1 Juan 4:18-19. LBLA. En el
amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el
temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor. Nosotros
amamos, porque Él nos amó primero.
Hay muchos
sueños y proyectos que se quedan a mitad del camino de nuestras vidas porque
tuvimos temor de abrir la puerta a lo que sería vivir una vida de éxito en
lugar de fracasos. Sabido es que el miedo nos paraliza y hasta llega a
determinar nuestro estilo de vida. La Biblia nos enseña: “El temor del hombre pondrá lazo; mas el
que confía en Jehová será exaltado” Proverbios
29:25. RVR60.
El miedo es para el reino de las tinieblas, lo que la
fe es para Dios. La sentencia de la palabra divina en nuestras vidas nos dice que
Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio.
Somos
llamados, no a convivir con el temor, sino a echarlo fuera de nosotros. En el
presente pasaje Juan nos hace una exposición acerca del amor de Dios como la
base para nuestras victorias y todo lo que emprendamos.
Hay muchas clases de amores, pero solo uno es verdadero:
el amor de Dios, porque Dios es amor. En eso consiste su
diferencia. Nos llama la atención que Juan ponga en un mismo texto al temor y
al amor de Dios. Pero aún más sorprendente que sea en el mismo texto que nos
habla de la más grande afirmación acerca de Dios. ¿Qué significa para un hijo
de Dios que la Biblia nos diga que “Dios es amor?”. Bueno, comenzando por el
tema que nos asiste, el saber que Dios es amor nos trae a la esperanza que por
muy grande que sea el temor, y lo que haya originado eso en nuestras vidas,
será echado fuera.
El temor
es incompatible con el verdadero amor. Las razones son muy obvias. La
afirmación que Dios sea amor es la explicación que existe para la creación. A
veces nos preguntamos cómo es que Dios creo a un mundo que desde el mismo
comienzo le fue desobediente y después se corrompió. El amor de Dios pone en
retirada cualquier temor en la vida.
Ahora Juan
nos lleva de una idea a otra sobre esto del amor. Es un hecho que cuando nos
encontramos con esta clase de amor, el temor tiene que disiparse. A la par de
afirmar que Dios es amor también se nos dice que los que hemos conocido a ese
Dios de amor, permanecemos en él, pero sobre todo que Dios permanece en
nosotros. ¿Cuál es la importancia de esa relación? Que si pertenezco a Dios y
él pertenece a mí, entonces los temores no pueden ser parte de mi vida.
Los
temores son incompatibles con la presencia de Dios, pues no puede habitar la
luz con las tinieblas, y los temores están asociados con las tinieblas.
Lamentablemente hay personas que son controlados por el temor. Por supuesto que
los temores tienen muchos orígenes, pero cualquiera que ellos sean, nada de eso
pertenece a Dios. El temor llega a ser como una cárcel que tú mismo te impones.
Pero el
cristiano sabe a quién pertenece, por lo tanto no puede haber compatibilidad
entre algún temor que se presente y el amor al cual pertenece ahora. Si
permanecemos en Dios el miedo huirá de nosotros.
En el
contexto donde Juan menciona la palabra “amor” con sus derivados 29 veces, la
palabra “perfección” viene a darle a ese amor tan marcado del apóstol una
connotación mayor. Una cosa es hablar que tenemos el amor de Dios, pero otra
muy distinta es que hablemos de la perfección del amor. La palabra “perfección”
es la que se utiliza para hablar de calidad, de durabilidad, de algo que no
tiene defectos.
Por lo
tanto, cuando el amor fue derramado por Dios en nuestro corazón, comenzó en
todos nosotros un perfecto amor. Así que el amor que está en nuestros corazones
no es imperfecto, no tiene mancha ni arruga. Esa clase de amor crea en nosotros
confianza, y es la confianza la que llena nuestra vida para que salga de ella
todo tipo de temor. Por esto es que afirmamos que el temor se define como la
ausencia de ese perfecto amor. La verdad de este texto será que si el perfecto
amor está dentro de nosotros, entonces, no puede existir en nuestros corazones
el temor. Cuando un creyente ha aprendido a tener confianza en su Dios, la paz
llega a ser su característica.
Hay muchas
cosas en este mundo que nos dan razones de sobra para temer: las guerras, el
terrorismo, la violencia, el cáncer, los ladrones, etc. Más aún, si permitimos
que el temor eche sus raíces en nuestros corazones, nos encontraremos
paralizados e incapaces de hacer la voluntad de Dios. El temor te roba, no sólo
el sueño y la paz, sino también el cumplir el destino de nuestro llamado. Dios
no nos ha dado un espíritu de temor; Por el contrario, Él nos ha dado un
Espíritu de poder, de amor, y de dominio propio. (2
Timoteo 1:7)
Con estas tres armas, podemos convertir y conquistar
todos los temores que se lanza hacia nosotros a la fe.
Vuelve y
has frente a tus temores en el poder dunamis de Dios. Dunamis es la palabra
griega para la dinamita. El poder de Dios que está dentro de cada creyente en
Jesucristo puede acabar con todo temor. Se nos ha dado este poder a través del
Espíritu Santo que nos da la gracia y la fuerza para vencer el temor que
intenta impedirnos avanzar en la fe de Dios.
