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Es tiempo de
sumergirnos en Dios y su Palabra buscando el amor, la gracia, la misericordia y
la fortaleza que vienen del Padre Celestial en estos tiempos; es por eso que
empezamos con el estudio de los módulos del Seminario Bíblico Reina
Valera: TEOLOGÍA
SISTEMÁTICA 1 y TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 2.
Juan 5:39. Escudriñad las
Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA 1. Es el estudio de las
doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e
infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres
de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las
doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la
regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la
plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original
y su caída en pecado.
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA
2. Es el
estudio de las doctrinas bíblicas de la salvación: expiación, sustitución,
redención, reconciliación, propiciación, justificación, elección,
predestinación, regeneración, conversión, arrepentimiento, la adopción y la
unión mística del creyente con Cristo. Incluye el estudio de las
doctrinas acerca de la iglesia: sus miembros, propósito, comisión, culto,
organización y ordenanzas. Incluye el estudio de las profecías de la
Biblia: principalmente las no cumplidas todavía como el arrebatamiento de la
iglesia, la Tribulación, la segunda venida de Jesucristo, el reino milenial,
los juicios finales y el estado eterno.
Clase 4. La Biblia como
Revelación Divina por Lewis Sperry Chafer
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A. FORMAS DE LA REVELACION DIVINA.
La Biblia tiene como objetivo y
propósito el ser la revelación del ser, las obras y el programa de Dios. Que un
Dios infinito buscase el revelarse a sí mismo a sus criaturas, es razonable y
esencial para el cumplimiento de los propósitos de Dios en la creación. Es, por
otra parte, natural que los seres racionales intenten saber algo respecto al
Creador que les ha dado vida. Si el hombre es el más alto orden de las
criaturas, que tiene la capacidad de reconocer y tener una íntima comunión con
el Creador, es, por tanto, también razonable esperar que el Creador se
comunicase con sus criaturas, revelándoles su propósito y su voluntad. Hay tres
vías de máxima importancia y que han sido utilizadas por Dios para revelarse a
sí mismo.
1. La
revelación de Dios en la creación. El poder
eterno y el carácter de Dios se revelan por las cosas que han sido creadas. Ro. 1:20. Porque las cosas invisibles de él, su
eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del
mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen
excusa.
El mundo de las cosas naturales,
siendo una obra de Dios, muestra que Dios es un Dios infinito en poder y
sabiduría y que ha diseñado y creado el mundo físico para un propósito
inteligente. La revelación de Dios mediante la Naturaleza, sin embargo, tiene
sus limitaciones, al no aparecer claramente manifestado el amor y la santidad
de Dios. Mientras que la revelación en la Naturaleza es suficiente para que
Dios pueda juzgar al mundo pagano por no adorarle como su Creador, no revela un
camino de salvación mediante el cual los pecadores puedan ser reconciliados con
un Dios santo, sagrado.
2. Revelación en Cristo. Una suprema revelación de Dios fue suministrada en la
persona y la obra de Cristo, que nació en su debido tiempo. Ga. 4:4. Pero
cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y
nacido bajo la ley. El Hijo de Dios vino
al mundo para revelar a Dios a los hombres en términos que pudiesen comprender.
Por su llegada como hombre mediante el acto de la encarnación, los hechos
relacionados con Dios, que de otra forma hubiesen sido muy difíciles para la
comprensión humana, se trasladan al limitado alcance de la comprensión y el
entendimiento humanos. Así pues, en Cristo, no sólo se revela el poder y la
sabiduría de Dios, sino también su amor, la bondad divina, su santidad y su
gracia. Cristo declaró: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn.
14:9). En consecuencia, el que conoce a
Jesucristo, también conoce al Dios Padre.
3. La revelación en la Palabra escrita. La Palabra escrita de Dios es capaz, sin embargo,
de revelar a Dios en términos incluso más explícitos de los que puedan ser
observados en la persona y obra de Cristo. Como previamente se ha demostrado,
es la Biblia la que nos presenta a Jesucristo tanto como el objeto de las
profecías, como su cumplimiento. Con todo, la Biblia va aún más allá; dando
detalles respecto a Cristo, muestra el programa de Dios para Israel, para las
naciones, así como para la iglesia, y trata de muchos otros temas de la
historia del género humano y del universo.
La Biblia no sólo presenta a Dios
como su tema fundamental, sino que también nos muestra sus propósitos. La
revelación escrita lo incluye todo en sí misma. Expone de la forma más clara y
convincente todos los hechos que conciernen a Dios y que están revelados en la
Naturaleza, y proporciona el único registro que atañe a la manifestación de
Dios en Cristo.
También se extiende la divina
revelación en grandes detalles que se relacionan con Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo, los ángeles, los demonios, el hombre, el pecado, la salvación,
la gracia y la gloria. La Biblia , pues, puede ser considerada como el
complemento perfecto de la divina revelación de Dios, parcialmente revelada en
la Naturaleza , y más plenamente revelada en Cristo, y revelada completamente
en la Palabra escrita.
