Romanos 8:5. Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH). Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu.
La Biblia
emplea a menudo la palabra “carne” para referirse al hombre en su estado
imperfecto, ‘concebido en pecado’ por ser prole del rebelde Adán. Pero el
pecado fue vencido por Cristo, quien, tomando este "cuerpo de carne" (Colosenses 1:22), fue hecho pecado (2 Corintios 5:21); venido en carne de condición
pecadora, condenó el pecado en la carne misma (Romanos
8:3). Desde ahora el cristiano ha crucificado la carne en Cristo (Gálatas 5:24); la lucha que sostiene no tiene
un desenlace fatal, sino que es una victoria asegurada, en la medida en que el creyente,
recobrando su condición auténtica de criatura, no confía en la carne, en su
debilidad, sino en la fuerza de la muerte del Salvador, fuente del Espíritu de
vida.
Gálatas 5:19-21. Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy
(NBLH). Ahora bien, las obras de la carne son
evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría,
hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones,
herejías, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales
les advierto, como ya se lo he dicho antes, que los que practican tales cosas
no heredarán el reino de Dios.
La carne
es la parte terrenal del hombre y tiene sus
“concupiscencias” y sus “deseos” (Efesios 2:3). Hay
quienes “piensan en las cosas de la
carne” (Romanos 8:5) y
ocuparse de la carne “es muerte” (Romanos 8:6). Lo anterior es lo que se le llama “enemistad contra Dios” (Romanos 8:7). El
hombre cuyo horizonte está limitado por la carne se opone, por eso mismo, a
Dios y vive “conforme a la carne” (Romanos
8:13), esa carne que “codicia contra el Espíritu” (Gálatas 5:17) En
este sentido, la carne denota la personalidad total del hombre organizada en la
dirección equivocada, y dirigida a asuntos puramente terrenales en lugar del
servicio para Dios.
Es la posesión
de la naturaleza de la carne, sensual, controlado por los apetitos animales,
gobernados por la naturaleza humana, y no por el Espíritu de Dios (1 Corintios 3:3) teniendo su asiento en la
naturaleza animal, o siendo excitado por ella (1 Pedro
2:11). La carne aparece como el residuo del peca-do, que la ley
contribuyó a multiplicar. La posibilidad de vivir según la carne es en nosotros
la huella del pecado.
El dominio de la carne. La carne, tomada como
norma de la existencia, dicta al hombre su conducta. Adquiere una real
autonomía, recibiendo la herencia del poder del pecado, con sus prerrogativas,
sus deseos; reduce a su esclavitud a los que obedecen a la "ley del
pecado" (Romanos 7:25). Con insolencia (Colosenses
2:23) manifiesta entonces sus deseos (Romanos 8:5),
sus apetencias (Romanos 13,14;
Gálatas 3:3; 5,13.16s), produce obras malas (Gálatas 5:19).
Tal es la existencia según la carne (Romanos
7,5), hasta tal punto que el entendimiento mismo
se hace carnal (Colosenses 2:18; 1
Corintios 3:3). Y el cuerpo, regido por la carne
se llama "el cuerpo de la carne" (Colosenses 2:11), se identifica con el "cuerpo
del pecado" (Romanos 6:6)
y es en verdad modelado por la "carne de
pecado" (Romanos 8:3).
Gracias a
la provisión del sacrificio de Cristo, habrá un día en que toda carne que
ejerza fe llegará a ser perfecta, y entonces la humanidad carnal obedecerá a la
perfección las leyes justas de Dios. (Apocalipsis
21:4)
Hay una
batalla espiritual constante que sigue en la vida de un creyente. Las obras de
la carne están intentando destruir el fruto del Espíritu Santo que ha sido
sembrado en el momento que la persona acepta en su corazón la vida y el señorío
de Jesucristo el Hijo de Dios. Lo que la carne desea del hombre natural es
contrario a la naturaleza del Espíritu Santo.
Porque la carne desea lo que es contrario
al Espíritu, y el Espíritu lo que es contrario a la carne. Ambos se oponen
mutuamente, para que no hagáis lo que quisierais (Gálatas 5:17 RV1960).
