Mateo
13:44. “Además, el reino de los cielos es
semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo
esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra
aquel campo”.
Para
muchos cristianos hoy, las parábolas suenan muy simples. Sin embargo de acuerdo
a Cristo, cada parábola contiene un increíble secreto. Hay una verdad del reino
escrita en cada parábola que Jesús dijo, y esa verdad es descubierta solo por
aquellos que diligentemente la buscan.
Muchos creyentes leen las parábolas
muy rápidamente. Ellos creen que ven una lección obvia y rápidamente prosiguen.
O descartan el significado de la parábola como algo no aplicable a ellos. Así
que ellos a cambio van a los escritos de Pablo, buscando “verdades más
profundas.” Ellos quieren una teología que está claramente explicada para ellos
en detalle.
En
las parábolas el Señor Jesús habla muchas verdades y misterios de lo que
representa el Reino de los cielos, en otras palabras es una gran semejanza
llena de verdades de lo que representa la morada de Dios en los cielos. Pero
estas verdades y misterios no son para ser reveladas a todos, por esta razón
están escondidas para aquellos, que dirigidos por el Espíritu Santo de Dios puedan
ser encontradas.
Jeremías
33:3. “Clama
a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no
conoces.”
Por
eso interesados los apóstoles le preguntaron al Señor Jesús. Mateo 13:10–11. “Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron:
¿Por qué les hablas por parábolas? El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros
os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es
dado”. Esto
nos enseña que no a todos les es revelado los misterios de la Palabra de
Dios, de allí que se puede oír, en muchas personas que leen la Biblia pero no
la entienden. Y el Señor Jesús a sus
discípulos les contesto "a vosotros os es
dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado”.
Así
que los misterios de la Palabra de Dios les es revelado aquellos, solo aquellos
que permanezcan cerca de Jesús, como lo estuvieron sus discípulos. Mateo
13:34–35. “Todo
esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para
que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi
boca; declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo”.
“Declararé
cosas escondidas desde la fundación del mundo”. En
estas palabras hay poder de revelación, pues dice la escritura que en las
parábolas se declaran verdades escondidas (revelaciones) desde la fundación del
mundo. Quiere decir que ya existían para que pudiesen ser escondidas desde
antes del Génesis que es lo que comúnmente el pueblo de Dios conoce como la
fundación del mundo.
Dejemos
que el Espíritu Santo nos hable de la pequeña parábola de los tesoros
escondidos. Mateo 13:44. “Además, el reino de los cielos es semejante a un
tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y
gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”.
Podemos
pensar, “¿Qué está escondido en estas verdades? Todos sabemos que Jesús es la
perla preciosa, el tesoro escondido en el campo. Eso no es un gran secreto.” Yo
te digo que hay un mana escondido en estas dos parábolas. Y solo un puñado de
creyentes lo ha descubierto ¿Por qué? Ellos nunca han tomado tiempo para cavar
como el hombre en esta parábola cavo. Ciertamente, estas dos figuras
dispares—el hombre que cavaba y el tenaz mercader—hacen el significado de Jesús
claro: Los secretos de Dios deben ser deseados sobre todas las cosas en la
vida.
Curiosa
resulta está parábola pues un hombre encuentra un tesoro escondido en un
terreno y logra comprar aquella tierra. Hay que tener en cuenta algunos detalles.
El
dueño del terreno antes de venderlo al que encontró el tesoro no era de seguro
el dueño del tesoro escondido, pues donde hubiese sido el dueño, no vendería
tal terreno y tampoco lo tendría enterrado allí sino lo tendría más seguro en
un banco, como el hombre de la parábola de los talentos que el Señor Jesús le
exhortó por haberlo enterrado y no haberlo guardado en el banco donde
generarían intereses a su favor (Mateo
25:24–27) Entonces quiere
decir que un antiguo dueño tuvo que haberlo guardado.
Con
qué seguridad un hombre va a buscar un tesoro escondido en un terreno que no es
de él, tendría que conocer de alguna manera al dueño del tesoro y saber dónde
se encontraba el tesoro para poderlo hallar. Y también debía conocer al dueño
actual del terreno para poderlo comprar. También nos deja ver que no estaba
confiado del todo si realmente el tesoro permanecía todavía allí, pues cuando
lo encuentra lo esconde de nuevo… “Y
gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.” Esto enseña que si estuviese totalmente seguro de
aquel tesoro, primero vendería todo lo que tiene para comprar aquel campo y
trabajar tranquilo y confiado en él, o mejor aún, si encontró el tesoro ¿para
qué lo esconde de nuevo? ¿Por qué no negoció el tesoro y con la ganancia
compraba el terreno? ¡De ésta manera no tendría necesidad de haber vendido
todas sus cosas!
Cuando
se trabaja incansablemente hasta encontrar tal tesoro, pues aquel hombre que
encontró el tesoro, tuvo que haber trabajado en aquel campo en la noche y la
madrugada, porque de día, debía trabajar en su propio campo ya que este no era
su campo y en el día podía ser visto por otros como un intruso (Que ha decir
verdad lo era) también tuvo que emplear herramientas para poder cavar y tapar
nuevamente el lugar en que encontró el tesoro, lo que significa que invirtió
primero para las herramientas y después para comprar el campo. Y también se
movió con interés por encontrar el tesoro
Salmo
63:1. “Dios, Dios mío eres tú; De madrugada
te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida
donde no hay aguas”. El
salmista nos enseña lo valiosos que es buscara Dios de madrugada, pues el Señor
sabe recompensa el esfuerzo de aquellos que quieren hallarle. Después de trabajar
en aquel campo por un buen tiempo llega la recompensa su tesoro se puede
descubrir (REMA – Revelación de la Palabra a
nuestras vidas) allí
viene nuestro interés, pues todo lo que en nosotros vale merece el
desprendimiento de todo lo demás para poderlo conseguir y debe comprar no el
tesoro sino el terreno que contiene el tesoro…“Y
gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”
Este
hombre escondió el tesoro de nuevo, pues bien lo pudo haber robado ya que
estaba buscando con interés en la propiedad que no le correspondía, pero él
sabía que el tesoro no era lo que valía pues el campo de seguro guardaba más
tesoros.
Juan
5:39. “Escudriñad las Escrituras; porque a
vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan
testimonio de mi” Así
es la Palabra de Dios, como un campo lleno de tesoros, que cuando escudriñamos
las Escrituras encontraremos allí Vida Eterna. Todos
los tesoros que podamos encontrar en la Palabra de Dios tienen un valor
diferente uno de otro y es necesario esconder en algunas ocasiones algunos
tesoros, hasta el tiempo que Dios nos muestre el momento de exhibirlo como el
gran tesoro invaluable que Él ha dado a nuestro corazón y aún hay tesoros que
solamente deben ser enseñados a algunos y no a todos
1
Reyes 10:1,3. “Oyendo la reina de
Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a
probarle con preguntas difíciles…Y Salomón le contestó todas las preguntas, y
nada hubo que el rey no le contestase”
Busquemos
al Señor de noche y de madrugada, pues Jesús es el gran tesoro que se quiere
dejar descubrir en la Palabra de Dios para nuestras vidas. Él se entregó a sí
mismo por nosotros por lo cual debemos de darlo todo por el Señor; como el
Apóstol Pablo lo expresa. Filipenses
3:8. “y ciertamente, aun estimo todas las
cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor, por amor del cual lo he perdido y lo tengo por basura, para ganar a
Cristo”
Escudriñemos
sus Escrituras: Así como aquel hombre utilizó herramientas para encontrar el
tesoro, hoy Dios nos permite trabajar con excelentes herramientas (Biblias,
concordancias, diccionarios bíblicos, etc.) Con la ventaja que el Espíritu
Santo nos guiará a toda verdad (Juan
16: 13) Y
no olvidemos no hay revelación en la palabra si no hay interés por encontrarla. Isaías 45:3. “Y te daré los tesoros escondidos, y los secretos
muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te
pongo nombre”
Ahora
bien, todos sabemos que el regalo de la salvación es gratis. Jesús pago el
precio de nuestra salvación completamente, por toda la eternidad. “Siendo justificados gratuitamente por su gracia” (Romanos 3:24). ¿Quién está dispuesto a trabajar duro para
encontrar estos secretos? ¿Quién esperara pacientemente en el Señor para que
sus secretos le sean revelados? ¿Quién esperará con el Espíritu Santo el tiempo
suficiente para obtener algo de sus verdades vivificantes?
Nosotros
encontramos una clave en el testimonio de Pablo. El apóstol nos dice, “Cuando agrado a Dios, que me aparto… y me llamo
por su gracia, revelar a su hijo en mi, para que yo le predicase entre los
gentiles, no consulte enseguida con carne y sangre ni subí a Jerusalén a los
que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia” (Gálatas 1:15-17). Pablo
recibió una revelación increíble de Cristo. Así que, ¿Por qué escogió
mantenerlo en secreto? Fue porque este tesoro fue absolutamente precioso para
él, más querido que cualquier otra cosa. Pablo había ayunado por esta verdad,
orado por ella, la había buscado diligentemente. El sirvió a Dios con celo como
un fariseo, pero sin conocimiento de la verdad (Romanos 10:2). Y ahora que había encontrado la verdad que era
Cristo, no iba a ser despojado de esta.
Así
que Pablo fue al desierto de Arabia para esconder su tesoro. En esencia, él
estaba “vendiendo todo lo que tenía para
comprar el campo donde el tesoro estaba escondido” (Mateo 13:44). Pablo estaba declarando, “yo no quiero que nadie ni
nada me desvíe de esta gran verdad que he encontrado en Cristo. No quiero
escuchar la opinión de nadie al respecto en estos momentos. Debo poseerlo por
mí mismo. Y solo lo compartiré con otros después de haber entendido el
significado completo de lo que he hallado.”
