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Es tiempo de
sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y
la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que
empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina
Valera: TEOLOGÍA
SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.
Juan 5:39. Escudriñad las
Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las
doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e
infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres
de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las
doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la
regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la
plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original
y su caída en pecado.
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA
2. Es el
estudio de las doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución,
redención, reconciliación, propiciación, justificación, elección,
predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la
unión mística del creyente con Cristo. Incluye el estudio de las
doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros, propósito, comisión, culto,
organización y ordenanzas. Incluye el estudio de las profecías de la
Biblia: principalmente las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la
iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial,
los juicios finales y el estado eterno.
Clase 6. Dios el Padre por
Lewis Sperry Chafer
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A. EL PADRE COMO LA PRIMERA PERSONA.
Se indica que hay tres Personas en la
Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y que ellas son un solo Dios.
La Primera Persona es designada como el Padre. Por lo tanto, el Padre no es la
Trinidad, el Hijo no es la Trinidad y el Espíritu tampoco es la Trinidad. La
Trinidad incluye las tres Personas. Aunque la doctrina del Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo está presentada en el Antiguo Testamento y estos términos se dan
a las Personas de la Trinidad, el Nuevo Testamento define y revela la doctrina
total.
Y en esta revelación neotestamentaria
el Padre aparece eligiendo, amando y dando; el Hijo se revela sufriendo,
redimiendo y sustentando; mientras que el Espíritu se manifiesta regenerando,
impartiendo poder y santificando. El Nuevo Testamento se centra en revelar a
Jesucristo, pero a la vez, presenta a Cristo como el Hijo de Dios, la verdad de
Dios el Padre es, de esta manera, revelada. Dado el orden irreversible del
Padre mandando y comisionando al Hijo, y el Hijo mandando y comisionando al
Espíritu Santo, el Padre se designa correctamente en teología como la Primera
Persona sin rebajar en ninguna manera la inefable deidad de la Segunda o la
Tercera Persona.
En la revelación concerniente a la
paternidad de Dios pueden observarse cuatro aspectos diferentes:
1) Dios como el Padre de toda la
creación
2) Dios el Padre por relación íntima;
3) Dios como el Padre de nuestro Señor
Jesucristo, y
4) Dios como el Padre de todos los que
creen en Jesucristo como Salvador y Señor.
B. LA PATERNIDAD SOBRE LA CREACIÓN.
Aunque las tres Personas participaron
en la creación y participan en el sostenimiento del universo físico y de las
criaturas que existen en él, la Primera Persona, o sea Dios el Padre, en una
manera especial es el Padre de toda la creación. De acuerdo a Efesios 3:14-15, Pablo escribe: «Por esta causa doblo mis rodillas
ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en
los cielos y en la tierra.» Aquí toda la
familia de criaturas morales, incluyendo ángeles y hombres, son declaradas para
constituir una familia de la cual Dios es el Padre. De una manera similar, en Hebreos 12:9 la Primera Persona es nombrada como «el Padre de
los espíritus», lo que parece otra vez
incluir todos los seres morales tales como ángeles y hombres. De acuerdo a Santiago 1:17, la Primera Persona es el
«Padre
de las luces», una expresión peculiar
que parece indicar que Él es el originador de toda luz espiritual. En Job 38:7 los
ángeles se describen como hijos de Dios.
Job 38:7. Cuando alababan todas las
estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios? Job 1:6. Un día vino a presentarse delante de Jehová los hijos de
Dios, entre los cuales vino también Satanás. Job 2:1. Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para
presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose
delante de Jehová.
A Adán se le refiere como hijo de
Dios por creación en Lucas 3:38, por implicación, un hijo de Dios. Malaquías 2:10 hace la pregunta: « ¿No tenemos todos un mismo Padre?
¿No nos ha creado un mismo Dios?»
Pablo, dirigiéndose a los atenienses en la colina de Marte, lo incluyó en este
argumento: «Siendo, pues, linaje de Dios» (Hch. 17:29). En 1 Corintios 8:6 se hace la declaración:
«Para
nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las
cosas.»
En base a estos textos hay suficiente
campo para concluir que la Primera Persona de la Trinidad, como el Creador, es
el Padre de toda la creación, y que todas las criaturas que tienen vida física
deben su origen a Él. Solamente en este sentido es correcto referirse a la
paternidad universal de Dios. Todas las criaturas participan en este sentido en
la hermandad universal de la creación. Esto no justifica, sin embargo, el mal uso
de esta doctrina por los teólogos liberales para enseñar la salvación
universal, o que cada hombre tiene a Dios como su Padre en un sentido
espiritual.
