Lucas 22:31-32. Dijo también
el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a
trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto,
confirma a tus hermanos.
Hermano
y hermano, mi invitación en este momento es a que vivas sólo para Dios, que
todo tu ser, espíritu, alma y cuerpo sean guardados irreprensibles para la
venida de nuestro Señor Jesucristo, que sólo te importe agradarlo, que solo te
importe amarlo, que solo te importe escuchar la voz del Espíritu Santo, que
sólo te importe amar la Palabra de Dios y colocarla por obra. Que sólo te
importe lo que el piense de ti, porque si él te llamó es porque te ama y tiene
planes con tu vida, con tu familia; persevera, toma aliento de vida en él y
busca lo que él tiene para ti, no mires lo que los demás opinen, pon tus ojos
en Jesucristo, prosigue a la meta de tu supremo llamamiento, por dura que sea
la prueba, Dios te sacará en victoria, él ha dispuesto como dice la Escritura
de una puerta de salida para tu situación, el abre caminos en el desierto y
ríos en el sequedal.
Mateo 22:33-40. Oyendo
esto la gente, se admiraba de su doctrina. Entonces los fariseos, oyendo que
había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. Y uno de ellos,
intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran
mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De
estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Nuestro amor y servicio al Señor son probados todo
el tiempo, al igual que nuestra fe. Como creyentes en Jesucristo es necesario que todos seamos
probados en nuestra fe, es necesario saber si verdaderamente somos hijos de
Dios, si de verdad hemos nacido de nuevo, si de verdad confiamos en el Señor y
su Palabra; para nosotros es parte de nuestra existencia, algo necesario,
porque realmente de esa manera es que realmente podemos ver quiénes somos, es
cuando se refleja nuestra verdadera naturaleza, es cuando dejamos ver nuestro
corazón delante Dios, es de esta manera que en medio de las pruebas, los ataques, las
tentaciones y tribulaciones podemos ver la obra que el Señor está haciendo en nosotros.
Deuteronomio 8:1-5. Cuidaréis
de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y
seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con
juramento a vuestros padres. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha
traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para
probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus
mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná,
comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber
que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de
Jehová vivirá el hombre. Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se
te ha hinchado en estos cuarenta años. Reconoce asimismo en tu corazón, que
como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga.
Estamos
es este mundo, pero hemos sido rescatados de nuestra vieja y vana manera de
vivir, que es conforme a los lineamientos del mundo y sus malos deseos, para
anunciar a la humanidad las virtudes de nuestro Salvador Jesucristo; todo lo
que nos sucede es para nuestro bien y nuestro provecho con propósitos de vida
eterna para aquellos que nos rodean en el lugar donde el Señor nos ha puesto.
Hechos 14:22. La Nueva
Biblia de los Hispanos. Fortaleciendo los ánimos (las almas) de los discípulos,
exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: "Es necesario que a
través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios."
Dios
es el único que conoce nuestra condición espiritual (nuestra posición delante
de Dios en Cristo) y nuestra situación actual (aquellas circunstancias que
estamos enfrentando en el momento), es por eso que quienes hemos creído en el y
en su Palabra, debemos colocar toda nuestra confianza en el Señor, debemos
colocar nuestra fe en nuestro Creador y Salvador. Nuestra visión de la realidad
está limitada por nuestros sentidos físicos, sin embargo nuestro Dios nos puede
revelar los caminos que debemos seguir y los asuntos por venir, (aquellas
situaciones que no entendemos) ya que él tiene la visión de todas las cosas que
ha creado.
Jeremías 33:2-3. Así
dice el SEÑOR que hizo la tierra, el SEÑOR que la formó para establecerla; el
SEÑOR es su nombre: “Clama a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes
e inaccesibles, que tú no conoces”.
Cuando
eres una persona con un corazón humilde y sincero que se acerca al trono de la
gracia, hallarás oportuno socorro. No depende de lo que somos, de lo que
tenemos, de nuestras fuerzas, no depende de otras personas, no depende de
nuestros conocimientos y capacidades, no depende de lo que nos falta, no
depende de nuestras raíces ancestrales, no depende del lugar en dónde nos congregamos,
“dependemos
de la gracia y el amor que es en Jesucristo Señor nuestro, dependemos de la vida
y la ayuda de nuestro Señor el Espíritu Santo.
Salmos 46. Dios es
nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por
tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes
al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes
a causa de su braveza. Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el
santuario de las moradas del Altísimo.
Dios está en medio de ella; no será
conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana. Bramaron las naciones,
titubearon los reinos; dio él su voz, se derritió la tierra. Jehová de los
ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. Venid, ved
las obras de Jehová, que ha puesto asolamientos en la tierra. Que hace cesar
las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza,
y quema los carros en el fuego.
