Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Las recompensas por seguir a Jesucristo

 

Seguir a Cristo y dejar atrás el mundo y sus deseos conlleva muchas recompensas, tanto en esta vida como en la venidera. En la Biblia encontramos varias promesas para aquellos que deciden seguir a Jesús y vivir conforme a sus enseñanzas. Las recompensas por seguir a Cristo y dejar atrás el mundo y sus deseos incluyen la paz de Dios, la promesa de vida eterna, la presencia constante del Espíritu Santo, y la esperanza de un futuro glorioso en la presencia de Dios. Vale la pena renunciar a las cosas temporales de este mundo para obtener las recompensas eternas que Dios tiene preparadas para sus hijos fieles.

Seguir a Cristo implica comprometerse a ser discípulo suyo y vivir de acuerdo con sus enseñanzas y ejemplo. En la Biblia, Jesús llama a sus seguidores a negarse a sí mismos, tomar su cruz y seguirle (Mateo 16:24). Esto significa renunciar a nuestros propios deseos y prioridades, y poner a Jesús en el centro de nuestras vidas. Seguir a Cristo implica creer en él como el Hijo de Dios y Salvador, y confiar en su obra redentora en la cruz. Significa reconocer nuestra necesidad de salvación y aceptar el regalo de la vida eterna que Jesús ofrece a través de su muerte y resurrección.

Además, seguir a Cristo implica obedecer sus mandamientos y vivir de acuerdo con sus enseñanzas. Jesús nos enseñó a amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:37-39). Esto implica vivir una vida de amor, compasión, perdón y servicio hacia los demás. Seguir a Cristo también implica buscar una relación personal con él a través de la oración, el estudio de la Biblia y la comunión con otros creyentes.

Es un compromiso diario de buscar a Dios, crecer en nuestra fe y permitir que el Espíritu Santo nos transforme a la imagen de Cristo. En resumen, seguir a Cristo implica creer en él, confiar en su obra redentora, obedecer sus mandamientos y vivir de acuerdo a sus enseñanzas. Es un compromiso de poner a Jesús en el centro de nuestras vidas y buscar una relación personal y transformadora con él: es caminar con Dios.

Caminar con Dios es una expresión que se utiliza en la Biblia para describir una relación cercana y constante con Dios. Implica vivir en comunión y obediencia a Dios, siguiendo sus mandamientos y buscando su voluntad en todas las áreas de nuestra vida. En el Antiguo Testamento, encontramos ejemplos de personas que caminaron con Dios, como Noé, quien "caminó con Dios" y fue considerado justo en su generación (Génesis 6:9). También encontramos a Enoc, quien "caminó con Dios" y fue llevado por Dios sin experimentar la muerte (Génesis 5:24).

En el Nuevo Testamento, Jesús invita a sus seguidores a caminar con él. En Mateo 4:19-20 (NBV), Jesús llama a sus discípulos diciendo: "Síganme y los convertiré en pescadores de hombres, les dijo Jesús. Inmediatamente dejaron la red y lo siguieron". Seguir a Jesús implica caminar con él, aprender de él y ser transformados por su enseñanza y ejemplo. Caminar con Dios implica tener una relación personal con él, basada en la fe y la confianza en su amor y guía. Significa buscar a Dios en oración, estudiar su Palabra y obedecer sus mandamientos. También implica confiar en su dirección y providencia en todas las circunstancias de la vida.

Cuando caminamos con Dios, experimentamos su presencia, su paz y su dirección en nuestras vidas. Nos sometemos a su voluntad y nos esforzamos por vivir de acuerdo a sus principios y valores. Caminar con Dios implica un compromiso diario de buscarlo, seguirlo y confiar en él en cada paso que damos. Caminar con Dios es vivir en comunión y obediencia a él, buscando su voluntad y confiando en su dirección en todas las áreas de nuestra vida. Es una relación cercana y constante con nuestro Creador, en la cual experimentamos su presencia, su paz y su guía.

En Mateo 19:29 (NBV), Jesús promete recompensas a aquellos que dejan todo por seguirlo: "Y cualquiera que haya dejado hogar, hermanos, hermanas, padre, madre, esposa, hijos, tierras, por seguirme, recibirá cien veces lo que haya dejado, aparte de recibir la vida eterna." Esta promesa nos muestra que Dios recompensa la fidelidad y el sacrificio por amor a Él.

En Juan 14:27 (NBV), Jesús promete paz a aquellos que le siguen: "Les dejo la paz, les doy mi paz; pero no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni tengan miedo." Esta paz que Jesús ofrece va más allá de la paz que el mundo puede dar, es una paz que proviene de la relación con Dios y que nos sostiene en medio de las dificultades.

En Filipenses 4:6-7 (NBV), se nos promete la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento: "No se angustien por nada; más bien, oren; pídanle a Dios en toda ocasión y denle gracias. Y la paz de Dios, esa paz que nadie puede comprender, cuidará sus corazones y pensamientos en Cristo." Esta paz es un regalo para aquellos que confían en Dios y buscan su voluntad.

En Apocalipsis 21:4 (NBV), se nos promete que en el cielo no habrá más llanto, ni dolor, ni muerte: "Él les enjugará las lágrimas y no habrá muerte ni llanto ni clamor ni dolor, porque estos pertenecen a un pasado que no existe más." Esta promesa nos da esperanza en un futuro eterno de paz y felicidad en la presencia de Dios.

La mujer que dejó su pueblo para seguir al Dios de Israel fue Rut; ella era una mujer moabita que decidió acompañar a su suegra, Noemí, a la tierra de Israel después de la muerte de sus esposos. A pesar de las dificultades y los desafíos que enfrentaba, Rut decidió renunciar a su tierra natal y a su familia para seguir a Dios y apoyar a Noemí.

En el libro de Rut, capítulo 1, encontramos el relato de cómo Rut tomó la decisión de acompañar a Noemí a Belén, a pesar de las circunstancias adversas. Rut mostró un gran amor y lealtad hacia Noemí, y también demostró su disposición para seguir al Dios de Israel, renunciando a su identidad moabita y abrazando la fe en el Dios verdadero y llegó a ser una antepasada de Jesucristo, lo que muestra la importancia y el valor que Dios da a aquellos que deciden dejar todo para seguirlo. La historia de Rut es un ejemplo de fe, lealtad y valentía. A través de su historia, vemos cómo Dios recompensa la fidelidad y la obediencia, y cómo puede transformar la vida de aquellos que deciden seguirlo con todo su corazón.

La vida de Rut la moabita nos enseña varias lecciones importantes que podemos aplicar a nuestras propias vidas:

1. Lealtad y fidelidad: Rut demostró una profunda lealtad hacia su suegra Noemí, mostrando que las relaciones familiares son valiosas y que es importante apoyar y cuidar a nuestros seres queridos en tiempos de dificultad.

2. Valentía y determinación: Rut tomó la valiente decisión de dejar su tierra natal y seguir a Dios en una tierra extranjera, a pesar de las dificultades y los desafíos que enfrentaba. Nos enseña que a veces es necesario tomar decisiones valientes y determinadas para seguir a Dios y cumplir su propósito en nuestras vidas.

3. Confianza en Dios: A lo largo de su historia, Rut confió en la provisión y el cuidado de Dios. Nos enseña que podemos confiar en Dios en medio de las circunstancias difíciles y que Él siempre está presente para guiarnos y sustentarnos.

4. Recompensa de la fidelidad: Rut experimentó la recompensa de su fidelidad y obediencia a Dios al encontrar un esposo amoroso, Booz, y convertirse en una antepasada de Jesucristo.

Las recompensas de parte de Dios para aquellos que creen en Él son diversas y se encuentran a lo largo de toda la Biblia y a continuación, te mencionaré algunas de las recompensas que se mencionan en las Escrituras:

1. Salvación y vida eterna: La principal recompensa que Dios ofrece a quienes creen en Él es la salvación y la vida eterna. Jesús dijo en Juan 3:16-21 (NBV): "Dios amó tanto al mundo, que dio a su único Hijo, para que todo el que cree en él no se pierda, sino tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en el Hijo único de Dios no será condenado, pero quien no cree en él ya está condenado. En esto consiste la condenación: en que la luz vino al mundo y la gente prefirió las tinieblas a la luz, pues las cosas que hacía eran malas. Todo el que hace lo malo odia la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus malas acciones se descubran. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea que obedece a Dios en lo que hace".

La vida eterna es la promesa de vivir en comunión con Dios para siempre. Jesús mismo dijo en Juan 14:6-7 (NBV): "Jesús le contestó: ―Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocieran, conocerían también a mi Padre. Y ya desde este momento lo conocen pues lo han visto". A través de la fe en Jesús, podemos tener la seguridad de la vida eterna en comunión con Dios.

2. Perdón de pecados: Dios ofrece el perdón de pecados a aquellos que creen en Él y se arrepienten de sus pecados. En 1 Juan 1:9 (NBV) se nos dice: "Pero si confesamos a Dios nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará y nos limpiará de toda maldad". Dios ofrece el perdón de pecados a aquellos que creen en Jesucristo y se arrepienten de sus pecados. En Efesios 1:7 (NBV) se nos dice: "Gracias a que él derramó su sangre, tenemos el perdón de nuestros pecados. Así de abundante es su gracia". La muerte de Jesús en la cruz nos ofrece la oportunidad de ser perdonados y reconciliados con Dios. 

3. Paz y consuelo: Dios promete dar paz y consuelo a aquellos que confían en Él. En Filipenses 4:6-7 (NBV) se nos dice: "No se angustien por nada; más bien, oren; pídanle a Dios en toda ocasión y denle gracias. Y la paz de Dios, esa paz que nadie puede comprender, cuidará sus corazones y pensamientos en Cristo". A través de la fe en Jesucristo, podemos experimentar la paz y la reconciliación con Dios. En Romanos 5:1 (NBV) se nos dice: "Así que, ahora que Dios nos ha declarado justos por haber creído, disfrutamos de la paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros". La fe en Jesús nos permite tener una relación restaurada con Dios y vivir en paz con Él.

4. Bendiciones materiales: Aunque no es el enfoque principal de la fe cristiana, la Biblia también menciona que Dios puede bendecir a aquellos que le sirven y confían en Él. Por ejemplo, en Mateo 6:33-34 (NBV) Jesús dice: "Lo más importante es que primero busquen el reino de Dios y hagan lo que es justo. Así, Dios les proporcionará todo lo que necesiten. No se preocupen por lo que sucederá mañana, pues mañana tendrán tiempo para hacerlo. Ya tienen suficiente con los problemas de hoy". La fe en Jesucristo trae consigo una transformación interior y una nueva vida. En 2 Corintios 5:17-18 (NBV) se nos dice: "Por lo tanto, si alguien está unido a Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha quedado atrás y lo nuevo ha llegado! Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo por lo que Jesucristo hizo. Y Dios nos ha otorgado la tarea de la reconciliación". A través de la obra de Jesús en la cruz, podemos experimentar un cambio profundo en nuestra vida y ser transformados a la imagen de Cristo.

5. Comunión con Dios: Una de las mayores recompensas para aquellos que creen en Dios es la posibilidad de tener una relación íntima y personal con Él. En Juan 14:23 (NBV), "Jesús le contestó: ―El que me ama, obedece mi palabra. Por eso, Dios lo amará y vendremos a vivir con él. El que no me ama, no obedece mi palabra. Estas palabras que ustedes oyen no son mías, sino del Padre, que me envió". Dios promete dar el Espíritu Santo a aquellos que creen en Jesucristo. En Hechos 2:38-39 (NBV), Pedro dice: "―Arrepiéntanse —les respondió Pedro—, y bautícense en el nombre de Jesucristo, para que Dios les perdone sus pecados. Entonces recibirán también el don del Espíritu Santo, porque para ustedes es la promesa, y para sus hijos, y aun para los que están lejos, pues es para todos a los que el Señor nuestro Dios llame". El Espíritu Santo nos guía, nos fortalece y nos capacita con dones espirituales para servir a Dios y a los demás.

Además, es necesario recordar que la fe en Dios no garantiza una vida libre de dificultades, pero sí nos asegura que Dios estará con nosotros en todo momento y nos dará las fuerzas necesarias para enfrentar cualquier situación. Estas son solo algunas de las recompensas que Dios ofrece a aquellos que creen en Jesucristo.

Dios promete guiarnos y dirigir nuestros pasos cuando confiamos en Él. Proverbios 3:5-6 (NBV) nos dice: "Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no confíes en tu propia inteligencia. Busca la voluntad del SEÑOR en todo lo que hagas, y él dirigirá tus caminos". Al entregar nuestra vida a Dios, podemos confiar en que Él nos mostrará el camino correcto a seguir.

Es aquí en donde se ven las diferencias en los verdaderos seguidores de Jesucristo. Según la enseñanza de Jesús en la Biblia, los verdaderos discípulos de Jesucristo son aquellos que creen en Él como el Hijo de Dios y Salvador, y que siguen sus enseñanzas y ejemplos en sus vidas diarias.

Los verdaderos discípulos de Jesús creen en Él como el único camino para tener una relación con Dios y recibir la salvación.

Los verdaderos discípulos de Jesús demuestran su amor a Dios y a los demás a través de sus acciones y actitudes.

Los verdaderos discípulos de Jesús dan fruto en sus vidas, es decir, producen buenos resultados y muestran el carácter de Cristo en sus acciones y actitudes.

Los verdaderos discípulos de Jesucristo son aquellos que creen en Él, aman a Dios y al prójimo, obedecen sus mandamientos y dan fruto en sus vidas. Es importante recordar que nadie es perfecto y todos estamos en un proceso de crecimiento espiritual, pero la fe genuina en Jesús y el deseo de seguirlo son los elementos clave para ser considerados verdaderos discípulos suyos.

¿Realmente sigues a Jesucristo o llevas una vida religiosa? Bendiciones.


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