Vuelve y
has frente a tus temores en el amor incondicional de Dios. No hay nada en el
cielo ni en la tierra que nos puede separar del amor de Dios. El amor es una
fuerza poderosa que es evidente en las relaciones humanas, ¿cuánto más poderoso
es el amor de Dios para su pueblo? Podemos estar confiados en la fe contra el
temor, porque sabemos que Dios es nuestro protector que nos ama con todas sus
fuerzas.
Vuelve y
has frente a tus temores siendo solido en controlar tu mente y tus
pensamientos. Satanás ataca a menudo nuestra mente con pensamientos de temores
que son siempre iguales, que tal, sí: ¿y si muero?, ¿y si le hago daño a mi
familia?, ¿qué pasa si pierdo mi trabajo?, ¿y si me vuelvo loca(o)?, etc. El
diablo es el padre de todas las mentiras y él va a utilizar cualquier cosa para
que parezca más grande que Dios. Sin embargo, podemos disciplinar nuestra mente
con la Palabra de Dios para decirle la verdad a las mentiras del diablo en la
cara del temor. La palabra de Dios limpiará los ataques de Satanás en nuestra
mente.
El hombre
está expuesto a muchos miedos. Es por esta razón que Dios, como Padre, se
aseguró que sus hijos comprendieran que
no debían temer. La Biblia dice más de
350 veces la frase “no temas”. También dice,
que nadie ha podido ver a Dios. Y aquellos que con mucho temor y reverencia
pudieron hablar con Él, cuando terminaron de hablar, brillaron de tal manera
que se tenían que tapar el rostro. Porque nadie lo podía mirar.
Cuando
Moisés bajó del monte Sinaí, después de haber estado con Dios, y recibir las
Tablas de la Ley, tuvo que cubrirse el
rostro, porque brillaba de tal manera, que no
podían mirarlo al rostro. Dios sabía que no podíamos mirarle, y
por lo tanto, dejó su Gloría, se vació
de su Gloria, y vino a nacer en un pesebre, rodeado de olor a estiércol, rodeado de
animales. ¿Para qué? Para que no tuviéramos miedo. El saludo que se escucha de
los seres angelicales en la Biblia es: “No temas”. Lo primero que le dice un Ángel a un hombre cuando se le
aparece es: “No temas” “No tengas
miedo”.
Cuando el
Señor se apareció a los discípulos en el barco, en medio de una tormenta, lo primero que le dice: “no tengan miedo,
soy Yo” y cuando el ángel se le apareció a Ezequiel y a Daniel, cayeron de cara al suelo, porque no podían resistir la
gloría del cielo. Y ellos, le dicen: “No temas, No temas”. Los ángeles usaban
ese saludo, como nosotros decimos,
buenos días, ¿cómo está? En
vez de decir, buenos
días ¿cómo está? Ellos
dicen: “No tema” Yo le digo buenos días ¿cómo está?, porque usted, no me
tiene miedo. Pero si fuera un Ángel, que se le apareciera, tendría miedo. Lo
primero que le diría, sería: “No temas”
El Señor
Jesucristo, se hizo hombre, para que
podamos verlo sin tener miedo. Para poderlo saludar, sin tener miedo. Dios se hizo un bebé, para que no tuviéramos
miedo. Así ama Dios. Él se vació de su Gloria, se hizo como uno de
nosotros. Recordemos por qué. Por
amor a usted
y por amor a mí.
Nos amó de tal manera, que ÉL, quiso
hacerse como usted y como yo. Se vistió
de usted. Tomo su humanidad, y Él, se la
puso encima. Él se vistió de usted y de mí.
De tal manera, que ahora cuando lo veamos, lo vamos
a ver cómo nos vemos a nosotros mismos. Pero Él, fue más allá: Dice el profeta Isaías, que Él cargo sobre Si
mismo, el pecado de todos nosotros. No solo se vistió de usted, sino que tomó
su humanidad y se la puso. Tomó su pecado y se lo puso también. Y por ese
pecado, fue a la cruz del Calvario, por nosotros, por amor.
El temor
es lo contrario al amor. En el amor no hay temor. Si tú temes que vas a perder
la salvación, entonces, no has sido perfeccionado en el amor. Si temes que te
van a borrar tu nombre del libro de la vida, no has sido perfeccionado en el
amor. Si temes que se te va a meter el diablo, no has sido perfeccionado en el
amor. Dice en 1 Juan 4:18. RVR60. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa
fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no
ha sido perfeccionado en el amor.
Cuando el amor
fue derramado por Dios en nuestro corazón, generó en nosotros un perfecto amor.
El amor que está ahí en tu corazón no es imperfecto, no tiene mancha ni arruga.
Si el perfecto amor de Dios está dentro de ti, entonces, en tú corazón o mente
no puede existir el temor. El temor es lo contrario al amor. En el amor no hay
temor. Si tú temes que vas a perder la salvación, entonces, no has sido
perfeccionado en el amor. Si temes que te van a borrar tu nombre del libro de
la vida, no has sido perfeccionado en el amor. Si temes que se te va a meter el
diablo, no has sido perfeccionado en el amor.
