Gálatas 4:19. Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir
dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros.
Dios quiere formar de
nosotros Reyes y Sacerdotes, Dios quiere formar el carácter de Cristo en
nuestro corazón, que desarrollemos el fruto del Espíritu Santo en nosotros,
pero para lograrlo tiene que dejar que aprendamos en medio de la prueba, tiene
que hacernos pasar por el desierto para llevarnos de Egipto, la tierra de la
esclavitud, hacia Canaán, la tierra que fluye leche y miel. Como fue pasado
Moisés,
No hay Reino sin prueba,
por lo tanto debemos prepararnos para no desmayar, porque es un hecho que vendrán
las tribulaciones. Tenemos que estar dispuestos a permanecer en la fe, como
David que fue probado en medio de persecuciones e incómodos exilios, pero
venció la tentación de darse por vencido y pacientemente esperó que Dios le
llevara al trono, aunque tuvo oportunidades doradas para lograrlo por sí mismo,
terminando así con sus problemas. Esto hizo que Dios le levantara muy en alto,
hasta convertirse en el ícono del reino de Israel.
Es necesario que a
través de muchas tormentas, aflicciones y dolores entremos en el Reino de los
Cielos. Jesús dijo que en
el mundo tendríamos aflicción, pero que debíamos confiar porque Él había
vencido al mundo (Juan 16:33). Por lo tanto soportar las tribulaciones nos hace “vencer” al
mundo, y esto es necesario.
No nos desanimemos en
medio de la prueba, pues logrando esto, Dios nos hará subir de nivel.
Recordemos que la senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento
hasta la perfección (Proverbios 4:18). Si te está costando caminar es porque estás subiendo, pues
cualquier senda que va en aumento, cualquier camino que sube, se vuelve
dificultoso y traerá cansancio; pero si nos centramos en el premio, que es
estar en la presencia de Dios por la eternidad, si dejamos a un lado el
vituperio, si nos concentramos en el gozo puesto delante de nosotros (Hebreos 12:2), menospreciaremos el
oprobio y nos sentaremos en el trono preparado para nosotros en el reino de
Dios.
Hechos 14:21-22. Y después de anunciar el evangelio a
aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a
Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que
permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas
tribulaciones entremos en el reino de Dios.
El Apóstol Pablo había
sido apedreado y dejado por muerto en la Ciudad de Listra. Pero Pablo fue
alzado y los discípulos estuvieron a su alrededor, sin duda orando. Dios
respondió sus oraciones. Él se alzó de estar a un paso de la muerte, o de la
muerte misma (la Escritura no lo dice claramente). Volvió a predicar poco
tiempo después de alzarse. ¡Qué gran ejemplo para todos nosotros! Pablo se alzó
en fuerza completa y fue con Bernabé, su asistente, a la ciudad de Derbe. De
allí viajaron a Listra, y a Iconio, y por último a Antioquía, predicando a las
multitudes el Evangelio de la crucifixión y de la resurrección de Cristo.
En estas ciudades
también, Pablo y Bernabé les predicaban a los discípulos, o sea que le
predicaban a aquellos que recientemente habían querido seguir a Cristo. Pero
Pablo quería estar seguro de que ellos habían experimentado la conversión
verdadera. Él quería que ellos fueran “confirmados”, o sea, fortalecidos en su
fe. Él quería estar seguro de que ellos no solamente habían creído los hechos
del Evangelio, sino que habían experimentado la conversión verdadera. ¿Cómo lo
hizo?
Primero, Pablo
confirmaba y fortalecía las almas de los discípulos nuevos y los exhortaba a
continuar en la fe que habían profesado creer. Confirmando los ánimos de los discípulos,
exhortándoles a que permaneciesen en la fe. Hechos 14:22.
Pablo quería estar
seguro de que “las almas” de estos jóvenes discípulos realmente habían sido
convertidas. Él quería estar seguro de que ellos no eran solamente Cristianos
nominales, no solamente gente que aprendía las doctrinas del Evangelio, sino
que ellos continuarían como Cristianos verdaderos. Él quería que ellos procuran
hacer firme su vocación y elección. 2 Pedro 1:10.
Entonces Pablo los
confirmaba, asegurándose de que ellos entendieran el sufrimiento que
atravesarían si continuaban “en la fe”. De otro modo, si no sabían de las
tribulaciones que atravesarían para ser cristianos verdaderos, ellos saldrían
de la iglesia y apostatarían de Cristo, y no entrarían en el reino de Dios. Las
meras palabras “aceptaron a Cristo” no le eran suficiente a Pablo. Él sabía que
ellos tenían que ser fortalecidos al oír lo que les costaría hacerse Cristianos
verdaderos, firmes, que durarían por Cristo y la iglesia hasta el fin de sus
vidas. Pablo no quería que ellos fueran como aquellos que
“No tienen raíz en sí,
sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la
persecución por causa de la palabra, luego tropiezan”. Marcos 4:17.
Y Lucas añade que cuando
las tribulaciones llegan muchos que no son verdaderamente convertidos se
apartan.
“Pero éstos no tienen
raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan”. Lucas 8:13.
El Señor Jesucristo dice
que la aflicción, la persecución y la tentación causarían que muchos cristianos
falsos se aparten de la iglesia y de su supuesta “fe” en Cristo. La fe de ellos
debería ser más fuerte y más profunda que eso.
Mateo 7:12-23. Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con
vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los
profetas. Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y
espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por
ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y
pocos son los que la hallan.
Guardaos de los falsos
profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son
lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los
espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el
árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el
árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y
echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.
No todo el que me dice:
Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad
de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor,
¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí;
apartaos de mí, hacedores de maldad.
Practicar la obediencia
se convierte en fundamento sólido para resistir las tormentas de la vida. Aquí
Cristo muestra que no bastará reconocerlos como nuestro amor sólo de palabra y
de lengua. Es necesario para nuestra dicha que creamos en Cristo, que nos arrepintamos
del pecado, que vivamos una vida santa, que nos amemos unos a otros. Esta es su voluntad, nuestra santificación.
Pongamos cuidado de no
apoyarnos en los privilegios y obras externas, no sea que nos engañemos y
perezcamos eternamente con una mentira a nuestra derecha, como lo hacen
multitudes. Que cada uno que invoca el nombre de Cristo se aleje de todo
pecado. Hay otros cuya religión descansa en el puro oír, sin ir más allá; sus
cabezas están llenas de nociones vacías. Estas dos clases de oidores están
representados por los dos constructores.
Esta parábola nos enseña
a oír y hacer los dichos del Señor Jesús: algunos pueden parecer duros para
carne y sangre, pero deben hacerse. Cristo está puesto como cimiento y toda
otra cosa fuera de Cristo es arena. Algunos construyen sus esperanzas en la
prosperidad mundanal; otros, en una profesión externa de religión. Sobre estas
se aventuran, pero esas son todo arena, demasiado débiles para soportar una
trama como nuestras esperanzas del cielo.
Hay una tormenta que
viene y probará la obra de todo hombre. Cuando Dios quita el alma, ¿dónde está
la esperanza del hipócrita? La casa se derrumbó en la tormenta, cuando más la
necesitaba el constructor, y esperaba que le fuera un refugio. Se cayó cuando
era demasiado tarde para edificar otra. El Señor nos haga constructores sabios
para la eternidad. Entonces, nada nos separará del amor de Cristo Jesús.
Mateo 7:24-29. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le
compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió
lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y
no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas
palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa
sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y
dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. Y cuando
terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les
enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
El apóstol Pedro
escribió esta carta para animar y fortalecer a los creyentes que enfrentaban
pruebas y persecución bajo el emperador Nerón. En gran parte del primer siglo,
la persecución no era la regla en todo el Imperio Romano. Los soldados buscaban
a los cristianos para torturarlos. Los cristianos, sin embargo, podían esperar
persecución social y económica de tres fuentes principales: los romanos, los
judíos y sus propios familiares. Todos serían mal entendidos. Algunos serían
hostigados; otros serían torturados e incluso condenados a muerte.
La carta de 1 Pedro pudo haberse escrito sobre todo para los nuevos cristianos y
para los que planeaban bautizarse. Debía advertírseles acerca de lo que tenían
por delante y requerían las palabras de aliento de Pedro para ayudarles a
enfrentar dicha experiencia. Esta carta es todavía de ayuda para los cristianos
que enfrenten pruebas. Muchos discípulos de Cristo en todo del mundo viven bajo
gobernantes mucho más represivos que el Imperio Romano del primer siglo.
En todas partes los
cristianos están sujetos a malos entendidos, ridiculizados y hasta hostilizados
por sus amigos incrédulos, empleadores y miembros de la familia. Nadie está
libre de catástrofes, dolor, enfermedad y muerte, pruebas que, como la
persecución, nos hacen depender por completo de la gracia de Dios. Para los
lectores de hoy, como también para los lectores originales de Pedro, el tema de
esta carta es la esperanza.
Una esperanza viva. 1
Pedro 1:3-9. Bendito el Dios y Padre
de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer
para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia
incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para
vosotros, que sois
guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que
está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.
En lo cual vosotros os
alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser
afligidos en diversas pruebas, para
que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque
perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando
sea manifestado Jesucristo, a
quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os
alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo
el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.
Hechos 14:19-23. Entonces vinieron unos
judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo
apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba
muerto. Pero
rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente
salió con Bernabé para Derbe. Y
después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos,
volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando
los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y
diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el
reino de Dios. Y
constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los
encomendaron al Señor en quien habían creído.
Santiago 1:2. Hermanos míos, tened por
sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas.
2 Timoteo 2:1-13. Un buen soldado de Jesucristo. Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo
Jesús. Lo que has oído
de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para
enseñar también a otros. Tú,
pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se
enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por
soldado. Y también el
que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente.
El labrador, para
participar de los frutos, debe trabajar primero. Considera lo que digo, y el
Señor te dé entendimiento en todo. Acuérdate de Jesucristo, del linaje de
David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio, en el cual sufro
penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor; mas la palabra de Dios no
está presa.
Por tanto, todo lo
soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación
que es en Cristo Jesús con gloria eterna. Palabra
fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también
reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará. Si fuéremos infieles, él permanece
fiel; Él no puede negarse a sí mismo.
Pruebas Las encontramos todos los días. El enemigo viene por todos los lados: es la pérdida del empleo;
un divorcio doloroso; el descubrimiento de que el hijo está en las drogas; la
traición del mejor amigo; las injusticias del trabajo, en fin... Pero, Santiago
dice que debes alegrarte cuando te
veas atravesando el valle de las pruebas. ¿No es demasiado pedir? En el original griego, la palabra
"pruebas", peirasmos, literalmente significa estado de lucha mental
en el que te ves inclinado a separarte de Dios.
Tal vez, esto lo
explique todo. Cuando el enemigo coloca
pruebas en tu camino, su objetivo es separarte de Dios; hacerte creer que es el Señor quien te envía el dolor. Si en ese
momento te vuelves en contra de Dios, el enemigo ha logrado su objetivo. Pero,
si en el instante de la prueba te vuelves hacia Dios, entiendes que el dolor
puede constituir un instrumento de edificación. Todo depende de la perspectiva
de la realidad. El presente estado de
cosas no es el fin; no juzgues las actitudes
divinas cuando el trabajo aún no ha sido terminado. Si tu visión del mundo es
materialista, las pruebas son motivo de tristeza. Si es espiritual, serán
motivo de agradecimiento y de gozo. Es en el fuego que el oro se refina. ¡Y tú eres oro!
Lo que la carta a
Santiago nos dice es que podremos ver más allá de las pruebas: "Pues ya saben que la prueba de su fe
produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para
que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada." Santiago 1.2-4 (NVI). Esta es una promesa maravillosa! Te está diciendo, que si
superas la prueba serás más constante, y esta constancia te llevará a feliz término, serás perfecto e
íntegro.
Hebreos 11. Es, pues, la fe la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen
testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el
universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que
no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín,
por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus
ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no
ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese
traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible
agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Por la fe Noé, cuando
fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó
el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho
heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado,
obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin
saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como
en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma
promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió
fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó
que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya
casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena
innumerable que está a la orilla del mar.
Conforme a la fe
murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos,
y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos
sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que
buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde
salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto
es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos;
porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado,
ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito,
habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es
poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado,
también le volvió a recibir.
Por la fe bendijo Isaac
a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo
a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.
Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio
mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido
por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el
decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la
hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que
gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el
vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la
mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey;
porque se sostuvo como viendo al Invisible.
Por la fe celebró la
pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos
no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e
intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los
muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no
pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en
paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de
Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que
por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon
bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron
fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga
ejércitos extranjeros.
Las mujeres recibieron
sus muertos mediante resurrección;mas otros fueron atormentados, no aceptando
el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios
y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados,
puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá
cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de
los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes,
por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque
alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;
proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos
perfeccionados aparte de nosotros.
Por eso hoy, a pesar de lo
que puedas estar viviendo, levanta
las manos al cielo y agradece. Después, parte confiado
para enfrentar las dificultades de la vida. Y "Considérate
muy dichosos cuando tengas que enfrentarte con diversas pruebas, pues ya sabes
que la prueba de tu fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz
término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte
nada." Bendiciones.
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