“Esto
traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza: Que las misericordias del SEÑOR
jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana;
¡grande es tu fidelidad!”. Lamentaciones 3: 21-23.
"Pero
después de que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, Dios hará que todo
vuelva a estar bien y que ustedes nunca dejen de confiar en Él; les dará
fuerzas para que no se desanimen, y hará que siempre estén seguros de lo que
creen. Recuerden que Dios nos ha elegido por medio de Jesucristo, para que
formemos parte de su maravilloso reino." 1 Pedro 5:10.
La
misericordia de Dios. ¿Qué puedo decir?, los textos
que acabamos de leer lo dicen todo. Y es que sin duda Dios
es Misericordioso con nuestra vida, creo que si cada uno de nosotros
obtuviera el pago que merecen nuestras acciones, hoy no estarías ni leyendo
estas líneas. Y es que somos así, pecadores por naturaleza, seducidos a caer en
los deseos engañosos de la carne, propicios a fallar una y otra vez, pero en
medio de todo eso, hay algo que nos detiene a no dejarnos dominar por una vida
total de pecado y es el hecho de que Dios nos amó y dio su vida por nosotros
para que ahora podamos ser libres de las cadenas del pecado.
Pablo decía: Gálatas 2:20. Reina-Valera 1960
(RVR1960). Con Cristo estoy juntamente crucificado,
y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo
vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Quizá
los últimos días te has sentido muy mal, por algún error que cometiste, quizá
te dejaste llevar por tus bajos instintos y fallaste, a lo mejor tenías mucho
tiempo de no caer en esa área de tu vida que tanto trabajo te ha llevado
superar, y volviste a lo mismo.
Pueda
que te has sentido triste porque consideras que Dios no se merece lo que has
estado haciendo, quizá dentro de ti hay hasta vergüenza de llegar delante de
Dios y pedirle que te perdone una vez más, no encuentras que cara poner delante
de Él, que palabras decir, porque quizá no hay palabras que justifiquen tu
accionar, simplemente estas avergonzado de tu andar. Por un momento en tu mente
hay toda clase de voces que te dicen que eres un derrotado, que no eres capaz
de ser fiel, que no eres digno de ser un hijo de Dios, que solo estas
engañándote a ti mismo y tratando de engañar a los demás, que por más que lo
intentes siempre caerás en lo mismo y toda clase de voces que lo único que
quieren es hacerte retroceder de una vez por todas para que vuelvas a tu vida
antigua separado de Dios.
Pues
hoy Dios quiere que comprendas que él jamás te ha juzgado, que nunca te ha
señalado con el dedo para acusarte de algo, al contrario, siempre ha extendido
sus brazos para que vengas a Él y recibas su abrazo, siempre ha estado allí
levantándote en cada caída, en cada tropiezo, y es que así es El, grande en
Gracia y Misericordia.
Por
nuestras acciones merecemos castigos severos, pero es allí en donde entra en
acción la MISERICORDIA DE DIOS, que no te da el pago que mereces, sino
el que no mereces. Cuesta entenderlo con nuestra mente humana, pues ¿Cómo es
posible que esto sea tan contradictorio?, pues así es, la Biblia nos enseña que CADA
MAÑANA sus MISERICORDIAS se RENUEVAN sobre nuestra VIDA.
Eso
quiere decir que cada mañana Dios tiene MISERICORDIA nueva sobre tu
vida, por tal razón no es hora de querer tirar la toalla, de querer colgar los
guantes y menos de echar todo por la borda porque no te consideras digno de
este CAMINO. El anhelo de
Dios es que aceptes su MISERICORDIA,
que te perdones a ti mismo porque Él ya te ha perdonado, pues cuando le pides
perdón El jamás se negara a dártelo.
Es
hora de darle valor a esa MISERICORDIA la
cual Dios ha tenido sobre nuestra vida, ¿Cómo? A través de no rendirnos, a
través de intentar cada día mejorar nuestras vidas, a través de reconocer que
su MISERICORDIA ha
sido tan grande sobre nuestras vidas y por lo cual se merece nuestra FIDELIDAD TOTAL. Ya
no te quejes más, ya no pongas más excusas, no te sientas indigno, no tengas
vergüenza, pídele perdón al Señor de corazón e intentan no volverlo hacer, Dios
te llenara de su MISERICORDIA y
la RENOVARA día tras día
sobre tu vida. Repasemos los que algunos pasajes de la Biblia nos hablan a
nuestro corazón y de esa manera seamos fortalecidos.
