Jesús enseña en Capernaúm. Marcos 1:21-27. La Biblia de
las Américas. Entraron en Capernaúm; y enseguida,
en el día de reposo entrando Jesús en la sinagoga comenzó a enseñar. Y se
admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no
como los escribas. Y he aquí estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un
espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar, diciendo: ¿Qué tenemos que ver
contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo
de Dios. Jesús lo reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! Entonces el
espíritu inmundo, causándole convulsiones, gritó a gran voz y salió de él. Y
todos se asombraron de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es
esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! Él manda aun a los espíritus inmundos
y le obedecen.
La
diferencia entre un ministerio ungido y la elocuencia de los escribas, se hizo
evidente. El Señor Jesús tenía autoridad para enseñar, no era un maestro común,
había un poder especial en sus palabras. Sus frases calaban profundo en sus
corazones. Se maravillaban no solo de lo que decía, sino la forma en que lo
decía. No era un simple expositor de verdades textuales, él era la autoridad
que daba vida a sus palabras y no dependía de citar a maestros anteriores como
los escribas.
El título
de maestro fue usado en referencia a Jesús unas 45 veces en los evangelios,
generalmente por sus discípulos. Jesucristo fue reconocido como maestro, el más
prominente. "Nadie
puede hacer las cosas que tú haces; Maestro (Juan
3:2).
Él era objetivo en su enseñanza. Generalmente
enseñaba sentado en a la barca, en el templo o igual en la hierba verde. La
fuente de inspiración del ministerio del Maestro es Cristo, “He aquí yo lo
di por testigo a los pueblos, por jefe, y por maestro a las naciones” (Isaías
55:4), este texto define a Jesús en una faceta
de su ministerio mas fuerte, la de Maestro.
Gran parte de su ministerio esta
encaminado a enseñarnos los principios del reino de Dios. Cinco distintas
palabras se utilizan en el idioma griego para designar al Maestro.
Maestro
se refiere a aquellos cristianos que tienen la habilidad de pasar entendimiento
del reino de Dios a otros, que hacen que la doctrina sea clara y funcional. El
maestro equipa al pueblo de Dios para que pongan las escrituras en práctica,
imparten entendimiento practico. Tiene la unción para exponer de una manera
accesible, fresca y libre, y hace edificante un tema bíblico, que transforma y
restaura vidas.
No
existe lugar para interpretaciones privadas o personales de las escrituras, ni
para tomar actitudes desafiantes o de superioridad, mucho menos para causar
divisiones y controversias, sino su fin es edificar la iglesia. El maestro aparece
en la iglesia de Antioquia junto a los profetas. Hechos 13:1. En la iglesia que estaba en Antioquía había profetas y
maestros: Bernabé, Simón llamado Niger, Lucio de Cirene, Manaén, que se había
criado con Herodes el tetrarca, y Saulo.
Efesios 4:11-16. "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores
y maestros. A fin de perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de
Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera por todo viento
de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia
las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en
todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien
concertado unido entre si por las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la
actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para irse edificando en
amor."
Si
usted tiene un llamamiento como maestro o como líder en la Iglesia, puede estar
seguro de que su llamamiento es del Señor. Un llamamiento es una sagrada
oportunidad para servir; trae consigo una responsabilidad ante el Señor.
Debería influir en la forma en que usted vive, dirigir sus decisiones y
motivarle a ser un siervo fiel y sabio.
Cuando
usted recibió el llamamiento de enseñar, quizás se haya dicho a sí mismo: “Pero
a mí no me han capacitado para que enseñe. No tengo la habilidad necesaria para
presentar una lección o conducir un análisis en la clase. Hay tantos otros
miembros que podrían hacerlo mejor que yo”. Quizás otros tengan una mayor
experiencia o habilidad natural que usted para enseñar. Sin embargo, es usted a
quien han llamado. Si es
humilde, fiel y diligente, el Señor hará de usted un instrumento en sus manos.
El
Maestro Cristiano dentro de sus atribuciones tiene roles determinantes en el proceso
de enseñanza aprendizaje: es un consejero, un guía, un instructor, un ejemplo,
un espejo y un constructor del edificio de la fe cristiana. No todo el mundo reúne
estas características; sin embargo, el que ha recibido el llamado de la enseñanza,
el que está consciente de su rol, tiene que buscar la presencia del Señor y
hacer todo lo que le corresponde para que el Señor le provea de esas cualidades
y de la presencia del Espíritu Santo y de esa manera hallar gracia delante de
Dios y de su Iglesia.
Llevar
a la gente a conocer a Cristo es su deber como maestro: debe haber conversiones
y llamado en las clases, debe mostrar un vivo interés en que sus alumnos sean
salvos. Si un maestro de Escuela Dominical o en las clases de la escuela
bíblica, no tiene conversiones en su clase, ha fracasado en su deber de llevar
a sus alumnos a un encuentro personal con Cristo. No es llenar de conocimiento
bíblico y religioso a las personas; es edificar el cuerpo de Cristo, es sanar
las heridas, la gente llega herida a nuestras clases y el maestro es un instrumento
para romper esas cadenas, es ampliar el conocimiento de la Palabra de Dios, es
corregir y exhortar
La verdad os hará libres. Juan 8:31-32 (RVR1960) Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él:
Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Las características
del maestro espiritual deben ser las siguientes: haber experimentado el nuevo nacimiento y convicción de salvación.
El
nuevo nacimiento. Juan 3:1-16. La Biblia de las Américas. Había un hombre de
los fariseos, llamado Nicodemo, prominente entre los judíos. Este vino a Jesús de
noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie
puede hacer las señales que tú haces si Dios no está con él. Respondió Jesús y
le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver
el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya
viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Jesús
respondió: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del
Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne,
carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te asombres de que
te haya dicho: “Os es necesario nacer de nuevo.” El viento sopla donde quiere,
y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel
que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede ser esto?
Jesús respondió y le dijo: Tú eres maestro de Israel, ¿y no entiendes estas
cosas? En verdad, en verdad te digo que hablamos lo que sabemos y damos
testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no recibís nuestro testimonio. Si
os he hablado de las cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os hablo
de las celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, es
decir, el Hijo del Hombre que está en el cielo. Y como Moisés levantó la
serpiente en el desierto, así es necesario que sea levantado el Hijo del
Hombre, para que todo aquel que cree, tenga en El vida eterna.
El amor
de Dios (versículo 16). Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga
vida eterna.
Debe
mantener una experiencia personal, real y definida con el Señor Jesucristo. Dicho
de otra forma su vida debe estar identificada con Jesucristo en todo momento. Su
personalidad debe revelar las características del fruto del Espíritu Santo como
están descritas en Gálatas 5:22-23: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre y templanza”.
Es
interesante notar que uno de los requisitos de un líder en la iglesia es la
habilidad de enseñar (1 Timoteo 3:2). La Biblia habla también del don o
ministerio de la enseñanza (Romanos 12:67, Efesios 4:11) y les da lugar de
importancia a los maestros entre los demás ministerios.
Otras características
del maestro espiritual son la de ser un verdadero amigo leal y sincero porque la
amistad que un maestro brinda a los niños y los jóvenes, les impresiona de una
manera perdurable. Haciéndose amigo de sus alumnos, el maestro podrá conocerlos
mejor y llegar llegará a saber de sus necesidades, entendiendo las flaquezas de
los débiles.
No debe
temer el trabajo duro, ya que la enseñanza requiere horas de preparación y
estudio, además del desgaste emocional y espiritual al enseñar. Debe ser
creativo con ideas originales, y saber buscar ideas de otras fuentes. Debe ser
capaz de adaptar las lecciones a los alumnos con pensamientos nuevos. Debe
tener una actitud positiva y entusiasta. El carácter del maestro influye en la
enseñanza. No debe ser demasiado pasivo ni pesimista. Debe ser persona con
autoridad. Esa cualidad puede desarrollarse cuando hay una auténtica convicción
de que estamos ocupados en un ministerio espiritual importante, de darle el
verdadero valor al llamado y ministerio que Dios le ha entregado. La inseguridad
puede hacer perder sus cualidades de líder ante las personas.
Ser
maestro de la palabra de Dios, es el mayor privilegio que se puede gozar.
Significa estar íntimamente vinculado al Maestro por Excelencia, nuestro Señor
Jesucristo, ya que gran parte de su ministerio comprendía la enseñanza. Él
delegó poder y autoridad a sus seguidores para que continúen esa labor.
Y les dijo: "Id por todo el mundo y
predicar el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será
salvo; más el que no creyere, será condenado." Marcos 16:15-16.
"Pero recibiréis poder, cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en
toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra." Hechos 1:8.
Dios ha
puesto sus ojos en los maestros, y ese deseo de enseñar que brota desde lo profundo
de su ser, es el llamado del Señor para que conozcan las grandezas de su
perfecto amor. Él necesita de usted para la educación de las almas que cada día
llegan a la iglesia. Jesús murió por cada uno de ellos en la cruz.
Al
llamarle para ser maestro, Dios dispuso que usted ayude a otros seres humanos a
aprender las verdades eternas de la Palabra de Dios. No importa cuán grande o
cuán pequeño sea a quien enseñe, siempre estará centrado alrededor de tres
factores: el maestro, la lección, el alumno
No se
pueden compartir experiencias que no se hayan vivido. En teoría el maestro
puede explicar muchas cosas, pero, solamente puede impactar en la vida de sus
alumnos cuando respalda la teoría con experiencias personales. Para el maestro
cristiano, el nuevo nacimiento es su primera y gran experiencia con Dios. Para
poder enseñar, tiene que ser salvo y lavado de sus pecados por la sangre de
Jesucristo y debe haber obedecido plenamente el mandato en Hechos 2:38: "Arrepentíos,
y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo"
Es
sumamente importante ser lleno del Espíritu Santo. Hay tantas cosas que quieren
ocupar lugar en nuestro interior y nos invaden, a menudo, pensamientos de
diversa índole, mayormente negativos. Por ello, necesitamos la llenura del
Espíritu Santo, para que las cosas del mundo no hallen cabida. El egoísmo, la
envidia, la hipocresía, y tantos más, tendrán que dar media vuelta a la puerta
del corazón, pues ya estará ocupado por el Espíritu del Señor.
El
maestro que abre su vida al Señor, producirá el fruto del Espíritu Santo y
podrá respaldar su enseñanza con experiencias reales. Hay muchos maestros que
enseñan la Biblia, sin gozar de una relación personal con Dios. Son "ciegos guías de ciegos", como
lo expresa Jesús en Mateo 15:14 como resultado, tanto el maestro como sus alumnos, caen
en el hoyo.
Pablo
podría afirmar: "Yo
sé en quien he creído" (2 Timoteo 1:12). Esa firme fe en el Señor y su Palabra, debe caracterizar a cada maestro;
no sólo delante de sus alumnos, en un día domingo, sino cada día de la semana y
en cualquier situación o lugar. Jesucristo dijo: "Vosotros sois la luz del mundo, una
ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y
se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que
están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos." Mateo 5:14-16.
LO QUE EL MAESTRO DEBE HACER UN MAESTRO ESPIRITUAL.
Leer y
estudiar continuamente la Biblia y las fuentes que le ayudarán a ser mejor
maestro. Debe preparar su lección
cada semana dedicando el tiempo necesario para que ser parte de su propia vida
y se adapte a las necesidades de sus alumnos. Debe
llegar a tiempo para cada clase y procurar que los alumnos hagan lo mismo. Es
una responsabilidad concreta, y al no hacerlo, demuestra que no considera
importante la labor de enseñar. Debe
orar por sus alumnos durante la semana. Recordar sus necesidades y también
visitarles de vez en cuando. La relación personal maestro-alumno es
importantísima.
En el libro
Enseñando para cambiar vidas del autor cristiano Howard Hendricks Contiene
un estudio programado por la Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos
sobre el tema que hemos tocado el día de hoy y explica siete conceptos estratégicos
en la enseñanza, y usted notará que los llamamos «leyes», principios, reglas.
Si
estas siete leyes se reducen a su esencia, verá que todas ellas exigen sentir
una pasión por comunicar.
La ley del Maestro. El
maestro eficaz siempre enseña de lo que fluye de una vida plena. La ley del
maestro, declarada sencillamente, es esta: Si deja de crecer hoy, dejará de
enseñar mañana. Ni la personalidad ni la metodología pueden sustituir este
principio. Usted no puede comunicar desde un vacío. No puede impartir lo que no
posee. Si no lo conoce, es decir, conocerlo verdaderamente, no lo puede dar. Esta
ley comprende la filosofía de que como maestro soy principalmente un
estudiante; un estudiante entre los estudiantes. Estoy perpetuando el proceso
del aprendizaje, aún estoy en camino. Y al convertirme de nuevo en estudiante,
yo, como maestro, veré el proceso de la educación a través de una perspectiva
radicalmente nueva y únicamente mía. Debo seguir creciendo y cambiando.
La ley de la Educación. Como
maestro eficaz usted debe conocer no solo lo que intenta enseñar, es decir, el
contenido, sino también a quienes desea enseñar. Usted no está interesado simplemente
en inculcar principios; usted quiere contagiarlos para que ellos estén tan
emocionados con los principios como lo está usted. Por lo tanto, la manera en
que las personas aprenden determina cómo usted enseña. Esta es la ley de la
educación.
La ley de la Actividad. Su tarea
como comunicador no es impresionar a las personas, sino impactarlas; no solo
convencerlas, sino cambiarlas. Hoy, la educación cristiana es demasiado pasiva.
Y esto es incongruente porque el cristianismo es la fuerza más revolucionaria
sobre el planeta. Cambia a las personas. Sin embargo, con frecuencia hemos
tomado esa fuerza que es la más revolucionaria sobre la tierra y la hemos
revestido de concreto. La actitud del cristiano promedio está bien expresada
cuando se canta: «Como era en el principio, es hoy y habrá de ser eternamente».
Las iglesias y el cristianismo a menudo resisten los mismos cambios que ellos mismos
esperan que se realicen. Romanos
8 me deja saber que cada creyente está
predestinado a ser conforme a la imagen de Jesucristo. Si esto es realmente cierto...
¿cuánto cambio deberíamos esperar legítimamente?
La ley de la Comunicación. La ley de la comunicación exige ese mismo proceso: La
comunicación eficaz requiere la construcción de puentes. Años atrás llevé a mi
tía a una reunión evangelística y fue la primera vez que logré llevarla a oír la
predicación del evangelio. Al final del mensaje, el evangelista dijo: «Quiero
que todos se pongan de pie», y todos nos pusimos de pie. Entonces dijo: «Ahora
quiero que todos los cristianos se sienten». Observé la cara de mi tía y vi como
de inmediato sus ojos se enfriaron como el acero y su quijada se endureció por
el enojo y la vergüenza. Me llevó tres años lograr que ella volviera a oír la
predicación del evangelio, y esta vez vino solo porque yo era quien iba a
predicar, «Sé que nunca me jugarás una mala pasada como aquella», me dijo. Amigo
mío, tenemos que saber cómo se sienten las personas. Se mueren de miedo ante
la
idea de venir a nuestras iglesias, y les doy toda la razón. El maestro
cristiano debe saber cómo compartir correctamente y con sabiduría el evangelio
eterno de nuestro Señor Jesucristo.
La ley del Corazón. La
enseñanza que impacta no es de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón. Esta
es la ley del corazón, y es cierta mientras usted entienda el significado
bíblico de la palabra corazón. Es una de esas palabras difíciles de definir y
que se presta al sentimentalismo. En la actualidad tenemos la tendencia de
usarla con poca precisión, pero los escritores del Antiguo Testamento nunca la
usaron así.
Deuteronomio 6:4-6 es un pasaje que
revela el contexto bíblico de la palabra. Moisés dijo: «Oye, Israel:
Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu
corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te
mando hoy, estarán sobre tu corazón».
Para
los hebreos, el corazón abarcaba la totalidad de la persona su intelecto, sus
emociones, su voluntad. Así que el proceso de la enseñanza consiste de una
personalidad transformada por la gracia sobrenatural de Dios que busca
transformara otras personalidades por la misma gracia. ¡Esto es un gran privilegio!
La ley de la Motivación. La ley de la motivación es esta: La enseñanza tiende a
ser más eficaz cuando el estudiante está apropiadamente motivado. Subraye la
palabra apropiadamente en esta definición, porque nos dice que también existe
la motivación inapropiada –motivación ilegítima que puede traer resultados
devastadores.
La ley de la Preparación. La ley de la preparación es esta: El proceso de enseñanza
aprendizaje será más eficaz si tanto los estudiantes como el maestro están
adecuadamente preparados. Esto resalta uno de los grandes problemas para los maestros:
Los estudiantes llegan fríos a la clase.
Muchos
maestros van a su trabajo o ministerio parcialmente preparados o sin ninguna preparación.
Son como mensajeros sin un mensaje. Les falta todo el poder y el entusiasmo
necesarios para producir los frutos que tenemos el derecho de recibir como producto
de sus esfuerzos.
Bendiciones.
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