Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Jesucristo es el camino, la verdad y la vida°


 



Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6.

Los hombres sin Cristo están bajo el poder y la influencia del diablo, que es el padre de mentira. Cristo, de otra parte, es la verdad sobre Dios. “El que me ha visto ha visto al Padre”. Los hombres sin Cristo todavía en sus delitos, maldades y pecados.

En nuestros días esto es así  porque cada uno quiere adorar a su propio dios. Cada uno quiere pensar que hay muchos caminos a Dios, pero no hay. Hay sólo un camino y es por vía de la cruz de Jesucristo.

Jesucristo atraviesa la distancia infinita entre Dios y el pecador. Es imposible para el hombre pecaminoso fabricar una escalera para subir a Dios por medio de rezos, lágrimas, penitencia, resoluciones, nueva dedicación, auto-ayuda, la psicología  etc. "El camino que parece derecho al hombre, al final es  camino de muerte” (Proverbios 14:12). El pecador no podía ir a Dios, pero Dios en la persona de Su Hijo llegó hasta los pecadores, y Él es nuestro único camino al Padre. Él es el camino al Padre en el cielo.

¿Qué debo hacer para ser salvo?…Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo. Hechos 16:30-31. “Y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”

Es posible pasar su vida entera  sabiendo de las verdades de Dios y nunca experimentar ninguna de ellas. Simplemente saber de las verdades de Dios no significa que ellas se hayan hecho una parte de su vida. Aquí está la pregunta importante: ¿Qué hace usted con la palabra de Dios? Algunas personas se permiten venir bajo la influencia de pensamiento impío al punto que la Palabra de Dios no les hace ninguna diferencia. Si usted busca  consejo de personas impías, usted se encontrará alejado de Dios.

Si usted intencionadamente busca a pecadores como sus compañeros (compañeras), ellos le conducirán por los caminos que le alejan de Dios. Si usted decide unirse a los que son desdeñosos, usted eventualmente se hará cínico. El hombre honrado no encuentra el estímulo en las opiniones de otros, pero si en la Palabra de Dios.

Si usted permite a Dios poner en práctica Su Palabra en su vida, los otros verán el estímulo en usted. Entre más usted crece en la justicia de Dios, más fuerte usted se hará. Algunas personas buscaran en vano para encontrar a alguien que sea para ellos alentadores, pero no tanto a  la persona honrada. Una corriente constante de  gente le buscará porque ellos saben que su vida será una bendición.

Los discípulos estaban turbados por muchas cosas. Él les había dicho que iba a dejarlos, que partiría de ellos; les había dicho también que uno de ellos le traicionarla, que otro le negaría, que ellos todos aquella misma noche se ofenderían por causa de Él. Pero fuese cual fuese la causa de su turbación, el corazón de Jesús era como un vaso lleno de amor a rebosar, y sus palabras fueron las gotas que de su amor se derramaban: "No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí".

Cristo es el camino "Yo soy el camino; nadie viene... y así sigue. Toda la Biblia da testimonio de que ninguno de nosotros puede llegar al Padre. Estamos por naturaleza llenos de pecado y Dios es, por naturaleza, infinitamente santo, es decir, huye del pecado. Está eternamente separado de los pecadores, es demasiado puro de ojos para soportar la iniquidad.

Esto fue enseñado a Adán y a los patriarcas. Mientras Adán anduvo santamente, Dios habitó en él y andaba con él y con él mantenía una perfecta comunión. Cuando Adán cayó, "Dios echó fuera al hombre y puso al oriente del huerto del Edén querubines y una espada encendida que se revolvía a todos lados para guardar el camino del árbol de la vida". Aquella espada ardiente entre los querubines era un símbolo perfecto de Dios, de su justo odio hacia el pecado. En la zarza, Dios se apareció a Moisés como "fuego consumidor"; en el templo se aparecía entre los querubines rodeado de la gloria de la Shequina. En el Edén se manifestó entre los querubines como una espada encendida mostrando así su perfecto odio hacia el pecado.

Al hombre, por su naturaleza caída y pecaminosa, no le es posible llegar al Padre. Pero Cristo dijo: "Yo soy el Camino". Como dice el salmo 16, la senda de la vida había de sernos mostrada. Nadie pudo encontrarla, pero ahora podemos decir a Jesús: "Me mostrarás la senda de la vida; hartura de alegrías hay con tu rostro, deleites en tu diestra para siempre".

Jesús se compadeció de la humanidad y es por eso que vino a hacerse hombre, para ocupar nuestro lugar; se hizo hombre para ser considerado pecado, con objeto de que Dios cargase en Él la iniquidad de todos nosotros.

Ahora, desde que la afilada espada ha sido hundida en el costado del Redentor, los más viles de los pecadores, quienes quiera que sean, como quiera que sean, Venid, pues, pronto y sin dudar ni temer, porque Él ha dicho: "Yo soy el camino".

Consideremos ahora cómo abrió el camino. ¿Descorrió a un lado el velo para que fácilmente pudiéramos introducirnos a la presencia de Dios? No; sino que Él se ofreció a Sí mismo en ofrenda para satisfacer la justicia divina y reconciliarnos con Dios. Jesús dijo: "Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo". Consumado es: la maldición del pecado se ha llevado a cabo, las demandas de la ley han sido satisfechas, el camino ha quedado abierto, el velo se ha rasgado de arriba abajo. No queda ningún vestigio de aquel velo rasgado que nos intercepte el paso.

El más culpable y vil pecador de todos nosotros tiene ahora libertad para entrar a través del velo desgarrado, permanecer bajo la faz de la luz de Dios, habitar en lo secreto de su tabernáculo, contemplar su belleza e inquirir en su santo templo.

¿Es por este camino que nos estamos acercando  al Padre? Cristo dice: "Yo soy el camino, nadie viene al Padre sino por mí". Pero, ¡oh!, si hay algún alma que no encuentra paz en sus caminos de justicia propia, al hay alguno de vosotros que a sí mismo se descubre perdido, he aquí que Cristo dice: "Yo soy el camino” como también en otro lugar dice: “Yo soy la puerta”.

El camino del pecado y el amor por las cosas del mundo es un camino abierto y libre, es el camino para los pecadores que tiene su fin en la muerte eterna, alejados de la presencia de Dios y en tormento eterno; ¿por qué aguardar un momento más para tomar una decisión por Cristo? Tiempo ha habido en que existía una pared divisoria entre vosotros y Dios, pero Cristo la ha derribado; hubo un tiempo cuando Dios estaba airado con justa ira contra vosotros, pero su santo enojo se ha apartado gracias a este bendito camino. Dios ciertamente ha tomado contentamiento en Cristo.

Cristo es la Verdad. Jesús nos dice que un conocimiento verdadero del Padre sólo puede ser obtenido por un conocimiento verdadero del Hijo. "Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto” (Juan 14:7). Si realmente conocen al Hijo, realmente conocen al Padre. Podemos conocer al Padre en tanto que  conozcamos al Hijo, y no más lejos. Cristo era más que una manifestación de Dios; Él era Dios hecho  carne. Él era el Unigénito, quien totalmente lo declaró.

La Biblia entera, y también la experiencia, nos da testimonio de que por naturaleza desconocemos la verdad. Desde luego, es cierto que hay muchas verdades que el hombre no convertido conoce. Está capacitado para conocer las verdades de las matemáticas y de la aritmética; puede conocer muchas de las verdades comunes de la vida diaria, pero, por el contrario, no puede decirse que un hombre inconverso conozca la verdad, porque Cristo es la Verdad.

Son las mismas verdades las que permanecen allí, pero caídas, sin coherencia, sin orden... Cristo puede ser llamado el sol del sistema de la Verdad. Quitad el sol de nuestro sistema solar y todos sus planetas se verán sumidos en la confusión. Habría los mismos planetas, pero las leyes y fuerzas que los rigen los harían chocar entre sí y los llevarían de aquí para allí en un desorden sin fin. 

Así, si quitáis a Cristo, todo el sistema de la Verdad entraría en confusión. Las mismas verdades estarían en la mente, pero en conflicto y choque, llenas de inexplicables misterios, porque "el camino de los impíos es como la oscuridad: no saben en qué tropiezan". En cambio, si permitimos que Cristo sea revelado a un alma no convertida, no por medio de la palabra de un hombre que le hable de Cristo, sino por la revelación directa del mismo Espíritu de Dios, podremos ver el verdadero cambio que Dios hace en una persona.

El énfasis está sobre el hecho que usted puede conocerlo tan claramente que se puede decir que usted lo ve. El trabajo del Espíritu Santo debe tomar las cosas de Cristo y mostrarlas al creyente. Felipe le dijo: “Señor, muéstranos el Padre, y es suficiente para nosotros” (Juan 14:8). Jesús dijo, “El que me ha visto ha visto al Padre” (Juan 14:9). En la vista de Jesús Felipe ve a Dios. Él es  en quien Dios puede ser encontrado porque Él es el final y el objetivo. No hay que mirar inútilmente en otra parte. La verdad es "Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30,38).

Juan 1:1. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Juan 1:14. "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan 1:18. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Como el apóstol Pablo declaró en la carta a los Colosenses 1:16-20. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

En Juan 14:10-11, Jesús explica e ilustra aún más: “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras”. Cristo estaba en el Padre y el Padre estaba en Él. Había una unión perfecta e íntima entre Ellos.

Cada vez que Jesús abre Su boca para decir algo, es el Padre quien habla por Su boca. Cuando Jesús abre Sus labios, Él, de verdad, habla, cada palabra y la expresión es realmente Suya; pero lo que Él dice y las palabras que Él emplea, cada palabra y expresión, es el propio pensamiento y el discurso del Padre. Los dos hablan como uno porque ellos son uno, Jesús en el Padre, el Padre en Jesús.

"Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. ” 1 Juan 5:20. 

Cristo es la vida. Toda la Biblia declara que por naturaleza todos nosotros estamos muertos en delitos y pecados y que tal muerte no es una muerte en la que estamos completamente inactivos, sino que en ella andamos de acuerdo con la maldición de este mundo, de acuerdo con el príncipe y las potestades malignas de los ángeles caídos. Esta verdad se nos enseña plenamente en la visión que tuvo el profeta Ezequiel "cuando fue llevado del Espíritu y colocado en medio de un campo lleno de huesos secos; y como él pasó cerca de ellos por todo alrededor, he aquí que eran muchos sobre la haz del campo y por cierto secos en gran manera".

Justamente así es la visión que cada hijo de Dios tiene del mundo. Los huesos secos son "muchos y secos en gran manera" y hace la misma pregunta que Dios hizo a Ezequiel: "¿Vivirán estos huesos?" Oh, sí, amigos míos, ¿y no os enseña la experiencia esta misma verdad? Ciertamente los muertos no pueden saber que están muertos; solamente en el caso de que el Señor toque el corazón de las almas, que sean redargüidas. Estamos predicando a huesos secos cuando llevamos la gran comisión acabo. Éste es el método de Dios; en tanto les predicamos, el aliento de Dios sopla sobre ellos.

Cuando el creyente cuando se une a Cristo, ya que éste es la vida y de Él la recibe cada alma. El que está unido al Señor tiene su Espíritu. ¿Es tu alma como un miembro muerto, frío, inerte y lleno de corrupción? Acude a Cristo, únete a Él por la fe y serás con Él un espíritu, recibirás su calor, su vigor y la plenitud de su actividad para el servicio de Dios.

¿Es tu alma como una rama desgajada, seca, sin fruto, que ofrece solamente hojas? Acércate a Cristo, únete a Cristo y tendrás su Espíritu. Te darás cuenta entonces de que ciertamente Cristo es la vida, que tu vida está escondida con Cristo en Dios, dirás entonces: “No vivo yo, mas vive Cristo en mí y la vida que ahora vivo en la carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se dio a sí mismo por mí”.

El amor de Dios y la fe que confía en él: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36). La certeza de tener la vida eterna: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13). En el futuro veremos, la gloria con Cristo: “Estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:17).


En la tierra el Señor Jesús mostró su infinita delicadeza y su perfecta comprensión hacia las necesidades más secretas. Es muy evidente que las privaciones afectivas ligadas a la infancia tienen repercusiones en la edad adulta. Sólo Dios conoce la magnitud de los hechos y situaciones traumáticas que sufrimos y la profundidad del vacío que resulta de ello. Él desea satisfacer “al alma cansada” (Jeremías 31:25). Jesús se presenta a nosotros como aquel que comprende, llena y reconstruye. Se negó a despedir sin alimentar a aquellos que venían a escucharle, no fuese que desmayasen en el camino (Mateo 15:32). Bendiciones.

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