Me
imagino el trabajador del campo en la parábola maravillado con el tesoro que
encontró. Una vez que abrió el cofre, el sostuvo su tesoro, lo examinó, se
regocijó en él. Sin embargo, inmediatamente, él sintió que sostenerlo y mirarlo
no era suficiente. Él se dijo asimismo, “Debo tener esto. Debo poseer esto
totalmente. Si lo hago, estará conmigo hasta el día de mi muerte. ”
Pablo
es un ejemplo de aquellos que han descubierto el tesoro sin precio de una
revelación al corazón de Cristo. Él cavó profundamente, encontró el tesoro, y
estuvo gozoso con su hallazgo. Sin embargo, él lo escondió profundamente en su
corazón. Él estaba diciendo, “No es suficiente para mi simplemente admirar a
Jesús o maravillarme por él. Lo necesito viviendo dentro de mí. Yo debo tenerlo
como mi misma vida. Ya no necesito más teología acerca del Salvador. He pasado
una vida aprendiendo doctrinas. Mi objetivo ahora es conocer a Cristo y
poseerlo. Quiero que Jesús viva a través de mí, y que mi antiguo yo muera”.
Aquí
está lo que le costó a Pablo poseer su tesoro:
“Cuantas cosas eran para mi ganancia las he estimado como pérdida por amor de
Cristo… estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento
de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por
basura, para ganar a Cristo”(Filipenses
3:7-8).
¿Quién
enterró el tesoro en el campo? Nuestro Padre Creador posee todas las cosas. Y
posee el campo donde el tesoro fue enterrado. Esto significa que él fue quien
lo enterró allí. Ahora, él sabía que el hombre excavando en el campo era pobre.
Después de todo, los hombres ricos no necesitan hacer trabajos manuales. Así
que este trabajador del campo tuvo que ir al propietario y hacer un trueque
para comprar el campo.
Nosotros
sabemos que no podemos comprar cosas espirituales con dinero. Así que ¿Cómo es
posible comprar algo de nuestro bendito Padre? Isaías responde: “Venid comprad sin dinero, y sin precio, vino y
leche” (Isaías 55:1). En otras palabras. Dios está diciendo, “¿qué valor
tiene para ti?
Pablo
ganó a Cristo. El salió del desierto en completa posesión de su tesoro. Y
Cristo está vivo en mí. Todas mis ambiciones se fueron. Todo lo que yo quería
hacer o ser antes, lo he dejado atrás en el desierto. Yo he encontrado el
tesoro de mi vida, y él es todo suficiente para mí. Jesús es todo lo que alguna
vez necesitare.”
Puedes
preguntar, “¿Dónde está escondido el misterio en esta parábola del tesoro? ¿Qué
secreto está enterrado allí? Pablo nos da la respuesta: “El misterio que había estado oculto desde los
siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes
Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los
gentiles; que es Cristo en vosotros la esperanza de gloria” (Colosenses 1:26-27).
La
segunda parábola es acerca de la perla de gran precio. “También el reino de los cielos es semejante a un
mercader que busaca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue
y vendió todo lo que tenía, y la compra” (Mateo13:45-46). ¿Quién es el mercader en esta parábola? La raíz
griega aquí lo explica como un comerciante viajante de ventas al por mayor.
Este mercader también era un probador. En otras palabras, él se ganaba la vida
valorando perlas costosas por su calidad y valor.
Ahora,
nosotros sabemos que Jesús es la perla de gran precio que el mercader halla. Él
es muy costoso, de incalculable valor, porque el mercader vende todas sus otras
posesiones para ganarla. ¿Quién era el propietario original de esta perla preciosa?
Y ¿Por qué él estaría dispuesto a separarse de ella?
Creo
que encontramos el significado de la perla en los propósitos eternos Dios.
Obviamente la perla pertenecía al Padre. Él poseía a Cristo como cualquier otro
padre posee a su hijo. De hecho, Jesús es la posesión más valorada del Padre.
Solo
una cosa haría que el Padre ceda su invalorable perla. Él lo hizo por amor. Él
y su hijo habían hecho un pacto antes de la creación del mundo. Y en este pacto
el Padre consintió en ceder a su Hijo. Él lo entregó como un sacrificio para
redimir a la humanidad.
Dios
quiere que su perla sea hallada por aquellos que están obsesionados con
poseerlo a él. Es como si él estuviera diciendo, “Mi perla está disponible solo
para aquellos que le ponen un gran valor.” Así pues, el mercader en esta
parábola representa a un grupo pequeño de creyentes hoy en día. Estos siervos
han encontrado en Jesús la respuesta a cada necesidad y clamor de sus
corazones. Él se ha vuelto el centro de sus vidas. Ellos han dispuesto su corazón
para ir tras este premio con todo su ser. Y ellos van a obtenerlo, a cualquier
precio. Bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario