Salmo 143:10. Enséñame a
hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de
rectitud.
Jeremías 29:11-14. Porque yo
sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de
paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y
vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me
buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y
haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos
los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde
os hice llevar.
3 Juan 2. Amado, yo deseo que
tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu
alma.
Cada
verdadero seguidor de Jesucristo dice que quiere hacer la voluntad de Dios. La
perfecta voluntad de Dios es un asunto de gran importancia para todos aquellos
que dicen amar al Señor. Y existe una vasta diferencia entre someterse a la
voluntad de Dios y aceptar su voluntad.
Someterse significa “sujetarse a” o “rendirse a condiciones impuestas.” A menudo, uno piensa en someterse en términos de castigo o disciplina. Tristemente, muchos cristianos ven la voluntad de Dios de esta manera. Cuando un creyente conoce la gloria de hacer la perfecta voluntad del Señor, él la aceptara con gozo y esperanza! Aceptar significa, “tomar, como en los brazos”. Sin embargo, el triste hecho es, muy pocos cristianos aceptan la perfecta voluntad de Dios.
Quizás estés pensando, “La perfecta voluntad de Dios me ha pasado por alto. Mi vida es una casualidad – no tiene forma ni orden.” ¡No! Puedes estar seguro que Dios tiene un plan y voluntad absoluta y perfecta para cada uno de sus hijos. El no deja ninguna vida a la casualidad. De hecho, él quiere ordenar cada uno de tus pasos todos los días de tu vida aquí en la tierra. ¡Y él desea que tú entres en su plan y voluntad para ti hoy!
Los apóstoles tuvieron un solo deseo para todas las iglesias – que cada miembro supiera la voluntad perfecta de Dios para sus vidas y la aceptara. Pablo escribió acerca de un hermano llamado Epafras: “el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo. …Él siempre ruega encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere.” (Colosenses 4:12). Epafras sabía que Dios tenía una voluntad especial para cada uno en la congregación. Y él sabía que si ellos entraban en la voluntad del Señor, encontrarían gozo, éxtasis y cada una de sus necesidades suplidas.
Es muy fácil para cualquiera decir, “¡Si, yo quiero la perfecta voluntad de Dios en mi vida!” Pero lo cierto es, que ningún creyente entra a su voluntad sin una gran lucha. La perfecta voluntad de Dios es aceptada o abrazada solo en Getsemaní – y Jesús nos dio el ejemplo.
Fue profetizado de Jesús desde el principio que él vendría a la tierra por un propósito eterno: a cumplir la voluntad del Padre. “He aquí, vengo, Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí” (Hebreos 10:7).
No hubo un momento en la vida de Jesús cuando él no estaba consciente que su propósito en la tierra era hacer la voluntad del Padre. Esto debe ser cierto de nosotros también – que en cada hora del día busquemos hacer su voluntad. El hecho es, que ya no nos pertenecemos; fuimos comprados con un precio. ¡Y como Jesús, fuimos creados para hacer la perfecta voluntad del Padre!
Pero, no importa cuán espiritual seas o cuánto tiempo hayas caminado con Jesús, llegara un tiempo cuando tengas que decidir una vez por todas cual voluntad prevalecerá en tu vida: la tuya o la del Padre. Jesús tuvo que enfrentar esa hora. Él sabía que tenía un llamado eterno y divino. Pero él también era humano ¡y fue probado grandemente!
Pero cuando él se levantó de esa lucha, su alma fue inundada de éxtasis. Había algo en el de gloria eterna – porque algo fue arreglado: ¡Su propia voluntad quedó muerta para siempre!
Nuestro
Señor fue a la Cruz con pleno gozo – porque el ya estaba muerto. Él murió a
todo lo que era su humanidad. Y él pudo decir, “Padre, no vino aquí a vivir una
vida fácil. Vine a entregarme para ti. Ahora enfrento el precio - ¡y lo
acepto!”
Jesús se aferró a la voluntad del Padre con un afecto que lo levanto por encima de todos los sufrimientos que le esperaban. Ningún hombre o demonio lo podía tocar. ¡Y ahora el anticipaba ansiosamente la gloria que sería de su Padre!
Si nosotros hemos de ser como Cristo, también tendremos nuestro Getsemaní cuando seamos enfrentados a movernos a la perfecta voluntad de Dios.
Puedes
haber testificado por años: “Estoy aquí en la tierra solamente para hacer la
voluntad de Dios. ¡Obedeceré!” Pero entonces un día llegas cara a cara con una
crisis de vida o muerte más allá de cualquier cosa que hayas conocido. Es un
lugar donde escoger la voluntad de Dios puede ser la decisión más dolorosa y
difícil que hayas enfrentado.
Al final tienes tres opciones: Puedes correr. Puedes hacer nada, y seguir el camino de la voluntad propia. O puedes hacerlo a la manera de Dios, la manera difícil – el camino de la muerte.
La manera del Señor casi siempre parece dolorosa y sin esperanza. Y aceptarla puede significar morir a todo lo que esperabas en la carne.
Ahora, era la perfecta voluntad de Dios castigar y destruir Sodoma y Gomorra. Y fue su misericordiosa voluntad llevar a Lot y su familia a lugar seguro. ¡Si los ángeles no los hubieran tomado de la mano y arrastrarlo de allí, se hubieran perdido! Pero la esposa de Lot no se convirtió en un pilar de sal simplemente porque miro atrás. Estoy seguro que Lot y sus hijas no pudieron evitar mirar atrás sobre tal holocausto. La mujer de Lot tan solo perdió la voluntad de Dios – incluyendo un nuevo comienzo, con paz y propósito – ¡sino que también perdió todos sus sueños y ansias terrenales! ¡Todo se hizo humo!
¡Hacer la voluntad de Dios puede requerir caminar directamente en la cara del horno ardiente! Considera los tres jóvenes hebreos Sadrac, Mesac y Abed-nego. Eran hombres jóvenes en la flor de su vida: líderes de provincias, teniendo autoridad, expertos en lingüísticas. Su meta era llevar las leyes hebreas de moralidad a su sociedad impía. ¡No se puede contar que sueños ellos compartían por la gloria de Dios!
Pero
fueron mandados por decreto a adorar un ídolo con el resto del pueblo. Ellos
fueron advertidos: “Ustedes tienen veinticuatro horas. ¡Si no se postran al
sonido de la trompeta, serán echados en el horno que ha sido calentado siete
veces mas!”
La voluntad de Dios estaba muy clara para ellos: ¡no era posible que se postraran! Pero allí estaban, tres jóvenes brillantes – enfrentando la muerte de todo lo que conocían. Por supuesto que tenían opciones. Ellos pudieron decir: ¡Postraremos solo nuestros cuerpos – pero no nuestros corazones!” O pudieron escapar. Ellos tenían guardas armadas a sus órdenes, los mejores caballos árabes a su disposición. Ellos tenían todo el dinero que necesitaban en sus manos, en la tesorería nacional. Y había lugares seguros en países cercanos.
Pero Sadrac, Mesac y Abed-nego no hicieron ningunas de estas cosas. Al contrario, ¡creo que vigilaron en oración! No hubo una sola de compromiso esa noche – porque todos hicieron lo que Jesús hizo: ¡Tuvieron su Getsemani! Murieron a su propia voluntad – a todas sus habilidades, a su futuro en el gobierno, a todos sus planes piadosos. ¡Y en el momento en que murieron esa noche, sus corazones fueron llenos de éxtasis! Abrazaron la voluntad de Dios, amándola – nunca la soltarían. Ellos dijeron, “¡O, Dios, enfrentaremos lo que sea! Tú eres capaz de librarnos de esto – pero aunque no lo hagas, ¡con gusto pasaremos por ello!”