Aunque los
resultados de estos pecados son visibles en las acciones malas, la causa no es
visible. La causa son los deseos pecadores o las lujurias del corazón se nos
revelan en la lista de Gálatas 5:19-21. Estos son
un grupo de pecados llamados “obras de la carne” que contrastan el fruto del
Espíritu. Veamos un poco más en detalle estos pecados.
ADULTERIO.
El
adulterio es la relación sexual por una persona casada con alguien que no es su
esposo. Uno de los primeros diez mandamientos de Dios era: “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14).
En los
tiempos del Antiguo Testamento cuando una persona cometía el adulterio ella era
llevada a la muerte: “Si un
hombre comete adulterio con una mujer casada, si comete adulterio con la mujer
de su prójimo, el adúltero y la adúltera morirán irremisiblemente” (Levítico 20:10).
Jesús y
Pablo repitieron la advertencia contra el adulterio en el Nuevo Testamento: “Tú conoces los mandamientos: No cometas
homicidio, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no
defraudes, honra a tu padre y a tu madre” (Marcos
10:19). “Porque los mandamientos–no cometerás
adulterio, no cometerás homicidio, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro
mandamiento– se resumen en esta sentencia: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
(Romanos 13:9).
Jesús
extendió el significado del adulterio al incluir los deseos sexuales malos del
corazón: “Oísteis que fue dicho:
No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer
para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” (Mateo 5:27-28).
El
adulterio también incluye divorciarse de un compañero y volver a casarse sin
una causa bíblica: “Pero
yo os digo que todo aquel que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de
adulterio, hace que ella cometa adulterio. Y el que se casa con la mujer
divorciada comete adulterio” (Mateo 5:32). “Y si la mujer se divorcia de su marido y se casa con
otro, comete adulterio” (Marcos 10:12).
Cuando una
persona comete el adulterio ella está pecando contra su propia alma: “Así también el que comete adulterio con
una mujer es falto de entendimiento; el que hace tal cosa se destruye a sí
mismo” (Proverbios 6:32).
Dios juzga
aquellos que cometen el adulterio: “Honroso
es para todos el matrimonio, y pura la relación conyugal; pero Dios juzgará a
los fornicarios y a los adúlteros” (Hebreos
13:4).
Aquellos
que cometen el adulterio no heredan el Reino de Dios: “¿No sabéis que los injustos no heredarán
el reino de Dios? No os engañéis: que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni
los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales” (1 Corintios 6:9).
Una de las
características porque usted puede reconocer a los maestros falsos es por el
pecado de adulterio: “Pero
hubo falsos profetas entre el pueblo, como también entre vosotros habrá falsos
maestros que introducirán encubiertamente herejías destructivas, llegando aun
hasta negar al soberano Señor que los compró, acarreando sobre sí mismos una
súbita destrucción…. Tienen los ojos llenos de adulterio y son insaciables para
el pecado. Seducen a las almas inconstantes. Tienen el corazón ejercitado para
la avaricia. Son hijos de maldición” (2
Pedro 2:1,14).
La Biblia
advierte: “Porque por una
prostituta el hombre es reducido a un bocado de pan, y la mujer ajena caza una
vida valiosa” (Proverbios 6:26).
FORNICACIÓN.
La
fornicación es la comunicación sexual por dos personas que no se casaron. Este
pecado incluye adulterio que es la relación sexual de una persona casada con alguien
que no es su compañero. La fornicación también incluye la comunicación sexual
entre las personas que no están casadas. Incluye la desviación sexual como la
homosexualidad (con alguien del mismo sexo, entre hombres o entre mujeres) e
incesto. La fornicación puede ser una razón bíblicamente permitida para el
divorcio.
Fornicarios
no heredarán el Reino de Dios: “¿No
sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: que ni
los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los
homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
calumniadores, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10).
La Biblia
nos dice que nos abstengamos, que nos apartemos de la fornicación: “Porque ésta es la voluntad de Dios,
vuestra santificación: que os apartéis de inmoralidad sexual” (1 Tesalonicenses 4:3). “Pero
a causa de la inmoralidad sexual, cada hombre tenga su esposa, y cada mujer
tenga su esposo” (1 Corintios 7:2). “Ni
practiquemos la inmoralidad sexual, como algunos de ellos la practicaron y en
un sólo día cayeron 23.000 personas” (1 Corintios 10:8).