Mantengamos
firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que
prometió. Hebreos 10:23.
Por
siempre cantaré de las misericordias del SEÑOR; con mi boca daré a conocer tu
fidelidad a todas las generaciones. Salmos
89:1.
Oh
SEÑOR, ten piedad de nosotros; en ti hemos esperado. Sé nuestra fortaleza cada
mañana, también nuestra salvación en tiempo de angustia. Isaías 33:2.
El
SEÑOR es justo en medio de ella; no cometerá injusticia. Cada mañana saca a luz
su juicio, nunca falta; pero el injusto no conoce la vergüenza. Sofonías 3:5.
Tu
misericordia, oh SEÑOR, se extiende hasta los cielos, tu fidelidad, hasta el
firmamento. Salmos 36:5.
No
he escondido tu justicia dentro de mi corazón; he proclamado tu fidelidad y tu
salvación; no he ocultado a la gran congregación tu misericordia y tu
fidelidad. Salmos 40:10.
Pero
yo cantaré de tu poder; sí, gozoso cantaré por la mañana tu misericordia;
porque tú has sido mi baluarte, y un refugio en el día de mi angustia. Salmos 59:16.
Y
nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu prado, te daremos gracias para siempre; a
todas las generaciones hablaremos de tu alabanza. Salmos 79:13.
Oh
SEÑOR, Dios de mi salvación, de día y de noche he clamado delante de ti. Salmos 88:1.
Si
leemos todo el libro de Efesios, nos daremos cuenta que esta historia la hemos
vivido cada uno de nosotros. El apóstol Pablo señala que estábamos muertos en
nuestros delitos y pecados. Isaías dice que éramos una podrida llaga de la
cabeza a los pies. Es decir, que la historia de ese mendigo éramos tú y yo para
Dios. Él nos rescató de esa vida, de nuestra vana manera de vivir y nos
predestinó para ser hechos hijos suyos, para su alabanza y su gloria y nos dio
herencia en Él. También nos resucitó juntamente con Cristo y nos hizo sentar en
lugares celestiales, junto a Él.
Éramos
gente despreciable a la cual Dios no podía mirar. Por causa del sacrificio y de
la resurrección de Cristo, es que nosotros somos ahora aceptos en el Amado. No
es nuestra capacidad, o nuestra santidad. No es nuestra justicia la que hace
que el Padre nos acepte; es Cristo en nosotros, es su sangre la que hizo
posible que Él nos pueda mirar, acoger, y que nos haya dado todas estas
riquezas tan incomparables, tan inconmensurables (quiere decir que no se puede
medir de ninguna manera), así es el amor de Dios por ti y por mí.
Gracias
a ese sacrificio, gracias a esa muerte, gracias a ésa resurrección es que tú y
yo tenemos vida y vida en abundancia. No se termina, es eterna, no acaba jamás,
no vamos a morir. Dios nos dio vida y nos la dio para siempre. Algunos piensan:
– Y si me dio una vida abundante, entonces, cómo es que estoy enfermo, y por
qué estoy complicado con problemas económicos y lleno de dificultades, dónde
está la vida abundante –. Nosotros tenemos una distorsión en cuanto a la
calidad de vida que nos dio. Él, no está hablando de esta vida, está hablando
de tu vida en el Señor ahora y no después de la muerte.
"Y
juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús." Efesios
2:6.
Es
decir, en el cuerpo yo estoy aquí, tú estás aquí. Pero espiritualmente,
nosotros estamos sentados junto a Cristo, al lado de Cristo, en los lugares
celestiales. Se nos dice que Él se sentó a la diestra de la Majestad en las
alturas. Cristo está sentado al lado del Padre reinando en toda autoridad y
poder; y como dice Efesios, Dios sometió todas las cosas bajo el dominio de
Cristo, todo: principados, potestades, poderes, autoridades, gobiernos,
imperios, todo lo puso bajo los pies de Cristo, y al lado de Él estamos
nosotros, todos los hijos de Dios sentados con Cristo, reinando en una posición
de autoridad, Él nos dio parte de su gloria, nos hizo sus herederos.
Cuando
una persona hereda a alguien, las cosas son de aquel que la heredó. Ahora, la
buena noticia es que Dios te nombró heredero de todos sus bienes, en
Jesucristo. Somos herederos y coherederos junto con
Jesucristo.
"Bendito sea el Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los
lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación
del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor
habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de
su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,
que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se
había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la
dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos,
como las que están en la tierra. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo
sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el
designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria,
nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también
vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de
la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la
posesión adquirida, para alabanza de su gloria." Efesios 1:3-14.
A
Dios le complace, realizar su obra y escoger como canal de bendición a personas
menospreciadas por la sociedad, así lo ha demostrado a lo largo de la
existencia de la humanidad con hombres y mujeres desechados por los
paradigmas y conceptos sociales de los pueblos, y es que él mismo Señor en la
persona de Jesús se hizo vil y menospreciado, se humilló ante el hombre, para
luego ser exaltado como el Rey de reyes y Señor de señores, pero había una
característica importante, entre las muchas destacables de su personalidad, que
le proporcionaban esa connotación tan importante en los lugares que predicaba
el evangelio, esta lo constituía, oponerse a la tradición religiosa del hombre
que lo hacía apegarse más a los conceptos, que a la creencia de un enviado de
parte del Señor para traer salvación eterna a los que en él creyeran y a
aquellos que le recibieran.
¡Si
andas enfermo, ciego, cojo o paralítico, espiritualmente hablando!, ¡te tengo
maravillosas noticias, hoy El Espíritu Santo, te trae un mensaje
esperanzador, un mensaje renovado, te trae las buenas nuevas de su evangelio!,
hoy te da la mano que durante mucho tiempo el hombre no te dio, ¡Jamás por mis misericordias alguien ha sido
consumido, dice el Señor, por el contrario, yo las renuevo cada mañana y hoy
quiero entregártelas, mi gracia mi Espíritu Santo lo coloco sobre ti,
recibe mi palabra para que la prediques, recibe mi palabra que venda tu corazón
quebrantado, recibe mi palabra que te libera del cautiverio , recibe mi palabra
que derriba toda venda de ceguera espiritual recibe mi palabra cojo y
paralítico, salta de regocijo de alegría sabiendo que ahora eres un árbol de
justicia y un plantío del Señor Jesús!
Prepárate
para servir a tu Dios, el que tiene amor y misericordia de ti, el que te
perdona y restaura.
La Biblia nos enseña cómo hemos de servir a Dios: Con todo el corazón. Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de
ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames,
y sirvas a Jehová con todo tu corazón y con toda tu alma? Deuteronomio 10:12.
Hoy
también Dios nos pide a Sus hijos, salvados por la obra perfecta de Cristo, que
lo sirvamos con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma. Esto nos habla de
una vida completamente entregada a Él porque Dios actúa a través de nosotros.
Él quiere utilizar nuestros labios, nuestras manos, nuestros pies, todo nuestro
ser, para servir a las personas que nos rodean. Pero siempre debemos estar en
plena dependencia de Él; porque
como dijo Jesús: separados
de mí nada podéis hacer. Juan
15:5.
De
buena gana David le pide a su hijo Salomón: Reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con
corazón perfecto y con ánimo voluntario. 1 Crónicas 28:9. Dios escudriña nuestro corazón y nuestros
pensamientos. A Él no lo podemos engañar, por tanto no debemos servir al Señor
por obligación ni tampoco como una carga. Si así lo hacemos, no sirve. Debemos
hacerlo de todo corazón y con nuestra voluntad rendida en obediencia, buscando
complacer a Dios en todo.
Buscando Su gloria. Pablo nos recomienda: Hacedlo todo para la gloria de Dios. 1 Corintios 10:31. Todo lo que hagamos debe ser hecho buscando Su gloria.
Jesús nunca utilizó Su poder en beneficio propio sino que siempre lo hizo
buscando la gloria del Padre. Nosotros también, siguiendo Su ejemplo, debemos
buscar la gloria de Dios, el beneficio y la salvación de todos los que nos
rodean. Con amor: Servíos
por amor los unos a los otros. Gálatas
5:13. Necesitamos olvidarnos de nosotros mismos y pensar en los
demás. Debemos hacerlo con el mismo amor con que el Señor Jesús nos amó a
nosotros.
Experimentamos
un gozo especial cuando de corazón y por amor ayudamos a la gente. Dios merece
lo mejor de cada uno de nosotros. Cuando
servimos a los demás, servimos a Dios.
Con humildad. Nada hagáis por contienda o
vanagloria; antes bien con humildad. Filipenses
2:3. La
humildad debe ser para nosotros una lucha diaria. Debemos servir humildemente,
no buscando el aplauso ni el reconocimiento de los demás. Servir sin egoísmo ni
orgullo, poniendo en primer lugar los intereses del Señor. Ninguna tarea es
pequeña a los ojos de Dios. La célebre frase de John Wesley lo resume a la
perfección: Haz todo el bien que
puedas, por todos los medios que puedas, de todas las maneras que puedas, en
todos los lugares que puedas, en cualquier tiempo que puedas, a da la gente que
puedas, cada vez que puedas.
Con alegría. Servid a Jehová con alegría. Salmo 100:2. Sin quejas, sin rezongos, sin críticas. Dios se fija con
qué actitud servimos. Debemos hacerlo porque amamos al Señor y estamos
agradecidos por Su favor. Servir al Señor produce en nosotros gozo, porque
vemos que Dios obra, bendice y salva a otros por medio de nosotros. La tarea a
realizar no es fácil pero sabemos que hay recompensa. Hay alegría en la
tierra: Los que sembraron con
lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa
semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas. Salmo. 126:5-6. No hay mayor gozo que asombrarnos ante el maravilloso
milagro que Dios realiza, cuando un alma se convierte a Cristo por obra del
Espíritu Santo.
Con
gratitud. Tengamos
gratitud y mediante ella sirvamos a Dios. Hebreos
12:28. Cómo no agradecer a Dios Su gran amor, que lo demostró entregando a Su
amado Hijo Jesús por todos nosotros, y así alcanzar nuestra salvación eterna.
¡Cuánto costamos! Jesús murió por nosotros para que nosotros vivamos para Él. Para el
Señor. Y todo lo que
hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. Colosenses 3:23. Todo lo que hacemos cada día, debe ser una ofrenda para
el Señor. La verdadera motivación no debe ser agradar al hombre sino agradar a Dios.
En santidad. Mis ojos pondré sobre los fieles de
la tierra, para que estén conmigo; el que ande en el camino de la perfección
este me servirá. Salmo 101:6. Fidelidad y
perfección. El camino de la perfección es el camino de la santidad; solo así
podremos ser útiles para Él. Solo así seremos aptos para Su servicio. En el
Espíritu. Porque
nosotros somos los que en espíritu servimos a Dios, y nos gloriamos en Cristo
Jesús, no teniendo confianza en la carne. Filipenses
3:3. Como creyentes debemos vivir en el Espíritu y por el Espíritu. Debemos
ser controlados y guiados por el Espíritu Santo que vive en cada una de
nosotros, si somos de Cristo. Sin Su guía, consejo y poder todo es en vano. Por
eso, en todo tiempo, debemos servir dirigidos por el Espíritu. De esta manera
tendremos una intuición espiritual y un discernimiento sano y verdadero. El
poder de Dios se manifestará a través de nuestras vidas, para así realizar una
tarea efectiva, que dé como resultado la gloria de Dios y el bien de las almas.
¿Qué estamos
haciendo para nuestro Señor y su reino? Un corazón salvado es
un corazón que quiere amar y servir a los demás. Si no es así, algo anda mal. Todos, sin excepción, debemos estar ocupados
en Su obra. Él nos lo pide, Él lo reclama; es lo menos que cada uno de nosotros
podemos ofrecerle: nuestra vida, nuestro corazón, nuestra voluntad y nuestro
servicio. ¿Qué mayor privilegio que servir al Rey de reyes y Señor de señores,
al más alto y sublime, al Dios eterno y misericordioso, al Soberano, al único y
verdadero Dios, al gran Yo soy? Bendiciones.
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