Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

La excelencia del amor de Dios°


Juan 3:16-21. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. El amor es sacrificado. El mundo sabe muy poco acerca de esta dimensión.

El amor comienza y termina con Dios. Él es su Autor; lo creó como expresión de su misma naturaleza y desea que compartamos y experimentemos ese don maravilloso con toda la humanidad. 1 Juan 4:19. Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero.

Al pensar en esto descubrimos que como humanos tenemos poco en común con Dios. No somos omniscientes ni omnipotentes ni omnipresentes; pero Dios es amor y El desea que participemos de ese atributo con El y con los demás. ¡Qué privilegio tan hermoso! Cuando amamos a otros es cuando más nos parecemos a Dios.

Si yo le preguntara por qué es que Dios lo creó a usted, ¿qué contestaría? ¿Por qué nació usted? Usted y yo fuimos creados con el fin de que Dios pudiera expresar su amor hacia nosotros y que nosotros, a la vez, pudiéramos corresponder a ese amor. Debido a que Él es amor y a que esa es su naturaleza en sí, El deseó tener un objeto para su amor. Por eso creo al ser humano, a usted y a mí. ¿Cómo expresa Dios su amor? De muchas maneras, pero veamos sólo unas cuantas.

Dios expresa su amor por medio de la creación. Los árboles, las flores hermosas y fragantes, las montañas majestuosas, las estrellas fulgurantes, la luna en todas sus fases, todo eso es expresión de su amor. Dios ha creado para nuestro deleite.

Dios expresa su amor dotándonos de libre albedrío, dándonos libertad de escoger. Eso nos parece algo raro, ¿no es así? Acaso sería mejor pensar que su amor es mayor si hubiera establecido límites más estrechos. No obstante, su amor es tan grande que nos ha dado libertad para decir que no.

La maravilla del amor es cuando una persona decide amarnos. Dios se deleita cuando nosotros decidimos amarlo gracias al libre albedrío con el cual El mismo nos dotó por su amor. El ama a todos los pecadores.

Dios expresa su amor al permitirnos formar parte de una familia. Somos parte de una gran familia: Dios es nuestro Padre, Jesucristo es nuestro Hermano mayor y el Espíritu Santo es el Consolador que mora en nosotros. El cuerpo de Cristo abarca a muchos hermanos y hermanas.

Dios expresó su amor al enviar al Espíritu Santo a morar en nosotros. Cristo dijo que enviaría a una persona que fuera como El para tomar su lugar y habitar dentro de nosotros. ¡El no sólo nos amó sino que nos invistió de poder para amarlo y amar a los demás!

Dios expresa su amor controlando las circunstancias para nuestro bien y para su gloria. Romanos 8:28. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Pero pocos captamos en realidad el significado de que Él nos ama tanto como para hacer que todas las cosas obren para nuestro bien. Él está vivamente interesado e involucrado en todo lo que nos interesa y se relaciona con nosotros.

Dios expresa su amor hacia nosotros al estar involucrado a profundidad en todos los detalles de nuestra vida.

Dios expresa su amor hacia nosotros abriéndonos la puerta del cielo. Nosotros nada tuvimos que ver en el asunto, pero su Hijo continúa ocupado preparándonos un lugar en la casa de su Padre y nosotros podemos obtenerlo por la gracia de Dios.

Dios expresa su amor hacia nosotros por su presencia ininterrumpida en nuestra vida. Uno de los escritores sagrados lo expresa de esta manera: . . . porque Él dijo: No te desampararé ni te dejaré. Hebreos 13:5. Esa Presencia nos acompaña durante la muerte de nuestros seres queridos, durante las noches de insomnio por un hijo descarriado, durante los momentos después de recibir malas noticias de parte del médico, durante las épocas de necesidad económica. Con mucha frecuencia el dolor tan intenso nos impide estar conscientes de la realidad, pero eso no impide que Él esté presente.

Necesitamos ver cómo es ese amor ya que El anhela que nosotros expresemos esa misma calidad de amor hacia Él y hacia los demás. ¿Cómo es el amor de Dios? su amor es perfecto, es todo lo que puede ser. Su amor perfecto es un regalo, un obsequio. Nosotros no podemos ganárnoslo por nuestros méritos. El amor perfecto que Él nos obsequia es eterno. Necesitamos memorizar este versículo: Jeremías 31:3. Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. El amor de Dios jamás se extingue.
Pero va más allá. El amor perfecto y eterno que Dios nos obsequia incondicionalmente es sacrificado. Allí es donde interviene la cruz: De tal manera amó Dios al mundo que dio . . . El desea que nosotros tengamos ese mismo amor sacrificado hacia los demás. No importa si nos desprecian o no, debemos expresarles nuestro amor. Por supuesto que el origen sobrenatural de ese tipo de amor es el Espíritu Santo.

Si eso no fuera suficiente, el amor perfecto, eterno, sacrificado e incondicional que Dios nos obsequia es inconmensurable. El apóstol Pablo nos asegura que estamos arraigados y cimentados en amor, y que necesitamos ser plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de ese amor (Efesios 3:17-18).

Más adelante añade que ese amor excede a todo conocimiento (v. 19). Estoy convencido de que Pablo indica que aunque sea necesario captar todas las ramificaciones de ese amor perfecto en todos los órdenes, es inconmensurable; jamás podremos asimilar todas sus implicaciones. Su amor es inconmensurable. Pensemos en los adjetivos que describen su amor: perfecto, gratuito, eterno, incondicional, sacrificado, inconmensurable.

Hemos sido llamados a amar a Dios. Los varones judíos recitaban todas las mañanas y todas las noches el siguiente versículo: Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas (Deuteronomio 6:5). Hemos de amarlo de todo corazón, (con todas nuestras emociones); de toda nuestra alma, (con toda nuestra personalidad); con todas nuestras fuerzas consumiéndonos en amor por El.

Y, ¿cómo logramos esas metas en la vida cotidiana? Por la obediencia. En Juan 14 el Señor nos recuerda en tres ocasiones que el amor significa obediencia. En esencia dice: "No me digan que me aman si deciden tolerar el pecado". Nuestro amor debe ser evidente por medio de una confesión instantánea cuando alguien nos señale nuestro pecado o nosotros lo descubramos. Es entonces cuando Él se convierte en el centro de mi atención y cuando toda mi energía emocional se dirige hacia Él.

Pero hay más. No sólo debo amar a Dios, sino que debo amarme a mí mismo: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Marcos 12:31). Algunos dicen: "Eso refleja un espíritu altivo y egoísta", pero el mundo ha corrompido el concepto del amor propio y lo ha convertido en un lema: "Si yo no me preocupo por mí mismo, ¿quién lo hará?" La Biblia no enseña eso, sino un amor sano y limpio debido a que somos la obra maestra del Creador y dignos de ser amados. Eso se llama autoestima bien enfocada.

¿Sabe usted cómo puede decir alguien si en verdad se ama como Dios lo prescribe? Por la forma en que se trata a sí mismo. Si abusa de su cuerpo con el alcohol, el tabaco u otras drogas, o comiendo demasiado, no se ama tanto como para cuidar de su cuerpo. Satanás le dice: "No vale la pena que nadie te ame". Pero Dios ha dicho: "Tú eres mi obra maestra. Te he hecho merecedor de que mi Hijo muriera por ti; eres increíblemente valioso".

Necesitamos vernos tal y como Dios nos ve. Nuestro concepto de cuánto valemos no debe proceder de lo que otros piensen de nosotros sino de lo que Dios dice. Y según El somos la niña de sus ojos. No sólo hemos sido llamados a amar a Dios y amarnos a nosotros mismos, sino también a nuestro prójimo.

Quizá este sea el más difícil de los tres mandatos. En Juan 14, 15, 16 y 17 el Señor Jesús enfatizó que debemos amar a los demás pues así el mundo se convencerá de que somos cristianos. Cierto que algunos parecen ser más dignos de ser amados que otros, pero el amor no es una emoción, es una decisión.

Gracias a un acto de nuestra voluntad y con la ayuda del Espíritu Santo que mora en nosotros y nos capacita para decidirlo, podemos amar. Debemos preguntar a aquellos que no parecen muy dignos de nuestro amor. Algunos no pueden aceptar ser amados; se sienten incómodos con todo tipo de afecto.

A veces están tan heridos emocionalmente que tienen temor de ser amados; temen que demandemos amor de parte de ellos y están imposibilitados para amar debido a los daños emocionales que han sufrido. Pero el amor genuino no espera ser amado como respuesta, así que de todas maneras debemos amarlos.

El Señor no se limita a demandar que amemos a nuestros prójimos, sino también a nuestros enemigos. Este es un llamado sobrenatural y debemos depender de que el Espíritu Santo nos dé la capacidad para amarlos. Si creemos que el amor es un sentimiento, tenemos problemas ya que nuestros sentimientos son volubles y fluctúan.

Pero la decisión de hacer algo por los demás puede ser firme, a pesar de nuestros sentimientos. Cuando suena el despertador en una mañana fría y lluviosa, nos alistamos para ir a trabajar, nos guste o no nos guste. Por medio de un acto de nuestra voluntad hacemos a un lado las cobijas y ponemos los pies en el suelo. Con frecuencia, amar a otros demanda el mismo tipo de disciplina y determinación.

El amor es superior a las lenguas de los hombres tan estimadas por algunos corintios, y aun a las lenguas del cielo mismo. El lenguaje humano o angélico, por importante o exaltado que sea, es "como metal que resuena, o címbalo que retiñe"  (un ruido sin significado)  si no hay amor. Lo que edifica el cuerpo de Cristo no es la lengua elocuente, sino el amor sincero. La voz del amor es música dulce para los oídos de Dios.

Sin duda alguna los dones espirituales eran importantes, porque por medio de ellos se revelaba, se confirmaba y se enseñaba la voluntad de Dios. Los que poseyeron la fe milagrosa (la que podía mover montañas, Mateo 17:20) sanaron enfermos e hicieron otras maravillas para confirmar la palabra y avanzar la obra, pero estos dones no valían nada si no había amor. Si no había amor ¿con qué propósito se utilizaban? Los hermanos que fueron motivados por el amor usaron los dones para la gloria de Dios, para salvar almas y para edificar la iglesia.

Es muy posible hacer sacrificios personales y practicar toda clase de benevolencia con propósito malo (Mateo 6:1-18). Si ofreciéramos el cuerpo para ser quemado como hicieron los jóvenes hebreos (Daniel 3), sería completamente inútil si no fuéramos motivados por el amor bíblico. No hay nada que pueda sustituir el amor. Es indispensable. Dice Pedro, "Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrir  multitud de pecados" (1 Pedro 4:8).

En el Nuevo Testamento hay varias palabras que se usan y que en nuestro idioma se traducen "amor". Una de ellas es la palabra griega "filos" que se traduce amor, pero se refiere al amor filial, es decir, el amor entre familiares, amigos; la otra palabra que se usa es "eros" que también se traduce "amor", pero aquí se refiere al amor sensual, carnal; sin embargo, el término que usa el apóstol Pablo en 1 Corintios 13 es "ágape" que también se traduce "amor", pero aquí se refiere al amor incondicional, al amor que se entrega sin esperar recompensa, el amor que hace que la persona ponga sus recursos para bendición del prójimo y no esperar sacarle ventajas a la otra persona.

Cuando la Biblia dice que Dios nos amó, está diciendo que Dios puso todos los recursos del cielo para que los pecadores fuéramos beneficiados no sólo en esta vida, sino también en la eternidad. La Biblia dice en Juan 3:16: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna"

Las Cualidades y la Conducta del Amor de acuerdo a lo que nos enseña la primera carta a los Corintios en capítulo 13.

Como persona. 1 Corintios 13:4-7 describe la "conducta" del amor verdadero. Pablo presenta el amor como si fuera una "persona". Al leer este texto nos conviene sustituir la palabra "amor" con el nombre nuestro. ¿Cómo es el amor verdadero? ¿Cómo es usted, cómo soy yo? Obsérvese también que cuando Pablo describe el amor, todas las características o cualidades nombradas tienen que ver con nuestra relación unos con otros.

Es sufrido. "Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta", ser paciente, sufrido, soportar, tener largura de ánimo, la longanimidad es aquella cualidad de dominio propio frente a la provocación que no toma apresuradas represalias ni castiga con celeridad; es lo opuesto a la ira, y está asociada con la misericordia". Proverbios 16:32. "Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad". La persona sufrida tiene mucha paciencia con personas que no son razonables. 2 Pedro 3:15, "Tened entendido que la paciencia (longanimidad) de nuestro Señor es para salvación". Por lo tanto, "con toda humildad y mansedumbre soportándoos con paciencia (longanimidad) los unos a los otros en amor".

Es benigno, el amor activo, una disposición benigna de corazón, o de bondad en los hechos, no meramente bondad como una cualidad, sino la bondad en acción, una benignidad que se expresa en actuaciones concretas". Jesús dedicó su vida a los actos de bondad. Hechos 10:38. "Este anduvo haciendo bienes". Lucas 6:35. "Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y ser  vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque ‚él es benigno para con los ingratos y malos" El buen samaritano es un buen ejemplo de la benignidad (Lucas 10).

No tiene envidia. 1 Corintios 13:4. Hay otra palabra que se  traduce "envidia": "Phthonos, envidia, es el sentimiento de disgusto producido al ser testigo u oír de la prosperidad de otros". Esta segunda palabra significa "la envidia que desea privar al otro de lo que tiene, en tanto que el celo desea poseer lo mismo". Es obra de la carne (Gálatas 5:20), y evidencia de la carnalidad (1 Corintios 3:3). "Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación (confusión) y toda obra perversa" (Santiago 3:16). ¿Cuántos se sienten descontentos y aun mortificados por la prosperidad y otras ventajas de sus propios hermanos en Cristo? No quieren obedecer Romanos 12:15.

Recuérdense los ejemplos de envidia: los hermanos de José, el hermano mayor del hijo pródigo, los judíos que crucificaron a Jesús y persiguieron a los apóstoles (Mateo 27:18; Hechos 5:17,18; 13:45; 17:5). El amor verdadero (el cristiano verdadero) no tiene envidia.

No es jactancioso, no se envanece. Aunque pudiera hablar en lenguas no se jactaba, no se envanecía. “Phusioo”, hinchar, se usa de hincharse de orgullo, 1 Corintios 4:6, 18,19; 5:2; 8:1; 13:4; en Colosenses 2:18 se traduce 'hinchado. Había problema serio de esto en la iglesia en Corintio. No obedecieron la enseñanza de Romanos 12:3, "que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura".

Les preguntó Pablo, "Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?" (1 Corintios 4:7). Aun los apóstoles cayeron en la tentación de querer elevarse unos sobre otros (Mateo 18:1-4; 20:20-25; Lucas 22:24-27). Uno de los requisitos para ser anciano tiene que ver con esto (1 Timoteo 3:6). Recordemos siempre que "Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu" (Proverbios 16:18). Por estar envanecidos algunos hermanos no quieren confesar sus faltas unos a otros (Santiago 5:16). "Estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo" (Filipenses 2:3).

No hace nada indebido. "No se porta indecorosamente" (La Biblia de las Américas). Nunca es vergonzosa su conducta. "He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza" (Apocalipsis. 16:15). Romanos 13:13, "Andemos como de día, honestamente" decentemente, "no en contiendas y envidia". 1 Tesalonicenses 2:12, "y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios", "a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada". Efesios 5:3,4, ".como conviene a santos". Los que tienen verdadero amor no practican cosas indecentes o indecorosas, que no convienen, que no son apropiadas para el cristiano. El amor no se porta indecorosamente.

No busca lo suyo. No es egoísta. El egoísmo es la causa de muchos pecados. Es el pecado que podemos ver fácilmente en otros pero difícilmente lo vemos en nosotros mismos. Romanos 15:1-3, "los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo". 1 Corintios 10:24, "Ninguno busque su propio bien, sino el del otro". Filipenses 2:4, "no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros";  "porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús". Jesús enseña la abnegación de sí (Mateo 10:39; 16:24). El que tiene verdadero amor dedica su vida (su tiempo, su energía, sus recursos) a la causa de Cristo. 2 Corintios 8:5, "a sí mismos se dieron primeramente al Señor". 2 Timoteo 3:1,2, "vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos".

No se irrita, no guarda rencor ("no toma en cuenta el mal recibido"). No "lleva las cuentas" de las ofensas para poder recordarlas (para vengarse, o para vivir con amargura y resentimiento). Practica el dominio propio. "Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad" (Proverbios 16:32). Si algún hermano quiere ser anciano de la iglesia no puede ser iracundo (Tito 1:7). No siempre se toma en serio el temperamento (genio) fuerte - aún se bromea acerca del hermano o hermana que se enoja fácilmente --  pero es asunto serio.

No se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. No se regocija cuando alguien peca, no halla placer en el pecado de nadie, porque "toda injusticia es pecado" (1 Juan 5:17). Cristo murió para limpiarnos de toda injusticia (1 Juan 1:9). Los que poseen el verdadero amor saben que los que practican la injusticia no pueden heredar el reino de Dios (1 Corintios 6:10). "La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia" (Romanos 1:18).

¿Cómo, pues, puede el cristiano gozarse de la injusticia? Al contrario, se abstiene de toda forma de iniquidad (1 Tesalonicenses 5:22). La actitud del cristiano se expresa en Sal. 45:7; 119:104. Se goza de la verdad. La compra y no la vende (Proverbios 23:23). Ama la verdad (2 Tesalonicenses 2:10). Sabe que la verdad nos hace libres (Juan 8:32).

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. "Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrir  multitud de pecados" (1 Pedro 4:8). El que tiene verdadero amor enseña, exhorta, amonesta y corrige el mal. Practica la disciplina. No "pasa por alto" el pecado en la iglesia como si no existiera. No cierra los ojos al pecado. Pero es paciente, tolerante (2 Timoteo 2:24,25).

Como Jesús soportó a los apóstoles; como Pablo soportó a las iglesias; como nosotros mismos queremos que otros nos soporten. El amor cree y confía en sus hermanos. Cree lo mejor y no lo peor acerca de ellos. No es sospechoso. También espera lo mejor, espera que crezcan para hacer los cambios que deben hacer.

Que nuestro deseo y nuestro accionar sean conforme al perfecto amor del Padre Celestial, que es en Jesucristo y que ha sido revelado a nuestros corazones por medio del Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios. Bendiciones.


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