El cuerpo
no es para la fornicación porque pertenece al Señor. Por esta razón, usted debe
huir de la fornicación: “La
comida es para el estómago, y el estómago para la comida, pero Dios destruirá
tanto al uno como a la otra. El cuerpo no es para la inmoralidad sexual, sino
para el Señor, y el Señor para el cuerpo… Huid de la inmoralidad sexual.
Cualquier otro pecado que el hombre cometa está fuera del cuerpo, pero el
fornicario peca contra su propio cuerpo. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo, que mora en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que
no sois vuestros? Pues habéis sido comprados por precio. Por tanto, glorificad
a Dios en vuestro cuerpo” (1 Corintios
6:13,18-20).
Es su
responsabilidad mortificar la fornicación: “Por lo tanto, haced morir lo terrenal en vuestros miembros:
fornicación, impureza, bajas pasiones, malos deseos y la avaricia, que es
idolatría” (Colosenses 3:5).
La
fornicación ni siquiera debe ser nombrada entre los creyentes: “Pero la inmoralidad sexual y toda impureza
o avaricia no se nombren más entre vosotros, como corresponde a santos” (Efesios 5:3).
Si una
persona continúa en la fornicación, él se entregará finalmente a ella
totalmente. Según Romanos 1, incluso puede llevar a la homosexualidad. En el
futuro, su conciencia ya no se molestará por eso: “Por esta causa, Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues
sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por relaciones contra
naturaleza… Se han llenado de toda injusticia, maldad, avaricia y perversidad.
Están repletos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, mala intención” (Romanos 1:26,29).
IMPUREZA.
Impureza
es el contrario de estar limpio. En este pasaje sobre las obras de la carne, la
palabra “impureza” significa estar o ser espiritualmente o moralmente sucio. Dios no quiere que Su pueblo esté sucio: “Y andad en amor, como
Cristo también nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y
sacrificio en olor fragante a Dios” (Efesios 5:2). “Porque Dios no nos ha llamado a la impureza, sino a la
santificación” (1 Tesalonicenses 4:7).
Es su
responsabilidad mortificar la impureza y disciplinarse para vivir una vida
santa: “Por lo tanto, haced
morir lo terrenal en vuestros miembros: fornicación, impureza, bajas pasiones,
malos deseos y la avaricia, que es idolatría” (Colosenses
3:5).
“Así que, amados, ya que tenemos tales
promesas, limpiémonos de toda impureza de cuerpo y de espíritu, perfeccionando
la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios
7:1).
“Que cada uno de vosotros sepa controlar su
propio cuerpo en santificación y honor” (1
Tesalonicenses 4:4).
Si usted
no mortifica la impureza entonces usted se rendirá a ella: “Os hablo en términos humanos, a causa de
la debilidad de vuestra carne. Porque así como presentasteis vuestros miembros
como esclavos a la impureza y a la iniquidad cada vez mayor, así presentad
ahora vuestros miembros como esclavos a la justicia para la santidad” (Romanos 6:19).
Si usted
continúa rindiéndose a la impureza usted eventualmente se entregará a él: “Una vez perdida toda sensibilidad, se
entregaron a la sensualidad para cometer ávidamente toda clase de impurezas.
Pero vosotros no habéis aprendido así a Cristo” (Efesios
4:19-20).
Si usted
continúa viviendo en la impureza espiritual (pecado), Dios lo entregará a ella:
“Por tanto, Dios los entregó a
la impureza, en las pasiones de sus corazones, para deshonrar sus cuerpos entre
sí” (Romanos 1:24).
Cuando un
hombre es entregue por Dios a algo, su conciencia deja de funcionar y él queda
totalmente controlado por eso. Él perecerá en su pecado a menos que él se
arrepienta: “Y
especialmente a aquellos que andan tras las pervertidas pasiones de la carne, y
desprecian toda autoridad! Estos atrevidos y arrogantes no temen maldecir a las
potestades superiores… Pero éstos, maldiciendo lo que no entienden, como
animales irracionales que por naturaleza han sido creados para presa y
destrucción, también perecerán en su perdición” (2
Pedro 2:10,12).
Usted
notará que cuando se reúnen estos versículos sobre la impureza, un padrón
surge. Usted tiene el poder para mortificar o rendirse al pecado. Si usted
mortifica la impureza, usted será llevado a la santidad en su vida. Si usted se
rinde a ella, usted eventualmente se entregará a ella. Finalmente, Dios lo
entregará a ella y usted perecerá en su propia corrupción:
LASCIVIA.
