Recuerda cómo el SEÑOR tu Dios te guió por el
desierto durante cuarenta años, donde te humilló y te puso a prueba para
revelar tu carácter y averiguar si en verdad obedecerías sus mandatos. Sí, te
humilló permitiendo que pasaras hambre y luego alimentándote con maná, un
alimento que ni tú ni tus antepasados conocían hasta ese momento. Lo hizo para
enseñarte que la gente no vive solo de pan, sino que vivimos de cada palabra
que sale de la boca del SEÑOR. (NTV Dt 8:2-3)
El fuego prueba la pureza del oro y de la plata,
pero el SEÑOR prueba el corazón. (NTV Pr 17:3)
Oh SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, tú juzgas
con justicia, y examinas los secretos y los pensamientos más profundos. (NTV Jr 11:20a)
Nosotros estamos familiarizaos con frases como que tal persona tiene mal
carácter, o que tiene un carácter violento, o que tiene debilidades en su carácter
o que aquella mujer es de carácter fuerte, o que cierta mujer es débil de carácter
y muchas otras similares a esas. Al ser humano nos gusta clasificar a las
personas según su manera de ser y también nos gusta etiquetar a las personas
según su manera de comportarse de acuerdo o a lo que percibimos en sus
personalidades.
Según la Real Academia Española, la acepción número seis en la entrada
dedicada a la palabra, define CARÁCTER
como “El conjunto
de cualidades o circunstancias propias de una cosa, de una persona o de una
colectividad, que las distingue, por su modo de ser u obrar frente a las demás”
Aquel que controla su carácter es mejor que el
héroe de guerra, aquel que gobierna su temperamento es mejor que el que captura
una ciudad. (KDSH Pr
16:32)
Hoy en día sabemos del carácter, que éste se desarrolla mediante la
fusión de la constitución del temperamento (heredado de nuestros padres) y del
instinto con el medio que nos rodea, o por factores externos que actúan
permanentemente sobre nuestra individualidad, modificándola a medida que avanzamos
en nuestra vida por esta tierra en donde nuestras decisiones le dan la forma
que tenemos en la actualidad.
Esto significa que el carácter forma parte de un proceso en nuestras vidas.
En concreto, está en nuestra manera de relacionarnos con el entorno y con los
fenómenos internos de nuestra mente (recuerdos), y por lo tanto con las demás
personas que nos rodean.
Recordemos la verdad espiritual de que la humanidad fue creada en un
tiempo determinado dentro de la eternidad por el Padre Celestial, con el fin de
que cada persona se desarrollara y cuando fuere el tiempo pasara a estar por siempre
en la presencia de Dios para ser parte activa del Reino de los cielos.
Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes
para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de
esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a
mí en oración y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, porque me
buscarán de todo corazón. (DHH Jer 29:11-13)
Dios quiere formar el carácter de Cristo
en nosotros, ya que es la única manera de entrar al reino de los cielos, esta es
a través del Hijo de Dios viviendo en nuestros corazones, es por medio de la
manifestación del fruto del Espíritu Santo en nuestras vidas, es por tener la mente
de Cristo en nosotros, es por tener el carácter de Cristo gobernando nuestro corazón.
Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores
de parto, hasta que Cristo sea formado en ustedes. (RVC Gal 4:19)
Pues bien, éste es el testimonio: que Dios nos ha
dado la vida eterna, y que dicha vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo,
tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. Les he
escrito, pues, a ustedes que creen en el Nombre del Hijo de Dios, para que
sepan que tienen vida eterna. (BL 1Jn 5:11-13)
Pues bien, éste es el testimonio: que Dios nos ha
dado la vida eterna, y que dicha vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo,
tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. Les he
escrito, pues, a ustedes que creen en el Nombre del Hijo de Dios, para que
sepan que tienen vida eterna. (BL 1Jn 5:11-13)
Sin embargo, el entrar y el estar en el
reino de los cielos no es para todos los seres humanos, por una sencilla y
evidente razón: no todos
quieren estar en la presencia de Dios Padre, la
mayoría de la humanidad anda en los deseos pecaminosos de la carne, aman la
maldad, la mentira y todo lo que el mundo y el diablo les ofrece; muchos están consientes
de las realidades espirituales y aún así escogen lo malo, lo efímero, lo pasajero
a costas de que saben que su vida tiene un tiempo determinado de existencia en
la tierra y que luego van a ser juzgados, lo que trae como consecuencia el
destino eterno, sea en el reino de los cielos o en la condenación eterna en el
lago de fuego y azufre.
No todos los que dicen: "Señor,
Señor" entrarán en el reino de Dios, sino los que hacen la voluntad de mi
Padre celestial. Muchos me dirán en el día del juicio: "Señor, Señor, mira
que en tu nombre hemos anunciado el mensaje de Dios, y en tu nombre hemos expulsado
demonios, y en tu nombre hemos hecho muchos milagros." Sin embargo, yo les
contestaré: "Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí vosotros, que os habéis
pasado la vida haciendo el mal! " (AF Mt 7:21-23)
Todos los seres humanos morirán una
sola vez y después vendrá el juicio. (PDT Heb 9:27)
Nuestra naturaleza carnal desea lo
que está en contra del Espíritu y el Espíritu desea lo que está en contra de la
naturaleza carnal. Los dos se oponen. Por eso resulta que ustedes no están
haciendo lo que realmente quieren. (PDT Gl 5:17)
Está muy claro que las cosas que hace
nuestra naturaleza carnal son: inmoralidad sexual, impureza, descontrol,
idolatría, participar en brujerías, odio, discordia, celos, iras, rivalidades,
peleas, divisiones, envidias, borracheras, parrandas y otras cosas parecidas.
Ya les advertí contra eso y ahora les vuelvo a decir lo mismo, que todos los
que hacen eso no tendrán parte en el reino de Dios. (PDT Gl 5:19-21)
El reino de Dios, que ha sido por
derecho sempiterno de nuestro Señor Jesucristo tiene un requisito para todo el
quiera hacer parte de él, es por eso es que las religiones no nos sirven para
este fin, no sirven las buenas obras centradas en pensamientos e intenciones humanas.
Por eso les doy este consejo: dejen
que el Espíritu guíe su vida y no complazcan los deseos perversos de su
naturaleza carnal. (PDT Gl 5:16)
Esa es la razón de que seamos probados
en nuestro carácter, probados en las intenciones de nuestro corazón cuando
enfrentamos todas nuestras situaciones es que realmente sale lo que somos, en
lo secreto de nuestro ser es que evidenciamos nuestra esencia, cuando nadie nos
ve, ahí no podemos fingir, ahí no nos podemos engañar, ahí no podemos engañar a
Dios quien nos creó.
Repasemos las siguientes verdades
espirituales para que se hagan Rhema a nuestras vidas y de como Dios nos prueba
y el por qué lo hace.
Recuerda cómo el SEÑOR tu Dios te
guió por el desierto durante cuarenta años, donde te humilló y te puso a prueba
para revelar tu carácter y averiguar si en verdad obedecerías sus mandatos. (NTV Dt 8:2)
El corazón humano es lo más engañoso
que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es? Pero
yo, el SEÑOR, investigo todos los corazones y examino las intenciones secretas.
A todos les doy la debida recompensa, según lo merecen sus acciones. (NTV Jr 17:9-10)
Yo sé, mi Dios, que tú examinas
nuestro corazón y te alegras cuando encuentras en él integridad. Tú sabes que
he hecho todo esto con buenas intenciones y he visto a tu pueblo dando sus
ofrendas por voluntad propia y con alegría. (NTV 1Cr 29:17)
El SEÑOR juzga a las naciones.
Declárame justo, oh SEÑOR, ¡porque soy inocente, oh Altísimo! Acaba con la
maldad de los perversos, y defiende al justo. Pues tú miras lo profundo de la
mente y del corazón, oh Dios justo. Dios es mi escudo, quien salva a los de
corazón recto y sincero. (NTV Sal 7:8-10)
Pero el SEÑOR está en su santo
templo; el SEÑOR aún gobierna desde el cielo. Observa de cerca a cada uno y
examina a cada persona sobre la tierra. El SEÑOR examina tanto a los justos
como a los malvados y aborrece a los que aman la violencia. (NTV Sal 11:4-5)
Nuestra vida está en sus manos, él
cuida que nuestros pies no tropiecen. Nos pusiste a prueba, oh Dios; nos
purificaste como se purifica la plata. (NTV Sal 66:9-10)
Amontonan mentira sobre mentira y
rechazan por completo reconocerme, dice el SEÑOR. Por lo tanto, esto dice el
SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: Mira, los derretiré en el crisol y los
probaré como al metal. ¿Qué más puedo hacer con mi pueblo? (NTV Jr 9:6-7)
En cuanto a mí, SEÑOR, tú conoces mi
corazón; me ves y pruebas mis pensamientos. (NTV Jr 12:3a)
¿Qué son los seres humanos para que
nos des tanta importancia, para que pienses tanto en nosotros? Pues nos examinas
cada mañana y nos pruebas a cada momento. (NTV Job 7:17-18)
Oh SEÑOR de los Ejércitos
Celestiales, tú pruebas a los justos y examinas los secretos y los pensamientos
más profundos. (NTV Jr
20:12a)
¡A todos los pondrá a prueba! ¿Qué
posibilidad tienen ellos?, dice el SEÑOR Soberano. (NTV Ez 21:13)
Sin embargo, por el amor y la honra
de mi nombre, contendré mi enojo y no te aniquilaré. Te he refinado, pero no
como se refina la plata; más bien te he refinado en el horno del sufrimiento.
Te rescataré por amor de mí; sí, por amor de mí mismo. No permitiré que se
manche mi reputación, ni compartiré mi gloria con los ídolos. (NTV Is 48:9-11)
Pues hablamos como mensajeros
aprobados por Dios, a quienes se les confió la Buena Noticia. Nuestro propósito
es agradar a Dios, no a las personas. Solamente él examina las intenciones de
nuestro corazón. (NTV 1Ts 2:4)
Amados hermanos, cuando tengan que
enfrentar problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque
ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una
oportunidad para desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que su
constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no
les faltará nada. (NTV Stg
1:2-4)
Un proceso con el que nos podemos
identificar es el de la elaboración del aceite de oliva. Veamos los distintos
pasos para la elaboración de aceite de oliva: Primero se recogen las olivas (el
vareo), luego las olivas entran en las almazaras (Molienda y batido) aquí se
libera el aceite (Separación de la parte líquida de la parte sólida) y ya por último
se clasifica, se envasa y almacena en los recipientes adecuados.
Nosotros somos como las olivas que hemos salido para cumplir un propósito
más noble y grande dentro de la creación de Dios; hemos sido plantados en esta
tierra y debemos dar el fruto que a su debido tiempo debe manifestarse y las
olivas que no sirvan serán desechadas al fuego, al basurero.
Para que den el verdadero fruto las olivas, estás tienen que pasar por
el debido proceso y uno de los pasos necesarios es la molienda y el batido
porque en su estado natural es imposible que su rico y saludable aceite salga.
Estas olivas deben ser trituradas, zarandeadas, amasadas, batidas y filtradas
para sacar la escoria, la suciedad, la contaminación, lo que no sirve, para que
salga del interior el verdadero aceite que debe ser filtrado y refinado. Al final
saldrá el aceite de oliva que será puesto en los respectivos recipientes y serán
vendidos en diferentes mercados.
Nuestra naturaleza carnal desea lo que está en
contra del Espíritu y el Espíritu desea lo que está en contra de la naturaleza
carnal. Los dos se oponen. Por eso resulta que ustedes no están haciendo lo que
realmente quieren (PDT Gl 5:17)
Para los que hemos nacido de nuevo, para aquellos que hemos entregado
nuestro corazón al Señor Jesucristo, es muy conveniente y a la vez muy necesario
que Dios forme nuestro carácter, es necesario que pasemos por las pruebas, es
necesario que pasemos por las diferentes tribulaciones, porque en medio de
todas estas situaciones nuestro carácter sale a la luz y nos muestra quienes
somos en realidad.
A su paso animaban a los discípulos y los invitaban
a perseverar en la fe; les decían: Es necesario que pasemos por muchas pruebas
para entrar en el Reino de Dios. (BL Hch 14:22)
A su vez debemos, enseñar esta lección a los nuevos convertidos, a aquellos
que han entregado su corazón a Cristo y han nacido de nuevo, a los que recién
comienzan la vida cristiana, ya que los problemas de carácter acaban con
cualquier persona, con las familias, con las relaciones interpersonales, con un
liderazgo en potencia y tienden a sacarnos del proceso y el propósito de Dios.
En las Escrituras encontramos ejemplos de hombres y mujeres que tuvieron
un trato por parte de Dios para cumplir su propósito en ellos.
Moisés, uno de los grandes líderes del Antiguo Testamento, tuvo que
pasar años de su vida en el desierto antes de que Dios pudiera confiarle Su
obra. Al igual que Moisés, a nosotros también nos tocará (si no nos ha tocado
ya) atravesar desiertos y procesos espirituales a fin de que el Señor pueda
moldear nuestro carácter. Por eso debemos estar preparados primero nosotros
para salir victoriosos a este respecto y para ayudar a nuestra gente a
conquistar lo mismo luego.
Pues, ¿Quién puede conocer los pensamientos del
SEÑOR? ¿Quién sabe lo suficiente para enseñarle a él?”. Pero nosotros
entendemos estas cosas porque tenemos la mente de Cristo. (NTV 1Co 2:16)
Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y
no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para
siempre y que es de mucho más peso que las dificultades! Así que no miramos las
dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no
pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero
las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre. (NTV 2Co 4:17-18)
Muchos problemas de la humanidad son causados por el mal carácter de
muchas personas: tienen sesgos de maldad en ellos, de avaricia, de injusticia, de
odio, de envidia, de mentira, de engaño, de idolatría, de sadismo, de
manipulación, etc, que afectan a otros y su entorno. Eso lo evidenciamos a
diario por los noticieros, por nuestros, gobernantes, por nuestros vecinos, por
nuestros familiares y por nosotros mismos. En el alma se encuentran las emociones,
los sentimientos y la voluntad, se encuentra nuestro corazón, nuestros
pensamientos, nuestra mente.
Somos lo que pensamos y lo reflejamos cuando hablamos, cuando hacemos las
cosas, es consecuencia de lo que somos internamente, de nuestra esencia; sólo
hay dos tendencias en el ser humano y son el de estar orientados a hacer lo bueno
o el estar orientados a hacer lo malo.
Porque cuales son sus pensamientos íntimos, tal es
él. «Come y bebe», te dirá, pero su corazón no está contigo. (RV'95 Pr 23:7)
Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no
vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal
confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí. (NTV Gl 2:20)
Esto explica lo que quiso decir con "vivir para Dios". No vive por su propia vida, sino que está animado por el poder secreto
de Cristo; para que se pueda decir que Cristo vive y crece en él; porque, como
el alma da vida al cuerpo, Cristo imparte vida a sus miembros. Es un
sentimiento notable, que los creyentes viven de sí mismos, es decir, viven en
Cristo; que solo se puede lograr manteniendo una comunicación real y real con
él. Cristo vive en nosotros de dos maneras. La vida única consiste en
gobernarnos por su Espíritu y dirigir todas nuestras acciones; el otro, al
hacernos partícipes de su justicia; para que, aunque no podamos hacer nada de
nosotros mismos, seamos aceptados ante los ojos de Dios.
No digo esto porque necesite ayuda, pues he
aprendido a adaptarme a cualquier situación. Yo sé cómo vivir en pobreza o en
abundancia. Conozco el secreto de estar feliz en todos los momentos y
circunstancias: pasando hambre o estando satisfecho; teniendo mucho o teniendo
poco. Puedo enfrentar cualquier situación porque Cristo me da el poder para
hacerlo. (PDT Flp
4:11-13)
Yo les dije esto para que encuentren paz en mí. En
el mundo ustedes tendrán que sufrir, pero, ¡sean valientes! Yo he vencido al
mundo. (PDT Jn 16:33)
Cuando agradamos a Dios damos fruto en toda buena obra; la marca de una
persona que vive para agradar el corazón de Dios son los frutos que da. Es a
medida que tomamos el compromiso de vivir en la voluntad de Dios, es decir el
vivir para agradar a Dios, nuestras vidas comienzan a reflejar el fruto del
Espíritu Santo.
En cambio, el Espíritu produce amor, alegría, paz,
paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No existe
ninguna ley en contra de esas cosas. Todos los que pertenecen a Cristo han
crucificado su naturaleza carnal con sus pasiones y sentimientos egoístas. Ya
que el Espíritu nos da vida, debemos dejarlo que nos guíe. No seamos
orgullosos, ni envidiosos ni causemos peleas entre nosotros mismos. (PDT Gl 5:22-26)
Sabemos que Dios obra en toda situación para el
bien de los que lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su
propósito. Dios los conocía antes de que el mundo fuera creado. Él decidió que
fueran como su Hijo y quería que el Hijo fuera el mayor de muchos hermanos.
Dios decidió que serían como su Hijo, por eso los eligió por adelantado y los
aprobó dándoles su gloria. ¿Qué podemos decir de todo esto? Si Dios está a
nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros. Dios mostró su favor hacia
nosotros hasta tal punto que dio a su propio Hijo para que muriera por
nosotros. Siendo así, ¿cómo no nos va a dar, junto con él, todo lo que tiene?
¿Quién podrá acusar al pueblo que Dios ha elegido? Dios es el que nos aprueba.
¿Quién va a condenarnos? Cristo fue quien murió por nosotros y además resucitó.
Ahora Cristo está sentado a la derecha de Dios y está rogando por nosotros.
¿Podrá algo separarnos del amor de Cristo? Ni las dificultades, ni los
problemas, ni las persecuciones, ni el hambre, ni la desnudez, ni el peligro ni
tampoco la muerte. Así está escrito: «Por ti estamos siempre en peligro de
muerte, nos tratan como si fuéramos ovejas que van al matadero». Más bien, en
todo esto salimos más que victoriosos por medio de Dios quien nos amó. Pues
estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes
diabólicos, ni lo presente, ni lo que vendrá en el futuro, ni poderes
espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada podrá
separarnos del amor de Dios que se encuentra en nuestro Señor Jesucristo. (PDT Ro 8:28-39)
Bendiciones
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