El temor
lleva en sí castigo. Isaías 53:5 dice que. Si Cristo llevó nuestro castigo, también se llevó
nuestro temor. Cristo, es el perfecto amor y el perfecto amor echó fuera el
temor. A muchos cristianos los controla el temor. Tal vez tu temor procede de
una experiencia traumática, de una falsa creencia o expectativa, de una crianza
de disciplina rígida o de una predisposición genética.
Los
problemas nuestros vienen de adentro. Los conflictos interpersonales comienzan
como problemas intrapersonales. Todos nosotros experimentamos la vida a través
de nuestros pensamientos y sentimientos. ¿Qué clase de pensamiento y
sentimientos tenemos? Casi siempre son pensamientos de miedo y sentimientos de
temor. ¿Usted sabe cuál fue el primer pensamiento y sentimiento que Adán y Eva
experimentaron después de la caída? Fue el miedo.
Génesis
3:10 dice: “…Oí tu voz en el huerto y tuve miedo,
porque estaba desnudo; y me escondí”. Por miedo
Adán le echó la culpa a la mujer. Por miedo Eva le echó la culpa a la
serpiente. Por miedo ¿Qué hacen nuestros hijos cuando son sorprendidos en
alguna falta? Le echan la culpa al lorito de la casa, al que menos tiene que
ver con el asunto.
Recuerde
que el “temor lleva en sí castigo o consecuencia”. Dice el Salmo 56:3-4. “En el día que
temo, Yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; En Dios he confiado; no
temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre? Hay
temores que se llaman hombres, y hay temores que se llaman circunstancias. Este
salmo fue escrito por el rey David cuando fue prendido por los Filisteos en
Gat. 1 Samuel 21:21 dice que David tuvo gran temor de Aquis rey de Gat. ¿Qué
debe hacer uno ante el miedo? Debe perfeccionarse en el amor de Dios, porque el
perfecto amor echa fuera el temor.
El que ama
confía en Dios. El que ama no teme a los Aquis de la vida. ¿Por qué entre dos
pastores; entre dos familiares; entre dos amigos; entre dos iglesias; entre dos
vecinos, temen acercarse? Porque el que teme no ha sido perfeccionado en el
amor. El amor libera al temor. No temas ir a tu jefe, a tu pastor, a tus
padres. El temor es un velo sobre nuestros ojos que no nos deja ver los caminos
y las alternativas para resolver problemas.
Existen
miedos irracionales. Por temor, hay personas que no salen a la calle. Por
temor, un estudiante no pregunta al profesor en el salón de clase. Por temor,
un hermano no se le acerca a una hermana que le gusta en la iglesia. Por temor,
un pastor no se atreve a escudriñar el evangelio de la gracia. Por temor, un
hermano no invierte en un negocio. Por temor, hay personas que no se montan en
un avión o en un ascensor. Por temor se pierden muchas cosas y se dejan de
hacer.
Los
temores son argumentos que tu mente se inventa cada día. Y Pablo dice: “Derribando todo argumento que se levanta
en contra de tu vida.
Job 3:25 dice: Porque el
temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo temía. Observa
que Job llamó al temor y enseguida le vino. El temor fue un espanto en la mente
de Job. El temor es algo que tu mente te ha dado, pero observa lo que Dios no
te ha dado, 2 Timoteo 1:7 dice Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de
poder, de amor y de dominio propio.
Si Dios no
te ha dado “espíritu de cobardía”, entonces, no lo tienes. No hay temor en tu
mente o corazón. Tú corazón sólo debe tener lo que Dios te ha dado: espíritu de
poder, espíritu de amor y espíritu de dominio propio. En el amor no hay temor.
Bendiciones.
El temor
es lo contrario al amor. En el amor no hay temor. Si tú temes que vas a perder
la salvación, entonces, no has sido perfeccionado en el amor. Si temes que te
van a borrar tu nombre del libro de la vida, no has sido perfeccionado en el
amor. Si temes que se te va a meter el diablo, no has sido perfeccionado en el
amor. Si temes a la marca del 666, no has sido perfeccionado en el amor.
Cuando el
amor fue derramado por Dios en nuestro corazón, generó en nosotros un perfecto
amor. El amor que está ahí en tu corazón no es imperfecto, no tiene mancha ni
arruga. Si el perfecto amor de Dios está dentro de ti, entonces, en tú corazón
o mente no puede existir el temor.
En Hebreos 2:14-15 (PDT) la Biblia
dice: “Los
hijos de una familia son gente de carne y hueso, por eso Jesús se hizo de carne
y hueso igual que ellos. Sólo así pudo morir y con su muerte derrotar al
diablo, quien tenía el poder de la muerte. Jesús se hizo hombre para liberar a
los hombres, quienes habían estado esclavizados toda la vida por temor a la
muerte”
Reflexionemos
sobre el tema que estudiamos el día de hoy ¿Cuáles son nuestros temores? ¿Cómo
podemos llenar nuestra vida con más del amor perfecto de Dios para que no haya
lugar para el temor? Bendiciones.
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