Ellos no resistieron cuando los soldados vinieron a la mañana siguiente y los ataron de manos y pies. Mas bien, yo creo que mientras esos jóvenes eran llevados al horno, cantaron alabanzas a Dios - ¡porque habían entrado al éxtasis de su perfecta voluntad! Amado, detente y mira las llamas ardientes y blancas de ese horno calentado siete veces: ¡Así es exactamente como se ve cuando miras atentamente a la perfecta voluntad de Dios! Es miedoso, espantoso y doloroso para la carne, sin ninguna promesa de aplazo. Solo hay una invitación: “¡Entra!”
Sin embargo, cuando esos tres hombres hebreos fueron echados en el horno, ¡ya ellos estaban muertos! Muertos a la ambición, muertos al gozo de escuchar los mensajes proféticos que Daniel había compartido, muertos a cualquier pensamiento de esposas e hijos, muertos a toda esperanza y sueños. Solo una cosa les importaba: ¡obedecer la perfecta voluntad de Dios!
Cuando abrazas gustosamente la voluntad de Dios – cuando realmente has muerto al yo – algo es librado en tu corazón que nadie puede explicar o darte. Te pone más allá del alcance de los hombres y los demonios. ¡Pero no es soltado hasta que entres al horno! ¡Una gloria maravillosa espera al alma que abraza la voluntad de Dios!
La puerta del horno representa cruzar al otro lado a la perfecta voluntad de Dios. En este lado de la puerta hay un ejército de enemigos que se mofan, visiones de dolor y sufrimiento. Los demonios te gritan: ¡Dios no espera esto de ti! El te ama. ¿No dijo el que te daría los deseos de tu corazón? ¡Te has convertido en un fanático!”
Pero una vez que cruzas la línea y abrazas la voluntad de Dios, sucede algo increíble: ¡Jesús se manifiesta en tu vida! Cuando los jóvenes hebreos estaban dentro del horno, Jesús estaba esperando allí. Él no se revelo inmediatamente – porque primero ellos tenían que decidir abrazar su voluntad. Pero cuando ellos la abrazaron y murieron a su propia voluntad, Jesús se les manifestó. Y lo que ellos pensaron que eran carbones dolorosos se volvieron en pastos verdes y brisas suaves – ¡porque Jesús había ido antes que ellos!
En el mismo momento que entras al horno – cuando cruzas al otro lado y abrazas la voluntad de Dios – darás la vuelta y veras a Jesús. Él estará allí en una manifestación que podrás tener de ninguna otra manera. Y él hará tres cosas para ti: Primero, él se convertirá en todo en tu vida. Él será tu gozo, tu expectación. Él tocara ese lugar en tu corazón que ninguna persona en la tierra puede tocar.
La otra cosa que Jesús hará será despojarte de todas tus ataduras. Cuando Sadrac, Mesac y Abed-nego entraron al horno, entraron en una liberación: cada atadura fue rota, cada herida fue sanada, cada temor desvaneció - ¡porque Jesús entro rápidamente!
El rey vio a cuatro hombres – caminando, hablando y abrazándose. Los tres hombres jóvenes eran abrazados - ¡por Jesús! ¿Sientes dolor? ¿Sabes cómo sanarte? No sucederá simplemente porque Dios manda a alguien que te entienda – porque nadie te entiende como Jesús. ¡No, el Único que puede satisfacerte completamente es Jesús mismo! Ya sea que sientas vacío, soledad o cualquier otra cosa – ¡cuando entras al horno de su voluntad, todas tus ataduras caerán!
Finalmente, recibirás un llamado a predicar a Cristo a las naciones. Cuando los tres jóvenes hebreos entraron al horno, les llego un llamado que no pudo llegar de ninguna otra forma: “Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente, y dijo: … siervos del Dios altísimo, salid y venid. Y Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, los cuales no cumplieron el edicto del rey y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.
¡Y hablar de un llamado ‘macedonio’! ¡Mira cuán rápido Dios cambio la atmósfera, en tan corto tiempo – de mofa, a maravilla, a un llamado a que el evangelio sea escuchado! Amado, ¡esto es lo que va suceder en los últimos días! La gente no se volverá a predicadores de renombre. ¡En vez de eso, miraran hacia los santos sencillos y humildes quienes se han sometido por entero a la perfecta voluntad de Dios! Estos son los que han conocido el corazón de Jesús. Ellos han salido del horno después de haber estado con Cristo – y la gente se reunirá a su alrededor, diciendo: “Por favor, háblame. ¡Veo que estas entregando tu cuerpo y alma a Jesús – y quiero saber mas de eso!”
Finalmente, hacer la perfecta voluntad de Dios a veces requiere volver a una situación familiar de la cual estuvimos corriendo. Puede que estés en una situación familiar que parezca sin esperanzas. Has clamado, “Señor, no puedo mas - ¡Yo se que no esperas esto de mi!” Piensas que no puedes soportar más tiempo – y si todavía no has echado a correr, probablemente sientes deseos de hacerlo. ¡Pero correr, nunca es el plan de Dios!
Jacob gritó: “¡Señor, necesito un milagro! Tienes que cambiar el corazón de mi hermano. ¡Quítale el odio hacia mí!” Jacob tenía temor e ira en su corazón hacia Dios - ¡porque solo se había sometido a la voluntad de Dios! Él estaba diciendo: “Señor, he dispuesto mi corazón a obedecerte - ¡pero las cosas no están saliendo bien!”
Quizás las cosas no están bien en tu familia. ¿Tienes un esposo alcohólico, una esposa que no te entiende, problemas financieros? Amado, esas son las mismas cosas que Esaú y su ejército representan – cada dolor, cada argumento de la carne, cada razón que tu mente puede darte porque no puedes enfrentar esta situación sin esperanzas. El diablo te dice: “Has obedecido a Dios, has hecho bien - ¡pero nada ha cambiado! El corazón de tu ser querido sigue endurecido – de hecho, esta peor. Si no corres ahora, ¡pasaras el resto de tu vida en un infierno!”
Lo
cierto es que no puedes continuar – si tan solo te vas a someter. Pero puedes
seguir si haces como Jacob: él tuvo un Getsemani – ¡una noche de muerte! Yo sé
lo que Jacob oró esa noche – porque yo he hecho esa oración:
“O Dios, esta situación es demasiado para mí. He manipulado y tratado de hacer que sucedan cosas. ¡Pero estoy cansado de hacer las cosas a mi manera! No puedo seguir corriendo, Señor – quiero que mi vida este bien contigo. Esaú puede matarme a mí y a mi familia – puede quitarme todo lo que tengo. ¡Pero prefiero estar contigo en la gloria que pasar otro día viviendo de esta manera!”
Esa
noche, Jacob murió. Dios lo hirió para que no huyera más. El solo podía cojear
al futuro, totalmente dependiendo del Señor. Pero paso otra cosa también:
éxtasis lleno su alma. Y yo creo que cuando Jacob cruzo el riachuelo para
encontrarse con Esaú temprano en la mañana, ¡el estaba absolutamente libre de
temor!
Tú también puedes estar enfrentando un Esaú. Tu piensas: ¿Quiere decir que mi esposo nunca cambiara – que nada en mi vida va a mejorar?” No - ¡Dios cambió a Esaú! Él le sacó el corazón de piedra. Cuando Esaú se encontró con Jacob, el cayo sobre su hermano, besándolo y abrazándolo. ¡Había completa paz!
Querido santo, no temas entrar al horno. Mientras tengas la paz de Jesús y la perfecta voluntad de Dios, puedes soportar cualquier cosa, en cualquier lugar, en cualquier momento. Puede que tus circunstancias no cambien – ¡pero tú cambiaras! Jesús llenara tu alma de gozo y sanara todas tus heridas y dolor. Tu vida será llena, bendecida - ¡porque él será todo para ti!
No tienes que correr. Solo necesitas mirarlo a él – y abrazar su perfecta voluntad para ti. Y el te dará su gozo abundante y grandioso en medio de tu presente prueba ardiente. ¡Aleluya!
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