Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

El llamado del Apóstol°

El ministerio en realidad es una mezcla del propósito y llamado de Dios con nuestra respuesta y obediencia. El entendimiento de esto (de la soberanía de Dios y el libre albedrío) nos permite ser más eficaces en lo que Él nos ha llamado a ser y a hacer.

Los ministerios de la iglesia son el equipamiento que Dios le dio para cumplir su misión. La iglesia de cristo es una iglesia con propósito hacia sí misma: perfeccionar a los santos. Y con una misión: alcanzar al mundo con el evangelio del reino. Esta es una gigantesca tarea que requiere de fuerzas sobrehumanas para ser llevada a cabo. No es posible lograrlo sin la intervención divina; pero gracias sean dadas a Dios porque él dotó a la iglesia con su Santo Espíritu para que pueda alcanzar la meta.

Veremos el significado de la palabra “Apóstol”. El diccionario bíblico ilustrado de la Editorial Caribe, define la palabra apóstol como un vocablo del idioma griego que significa “enviar” o “despachar”. Esta palabra apóstol, tiene una connotación especial que la distingue de otra palabra griega que se usaba para “enviar”. La palabra apóstol significa: Ser enviado con un propósito especial o con autorización oficial. En el Nuevo Testamento, la palabra apóstol se usa de tres maneras: 1- Para designar a un “enviado”, “delegado”, o “mensajero”. 2- Para referirse a los doce discípulos que el Señor Jesucristo escogió inicialmente de entre los israelitas. 3- Para designar de un modo general a maestros y misioneros.

Efesios 4:11-16. "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otrospastores y maestros. A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera por todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado unido entre si por las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para irse edificando en amor." 

El llamado del apóstol Pablo se relata en el libro de los Hechos 26:15-19. (La Biblia de las Américas). Yo entonces dije: “¿Quién eres, Señor?” Y el Señor dijo: “Yo soy Jesús a quien tú persigues. “Pero levántate y ponte en pie; porque te he aparecido con el fin de designarte como ministro y testigo, no sólo de las cosas que[a] has visto, sino también de aquellas en que me apareceré a ti; librándote del pueblo judío y de los gentiles, a los cuales yo te envío, para que abras sus ojos a fin de que se vuelvan de la oscuridad a la luz, y del dominio de Satanás a Dios, para que reciban, por la fe en mí, el perdón de pecados y herencia entre los que han sido santificados.” Por consiguiente, oh rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial.

Los misioneros deben ser llamados por el Señor a fin de que puedan ir.  Además, deben ser apoyados por la iglesia local. La iglesia de Antioquia reconoció que Dios estaba escogiendo a Pablo y a Bernabé para la obra (Hechos 13:1-2. La Biblia de las Américas. En la iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Niger, Lucio de Cirene, Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca, y Saulo. Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado; Romanos 1:14-15. La Biblia de las Américas. Tengo obligación tanto para con los griegos como para con los bárbaros, para con los sabios como para con los ignorantes. Así que, por mi parte, ansioso estoy de anunciar el evangelio también a vosotros que estáis en Roma).  

El esfuerzo misionero de una iglesia se puede ver frustrado si no envía a los que el Señor ha llamado. Cristo comisionó al apóstol Pablo durante su conversión, pero se considera que su conversión para ser misionero demoró entre 7 a 17 años.  Es necesario reconocer que el desarrollo de las habilidades de un líder eficaz se da a través de un largo tiempo. 

A menudo el progreso incluye un período de muchas pruebas y tiempos difíciles: Romanos 5:3-15. La Biblia de las Américas. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por[e] su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.

Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron; pues antes de la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa cuando no hay ley. Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero no sucede con la dádiva como con la transgresión. Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos, mucho más, la gracia de Dios y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo, abundaron para los muchos.

Fe y sabiduría. Santiago 1:2-4. La Biblia de las Américas. Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.

Cualquier obrero que va, tiene que comenzar su capacitación en la iglesia local; es allí donde se tiene que probar sus dones, talentos y su llamado a la obra. El Apóstol también debe tener suficiente preparación teológica. Finalmente el candidato debe ser capacitado transculturalmente; debe recibir una capacitación especial que le permita conocer la cultura, el idioma del pueblo para poder introducir el evangelio sin chocar con la cultura de la gente.  Además, debe ser bien preparado doctrinalmente, para poder enseñar sin titubeos la verdad de la Palabra.

Hechos 26:18. La misión encomendada al apóstol Pablo, el día de conversión fue: Para que abras sus ojos. Para que se conviertan de las tinieblas a la luz. Para que se conviertan de la potestad de Satanás a Dios. Para que reciban perdón de pecados. Para que reciban una herencia entre los santificados.

El equipo misionero del apóstol Pablo.  El trabajo en equipo es muy importante.  El apóstol no estuvo sólo en la obra (Hechos 13:2,5,13; 15:36,40; 18:2-5; Filipenses 4:3).  Las estrategias misioneras no son para una sola persona o una sola familia.  Se habla hoy de equipos misioneros, es decir grupos de familias misioneras que se unen para la evangelización de un pueblo no alcanzado.

La visión misionera del apóstol Pablo. Para el apóstol Pablo el trabajo de las misiones significaba ir a lugares remotos.  Las fronteras eran su enfoque (Romanos 15:20. La Biblia de las Américas. De esta manera me esforcé en anunciar el evangelio, no donde Cristo ya era conocido, para no edificar sobre el fundamento de otro).  

El apóstol establecía y cuidaba a las iglesias nuevas, pero posteriormente se iba a los lugares lejanos (Romanos 15:15-25. La Biblia de las Américas. Pero os he escrito con atrevimiento sobre algunas cosas, para así hacer que las recordéis otra vez, por la gracia que me fue dada por Dios, para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles, ministrando a manera de sacerdote el evangelio de Dios, a fin de que la ofrenda que hago de los gentiles sea aceptable, santificada por el Espíritu Santo. Por tanto, en Cristo Jesús he hallado razón para gloriarme en las cosas que se refieren a Dios. Porque no me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, en palabra y en obra, con el poder de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta el Ilírico he predicado en toda su plenitud el evangelio de Cristo. De esta manera me esforcé en anunciar el evangelio, no donde Cristo ya era conocido, para no edificar sobre el fundamento de otro; sino como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de Él, verán, y los que no han oído, entenderán). 

Muchos misioneros modernos, nunca dejan su iglesia de una manera definitiva.  El apóstol Pablo nunca perdía su visión de las misiones e ir a los lugares remotos.  Los resultados fueron más positivos que si él se hubiera quedado en un solo lugar.  El evangelio llegó a todas partes de la tierra.  Las iglesias que se establecieron eran fuertes y no dependientes.

En la actualidad mucho se discute acerca del apostolado: Hay quienes alegan que el ministerio apostólico ya no está en función. Los que tienen esta posición, dicen que los apóstoles fueron aquellos que Cristo escogió en el comienzo de la iglesia. Por otra parte, hay algunos que se auto proclaman apóstoles. Y hay otros a quienes sus “denominaciones” reconocen como apóstoles. Lo cierto es que la discusión acerca de quien es apóstol y quien no le es, no es del todo nueva. Ya en el comienzo de la iglesia se daba esta discusión. 

De lo cual podemos encontrar algunas referencias en el nuevo testamento. El mismo apóstol Pablo sufrió la dificultad de ser reconocido como apóstol de Jesucristo. En una de las cartas a los Corintios encontramos el siguiente alegato: “¿no sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor. Contra los que me acusan esta es mi defensa…” (1 Corintios 9:1-3).

La iglesia cristiana debe conocer lo relativo a este ministerio para poder saber a ciencia cierta quien es apóstol y quien no lo es; porque es derecho y obligación de la iglesia saber quién es un verdadero apóstol y quien es un falso apóstol. La iglesia no solo debe saber reconocer a los apóstoles verdaderos, sino que debe probar a los apóstoles. Podemos leer una referencia de este asunto en Apocalipsis 2:2. La Biblia de las Américas. “Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos”

Es precisamente con el objetivo de poder conocer y entender que es un apóstol y como poder reconocerlo, que nos dedicaremos a continuación a estudiar las características y señales de un apóstol. El apóstol manifiesta en su ministerio todos los dones ministeriales. Esta característica especial es infaltable en el apostolado.

Entre todos los ministerios de la iglesia, el apostólico siempre va primero. Y hay una razón muy importante para que el ministerio apostólico tenga preeminencia, ya que el ministerio apostólico es el que sienta las bases para toda la obra de la iglesia. Uno de los apóstoles más prominente de la iglesia, dijo lo siguiente acerca de su misión apostólica: “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento” (1Corintios 3:10).

Dios en toda su esencia: Padre, Hijo y Espíritu Santo, es el arquitecto de la iglesia. La declaración “el ministerio apostólico es el arquitecto de la iglesia” podría ser considerada temeraria y hasta blasfema, sino aclaramos que esta labor de “perito arquitecto” del apostolado es llevada a cabo por encomienda de Dios con la permanente guianza del Espíritu Santo y el llamamiento del Señor Jesucristo; quienes son los  Arquitectos primarios de la iglesia.

El fundamento apostólico tiene una norma infaltable que es Jesucristo: Quien es el fundamento principal. Lo que quiere decir, que todo apóstol genuino, se ocupará de dar a conocer el Señorío de Cristo, haciendo su labor Cristo-céntrica. Así lo enseñó el apóstol Pablo. Veamos: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” (1Corintios 3:11).

Es sobre la doctrina de Cristo que los verdaderos apóstoles edifican su obra. Así que la obra apostólica estará basada en la persona de Cristo y no en la del apóstol. Dicho de otro modo: La obra del ministerio apostólico debe estar basada en la revelación de la persona de Jesucristo: Que él es el hijo de Dios. Que él es el redentor; que murió en la cruz por nuestros pecados. Que Cristo es nuestro sumo sacerdote; que subió a los cielos donde intercede por nosotros y que es Señor sobre todos.

La obra de los apóstoles, debe estar basada en el carácter de Cristo, en sus virtudes, sus palabras y su pensamiento. En el ejercicio del ministerio apostólico, como en cualquier otro ministerio de la iglesia, se encuentra presente el pensamiento del ministro. Esto no es algo que desautorice al ministro delante de aquellos en los que ejerce su ministerio. 

De hecho, la palabra de Dios (La Biblia) está impregnada del pensamiento de sus escritores a la par de la inspiración de Dios. Hay sin embargo, normas por las cuales se juzgan correctos y aceptables estos pensamientos. Si el apóstol vierte algunos de sus propios pensamientos, los cuales quisiera que la iglesia los adopte en su conducta; por parecerle estos apropiados y acordes con su benigna labor; deberá hacerlo notar a la iglesia; dejando claro a la iglesia cuales son palabras del Señor y cuales son de su propio pensamiento.

Veamos un ejemplo en el apóstol Pablo: “Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con el marido; y el marido no abandone a su mujer. Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone” (1 Corintios 7:10-12).

Aun cuando el apóstol cumpla con dar gloria al Señor, diciendo cuando las palabras proceden del Señor, y es respetuoso con la iglesia, informándole cuando las palabras son de su propio pensamiento; sus pensamientos han de ser acordes con altos valores, tales como: justicia, rectitud, equidad etc. Los apóstoles de inicio de la iglesia basaron su doctrina en la revelación de la palabra de Dios a los profetas, y en las palabras de nuestro Señor Jesucristo, donde la obra y la persona de Cristo cobra especial o suprema importancia. El apóstol Pablo habla a la iglesia de Éfeso acerca de este principio y les dice: “Edificaos sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:20).

Hay muchos casos que podemos encontrar en las escrituras del nuevo testamento que nos demuestran que los apóstoles establecieron su doctrina en la palabra revelada a los profetas del antiguo testamento. Veamos por ejemplo las palabras registradas en la carta a los Efesios acerca de la doctrina de la justificación por fe: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8,9).

El apóstol Pablo es más abundante al tratar esta doctrina en su carta a los romanos. En el capítulo tres y el cuatro, trata este tema, basando esta doctrina en las escrituras del antiguo testamento que hablan de la fe de Abraham. Otro caso notable es lo relativo a las ofrendas y el sostenimiento económico de los ministros del evangelio.

En la defensa de “los derechos de un apóstol”, que hace ante los creyentes de Éfeso, el apóstol Pablo se basa en las escrituras del antiguo testamento, y las refiere como fuente de autoridad para establecer el derecho de recibir ofrendas: “Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente de nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir el fruto.” (1 Corintios 9:9-10).

Así como las escrituras del Antiguo Testamento fueron la base de la doctrina de los apóstoles; las palabras de los apóstoles y la base de su doctrina deben seguir constituyendo la base de la obra apostólica de nuestro tiempo. En todo ministerio, la base de su autoridad se fundamenta en el llamado. Nadie puede arrogarse el derecho de ser apóstol sin ser llamado por Dios. Así que podemos decir: que el llamado es la base principal de la autoridad de un ministerio apostólico. Pero surge la dificultad de reconocer quien verdaderamente ha sido llamado y quién no.

La dificultad de reconocer, a quién, Dios ha llamado al ministerio apostólico, no invalida el derecho de ser reconocido como apóstol. Ciertamente, el que haya dificultad para identificar el llamado de apóstol no es la causa principal del que no se acepte el ministerio apostólico en el presente como un ministerio vigente; porque esta misma dificultad plantea todo los otros ministerios (profetas, pastores, maestros y evangelistas). Sin embargo, estos otros ministerios no encuentran la misma dificultad de reconocimiento por parte de la iglesia.

La diferencia radica en la creencia del equivocado concepto de que “el ministerio apostólico de la iglesia desapareció con la muerte de los apóstoles de la iglesia del primer siglo”, y el desconocimiento de la operación de este ministerio en la actualidad. La iglesia cristiana debe tener sumo cuidado de a quien reconoce; de igual modo, a quien no reconoce; porque si reconoce como apóstol a quien no lo es, la iglesia sufrirá un daño; pero si no reconoce como apóstol a quien sí ha sido llamado, limitará el ministerio al que discrimina, y la iglesia sufrirá la deficiencia de no contar con este poderoso ministerio.

El Señor Jesucristo nos advierte acerca de cómo poder identificar a quienes son genuinamente ministros de Dios y quienes no lo son, usando este principio del carácter. Él dice: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis, ¿A caso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos” (Mateo 7:15-18).

No podemos juzgar correctamente la obra de un ministerio sin detenernos a escudriñar el verdadero carácter y las obras personales del “ministro”. Si el “ministro” no es integro en su vida personal; sino que es deshonesto y falto de las virtudes del carácter de Cristo; su llamamiento muy probablemente no sea verdadero: Porque “un árbol malo no puede dar frutos buenos”. Podemos decir, a la luz del “principio de la integridad”, que un verdadero apóstol de Jesucristo es lleno de las virtudes del Señor, y será, por tanto: Una persona santa, humilde, misericordiosa, recta, justa y afable; no será iracundo, arrogante, ni impuro en ninguno de sus actos, sean estos públicos o privados. Bendiciones.


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