La
lascivia o sensualidad es el pecado de lujuria, emociones pecadoras, y
libidinosidad. Es la conducta desenfrenada y desvergonzada. La lascivia es una
de las características por las que usted puede reconocer a los maestros falsos:
“Porque algunos hombres han
entrado encubiertamente, los cuales desde antiguo habían sido destinados para
esta condenación. Ellos son hombres impíos, que convierten la gracia de nuestro
Dios en libertinaje y niegan al único Soberano y Señor nuestro, Jesucristo” (Judas 4).
En los
tiempos pasados usted puede haber sido lascivo. Como un creyente, usted no es
más eso para continuar en esta conducta: “Para vivir el tiempo que le queda en la carne, no en las
pasiones de los hombres, sino en la voluntad de Dios. Porque ya es suficiente
el haber hecho en el tiempo pasado los deseos de los gentiles, habiendo andado
en sensualidad, en bajas pasiones, en borracheras, en orgías, en banqueteos y
en abominables idolatrías” (1 Pedro 4:2-3).
La Biblia
enseña que si usted continúa siendo lascivo, usted eventualmente se entregará a
ella sin conciencia de pecado: “Una
vez perdida toda sensibilidad, se entregaron a la sensualidad para cometer
ávidamente toda clase de impurezas” (Efesios
4:19).
IDOLATRÍA.
La
idolatría es la adoración de los ídolos. Esto no significa simplemente la
adoración de imágenes de piedra, madera, o de metales preciosos. Un ídolo es
algo que es más importante para usted que Dios. Los idólatras son aquellos que
practican la idolatría y la adoran algo que no es el verdadero Dios. La
idolatría es la falta de reconocimiento de la posición justa de Dios en su
vida.
Uno de los
primeros mandamientos dado por Dios involucró la idolatría: “No recurráis a los ídolos, ni os hagáis
dioses de fundición. Yo, Jehová, vuestro Dios” (Levítico
19:4). “No os haréis ídolos, ni imágenes, ni os
levantaréis piedras rituales, ni pondréis en vuestra tierra piedras esculpidas
para postraros ante ellas; porque yo soy Jehová, vuestro Dios” (Levítico
26:1).
Se llaman
los dioses de las naciones paganas de ídolos: “Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos, pero Jehová
hizo los cielos” (Salmos 96:5). Usted se confundirá y se avergonzará, si usted sirve a
los ídolos: “Avergüéncense todos los que sirven a imágenes de talla, los que se
glorían en los ídolos. Todos los dioses póstrense ante él!” (Salmos
97:7).
Los ídolos
del pagano son la obra de hombres. Ellos no tienen ningún poder o verdadera
importancia espiritual: “Los
ídolos de las naciones son de plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen
boca, pero no hablan; tienen ojos, pero no ven; tienen orejas, pero no oyen;
tampoco hay aliento en sus bocas. Como ellos, son los que los hacen y todos los
que en ellos confían” (Salmos 135:15-18) (Salmos
115:4-8). Un Cristiano no puede rendir culto a los ídolos: “¿Qué acuerdo puede haber entre un templo
de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo del Dios viviente, como Dios
dijo: Habitaré y andaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” (2 Corintios 6:16). Ni usted
mismo puede subsistir en la compañía de los idólatras: “Pero ahora os escribo que no os asociéis
con ninguno que, llamándose hermano, sea fornicario, avaro, idólatra,
calumniador, borracho o estafador. Con tal persona ni aun comáis” (1 Corintios 5:11).
Usted es
advertido a mantenerse alejado de los ídolos: “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5:21). Los idólatras
no serán parte del Reino de Dios: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el
reino de Dios? No os engañéis: que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los
adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los
avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores, heredarán
el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10).
La Biblia
revela el destino de idólatras: “Pero,
para los cobardes e incrédulos, para los abominables y homicidas, para los
fornicarios y hechiceros, para los idólatras y todos los mentirosos, su
herencia será el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8). “Pero
afuera quedarán los perros, los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los
idólatras y todo el que ama y practica la mentira” (Apocalipsis 22:15).
La Biblia
llama la codicia de una forma de idolatría. Codicia es querer algo con un intenso y malo deseo. Usted debe
mortificar y destruir la codicia: “Por lo tanto, haced morir lo terrenal en
vuestros miembros: fornicación, impureza, bajas pasiones, malos deseos y la
avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:5). Usted puede haber sido un idólatra en los tiempos pasado,
pero los creyentes no deben más continuar con esta práctica: “Para vivir el
tiempo que le queda en la carne, no en las pasiones de los hombres, sino en la
voluntad de Dios. Porque ya es suficiente el haber hecho en el tiempo pasado
los deseos de los gentiles, habiendo andado en sensualidad, en bajas pasiones,
en borracheras, en orgías, en banqueteos y en abominables idolatrías” (1
Pedro 4:2-3).
“Pues ellos mismos cuentan de nosotros la
buena recepción que tuvimos por parte de vosotros, y cómo os convertisteis de
los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (1 Tesalonicenses 1:9).
HECHICERÍA
La
hechicería es la práctica de los hechiceros que incluyen la magia blanca y
negra, la brujería, la astrología, el uso de pociones, hechizos,
encantamientos, y drogas. Incluye todas las prácticas y cultos satánicos. El
significado de brujería puede extenderse para incluir cualquiera controle y
manipulación de otros. Aunque usted no esté envuelto en la brujería satánica,
usted puede ser culpable de “brujería” como un pecado de la carne si usted
intenta manipular, controlar, u orar contra otros.
La brujería es la rebelión espiritual
contra Dios. Dios dice que el pecado de rebelión es tan mal como la brujería: “Porque
la rebeldía es como el pecado de adivinación, y la obstinación es como la
iniquidad de la idolatría…” (1 Samuel 15.23).
ENEMISTADES
El odio o
enemistad es el contrario de amor. Es una emoción de intensa aversión. Es los
sentimientos malos hacia otros. La Biblia dice que los movimientos de odio a la
disputa: “El odio despierta
contiendas, pero el amor cubre todas las faltas” (Proverbios 10:12). Es mejor
estar donde el amor estar que con aquellos que están llenos con el odio: “Mejor
es una comida de verduras donde hay amor que de buey engordado donde hay odio” (Proverbios
15:17).
El odio
cubierto por el engaño será revelado por Dios: “Aunque con engaño encubra su odio, su maldad será descubierta
en la congregación” (Proverbios 26:26). El engaño aquí significa dar la
apariencia de gustar de alguien cuando en la realidad usted lo odia.
PLEITOS
Pleitos
son discordancias, desarmonías, y disensiones. Es similar a la disputa. Esta
palabra se usa sólo en un otro lugar en la Biblia; cuando Jesús habla de
“pleitos” en la familia como una señal de los últimos días (Mateo 10:35).
CELOS
Celos es
el deseo para copiar otros e igualar o aventajarlos. Es un espíritu de
rivalidad y una forma de emulación. Este pasaje en Gálatas es la única
referencia en la Biblia dónde la palabra se usa de esta manera.
IRA
La ira es
enojo violento, un acto encolerizado, rabia. La Biblia dice que la ira es
cruel: “Que te alabe el
extraño, y no tu propia boca; el ajeno, y no tus propios labios” (Proverbios 27:4). Un hombre
de gran ira sufrirá debido a ella: “El de gran ira llevará el castigo; si lo
libras, tendrás que hacerlo de nuevo” (Proverbios 19:19).
Los
hombres sabios aplacan la ira: “Los
burladores agitan la ciudad, pero los sabios aplacan la ira” (Proverbios 29:8). Cuando
usted era un incrédulo usted era un hijo de ira: “En otro tiempo todos nosotros
vivimos entre ellos en las pasiones de nuestra carne, haciendo la voluntad de
la carne y de la mente; y por naturaleza éramos hijos de ira, como los demás” (Efesios
2:3).
Ahora la
ira no debe operar en su vida: “Quítense
de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos y calumnia, junto con toda
maldad” (Efesios 4:31). Usted debe aplazar la ira: “Pero ahora, dejad también vosotros
todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia y palabras groseras de
vuestra boca” (Colosenses 3:8).
Usted debe
dejar la ira: “Deja
la ira y abandona el enojo; de ninguna manera te apasiones por hacer lo malo” (Salmos 37:8). Usted debe ser
lento a la ira: “Sabed, mis amados hermanos: Todo hombre sea pronto para oír,
lento para hablar y lento para la ira” (Santiago 1:19,20). “El que tarda en airarse tiene mucho entendimiento, pero
el de espíritu apresurado hace resaltar la insensatez” (Proverbios
14:29).
Hay una
relación entre la ira y la prójima obra de la carne que usted estudiará qué es
la contienda. La Biblia describe esta relación: “El hombre iracundo suscita contiendas, pero el que tarda en
airarse calma la riña” (Proverbios 15:18). “… el que provoca la ira causará contienda” (Proverbios
30:33).
CONTIENDAS
Contender
es riña, lucha, o conflicto. Significa un choque o disputa. Además de la ira
que causa la disputa, el odio lo causa también: “El odio despierta contiendas, pero el amor cubre todas las
faltas” (Proverbios 10:12). Los hombres también causan
contiendas: “El
hombre perverso provoca la contienda, y el chismoso aparta los mejores amigos” (Proverbios 16:28).
El orgullo
causa la contienda: “El de
ánimo altivo suscita contiendas, pero el que confía en Jehová prosperará” (Proverbios 28:25). Los
hombres enfadados causan la contienda: “El hombre iracundo suscita contiendas,
y el furioso comete muchas transgresiones” (Proverbios 29:22). Los hombres despreciativos causan las contiendas: “Echa
fuera al burlador, y se evitará la contienda; también cesarán el pleito y la
afrenta” (Proverbios 22:10). Ser
despreciativo es mofarse o mostrar desprecio por algo o alguien.
Las
personas que se entrometen, son argumentativas, y hablan sobre otros causan
contienda: “Corrige
a tu hijo, y te dará reposo; él dará satisfacciones a tu alma… ¿Has visto a un
hombre apresurado en sus palabras? Más esperanza hay del necio que de él. El
que mima a su siervo desde la niñez, a la postre, éste será su heredero” (Proverbios 26:17,20-21). Cuestiones
estúpidas causan contiendas: “Pero evita las discusiones necias e ignorantes, sabiendo
que engendran contiendas” (2 Timoteo 2:23).
La
contienda es un trabajo carnal de la carne: “Porque todavía sois carnales. Pues en tanto que hay celos y
contiendas entre vosotros, ¿no es cierto que sois carnales y andáis como
humanos?” (1 Corintios 3:3). Donde envidia y contienda está, habrá confusión: “Pero si
en vuestros corazones tenéis amargos celos y contiendas, no os jactéis ni
mintáis contra la verdad… Porque donde hay celos y contiendas, allí hay
desorden y toda práctica perversa” (Santiago 3:14,16). La Biblia dice que nada debe hacerse a través de la
contienda: “No hagáis nada por rivalidad ni por vanagloria, sino estimad
humildemente a los demás como superiores a vosotros mismos” (Proverbios
2:3).
Contienda
es una de las características de los maestros falsos: “Se ha llenado de orgullo y no sabe nada.
Más bien, delira acerca de controversias y contiendas de palabras, de las
cuales vienen envidia, discordia, calumnias, sospechas perversas, y necias
rencillas entre hombres de mente corrompida y privados de la verdad, que tienen
la piedad como fuente de ganancia” (1
Timoteo 6:4-5).
DISENSIONES
La
disensión es el avivar de la inquietud o discordia. Este pasaje sobre las obras
de la carne es uno de pocos dónde este término se usa en la Biblia.
PARTIDISMOS O HEREJÍAS
Las
herejías son creencias contrarias a la Palabra de Dios. Ellas son opiniones de
hombres que están en el error y lleva a la división en la iglesia. Las herejías
son características de los profetas falsos: “Pero hubo falsos profetas entre el pueblo, como también entre
vosotros habrá falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías
destructivas, llegando aun hasta negar al soberano Señor que los compró,
acarreando sobre sí mismos una súbita destrucción” (2 Pedro 2:1).
ENVIDIA
La envidia
es celos excitado por el éxito de otros. Es el resentimiento del espiritual, de
las bendiciones financieras, o materiales de otros. Es anhelo y deseo
equivocado. La envidia es una de las características de los maestros falsos: “Se ha llenado de orgullo y no sabe nada.