C. LA PATERNIDAD POR UNA ÍNTIMA RELACIÓN.
El concepto y relación del padre y el
hijo se usan en el Antiguo Testamento en muchas instancias para relacionar a
Dios con Israel. De acuerdo a Éxodo 4:22, Moisés instruyó al Faraón: «Jehová ha dicho
así: Israel es mi hijo, mi primogénito.»
Esto era más que ser meramente su
Creador y era menos que decir que ellos eran regenerados, pues no todo Israel
tenía vida espiritual. Afirma una relación especial de cuidado divino y
solicitud para con Israel similar a la de un padre hacia un hijo.
Prediciendo el favor especial sobre
la casa de David, Dios reveló a David que su relación hacia Salomón sería como
de un padre hacia un hijo. El dijo a David: «Yo le seré a él padre, y él me será
a mi hijo» (2 S.7:14). En general, Dios declara que su
cuidado como un Padre será sobre todos quienes confían en El como su Dios. De
acuerdo al Salmo 103:13, la declaración se hace: «Como el padre se
compadece de sus hijos, se compadece Jehová de los que le temen.»
D. EL PADRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
La revelación más importante y
extensa con respecto a la paternidad de Dios se relaciona con la vinculación de
la Primera Persona a la Segunda Persona. La Primera Persona se describe como «el Dios y Padre de
Nuestro Señor Jesucristo» (Ef. 1:3). La revelación
teológica más comprensiva del Nuevo Testamento es que Dios el Padre, la Primera
Persona, es el Padre del Señor Jesucristo, la Segunda Persona. El hecho de que
Jesucristo en el Nuevo Testamento se refiere frecuentemente como el Hijo de
Dios, y que los atributos y obras de Dios le son constantemente asignados,
constituye de una vez la prueba de la deidad de Jesucristo y la doctrina de la
Trinidad como un todo, con Cristo como la Segunda Persona en relación a la
Primera Persona, como un hijo está relacionado a un padre.
Los teólogos, desde el siglo I han
luchado con una definición precisa de cómo Dios es el Padre de la Segunda
Persona. Obviamente los términos «padre» e «hijo» son usados de parte de Dios
para describir la íntima relación de la Primera y Segunda Persona, sin cumplir
necesariamente todos los aspectos que serían verdaderos en una relación humana
de padre e hijo. Esto es especialmente evidente en el hecho de que ambos, el
Padre y el Hijo, son eternos. El error de Arrio en el siglo IV, que el Hijo fue
el primero de todos los seres creados, fue denunciado por la Iglesia temprana
como una herejía, en vista del hecho de que la Segunda Persona es tan eterna
como la Primera Persona.
Algunos teólogos, mientras que
afirmaban la preexistencia de la Segunda Persona, han intentado empezar el
papel de la Segunda Persona como un Hijo en algún tiempo en la creación, en la
Encarnación, o en algún punto subsiguiente de especial reconocimiento hacia la
Segunda Persona, como su bautismo, su muerte, su resurrección o su ascensión.
Todos estos puntos de vista, sin embargo, son falsos, ya que la Escritura
parece indicar que la Segunda Persona ha sido un Hijo en relación a la Primera
Persona desde toda la eternidad.
La relación de Padre e Hijo, por lo
tanto, se refiere a la deidad y unidad de la Santa Trinidad desde toda la
eternidad, en contraste a la Encarnación, en la cual el Padre estaba
relacionado a la humanidad de Cristo, la cual empezó en un tiempo. Dentro de la
ortodoxia, y en conformidad a ella, las palabras del Credo de Nicena (325
D.c.), en respuesta a la herejía arriana del siglo IV, declaran: «el Unigénito
Hijo de Dios, engendrado del Padre antes que todos los mundos; Dios de dioses,
Luz de luz, Dios absoluto, engendrado, no hecho, siendo de una sustancia con el
<Padre>. En igual manera, el Credo de Atanasio declara: «El Hijo es del Padre
solamente; no hecho ni creado, sino engendrado... desde la eternidad de la
sustancia del Padre.»
Usando los términos <Padre> e
<Hijo> para describir la Primera y Segunda Personas, los términos son
elevados a su más alto nivel, indicando unidad de vida, unidad de carácter y
atributos, y aun una relación en la cual el Padre pudiera dar y enviar al Hijo,
aun cuando esto se relaciona esencialmente con la obediencia del Hijo muriendo
en la cruz. La obediencia de Cristo está basada sobre su calidad de Hijo, no en
ninguna desigualdad con Dios el Padre en la unidad de la Trinidad.
Mientras que la relación entre la
Primera y la Segunda Personas de la Trinidad es en realidad como la de un padre
con su hijo y la de un hijo con su padre, el hecho en sí de esta relación ilustra
una verdad vital que para hacerse accesible a nosotros condesciende a
expresarse en la forma de pensamiento que corresponde a una mente finita. 2 Co. 1:3. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias y Dios de toda consolación, Ga. 4:4. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a
su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, He. 1:2. En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a
quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.
Aunque brevemente mencionada en el
Antiguo Testamento, es una de las enseñanzas más amplias del Nuevo Testamento,
como puede verse en los puntos que señalamos a continuación:
1. Se declara que el Hijo de Dios ha
sido engendrado por el Padre. Sal. 2:7. Yo publicaré el decreto; Jehová me
ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Is. 7:14. Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la
virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Is.
9:6-7. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es
dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable,
Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su
imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino,
disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para
siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
Jn. 1:14,18. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y
vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de
verdad. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del
Padre, él le ha dado a conocer. Jn. 3:16,18. Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. El que en él cree,
no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído
en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 1 Jn. 4:9. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en
que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
2. El Padre reconoce como su Hijo al
Señor Jesucristo. Mt. 3:17. Y hubo una voz de los cielos, que
decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. Mt. 17:5. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he
aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia; a él oíd. Lc. 9:35. Y vino una
voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.
3. El Señor Jesucristo reconoce a la
Primera Persona de la Trinidad como su Padre. Mt. 11:27. Todas las
cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre,
ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera
revelar. Mt. 26:63-64. Mas Jesús callaba.
Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos
digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y
además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra
del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. Lc. 22:29. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó
a mí.
Jn. 8:16-29. Y si yo juzgo, mi juicio es
verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre. Y en
vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy
el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí.
Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis,
ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais. Estas
palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y
nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora. Otra vez les dijo Jesús:
Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy,
vosotros no podéis venir. Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí
mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir? Y les dijo: Vosotros
sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este
mundo.
Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis
que yo soy, en vuestros pecados moriréis. Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres?
Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. Muchas cosas
tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo,
lo que he oído de él, esto hablo al mundo. Pero no entendieron que les hablaba
del Padre. Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre,
entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me
enseñó el Padre, así hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha
dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. Hablando él
estas cosas, muchos creyeron en él.
Jn. 8:33-44. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos
de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jn. 17:1. Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo,
dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo
te glorifique a ti;
4. Los hombres reconocen
que Dios el Padre es el Padre del Señor Jesucristo. Mt. 16:16. Respondiendo Simón Pedro, dijo:
Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Mr. 15:39. Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después
de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de
Dios. Jn. 1:34,49. Y yo le vi, y he dado
testimonio de que éste es el Hijo de Dios. 49 Respondió Natanael y le dijo:
Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Hch. 3:13. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros
padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y
negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad.
5. El Hijo manifiesta su
reconocimiento del Padre sometiéndose a El. Jn. 8:29,49. Porque el que me envió,
conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le
agrada. Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros
me deshonráis. Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga.
6. Aún los demonios reconocen la
relación que existe entre el Padre y el Hijo. Mt. 8:29. Y clamaron
diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para
atormentarnos antes de tiempo?
E. EL PADRE DE TODOS LOS QUE CREEN EN CRISTO.
En contraste al concepto de Dios el
Padre como el Creador, el cual se extiende a todas las criaturas, está la
verdad de que Dios es el Padre, en una manera especial, de aquellos que creen
en Cristo y han recibido la vida eterna.
El hecho de que Dios es el Padre de
toda la creación no asegura la salvación de todos los hombres ni tampoco les da
a todos vida eterna. La Escritura declara que hay salvación sólo para aquellos
que han recibido a Cristo por la fe como su Salvador. La afirmación de que Dios
el Padre es el Padre de toda la Humanidad, y que hay, por lo tanto, una
hermandad universal entre los hombres, no significa que todos son salvos e irán
al cielo.
La Escritura enseña, en lugar de lo anterior, que sólo aquellos
quienes creen en Cristo para salvación son hijos de Dios en un sentido
espiritual. Esto no es en el terreno de su nacimiento natural dentro de la raza
humana, ni en el terreno en el cual Dios es su Creador, sino más bien está
basado sobre su nacimiento segundo, o espiritual, nacimiento dentro de la
familia de Dios.
Jn. 1:12. Más a todos los que le recibieron,
a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; Ga.
3:26. Pues todos sois hijos de Dios por la fe en
Cristo Jesús; Ef. 2:19. Así que ya no sois
extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la
familia de Dios, Ef. 3:15. De quien toma
nombre toda familia en los cielos y en la tierra, Ef. 5:1. Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
Por medio de la obra de regeneración
que efectúa el Espíritu Santo, el creyente es hecho un hijo legítimo de Dios. Y
siendo Dios su Padre en verdad, el redimido es impulsado por el Espíritu a
exclamar: «Abba,
Padre.» Por
haber nacido de Dios, es ya un participante de la naturaleza divina y, sobre la
base de ese nacimiento, ha llegado a ser un heredero de Dios y coheredero con
Cristo.
Jn. 1:12-13. Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni
de voluntad de varón, sino de Dios. Jn. 3:3-6. Respondió
Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer
siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y
nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de
agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de
la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
Ro. 8:16-17. El Espíritu mismo da testimonio
a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también
herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos
juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Tito
3:4-7. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios
nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 1 P. 1:4. Para una herencia incorruptible, incontaminada e
inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros.
Al llegar a la consideración de lo
que las Escrituras enseñan tocantes al poder y autoridad de Satanás en la
actualidad, se darán más pruebas de que todos los hombres no son, por su nacimiento
natural, hijos de Dios. Sobre este particular tenemos la evidencia de las más
claras y directas enseñanzas del Señor Jesucristo. Refiriéndose a los que
persisten en su incredulidad, El dice: «Vosotros sois de vuestro padre el
diablo» (Jn. 8:44). Y de manera semejante se expresa
cuando, al describir a los no regenerados, dice: «La cizaña son los hijos del malo» (Mt. 13:38). El apóstol Pablo dice que los no salvos son
«hijos
de desobediencia» e «hijos de ira» (Ef. 2:2-3).
Debe siempre recalcarse que ningún
ser humano puede por su propia fuerza convertirse en un hijo de Dios. Esta es
una transformación que sólo Dios es capaz de hacer, y El la efectúa únicamente
a base de la sola condición que El mismo ha establecido, es decir, que Cristo
sea creído y recibido en su carácter de único y suficiente Salvador.
Jn. 1:12. Más a todos los que le recibieron,
a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; La
paternidad de Dios es una doctrina importante del Nuevo Testamento. Jn.
20:17. Jesús le dijo: No me toques, porque aún no
he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a
vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. 1 Co. 15:24. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre,
cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.
Ef. 1:3. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en
Cristo, Ef. 2:18. Porque por medio de él los
unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Ef.
4:6. Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre
todos, y por todos, y en todos.
Col. 1:12-13. Con gozo dando gracias al
Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino
de su amado Hijo, 1 P. 1:3. Bendito el Dios
y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo
renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.
1 Jn. 1:3. Lo que hemos visto y oído, eso os
anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra
comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. 1 Jn.
2:1,22. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que
no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a
Jesucristo el justo. ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el
Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
1 Jn. 3:1. Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce,
porque no le conoció a él.
La seguridad del amor y el cuidado de
nuestro Padre Celestial son un gran consuelo para los cristianos y un estímulo
a la fe y la oración.
PREGUNTAS
1. ¿Cómo son contrastadas las obras
del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento?
2. ¿Cuáles son los cuatro aspectos
distintos de la paternidad de Dios?
3. Resumir la evidencia de que Dios
es el Padre de toda la creación.
4. ¿Qué significa la paternidad de
Dios por relación íntima?
5. Explica la eterna relación de
padre e hijo entre Dios el Padre y Jesucristo.
6. ¿Qué evidencias sostienen el
concepto de Dios el Padre en relación a Jesucristo el Hijo?
7. ¿Qué quiere decir que Dios es el
Padre de todos los que creen en Cristo?
8. ¿Cómo un hombre se convierte en un
hijo de Dios?
9. ¿Cuáles son algunos de los
resultados de convertirse en un hijo de Dios?
10. ¿En qué error se incurre cuando
se dice que todos los hombres son hijos de Dios?
11. ¿Cómo la paternidad de Dios
conforta a un creyente en Cristo?
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