Nuestro caminar en esta vida como
cristianos no es fácil. Todos en algún momento hemos sufrido algún tipo de
discriminación persecución por el simple hecho de ser cristianos (por la
familia, vecinos, jefes o compañeros de trabajo, etc.), también muchos serán
objeto de mentiras y difamaciones. En algunos casos esta discriminación puede
ir más allá, hasta llegar a ser humillados, y en algunos casos como perseguidos
y asesinados. “¡Jehová de los ejércitos está con
nosotros! ¡Nuestro refugio es el Dios de Jacob!” (Salmo 46:7) "Mi
escudo está en Dios, que salva a los rectos de corazón. Dios es juez
justo…" (Salmos 7:10, 11 a)
¿Estamos realmente dispuestos a
seguir y servir al Señor Jesucristo y su Palabra viviendo una vida que agrade a
Dios aún por encima de nuestros propios deseos? ¿Estamos dispuestos a enfrentar
todas las circunstancias que se nos presenten? ¿Estamos dispuestos a pagar este
precio por seguir a nuestro Señor? Más aún, ¿con qué actitud nos enfrentaremos
a este tipo de discriminaciones? ¿Con una actitud rebelde? ¿Echándole la culpa
a Dios? ¿O con una actitud como la que tuvo Esteban, mientras le apedreaban?
Hechos 7:60. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta
este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.
Debemos ser fuertes cuando pasemos
momentos de tribulación, con problemas a los que no veamos salida, cuando el
seguir a Cristo nos suponga ser discriminado o humillado por los que nos
rodean, y debemos pensar que el Señor está de nuestro lado. Que pase lo que
pase, nada escapa de su voluntad. Y así, podremos estar tranquilos, y con una
buena actitud, dando gracias a Dios en todo momento, y proclamando el mensaje
de salvación de Dios para el mundo, aunque éste nos oprima.
Como dice el versículo de la portada,
“Dios es
nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en la tribulación. Por
tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes
al corazón del mar; Aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes
a causa de su braveza.” Salmos
46:1-3.
Que el Señor nos guarde y nos
bendiga, y nos ayude a superar los momentos difíciles, sin dejar de seguirle y
servirle con todo nuestro corazón.
Juan 15:18-27. El mundo os odia. Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo,
antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os odia. Acordaos de la palabra
que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han
perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra,
también guardarán la vuestra. Pero todo esto os harán por causa de mi
nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si yo no hubiera venido, ni les
hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.
El que me odia a mí, también a mi Padre odia. Si yo no hubiera hecho entre
ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto,
y me han odiado a mí y a mi Padre. Pero esto es para que se cumpla la
palabra que está escrita en su Ley: Sin causa me odian.
Pero cuando venga el Consolador, a
quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del
Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también,
porque habéis estado conmigo desde el principio.
Ser discípulo genuino es muy
diferente a creer en Dios o ir a una iglesia determinada o incluso leer la
biblia, o hacer buenas obras: es vivir para Dios como lo señala el siguiente
texto. Salmos 40:8. El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu Ley está en medio
de mi corazón. En medio de estas tormentas que
muchos podamos experimentar en nuestras vidas el Señor ha prometido que estará
en medio de nosotros y con nosotros. Dios es el único que conoce nuestras
circunstancias, luchas, pruebas y persecuciones.
Lo más importante es que dispongamos
nuestro corazón de manera sencilla y honesta delante del Señor porque él ha
dicho que al corazón contrito y humillado no lo despreciará. No importa que no
tengas la suficiente fuerza de voluntad para dejar tus pecados que cometas o
los que haya en tu mente, si eres sincero como David podrás obtener su
fortaleza para sacarte de ese lodo cenagoso de la desesperación. A
todas las cosas le podremos hacer frente por medio de Jesucristo.
Lucas 14:25-33. Lo que cuesta
seguir a Cristo. Grandes
multitudes iban con él; y volviéndose, les decía: Si alguno viene a mí
y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta su
propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no lleva su cruz y viene en pos
de mí, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de vosotros, queriendo
edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene
lo que necesita para acabarla? No sea que, después que haya puesto el cimiento,
no pueda acabarla y todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él,
diciendo: Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar. ¿O qué rey, al
marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede
hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede,
cuando el otro está todavía lejos le envía una embajada y le pide condiciones
de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que
posee, no puede ser mi discípulo.
Salmos 46. El Señor está con nosotros. Dios es
nuestro refugio y nuestra fuerza; nuestra ayuda en momentos de angustia. Por
eso no tendremos miedo, aunque se deshaga la tierra, aunque se hundan los
montes en el fondo del mar, aunque ruja el mar y se agiten sus olas, aunque
tiemblen los montes a causa de su furia. Un río alegra con sus brazos la ciudad
de Dios, la más santa de las ciudades del Altísimo. Dios está en medio de ella,
y la sostendrá; Dios la ayudará al comenzar el día. Las naciones rugen, los
reinos tiemblan, la tierra se deshace cuando él deja oír su voz.
¡El Señor todopoderoso está con
nosotros! ¡El Dios de Jacob es nuestro refugio! Vengan a ver las cosas
sorprendentes que el Señor ha hecho en la tierra: ha puesto fin a las guerras
hasta el último rincón del mundo; ha roto los arcos, ha hecho pedazos las
lanzas, ¡ha prendido fuego a los carros de guerra! ¡Ríndanse! ¡Reconozcan que
yo soy Dios! ¡Yo estoy por encima de las naciones! ¡Yo estoy por encima de toda
la tierra! ¡El Señor todopoderoso está con nosotros! ¡El Dios de Jacob es
nuestro refugio!
Muchas veces nos sentimos atribulados
o desanimados por diferentes circunstancias que no podemos controlar. Pues
déjame decirte que hay un consolador entre todos nosotros y es Cristo Jesús que
murió en la cruz y él es nuestro guía, amparo y fortaleza él es nuestra
salvación y nuestro gozo, no tendremos
miedo porque Jehová nuestro Dios estará con nosotros día a día Dios no los
desampara a sus hijos, él está con nosotros en la tormenta y en la calma deja
que Dios sea nuestra fortaleza y veras que en tiempo de la tormenta él
será la calma.
Ahora, cuando estás pasando por este
momento lleno de dolor, con tu mundo hecho pedazos… El Señor guiará tus pasos.
Muchas veces yo me siento igual que tú, y mi corazón anhela algo real. El Señor
viene a mí y me ayuda a seguir, en paz en medio de la tormenta… puedes tener fe
y esperanza cuando no puedas seguir….cuando sientas que todo está perdido, que
no puedes seguir así, y quieres tirar todo, ya no puedes más, yo te entiendo, y
el Señor también, Él quiere ayudarte, su presencia es real.
Muchas personas darían mucho por
tener un poco de paz en sus vidas, en algún momento. Pero no la tienen, porque
no buscan a Dios. Dios está presente con su pueblo para liberarlo de los
peligros y de sus enemigos. Hoy cada creyente puede confiar en el Señor,
quien puede librarlo en medio del sufrimiento y la preocupación.
Es probable que no encontremos
respuesta satisfactoria al por qué de tanto sufrimiento. Pero sí hallaremos
atención a nuestro clamor en procura de fortaleza cuando las tribulaciones
golpean a nuestra puerta. El Señor no nos deja solos. Viene en nuestra ayuda.
Está con nosotros en todo momento, incluso en esa situación por la que estás
atravesando ahora ¿Qué te aflige ahora? ¿Cuál
es tu sufrimiento? Vuelve tu
mirada al Señor, deja tus pesares en sus manos y descansa en Él. Busca a Dios en todo momento, adóralo y obedécelo.
He aquí, tú amas la verdad en lo
íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con
hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y
alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis
pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y
renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no
quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y
espíritu noble me sustente. (Salmo 51: 6-12)
El gozo del Señor es el resultado de volverse a
Dios (Salmo 51:
6-12). He aquí, tú amas la verdad en lo
íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con
hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme
oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde
tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un
corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de
delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de
tu salvación, y espíritu noble me sustente.
Después de haber pecado terriblemente
con Betsabé, y haber cometido asesinato; David, después de ser convencido de
pecado por Natán, eleva al Señor esa plegaria que hemos leído. David entendió que el gozo verdadero
sólo podía venir por estar en paz con Dios. Solamente cuando volvió al Señor de
todo corazón, y fue perdonado, pudo experimentar el gozo de la salvación.
El gozo del Señor es nuestra
fortaleza. Dios no
sólo quiere que estemos en paz con Él, sino que además, experimentemos el gozo
que el Espíritu Santo produce por su presencia en el nosotros, como creyentes. Ese gozo del Señor es nuestra verdadera fortaleza. El gozo verdadero, es
la misma presencia del Espíritu Santo en el espíritu y en el corazón del
creyente. Leemos en Nehemías 8:10. El gozo
del Señor es vuestra fortaleza. En eso
consiste el reino de Dios en nuestras vidas. Leemos en Romanos 14: 17. Porque el
reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu
Santo. Veamos algunas escrituras más:
Salmo 118: 14. Mi fortaleza y mi cántico es JAH, y él me ha sido por salvación. Isaías
12:2,3,6. Mi fortaleza y mi canción es JAH
Jehová, quien ha sido salvación para mí. Sacaréis con gozo aguas de las fuentes
de la salvación. Regocíjate y canta, oh moradora de Sion, porque grande es en
medio de ti el Santo de Israel.
Filipenses 4:4. Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Hechos
13:52. Y los discípulos estaban llenos de
gozo y del Espíritu Santo.
El gozo es parte del fruto del
Espíritu Santo. Gálatas 5:22. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia. El gozo del señor es el resultado de la obra del Espíritu Santo en
nosotros. No nos dejemos amedrentar. El gozo del Señor ha de
ser manifiesto. El cristiano, ante la presencia del Señor, no puede quedarse
impávido, ni se debe dejar amedrentar por los demás que no entienden ese gozo,
porque no conocen a Dios. Siempre habrá oposición por parte del enemigo
mientras estemos en la obra de Dios en mayor o menor grado. Esto no nos ha de
sorprender. Dice la Palabra: 1 Corintios
15: 58. Así que, hermanos míos amados, estad
firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que
vuestro trabajo en el Señor no es en vano. Estar firmes es un paso de fe, porque significa estar confiando en el
Señor a pesar de las circunstancias adversas. El gozo del señor nos ayuda a ello;
el gozo del señor es práctico. Nunca olvidemos que: ¡el gozo del señor es
nuestra fortaleza!
El gozo va de la mano con la fortaleza. Gozo y fortaleza de Dios, son dos conceptos que van de la mano; no
pueden alejarse el uno del otro. Dios quiere que estemos gozosos y
fortalecidos en El. Esto no ha de confundirse con la alegría del alma, siendo
ésta una sensación o emoción pasajera y motivada por las circunstancias. El
gozo del Señor no es una emoción que viene y va, es el resultado de la
presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Esto hace que
podamos tener la fortaleza del Señor en nuestras vidas, aun en las
circunstancias más difíciles. No se puede tener el verdadero gozo
del Espíritu sin experimentar su fortaleza. Es nuestra fortaleza para resistir
los ataques del diablo, y resistir las tentaciones y no sucumbir en este mundo.
El gozo del Señor nos levanta y nos
hace ver las cosas desde las alturas: Pero los
que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas;
correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Isaías 40: 31. Jehová el Señor es mi
fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace
andar. Habacuc 3: 19. El Salmo 18:31-33, dice lo mismo: Porque ¿quién es Dios sino sólo
Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de poder,
y quien hace perfecto mi camino; Quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas.
¡EL GOZO DEL SEÑOR NOS LEVANTA Y NOS
HACE VER LAS COSAS DESDE LAS ALTURAS, Y NOS HACE ANDAR LIGEROS! Desde las alturas del Espíritu, es
como se obtiene la perspectiva correcta de las cosas. Vivir en el gozo del Señor es un asunto de fe. Todo en el Señor es un asunto de fe. Todos los dones y todas las gracias
que provienen de lo Alto, se reciben a través de un mismo conducto, la fe. Dice Santiago 1:17. Toda buena
dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el
cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
Todo lo bueno de Dios lo recibimos
por la fe. Así como en su día recibimos la salvación por la fe, así recibimos
el gozo. Vivir en el gozo del Señor es la buena dádiva que recibimos de nuestro
Padre celestial también; asimismo es un asunto de fe. Ante las dificultades de
la vida, por la fe aprendemos a vivir con gozo, siendo éste nuestra fortaleza y
victoria. Por lo tanto: EL TENER GOZO ES UNA ELECCIÓN, Y SE OBTIENE POR LA FE EN LAS PROMESAS
QUE DIOS NOS HA HECHO EN SU PALABRA, Y QUE TIENEN CUMPLIMIENTO INMEDIATO.
Vivir en el gozo del Señor es un asunto de fe, de
alabanza y de gratitud. Una vida
de alabanza y de adoración es clave para experimentar el gozo del Señor y su
consiguiente fortaleza. Dice la
Palabra: Efesios 5:18-20. Sed llenos
del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos
espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre
gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Cuando vivimos agradecidos al Señor,
como dice la Palabra, “por todo”, estamos admitiendo y reconociendo el hecho de que nuestro Invisible
Dios está en acción, a pesar de que a veces no pueda parecerlo. Cuando vivimos en total
agradecimiento, la paz de Dios inunda nuestros corazones por su Espíritu, y de
ellos brotan alabanzas y adoración a Dios. Cuando uno lleva una vida así, el enemigo pierde agarre, y
necesariamente deberá abandonar una y otra vez.
Recordémoslo una vez más: ¡EL GOZO DEL SEÑOR ES NUESTRA
FORTALEZA! El gozo del Señor no está sujeto a las circunstancias; hace que las
circunstancias se sujeten a él. El gozo del Señor es nuestra elección. El gozo del Señor ha de ser manifiesto en las vidas de los hijos de
Dios. El gozo
del Señor es característica del creyente que está en victoria. DIOS quiere
que estemos gozosos y fortalecidos en EL.
Que Hoy podamos hacer nuestra, estas
Palabras: Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados
no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas
en los corrales; Con TODO, YO ME ALEGRARÉ en Jehová, y ME GOZARÉ EN EL DIOS de
MI SALVACIÓN. Habacuc 3:17-18
Padre nuestro que estás en los cielos
en esta hora dejo en ti todo mi ser, mi corazón, mis pensamientos, mis anhelos,
mis deseos, mis pruebas, mis preocupaciones, mis circunstancias, mis
necesidades y crisis; encárgate de ellas, porque yo seguiré confiando en ti, en
medio de los obstáculos y situaciones que se me presenten en lo que me queda de
existencia en esta tierra, hasta que llames a tu presencia, en el nombre de
Jesucristo. Bendiciones.
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