Más bien, delira acerca de controversias y contiendas de palabras, de las
cuales vienen envidia, discordia, calumnias, sospechas perversas” (1 Timoteo 6:4). La envidia
viene del espíritu del hombre: “Gente adúltera! ¿No sabéis que la amistad con
el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, cualquiera que quiere ser amigo del
mundo se constituye enemigo de Dios’ (Santiago 4:4). La envidia es una señal de ser un cristiano carnal: “Porque
todavía sois carnales. Pues en tanto que hay celos y contiendas entre vosotros,
¿no es cierto que sois carnales y andáis como humanos?” (1 Corintios
3:3).
Aquellos
que viven en el pecado están llenos con la envidia: “Se han llenado de toda injusticia, maldad, avaricia y
perversidad. Están repletos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, mala
intención” (Romanos 1:29). “Porque en otro tiempo nosotros también éramos insensatos,
desobedientes, extraviados. Estábamos esclavizados por diversas pasiones y
placeres, viviendo en malicia y en envidia. Éramos aborrecibles, odiándonos
unos a otros” (Tito 3:3).
Donde hay
envidia, otros problemas se levantan: “Pero si en vuestros corazones tenéis amargos celos y
contiendas, no os jactéis ni mintáis contra la verdad. Porque donde hay celos y
contiendas, allí hay desorden y toda práctica perversa” (Santiago 3:14,16). Nosotros
somos advertidos para no envidiar a los pecadores: “No tenga tu corazón envidia
de los pecadores. Más bien, en todo tiempo permanece tú en el temor de Jehová” (Proverbios
23:17).
ASESINATO
Asesinar
es tomar la vida de otro con malicia voluntariosa y premeditación. El asesinato
no es igual que autodefensa o matar accidentalmente. El asesinato no es igual
que imponer la pena capital sobre una persona que ha matado a alguien. Éste era
un juicio establecido por Dios en Números 35. Uno de los primeros mandamientos dado por Dios fue “No
matarás”. Jesús dijo: “Le dijo: –¿Cuáles? Jesús respondió: –No cometerás
homicidio, no cometerás adulterio, no robarás, no dirás falso testimonio” (Mateo
19:18). Usted no debe ser culpable de asesinato: “Así
que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por
entrometerse en asuntos ajenos” (1 Pedro 4:15).
El Nuevo Testamento extiende el significado de asesinato para incluir el odio.
Si usted odia a otros creyentes eso es como ser un asesino: “Todo aquel que
odia a su hermano es homicida, y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna
permaneciendo en él” (1 Juan 3:15).
EMBRIAGUEZ
La
embriaguez es una condición de tener las facultades físicas y mentales
afectadas por el beber excesivo. Es intoxicación química causada por bebidas
fuertes. La Biblia advierte que el bebedor será pobre: “Porque el bebedor y el comilón
empobrecerán, y el dormitar hará vestir harapos” (Proverbios 23:21). Usted no
debe vivir un estilo de vida ebrio: “Andemos decentemente, como de día; no con
glotonerías y borracheras, ni en pecados sexuales y desenfrenos, ni en peleas y
envidia” (Romanos 13:13). Usted ni siquiera
debe tener la compañía de aquellos que son borrachos: “Pero ahora os escribo
que no os asociéis con ninguno que, llamándose hermano, sea fornicario, avaro,
idólatra, calumniador, borracho o estafador. Con tal persona ni aun comáis” (1
Corintios 5:11). La Biblia advierte que los
borrachos no heredarán el Reino de Dios: “¿No sabéis que los injustos no
heredarán el reino de Dios? No os engañéis: que ni los fornicarios, ni los
idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los
estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10).
Usted
puede haber sido un borracho en los tiempos pasados, pero como un creyente usted
no es más para hacer esto: “Para
vivir el tiempo que le queda en la carne, no en las pasiones de los hombres,
sino en la voluntad de Dios. Porque ya es suficiente el haber hecho en el
tiempo pasado los deseos de los gentiles, habiendo andado en sensualidad, en
bajas pasiones, en borracheras, en orgías, en banqueteos y en abominables
idolatrías” (1 Pedro 4:2-3).
La Biblia
contrasta el beber vino y con el estar lleno con el Espíritu: “Y no os embriaguéis con vino, pues en esto
hay desenfreno. Más bien, sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18).
