Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Las promesas de Dios-



2 Corintios 1:20. Traducción en lenguaje actual (TLA). Y todas las promesas que Dios ha hecho se cumplen por medio de Jesucristo. Por eso, cuando alabamos a Dios por medio de Jesucristo, decimos «Amén».

Las promesas de Dios, que son en Jesucristo para nosotros sus hijos no depende de las dimensiones en la que como seres humanos nos movemos, ni de las circunstancias o situaciones que estemos viviendo, ni mucho menos del trasfondo del que venimos; debemos comprender que estas vienen de la naturaleza de amor del Padre Celestial, de lo que es el en realidad, Él es el perfecto amor, es misericordiosos y justo, su deseo es siempre nuestro bienestar, es darnos lo mejor y lo que nos conviene para esta vida y la vida eterna; estas promesas nos han sido dadas para que seamos bendecidos en todas las maneras que el Señor ha establecido, son para que podamos brillar a otros y que muchos conozcan de cuanto amor ha sido derramado sobre la humanidad.  

Debemos saber que en la Biblia el Padre Celestial nos ha dejado un testamento lleno de promesas para todo aquel que ha entregado su vida al Señor Jesucristo las haga realidad por medio de la fe, de la guía y ayuda del Señor el Espíritu Santo, pero nuestro trabajo consiste en conocerlas, en apropiarnos de ellas y reclamarlas pero a la manera que Dios lo ha establecido; en todo esto es glorificado Dios en que llevemos mucho fruto y fruto que permanezca por medio de que le creamos al Padre Celestial.

Hebreos 11:1-3. Reina-Valera 1960 (RVR1960). La fe. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

Hebreos 11:32-34. Reina-Valera 1960 (RVR1960). ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.

Hebreos 11:39-40. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.

Todas las promesas cobran vida en los hijos e hijas de Dios, a través del llamamiento, los dones, los talentos y del libre albedrio de cada uno de nosotros. Lo que el Padre Celestial desea es que nosotros creamos a sus promesas eternas y que las anhelemos en nuestros corazones por la fe, que le creamos a Él y que nos acerquemos al trono de la gracia sin temor.

Hebreos 4:16. Dios Habla Hoy (DHH). Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios amoroso, para que él tenga misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de necesidad.
Romanos 11:29. Nueva Traducción Viviente (NTV). Pues los dones de Dios y su llamado son irrevocables.

Debemos también conocer que hay promesas generales y promesas específicas. Una promesa general es una que el Espíritu Santo da a cada creyente en cada época. Cuando el autor escribió la promesa, él no estableció limitaciones de tiempo o destinatario.

Un ejemplo de una promesa general es 1 Juan 1:9, "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad". Esta promesa se basa en la naturaleza del perdón de Dios y está disponible a todos los creyentes de todo el mundo. Otro ejemplo de una promesa general es Filipenses 4:7, "Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús". Esta promesa se hace a todos los creyentes que, negándose a preocuparse, traen sus peticiones a Dios (Filipenses 4:6). Otros ejemplos de promesas generales se podrían incluir el Salmo 1:3; 27:10; 31:24; Juan 4:13-14 (observe la palabra "cualquiera"); y Apocalipsis 3:20.

Una promesa específica es una que es hecha a personas específicas en momentos específicos. El contexto de la promesa usualmente deja claro quién es el destinatario. Por ejemplo, la promesa de 1 Reyes 9:5 es muy específica: "yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre…". Los versículos anteriores y siguientes aclaran que Dios está hablando solamente al rey Salomón.

Lucas 2:35 contiene otra promesa específica: "y una espada traspasará tu misma alma.…". Esta profecía/promesa fue dirigida a María y se cumplió en su vida. Mientras que una promesa específica no es para para todos los creyentes en general, es el Espíritu Santo quien puede aún utilizar una promesa específica para orientar o animar a cualquiera de sus hijos en cualquier época o cisrcunstancia. Por ejemplo, la promesa de Isaías 54:10 se escribió teniendo en cuenta a Israel, sin embargo el Espíritu Santo ha usado estas palabras para consolar a muchos cristianos de hoy: "… pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará…" 

Mientras el apóstol Pablo era guiado para llevar el evangelio a los gentiles, el afirmó la promesa de Isaías: "Te he puesto para luz de los gentiles, A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra" (Hechos 13:47). La promesa de Isaías fue originalmente para el Mesías, pero en ella Pablo descubrió la guía del Señor para su propia vida.

Cuando reclamamos una de las promesas de Dios en las escrituras, debemos tener en cuenta los siguientes principios:

Primero: Las promesas de Dios a menudo son condicionales. Hay que buscar siempre la palabra "si" en el contexto.

Segundo: Dios nos da promesas para ayudarnos a someternos mejor a su voluntad y confiar en él. Una promesa no hace que Dios se doblegue a nuestra voluntad.

Tercero: No asumamos saber exactamente cuándo, dónde o cómo es que las promesas de Dios se cumplirán en nuestras vidas. Se cumplen de acuerdo a su voluntad, a sus planes, a sus pensamientos. A sus propósitos eternos y en el tiempo que él lo ha estimado conveniente.

¿Qué pasa cuando Dios nos hace una promesa? ¿Siempre la cumple inmediatamente? Si usted es como yo, o como la mayoría de los cristianos, quizás a veces hemos tenido que esperar. El tiempo de espera es lo que yo llamo el “intermedio”. Veamos qué hacer durante este tiempo “intermedio” o de tiempo de espera, entre la promesa y el del cumplimiento.

Dios le hizo una promesa a Abraham que tomó veinte años para cumplirse. Así que sea lo que sea el tiempo que debe esperar, necesita seguir creyéndole a Dios y recuerde la promesa que él le hizo, ya sea algo que puso en su corazón o algo directo de la Palabra. De la misma manera que lo hizo con Abraham, Dios no va a olvidar la promesa que le hizo, Él la llevará a cabo.

Cuando Abraham y Sara eran ya viejos, Abraham le pidió a Dios un heredero porque no podían tener hijos. Luego el Señor lo llevó afuera y le dijo: -Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia! (Génesis 15:5 NVI).

La Escritura dice que Abraham le creyó a Dios. Él creyó la promesa sin reservas. Ahora bien, usted quizás no entienda en su totalidad por qué eso es tan maravilloso al menos que verdaderamente entienda las circunstancias de Abraham y Sara. Miremos que Abraham tenía 80 años y Sara tenía 70 años cuando Dios le dio la promesa a Abraham. Pero a pesar de que el tener un hijo era algo más allá de lo que podía pasar naturalmente, Abraham continuo creyéndole a Dios.

De la misma manera en que Abraham y Sara esperaron, nosotros también pasamos mucho tiempo en espera y muchas cosas importantes pasan durante este tiempo. Es cuando somos probados. Es cuando nos volvemos verdaderos hombres y mujeres de Dios y es durante este tiempo cuando nos damos cuenta si verdaderamente confiamos en Él.

No es muy difícil obedecer a Dios y creerle cuando siente o ve las cosas en movimiento o cuando se está recibiendo la promesa. Pero se requiere más fe para pasar por este “intermedio” o tiempo de espera y no darse por vencido con Dios cuando no vemos o sentimos algo. Necesitamos recordar esto: si vamos a esperar en Dios y recibir las cosas de acuerdo a su voluntad en lugar de hacerlo por sí mismos, tendremos gozo desde el comienzo de la promesa hasta que se lleve a cabo.

Así que Abraham espero esos veinte años. En Romanos 4:18 (NVI) dice: “Contra toda esperanza, Abraham creyó y esperó, y de este modo llegó a ser padre de muchas naciones, tal como se le había dicho: «¡Así de numerosa será tu descendencia! Cuando al fin Isaac llegó, la promesa de Dios fue cumplida. Abraham tuvo su propio hijo, nacido de una manera sobrenatural, de una mujer quien no podía tener hijos.

Necesitamos estar en guardia de no cansarnos mientras esperamos. A lo largo del camino Abraham y Sara se cansaron y se desviaron de la promesa de Dios. Cansada de esperar, Sara fue a Abraham y le sugirió que tuviera un bebé con la sierva Agar, porque Sara no podía tener hijos. Ella tenía una idea y pensó que estaba ayudando al plan de Dios y Abraham la escuchó e hizo lo que ella le sugirió.

Pero cuando Agar estaba embarazada, Sara y Agar se llenaron de menosprecio la una por la otra. Sara culpó a Abraham por todo y en lugar de tener un milagro, ellos tenían un lio. Agar dio a luz a Ismael quien no vivía en pacto con Dios y su vida estaba llena de hostilidad (Génesis 16:12; 17:20-21).

Hay dos maneras en las que podemos vivir: Lo sobrenatural (Isaac) -Dios da una promesa, cuando logra pasar por el intermedio y recibir la promesa. Y la carne (Ismael) -Usted escucha lo que Dios dice, se cansa de esperar y hace lo que usted quiere.

Desafortunadamente, muchos de nosotros creamos nuestros propios Ismaeles. Usted quizás esté tratando con un lío ahora mismo por algo en lo que usted se envolvió tratando de hacer que algo sucediera a su tiempo en lugar de esperar el tiempo de Dios. Pero las buenas noticias son que no tiene que permanecer en ese lío. La gracia de Dios le ayudará a cambiar esas situaciones para bien.

Veamos otra enseñanza a través de la vida de Caleb y de cómo conquistó las promesas de Dios. Su nombre significa: temerario, impetuoso, todo corazón. Fue uno de los enviados a reconocer la tierra. Confiado con el poder de Dios, dio un informe alentador. Cuando tenía 85 años, entró en posesión del territorio que Dios le había asignado, arrebatándolo de las manos de los gigantes anaceos, así, recibió Quiriat-arba, o Hebrón

Él no era príncipe de la tribu a la que pertenecía, y a pesar de ello se le dio una parte especial. Caleb es un tipo del hijo o hija de Dios, que por la fe ocupa de una manera práctica y goza del puesto que Dios le ha dado en los lugares celestiales y en esta vida terrenal, a pesar de todo lo que se le oponga, creyendo con una fe correcta en las promesas que el Padre Celestial le ha dado.

Deuteronomio 1:36. Palabra de Dios para Todos (PDT). Sólo Caleb hijo de Jefone la verá. Sólo a él y a sus descendientes les daré la tierra en la que él caminó, porque él se mantuvo fiel al SEÑOR”.

Hebrón es una de las ciudades más antiguas de la humanidad y que hoy en día permanece en el territorio de Israel, llamada originalmente Quiriat-arba, fue edificada siete años antes que Zoan-Tanis, ciudad de Egipto (Nm. 13:22); existía, pues, antes que Abraham, quien residió un tiempo en las proximidades de Hebrón, en el encinar de Mamre. Allí murió Sara; Abraham compró la cueva de Macpela a los heteos que había entonces en Hebrón para sepulcro, Hebrón está construida sobre dicha cueva, Isaac y Jacob moraron cierto tiempo por Hebrón.

Hebrón que era una capital de distrito fue asignada a los sacerdotes y pasó a ser una ciudad de refugio (Jos. 20:7; 21:10-12; 1 Cr. 6: 54-57). David envió allí una parte del botín conseguido en Siclag (1 S. 30:26-31) y Hebrón vino a ser su capital durante los primeros siete años de su reinado. Roboam fortificó sus muros (2 Cr. 11:5, 10, 11). Durante el cautiverio, Hebrón cayó en manos de los edomitas, que ocuparon el sur de Judá, y Judas Macabeo reconquistó ésta y otras ciudades.

La ciudad fue arrasada por los romanos en el año 69 d.C. Fue reconstruida, y los árabes la llaman el-Halil. Al finalizar la dominación británica de Palestina en 1948, Transjordania ocupó militarmente los territorios correspondientes a Judea y Samaria, incluyendo Hebrón, anexándolos. En la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967, Israel recuperó estos territorios, que actualmente administra sin haber efectuado una anexión formal de los mismos.

Vemos la importancia de esta ciudad y lo que ha significado para el pueblo de Dios a lo largo del paso de los seres humanos por esta tierra, vemos a través de ella lo que implica una promesa de Dios y lo que conlleva su cumplimiento.

Es muy importante para nuestras vidas y para cada hijo e hija de Dios en estos tiempos poder tener y reflejar el carácter de Cristo en nosotros, poder manejar todos los asuntos a la manera de Dios conforme a sus planes y propósitos, conforme a la guía y la ayuda del Espíritu Santo. Debemos caracterizarnos por ser valientes y esforzados, de convicciones conforme a la Palabra de Dios, con una actitud correcta, leales, constantes, decididos, solidarios con nuestros prójimos, y con una fortaleza interna para poder vivir consagrados y apartados para Dios, en santidad.

Josué 14:6-15. Nueva Traducción Viviente (NTV). Caleb reclama la herencia de parte de Dios. Una delegación de la tribu de Judá, dirigida por Caleb, hijo de Jefone, el cenezeo, se presentó ante Josué, quien estaba en Gilgal. Caleb le dijo a Josué: «Recuerda lo que el Señor le dijo a Moisés, hombre de Dios, acerca de ti y de mí cuando estábamos en Cades-barnea. Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, siervo del Señor, me envió desde Cades-barnea a que explorara la tierra de Canaán. Regresé y di un informe objetivo de lo que vi, pero los hermanos que me acompañaron asustaron tanto al pueblo que nadie quería entrar en la Tierra Prometida. Por mi parte, seguí al Señor mi Dios con todo mi corazón. Así que, ese día, Moisés me prometió solemnemente: “La tierra de Canaán, por donde recién caminaste, será tu porción de tierra y la de tus descendientes para siempre, porque seguiste al Señor mi Dios con todo tu corazón”.

Ahora, como puedes ver, en todos estos cuarenta y cinco años desde que Moisés hizo esa promesa, el Señor me ha mantenido con vida y buena salud tal como lo prometió, incluso mientras Israel andaba vagando por el desierto. Ahora tengo ochenta y cinco años. Estoy tan fuerte hoy como cuando Moisés me envió a esa travesía y aún puedo andar y pelear tan bien como lo hacía entonces. Así que dame la zona montañosa que el Señor me prometió. Tú recordarás que, mientras explorábamos, encontramos allí a los descendientes de Anac, que vivían en grandes ciudades amuralladas. Pero si el Señor está conmigo, yo los expulsaré de la tierra, tal como el Señor dijo.

Entonces Josué bendijo a Caleb, hijo de Jefone, y le dio Hebrón como su asignación de tierra. Hebrón todavía pertenece a los descendientes de Caleb, hijo de Jefone, el cenezeo, porque él siguió al Señor, Dios de Israel, con todo su corazón. (Antiguamente Hebrón se llamaba Quiriat-arba. Llevaba el nombre de Arba, un gran héroe de los descendientes de Anac). Y la tierra descansó de la guerra.

Caleb fue fiel desde el principio, como miembro del grupo de espías que primero inspeccionó la tierra prometida (Num_13:30-33), vio grandes ciudades y gigantes, pero sabía que Dios ayudaría al pueblo a conquistar la tierra. A causa de su fe, Dios le prometió una tierra para él personalmente (Num_14:24; Deu_1:34-36). Cuarenta y cinco años más tarde la recibió. Su fe seguía firme. Aunque todavía había gigantes en la tierra, sabía que el Señor le ayudaría a conquistarlos. Como Caleb, debemos ser fieles a Dios, no sólo al principio de nuestro camino con El, sino también a lo largo de nuestra vida.

Cómo pudo decir Caleb: Dame, pues ahora este monte (Jos 14.12)? Tenía 85 años de edad. ¿No estaba ya demasiado viejo para conquistar territorios e instalarse en una nueva tierra? ¡Por supuesto que no! Él había esperado toda una vida para recibir la promesa de Dios, y estaba tan deseoso de ver su sueño convertido en una realidad, como lo había estado cuando tenía 40 años, la primera vez que exploró la Tierra Prometida.

En efecto, le dijo a Josué: “Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora” (Josué 14.11). Caleb sabía cómo mantenerse joven y productivo. Tuvo que esperar años para que la bendición de Dios se materializara, pero nunca perdió la esperanza, nunca dejó de soñar, y nunca puso en duda la bondad de Dios. Tenía un objetivo fijo, y ni siquiera 45 años de deambular por el desierto fueron suficientes para que eso lo desalentara o desanimara.

¿Puede usted decir lo mismo? ¿Se ha preguntado alguna vez adónde se fueron sus sueños? La primera vez que Josué y Caleb vieron la Tierra Prometida, supieron que sería de ellos. Así lo había dispuesto Dios, pero el temor se apoderó de los corazones de los israelitas, el informe negativo dado por los otros espías parecía frustrar sus sueños.

Sin embargo, Josué y Caleb se mantuvieron fieles, creyeron que regresarían, y tenían la confianza de que la próxima vez que entraran en la tierra la conquistarían. Esta verdad fue su motivación. Esta verdad los mantuvo inspirados. Podemos imaginarlos levantándose cada mañana, pensando en la promesa de Dios. Son muchas las personas que temen soñar porque creen que sus sueños son demasiado grandes para Dios.

El Señor puso en el corazón de Caleb un sueño al que tendría que responder. Josué y Caleb tuvieron que soportar abrumadoras circunstancias para poder volver al lugar que Dios les había prometido. Habían sido testigos de la muerte de toda una generación de personas —de las que se enfrentaron al Señor y se negaron a entrar en la Tierra Prometida en Cades-barnea. Pero la Biblia no dice que alguno de ellos hizo un comentario negativo. Al igual que muchas personas hoy, se reinventaron a sí mismos al aprender nuevas habilidades. Josué se convirtió en un líder, y Caleb se volvió más fuerte, de modo que cuando regresó, pudo tomar posesión de Hebrón, de la tierra que Dios le había prometido.

Mantengamos vivos nuestros sueños a pesar de toda oposición, a pesar de lo que hemos vivido, sea bueno o sea malo, recordemos que a los que amamos a Dios todas las cosas nos ayudan a bien, recordemos también que nuestro Padre Celestial siempre quiere darnos lo mejor, que tiene planes de paz y de bienestar para darnos un futuro lleno de esperanza, que aunque nuestro comienzo pueda que no haya sido grande nuestro postrer estado será en bendición.

Si ha pasado mucho tiempo, pero Dios nos ha dado promesas, confiemos que fiel es el que lo prometió, no importa la situación en la que estemos viviendo actualmente, ni en las circunstancias que enfrentemos, ni en lo que otros crean de nosotros, lo que importa realmente es que Dios nos ha dado promesas y que desea cumplirlas por el profundo y grande amor que le caracterizan.

Si nuestra situación actual es producto de nuestras equivocaciones, de nuestras malas decisiones, de nuestros pecados, o por causa del daño causado por otros hacia nosotros, confiemos en que el Padre Celestial no nos dejará caídos, que él desea la restauración y bendición para nuestras vidas, Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad, si caímos no quedaremos postrados porque él nos levanta, no importa lo que hayamos vivido si hemos nacido en Cristo y somos hijos e hijas verdaderos de Dios, él siempre tiene sus brazos abiertos para recibirnos, nuestro lugar es junto a Él por la eternidad, Dios pelea por nosotros. Bendiciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario