Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Cuando Dios visita a su pueblo°


Hay una gran necesidad de recibir una visitación de Dios en medio de su pueblo, sin importar la clase de tiempos y circunstancias que estemos viviendo, la presencia del Señor es la necesidad número uno de todas las almas y de la iglesia de Cristo, pero es necesario poder discernir y entender la voluntad de Dios para que de esa manera podamos dar pasos de fe y obediencia. A Israel, Dios lo visitó, pero no entendió su tiempo.

Lucas 19: 41-44. Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

Anhelemos un corazón dispuesto, entendido y sensible a la voz y la presencia de Dios y que podamos decir y vivir como nuestro Señor Jesucristo desea para nuestras vidas. Salmo 40:8. El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.


¿A quién no le agrada recibir la visita de un buen amigo? Nos da la oportunidad de ponernos al día con las noticias y los acontecimientos, refrescar la relación y recordar experiencias memorables y valiosas. Pero no deja de ser una visita y, por lo tanto, llega el momento cuando se acaba, obligándonos a volver a la rutina cotidiana. Sabiendo eso, procuramos sacar el mayor provecho de la oportunidad que se nos brinda con la visita.

Juan 14:5-21. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.

De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.

Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.

La Biblia revela que Dios también, de tanto en tanto, visita a su pueblo de manera especial, haciendo posible un adelanto en la relación íntima con él. Sus visitas siempre proporcionan, salvación, refrigerio, renovación, restauración, perdón, misericordia, pero también implican la necesidad de que nos volvamos más sensibles a su voz, más atentos a lo que desea comunicarnos en esas ocasiones tan especiales para caminar en obediencia y amor.

¿Quiénes recuerdan alguna de esas ocasiones especiales de visitación divina? La vida de una persona no es una mera rutina en la cual todo se desarrolla conforme a un esquema monótono; tiene sus cumbres y sus valles, sus luces y sus sombras. Hay ocasiones en las que el aprendizaje es más fácil, la incorporación de nuevas realidades en la vida más factible. Los niños, por ejemplo, están mucho más dispuestos a aprender cosas nuevas que los adultos. Los novios están más propensos a escuchar el uno al otro que los que llevan varios años de vida matrimonial. Un nuevo seguidor de Cristo suele tener hambre y sed más intensas de Dios y su palabra que una persona que lleva muchos años de creyente.

La palabra "visitación" ha estado en boca de muchos en estos últimos años ¿Es bíblico hablar de “visitación” en estos últimos tiempos? ¿Por qué asociamos "visitación" con "volver a redescubrir nuestra relación con Dios"? Las palabras “visitación” y “visitar” aparecen unas 85 veces en la Biblia y más de la mitad son “visitaciones” de Dios. Pero una cosa es segura, que desde la época de Adán Dios acostumbró visitar al hombre, a veces para bendecir y otras para juzgar la maldad.      

Por ejemplo, Dios visitó a Sara cuando le dijo que iba a procrear aun en su vejez, Dios visitó a su pueblo para darles pan en el tiempo de Noemí, la suegra de Rut, Dios visitó a Ana la madre de Samuel para contestar a la oración de esta mujer, Dios visitó a su pueblo en los tiempos de la cautividad en Babilonia para darles libertad y en los días de Jesús nuevamente visitó a su pueblo en Jerusalén. Después de aquellos días Dios quiere venir a habitar con su iglesia, con sus hijos a través de la presencia del Espíritu Santo.

En Éxodo 20:5 nos enseña la Biblia que Dios visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación. Y Jesús refiriéndose a la toma de Jerusalén dijo: "...por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación (Lucas 19:41-44) 70 años después el juicio profetizado se hizo realidad.

Tiempos de refrigerio y restauración. Hechos 3:18-21. Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.

Tiempos de refrigerio (verso 19) El primer sermón de Pedro en Hechos 2 fue para el comienzo de la era de la iglesia. Eran tiempos en que se necesitaba un sermón fuerte, palabras que llevaran al pueblo al arrepentimiento, y la iglesia comenzó a crecer con aquel primer sermón. Eran tiempos de volver a Dios. Pero el segundo sermón de Pedro en Hechos 3 es principalmente para la iglesia, no sólo habla de la necesidad de una conversión sino de la promesa de la segunda venida de Jesucristo.

Tiempos de refrigerio que servirán para que la iglesia sea renovada, no sólo en su forma, sino en su pensamiento con respecto a sus hermanos en la fe. Tiempos en los que cristianos cansados, secos, desanimados estén siendo levantados, restaurados y llenados de gozo. Tiempos en los que miles de pastores agobiados por el peso de la obra encuentren un nuevo ánimo para continuar en el ministerio, y lo más importante; tiempos en los que la iglesia llena de gozo se levantará para adorar al Señor en un mismo sentir y canto de alabanza.

Tiempos de restauración (verso 20) Pedro nos enseña que justamente antes de la segunda venida de Cristo se manifestaran tiempos no sólo de refrigerio sino de restauración, de poder, autoridad y carácter de Cristo. Oremos a Dios pidiendo que seamos dignos de ser visitados por su Espíritu Santo y que la presencia de Cristo abunde en nuestros corazones para poder recibir su bendición y hacer su voluntad para nuestras vidas. Veamos la oración de Israel en tiempos de angustia, en tiempos difíciles y que nos anime a clamar por la presencia de Dios en medio de nuestro corazón, en medio de nuestros hogares, en medio de nuestras congregaciones, en la ciudad y el país en dónde el Señor nos ha permitido vivir.

Salmo 80. Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño, tú que reinas entre los querubines, ¡escúchanos!¡Resplandece delante de Efraín, Benjamín y Manasés!¡Muestra tu poder, y ven a salvarnos! Restáuranos, oh Dios; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.

¿Hasta cuándo Señor Dios Todopoderoso, arderá tu ira contra las oraciones de tu pueblo? Por comida, le has dado pan de lágrimas; por bebida, lágrimas en abundancia. Nos has hecho motivo de contienda para nuestros vecinos; nuestros enemigos se burlan de nosotros.

Restáuranos, oh Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos. De Egipto trajiste una vid; expulsaste a los pueblos paganos, y la plantaste. Le limpiaste el terreno, y ella echó raíces y llenó la tierra. Su sombra se extendía hasta las montañas, su follaje cubría los más altos cedros. Sus ramas se extendieron hasta el Mediterráneo y sus renuevos hasta el Éufrates. ¿Por qué has derribado sus muros?¡Todos los que pasan le arrancan uvas! Los jabalíes del bosque la destruyen, los animales salvajes la devoran.

¡Vuélvete a nosotros, oh Dios Todopoderoso!¡Asómate a vernos desde el cielo y brinda tus cuidados a esta vid! ¡Es la raíz que plantaste con tu diestra!¡Es el vástago que has criado para ti! Tu vid está derribada, quemada por el fuego; a tu reprensión perece tu pueblo. Bríndale tu apoyo al hombre de tu diestra, al ser humano que para ti has criado. Nosotros no nos apartaremos de ti; reavívanos, e invocaremos tu nombre. Restáuranos, Señor, Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.  

El plan de Dios para el tiempo del fin incluye un tiempo de Su Gloria, poder presencia, dones y ministerios de la iglesia. Serán tiempos en que se restaurarán las vidas de las personas, matrimonios, relaciones familiares, relaciones entre las iglesias, el liderazgo espiritual de la iglesia, la autoridad espiritual de la iglesia y muchas otras cosas preparando al mundo para su venida.

Tiempos de liberación. El Señor dijo en Lucas 4:16-19, que vino a dar libertad a los cautivos... y a poner en libertad a los oprimidos.  El rey David clama a Dios por su perdón (Salmo 32:7) y está seguro que le librará de su angustia. No todos experimentarán quizás una manifestación externa, pero sí toda persona sincera y sedienta que aproveche la visitación del Señor experimentará un volver a dios profundo que dará fruto a su vida.

Tiempos de receptividad espiritual (Hechos 4:4). Aquí vemos la primera persecución de la iglesia primitiva. Hay oposición, como siempre en todo mover de Dios, pero la visitación trae una receptividad espiritual para aquellas personas dispuestas que los lleva a un volver a Dios, como dice el Señor en Proverbios 1:23. Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros y os haré saber mis palabras", cuando hay un volver a Dios se revela, como consecuencia, un obedecer cada día más al Espíritu Santo. Al fin de cuentas, un avivamiento no es más que un obedecer al Espíritu Santo. Esta receptividad espiritual nos lleva a poner en práctica lo que hemos aprendido para ver que hay poder infinito en Dios y que está a nuestro alcance cuando nos vaciamos de nosotros mismos y permitimos que el Espíritu Santo tenga el dominio de todo nuestro ser.

De manera que "volver a redescubrir nuestra relación con Dios" podría significar un avivamiento en nuestra vida y en la vida de nuestra congregación, nuestra ciudad y aún nuestro país pues un avivamiento trae: tiempos de refrigerio y restauración, tiempos de liberación, tiempos de receptividad espiritual.

Con la llegada de Jesús el Mesías y con el anuncio de que «el reino de los cielos se ha acercado», Dios determinó un cambio profundo y maravilloso en la suerte del pueblo de Israel. Quiso cambiar su lamento en baile, su lloro en cantar. Quiso cambiar las tablas de la ley por una maravillosa experiencia de la gracia de Dios en el corazón. Quiso acercar los padres a los hijos y los hijos a los padres, como también tornar más amorosa y considerada la relación entre maridos y esposas. Quiso aliviar la carga sobre los apesadumbrados, abrir los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos, a la vez que devolvía la esperanza y felicidad a los desalentados y descarriados.

Dios es el único que puede determinar cuándo nos visitará de esa manera especial, a fin de revelar la abundancia de su gracia, su cuidado y su protección. Nos toca estar atentos a esas ocasiones cuando Dios obra de una manera que no habíamos anticipado y nos involucra en su propósito soberano. Esta actitud dispuesta y receptiva ante el Señor debe caracterizar siempre nuestra relación con él. Debemos entender que esa visitación divina implica una «puerta» maravillosa, que no siempre estará abierta, esta también implica un compromiso de apartarnos para Dios y hacer su voluntad en nuestras vidas y a través de nuestras vidas.

Cuando Dios visita a su pueblo podemos experimentar un gran avance, un crecimiento significativo. O la podemos perder y sufrir las consecuencias de una vida ofuscada y rutinaria en el plano espiritual. Dios ha determinado visitar a su pueblo. ¿Estaremos listos y dispuestos? Bendiciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario