con Israel. Escuchad la palabra del Señor, hijos de Israel, porque el Señor tiene querella contra los habitantes de la tierra, pues no hay fidelidad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Sólo hay perjurio, mentira, asesinato, robo y adulterio. Emplean la violencia, y homicidios tras homicidios se suceden. Por eso la tierra está de luto, y languidece todo morador en ella junto con las bestias del campo y las aves del cielo; aun los peces del mar desaparecen.

Pero que nadie contienda ni nadie reprenda; porque tu pueblo es como los que contienden con el sacerdote. Tropezarás de día, y tropezará también el profeta contigo de noche, y destruiré a tu madre.

Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento. Por cuanto tú has rechazado el conocimiento, yo también te rechazaré para que no seas[e] mi sacerdote; como has olvidado la ley de tu Dios, yo también me olvidaré de tus hijos. Cuanto más se multiplicaron, más pecaron contra mí; cambiaré, pues, su gloria en afrenta. Del pecado de mi pueblo se alimentan,
y hacia su iniquidad dirigen sus deseos.

Como el pueblo, así será el sacerdote; los castigaré por su proceder, y les pagaré según sus obras. Comerán, pero no se saciarán; se prostituirán, pero no se multiplicarán, porque han dejado de hacer caso al Señor.

La prostitución, el vino y el mosto quitan el juicio. Mi pueblo consulta a su ídolo de madera, y su vara les informa; porque un espíritu de prostitución los ha descarriado, y se han prostituido, apartándose de su Dios. Ofrecen sacrificios sobre las cumbres de los montes y queman incienso sobre las colinas, debajo de las encinas, los álamos y los terebintos, porque su sombra es agradable.

Por tanto, vuestras hijas se prostituyen, y vuestras nueras cometen adulterio. No castigaré a vuestras hijas cuando se prostituyan ni a vuestras nueras cuando cometan adulterio, porque los hombres mismos se retiran con rameras y ofrecen sacrificios con las rameras del culto pagano; así se pierde el pueblo sin entendimiento.

Aunque tú, Israel, te prostituyas, que no se haga culpable Judá; tampoco vayáis a Gilgal, ni subáis a Bet-avén, ni juréis: ¡Vive el Señor! Puesto que Israel es terco como novilla indómita, ¿los pastoreará ahora el Señor como a un cordero en campo espacioso? Efraín se ha unido a los ídolos; déjalo. Acabada su bebida, se entregaron a la prostitución; sus príncipes  aman mucho la ignominia. El viento los envuelve en sus alas, y se avergonzarán de sus sacrificios.

En este capítulo, Dios acusa de desobediencia a Israel. Los líderes religiosos no habían hecho que el pueblo regresara a Dios, y el ritual de la prostitución había reemplazado a la verdadera adoración. La nación estaba declinando espiritual y moralmente, y quebrantaba las leyes que Dios les había dado. El pueblo encontraba muy fácil condenar a la esposa de Oseas, pero les costaba trabajo ver que ellos eran infieles a Dios. Dios explica los motivos del sufrimiento de Israel. El quebrantamiento de la Ley había traído consigo los dos castigos de incremento de violencia y de crisis ecológica.

No siempre hay una relación directa de causa y efecto entre nuestras acciones y los problemas que enfrentamos. Sin embargo, cuando nos vemos rodeados de dificultades, debemos preguntar con seriedad: "¿He cometido algún pecado o he hecho algo irresponsable que pueda haber ocasionado mi sufrimiento?" Si descubrimos que tenemos una falta, incluso en forma parcial, podemos cambiar nuestro comportamiento ante Dios.

Oseas presentó sus cargos contra los líderes religiosos. ¿Quiénes eran estos líderes religiosos? Cuando Jeroboam I se rebeló en contra de Roboam y estableció un reino rival en el norte, también estableció su propio sistema religioso (1 Reyes 12:25-33). En violación a las leyes de Dios, hizo dos becerros de oro y le dijo al pueblo que los adorara. Además también designó sacerdotes que no eran descendientes de Aarón.

Al principio los residentes del reino del norte continuaron adorando a Dios, aun cuando lo hacían en forma equivocada; pero muy poco tiempo después también comenzaron a adorar a los dioses cananeos. Muy pronto cambiaron a Dios por Baal, y dejaron de adorar a Dios completamente. No en balde los falsos sacerdotes de Jeroboam fueron incapaces de preservar la verdadera adoración de Dios.

Dios acusó a los líderes religiosos de no dejar que el pueblo lo conociera. Se esperaba que fueran líderes espirituales, pero se volvieron líderes de las malas acciones. El pueblo pudo haber dicho: "No debe ser malo si los sacerdotes lo hacen". El liderazgo espiritual es una responsabilidad muy grande. Ya sea que usted enseñe en la Escuela Dominical, trabaje en la oficina de la iglesia, o guíe un estudio bíblico, no tome a la ligera sus responsabilidades. Sea un líder que guíe siempre hacia Dios.

Los sacerdotes se regocijaban con los pecados del pueblo. Cada vez que alguien llevaba una ofrenda por el pecado, los sacerdotes recibían una porción. Mientras más pecara el pueblo, más recibían los sacerdotes. Ya que no se lo podían comer todo, vendían alguna parte y otra la daban a sus parientes. Los sacerdotes sacaban provecho de que el pueblo continuara pecando; les daba poder y posición en la comunidad. Así que en vez de tratar de sacar al pueblo de su pecado, lo alentaban para mejorar sus ganancias.

Veamos ahora la aplicación personal para nuestras vidas.

Si las personas que nos rodean no ven el amor de Dios en nosotros, no lo hallarán en ninguna parte. Como Oseas, todos los creyentes son llamados a demostrar, a través de sus actitudes y acciones, el amor de Dios en Cristo a un mundo que busca a ciegas las señales de un amor auténtico.

No podemos separar nuestro testimonio y ministerio del resto de nuestras vidas. El más poderoso sermón de Oseas surgía de su relación con su esposa. La fuente del poder de su predicación provenía de su casa y su familia.

Dios es el único ejemplo perfecto de amor. Cuando Dios contrae matrimonio con su pueblo, hace votos de fidelidad, ofrece una relación ordenada, un trato justo, amor verdadero, ternura, seguridad y continúa revelándose a sí mismo. Nuestro amor debe beber de este manantial; y entonces atraer a otros, ofreciéndoles, no la mejor versión del amor humano, sino el puro y fragante amor de Dios en Cristo.

Los autores del Nuevo Testamento se apoyaron en Oseas para hablar de la vida y el ministerio de Jesús. Mateo ve en 11.1 una profecía que se cumplió cuando el Jesús niño fue literalmente conducido y sacado de Egipto, a semejanza de la prolongada estancia y el éxodo del pueblo de Israel desde allí (Mateo 2.15). El autor de Hebreos encuentra en Jesús a aquel que pone a los creyentes en condiciones de ofrecer sacrificios de alabanza aceptables, a través de los cuales nos hacemos acreedores del misericordioso perdón de Dios.

Para Pedro, Jesús provee los medios que hacen posible a aquellos que no pertenecían a la familia de Dios ser admitidos en ella. Para Pablo, Jesús cumple la promesa de Oseas de que uno rompería el poder de la muerte y el sepulcro, y traería resurrección y victoria. La doctrina de Pablo sobre Cristo como el esposo y la Iglesia como la esposa tiene que ver con los votos y la ceremonia matrimonial por medio de la cual Dios establece una relación permanente con Israel (Efesios 5.25–32).

El perdón puede salvar y transformar un matrimonio, ORDEN FAMILIAR. Por medio de la trágica historia de Oseas y Gomer Dios nos revela tanto la profundidad como el poder de su amor por Israel; y del vínculo marital. Dios describe su dolor y la humillación que sufre debido a la infidelidad de Israel. En obediencia a Dios, Oseas padece el mismo dolor y humillación por la infidelidad de su esposa. Pero Dios muestra cómo puede salvarse el matrimonio: mediante el sufrimiento y el perdón.

Esta es una de las más profundas revelaciones acerca del matrimonio que podamos encontrar en lugar alguno de la Escritura. El matrimonio exitoso no es asunto de gente perfecta, que vive perfectamente, mediante principios perfectos. El matrimonio es más bien un estado en que gente muy imperfecta se hiere y humilla a menudo, pero encuentran la gracia para perdonarse el uno al otro, y permitir así que el poder redentor de Dios transforme su matrimonio.

El hogar es la Roca que sirve de fundamento a la sociedad y ha desempeñado ese papel en todos los pueblos. Dios le dio el hogar a la humanidad. Se lo dio al mismo comienzo de la historia. Es la unidad más importante en la estructura social. Es para la sociedad lo que el átomo es para este universo físico. Se nos ha dicho que el pequeño átomo es el elemento esencial, el componente básico del Universo. Bueno, el hogar hoy es ese elemento esencial, ese componente básico de la sociedad. El carácter y color de un edificio está determinado por el de los ladrillos individuales con que ha sido construido. Ninguna nación hoy es más fuerte que lo que lo sean los hogares que la componen, porque el hogar determina el color y la tez de la sociedad. El hogar es la cadena que mantiene unida una nación, una cadena en la que cada eslabón individual es importante.

El hogar es donde vivimos, nos movemos y vivimos nuestra existencia. Es en el hogar donde somos realmente nosotros mismos. Cuando salimos de él nos vestimos física y psicológicamente. A veces nos preparamos como una especie de fachada cuando atravesamos la puerta de calle y salimos a la calle. Pero es dentro de las paredes del hogar donde nos quitamos nuestra máscara, y nos mostramos como somos en realidad.

Debido a la posición estratégica del hogar, Dios ha colocado alrededor de él ciertas defensas para protegerlo. Lo ha rodeado con ciertos baluartes debido a su importancia. Uno de estos es el matrimonio. Dios ha dedicado más atención a la institución del matrimonio que la que ha dedicado a cualquiera otra institución que haya en este mundo. La sociedad nunca hizo el matrimonio. La sociedad encontró el matrimonio. Fue Dios quien hizo el matrimonio y Él fue quien lo entregó a la humanidad; y el matrimonio descansa, se apoya sobre su Palabra directa. "...por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre".

Dios celebró la primera ceremonia matrimonial. Él entregó la primera novia. Él bendijo a la primera pareja. El matrimonio es más que un contrato legal, más que un arreglo económico, más que una unión de dos seres que se aman mutuamente. ¡Es un acto de Dios! Se apoya sobre la autoridad de Su mandamiento. Muchos jóvenes que se aman hoy creen que todo lo que se necesita para casarse es tener un certificado del juzgado y un predicador o una determinada ceremonia. Amigo oyente, para que su matrimonio sea un éxito, usted tiene que tener a Dios. Si Dios no interviene en la preparación de ese matrimonio, éste se estrellará contra las rocas, estará encaminado al fracaso.

Dios ha dado una energía, una motivación a la raza humana para reproducirse dentro del marco del matrimonio, y eso es lo que hace el hogar. Él dijo que "...los dos serán una sola carne". Antes de que el hombre saliera del jardín de Edén, Dios le dio esta institución. Además de las pieles que Adán y Eva llevaban puestas, lo único que tenían era un certificado de matrimonio entregado por Dios. Eso era todo. Esa fue la única institución que salió del jardín del Edén.

El matrimonio es una relación sagrada; es una unión santa. El Nuevo Testamento resume la mente de Dios en este tema cuando dijo, en la epístola a los Hebreos, capítulo 13, versículo 4: Honroso sea en todos el matrimonio... Por tanto el matrimonio no puede romperse sólo por algún sencillo acto legal. No puede romperse por una simple explosión de mal genio. No puede deshacerse por voluntad propia. Personalmente, creemos que hay sólo dos actos que pueden disolver un matrimonio, es decir, un verdadero matrimonio.

También Jesús, por lo menos en dos de los sermones que dirigió a los fariseos, se apoya en el texto de Oseas. Cuando se le cuestiona por pasar su tiempo en casa de publicanos y pecadores, Jesús cita a Oseas para mostrar que Dios desea no solamente palabras huecas u homenajes formales, sino ver verdadero interés y preocupación por los demás. Y, cuando los fariseos acusaron a los discípulos de Jesús de violar el día de reposo, Jesús los defendió recordándoles de nuevo que al corazón de Dios le interesaban más las necesidades humanas que los ritos formales (Mateo 12.7).

El libro de Oseas enseña dos relevantes lecciones sobre el Espíritu Santo: Es importante depender de la presencia del Espíritu; y cuando Él está ausente se experimenta un gran vacío en la vida. En dos ocasiones Oseas usa la frase el espíritu de fornicación; y habla de las consecuencias de estar llenos de un espíritu malvado. Como Pablo en Efesios, Oseas relaciona un espíritu de esa naturaleza con el vino, cuyos efluvios esclavizan a los seres humanos. Este espíritu de fornicación también conduce a la gente por caminos falsos y hacia un falso culto, en contraste con el Espíritu Santo que nos guía por caminos de verdad y adoración verdadera (Efesios 5.17–21).

Juan recoge las palabras de Jesús sobre el ministerio del Espíritu Santo, el cual daría testimonio de Cristo; por otro lado, el espíritu de fornicación aparta a la gente del conocimiento de Dios (Juan 15.26). El amor de Oseas por su díscola esposa nos recuerda que la principal prueba del Espíritu es el amor (Gálatas 5.22). «Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Romanos 5.5).

Es una reflexión que hace Dios manifestando su anhelo para Israel. El lugar es el lugar santo, pero no es un santuario de Israel. Dios vuelve a su lugar, el domicilio inaccesible del Señor, hasta que su pueblo vuelva a él. “Buscar el rostro de Dios” para Israel solo era asistir al culto en un santuario, pero para Dios significa mucho más. Es una entrega total de la voluntad personal a la del Señor, buscar con diligencia intensifica todo con la idea de buscar en otro el amparo que es imposible proveer uno mismo. Es decidir practicar amor leal y verdad, por causa de la relación personal con Dios (el conocimiento del Señor). Esto es lo que espera Dios de cada uno de nosotros. Bendiciones.

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