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Es tiempo de
sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y
la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que
empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina
Valera: TEOLOGÍA
SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.
Juan 5:39. Escudriñad las
Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las
doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e
infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres
de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las
doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la
regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la
plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original
y su caída en pecado.
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2. Es el estudio de las
doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución, redención,
reconciliación, propiciación, justificación, elección, predestinación,
regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la unión mística del
creyente con Cristo. Incluye el estudio de las doctrinas acerca de la
iglesia: sus miembros, propósito, comisión, culto, organización y
ordenanzas. Incluye el estudio de las profecías de la Biblia: principalmente
las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la iglesia, la Tribulación,
la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial, los juicios finales y el
estado eterno.
SRV Clase 51. El Juicio Del Gran Trono Blanco por Lewis Sperry Chafer.
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A. El último juicio del gran Trono Blanco.
Como el clímax final de
la historia humana al final del reino milenial, las Escrituras registran el
gran juicio del gran trono blanco. En contraste con los juicios previos de los
justos, y los diversos juicios de Dios sobre israelitas y gentiles que viven en
el mundo, éste es el juicio final; en el contexto se puede ver que se refiere
solamente al juicio de los impíos.
Ap. 20:11-15. 11 Y vi un
gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la
tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. 12 Y vi a los
muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y
otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los
muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. 13 Y
el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron
los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14
Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte
segunda. 15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al
lago de fuego.
B. La destrucción de los cielos y la tierra.
Antes del juicio del gran
trono blanco sé declara en Apocalipsis 20:11: «huyeron el cielo y la
tierra; y ningún lugar se encontró para ellos». Cumplida
la carrera de la historia humana, se destruye la antigua creación, como se
expresa en Apocalipsis 21:1. «El primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya
no existía más». 2 Pedro 3:10-12 se
refiere a este acontecimiento y describe la dramática destrucción con estas
palabras: «Los cielos
pasarán con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la
tierra y las obras que hay en ella serán quemadas» (y. 10). En
el versículo siguiente declara: «todas estas cosas han de ser deshechas» (v. 11); y
en el versículo 12 estos conceptos se combinan cuando dice: «los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los
elementos, siendo quemados, se fundirán».
Debido a la destrucción de la tierra y el
cielo actuales, parece que el juicio del gran trono blanco se realiza en el
espacio.
C. La resurrección de los impíos muertos.
Según Apocalipsis 20:12,
Juan vio «los muertos,
grandes y pequeños, de pie ante Dios». Apocalipsis 20:13 agrega: «Y el mar
entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los
muertos que había en ellos.» Todos los impíos muertos aquí han sido resucitados y
están de pie delante de Dios para ser juzgados. De Juan 5:27 se desprende que el juez será el Señor Jesucristo mismo,
porque se afirma que el Padre «le dio
autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre».
D. Se abre el libro de las obras humanas.
Apocalipsis 20:12 declara: «dos libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el
cual es el de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban
escritas en los libros, según sus obras».
El versículo siguiente repite este hecho
condenador: «según sus obras». Aquí se expresa el resultado del rechazo de la gracia
en términos absolutos. No hay perdón aparte de Cristo, y los que rechazan la
gracia inevitablemente deben ser juzgados por sus pecados. Hch. 4:12.
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro
nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Después de consultar sus
obras se examina el libro de la vida en busca de sus nombres. Ya sea, como
algunos creen, que el libro de la vida es sencillamente el registro de todos
los que tienen vida eterna, o como otros sostienen, que es la lista de todos
los que han vivido y de ella se han eliminado los nombres de los inconversos,
el resultado será el mismo. Si sus nombres no aparecen en el libro de la vida,
es que no han recibido vida eterna. Se declara que están condenados, y en Apocalipsis 20:14-15 está escrito: «Y la
muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.
Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de
fuego.»
Algunos de los condenados
pueden haber sido relativamente buenos en comparación con otros que eran
comparativamente malos, pero la falta de vida eterna es el hecho condenatorio.
Todos los que no tienen vida eterna son juzgados sobre la base de sus obras y
del rechazo de Cristo, y son echados al lago de fuego. La tragedia es que,
según las Escrituras, Cristo murió por ellos y por los que son salvos.
Según 2 Corintios 5:19, «Dios estaba en Cristo,
reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados». En
1 Juan 2:2 se declara que Cristo es la «propiciación por nuestros pecados; y no solamente por
los nuestros, sino también por los de todo el mundo». Los que han sido lanzados al castigo eterno pudieran
haber sido salvos si se hubieran vuelto a Cristo. Su estado de perdición no se
debe a la falta de amor de Dios ni a la falta de disponibilidad de la gracia de
Dios, sino al hecho de que no han querido creer. Los que nunca han tenido una
oportunidad de oír el evangelio se condenan por el rechazo del testimonio de
Dios en el mundo natural.
Ro. 1:18-20. 18 Porque la ira de Dios se
revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que
detienen con injusticia la verdad; 19 porque lo que de Dios se conoce les es
manifiesto, pues Dios se lo manifestó. 20 Porque las cosas invisibles de él, su
eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del
mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen
excusa.
También rechazaron la luz
que tenían y son justamente condenados por su incredulidad. El juicio del gran
trono blanco es el triste final de todos los que no tienen a Cristo como su
Salvador y Señor.
PREGUNTAS
1. ¿Qué diferencia
importante se puede ver entre el juicio del gran trono blanco y los juicios
anteriores?
2. ¿Dónde se celebra el
juicio del gran trono blanco, y cómo contrasta esto con los juicios anteriores?
3. Describir la
destrucción de la tierra actual.
4. ¿Qué revela la
Escritura acerca de la resurrección de los impíos muertos?
5. ¿Cuál es la base del
juicio de los impíos muertos?
6. ¿Cuál es la tragedia
del juicio de los impíos muertos?
7. ¿En qué sentido
constituye un incentivo para ganar almas la revelación del fin de los perdidos?
COMENTARIOS DE APOYO
COMENTARIO BÍBLICO DE WILLIAM MacDONALD. El juicio
de Satanás y de todos los incrédulos (20:10–15)
Puede
parecer sorprendente que Satanás pueda reunir un ejército de incrédulos al final
del Milenio. Sin embargo, debería recordarse que todos los niños nacidos
durante el Reinado de Cristo nacerán en pecado y necesitarán de la salvación.
No todos aceptarán de corazón a Jesucristo como Rey, y estos se esparcirán por
la tierra, tratando de alejarse de Jerusalén todo lo que puedan.
Observemos
que la bestia y el falso profeta siguen en el infierno tras mil años. Esto refuta
la doctrina de la aniquilación, como también la refuta la declaración de que
serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. Ap. 20:11. Luego somos introducidos ante el juicio del gran trono
blanco. Es grande por las cuestiones implicadas y blanco por la perfección y
pureza de las sentencias pronunciadas. Quien se sienta como Juez es el Señor
Jesús (Jn. 5:22,27). La expresión de delante del cual huyeron la tierra y el
cielo indica que este juicio tiene lugar en la eternidad, tras la destrucción
de la actual creación (2 P. 3:10).
Ap. 20:12. Los muertos, grandes y pequeños, están de pie delante de
Dios. El libro de la vida contiene los nombres de todos los redimidos por la
preciosa sangre de Cristo. Los otros libros contienen un detallado registro de
las obras de los perdidos. Ninguno de los que comparecen en este juicio está
registrado en el libro de la vida. El hecho de que su nombre no esté allá le
condena, pero el registro de sus malvadas obras determina el grado de su
castigo.
Ap. 20:13. El mar entregará los cuerpos de los que han sido
sepultados en su seno. Los sepulcros, representados aquí por la Muerte,
entregarán los cuerpos de todos los inconversos que han sido enterrados. El
Hades dará las almas de todos los que murieron en incredulidad. Los cuerpos y
las almas serán reunidos para estar en pie ante el Juez. Así como habrá grados
de recompensa en el cielo, asimismo habrá grados de castigo en el infierno.
Esto se basará en sus obras.
Ap. 20:14. Cuando leemos que la Muerte y el Hades son lanzados al
lago de fuego, esto se refiere a la integridad de la persona: espíritu, alma y
cuerpo. El texto explica que ésta es la muerte segunda, y el margen de la NKJV
añade: el lago de fuego.
Hay
una diferencia entre Hades e infierno. Para los inconversos que han muerto, el Hades
es un estado incorpóreo de castigo consciente. Es una especie de celda de
castigo, una condición intermedia donde esperan el Juicio del Gran Trono
Blanco.
Para
los creyentes que han muerto, el Hades es un estado de bienaventuranza
incorpórea en el cielo, esperando la resurrección y la glorificación del
cuerpo. Cuando Jesús murió, fue al Paraíso (Lc. 23:43),
que Pablo identifica con el tercer cielo (2 Co. 12:2, 4),
la morada de Dios. En Hechos 2:27, el estado incorpóreo del Señor es
llamado Hades. Dios no dejó Su alma en el Hades, sino que la revistió con un
cuerpo glorificado en resurrección. El infierno es la cárcel definitiva de los
malvados muertos. Es lo mismo que el lago de fuego, la Gehena y la muerte
segunda.
Ap. 20:15. El factor decisivo en este juicio es si el nombre de uno
está escrito en el libro de la vida. En realidad, si el nombre del acusado
hubiese estado escrito en el mismo, habría ya formado parte de la primera
resurrección. De modo que este versículo se aplica sólo a aquellos que
comparecen delante del Gran Trono Blanco.
COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA
TOMO II: EL NUEVO TESTAMENTO POR Roberto Jamieson A. R. Fausset
Juicio
(heb., dhin,
mishpat, gr., krima, krisis). A
veces se refiere al pronunciamiento de una opinión formal o una decisión de
seres humanos, pero mayormente indica o una calamidad que se considera enviada
por Dios como castigo o una sentencia de Dios como juez de todo el mundo. Los
juicios de Dios más importantes antes del éxodo son los de Adán, Eva y la
serpiente después de la caída (Génesis 3), el diluvio (Génesis 6:5), Sodoma y Gomorra (Génesis 18:20) y la confusión de lenguas (Génesis 11:1-9).
