Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

El amor-



1 Juan 4:7-8. Dios Habla Hoy (DHH). Queridos hermanos, debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

La característica principal y más importante del Padre Celestial es que él mismo es amor en todo su ser y lo más extraordinario que nos puede pasar como seres humanos, es el de llegar a conocerlo como Él es y que su esencia pueda estar en nosotros por medio de su Hijo Jesucristo a través de la obra poderosa del Espíritu Santo.

Una de las cosas que más necesitamos es el amor: esa es la esencia espiritual y sentimental que nos permite a nosotros los seres humanos vivir en el correcto sentido de nuestras relaciones interpersonales, es el amor lo que nos da nuestro verdadero valor y el verdadero concepto de nosotros mismos, es el amor que viene de Dios, el que nos da la vida espiritual y nos hace conectar de la manera correcta con Él. El amor vivido que es impartido por el Espíritu Santo en nuestros corazones es señal de una correcta comunión con Dios.

1 Juan 4:7-21. Dios Habla Hoy (DHH). El amor, señal de nuestra comunión con Dios. Queridos hermanos, debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Dios mostró su amor hacia nosotros al enviar a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por él. El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo, para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros pecados quedaran perdonados.

Queridos hermanos, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos unos a otros. A Dios nunca lo ha visto nadie; pero si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y su amor se hace realidad en nosotros. La prueba de que nosotros vivimos en Dios y de que él vive en nosotros, es que nos ha dado su Espíritu. Y nosotros mismos hemos visto y declaramos que el Padre envió a su Hijo para salvar al mundo. Cualquiera que reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, vive en Dios y Dios en él.

Así hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor, y el que vive en el amor, vive en Dios y Dios en él. De esta manera se hace realidad el amor en nosotros, para que en el día del juicio tengamos confianza; porque nosotros somos en este mundo tal como es Jesucristo. Donde hay amor no hay miedo. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el miedo, pues el miedo supone el castigo. Por eso, si alguien tiene miedo, es que no ha llegado a amar perfectamente.

Nosotros amamos porque él nos amó primero. Si alguno dice: «Yo amo a Dios», y al mismo tiempo odia a su hermano, es un mentiroso. Pues si uno no ama a su hermano, a quien ve, tampoco puede amar a Dios, a quien no ve. Jesucristo nos ha dado este mandamiento: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.

En los tiempos en que estamos viviendo, la humanidad entera como nunca antes adolece de falta de amor genuino, el cual sólo se puede recibir de parte de Dios cuando rendimos y entregamos nuestras vidas a nuestro Señor Jesucristo. Sólo en esa realidad espiritual es que nosotros los hijos de Dios debemos vivir y movernos. Vemos por todo el mundo como a través de los noticieros, del internet y en general de todos los medios de comunicación como la maldad y la crueldad aumentan en todas las naciones como fue revelado en la Biblia.

Veamos la definición de amor desde la perspectiva de bíblica: Amor.(heb., ’ahavah, gr., agape). Amor es la misma naturaleza de Dios y la virtud cristiana más importante, indispensable en las relaciones del ser humano con Dios y con sus semejantes.

1 Juan 4:8. Traducción en lenguaje actual (TLA). El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. 

1 Juan 4:16. Nueva Traducción Viviente (NTV). Nosotros sabemos cuánto nos ama Dios y hemos puesto nuestra confianza en su amor. Dios es amor, y todos los que viven en amor viven en Dios y Dios vive en ellos;) 

1 Corintios 13:13. Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH).Y ahora permanecen la fe, la esperanza, el amor: estos tres; pero el mayor de ellos es el amor)

La Biblia nos revela excepcionalmente que Dios, en su esencia y modo de ser, es amor. Dios no solamente ama, sino es amor. En este atributo supremo todos los otros atributos se encuentran en armonía. El objeto particular de este amor eterno es su propio hijo, Jesucristo. Dios ama al mundo en su totalidad, a personas individualmente, a todos los seres vivientes, a los pecadores, y especialmente a creyentes en Cristo que han pasado a ser hijos de Dios.

2 Juan 6. Nueva Traducción Viviente (NTV). El amor consiste en hacer lo que Dios nos ha ordenado, y él nos ha ordenado que nos amemos unos a otros, tal como ustedes lo oyeron desde el principio.

Mateo 22:36-40. Traducción en lenguaje actual (TLA). Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento, y el más importante, es el que dice así: “Ama a tu Dios con todo lo que piensas y con todo lo que eres.” Y el segundo mandamiento en importancia es parecido a ése, y dice así: “Cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo. Toda la enseñanza de la Biblia se basa en estos dos mandamientos.

Como hijos de Dios no podemos ser indolentes frente a un mundo que se desmorona moralmente, en dónde hay crisis social y familiar, con tanta crueldad y desamor como aparece en 2 Timoteo 3; pero en Jesucristo tenemos la respuesta a crisis de la humanidad. Dios es amor y su perfecto amor es lo que hace la diferencia, es su obra maravillosa en cada corazón que acepta la grandeza de Dios y la necesidad de la vida divina.

Muchos razonan sobre Dios y su palabra, otros cuestionan, otros dudan, pero es más fácil vivir de acuerdo en obediencia a su Palabra con la ayuda del Espíritu Santo, porque es un manual de vida para la humanidad, un manual de amor que necesitamos y debemos compartir con la mayor cantidad de personas.

Jeremías 9:23. La Biblia al día. (BAD).  Así dice el Señor: «Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada—afirma el Señor—.

La obra de cambio y regeneración de vida de cada ser humano es sólo por el Espíritu Santo, sólo si le permitimos obrar en nosotros y rendimos todo nuestro corazón a la Palabra de Dios. La obra de salvación ya se realizó en la cruz del calvario, ahora debemos permitir que el Señor Jesucristo gobierne todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, por la vida impartida por el Poderoso Espíritu Santo y así de esa manera cambie nuestra manera de pensar y de vivir.

Sin amor la mayor manifestación de dones y el más heroico de los sacrificios humanos no significan nada. Las cosas buenas deben ser bien hechas, de la manera correcta, a la manera de Dios.

Salmos 40:8. Reina-Valera 1960 (RVR1960). El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.

Pero es necesario llenarnos del perfecto amor de Dios para que podamos ser de bendición a los demás; debemos pedir el entendimiento espiritual para que sepamos que es en realidad el amor de Dios, debemos obtener la revelación de Señor acerca de este asunto. En la carta a los Corintios, capítulo 13 vemos la descripción del amor y ahora lo que necesitamos es que esa palabra se haga viva en nosotros, que se haga viva en medio de nuestros hogares, que se haga viva en medio de todas nuestras circunstancias, que podamos ser el reflejo del amor de Dios para aquellos que nos rodean.

El amor es sufrido, al ser paciente con las imperfecciones de la gente. El amor es benigno, activo en hacer el bien. El amor no tiene envidia; en razón de que no es posesivo y competitivo, sino que desea lo mejor para los demás. Por lo tanto, no es jactancioso. El amor posee la cualidad de ocultarse, no hace ostentación de sí mismo. El amor no es indecoroso, no trata a otros con arrogancia; no se comporta con rudeza, sino son cortesía y buenas maneras.

El amor no busca lo suyo, al no insistir en sus derechos o demandar precedencia alguna; al contrario es generoso. El amor no se irrita; no es susceptible, no es grosero ni hostil, sino que en los momentos difíciles mantiene la compostura. El amor no guarda rencor; no lleva la cuenta de los males que ha sufrido, sino que borra el resentimiento.

El amor no se goza de la injusticia, no se alegra del infortunio ajeno, ni difunde rumores maliciosos, sino se goza de la verdad, al propagar activamente el bien. El amor todo lo sufre, al defender y sostener a otros. El amor cree lo mejor de los demás, les acredita buenas intenciones y no es suspicaz. El amor todo lo espera, no se desanima con la gente, sino cree en su futuro. El amor todo lo soporta, al perseverar y permanecer leal hasta el final.

En comparación con el amor los dones son algo limitado, no completo, son temporales, no eternos, comunican un conocimiento imperfecto en lugar de perfecto. Cualquier cosa de esta era, comparada con la perfección de la nueva creación es algo insignificante, incluidos los dones. Pero el lugar de sugerir el menosprecio de los dones durante esta era, o en cualquier otro momento de la historia de la iglesia, este pasaje busca todo lo contrario.

Romanos 12:1-2. Dios Habla Hoy (DHH). La vida nueva en Cristo. Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Éste es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.

Cuando recibimos el amor de Dios para nuestras vidas, cambia nuestro modo de pensar y vivir, porque hemos sido rescatados de una vana manera de vivir y de la condenación eterna, pero es necesario recibir la revelación por parte de Dios, que se nos abra el entendimiento para ver las cosas que Dios quiere que veamos, la verdadera vida.

El amor es más importante que todos los dones espirituales ejercitados en el cuerpo de la iglesia. La fe sobresaliente y el poder para lograr milagros producen muy poco sin el amor. El amor logra que nuestras acciones y dones sean útiles. Aunque las personas tengan dones diferentes, el amor está disponible a todos. Pero ese amor llega cuando somos llenos de la presencia y el poder del Espíritu Santo, cuando nos rendimos al señorío de Jesucristo.

Hechos 1:8. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Nuestra sociedad actual confunde amor con sensualidad, con los deseos de los ojos, con los deseos de la carne. A diferencia de la sensualidad, el tipo de amor de Dios es canalizado hacia otros, no hacia nosotros mismos (egoísmo, narcisismo, egolatría). Esta clase de amor va en contra de nuestras inclinaciones naturales. Es posible practicar este amor sólo si Dios nos ayuda a poner a un lado nuestros deseos e instintos, al grado que podemos dar amor sin esperar nada en cambio. Cuanto más nos parezcamos a Cristo, más amor brindaremos a los demás.

Hechos 5:29. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.

Juan 14:15. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Si me amáis, guardad mis mandamientos.

¿Qué significa amar a Dios? ¿Cómo podemos permanecer en el amor de Dios? ¿Cómo recompensará Dios a los que permanecen en su amor? ¿Se refugiará usted en Dios en estos tiempos peligrosos? ¿Dónde podemos hallar un refugio seguro? Reflexionemos en el amor que Dios nos tiene y correspondámosle como nos lo ha enseñado. ¿Cuáles son algunas pruebas del amor que Dios nos tiene? Dios nos ha demostrado su amor de diversas maneras. Veamos cuáles son, pues repasarlas nos ayudará a permanecer en el amor de Dios. Sabemos que Dios es el Autor de la Biblia, en la cual nos dice cómo se llama y qué cualidades tiene. Las Escrituras explican que él envió a su querido Hijo a la Tierra y que permitió que sufriera y muriera por nosotros.

Juan 3:16. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

De este modo nos hizo un regalo muy generoso, gracias al cual tenemos la esperanza de un magnífico futuro. Este futuro también depende de algo más que Dios ha hecho. Dios ha establecido un gobierno celestial, el Reino mesiánico. Este Reino pronto acabará con todos nuestros sufrimientos y convertirá la Tierra en un paraíso. ¡Qué maravilla! ¡Por fin seremos felices y viviremos para siempre en paz! Y ahora, mientras esperamos ese día, los consejos de Dios nos ayudan a vivir del mejor modo posible. El Señor también nos ha dado otro regalo: la oración, la cual nos permite comunicarnos libremente con él. Estas son tan solo unas cuantas pruebas del amor que Dios siente por nosotros y por el resto de la humanidad.

¿Cómo pudiera usted responder al amor que Dios le ha mostrado? Ahora, debemos hacernos una pregunta importante: “¿Cómo responderemos al amor de Dios?”. Probablemente, muchas personas contesten: “Amando a Dios”. ¿Piensa usted así?

Ahora bien, para amar a Dios con todo el corazón, alma y mente, ¿basta con tenerle afecto? Para amar a Dios: La Biblia muestra que amar a Dios significa mucho más que sentir afecto por él. De hecho, aunque ese sentimiento es muy importante, es tan solo el comienzo del verdadero amor a Dios. Para entenderlo mejor, veamos la siguiente comparación: si usted quisiera una manzana, ¿se conformaría con que le dieran una semilla de esa fruta? Claro que no. Es cierto que la semilla es esencial para que crezca un manzano, pero lo que usted quiere es el fruto. Lo mismo ocurre con el afecto que sentimos por Dios: al igual que la semilla, tiene que desarrollarse y dar fruto. Así, el verdadero amor a Dios debe producir buenos frutos, debe expresarse con hechos.

Mateo 7:16-20. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.

¿Cómo demostramos que amamos a Dios y que agradecemos lo que él ha hecho por nosotros? Demostramos que amamos a Dios cuando obedecemos sus mandamientos y ponemos en práctica sus principios. Eso no es muy difícil, pues las leyes de Jehová no son una carga. Al contrario, están pensadas para que seamos felices y disfrutemos de la vida. Cuando dejamos que Dios nos guíe, demostramos que agradecemos mucho todo lo que él ha hecho por nosotros. Es una pena que tan poca gente tenga esa actitud. Nosotros no queremos ser desagradecidos, como algunas personas del tiempo de Jesús. En cierta ocasión, Cristo curó a diez leprosos, pero solo uno fue a darle las gracias.

Lucas 17:12-19. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Un corazón agradecido. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

El amor a Dios es como un fuego: hay que alimentarlo para que no se apague. Conocer bien a Dios es un paso importantísimo para acercarnos más a él. Es un proceso que nunca debería terminar. Imagínese que se encuentra en el monte, en una noche muy fría, y que ha encendido una fogata para calentarse. ¿Dejaría que las llamas se fueran apagando poco a poco? De ningún modo. Seguro que iría añadiendo leña para que el fuego siguiera ardiendo, ya que de ello depende su propia vida. Pues bien, tal como la leña alimenta el fuego, el “conocimiento de Dios” mantiene vivo el amor que sentimos por Dios

Jeremías 9:23-24. Jubilee Bible 2000 (Spanish) (JBS). Así dijo el SEÑOR: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni se alabe el valiente en su valentía, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy el SEÑOR, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra, porque estas cosas quiero, dijo el SEÑOR.

Proverbios 2:1-5. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios.

Las relaciones con nuestros semejantes se estrechan al comunicarnos con ellos con frecuencia y de forma sincera. De igual modo, nuestra relación con Dios seguirá viva si le oramos constantemente. Debemos esforzarnos por no hacer oraciones mecánicas; no queremos repetir siempre lo mismo sin pensar en lo que decimos. Debemos hablarle a Dios como hablaría un niño con su amado padre. Claro está, queremos dirigirnos a él con respeto, pero abierta y sinceramente, desde el corazón. Así es, para adorar a Dios es muy importante que tengamos un estudio personal de la Biblia y que le oremos con franqueza. De este modo será más fácil que permanezcamos en el amor de Dios.

Cuando hablamos de lo que hemos aprendido acerca del Amor del Padre Celestial, cumplimos una misión muy importante como hijos de Dios: predicar las buenas nuevas del Reino de Dios. Y cuando colocamos en practica los principios que nos ha dado el Padre Celestial con todos nuestros semejantes, es entonces cuando el perfecto amor del padre Celestial fluirá a través de nuestras vidas como ríos de agua viva del cual los sedientos podrán beber y permitiremos que se cumplan los planes y propósitos de Dios con nuestras vidas. Recordemos para finalizar este sermón que el verdadero amor a Dios se demuestra obedeciendo sus mandamientos y poniendo en práctica sus principios.

Eso nos muestra también que la vida cristiana no es llevar un nombre de cristiano solamente, sino que es un compromiso con Dios. El Señor Jesucristo lo dejó bien claro al anunciar que para poder ser su discípulo, había que amarlo a él sobre todas las cosas. La vida cristiana es un llamado a servir a Dios y las personas, o sea, el amor verdadero es un amor que lo lleva a uno a servir, en otras palabras es un amor demostrado. Bendiciones.

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