Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

La paternidad en el reino de Dios

La paternidad en el reino de Dios es una de las cosas por las que el Señor Jesucristo vino a la tierra y en los siguientes versículos nos muestran la relación especial que tenemos con Dios como sus hijos a través de la fe en Jesucristo. La mayoría de los seres humanos decimos ser hijos e hijas de Dios y cada uno desde su perspectiva y desde su religión o de su código moral, pero vamos a contextualizar un poco más acerca de esta verdad espiritual de acuerdo a lo que el Padre Celestial nos ha dejado revelado en su Palabra, la Biblia.

A todos los que lo recibieron, a quienes creen y tienen una fe por identidad en su nombre, les dio la autoridad de ser hijos de Dios. (TCB Jn. 1:12)

Porque los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. (TCB Ro. 8:14)

Porque que todos ustedes son hijos de Dios, mediante la fe en Jesucristo; (TCB Gá. 3:26)

Miren, el Dios Padre por medio de Jesucristo nos regaló un perfecto amor sacrificial, con el propósito de ser llamados hijos de Dios y realmente lo somos. Por esta razón el mundo nos rechaza y no nos entiende, porque tampoco el mundo conoció y entendió a Dios en Cristo. Mis amados, ahora somos hijos de Dios y aún no tenemos claro lo mucho que eso significa, pero sabemos que cuando Él sea revelado totalmente, seremos semejantes a Él por medio de Jesucristo, pues vamos a experimentar a Dios tal como Él es. (TCB 1Jn. 3:1-2)

Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al temor, sino el Espíritu que los adopta como hijos y nos permite clamar: “¡Abba! ¡Padre! ”. El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con Él, también seremos glorificados con Él. (TCB Ro. 8:15-17)

La paternidad espiritual es un concepto que se encuentra en la Biblia y se refiere a la relación que un creyente puede tener con otros en el contexto de la fe, donde uno actúa como guía, mentor o figura paterna en la vida espiritual de otro y sólo hay dos opciones dentro de la creación de Dios y se adquiere por la decisión de cada uno, por su forma de hacer las cosas, por su forma de actuar con sus semejantes, por su conducta moral y espiritual.

La paternidad espiritual dentro del reino de Dios implica responsabilidad, amor y un compromiso de ayudar a otros a crecer en su relación con Dios, es un llamado a confiar en Dios, a ser un ejemplo y a guiar a otros en su caminar de fe. Debemos tener en cuenta que hay una paternidad oscura y diabólica atribuida al diablo y en la que la mayoria de los seres humanos están caminando o viviendo.

Entren por la puerta estrecha, ya que la puerta ancha, conduce al amplio camino de la destrucción, y son muchos los que entran por este camino; pues estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a una vida íntegra, y son pocos los que encuentran este camino. (TCB Mt. 7:13-14)

Yo soy la puerta, si alguno entra a través de mí, será salvo, entrará y saldrá para encontrar alimento. El ladrón viene para robar, matar y destruir; Yo vine para que tengan vida plena, y la tengan en abundancia. Yo soy un pastor bueno, el pastor bueno sacrifica su vida en favor de las ovejas. (TCB Jn. 10:9-11)

En la Biblia, Dios es frecuentemente descrito como un Padre amoroso. En Mateo 6:9, Jesús enseña a sus discípulos a orar diciendo: Ustedes oren de la siguiente manera: Padre nuestro que estás en los cielos; sea santificado tu nombre a través de mi buen testimonio. (TCB Mt. 6:9). Esto muestra la relación cercana que los creyentes pueden tener con Dios. La paternidad espiritual: En (TCB Gá. 4:6-7) se dice: Ahora, como ustedes son sus hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones. Por eso cuando oramos a Dios, se nos permite llamarlo: ¡Abbá Padre! Es decir, ¡Papito querido! Así pues, ya no eres esclavo sino hijo, y por ser hijo, Dios te ha hecho su heredero.  Esto indica que los creyentes son considerados hijos de Dios y herederos de su reino.

La responsabilidad de los padres la vemos en (TCB Ef. 6:4) en donde se instruye a los padres: Padres, no hagan enojar a sus hijos, sino edúquenlos con la disciplina y la enseñanza del Señor.  Esto resalta la importancia de educar a los hijos en los caminos de Dios.

