Isaías
43:18-19. No os acordéis de las cosas pasadas,
ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva;
pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto,
y ríos en la soledad. Salmos 100:4. Entrad por Sus puertas con acción de gracias, y a
Sus atrios con alabanza. Dadle gracias, bendecid Su nombre.
La
vida cristiana normal, bajo el punto de vista de la Palabra de Dios, es una
vida de victoria, no de acuerdo a los parámetros humanos sino a los de Dios. La
vida de victoria sobrenatural es aquella que triunfa en medio de las
dificultades y luchas de la vida. A los ojos
de Dios la victoria no es necesariamente resultadista sino cuestión de
carácter. Cualquier
persona cuando todo le sale bien está contenta y se siente un "gigante
triunfador", pero Dios se agrada más de aquél que aún en medio de su
problema o dolor mantiene una actitud victoriosa. Esa actitud de victoria es la que necesitamos aprender, independientemente
de las circunstancias que nos rodean. VICTORIA es firmeza para no caer;
constancia para no detenerse; crecimiento para no debilitarse.
Veamos la definición de “Victoria”: “Es la actitud interior de fe
que nos impulsa a vivir independientemente de las circunstancias que nos
rodean, creyendo en el cumplimiento de las promesas fieles de Dios”
Quiero compartir la siguiente ilustración: Un campesino, que luchaba con muchas
dificultades, poseía algunos caballos para que lo ayudasen en los trabajos de
su pequeña hacienda. Un día, su capataz le trajo la noticia de que uno de los
caballos había caído en un viejo pozo abandonado. El pozo era muy profundo y
seria extremadamente difícil sacar el caballo de allí. El campesino fue
rápidamente hasta el lugar del accidente, y revisó la situación, asegurándose
que el animal no se había lastimado.
Pero,
por la dificultad y el alto precio para sacarlo del fondo del pozo, creyó que
no valía la pena invertir en la operación de rescate. Tomó, entonces, la difícil
decisión: Determinó que el capataz sacrificase al animal tirando tierra en el
pozo hasta enterrarlo, allí mismo. Y así se hizo. Los empleados, comandados por
el capataz, comenzaron a lanzar tierra adentro del pozo de forma de cubrir al
caballo. Pero, a medida que la tierra caía en el animal, éste la sacudía y se
iba acumulando en el fondo, posibilitando al caballo para ir subiendo. Los
hombres se dieron cuenta que el caballo no se dejaba enterrar, sino al
contrario, estaba subiendo hasta que finalmente, consiguió salir!
Si estas "allá abajo", sintiéndote poco valorado, y los otros lanzan sobre ti la tierra de la incomprensión, la falta de oportunidad y de apoyo, recuerda el caballo de esta historia. No aceptes la tierra que tiraron sobre ti, sacúdela y sube sobre ella. Y cuanto más tiraren, más iras subiendo, subiendo, subiendo... alabando y adorando a Dios con todo tu corazón, confiando en el que todo lo puede por nosotros: nuestro Hacedor y Dios, Padre, Hijo (Jesucristo) y Espíritu Santo.
Si estas "allá abajo", sintiéndote poco valorado, y los otros lanzan sobre ti la tierra de la incomprensión, la falta de oportunidad y de apoyo, recuerda el caballo de esta historia. No aceptes la tierra que tiraron sobre ti, sacúdela y sube sobre ella. Y cuanto más tiraren, más iras subiendo, subiendo, subiendo... alabando y adorando a Dios con todo tu corazón, confiando en el que todo lo puede por nosotros: nuestro Hacedor y Dios, Padre, Hijo (Jesucristo) y Espíritu Santo.
Muchos
creen que estar atribulados, en apuros, perseguidos y derribados significa
estar derrotados, pero no; podemos evitar la derrota si nos levantamos con el
Espíritu de victoria en Cristo Jesús. Una cosa es perder un round de una pelea,
y otra muy distinta es perder toda la pelea. No nos dejemos asustar e intimar
por las tribulaciones, apuros, persecuciones y todo lo que nos quiere derribar,
sino resistamos en el Nombre del Señor sabiendo que nuestra actitud de victoria
nos guiará a la puerta de la victoria final.
