Hebreos 11:1. Nueva Traducción Viviente
(NTV). La fe es la confianza de que en verdad
sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no
podemos ver.
Hebreos 11:6. Nueva Traducción Viviente
(NTV). De hecho, sin fe es imposible agradar a
Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él
recompensa a los que lo buscan con sinceridad.
La fe es fundamental para la vida espiritual de los hijos e hijas
de Dios, aquellos que le hemos entregado nuestras vidas al Señor Jesucristo y
que dependemos en todo tiempo del Señor el Espíritu Santo. Es la fe la que nos
acerca al Padre Celestial y es por ella que obtenemos todas las cosas que nos
quiere entregar. La fe está en el tiempo presente, lo cree ahora, lo recibe ahora,
actúa ahora. Una de las grandes diferencias entre la fe y la esperanza está en
el tiempo verbal; la esperanza está generalmente relacionada con el futuro,
mientras tanto que la fe está relacionada con el presente.
El autor apoya sus recomendaciones a través de todo el capítulo 11 de
permanecer firmes en la fe con las experiencias triunfantes de los héroes
hebreos. Primero ofrece, no una definición, sino una descripción de cómo obra
la fe. La fe es una firme convicción de cosas que no se ven, y segura esperanza
de una recompensa futura. La palabra griega que se traduce certeza es
literalmente «pararse debajo», y se usaba en el sentido técnico de una
«escritura de propiedad». La idea básica es situarse debajo del derecho a la
propiedad para apoyar su validez. De esa manera, la fe es la certeza de lo que
se espera .
El Espíritu Santo por medio de Pablo nos dice que la fe es el
apoderarse de los deseos de la esperanza, para traerlas al ámbito de la
realidad. La fe, como sabemos, nace de la Palabra de Dios, pues, la fe dice la
misma cosa que dice la Palabra de Dios, como está escrito en Romanos 10:17 (RVR60): "Así que la fe es por el oír, y el oír por la
Palabra de Dios". En otra traducción
dice: "La
fe es el instrumento de garantía que ahora es suya la cosa que anhelaba
tener".
La fe es del presente: si no trata del presente, no es fe.
"Creo que recibiré el Espíritu Santo algún día" no expresa fe, sino
esperanza, porque la esperanza siempre señala algo futuro. Pero la fe es
siempre de ahora. La fe dice que recibe ahora mismo, que lo tiene ahora.
Necesitamos saber esto cuando queremos recibir algo de Dios. Hable así porque
son las mismas reglas si se trata de recibir el Espíritu Santo, o de ser
sanado, o de recibir la contestación a una oración, o de resolver un problema
financiero. El principio de la fe es el mismo en cualquier esfera. Si uno puede
aprender el principio de la fe, le será fácil recibir lo que busca de Dios o lo
que desea recibir.
El Señor Jesucristo dijo: "Todo lo que pidiereis orando, creed que lo
recibiréis". No esperad,
sino creed. Para aclararlo, si quiere usted saber si cree a Dios o si espera
nada más, puedo decirle que la esperanza está en tiempo futuro. La esperanza
mira adelante. Si usted busca ser sanado, no es en el futuro que quiere ser
sanado, es ahora mismo, mayormente si sufre mucho. Si usted busca el Espíritu
Santo, no es en el futuro que desea ser lleno del Espíritu, porque si usted lo
aplaza, quedará sin suceder, es ahora cuando usted desea recibir. Si uno desea
la salvación, no es en el futuro ya que puede llegar a ser demasiado tarde, el
tiempo correcto de recibir las cosas por fe es en el presente.
La mejor manera de obtener fe es oyendo la Palabra de Dios. Es
importante que no solo la escuchemos con nuestros oídos, sino que también la
escuchemos con nuestro corazón. El oír la Palabra de Dios en nuestros corazones
se requiere mente abierta y hambre por el mensaje de Dios. La fe crecerá a
medida que oímos continuamente la Palabra de Dios. Hace referencia a la palabra divina que se acepta como
manifestación de Dios. Lo contrario sería PECADO contra Dios. Abrahán es el padre de la fe. Debemos mencionar
especialmente a Abraham, toda su vida manifiesta un espíritu de confianza, de
una profunda fe, se dice de él que “creyó a Dios, y le fue contado por
justicia’ (Gn. 15.6).