ORGÍAS
Orgía es
realizar y deleitarse en los placeres mundanos, participar en festividades o
fiestas mundanas, bulliciosas. Es vivir imprudente y salvaje. Usted puede haber
sido un juerguista en os tiempos pasados, pero como un creyente usted no debe
más comportarse de esta manera: “Para
vivir el tiempo que le queda en la carne, no en las pasiones de los hombres,
sino en la voluntad de Dios. Porque ya es suficiente el haber hecho en el
tiempo pasado los deseos de los gentiles, habiendo andado en sensualidad, en
bajas pasiones, en borracheras, en orgías, en banqueteos y en abominables
idolatrías” (1 Pedro 4:2-3).
LAS OBRAS DE LA CARNE: EL RESULTADO
Pablo
explica los resultados de hacer las obras de la carne: “… de las cuales os advierto, como ya lo
hice antes, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21). Dios ha dado
una manera de evitar este castigo: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel
y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1
Juan 1:9).
CAMINE EN EL ESPÍRITU
¿Cómo se
deja de hacer las obras pecadoras de la carne? Primero: Arrepiéntase de su pecado y tiene fe hacia Dios a través de
aceptar a Jesús como el Salvador personal: “De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (1
Corintios 5:17). Dios no
toma al hombre pecador y le da un curso de auto superación. Él crea una nueva
criatura. Las cosas viejas fallecen. Las obras de la carne serán reemplazadas
por el fruto del Espíritu Santo.
Segundo: Llénese del
Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo que le permitirá que camine en el Espíritu
en lugar de caminar en los caminos pecadores de la carne: “Porque la
carne desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu lo que es contrario
a la carne” (Gálatas 5:17).
Tercero: Comprenda que usted
no puede librarse de las obras de la carne y caminar en el Espíritu a su propio
esfuerzo. El Apóstol Pablo describió la lucha que él tenía en su propio
esfuerzo para vivir una vida piadosa: “Porque lo que hago, no lo entiendo, pues
no practico lo que quiero; al contrario, lo que aborrezco, eso hago. Y ya que hago
lo que no quiero, concuerdo con que la ley es buena. De manera que ya no soy yo
el que lo hace, sino el pecado que mora en mí. Yo sé que en mí, a saber, en mi
carne, no mora el bien. Porque el querer el bien está en mí, pero no el
hacerlo. Porque no hago el bien que quiero; sino al contrario, el mal que no
quiero, eso practico” (Romanos 7:15-19). Pablo
experimentó la dificultad de vivir una vida santa pero él continuó siguiendo
esta meta a pesar de sus fracasos.
Pídale a Dios que ponga un deseo de ser santo en su
corazón. Siempre que usted fallar y pecar, confiéselo inmediatamente y pide
al Espíritu Santo para ayudarle a superarlo. Esto es cómo usted aprende a
caminar en el Espíritu y… “Ahora
pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, porque la ley
del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte. Porque Dios hizo lo que era imposible para la ley, por cuanto ella era
débil por la carne: Habiendo enviado a su propio Hijo en semejanza de carne de
pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justa
exigencia de la ley fuese cumplida en nosotros que no andamos conforme a la
carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que viven conforme a la carne
piensan en las cosas de la carne; pero los que viven conforme al Espíritu, en
las cosas del Espíritu. Porque la intención de la carne es muerte, pero la
intención del Espíritu es vida y paz. Pues la intención de la carne es
enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.
Así que, los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Sin embargo,
vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu
de Dios mora en vosotros. Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él
(Romanos 8:1-9).
El fruto
de las calidades de semejanza de Cristo sólo desarrollan mientras usted camina
en el poder del Espíritu Santo. Esto es por qué es tan importante para los
creyentes entender el ministerio del Espíritu Santo.
Cristo nos
vino a libertar de las obras de la carne y por su Espíritu en nosotros podemos
ser libres de ellas. Por eso es una tremenda irresponsabilidad decirse
cristiano y no estar guiados, fortalecidos y dirigidos por el Poder del
Espíritu Santo en nuestra vida, en nuestro andar cristiano, alguien que se
presuma creyente, debe saber y debe estar disfrutando de la libertad de estas
cosas.
Bendiciones.
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