Estad quietos, y conoced que yo soy
Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Jehová de
los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Por
más oscura que sea la noche, por más oscuro que sea el valle de sombra de
muerte que estemos atravesando, la presencia de Dios y su mano poderosa nos
sostendrán y nos libertará porque está escrito que las puertas del infierno no
prevalecerán contra la iglesia de Jesucristo.
2 Crónicas 16:9a. La Biblia de las Américas. Porque los ojos del SEÑOR recorren toda la tierra para
fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo.
El
Señor el Espíritu Santo está en nosotros, con nosotros y sobre nosotros para
pastorearnos, para guiarnos, para consolarnos, para enseñarnos y para hacernos
más y más como él, como verdaderos hijos de Dios. Rendirnos a él, alabarle en
medio de nuestros tiempos, adorarle por lo que él es; ese es nuestro deleite,
en Dios y su Palabra esperaremos. Él sabe que hacer por nosotros y con
nosotros.
Jeremías 29:11-14. Porque
yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos
de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y
vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me
buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y
haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos
los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde
os hice llevar.
Hay
etapas en nuestras vidas en que no podemos controlar y enfrentar humanamente
situaciones que se nos presentan, hay momentos y circunstancias que no
entendemos, las cosas no salen como nos llegamos a imaginar en algún momento de
nuestras vidas; es por eso que debemos arrojarnos en las manos de Dios y su
voluntad.
Que
nuestro corazón se derrame delante del trono de misericordia, que dispongamos
todo nuestro ser para buscarle, para amarle, para alabarle y adorarle, pues él
sabe que es lo que más conviene. Perseveremos y soportemos en todo momento
hasta que seamos llamados a rendir cuentas en su presencia.
Daniel 1:1-8. En el año
tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia
a Jerusalén, y la sitió. Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá,
y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a
la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.
Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus
eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos
en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda
sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en
el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos. Y
les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y
del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se
presentasen delante del rey. Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías,
de los hijos de Judá. A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a
Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.
Y Daniel propuso en su corazón no
contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía;
pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.
Vemos
lo que nos enseña la Biblia a través de la vida del profeta Daniel y de cómo la
providencia del Señor actúa a favor de una persona que deposita toda su
confianza en Dios. También podemos ver la manera en que Dios obra a través de
esas personas que se rinden a su señorío, de cómo operan los propósitos eternas
para salvación y vida eterna.
Daniel
fue de noble cuna, si es que no era de la familia real de Judá. En su juventud
fue llevado al cautiverio en Babilonia, en el cuarto año del reinado de
Joaquín, 606 a. C. Allá le enseñaron la ciencia de los caldeos, y tuvo altos
cargos en el imperio babilónico y en el persa. Fue perseguido por su religión,
pero fue milagrosamente librado, y vivió hasta edad avanzada, y debe de haber
tenido alrededor de noventa y cuatro años en la época de la última de sus
visiones.
El
libro de Daniel es en parte histórico, porque narra varias circunstancias
acaecidas a él y a los judíos en Babilonia, pero es principalmente profético
detallando visiones y profecías que anuncian muchos sucesos importantes
referidos a los cuatro grandes imperios del mundo, a la venida y la muerte del
Mesías, a la restauración de los judíos y a la conversión de los gentiles.
Aunque hay considerables dificultades para explicar el significado profético de
algunos pasajes de este libro, siempre hallamos aliento para la fe y la
esperanza, ejemplos dignos de imitar y algo para dirigir nuestros pensamientos
a Cristo Jesús en la cruz y en su trono glorioso.
Daniel
era aún firme en su religión. Siguió aferrado al espíritu de un israelita sin
importar el nombre que le dieron. Estos jóvenes sintieron escrúpulos acerca de
la comida, no fuera a ser pecaminosa. Cuando el pueblo de Dios está en
Babilonia, debe tener especial cuidado de no participar en sus pecados. Es
digno de elogio que la juventud no codicie ni busque los deleites de los
sentidos. Los que desean destacarse en sabiduría y piedad, deben aprender a
someter el cuerpo.
Daniel
evitó corromperse con el pecado; nosotros debemos temer más eso que cualquier
otro problema externo. Más fácil es mantener la tentación a distancia que
resistir cuando está cerca. No podemos aprovechar mejor lo que nos beneficia,
que usarlo para alejarnos de pecar. Daniel era un hombre de gran valor. No
permitió que sus circunstancias lo amedrentaran. Tenían fuertes convicciones, y
las vivió. Nos sirve como gran ejemplo, pues el Reino de Dios es de los
valientes. Para seguir a Jesús, tenemos que poseer gran valor.
¡Dios mostró su poder! No solamente sostuvo a Daniel y a sus amigos,
sino que hizo que sobrepasaran a los demás jóvenes en salud y en inteligencia.
Les dotó de gran sabiduría. Aún los magos y hechiceros se quedaban atrás ante
la astucia divinamente otorgada a estos jóvenes. Esta historia es inspiradora,
pero ¿qué nos enseñará a nosotros? La vida de Daniel nos demuestra cómo tener
confianza en medio del caos. Es difícil imaginar una situación más caótica que
la que enfrentó Daniel, y sin embargo, pudo mantenerse ecuánime y triunfar.
Podemos
hacer lo mismo, en primer lugar, podemos tener confianza en medio del caos de
este mundo porque nuestro Dios es soberano. Este es uno de los grandes mensajes
de la vida de Daniel. A pesar de las apariencias, Dios está en control. Esto se
ve de varias maneras en el capítulo que hemos leído. Para empezar, vemos en el verso 2 que la conquista de Judá no fue ningún
accidente, sino que Dios lo permitió. Fue parte del plan de Dios. Daniel no nos
demuestra, entonces, una especie de optimismo ingenuo que ignora las
circunstancias.
Daniel
como judío devoto, entendía que el castigo de su pueblo venía de mano de Dios,
y se propuso vivir piadosamente. Entendió que Dios tenía un propósito en lo que
estaba sucediendo, y prefirió vivir según el propósito de Dios.
Nosotros podemos vivir con la misma confianza hoy
en día, tomando la Biblia es nuestro manual de vida. Aquí podemos entender cuál es el plan de Dios,
y no permitir que los giros y las vueltas de este mundo nos amedrenten. Podemos
tener confianza en medio del caos de este mundo si entendemos que nuestro Dios
es soberano. Vemos la soberanía de Dios en su fidelidad a Daniel. Cuando Daniel
le fue fiel a Dios, Dios también fue fiel en proteger la salud de los jóvenes.
Si nosotros le somos fieles a Dios, podemos estar seguros de que Él lo verá y
se complacerá con nosotros.
Dios
también mostró su soberanía permitiéndole a Daniel ver la caída del imperio que
lo había llevado preso. Cuando leemos en el verso 21 que Daniel se quedó en
Babilonia hasta el primer año del rey Ciro, entendemos que Daniel llegó a ver
la caída de Babilonia - pues Ciro es el rey persa que derrocó al reino
babilónico.
Si confiamos en nuestro Dios soberano, habrá una
diferencia en nuestra forma de vivir. Nuestra confianza en medio del caos nos llevará a vivir
sabiamente en medio de un mundo caótico. Fíjense en las cualidades que
mostraron Daniel y sus compañeros. Mostraron, primeramente, gran valor. ¿Fue
este valor simplemente alguna cualidad nativa de ellos? No, nació más bien de
la confianza que tenían en el Señor. Daniel se propuso no contaminarse con la
comida del Rey porque sabía que a Dios le agradaría, no por algún instinto de
rebelión.
Cuando sabemos que Dios está en control, podemos
enfrentar el futuro con seguridad. No tenemos que temer. La confianza produce valor. Notamos
que Daniel y sus amigos también mostraron gran sabiduría. Nuestro Señor Jesús
nos dijo que, como seguidores suyos, debíamos de ser inocentes como palomas y
astutos como serpientes.
Daniel
muestra esta combinación de inteligencia e integridad. En lugar de tomar alguna
acción descabellada como lo hizo Pedro en el jardín del Getsemaní, Daniel fue
sabio. Por el otro lado, no comprometió su integridad. Algunas personas, cuando
se encuentran en una situación difícil, buscan la forma de salir haciendo
trampa. Se justifican, diciendo que es necesario, que hay que ser prácticos,
que hay que vivir con la situación actual. Todo eso de seguir las leyes de Dios
es bonito, dicen, pero no funciona en la vida real.
Daniel
y sus compañeros nos muestran que sí se puede vivir en medio de un ambiente
corrupto y pagano, y a la vez mantener nuestra integridad como creyentes.
Hermanos, el enemigo pondrá en sus caminos múltiples oportunidades para avanzar
con una pequeña mentira, con un poco de deshonestidad, con sólo una pequeña
trampa. Recordemos
a Daniel, y confiemos en Dios. Dios es capaz de bendecir proteger y prosperar
al que en El confía. La integridad es fácil de perder, pero difícil de recobrar. No entregues
tu integridad. Confía más bien en Dios.
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