Isaías
49:23. LBLA. Reyes serán tus
tutores, y sus princesas, tus nodrizas. Rostro en tierra te rendirán homenaje y
el polvo de tus pies lamerán. Y sabrás que yo soy el SEÑOR, y que no se
avergonzarán los que esperan en mí.
Esperar
en el Señor significa estar enfocados en Él, no simplemente en el resultado que
deseamos. Sabiendo que la voluntad del Señor se hace presente en quienes
esperan pacientemente en Él, ¿por qué preferimos arreglar las cosas por
nosotros mismos? Cuando nosotros reconocemos que todo es parte del plan de
Dios vivimos más tranquilos, nuestros días se alargan porque la confianza en el
Señor es el mejor antídoto contra la crisis y la tribulación. Al aprender
a confiar en el Señor y descansar en su tiempo perfecto, nos beneficia a lo
largo de nuestra existencia, y también en el cielo. Nos fortalece en medio
de las circunstancias y aumenta nuestra fe y confianza en Dios y su Palabra.
Salmo
40. LBLA. Al SEÑOR esperé pacientemente, y El
se inclinó a mí y oyó mi clamor. Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo
cenagoso; asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos. Puso en mi boca un
cántico nuevo, un canto de alabanza a nuestro Dios; muchos verán esto, y
temerán, y confiarán en el SEÑOR.
Cuán
bienaventurado es el hombre que ha puesto en el SEÑOR su confianza, y no se ha
vuelto a los soberbios ni a los que caen en falsedad. Muchas son, SEÑOR, Dios
mío, las maravillas que tú has hecho, y muchos tus designios para con nosotros;
nadie hay que se compare contigo; si los anunciara, y hablara de ellos, no
podrían ser enumerados.
Sacrificio
y ofrenda de cereal no has deseado; has abierto mis oídos; holocausto y ofrenda
por el pecado no has requerido. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del
libro está escrito de mí; me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; tu ley
está dentro de mi corazón. He proclamado buenas nuevas de justicia en la gran
congregación; he aquí, no refrenaré mis labios, oh SEÑOR, tú lo sabes. No he
escondido tu justicia dentro de mi corazón; he proclamado tu fidelidad y tu
salvación; no he ocultado a la gran congregación tu misericordia y tu
fidelidad.
Tú,
oh SEÑOR, no retengas tu compasión de mí; tu misericordia y tu fidelidad me
guarden continuamente, porque me rodean males sin número; mis iniquidades me
han alcanzado, y no puedo ver; son más numerosas que los cabellos de mi cabeza,
y el corazón me falla. Ten a bien, oh SEÑOR, libertarme; apresúrate, SEÑOR, a
socorrerme.
Sean
avergonzados y humillados a una los que buscan mi vida para destruirla; sean
vueltos atrás y cubiertos de ignominia los que se complacen en mi mal. Queden
atónitos a causa de su vergüenza los que me dicen: ¡Ajá, ajá! Regocíjense y
alégrense en ti todos los que te buscan; que digan continuamente: ¡Engrandecido
sea el SEÑOR! los que aman tu salvación. Por cuanto yo estoy afligido y
necesitado, el Señor me tiene en cuenta. Tú eres mi socorro y mi libertador;
Dios mío, no te tardes.
Esperar
en Dios puede ser un asunto difícil, lleno de tentaciones y también de
bendiciones. Lo que necesitamos es tener ojos para ver y oídos para escuchar al
Señor guiándonos, mientras le confiamos nuestro futuro. El esperar en Dios
significa el experimentar una relación más íntima y real con Él, lo mejor que
uno pueda conocer en este mundo. Nos trae al punto donde "espíritu
encuentra Espíritu", y donde su Presencia se junta con nosotros más cerca
que el respirar, o que los pies y manos. Al esperar en Dios, el espíritu domina
la carne, y todo el ser se somete al control del Espíritu Santo, más que a
cualquier otro tiempo.
El
verdadero esperar en Dios, hace a Dios mismo la meta, y no la de recibir cosas.
Es el experimentar el significado de la Palabra: "En tu presencia hay plenitud de gozo;
delicias a tu diestra para siempre" (Salmos 16:11). El esperar en Dios es el ascender espiritualmente, "en
los lugares celestiales con Cristo Jesús" (Efesios 2:6), aun cuando vivimos aquí en "nuestra
morada terrestre" (2
Corintios 5:1).
Contrario
a la opinión humana, no es necesario ser un místico para esperar en Dios, sino
que ocuparse del Espíritu (Romanos
8:6), y
de andar no "conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu" (Romanos
8:1). El
esperar en Dios no es un ejercicio mental, sino mayormente espiritual. Tiene
que ver con el corazón más que con la cabeza, en ejercer este ministerio
elevado y santo. "…Con
el corazón se cree para justicia" (Romanos 10:9-10), y
es necesario creer, si uno verdaderamente quiere esperar en Dios (Hebreos 11:6).
Se
dice en las Escrituras: "Escuchadme…
acérquense, y entonces hablen" (Isaías 41:1). "Estad quietos, y conoced que yo soy
Dios" (Salmos 46:10). El
significado verdadero del esperar en Dios, se ha de discernir espiritualmente;
porque "el hombre natural no percibe
las cosas que son del Espíritu de Dios" (1 Corintios 2:10-14). Pero aunque el "hombre
natural" no
puede discernir el significado real de esperar en Dios, el Espíritu Santo lo
revelará a cualquier creyente que satisfaga las condiciones y llene los
requisitos, que "no son gravosos" (1
Juan 5:3). "Escuchadme".
"Estad quietos y conoced".
Muchos
han tratado de hacer esto, pero han encontrado no más que la confusión mental y
la inquietud espiritual. Han solamente tratado de estar quietos. El tratar de
estar quieto es tan difícil, que si uno persiste en este empeño sin el
conocimiento de cómo hacerlo, de seguro sufriría un colapso nervioso. Por otra
parte, en estos tiempos difíciles mucha gente tendrá una tremenda tensión
nerviosa si ellos no aprenden cómo aquietarse y descansar.
El
modo es lo de rendirse y confiar. Isaías
40:31 nos
enseña que esperar en Dios es estar expectante, buscar y tener esperanza en Él.
Es pasar tiempo con Él en su Palabra y en su presencia. No nos preocupamos
mientras esperamos en Dios; no nos sentimos frustrados mientras esperamos en
Dios; no nos disgustamos mientras esperamos en Dios. Descansamos.
Hay
momento en nuestra vida en donde pareciera que es totalmente seguro que
nuestros sueños no se van a cumplir, más aun cuando no vemos ni la mínima
probabilidad que se cumplan y que todo se pone totalmente en contra. A
veces pasamos por rachas en nuestra vida en donde no terminamos de salir de un
problema cuando viene otro en camino, y todo ello lo único que hace es
debilitar nuestra fe de que nuestros sueños se puedan cumplir. Y es que
hay momentos en nuestra vida en donde pareciera que Dios ha desaparecido, en
donde oramos y no lo logramos sentir, en donde lo invocamos y pareciera que no
nos escucha, en donde quisiera rápidamente una respuesta suya y simplemente no
la recibimos en ese instante y todo ello viene a abonar a nuestra falta de fe
de que nuestros sueños se puedan cumplir.
La
siguiente reflexión es para todos nosotros: Quizá tú seas una persona a la cual Dios le ha dado promesas hermosas, y
durante mucho tiempo caminaste con la fe total que se iban a cumplir, pero al
pasar los años, hoy te encuentras en un valle silencioso en donde estas dudando
sobre si se cumplirán o no, porque echas un vistazo a tu alrededor y te das
cuenta que estas lejos de alcanzar aquella promesa que un día recibiste de
Dios.
Hay
un hombre que tuvo sueños muy grandes de parte de Dios, pero a pesar de tener
esos sueños de grandeza, tuvo que pasar por situaciones muy difíciles de
soportar, dolorosas familiarmente, emocionalmente y hasta espiritualmente, pero
que a pesar de todo supo comprender los tiempos de Dios, sujetarse a ellos y
seguir avanzando.
José, aquel
jovencito amado por su padre, odiado por sus hermanos, vendido por estos a
mercaderes, llevado a Egipto y vendido como esclavo a Potifar aquel general del
ejército Egipcio, acusado falsamente de violación, echado a la cárcel
injustamente, pero aun en medio de todo el panorama que vivía Dios estaba con
Él: “Entonces agarró a José y lo metió en
la cárcel donde estaban los presos del rey. José quedó allí, pero el
Señor estaba con José en la cárcel y le mostró su fiel amor. El Señor hizo
que José fuera el preferido del encargado de la cárcel.” Génesis 39:20-21 (Nueva Traducción Viviente).
A
veces nos pasara de todo antes de ver cumplido nuestro sueño, quizá tendremos
que pasar por muchas experiencias dolorosas antes de ver cumplido nuestro
sueño, pero en cada experiencia por difícil que parezca seremos capaces con la
ayuda de Dios de salir adelante, puesto que lo que Él prometió lo ha de cumplir,
por eso no debemos de desmayar. José
no se quebró, no desmayo, al contrario, siempre fue fiel a Dios en medio de su
tribulación, en medio de cada año difícil José siempre tuvo claro que todo era
parte del plan de Dios.
Y
es que podemos ver como José comprendió todo lo que tuvo que pasar cuando
revelo su identidad a sus hermanos en Egipto y les dijo: “Por favor, acérquense, les dijo. Entonces ellos se
acercaron, y él volvió a decirles: Soy José, su hermano, a quien ustedes
vendieron como esclavo en Egipto. Pero no se inquieten ni se enojen con ustedes
mismos por haberme vendido. Fue Dios quien me envió a este lugar antes
que ustedes, a fin de preservarles la vida.” Génesis 45:4-5 (Nueva Traducción Viviente).
Cuando
nosotros reconocemos que todo es parte del plan de Dios vivimos más tranquilos,
nuestros días se alargan porque la confianza en el Señor es el mejor antídoto
contra la crisis y la tribulación.
Quizá
hoy te sientes frustrado, porque tienes grandes sueños, anhelos o metas que
cumplir, sin embargo los últimos meses has visto como todo se ha venido abajo,
uno por uno cada sueño ha venido derrumbándose aparentemente. Quizá estés en un
momento en donde la sonrisa se ha borrado de tu rostro y en donde solo quieres
llorar, escapar o esconderte de todo, porque te sientes incapaz de hacer algo
frente a todo lo que estás viviendo, sin embargo, tienes que comprender que
Dios tiene un plan hermoso para tu vida, que nada de lo que digas o pienses
hará que ese plan no se cumpla, a pesar de que muchas veces no creerás que algo
bueno saldrá de eso, Dios se las ingeniara para dar un final espectacular,
tanto así que volverás a sonreír al darte cuenta de las formas tan maravillosas
en las que Dios actúa.
Entre
las muchas cosas hermosas de Dios podemos encontrar su FIDELIDAD a las promesas que hace, su
Palabra dice que Él no es hombre para mentir, ni hijo de hombre para
arrepentirse, por lo que cumplirá sus promesas hacia nuestra vida y eso debería
llenarnos de esperanza y tranquilidad frente a los episodios difíciles que nos
toca vivir.
Vuelve
a sonreír, porque Dios está trabajando para cumplir esa promesa o ese sueño que
un día te dio. Tu tarea es creer, es mantenerte de pie, es seguir avanzando a
pesar de cualquier cosa, porque si de algo debes estar totalmente seguro es que DIOS CUMPLIRÁ, por lo que ¡Haz tu parte! ¡Tu
parte es creer y avanzar sin temor!