En
el AT, la relación entre el Señor e Israel se considera como un pacto. Por su propia
voluntad, el Señor hizo posible relaciones estrechas entre él y Noé en primer
lugar (Génesis
6:18), y luego entre él y Abraham y sus
hijos (15:18; 17:1
ss.). El se unió a ellos en pacto y
esperaba como respuesta su devoción. Igualmente con Israel en los días de
Moisés, la gracia de Dios se extendía para redimir y restaurar (Éxodo 6:4) y esperaba como respuesta una obediencia de
amor (Éxodo 20:1 ss.). Dentro del pacto, el Señor prometía bendecir la obediencia
y juzgar la desobediencia (p.
ej., Deuteronomio 27:1-26; 28:1-68; cf. Levítico 26:3-13 ss.).
La historia de Israel, comenzando con el éxodo,
registra una sucesión de juicios sobre los enemigos del pueblo de Dios y también
sobre su propia nación con la cual hizo un pacto cuando ésta menospreciaba su
voluntad. El día del Señor será un día de castigo para todos los injustos (Isaías 2:12; Oseas 5:8; Amós 5:18). El propósito del castigo es la purificación. Un
remanente sobrevivirá y será el núcleo del nuevo Israel (Amós 5:15).
Los profetas posteriores expresaron la esperanza de una victoria final del juez
divino y de su intervención en la historia al fin del tiempo.
En
el NT la idea del juicio aparece en contextos tanto humanos como divinos. Jesús
amonesta a no juzgar con falta de amor (Mateo 7:1).
Pablo dice que el hombre espiritual no puede ser juzgado por incrédulos (1 Corintios 2:15) y amonesta a no juzgar a los que son
débiles en la fe (Romanos 14:1; 1
Corintios 8—10).
En
el NT el juicio es uno de los aspectos del reino venidero de Dios. El juicio de
Dios caerá sobre todos los que no se preparan para su venida (Lucas 3:9). Jesús vendrá para juzgar tanto a los vivos como a los
muertos (Mateo 25:31
ss.).
En
el NT el juicio es uno de los aspectos de la liberación de los creyentes (Lucas 18:1-8; 2
Tesalonicenses 1:5-10; Apocalipsis 6:10).
Dios es paciente en la administración del juicio de manera que la gente pueda proceder
al arrepentimiento (Lucas 13:6-9; Romanos 2:4; 2 Pedro 3:9). El juicio — cuando Dios destronará todo lo que lo
resiste, tanto entre los espíritus de maldad (1 Corintios 6:2,3) como entre los seres humanos (Mateo 25:31-46) — afectará a todo el mundo, porque todos tienen responsabilidad
bajo Dios de acuerdo a la gracia que han recibido (Mateo 11:20-24; Lucas 12:17 ss.; Romanos 2:12-16). Este mundo actual será sacudido y destruido (Mateo 24:29, 35) y un nuevo mundo lo reemplazará (2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1). Dios depositará la administración de este juicio final
en manos de su hijo en su aparición en gloria (Mateo 3:11, 12; Juan 5:22; Romanos 2:16).
COMENTARIO A LA BIBLIA DE MATTHEW HENRY
Ap. 11—15. Después de los hechos recién anunciados, vendrá
rápidamente el final y no se menciona nada más, antes de la aparición de Cristo
a juzgar al mundo. Este será el gran día: el Juez, el Señor Jesucristo,
entonces vestido en majestad y terror.
Las
personas que serán juzgadas son los muertos, pequeños y grandes; jóvenes y
viejos; altos y bajos; ricos y pobres. Nadie es tan vil que no tenga talentos
de los cuales debe rendir cuentas; y nadie es tan grande que pueda eludir la
rendición de cuentas. No sólo los que estén vivos cuando venga Cristo, sino todos
los muertos. Hay un libro de memorias para el bien y el mal; y el libro de la
conciencia de los pecadores, aunque antes secreto, entonces será abierto. Cada
hombre recordará todos sus actos pasados, aunque muchos los hayan olvidado hace
largo tiempo.
Otro
libro será abierto, el libro de las Escrituras, la regla de vida; representa el
conocimiento del Señor sobre su pueblo y sus declaraciones del arrepentimiento,
la fe y las buenas obras de ellos; mostrando las bendiciones del nuevo pacto.
Los hombres serán justificados o condenados por sus obras; él probará sus
principios por sus prácticas. Los justificados y absueltos por el evangelio
serán justificados y absueltos por el Juez y entrarán a la vida eterna, no teniendo
que temer más la muerte, el infierno o a los hombres malos, porque ellos serán
destruidos todos juntos.
Esta es la segunda muerte, la separación final de los
pecadores de Dios. Que sea nuestro gran afán ver si nuestras Biblias nos
justifican o condenan ahora; porque Cristo juzgará los secretos de todos los
hombres conforme al evangelio. ¿Quién habitará con las llamas devoradoras?
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