Génesis 12:1-3. Dios Habla Hoy (DHH). Un día el Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus
parientes y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te voy a mostrar.
Con tus descendientes voy a formar una gran nación; voy a bendecirte y hacerte
famoso, y serás una bendición para otros. Bendeciré a los que te bendigan y
maldeciré a los que te maldigan; por medio de ti bendeciré a todas las familias
del mundo.»
Veamos ahora lo que los diccionarios nos pueden enseñar acerca de
la fe:
Fe. pistis (πίστις, G4102), Diccionario
expositivo Vine. Primariamente, firme
persuasión, convicción basada en lo oído (relacionado con peitho,
persuadir). Se usa en el Nuevo Testamento siempre como fe en Dios o en Cristo,
o en cosas espirituales. Esta palabra se usa también como: confianza, fiabilidad,
fidelidad de Dios.
Los principales elementos en la fe en su relación con el Dios
invisible, en distinción a la fe en el hombre, quedan especialmente expuestos
con la utilización de este nombre y de su verbo correspondiente pisteuo son:
1. Una firme
convicción, que produce un pleno reconocimiento de la revelación o verdad de
Dios.
2. Una rendición
personal a Él.
3. Una
conducta inspirada por esta rendición.
Según el contexto, uno u otro de estos elementos se destaca más.
Todo ello está en contraste con la creencia en su puro ejercicio
natural, que consiste en una opinión mantenida de buena fe sin referencia
necesaria a su prueba. El objeto de la fe de Abraham no era la promesa de Dios;
ello fue la ocasión de su ejercicio. Su fe reposaba en el mismo Dios. Podemos
decirlo de otra manera: es la confianza del corazón y de la mente humana en
Dios y sus caminos que nos conduce a actuar en armonía con su soberana voluntad
Comentario Matthew Henry y Comentario
Siglo XXI. La fe siempre ha sido la marca
de los siervos de Dios desde el comienzo del mundo. Donde el Espíritu
regenerador de Dios implanta el principio, hará que se reciba la verdad acerca
de la justificación por medio de los sufrimientos y los méritos de Cristo. Las
mismas cosas que son el objeto de nuestra esperanza son el objeto de nuestra
fe. Es una firme persuasión y expectativa de que Dios cumplirá todo lo que nos
ha prometido en Cristo. Este convencimiento da al alma el goce de esas cosas
ahora; les da una subsistencia o realidad en el alma por las primicias y
anticipo de ellas.
La fe demuestra a la mente la realidad de las cosas que no
se pueden ver con los ojos del cuerpo. Es la plena demostración de todo lo
revelado por Dios como santo, justo y bueno. Este enfoque de la fe se explica
mediante el ejemplo de muchas personas de tiempos pasados que obtuvieron buen
testimonio o un carácter honorable en la palabra de Dios. La fe fue el
principio de su santa obediencia, sus servicios notables y sufrimientos
pacientes.
La Biblia da el relato más veraz y exacto de todas las cosas y
tenemos que creerlos sin discutir el relato de la creación que dan las
Escrituras, porque no corresponda con las fantasías divergentes de los hombres.
Todo lo que vemos de las obras de la creación fueron llevadas a cabo por orden
de Dios. A continuación, es bueno que veamos directamente de la Biblia el poema
de la fe en el siguiente capítulo, para que por medio de la obra del Señor el
Espíritu Santo y su Unción nos sea impartida esa fe divina.
Hebreos 11. Versión La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH). La fe es garantía de las
cosas que esperamos y certeza de las realidades que no vemos. Por ella
obtuvieron nuestros mayores la aprobación de Dios. Por la fe comprendemos que
el universo ha sido modelado por la palabra de Dios, de modo que lo visible
tiene su origen en lo invisible.
Por la fe Abel ofreció a
Dios un sacrificio más valioso que el de Caín; por ella fue proclamado justo al
dar Dios testimonio a favor de sus ofrendas. Y por su fe, aunque muerto, sigue
hablando todavía.
Por la fe Enoc fue
trasladado, sin pasar por la muerte, y no pudo ser encontrado porque Dios lo
trasladó. Pero la Escritura atestigua que antes de ser trasladado agradó a
Dios; ahora bien, sin fe es imposible agradarle, porque para acercarse a Dios
es preciso creer que existe y que no deja sin recompensa a quienes lo buscan.
Por la fe Noé tomó en serio
la advertencia sobre algo que aún no se veía, y construyó un arca para salvar a
su familia. Por su fe puso en evidencia al mundo y logró heredar la salvación
que se obtiene por medio de la fe.
Por la fe Abrahán obedeció
la llamada de Dios y se puso en camino hacia la tierra que había de recibir en
herencia. Y partió sin conocer cuál era su destino. Por la fe vivió como
extraño en la tierra que Dios le prometió, habitando en cabañas. Y otro tanto
hicieron Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa juntamente con él, que
había puesto su esperanza en una ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios. Por la fe también, a pesar de que Sara era estéril y de
que él mismo había rebasado la edad apropiada, recibió Abrahán fuerza para
fundar un linaje; todo porque se fió de quien se lo había prometido. Así que de
uno solo, y ya sin vigor, surgieron descendientes numerosos como las estrellas
del cielo, incontables como la arena de la playa.
Todos estos murieron sin
haber recibido lo prometido, pero lo vieron de lejos con los ojos de la fe y lo
saludaron, reconociendo así que eran extranjeros y gente de paso sobre aquella
tierra. Los que así se comportan demuestran claramente que están buscando una
patria. Ahora bien, si lo que añoraban era la patria de la que salieron, a
tiempo estaban de regresar a ella. Pero ahora suspiraban por una patria mejor,
la patria celestial. Precisamente por eso, al haberles preparado una ciudad, no
tiene Dios reparo en que lo llamen “su Dios”.
Por la fe Abrahán, puesto a
prueba, se dispuso a ofrecer a Isaac en sacrificio; el depositario de las
promesas debía sacrificar a su hijo único, aquel de quien Dios le había dicho:
Isaac asegurará tu descendencia. Daba por supuesto Abrahán que Dios tiene poder
incluso para resucitar a los muertos; por eso, el recuperar a su hijo fue para
él como un símbolo.
Por la fe bendijo también
Isaac a Jacob y a Esaú con vistas al futuro. Por la fe bendijo Jacob, poco
antes de morir, a cada uno de los hijos de José y adoró a Dios inclinándose
sobre la empuñadura del bastón de mando de José. Por la fe José, ya en trance
de muerte, aludió a la salida de los israelitas de Egipto y dispuso lo que
habían de hacer con sus restos mortales.
Por la fe los padres de
Moisés, viéndolo tan hermoso, escondieron durante tres meses al niño recién
nacido, sin miedo a las órdenes del rey. Por la fe Moisés, siendo ya mayor de
edad, renunció a ser considerado hijo adoptivo de la hija del faraón,
prefiriendo ser maltratado junto con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que compartir los sufrimientos de aquel
pueblo mesiánico era mucho más valioso que todos los tesoros de Egipto,
teniendo como tenía su mirada fija en la recompensa. Por la fe se marchó de
Egipto sin temor a la ira del rey, y se mantuvo constante en su propósito como
si estuviera viendo al Invisible.
Por la fe celebró la Pascua
y roció con sangre las casas de los israelitas para que el exterminador
respetara a los primogénitos de Israel. Por la fe los israelitas atravesaron el
mar Rojo como si fuera tierra firme, mientras que los egipcios, al intentar
imitarlos, fueron tragados por las aguas.
Por la fe se derrumbaron
los muros de Jericó después que los israelitas dieron vueltas alrededor durante
siete días. Por la fe Rajab, la prostituta que había dispensado una amistosa
acogida a los exploradores israelitas, no pereció junto con los incrédulos.
¿Qué más diré? Me faltaría
tiempo si quisiera hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David,
de Samuel y de los demás profetas. Todos ellos, por la fe, conquistaron reinos,
gobernaron con justicia, vieron realizarse las promesas, cerraron bocas de
leones, extinguieron fuegos violentos, se libraron de morir a filo de espada,
superaron enfermedades, derrocharon valor en la guerra y aniquilaron ejércitos
extranjeros. Hubo incluso mujeres que recobraron resucitados a sus muertos.
Algunos se dejaron torturar
hasta morir, renunciando a ser liberados ante la esperanza de alcanzar una
resurrección más valiosa. Otros soportaron ultrajes, latigazos, cadenas y
cárceles; fueron apedreados, partidos en dos por la sierra o muertos a filo de
espada; anduvieron errantes de un lado para otro, vestidos con pieles de oveja
o de cabra, faltos de todo, perseguidos y maltratados. Personas demasiado
buenas para un mundo como este, que tuvieron que vagar por lugares desérticos,
por los montes, las cuevas y las cavernas de la tierra.
Pero a pesar de haber sido
todos aprobados por Dios en virtud de la fe, ninguno alcanzó la promesa. Y es
que Dios había reservado lo mejor para nosotros, de manera que ninguno
alcanzara la perfección a no ser juntamente con nosotros.
La fe se define primeramente (Hebreos
11:1-2), no en forma plena sino de una manera que
prepara para la exposición de la sección en su conjunto. La doctrina de que el
universo fue construido por la palabra de Dios se muestra como la base para el
tipo de fe que el autor está alentando (verso
3).
Moviéndose sistemáticamente desde Génesis hasta Josué, luego
destaca el papel de la fe en las vidas de individuos centrales para los
propósitos salvadores de Dios (versos del 4 al 31). Se da particular atención a
Abraham y Sara (vv. 8-19) y a Moisés (vv. 23-28). Luego sigue un breve repaso
de la historia sagrada desde el período de los jueces hasta las revueltas de
los macabeos en el siglo II a. de J.C. (vv. 32-38), enfocando las pruebas soportadas
por aquellos que permanecieron fieles a Dios. Los últimos dos versículos
comparan la situación de los creyentes del Antiguo Testamento con la de los
cristianos (vv. 39, 40), haciendo un puente con el capítulo siguiente.
En un mundo donde la gente descarta la fe como si fuera sólo un
pensar “ojalá”, o la identifica simplemente con las creencias y prácticas de
una religión en particular, es bueno tener un cuadro abarcador de la fe que
realmente agrada a Dios. Hebreos muestra el vínculo entre la fe, la esperanza,
la obediencia y la perseverancia, ilustrando que se trata de algo más que un
asentimiento intelectual a determinadas creencias. La fe que honra a Dios
confía en sus palabras y vive en esperanza y obediencia en el presente,
esperando que cumpla sus promesas. Esa fe trae sufrimiento y persecución de
varias maneras.
Aquí descubrimos las características esenciales de la fe desde el
punto de vista del autor. La fe tiene que ver con las cosas futuras (que se
esperan) y las invisibles (que no se ven). La traducción de la RVA (constancia
de las cosas que se esperan) pone el énfasis en la fe como una expresión de
nuestra confianza en las promesas de Dios. Sin embargo, también es posible
traducir “la fe es la sustancia (hypostasis) de las cosas esperadas” o “la fe
da sustancia a nuestras esperanzas”.
Tal traducción sugiere que las cosas que se esperan llegan a ser
reales y tener sustancia por medio del ejercicio de la fe. ¡Esto no significa
que el evangelio es verdadero sólo porque creemos en él! Más bien, la realidad
de lo que esperamos es confirmada para nosotros en nuestra experiencia cuando
vivimos por la fe en las promesas de Dios. Una vez más, la fe es estar seguro
de los hechos que no se ven.
Es la forma de “probar” las realidades invisibles
tales como la existencia de Dios, su fidelidad a su palabra y su control sobre
nuestro mundo y lo que ocurre en él. Si esta definición parece abstracta, su
significado se hace más concreto en la ilustración que sigue. Por esa fe
recibieron buen testimonio los antiguos. En el registro de la Escritura, Dios
testificó de la fe de ellos, y de ese modo los convirtió en “testigos” de la
verdadera fe para nosotros.
El autor comienza donde lo hace el Génesis, porque la fe en Dios
como creador de todo lo que existe es fundamental a la visión bíblica de la
realidad. Por la fe comprendemos que el universo fue constituido por la palabra
de Dios. Si Dios tiene el control de la naturaleza y la historia, del pasado y
del presente, toda generación de creyentes puede confiar en sus promesas sobre
el futuro, no importa el precio que eso pueda significarles. Cuando el autor
dice que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía, alude a la definición de
fe en el.
La fe discierne que el universo de espacio y tiempo tiene una fuente
invisible y que sigue dependiendo de la palabra de Dios (o el mandato). Tal fe
está basada en la revelación que nos dio en la Escritura.
La fe de Abel se expresó cuando ofreció a Dios un sacrificio
superior al de Caín. La diferencia no estaba en la sustancia de los sacrificios,
sino en la actitud de los dos hermanos. A Caín se le dijo que su ofrenda
hubiera sido aceptable si hubiera hecho lo que estaba bien. Pero Dios dio
testimonio de la justicia de Abel y de la fe que le movió cuando aceptó sus
ofrendas. Abel, aunque murió, habla todavía en el sentido de que da testimonio
de la fe que complace a Dios.
La experiencia de Enoc de ser trasladado para no ver la muerte fue
la señal de haber agradado a Dios. En Génesis 5:22 y 24 se insiste en que
“caminó con Dios” y Hebreos señala esto como para indicar que su vida se
caracterizó por la fe. Porque sin fe es imposible agradar a Dios. Esta
generalización se corresponde con los dos elementos en la definición de fe que
se dan en el verso 1. Cualquiera que se acerca a Dios debe creer que él existe
(estar seguro de lo que no se ve) y creer que es galardonador de los que le
buscan (confiar en que sus promesas serán cumplidas).
Cuando Noé fue advertido sobre cosas que aún no habían sido vistas,
se le hizo saber sobre el juicio de Dios que se aproximaba en el diluvio.
Reaccionó a esta palabra de Dios con temor reverente o “sumisión reverente”. Al
expresar su fe en la construcción del arca salvó a su familia y condenó al
mundo. Noé llegó a ser heredero de la justicia que es según la fe en el sentido
de que su conducta justa se mostró claramente en la acción exterior de su fe.
Abraham es realmente el centro de atención hasta el verso 19, en
parte porque es un excelente modelo de la fe, y en parte por su significado en
la acción del plan de Dios para la salvación.
En el verso 10, el autor presenta una estrecha conexión entre la fe
de los antepasados de Israel y la fe de los cristianos, de los hijos e hijas de
Dios. Todos somos peregrinos en un viaje de fe, encaminados hacia la herencia que
Dios nos ha provisto en su Hijo Jesucristo y de la cual podemos empezar a
disfrutar en esta tierra.
Hechos 17:28. Dios Habla Hoy (DHH). Porque en Dios vivimos, nos movemos y existimos; como
también algunos de los poetas de ustedes dijeron: “Somos descendientes de
Dios.”
1 Corintios 1:30. Dios Habla Hoy (DHH). Pero Dios mismo los ha unido a ustedes con Cristo Jesús,
y ha hecho también que Cristo sea nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra
santificación y nuestra liberación.
Efesios 2:6 La Biblia de las Américas
(LBLA). Y con
El nos resucitó, y con El nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús.
Romanos 8:17. Dios Habla
Hoy (DHH). Y puesto que somos sus hijos, también tendremos parte en la herencia
que Dios nos ha prometido, la cual compartiremos con Cristo, puesto que
sufrimos con él para estar también con él en su gloria.
El beneficio final de la obra de Cristo a favor de nosotros es el
de compartir en la herencia eterna que ha sido prometida, la cual podemos obtener
a través de las promesas de Dios por medio de la fe. Bendiciones.
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