Salmos
27:14 (Nueva Versión Internacional). Pon tu esperanza en el Señor; ten valor,
cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor! Salmos 62:5 (Nueva Versión Internacional). Sólo
en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza. Salmos 33:20 (Nueva Versión Internacional). Esperamos
confiados en el Señor; él es nuestro socorro y nuestro escudo. Isaías 40:31 (Nueva
Versión Internacional). Pero
los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas:
correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.
Habacuc
2:3 (Nueva Versión Internacional). Pues
la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y
no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta
vendrá. Hebreos 10:23 (Nueva Versión
Internacional). Mantengamos firme
la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. Salmos 145:15-16 (Nueva Versión Internacional). Los ojos de todos se posan en ti, y a
su tiempo les das su alimento. Abres la mano y sacias con tus favores a todo
ser viviente.
Las
lecciones son parte de la vida que nunca acaban. Aunque la educación formal
llegue a su fin, nunca dejamos de aprender lecciones vitales. Las verdades que
Dios nos enseña afectan el desarrollo de nuestro carácter, las decisiones que
tomamos, y nuestro estilo de vida. Su influencia trasciende nuestra vida
terrenal, hasta la eternidad. Una de las lecciones más difíciles en cuanto a la
fe que aprenderemos en esta vida, es esperar en el Señor. Quizás usted está
enfrentando ahora una decisión crítica y no sabe qué camino tomar. O tal vez ha
estado orando por un asunto, pero Dios no le ha respondido. ¿Se trata de una
situación difícil o dolorosa que le está consumiendo?
En
esos momentos, lo único que queremos es tener dirección o alivio inmediatos,
pero el Salmo 27:14 dice: “Aguarda a Jehová;
esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová”. Esperar en el Señor significa mantenernos en nuestras circunstancias o
condiciones presentes hasta que Él nos dé más instrucciones. Lejos de estimular
la pasividad, este versículo llama a la decisión activa de descansar confiados
en el Señor y en su tiempo perfecto. No es el cese de las actividades, sino la
paz de espíritu que nos acompaña durante todo el día. La espera es
particularmente difícil cuando una situación es estresante, o demanda una
decisión. Pero comprender el porqué, Dios no ha respondido nuestras oraciones,
dado alivio o dirección, puede ayudarnos a confiar en su sabiduría y tiempo
perfecto.
A
veces, no estamos preparados para dar el siguiente paso. Dios tiene planes para
nosotros, pero a veces nos hace detenernos para cambiar nuestros corazones.
Quizás hemos estado tolerando un pecado en nuestra vida, o necesitamos
ocuparnos de una mala actitud, o de una manera de pensar pecaminosa. El Señor
tiene lugares adonde llevarnos, y conoce aquello que debemos dejar atrás. La
demora puede tener el propósito de prepararnos para su llamado. David fue
ungido rey siendo joven, pero pasó muchos años en el desierto, huyendo de Saúl.
Por medio de todas las dificultades, el Señor depuró su carácter y agudizó sus
habilidades para el liderazgo. Cuando llegó el momento apropiado, Dios lo puso
en el trono.
Asimismo,
Dios puede mantenerle a usted en una situación incómoda, una labor aburrida, o
una situación difícil. Pero recuerde esto: Él le está preparando para algo
mucho mejor. Coopere con Dios mientras espera, sabiendo que sus planes son
buenos. Es posible que los detalles de la voluntad de Dios no estén todavía
donde deberían estar. El Señor es el dueño del tiempo, y Él lleva a cabo su
plan con soberanía. No hay oración o ayuno que haga mover su mano antes de que
esté dispuesto a actuar. Cuando Moisés vio la opresión de los israelitas, trató
de corregir la situación matando a un egipcio abusivo (Éxodo 2:11-12). Pero el Señor usó esta situación para enviarlo al desierto por cuarenta
años hasta que murió el rey de Egipto (vv.
