http://www.seminarioabierto.com/doctrina109.htm
Es tiempo de
sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y
la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que
empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina
Valera: TEOLOGÍA
SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.
Juan 5:39. Escudriñad las
Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las
doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e
infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres
de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las
doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la
regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la
plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original
y su caída en pecado.
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA
2. Es el
estudio de las doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución,
redención, reconciliación, propiciación, justificación, elección,
predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la
unión mística del creyente con Cristo. Incluye el estudio de las
doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros, propósito, comisión, culto,
organización y ordenanzas. Incluye el estudio de las profecías de la
Biblia: principalmente las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la
iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial,
los juicios finales y el estado eterno.
Clase 9. Dios el Hijo: Su
Muerte Vicaria por Lewis Sperry Chafer
http://www.seminarioabierto.com/doctrina109.htm
En la Escritura se revela la muerte de Cristo como
un sacrificio por los pecados de todo el mundo. De acuerdo a ello, Juan el
Bautista presentó a Jesús con las palabras: «He aquí el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29).
Jesús, en su muerte, fue el sustituto muriendo en
el lugar de todos los hombres. Aunque «sustituto» no es
específicamente un término bíblico, la idea de que Cristo es el sustituto para
los pecadores se afirma constantemente en las Escrituras. Por medio de la
muerte vicaria los juicios justos e inconmensurables de Dios contra el pecador
fueron llevados por Cristo. El resultado de esta sustitución es en sí mismo tan
simple y definitivo como la misma transacción.
El Salvador ya ha cargado con los juicios divinos
contra el pecador a total satisfacción de Dios. Para recibir la salvación que
Dios ofrece, se les pide a los hombres que crean estas buenas nuevas,
reconociendo que Cristo murió por sus pecados y por este medio reclamar a
Jesucristo como su Salvador personal.
La palabra «sustitución» expresa sólo
parcialmente todo lo que se llevó a cabo en la muerte de Cristo. En realidad,
no hay un término que pudiéramos decir que incluye el todo de esa obra
incomparable. El uso popular ha tratado de introducir para este propósito la
palabra expiación; pero este vocablo no aparece ni una sola vez en el Nuevo
Testamento, (En Hebreos 2.17. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos,
para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se
refiere, para expiar los pecados del pueblo.
Aparece éste vocablo referido a Cristo) y, de acuerdo a su uso en el Antiguo
Testamento, significa solamente cubrir el pecado. Esto proveía una base para un
perdón temporal «a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los
pecados pasados». Ro. 3:25.
A quien Dios puso como propiciación por medio de la
fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto,
en su paciencia, los pecados pasados). Aunque en los tiempos del Antiguo
Testamento se requería nada más que el sacrificio de un animal para el remitir
(literalmente «tolerar», «pasar por alto», Ro. 3:25) y el disimular (literalmente «pasar por alto» sin castigo, Hch. 17:30.
Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda
a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan) de los pecados, Dios
estaba, no obstante, actuando en perfecta justicia al hacer este requerimiento,
puesto que Él miraba hacia la manifestación de su Cordero, el cual vendría no
solamente a pasar por alto o cubrir el pecado, sino a quitarlo de una vez y
para siempre (Jn. 1:29. El
siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo).
A. LO QUE IMPLICA LA MUERTE
DEL HIJO.
Al considerar el valor total de la muerte de Cristo
deben distinguirse los siguientes hechos:
1. La muerte de Cristo nos da
seguridad del amor de Dios hacia el pecador (Jn. 3:16.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna; Ro. 5:8. Mas Dios muestra su amor para con
nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros; 1 Jn. 3:16. En esto hemos conocido el amor,
en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas
por los hermanos; 1 Jn. 4.9. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en
que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él); y en adición a esto hay, naturalmente, una acción
refleja o requerimiento moral que se proyecta, a través de esta verdad tocante
al amor divino, sobre la vida de los redimidos (2 Co. 5:15. Y por todos murió, para que los
que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
1 P. 2:11-25. Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que
os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo
buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran
de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación,
al considerar vuestras buenas obras. Por causa del Señor someteos a toda
institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como
por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen
bien.
Porque esta
es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los
hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como
pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrad a todos. Amad a
los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey. Criados, estad sujetos con todo
respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a
los difíciles de soportar.
Porque esto
merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre
molestias padeciendo injustamente. Pues ¿qué gloria es, si pecando sois
abofeteados, y lo soportáis? Más si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis,
esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados;
porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis
sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien
cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba,
sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo
nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando
muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis
sanados.
Porque
vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y
Obispo de vuestras almas); pero no debe olvidarse que toda demanda referente a
la conducta diaria no se dirige nunca a los inconversos sino a los que ya son salvos
en Cristo.
2. La muerte de
Cristo es una redención o rescate pagando las demandas santas de Dios para el
pecador y para liberar al pecador de la justa condenación. Es significativo que
la palabra discriminadora «por» significa «en lugar de» o «en favor de», y es
usada en cada pasaje en el Nuevo Testamento donde se menciona la muerte de
Cristo como un rescate. Mt.
20:28. Como el Hijo del Hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos; Mr. 10:45. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos; 1 Ti.
2:6. El
cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su
debido tiempo. La muerte de Cristo fue
un castigo necesario, el cual Él cargó por el pecador. Ro. 4:25. El cual fue entregado por nuestras
transgresiones, y resucitado para nuestra justificación; 2 Co.
5:21. Al que no conoció pecado, por nosotros lo
hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él; Gá. 1:4.
El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente
siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre; He. 9:28.
Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para
llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el
pecado, para salvar a los que le esperan.
Al pagar el precio de nuestro rescate Cristo nos redimió. En el Nuevo
Testamento se usan tres importantes palabras griegas para expresar esta idea:
1) Agorazo, que quiere decir «comprar
en un mercado» (agora significa «mercado»). El hombre, en su pecado, es
considerado bajo la sentencia de muerte (Jn. 3:18-19. El que en él cree, no es condenado; pero el que no
cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo
de Dios; Ro. 6:23. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de
Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro), un esclavo «vendido bajo pecado»
Ro. 7:14. Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy
carnal, vendido al pecado), pero en el acto de la redención es comprado por
Cristo a través del derramamiento de su sangre. 1 Co. 6:20.
Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales
son de Dios; 1 Co. 7:23. Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de
los hombres; 2 P. 2:1. Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como
habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías
destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos
destrucción repentina;
Ap. 5:9. Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de
tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu
sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; 14:3-4.
Y cantaban
un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y
de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento
cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. Estos son
los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que
siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los
hombres como primicias para Dios y para el Cordero.
2) Exagorazo, que significa «comprar y sacar del mercado de la venta», lo que agrega
el pensamiento no sólo de la compra, sino también de que nunca más estará
expuesto a la venta (Gá. 3:13. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por
nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un
madero; Gá. 4:5. Para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin
de que recibiésemos la adopción de hijos;
Ef. 5:16. Aprovechando
bien el tiempo, porque los días son malos;
Col. 4:5. Andad
sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo), indicando que la
redención es una vez y para siempre.
3) lutroo, «dejar libre» (Lc. 24:21. Pero
nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora,
además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido; Tít.
2:14. Quien
se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar
para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras; 1 P.
1:18. Sabiendo
que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata).
La misma idea se encuentra en el vocablo lutrosis (Lc. 2:38. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a
Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén; He. 9:12.),
y otra expresión similar, epoiesen lutrosin (Lc. 1:68. Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y
redimido a su pueblo), y otra forma
usada frecuentemente, apolutrosis, indicando que se libera a un esclavo (Lc. 21:28. Cuando estas cosas comiencen a suceder,
erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca; Ro. 3:24.
Siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús; Ro. 8:23. Y no sólo ella, sino que también nosotros
mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro
de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo; 1 Co.
1:30. ; Ef. 1:7,14. Col. 1:14. He. 9:15. 11:35. El
concepto de la redención incluye la compra, el quitar de la venta, y la
completa libertad del rescate individual a través de la muerte de Cristo y la
aplicación de la redención por medio del Espíritu Santo.
Así, también, la muerte de Cristo fue una ofrenda
por el pecado, no semejante a las ofrendas de animales presentadas en tiempos
del A.T., las cuales podían solamente cubrir el pecado, en el sentido de
dilatar el tiempo del justo y merecido juicio contra el pecado. En su
sacrificio Cristo llevó sobre «su cuerpo en el madero» nuestros pecados, quitándolos
de una vez y para siempre. Is. 53:7-12. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero
fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció,
y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación,
¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la
rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas
con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su
boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.
Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por
largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto
de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento
justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por
tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos;
por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores,
habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.
Jn. 1:29; 1 Cor. 5:7. Ef.
5:2. He. 9:22,26. Ef. 5:10-14. Comprobando
lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las
tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo
que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en
evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que
manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de
los muertos, y te alumbrará Cristo.
3. La muerte de Cristo está
representada en su parte como un acto de obediencia a la ley que los pecadores
han quebrantado, cuyo hecho constituye una propiciación o satisfacción de todas
las justas demandas de Dios sobre el pecador. La palabra griega hilasterion se
usa para el «propiciatorio» He. 9:5. En el Día de la
Expiación. Lv. 16:14. He. 9:11-15. Pero estando ya presente Cristo, sumo
sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto
tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre
de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para
siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Porque si la
sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra
rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto
más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí
mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para
que sirváis al Dios vivo? Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para
que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo
el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.
De manera similar, el trono de Dios se convierte en
un trono de gracia. He. 4:14-16. Por
tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo
de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que
no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo
según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al
trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro) a través de la propiciación de la muerte de Cristo. Una palabra griega
similar, hilasmos, se refiere al acto de propiciación (1 Jn. 2:2. 1 Jn. 4:10; el significado es que Cristo, muriendo en la
cruz, satisfizo completamente todas las demandas justas de Dios en cuanto al
juicio para el pecado de la Humanidad. En Romanos 3:25-26. A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en
su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su
justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe
de Jesús.
Dios declara, por tanto, que El perdona en su
justicia los pecados antes de la cruz, sobre la base de que Cristo moriría y
satisfaría completamente la ley de la justicia. En todo esto Dios no está
descrito como un Dios que se deleita en la venganza sobre el pecador, sino más
bien un Dios el cual a causa de su amor se deleita en misericordia para el
pecador. En la redención y propiciación, por lo tanto, el creyente en Cristo
está seguro de que el precio ha sido pagado en su totalidad, que él ha sido
puesto libre como pecador y que todas las demandas justas de Dios para el
juicio sobre él debido a sus pecados han sido satisfechas.
4. La muerte de Cristo no
sólo satisfizo a un Dios Santo, sino que proveyó las bases por medio de las
cuales el mundo fue reconciliado para con Dios. La palabra griega katallasso,
que significa «reconciliar», tiene en sí el pensamiento de traer a Dios y al
hombre juntos por medio de un cambio cabal en el hombre. Aparece frecuentemente
en varias formas en el Nuevo Testamento. Ro. 5:10-11. Ro. 11:15. 1
Co. 7:11. 2 Co. 5:18-20. Y todo esto proviene de
Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de
la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación.
Ef. 2:16. Col. 1:20-21. El concepto en
cuanto a reconciliación no significa que Dios cambie, sino que su relación
hacia el hombre cambia debido a la obra redentora de Cristo. El hombre es
perdonado, justificado y resucitado espiritualmente al nivel donde es
reconciliado con Dios. El pensamiento no es que Dios sea reconciliado con el
pecador, esto es, ajustado a un estado pecaminoso, sino más bien que el pecador
es ajustado al carácter santo de Dios. La reconciliación es para todo el mundo,
puesto que Dios redimió al mundo y es la propiciación para los pecados de todo
el mundo. 2 Co. 5:19. 2 P. 2:1. 1
Jn. 2:1-2.
Tan completa y de largo alcance es esta maravillosa
provisión de Dios en la redención, propiciación y reconciliación, que las
Escrituras declaran que Dios no está ahora imputando el pecado al mundo. 2 Co. 5:18-19. Ef. 2:16. Col. 2:20-21.
5. La muerte de Cristo quitó
todos los impedimentos morales en la mente de Dios? para salvar a los pecadores
en los que el pecado ha sido redimido por medio de la muerte de Cristo, Dios ha
sido satisfecho y el hombre ha sido reconciliado con Dios. No hay más obstáculo
para Dios en aceptar libremente y justificar a cualquiera que cree en
Jesucristo como su Salvador. Ro. 3:26. A partir de la
muerte de Cristo el infinito amor y poder de Dios se ven libres de toda
restricción para salvar, por haberse cumplido en ella todos los juicios que la
justicia Divina podría demandar contra el pecador. No hay nadie en todo el
universo que haya obtenido más beneficio que Dios mismo en la muerte de su
amado Hijo.
6. En su muerte,
Cristo llegó a ser el Sustituto que sufrió la pena o castigo que merecía el
pecador. Lv. 16:21. Is. 53:6. Lc. 22:37. Mt. 20:28. Jn. 10:11. Ro.
5:6-8. 1 P. 3:18. Esta verdad es el fundamento
de certidumbre para todo aquel que se acerque a Dios en busca de salvación.
Además, éste es un hecho que cada individuo debe creer concerniente a su propia
relación con Dios en lo que toca al problema del pecado.
Creer en forma general que Cristo murió por el
mundo no es suficiente; se demanda en las Escrituras una convicción personal de
que el pecado de uno mismo fue el que Cristo, nuestro Sustituto, llevó
completamente en la cruz. Esta es la fe que resulta en una sensación de
descanso interior, en un gozo inexplicable y gratitud profunda hacia El. Ro. 15:13. He. 9:14. He. 10:2. La salvación es
una obra poderosa de Dios, que se realiza instantáneamente en aquel que cree en
Cristo Jesús.
B. FALACIAS CONCERNIENTES A
LA MUERTE DEL HIJO.
La muerte de Cristo es a menudo mal interpretada.
Cada cristiano hará bien en entender completamente la falacia de las enseñanzas
erróneas que sobre este particular se están propagando extensamente en el día
de hoy:
1. Se afirma que la doctrina
de la sustitución es inmoral porque, según se dice, Dios no podía, actuando en
estricta justicia, colocar sobre una víctima inocente los pecados del culpable.
Esta enseñanza podría merecer más seria consideración si se pudiera probar que
Cristo fue una víctima involuntaria; pero, por el contrario, la Biblia revela
que El estaba en completa afinidad con la voluntad de su Padre y era impulsado
por el mismo infinito amor. Jn. 13:1. He. 10:7. 2 Co. 5:19. Lejos de ser la
muerte de Cristo una imposición moral, era Dios mismo, el Juez justo, quien en
un acto de amor y sacrificio de sí mismo sufrió todo el castigo que su propia
santidad demandaba para el pecador.
2. Se asegura que Cristo
murió como un mártir y que el valor de su muerte consiste en su ejemplo de
valor y lealtad a sus convicciones. Basta contestar a esta afirmación errónea
que, siendo Cristo el Cordero ofrecido en sacrificio por Dios, su vida no fue
arrebatada por hombre alguno, sino que Él la puso de sí mismo para volverla a
tomar (Jn. 10:18. Nadie
me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y
tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre; Hch. 2:23. A éste, entregado por el
determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis
por manos de inicuos, crucificándole)
3. Se dice que
Cristo murió para ejercer cierta influencia de carácter moral. Es decir, que
los hombres que contemplan el hecho extraordinario del Calvario serán
constreñidos a dejar su vida pecaminosa, porque en la cruz se revela con
singular intensidad lo que es el concepto divino acerca del pecado. Esta
teoría, que no tiene ningún fundamento en las Escrituras, da por establecido
que Dios está buscando actualmente la reformación de los hombres, cuando en
realidad la cruz es la base para su regeneración.
PREGUNTAS
1. ¿Qué quiere decir la afirmación de que Cristo es
el sustituto de los pecadores?
2. ¿Cuál es la doctrina del Antiguo Testamento
sobre la expiación?
3. ¿Cómo se relaciona la muerte de Cristo con el
amor de Dios?
4. ¿Cuáles son los tres conceptos básicos incluidos
en la doctrina de la redención?
5. Definir la doctrina de la propiciación y
explicar qué se consuma por medio de ella.
6. Definir la doctrina de la reconciliación y
explicar qué se consuma por medio de ella.
7. Si el mundo entero está reconciliado con Dios,
¿por qué hay algunos que se pierden?
8. ¿Cómo la redención, la propiciación y la
reconciliación liberan de toda restricción a Dios para salvar al pecador?
9. ¿Por qué el Nuevo Testamento enfatiza que la
salvación es solamente por medio de la fe?
10. Nombrar algunas de las interpretaciones
erróneas de la muerte de Cristo y explicar por qué ellas están erradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario