En muchos momentos de su historia, el pueblo de Dios se encontró
sin rumbo y sin camino, en desconcierto y abandono total, esto por falta de
verdaderos pastores. El ministerio de Jesús y su enorme compasión
por las multitudes resulta muy instructivo, especialmente si recordamos que en
aquellos días los síntomas de la religiosidad judía parecían indicar que esta
era benéfica para las multitudes. Existían diversos grupos religiosos, grandes
multitudes acudían a las celebraciones litúrgicas anuales, en el templo se
ofrecían diariamente muchísimos sacrificios y ofrendas, y un considerable
número de gentiles o paganos asistía semanalmente a las sinagogas para oír la
Palabra de Dios.
Sin embargo, no existía un genuino liderazgo espiritual en la
nación. Por eso Mateo dice que Jesús al ver las multitudes tuvo compasión de
ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tiene pastor.
Por supuesto, el pueblo judío tenía muchos líderes religiosos, pero carecía de
pastores verdaderos. Eran muchos los que se aprovechaban de la fe de las multitudes
para su beneficio personal (como el sumo sacerdote que controlaba el lucrativo
negocio de las pieles de los animales sacrificados en el templo) y escasos
aquellos que servían a sus ovejas, alimentándolas, protegiéndolas y guiándolas
en los duros caminos de la vida diaria. Hoy día vivimos una realidad similar y
necesitamos pastores que sean como Jesús.
Marcos 9:35-38. Recorría
Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en
el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban
desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus
discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues,
al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.
En la siguiente porción del Evangelio de Juan hallamos una de
las metáforas más hermosas para describir la persona y la obra de Cristo. Habla
por sí sola; pero sólo captaremos toda la profundidad de su significado si nos
situamos en el contexto del momento histórico en que Jesús pronunció las
palabras de su enseñanza.
Juan 10:7-18.
Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta
de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores;
pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será
salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las
ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las
ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las
ovejas y las dispersa.
Así que el asalariado
huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor;
y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo
conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas
que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá
un rebaño, y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para
volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo
poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento
recibí de mi Padre.
La metáfora del pastor, en tiempos antiguos, se refería a una
persona con autoridad religiosa o política, un gobernante o un líder destacado.
En el Antiguo Testamento Yahvéh (nombre de Dios en Israel) era el pastor de su
pueblo (Gn. 49:24; Sal. 23:1). El propósito de Dios era pastorear a su pueblo por medio de
sus gobernantes. Algunos de estos líderes fueron modelos, dechados de
fidelidad, dignos de ser imitados. Tal fue el caso de Moisés, Josué, David, los
profetas, etc.
Pero no todos los pastores fueron en Israel dignos de la
confianza divina. Jeremías (Jer.
2:8, Jer. 10:21) y Ezequiel (Ez. 34) entre
muchos otros pasajes nos hablan del peligro de los «malos pastores». Éstos, sin
embargo, no prevalecerán; su ambición y su maldad será contrarrestada por la
justicia de Dios que ensalza al Pastor por excelencia: su Hijo amado. Cuando
Jesús repite: «Yo soy el buen Pastor» sus palabras están cargadas de
contenido en un contexto de dramatismo. De las autoridades religiosas de Israel
tuvo Jesús una opinión muy poco edificante; veía al pueblo, objeto de su
solicitud, víctima de la soberbia y la malevolencia de sus dirigentes. A ellos
se refirió el Señor con estas duras palabras: «Todos los que antes de mí vinieron,
ladrones son y salteadores, pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta, el
que por mi entrare, será salvo» (Jn. 10:8-9). Esta salvación que Cristo ofrece a los seres humanos es
hoy tan preciosa como la de sus días en la tierra.
El texto de Juan podemos dividirlo esquemáticamente en dos
partes: en la primera se nos muestra al Pastor en relación con las ovejas, la
obra del Pastor; en la segunda, lo que las ovejas hacen en relación con el
Pastor, su reacción. En el presente artículo nos centraremos en el primer
aspecto.
La obra del Pastor. La grandiosidad del contenido de esta
obra contrasta con la sencillez de su descripción: el Pastor conoce a sus
ovejas, las llama, las conduce sabiamente y con amor, protegiéndolas de robo y
destrucción, poniendo finalmente su vida por las ovejas (Jn. 10:1-15).
Conoce a sus ovejas (Jn. 10:14). Aunque todas parezcan iguales, cada una posee sus rasgos
característicos inconfundibles, y a cada una la llama por su nombre (Jn. 10:3). Este detalle es tan singular como inaudito: el
cristianismo es la única religión en la que Dios es el Todopoderoso,
trascendente, y al mismo tiempo el Padre cercano, el Abba íntimo que nos conoce
por nombre. En la Biblia el verbo conocer tiene esta connotación afectiva y de
intimidad que alcanza su máxima expresión en el buen Pastor que nos conoce.
De esta manera, el Pastor distingue la valía de cada uno de
nosotros individualmente. Me conoce a mí y a cada uno de sus redimidos, conoce
todos nuestros defectos, nuestra tendencia a la incredulidad, nuestras
pasiones, todo lo que escondemos para salvar nuestra deteriorada imagen. Pero
también nos alienta como se nos enseña de forma tan memorable en el salmo del
pastor por excelencia, el Salmo
23.
Las conduce, las llama (Jn. 10:3) Es
un llamamiento triple: a la salvación, al seguimiento y al servicio. Sólo así
se autentifica el discipulado cristiano.
Las saca fuera (Jn. 10:3) Se trata de una acción hondamente significativa del pastor.
Las ovejas han estado en el aprisco para ser resguardadas de la intemperie.
Pero sería un error quedarse indefinidamente en el refugio. Se debilitarían
peligrosamente. Han de salir para evitar su anquilosamiento.
Esta metáfora es válida también para los seres humanos.
Cuando estamos instalados en situaciones más o menos agradables nos gustaría
quedarnos, perpetuar estos momentos. Recordamos a Pedro, Jacobo y Juan cuando
querían permanecer en el monte de la Transfiguración indefinidamente con el
Señor. ¡Imposible! Por toda respuesta a su petición, el Señor Jesús les mostró
el cuadro de sus sufrimientos y su humillación (Mr. 9:6-12). Cada
nueva situación, aunque de entrada nos parezca desagradable, nos abre la puerta
a nuevas oportunidades con renovadas bendiciones. La vida es una sucesión de
situaciones nuevas; unas de bienestar; otras desagradables, más o menos
dolorosas. Y todas llevan el sello de la transitoriedad.
Va delante de ellas (Jn. 10:4) El Pastor no saca las ovejas para luego dejarlas solas. Está
con ellas y va delante de ellas. Según Mateo, las últimas palabras del Señor
fueron precisamente para recordarnos esta gloriosa realidad: «Yo estoy con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo» (Mt. 28:20). Ésta es la inefable y constante experiencia del creyente
en tanto que oveja del buen Pastor: «De ningún modo te dejaré ni te desampararé» (Heb.
13:5).
Las guarda (Jn. 10:28-29) Las ovejas están sujetas a múltiples peligros y adversarios.
Peligros en nuestra vida individual y peligros como pueblo de Dios. El mismo
Señor Jesús dijo: «He aquí yo os envío como corderos en medio de lobos» (Lc. 10:3). Igualmente, en la oración modelo, el Padrenuestro, se nos
enseña a pedir «líbranos del mal» (Mt. 6:13).
Pese a todo, las circunstancias de nuestra vida están bajo el
control del Señor Todopoderoso, siempre sabio y bondadoso. El Pastor no saca
del aprisco a sus ovejas para que caigan en un precipicio. A veces nos llevará
por caminos ásperos y peligrosos. Él sabe cuándo ha de probarnos y cuándo ha de
consolarnos y confortarnos en «lugares de delicados pastos y de reposo». (Sal. 23:2). Como ya apuntamos, este precioso salmo atesora una
riqueza espiritual inagotable y es un complemento ideal del texto que estamos
considerando. El creyente hará bien en retenerlo en su mente y en su corazón.
Les da vida (Jn. 10:10) Yo
soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. así como yo
conozco al Padre y pongo mi vida por las ovejas. (Jn. 10:15).
El clímax de la obra de Jesús como el buen Pastor se
encuentra en su faceta redentora. Quizás un pastor humano fiel llegue arriesgar
su vida por el rebaño, enfrentándose a un lobo o a cualquier situación de sumo
peligro. Pero cuando Jesús da su vida por las ovejas las está salvando de la
condenación para darles vida eterna (Jn.
3:17-18). La dimensión redentora del buen Pastor
-Jesucristo- es única e insustituible. Nadie más, ningún otro pastor, puede
llegar a decir: «He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia». La vida que Cristo nos ofrece es abundante no sólo por su
duración -vida eterna-, sino por su calidad.
¡Qué gran privilegio ser oveja del buen
Pastor! Él nos conoce por nombre, nos guía, nos protege y con su muerte nos da
la vida. Ante estas preciosas realidades nos unimos al autor del conocido himno
y exclamar:
Isaías 50:10. ¿Quién
hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en
tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios.
El poder de nuestro Dios se manifiesta cuando nosotros vamos
más allá de nuestras posibilidades y confiamos en su Palabra que es viva y
eficaz, que permanece por la eternidad; cuando todas las circunstancias no
parecen tan claras, cuando el cielo lo vemos lleno de nubes negras, él Señor
está ahí para guiarnos y ayudarnos a pasar al otro lado; las pruebas pasarán,
las situaciones difíciles pasarán, las personas pasarán, la oposición pasará,
la persecución pasará, sólo Dios es eterno.
Éxodo 13:17. Y
luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la
tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se
arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto.
Dios guía verdaderamente, aunque haya muchas personas que aún
puedan dudar, el liderazgo personal de Dios pertenece a la fe bíblica; es la
herencia del pueblo de Dios. Podemos esperar que Dios nos dirija personalmente.
Antes que llegara la palabra de Dios escrita, nuestro Dios dirigió a su pueblo
usando medios extraordinarios, antes de que el Espíritu Santo morara en cada
creyente. Dios utilizó varios medios visibles para guiar a su pueblo.
Nosotros que tenemos la Palabra escrita, y al Espíritu Santo
obrando podemos aprender principios de dirección divinos de aquellos que
dependieron de otros medios instituidos por nuestro Dios para hablar al hombre.
Dios protege de enemigos que no vemos. Salmo
33:18-22. He aquí el ojo de Jehová sobre los que le
temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus almas de la
muerte, y para darles vida en tiempo de hambre. Nuestra alma espera a Jehová;
nuestra ayuda y nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegrará nuestro
corazón, porque en su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh
Jehová, sobre nosotros, según esperamos en ti.
A veces nuestro Dios nos guía por caminos, que en la mayoría
de las veces no entendemos y escapa a nuestra lógica. Lógica humana, mortal y
por cierto limitada. El camino evidente y lógico para ir de Egipto a la tierra
prometida era bordeando el mar, en lugar de ello, Dios envió al pueblo hacia el
sur cuando necesitaba ir hacia el nordeste. Dios envía frecuentemente a su
pueblo por el camino más largo, y en cuantas y bastantes ocasiones así lo
sentimos en nuestro actuar secular y cotidiano, el apóstol Pablo fue camino a
Roma por el camino más largo. ¿Por qué será así el actuar de nuestro Dios que
no comprendemos?, ¿Por qué a veces nos sentimos como no oídos ni comprendidos
por Dios? ¿Por qué a veces sentimos que sabemos más que Dios y queremos
ayudarle diciendo el camino y la dirección a tomar?
El camino más largo es a veces el más seguro. Nuestro Dios
sabía que los filisteos vivían en el camino hacia la tierra prometida, y sabía
que su pueblo aún no estaba preparado para enfrentarse a lo que ni siquiera
sabía que estaba ahí, lo más probable que si se hubiera enfrentado a los
belicosos filisteos, hubiera vuelto a Egipto, con el concepto de tener un Dios
limitado e inclusive reducido y minimizado.
Se hubiera cambiado el enfoque de preparación del pueblo en
Obediencia a Dios El camino más largo nos ayuda a prepararnos mejor para
enfrentar lo desconocido y nos ayuda a comprender mejor la situación ¿Cómo nos
guía Dios por medio de dar rodeos? A veces lo hace porque sabe que no estamos
preparados para enfrentar la situación que se nos presenta, o a veces lo hace
como una exhortación misericordiosa de volvernos a Él. Cuando nuestro
pensamiento nos atenace al decirnos que vamos por el camino largo, y queramos
ayudarle a Dios mismo, pensemos que nuestro Dios sabe más que nadie lo que tal
vez no podemos afrontar aún.
Dios nos recuerda la fidelidad que
podemos olvidar. Éxodo 13:19. Tomó también consigo
Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel,
diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con
vosotros.
Jeremías 29:11-14. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de
vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que
esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me
buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré
hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os
reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice
Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.
La fidelidad de Dios en el pasado nos da la confianza para su
liderazgo en el futuro. Siglos antes, el patriarca hebreo José hizo prometer a
los suyos que llevarían sus huesos con ellos a la tierra prometida. Cuando se
llevaron sus huesos, en el éxodo reconocieron que nuestro Dios cumple fielmente
todas sus promesas, llegado el tiempo Dios ha cumplido todas las promesas dadas
a su pueblo, hemos de hacer memoria de la dirección de Dios.
Nuestra esperanza futura de dirección divina se basa en la
experiencia de cada uno de la fidelidad divina El Dios que fue nuestro apoyo en
el pasado, el Dios que fue el apoyo del pueblo de Israel en siglos pasados, ese
Dios que hizo los cielos y la tierra, que dio a su Hijo en expiación de
nuestros pecados, ese Dios que levanto a su pueblo de una manera portentosa
luchando contra enemigos mucho más fuertes y poderosos, ese Dios es nuestra
esperanza hoy y en los años venideros.
Dios nos conduce en una dirección que no
podemos explicar. Nuestro Dios nos guía de una forma oportuna,
dando su dirección justo en el momento adecuado. Etam estaba al borde del
desierto, podían llegar a Etam sin dirección sobrenatural, pero más allá de
Etam no había camino a la vista, el desierto traicionero se extendía hacia el
horizonte, cuando el pueblo necesitó la dirección divina, Dios proveyó lo
necesario: Una columna de nube y de fuego. Dios nos guía al misterio, la nube
era: Éxodo 14:20 “... y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a
Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los
otros.” Los Egipcios
veían solo oscuridad, mientras Israel veía la luz, el pueblo de Dios puede
siempre detectar su dirección, el mundo no ve nada donde nosotros como
creyentes e hijos de Dios vemos la mano poderosa de nuestro Señor.
La dirección sobrenatural divina, es para su pueblo
espiritual, el mundo ve una nube obscura. Dios nos guía desde adelante Éxodo 13:22 “Nunca
se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la
columna de fuego.” La columna de fuego estaba usualmente delante del pueblo.
Dios nos mueve hacia su futuro. Sin embargo hay ocasiones en que Dios nos
protege de nuestro pasado. Él se sitúa entre nosotros y lo que pueda haber detrás,
y nos rodea. Dios nos guía ahora con su palabra.
La nube de luz se fue, y ahora la palabra de Dios es la
lámpara y la luz. Salmo
119:105 “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y
lumbrera a mi camino." Ha puesto su dirección en su palabra por medio de su
Espíritu. Su palabra va delante en el futuro y nos protege de los embates de la
vida. El señor Jesús es tanto el autor como el consumador de la dirección de
Dios. Él Señor es el buen pastor.
Todos hemos sido llamados para servir y trabajar para la obra
del Señor. Levántate y se valiente porque Dios es todo suficiente para nuestras
vidas, pero debemos enfocarnos en conocerlo, en obedecerle conforme a lo que
nos ha sido revelado en la Biblia, debemos buscar su presencia y su dirección
en todo momento, debemos tener la actitud de agradarle por encima de todas las
cosas. Que el tiempo que nos permita el Señor estar en esta tierra alcancemos
los planes divinos para nuestras vidas. Necesitamos que nos sea dado el
entendimiento espiritual y la revelación divina para seguir adelante en medio
de estos tiempos. Veamos lo que nos enseña el Señor a través de la vida y el
llamamiento de Josué. Bendiciones.
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