B. REVELACION ESPECIAL.
A través de toda la historia del
hombre, Dios ha suministrado una revelación especial. Se registran muchas
ocasiones en la Palabra de Dios en que habla directamente al hombre, como El lo
hizo en el jardín del Edén, o a los profetas del Antiguo Testamento, o a los
apóstoles en el Nuevo. Algunas de estas revelaciones especiales fueron
registradas en la Biblia y forman el único y autorizado registro inspirado que
tenemos de tal revelación especial.
Una vez completos los 66 libros de la
Biblia, la revelación especial en el sentido ordinario de la expresión parece
haber cesado. Nadie ha sido capaz de añadir con éxito un solo versículo a las
Escrituras como declaración verdadera. Las añadiduras apócrifas son claramente
inferiores y sin la inspiración propiamente dicha que caracteriza siempre todo
escrito de la Escritura.
En lugar de la revelación especial,
sin embargo, una obra del Espíritu Santo ha caracterizado especialmente la edad
presente. Así como el Espíritu de Dios ilumina o arroja luz sobre las
Escrituras, hay una forma legítima de tiempo presente en la revelación
procedente de Dios, en la cual las enseñanzas de la Biblia se aclaran y se
aplican a la vida de los individuos y las circunstancias. Emparejada con la
obra de iluminación está la obra del Espíritu como guía, cuando las verdades
generales escriturales se aplican a las necesidades particulares de un
individuo.
Aunque ambas cosas -la guía y la
iluminación- son obras genuinas de Dios, no garantizan que un individuo comprenda
perfectamente la Biblia, o en todos los casos la comprenda adecuadamente con la
guía de Dios. Así, mientras que la iluminación y la guía son una obra del
Espíritu, no poseen la infalibilidad de la Escritura, puesto que los receptores
son seres humanos de por sí falibles.
Aparte de esta obra del Espíritu de
Dios, no obstante, al revelar lo que significa la Escritura, no hay comprensión
real de la verdad, como se declara en 1 Corintios 2:10.
La verdad de la Palabra de Dios necesita ser revelada a nosotros por el
Espíritu de Dios, y necesitamos ser enseñados por el Espíritu (1 Co. 2:13). Según 1 Corintios 2:14, «... el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura y no
las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente».
1 Co. 2:10-14. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;
porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de
los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en
él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y
nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene
de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también
hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que
enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre
natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son
locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
En consecuencia, la Biblia es un
libro cerrado, por lo que respecta a su verdadero significado, para quien no
sea cristiano y no esté enseñado por el Espíritu. Ello requiere, además, por
parte del individuo estudioso de la Escritura, una íntima proximidad con Dios
en la cual el Espíritu de Dios sea capaz de revelar su verdad.
C. INTERPRETACION.
Al recibir la revelación que proviene
a través del Espíritu Santo, en la forma en que El enseña la Palabra de Dios a
un creyente en Cristo, los problemas de interpretación de la Biblia se hacen
evidentes. Son necesarias ciertas reglas básicas si se tiene que comprender la
ciencia de la interpretación, llamada «hermenéutica». Aunque existe confianza y
seguridad en el Espíritu Santo para la instrucción en la Palabra de Dios, hay
ciertos principios que tienen que ser enumerados.
1. El propósito de la Biblia como un todo. Al interpretar la Biblia, cada texto tiene que ser
tomado a la luz del contenido total de la Escritura, para que la Biblia no se
contradiga a sí misma.
2. El mensaje particular de cada libro de la Biblia. La interpretación de la Escritura necesita siempre
tomar en consideración el propósito del libro, del cual forma parte. Un estudio
de Eclesiastés es, según esto, completamente diferente del de un libro como el
Apocalipsis, o los Salmos, y la interpretación tiene que estar en relación con
el propósito del libro.
3. A quién va dirigido.
Mientras que toda la Escritura ha recibido por igual la inspiración de Dios, no
toda Escritura es igualmente aplicable. Muchas falsas doctrinas se han
producido mediante una errónea aplicación de la Escritura. De esta forma, la
cuestión se plantea en lo concerniente a quién se considera en un pasaje
particular. Es preciso distinguir la aplicación primaria y secundaria.
La aplicación primaria puede
extenderse sólo al individuo o grupo a quien va dirigida la Escritura, como,
por ejemplo, la Epístola a los Gálatas o un salmo escrito por David. Hay casi
siempre una segunda aplicación, cómo las verdades particulares se producen el
texto escritural y que se descubre que tienen una aplicación general más allá
de aquel a quien están realmente dirigidas. Así, mientras la ley en el Antiguo
Testamento está dirigida a Israel, los cristianos pueden estudiarla con
provecho como una revelación de la santidad de Dios, cambiando algunos
particulares en su aplicación a nosotros.
4. El contexto. Una
de las importantes consideraciones en la exposición de cualquier texto es
considerar el contexto inmediato. Con frecuencia esto proporciona la pista para
lo que fue escrito intencionadamente en esa declaración particular. La
Escritura que precede y sigue cualquier versículo dado ayuda al lector a
comprender tal versículo en sí mismo.
5. Las enseñanzas similares en otra parte de la Palabra de Dios. Ya que la Biblia no puede contradecirse a sí misma,
cuando se hace una declaración teológica en un versículo ha de estar armonizada
con cualquier otra declaración teológica similar en otra parte. Esta es la
tarea particular de la teología sistemática, la cual intenta tomar toda la
revelación divina y exponer de forma clara y convincente su contenido en una
forma doctrinal que no sea contradictoria de cualquier porción o parte de la
Sagrada Escritura.
Con frecuencia, unos libros se
complementan recíprocamente con otros. Por ejemplo, el libro del Apocalipsis
repetidamente depende para su interpretación del libro de Daniel u otro del
Antiguo Testamento, en sus profecías. Si el Espíritu Santo es el autor de la
totalidad de la Palabra de Dios, lo que se dice en un lugar, debe ayudarnos a
comprender lo que se dice en otro, en la Escritura.
6. Exégesis precisa de las palabras en un texto particular. La Biblia fue escrita originalmente en
hebreo y en griego, y con frecuencia se presenta la dificultad de su correcta
traducción. Por tanto, el conocimiento del lenguaje original es muy necesario
para determinar con exactitud lo que dice el texto. Los estudiosos de la
Escritura que no disponen de esos recursos técnicos, pueden ayudarse
frecuentemente por comentarios y exposiciones hechos por autores capacitados
para arrojar luz sobre un texto particular.
Aunque para la mayor parte de los
propósitos una buena traducción es suficiente, un estudioso que ponga cuidado
en su esfuerzo se ayudará a veces consultando trabajos de autoridades
competentes, capaces de aclarar un texto específico.
Por añadidura, para determinar el
significado real de las palabras, la adecuada interpretación asume que cada palabra
tiene su significado literal normal, a menos que haya buenas razones para
considerarla como una figura del discurso. Por ejemplo, la tierra prometida a
Israel no debe ser considerada como una referencia al cielo, sino más bien como
una referencia literal a la Tierra Santa.
Por la misma razón, las promesas
dadas a Israel no deberían ser espiritualizadas para aplicarlas a los creyentes
gentiles en Cristo. La regla de interpretación es que las palabras deben tener
su significado normal, a menos que el contexto indique claramente que se
intenta emplear una figura de dicción en el discurso.
7. Precauciones contra los prejuicios.
Si bien es adecuado para cualquier intérprete de la Escritura el aproximarse a
un pasaje con la convicción teológica que surge del estudio de la totalidad de
la Biblia, hay que tener cuidado en no retorcer el texto respecto a lo que no
dice, con objeto de armonizarlo con ideas preconcebidas. Cada texto debe hablar
por sí mismo, y ello hay que permitirlo incluso si deja temporalmente sin
resolver algunos problemas de armonización con otra parte de la Escritura.
Al interpretar la Biblia, es
importante considerar a la Escritura como una comprensiva revelación que tiene
como fin la ser comprendida por todos los que son enseñados por el Espíritu. La
Biblia tiene la intención de comunicar la verdad, y cuando está adecuadamente
interpretada, contiene en sí un sistema de doctrina que es armonioso y no
contradictorio.
PREGUNTAS
1. ¿Por qué es razonable asumir que
Dios haya deseado revelarse a sí mismo al hombre?
2. ¿Cuál es la extensión y la
limitación de la revelación en la Naturaleza?
3. ¿Hasta qué extremo es Cristo una
revelación de Dios?
4. ¿Por qué ha sido la Palabra
escrita necesaria para revelar a Dios completamente?
5. ¿Cuáles son algunos de los temas
más importantes de la revelación divina y que no pueden ser aprendidos en la
Naturaleza?
6. ¿Qué quiere significarse por
revelación especial?
7. ¿Qué obra del Espíritu ha reemplazado
hoy la revelación especial y por qué es ello necesario?
8. ¿Por qué es preciso tomar en
consideración a la Biblia como un todo, al igual que el mensaje particular de
cada libro de los que componen la Escritura?
9. ¿Cuáles son los peligros de aplicar
mal la Escritura, y por qué es preciso distinguir la aplicación primaria y
secundaria?
10. ¿A qué se contribuye con el
contexto de cualquier pasaje?
11. ¿Por qué es preciso que la
interpretación de un texto esté en armonía con otros pasajes bíblicos?
12. ¿Hasta qué extremo se requiere
que la exégesis sea precisa?
13. ¿Hasta qué extremo debería el
significado normal de las palabras determinar el significado de un pasaje?
14. ¿Cuál es el peligro de los
prejuicios al interpretar la Escritura?
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