En (TCB 1Jn. 3:1) se dice: Miren, el Dios Padre por medio de Jesucristo nos regaló un perfecto amor sacrificial, con el propósito de ser llamados hijos de Dios y realmente lo somos. Por esta razón el mundo nos rechaza y no nos entiende, porque tampoco el mundo conoció y entendió a Dios en Cristo.  Esto muestra que la comunidad de creyentes es vista como una familia bajo la paternidad de Dios.

En (TCB'22 Ro. 5:8-11) se menciona: en cambio, Dios nos demostró su amor sacrificial en que Cristo murió por nosotros aun cuando éramos pecadores. Por tanto, ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de Él, seremos salvados del castigo de Dios! Porque, si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con Él mediante la muerte de su Hijo, ¡con mayor razón, ahora que fuimos hechos amigos de Dios, seremos salvados y recibiremos la vida plena por medio de la vida de Cristo! Y no solo esto, ya que gracias a nuestro Señor Jesucristo, ahora que ya disfrutamos de la reconciliación, tenemos profunda felicidad y somos dignificados en Dios. Este versículo resalta el amor incondicional de Dios como Padre hacia sus hijos.

Todas estas verdades reflejan la importancia de la paternidad en el reino de Dios, tanto en la relación personal con Él, como en la responsabilidad hacia los demás. Aunque Dios no es llamado explícitamente "Padre" de manera frecuente en el AT de acuerdo, hay referencias que sugieren una relación paternal.

Él es padre del huérfano; él hace justicia a las viudas, es Dios en su santa morada. (NBV Sal 68:5)

El pueblo de Israel oró a Dios y le dijo: ¡Oh SEÑOR, mira desde el alto cielo y contémplanos desde tu santa y gloriosa morada! ¿Dónde está el amor que nos tenías, tu poder, misericordia y compasión? ¿Dónde están ahora? ¡Ciertamente aún eres nuestro Padre! Aunque Abraham y Jacob nos desconocieran, tú serías nuestro Padre, nuestro Liberador desde la antigüedad. (NBV Is 63:15-16)

Sin embargo, la paternidad se enfoca más en el pueblo de Israel como nación. Así que tú le dirás: “El SEÑOR dice: ‘Israel es mi hijo primogénito. (NBV Éx 4:22)

En el, cumplimiento del Nuevo Testamento nuestro Señor Jesucristo revela plenamente a Dios como Padre, especialmente en el Evangelio de Juan y en cada una de las las enseñanzas del Reino. Dios es el Creador de todos, es el Padre de los espíritus, pero esto no implica una relación redentora automática de adopción espiritual.

Para que busquen a Dios y aunque sea a tientas, lo encuentren. En verdad, Él no está lejos de ninguno de nosotros, “en Él vivimos, nos movemos y existimos”. Como dicen algunos de sus poetas: “Porque somos hijos de Dios”. Puesto que somos hijos de Dios, Él nos creó, por eso no debemos comparar ni reducir a Dios a alguna estatua de oro, plata ni piedra o a ninguna imagen que sea producto del ingenio o creación humana. (TCB Hch. 17:27-29)

La paternidad se activa mediante la fe en Cristo. A todos los que lo recibieron, a quienes creen y tienen una fe por identidad en su nombre, les dio la autoridad de ser hijos de Dios; hijos que no nacieron por sangre, ni por voluntad de la carne, ni por voluntad de hombre, sino que nacieron por la voluntad Dios. Y la Palabra de vida se encarnó y plantó su tabernáculo en nosotros, y hemos contemplado su gloria, la gloria del Unigénito que procede del Padre, lleno de gracia y de verdad. (TCB Jn. 1:12-14)

Solo los "nacidos de nuevo" entran al Reino y reciben la adopción divina. Jesús le respondió diciendo: — En verdad, en verdad te digo, el que no nace de nuevo, no puede vivir, tampoco experimentar el reino de Dios. Nicodemo le contestó a Jesús: — ¿Cómo puede un hombre, siendo viejo, nacer de nuevo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez al vientre de su madre y nacer? — En verdad te digo, si alguien no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar al reino de Dios. — Le dijo Jesús. Lo que es nacido de la carne, carne es; lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. (TCB Jn. 3:3-6)

Así que, por los frutos los conocerán. No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre Celestial, que consiste en vivir la ética que les estoy enseñando. En aquel día, muchos me dirán: “¡Señor, Señor!”, “en tu nombre profetizamos”, “en tu nombre echamos fuera demonios” y “en tu nombre hicimos muchos milagros”. Entonces yo les diré: “Nunca los conocí íntimamente, apártense de mí, hacedores de maldad”. (TCB Mt. 7:20-23)

La paternidad de Dios está ligada a la Trinidad: el Padre envía al Hijo (Juan 3:14-21) y al Espíritu (Romanos 8:15-16), quien testifica de la adopción. Ser hijos de Dios implica vivir en santidad (1 Pedro 1:13-16) y amor fraternal (1 Juan 3:1-3; 4:7-8). La paternidad de Dios no es solo un título, sino una relación viva que implica amor, disciplina (Hebreos 12:5-11) y herencia eterna. Invita a los seres humanos a vivir como hijos, no como esclavos, y a reflejar el carácter del Padre en un mundo fragmentado por el pecado y la maldad.

Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en Él, tenga vida eterna. En efecto, de tal manera amó Dios al mundo, con amor sacrificial, que entregó a su Hijo, el Unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo con el propósito de juzgar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él. El que cree en su Hijo no es juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no creyó en el nombre del Hijo único de Dios. Este es el juicio de condenación: que la luz ha venido al mundo, y la humanidad amó más las tinieblas que la luz, porque la humanidad siempre practicó las malas obras. Porque el que practica la maldad, odia la luz y no la busca, porque no quiere ser reprendido por las obras de su maldad. Pero el que vive la verdad siempre está en la luz, con el propósito de que Dios se manifieste en sus obras. (TCB Jn. 3:14-21)

Por lo tanto preparen sus mentes para servir, tengan dominio propio, esperen la consumación de los tiempos por medio de la gracia que ha sido otorgada a través de la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no se amolden a los deseos conducidos por el pecado, los cuales son producto de su ignorancia. Dios los ha llamado a vivir una vida de santidad; por eso, las conductas de ustedes deben ser santas como la de Jesucristo. Como está escrito: “Sean santos, porque Yo soy santo”. Porque si oran al Padre, Él no tiene favoritos y juzga a cada uno según su conducta. Entonces, permanezcan en respeto y temor a Dios mientras vivan en esta tierra; (TCB 1P. 1:13-17)

Ahora veamos la otra paternidad que se ve en la creación de Dios, aquella que no es la biológica, no es la genética, sino es identidad moral y espiritual. La idea de que el diablo tiene "hijos" o descendientes entre los seres humanos es un concepto que aparece en algunas interpretaciones religiosas y teológicas, particularmente dentro del cristianismo bíblico.

Según la Biblia y la teología cristiana tradicional, no existe una "paternidad física" del diablo sobre los seres humanos, ya que el diablo (Satanás) es un ángel caído (un espíritu sin cuerpo) y, por lo tanto, no puede engendrar descendencia biológica. Sin embargo, la Biblia usa el término "hijos del diablo" en un sentido espiritual o moral, refiriéndose a aquellos que siguen sus obras, a quienes imitan su maldad y rechazan a Dios. Los fariseos que rechazaban a Cristo mostraban el carácter de Satanás (mentira, engaño, homicidio) y cualquier persona que vive en pecado y rechaza a Jesús y sus enseñanzas está bajo la influencia del diablo.

Antes vivían practicando la injusticia, dominados por las fuerzas de maldad que gobiernan este mundo, con el mismo espíritu de las personas que desobedecen a Dios. (TCB Ef. 2:2)

Jesús dice a algunos líderes religiosos: ¿Por qué no entienden mi enseñanza? ¿Por qué no pueden escuchar mi palabra? Ustedes son de su padre, el diablo, y quieren hacer los deseos de su padre. El diablo fue homicida desde el principio, y la verdad nunca habitó en él, pues él es enemigo de la verdad; él siempre habla con mentira, pues es su propia naturaleza, ya que es padre de mentira. Pero a mí, que digo siempre la verdad, no me creen. (TCB Jn. 8:43-45). Esto se trata de la sobre la influencia espiritual del mal en quienes rechazan la verdad y actúan con maldad. La idea de "hijos" se refiere a quienes siguen su influencia moral o espiritual.   

Por medio de las obras se revela quienes son los hijos de Dios y quienes son los hijos del diablo; todo aquel que no practica la justicia, la cual consiste en dignificar y construir al prójimo, no pertenece a Dios y, por ende, no vive un amor sacrificial hacia su hermano. (TCB 1Jn. 3:10): Habla de que "los hijos de Dios y los hijos del diablo" se distinguen por sus acciones, no por un linaje literal o por tener un código moral, o por pertenecer a alguna religión en particular.

Saulo, que en griego era llamado Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijó sus ojos en el brujo y dijo: — ¡Oh, hijo del diablo! Estás lleno de engaños y mentiras, eres enemigo de la justicia, ¿no te cansas de tergiversar los caminos rectos del Señor? (TCB Hch. 13:9-10)

Pablo usa esta frase para marcar la oposición al Evangelio, no un linaje literal. se hace "hijo del diablo" por decisiones conscientes, no por destino. A continuación en el siguiente capítulo vemos de manera clara como se profetizaba estos tiempos que estamos viviendo como humanidad, las características de las personas en esos tiempos, así como la importancia de la Escritura: La Biblia.

Deben saber esto: en los últimos días habrá tiempos difíciles. Porque existirán personas ególatras, tacañas, orgullosas, arrogantes, blasfemas, desobedientes a sus padres, ingratas, malvadas, crueles, despiadadas, calumniadoras, violentas, sin amor, apartadas del bien, traidoras, imprudentes, soberbias, más amigas de los placeres que de Dios, teniendo apariencia de vida espiritual, pero negando su eficacia; a estas personas, evítalas. Estas personas en forma discreta, se meten en los hogares e influyen negativamente en las mujeres con baja autoestima, cargadas de problemas y conductas inmorales. Estas mujeres constantemente están aprendiendo y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. De la manera que Janes y Jambres se opusieron a Moisés, así también estos se oponen a la verdad, personas corruptas en su mente, incoherentes en la fe por identidad. Pero ellas no avanzarán más allá, porque su insensatez fue notoria para todos, como también fueron esas personas en la época de Moisés. (TCB 2Ti. 3:1-9)

Los últimos días: El capítulo comienza advirtiendo que en los últimos días habrá tiempos difíciles. Las personas serán egoístas, avariciosas, vanidosas, desobedientes a los padres, ingratas, impías, etc. (2 Timoteo 3:1-5). Versículo 1: "Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos." Se describen las actitudes y comportamientos de las personas, enfatizando que tendrán apariencia de piedad, pero negarán su poder (2 Timoteo 3:5).

Versículo 5: "Teniendo apariencia de piedad, pero negando la eficacia de ella; a estos evita." La persecución de los creyentes: Pablo también menciona que los que desean vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos (2 Timoteo 3:12). Versículo 12: "Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución."

La importancia de las Escrituras: El capítulo concluye enfatizando la importancia de las Escrituras, que son útiles para enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia.

Pero tú me has sido fiel en cuanto a la enseñanza, la conducta, el propósito, la fe por identidad, la paciencia, el amor sacrificial, la constancia. También en las persecuciones, en los padecimientos que me tocó vivir en Antioquía, en Iconio y en Listra; todas estas persecuciones las soporté y de todas me libró el Señor. En verdad, todos los que quieran vivir un testimonio cristiano, serán perseguidos; pero las malas personas e impostoras, cosechan su propio fracaso, engañando y siendo engañadas. Pero tú, continúa perseverando en la doctrina que aprendiste y en la que fuiste instruido, sabiendo de quienes lo aprendiste; y que desde niño conocías las Sagradas Escrituras, las que te hacen sabio para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura es producto de la inspiración divina, es provechosa para enseñar, para iluminar, para corregir, para instruir a practicar la justicia; con el propósito de perfeccionar al creyente y prepararlo para el cumplimiento de la misión. (TCB 2Ti. 3:10-17)

Este capítulo nos recuerda la necesidad de estar firmes en la fe y en la enseñanza de la Palabra de Dios, especialmente en tiempos difíciles; en conclusión, cada uno de nosotros es quien decide que adopción espiritual quiere tener, si la de Dios el Padre Celestial, el Creador de todo lo que existe en los cielos y en en la tierra, o la adopción del diablo quien ya está condenado al castigo eterno por su maldad. Bendiciones.

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