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Corintios 1:20. Traducción en lenguaje actual (TLA). Y
todas las promesas que Dios ha hecho se cumplen por medio de Jesucristo. Por
eso, cuando alabamos a Dios por medio de Jesucristo, decimos «Amén».
Las promesas de Dios, que son en Jesucristo
para nosotros sus hijos no depende de las dimensiones en la que como seres
humanos nos movemos, ni de las circunstancias o situaciones que estemos
viviendo, ni mucho menos del trasfondo del que venimos; debemos comprender que
estas vienen de la naturaleza de amor del Padre Celestial, de lo que es el en
realidad, Él es el perfecto amor, es misericordiosos y justo, su deseo es
siempre nuestro bienestar, es darnos lo mejor y lo que nos conviene para esta
vida y la vida eterna; estas promesas nos han sido dadas para que seamos
bendecidos en todas las maneras que el Señor ha establecido, son para que
podamos brillar a otros y que muchos conozcan de cuanto amor ha sido derramado
sobre la humanidad.
Debemos saber que en la Biblia el Padre
Celestial nos ha dejado un testamento lleno de promesas para todo aquel que ha
entregado su vida al Señor Jesucristo las haga realidad por medio de la fe, de
la guía y ayuda del Señor el Espíritu Santo, pero nuestro trabajo consiste en
conocerlas, en apropiarnos de ellas y reclamarlas pero a la manera que Dios lo
ha establecido; en todo esto es glorificado Dios en que llevemos mucho fruto y
fruto que permanezca por medio de que le creamos al Padre Celestial.
Hebreos
11:1-3. Reina-Valera 1960 (RVR1960). La fe. Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos
haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que
se ve fue hecho de lo que no se veía.
Hebreos
11:32-34. Reina-Valera 1960 (RVR1960). ¿Y qué más
digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de
Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron
reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de
debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.
Hebreos
11:39-40. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Y todos
éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo
prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen
ellos perfeccionados aparte de nosotros.
Todas las promesas cobran vida en los hijos e
hijas de Dios, a través del llamamiento, los dones, los talentos y del libre
albedrio de cada uno de nosotros. Lo que el Padre Celestial desea es que nosotros
creamos a sus promesas eternas y que las anhelemos en nuestros corazones por la
fe, que le creamos a Él y que nos acerquemos al trono de la gracia sin temor.
Hebreos
4:16. Dios Habla Hoy (DHH). Acerquémonos, pues, con
confianza al trono de nuestro Dios amoroso, para que él tenga misericordia de
nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de necesidad.
Romanos
11:29. Nueva Traducción Viviente (NTV). Pues los
dones de Dios y su llamado son irrevocables.
Debemos también conocer que hay promesas
generales y promesas específicas. Una promesa general es una que el Espíritu
Santo da a cada creyente en cada época. Cuando el autor escribió la promesa, él
no estableció limitaciones de tiempo o destinatario.
Un ejemplo de una promesa general es 1 Juan
1:9, "Si confesamos nuestros pecados, él es
fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad". Esta promesa se basa en
la naturaleza del perdón de Dios y está disponible a todos los creyentes de
todo el mundo. Otro ejemplo de una promesa general es Filipenses 4:7,
"Y
la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús".
Esta promesa se hace a todos los creyentes que,
negándose a preocuparse, traen sus peticiones a Dios (Filipenses 4:6). Otros ejemplos de promesas generales se podrían incluir el Salmo 1:3; 27:10; 31:24; Juan 4:13-14
(observe la palabra "cualquiera"); y Apocalipsis 3:20.
Una promesa específica es una que es hecha a
personas específicas en momentos específicos. El contexto de la promesa
usualmente deja claro quién es el destinatario. Por ejemplo, la promesa de 1 Reyes
9:5 es muy
específica: "yo afirmaré el trono de tu reino
sobre Israel para siempre…". Los versículos anteriores y siguientes aclaran que Dios está hablando
solamente al rey Salomón.
Lucas
2:35 contiene
otra promesa específica: "y una espada traspasará tu misma alma.…". Esta profecía/promesa fue dirigida a María y se cumplió en
su vida. Mientras que una promesa específica no es para para todos los
creyentes en general, es el Espíritu Santo quien puede aún utilizar una promesa
específica para orientar o animar a cualquiera de sus hijos en cualquier época
o cisrcunstancia. Por ejemplo, la promesa de Isaías 54:10 se escribió teniendo en
cuenta a Israel, sin embargo el Espíritu Santo ha usado estas palabras para
consolar a muchos cristianos de hoy: "… pero no se apartará de ti mi
misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará…"
Mientras el apóstol Pablo era guiado para
llevar el evangelio a los gentiles, el afirmó la promesa de Isaías: "Te he puesto para luz de los gentiles, A fin de que seas para
salvación hasta lo último de la tierra" (Hechos 13:47). La promesa de Isaías fue
originalmente para el Mesías, pero en ella Pablo descubrió la guía del Señor
para su propia vida.
Cuando reclamamos una de las promesas de Dios
en las escrituras, debemos tener en cuenta los siguientes principios:
Primero: Las promesas de Dios a menudo son
condicionales. Hay que buscar siempre la palabra "si" en el contexto.
Segundo: Dios nos da promesas para ayudarnos a
someternos mejor a su voluntad y confiar en él. Una promesa no hace que Dios se
doblegue a nuestra voluntad.
Tercero: No asumamos saber exactamente cuándo,
dónde o cómo es que las promesas de Dios se cumplirán en nuestras vidas. Se
cumplen de acuerdo a su voluntad, a sus planes, a sus pensamientos. A sus
propósitos eternos y en el tiempo que él lo ha estimado conveniente.
¿Qué pasa cuando Dios nos hace una promesa?
¿Siempre la cumple inmediatamente? Si usted es como yo, o como la mayoría de
los cristianos, quizás a veces hemos tenido que esperar. El tiempo de espera es
lo que yo llamo el “intermedio”. Veamos qué hacer durante este tiempo
“intermedio” o de tiempo de espera, entre la promesa y el del cumplimiento.
Dios le hizo una promesa a Abraham que tomó
veinte años para cumplirse. Así que sea lo que sea el tiempo que debe esperar,
necesita seguir creyéndole a Dios y recuerde la promesa que él le hizo, ya sea
algo que puso en su corazón o algo directo de la Palabra. De la misma manera
que lo hizo con Abraham, Dios no va a olvidar la promesa que le hizo, Él la
llevará a cabo.
Cuando Abraham y Sara eran ya viejos, Abraham
le pidió a Dios un heredero porque no podían tener hijos. Luego el Señor lo llevó afuera y le dijo: -Mira hacia el cielo y cuenta las
estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia! (Génesis
15:5 NVI).
La Escritura dice que Abraham le creyó a Dios.
Él creyó la promesa sin reservas. Ahora bien, usted quizás no entienda en su
totalidad por qué eso es tan maravilloso al menos que verdaderamente entienda
las circunstancias de Abraham y Sara. Miremos que Abraham tenía 80 años y Sara
tenía 70 años cuando Dios le dio la promesa a Abraham. Pero a pesar de que el
tener un hijo era algo más allá de lo que podía pasar naturalmente, Abraham
continuo creyéndole a Dios.
De la misma manera en que Abraham y Sara
esperaron, nosotros también pasamos mucho tiempo en espera y muchas cosas
importantes pasan durante este tiempo. Es cuando somos probados. Es cuando nos
volvemos verdaderos hombres y mujeres de Dios y es durante este tiempo cuando
nos damos cuenta si verdaderamente confiamos en Él.
No es muy difícil obedecer a Dios y creerle
cuando siente o ve las cosas en movimiento o cuando se está recibiendo la
promesa. Pero se requiere más fe para pasar por este “intermedio” o tiempo de
espera y no darse por vencido con Dios cuando no vemos o sentimos algo.
Necesitamos recordar esto: si vamos a esperar en Dios y recibir las cosas de
acuerdo a su voluntad en lugar de hacerlo por sí mismos, tendremos gozo desde
el comienzo de la promesa hasta que se lleve a cabo.
Así que Abraham espero esos veinte años. En Romanos
4:18 (NVI) dice: “Contra toda esperanza, Abraham creyó y esperó, y de este modo llegó a ser
padre de muchas naciones, tal como se le había dicho: «¡Así de numerosa será tu
descendencia! Cuando al fin Isaac llegó, la promesa de Dios
fue cumplida. Abraham tuvo su propio hijo, nacido de una manera sobrenatural,
de una mujer quien no podía tener hijos.
Necesitamos estar en guardia de no cansarnos
mientras esperamos. A lo largo del camino Abraham y Sara se cansaron y se
desviaron de la promesa de Dios. Cansada de esperar, Sara fue a Abraham y le
sugirió que tuviera un bebé con la sierva Agar, porque Sara no podía tener
hijos. Ella tenía una idea y pensó que estaba ayudando al plan de Dios y
Abraham la escuchó e hizo lo que ella le sugirió.
Pero cuando Agar estaba embarazada, Sara y
Agar se llenaron de menosprecio la una por la otra. Sara culpó a Abraham por
todo y en lugar de tener un milagro, ellos tenían un lio. Agar dio a luz a
Ismael quien no vivía en pacto con Dios y su vida estaba llena de hostilidad (Génesis
16:12; 17:20-21).
Hay dos maneras en las que podemos vivir: Lo
sobrenatural (Isaac) -Dios da una promesa, cuando logra pasar por el intermedio
y recibir la promesa. Y la carne (Ismael) -Usted escucha lo que Dios dice, se
cansa de esperar y hace lo que usted quiere.
Desafortunadamente, muchos de nosotros creamos
nuestros propios Ismaeles. Usted quizás esté tratando con un lío ahora mismo
por algo en lo que usted se envolvió tratando de hacer que algo sucediera a su
tiempo en lugar de esperar el tiempo de Dios. Pero las buenas noticias son que
no tiene que permanecer en ese lío. La gracia de Dios le ayudará a cambiar esas
situaciones para bien.
Veamos otra enseñanza a través de la vida de
Caleb y de cómo conquistó las promesas de Dios. Su nombre significa: temerario,
impetuoso, todo corazón. Fue uno de los enviados a reconocer la tierra.
Confiado con el poder de Dios, dio un informe alentador. Cuando tenía 85 años,
entró en posesión del territorio que Dios le había asignado, arrebatándolo de
las manos de los gigantes anaceos, así, recibió Quiriat-arba, o Hebrón
Él no era príncipe de la tribu a la que
pertenecía, y a pesar de ello se le dio una parte especial. Caleb es un tipo
del hijo o hija de Dios, que por la fe ocupa de una manera práctica y goza del
puesto que Dios le ha dado en los lugares celestiales y en esta vida terrenal,
a pesar de todo lo que se le oponga, creyendo con una fe correcta en las
promesas que el Padre Celestial le ha dado.
Deuteronomio
1:36. Palabra de Dios para Todos (PDT). Sólo Caleb
hijo de Jefone la verá. Sólo a él y a sus descendientes les daré la tierra en
la que él caminó, porque él se mantuvo fiel al SEÑOR”.
Hebrón es una de las ciudades más antiguas de
la humanidad y que hoy en día permanece en el territorio de Israel, llamada
originalmente Quiriat-arba, fue edificada siete años antes que Zoan-Tanis,
ciudad de Egipto (Nm. 13:22); existía, pues, antes que Abraham, quien residió un tiempo en las proximidades
de Hebrón, en el encinar de Mamre. Allí murió Sara; Abraham compró la cueva de
Macpela a los heteos que había entonces en Hebrón para sepulcro, Hebrón está construida sobre dicha cueva, Isaac y Jacob moraron
cierto tiempo por Hebrón.
Hebrón que era una capital de distrito fue asignada a los
sacerdotes y pasó a ser una ciudad de refugio (Jos.
20:7; 21:10-12; 1 Cr. 6: 54-57). David
envió allí una parte del botín conseguido en Siclag (1 S. 30:26-31) y Hebrón vino a ser su
capital durante los primeros siete años de su reinado. Roboam fortificó sus
muros (2 Cr. 11:5, 10, 11). Durante el cautiverio, Hebrón cayó en manos de los edomitas,
que ocuparon el sur de Judá, y Judas Macabeo reconquistó ésta y otras ciudades.
La ciudad fue arrasada por los romanos en el año 69 d.C. Fue
reconstruida, y los árabes la llaman el-Halil. Al finalizar la dominación
británica de Palestina en 1948, Transjordania ocupó militarmente los
territorios correspondientes a Judea y Samaria, incluyendo Hebrón, anexándolos.
En la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967, Israel recuperó estos
territorios, que actualmente administra sin haber efectuado una anexión formal
de los mismos.
Vemos la importancia de esta ciudad y lo que ha significado para el
pueblo de Dios a lo largo del paso de los seres humanos por esta tierra, vemos
a través de ella lo que implica una promesa de Dios y lo que conlleva su
cumplimiento.
Es muy importante para nuestras vidas y para cada hijo e hija de
Dios en estos tiempos poder tener y reflejar el carácter de Cristo en nosotros,
poder manejar todos los asuntos a la manera de Dios conforme a sus planes y
propósitos, conforme a la guía y la ayuda del Espíritu Santo. Debemos
caracterizarnos por ser valientes y esforzados, de convicciones conforme a la
Palabra de Dios, con una actitud correcta, leales, constantes, decididos,
solidarios con nuestros prójimos, y con una fortaleza interna para poder vivir
consagrados y apartados para Dios, en santidad.
Josué 14:6-15. Nueva Traducción Viviente
(NTV). Caleb reclama la herencia de parte de Dios. Una
delegación de la tribu de Judá, dirigida por Caleb, hijo de Jefone, el cenezeo,
se presentó ante Josué, quien estaba en Gilgal. Caleb le dijo a Josué:
«Recuerda lo que el Señor le dijo a Moisés, hombre de Dios, acerca de ti y de
mí cuando estábamos en Cades-barnea. Yo tenía cuarenta años cuando Moisés,
siervo del Señor, me envió desde Cades-barnea a que explorara la tierra de
Canaán. Regresé y di un informe objetivo de lo que vi, pero los hermanos que me
acompañaron asustaron tanto al pueblo que nadie quería entrar en la Tierra
Prometida. Por mi parte, seguí al Señor mi Dios con todo mi corazón. Así que,
ese día, Moisés me prometió solemnemente: “La tierra de Canaán, por donde
recién caminaste, será tu porción de tierra y la de tus descendientes para
siempre, porque seguiste al Señor mi Dios con todo tu corazón”.
Ahora, como puedes ver, en
todos estos cuarenta y cinco años desde que Moisés hizo esa promesa, el Señor
me ha mantenido con vida y buena salud tal como lo prometió, incluso mientras
Israel andaba vagando por el desierto. Ahora tengo ochenta y cinco años. Estoy
tan fuerte hoy como cuando Moisés me envió a esa travesía y aún puedo andar y
pelear tan bien como lo hacía entonces. Así que dame la zona montañosa que el
Señor me prometió. Tú recordarás que, mientras explorábamos, encontramos allí a
los descendientes de Anac, que vivían en grandes ciudades amuralladas. Pero si
el Señor está conmigo, yo los expulsaré de la tierra, tal como el Señor dijo.
Entonces Josué bendijo a
Caleb, hijo de Jefone, y le dio Hebrón como su asignación de tierra. Hebrón
todavía pertenece a los descendientes de Caleb, hijo de Jefone, el cenezeo,
porque él siguió al Señor, Dios de Israel, con todo su corazón. (Antiguamente
Hebrón se llamaba Quiriat-arba. Llevaba el nombre de Arba, un gran héroe de los
descendientes de Anac). Y la tierra descansó de la guerra.
Caleb fue fiel desde el principio, como miembro del grupo de espías
que primero inspeccionó la tierra prometida (Num_13:30-33), vio grandes ciudades y gigantes, pero sabía que Dios ayudaría al
pueblo a conquistar la tierra. A causa de su fe, Dios le prometió una tierra
para él personalmente (Num_14:24;
Deu_1:34-36). Cuarenta y cinco
años más tarde la recibió. Su fe seguía firme. Aunque todavía había gigantes en
la tierra, sabía que el Señor le ayudaría a conquistarlos. Como Caleb, debemos
ser fieles a Dios, no sólo al principio de nuestro camino con El, sino también
a lo largo de nuestra vida.
Cómo pudo decir Caleb: Dame, pues ahora este monte (Jos 14.12)? Tenía 85 años de edad. ¿No estaba ya demasiado viejo para
conquistar territorios e instalarse en una nueva tierra? ¡Por supuesto que no!
Él había esperado toda una vida para recibir la promesa de Dios, y estaba tan
deseoso de ver su sueño convertido en una realidad, como lo había estado cuando
tenía 40 años, la primera vez que exploró la Tierra Prometida.
En efecto, le dijo a Josué: “Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual
era mi fuerza entonces, tal es ahora” (Josué 14.11). Caleb sabía cómo mantenerse joven y productivo. Tuvo que
esperar años para que la bendición de Dios se materializara, pero nunca perdió
la esperanza, nunca dejó de soñar, y nunca puso en duda la bondad de Dios.
Tenía un objetivo fijo, y ni siquiera 45 años de deambular por el desierto
fueron suficientes para que eso lo desalentara o desanimara.
¿Puede usted decir lo mismo? ¿Se ha preguntado alguna vez adónde se
fueron sus sueños? La primera vez que Josué y Caleb vieron la Tierra Prometida,
supieron que sería de ellos. Así lo había dispuesto Dios, pero el temor se
apoderó de los corazones de los israelitas, el informe negativo dado por los
otros espías parecía frustrar sus sueños.
Sin embargo, Josué y Caleb se mantuvieron fieles, creyeron que
regresarían, y tenían la confianza de que la próxima vez que entraran en la
tierra la conquistarían. Esta verdad fue su motivación. Esta verdad los mantuvo
inspirados. Podemos imaginarlos levantándose cada mañana, pensando en la
promesa de Dios. Son muchas las personas que temen soñar porque creen que sus
sueños son demasiado grandes para Dios.
El Señor puso en el corazón de Caleb un sueño al que tendría que
responder. Josué y Caleb tuvieron que soportar abrumadoras circunstancias para
poder volver al lugar que Dios les había prometido. Habían sido testigos de la
muerte de toda una generación de personas —de las que se enfrentaron al Señor y
se negaron a entrar en la Tierra Prometida en Cades-barnea. Pero la Biblia no
dice que alguno de ellos hizo un comentario negativo. Al igual que muchas
personas hoy, se reinventaron a sí mismos al aprender nuevas habilidades. Josué
se convirtió en un líder, y Caleb se volvió más fuerte, de modo que cuando
regresó, pudo tomar posesión de Hebrón, de la tierra que Dios le había
prometido.
Mantengamos vivos nuestros sueños a pesar de toda oposición, a
pesar de lo que hemos vivido, sea bueno o sea malo, recordemos que a los que
amamos a Dios todas las cosas nos ayudan a bien, recordemos también que nuestro
Padre Celestial siempre quiere darnos lo mejor, que tiene planes de paz y de
bienestar para darnos un futuro lleno de esperanza, que aunque nuestro comienzo
pueda que no haya sido grande nuestro postrer estado será en bendición.
Si ha pasado mucho tiempo, pero Dios nos ha dado promesas,
confiemos que fiel es el que lo prometió, no importa la situación en la que
estemos viviendo actualmente, ni en las circunstancias que enfrentemos, ni en
lo que otros crean de nosotros, lo que importa realmente es que Dios nos ha
dado promesas y que desea cumplirlas por el profundo y grande amor que le
caracterizan.
Si nuestra situación actual es producto de nuestras equivocaciones,
de nuestras malas decisiones, de nuestros pecados, o por causa del daño causado
por otros hacia nosotros, confiemos en que el Padre Celestial no nos dejará
caídos, que él desea la restauración y bendición para nuestras vidas, Dios es
fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad, si
caímos no quedaremos postrados porque él nos levanta, no importa lo que hayamos
vivido si hemos nacido en Cristo y somos hijos e hijas verdaderos de Dios, él
siempre tiene sus brazos abiertos para recibirnos, nuestro lugar es junto a Él
por la eternidad, Dios pelea por nosotros. Bendiciones.
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