23-25). Después puso en acción su plan de
liberación, utilizando a un Moisés de 80 años mucho más humilde.
Tal
vez, las demoras del Señor tienen el propósito de aumentar nuestra fe. Si Él
nos diera de inmediato todo lo que quisiéramos, nunca aprenderíamos a caminar
por fe. Pero cuando lo único que tenemos es una promesa de la Biblia sin una
evidencia visible en la cual confiar, entonces nuestra fe es puesta a prueba.
¿Confiaremos en Él o en nuestras circunstancias? Al aferrarnos confiadamente a
la Palabra de Dios, sabiendo que Él nunca ha dejado de cumplir sus promesas,
veremos la evidencia de su fidelidad todo el tiempo.
Dios
quiere enseñarnos perseverancia. Nos guste o no, la capacidad de perseverar en
circunstancias difíciles, es un ingrediente esencial de la vida cristiana. Romanos 5.3, 4 (NVI) nos
dice que “el sufrimiento produce
perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter,
esperanza”. Nuestras
tribulaciones tienen el propósito, no de aplastarnos, sino de moldearnos a
imagen de Cristo. Cuando soportamos la presión con absoluta confianza en el
Señor, con su fortaleza y perspectiva, emergemos pareciéndonos más a nuestro
Salvador.
Posiblemente
nuestra atención necesita reenfocarse en Cristo. Es fácil llegar a estar tan
absorbidos por nuestros asuntos, que nos olvidamos del Señor, pero nada capta
tanto nuestra atención como una situación difícil o inquietante. Si Dios no se
apresura a darnos una respuesta o a solucionar el problema, entonces, en
nuestra desesperación, comenzamos a hacer de Él nuestro enfoque principal. Sin
embargo, hay una diferencia entre buscar al Señor, y buscar su intervención. Si
nuestra única intención es que Él haga a nuestro favor lo que queremos,
habremos errado el blanco. Esperar
en el Señor significa estar enfocados en Él, no simplemente en el resultado que
deseamos.
El
provecho de nuestro tiempo de espera dependerá mucho de nuestra actitud y
disposición mental. Ponerse nervioso y caminar de un lado a otro no solo es
inútil, sino que perturba emocionalmente. El Señor sabe qué es lo que hay que
hacer. Esperar con paciencia, tranquilidad y confianza. Esta clase de actitud
es posible solo para quienes se han sometido a la autoridad de Dios. Si creemos
y aceptamos que Él quiere lo mejor para nosotros, y que todo lo hace para
nuestro bien, entonces podremos descansar en su derecho de elegir el método y
el momento adecuados. Si verdaderamente confiamos en Él, no maniobraremos, no
manipularemos, y no nos apresuraremos.
Descansemos
en la Palabra de Dios. La Biblia es nuestra ancla en los tiempos de espera. Una de las cosas
más sabias que usted puede hacer es leer las Sagradas Escrituras todos los
días, y pedirle al Señor que le dé pasajes que traigan tranquilidad a su vida.
Cuando hojeo mis Biblias viejas, encuentro versículos marcados que me ayudaron
en los momentos difíciles. No confiemos simplemente en la oración cuando tenga
dificultades o necesite dirección. Aferrémonos a una palabra específica de
Dios, lo que nos dará la perspectiva y la promesa de Él para nuestras vidas.
Entonces podremos decir con confianza: “Señor,
esto es lo que me has prometido en tu Palabra. Tú nunca vas en contra de tus
promesas, y por eso me aferro a esta verdad mientras espero en ti”.
Esperar
confiadamente, creyéndole a Dios. Después de habernos sometido al Señor y
anclado en su Palabra, podemos esperar confiadamente en que su voluntad se hará
presente. Él sabe exactamente qué hacer y cuándo lograrlo. El Señor tiene el
poder de reacomodar cualquier detalle para llevar a cabo su plan. Lo único que
tenemos que hacer es creerle, y esperar su intervención. Sabiendo que la voluntad del Señor se hace presente
en quienes esperan pacientemente en Él, ¿por qué preferimos arreglar las cosas
por nosotros mismos?
Porque
tenemos un estilo de vida apresurado. Estar quietos y esperar la dirección de
Dios parece contraproducente, y por eso nos apresuramos a actuar. Además,
sentarse en silencio con el Señor toma demasiado tiempo. Preferimos pedirle
orientación camino al trabajo. La perspectiva de pasar un tiempo sin prisas y
sin interrupciones para saber qué piensa Cristo, nos parece imposible. Pero es
la única manera de escuchar su voz y de saber qué quiere.
Porque
tenemos una perspectiva de corto plazo. Los restaurantes de comida rápida y los
cajeros automáticos, son prueba de la mentalidad de nuestra sociedad de “tener las cosas ya”. Si
duda de esto, observe la impaciencia de las personas cuando están en la fila
del supermercado o esperando el cambio de luz en un semáforo. Queremos todo
rápido, pero no hay una vía rápida hacia la madurez espiritual, y aprender a
esperar en el Señor es un elemento crucial para lograrlo.
Al
aprender a confiar en el Señor y descansar en su tiempo perfecto, nos beneficia
a lo largo de nuestra existencia, y también en el cielo.
¿A
quién acudimos cuando no sabemos qué hacer? Si tomas el teléfono y describes tu situación a tres o cuatro amigos, es
muy probable que recibamos consejos diferentes de cada uno de ellos. Aunque el
consejo de otras personas puede ser útil, siempre debe pasar por el filtro de
la verdad de la Palabra de Dios. Convierta en un hábito buscar primero la
dirección del Señor antes de cualquier otra. Al fin y al cabo, solamente Dios
conoce los planes específicos que Él tiene para cada uno de nosotros.
Cuando
se acerca amenazadoramente la fecha tope para tomar una decisión, o cuando
situaciones indeseables siguen sin cambiar, podemos comenzar a preguntarnos si
el Señor intervendrá realmente. Nuestras circunstancias gritan: “¡Dios se
olvidó de mí!” Pero, el hecho de no poder ver lo que está sucediendo, no
significa que el Señor no está involucrado. “El Señor recorre con su mirada toda la tierra, y
está listo para ayudar a quienes le son fieles”
¿Qué
recibirán los que deciden esperar en el Señor? Ante
todo, Él promete escuchar y responder a quienes esperan pacientemente en Él (Salmo 40:1) para darles instrucciones claras a fin de que puedan seguir el camino de
Jehová (Salmo 25:4-5). También
experimentarán todo lo bueno que Él tiene reservado para ellos, porque han
permanecido en su voluntad (Lamentaciones
3:25).
Uno
de los resultados más sorprendentes será la renovación de las fuerzas (Isaías 40:31). Normalmente, nos sentimos fuertes cuando estamos al frente de una
responsabilidad, haciendo planes y ejecutándolos. Pero los caminos de Dios son
muy diferentes a los nuestros. Él promete fortalecer a quien se mantenga quieto
y en silencio delante de Él, escuchando activamente su voz. El Señor nos da
poder para soportar la espera, y cuando finalmente habla, nos da las fuerzas
para hacer lo que nos pide.
No
sé lo que estás esperando, pero sí sé que si crees en lo que Dios le dice en su
Palabra, y descansas con paciencia en la decisión y en el tiempo perfecto de
Él, experimentarás un nuevo espíritu de gozo y confianza. Cree en sus promesas
y descansa confiadamente en la seguridad de Isaías 49:23c. “No se avergonzarán los que esperan en mí”.
Bendiciones.
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