Proverbios
24:16. Porque siete veces cae el justo, y
vuelve a levantarse. Salmo 37:23-24. Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él
aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado porque Jehová
sostiene su mano. No importa cuales
sean las situaciones que hoy nos quieren derrotar y abatir, en el Nombre del
Señor, y por obediencia a la Palabra de Dios, cambiemos la actitud de derrota,
negativa por una nueva y bendecida: El Espíritu de victoria de nuestro Dios. No
importa lo que estés atravesando, por más difícil que parezca, decidamos ahora mismo levantarnos en el Nombre
del Señor Jesucristo y adoptar una actitud victoriosa en medio de los tiempos
difíciles. Esa es la actitud que el Señor espera de aquellos que anhelan llegar
a disfrutar la bendición final.
Demos
una mirada a la vida de un personaje de la Biblia al que en algún momento de la
vida tuvo en contra todas las circunstancias. La Biblia nos dice que Josafat
amaba mucho a Dios. Josafat seguía a Dios con todo su corazón. Un día cuando
Josafat era rey de Israel, tuvo la oportunidad de verdaderamente confiar en
Dios. El rey Josafat recibió unas noticias que causaron temor. Un día el
guardia que estaba como atalaya de la ciudad trajo una nuevas muy terribles. Un
enemigo venía. Estaban muy cerca de la ciudad los soldados de ese enemigo. El
ejército era grande y poderoso. La situación aparentaba ser temerosa. Lo primero que hizo Josafat fue orar y pedir la ayuda de Dios. Josafat le pidió a toda la gente que no comiera por
un día entero. En lugar de comer iban a orar y pedir la ayuda de Dios. Después
Josafat se paró ante el pueblo y oró a Dios. Josafat alabó a Dios porque es
poderoso y maravilloso. Pidió a Dios que le ayudara a derrotar a su enemigo.
Josafat le dijo a Dios que no haría nada sin la ayuda de Dios.
Dios
escuchó la oración de Josafat. Dios envió un mensajero llamado Jahaziel para
hablar con toda la gente. Les dijo que escucharan el mensaje de Dios. Dijo: No tengan miedo ni se acobarden
cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes sino mía. Dios
les dijo que esperaran hasta al día siguiente para pelear. Dios les dijo que
cuando marcharan a la pelea iban a ver como Dios iba a ganar la batalla por
ellos. Cuando Josafat escuchó las nuevas, se arrodilló y adoró a Dios. Estaba
muy agradecido por la ayuda de Dios y por la benignidad de Dios para con él y
con el pueblo. Le dio gracias a Dios por ser maravilloso. Temprano la siguiente
mañana, Josafat y su ejército fueron a la pelea como les había dicho Dios. El
rey Josafat le dijo al pueblo que tuvieran confianza en Dios y que le
obedecieran. La gente salió a cantar cantos a Dios y empezaron a tocar música
muy hermosa. Cantaron ante el ejército de enemigos. Los músicos dijeron: “Den gracias al Señor; su gran amor perdura para
siempre.”
Mientras
cantaban Dios puso emboscadas contra los enemigos. Esto quiere decir que vino
otro enemigo y peleó en contra de ellos. Estaban sorprendidos. Los dos enemigos
pelearon hasta que habían sido derrotados los dos. Cuando Josafat y su ejército
llegaron a la orilla donde podían ver, quedaron atónitos con lo que Dios hizo.
Dios había ganado la batalla. Cuando el ejército regresó a la ciudad, alabaron
a Dios y le dieron gracias por haber ganado la batalla por ellos. Tocaron
flautas, panderos y arpas en el templo como alabanza a Dios y para darle las
gracias por haber liberado al pueblo de sus enemigos.
Porque
Josafat amaba a Dios, tuvo paz durante su vida y su reinado. Como Josafat, hay
veces que tenemos miedo. Cuando estamos en esta situación, debemos orar y pedir
la ayuda de Dios como lo hizo Josafat. Josafat no solo pidió la ayuda de Dios
sino que también alabó a Dios diciéndole que era bueno y maravilloso por todas
las cosas que había hecho. También cuando Dios les dijo que hicieran,
obedecieron. Cuando Dios les dijo que esperaran hasta al día siguiente para
marchar a la pelea en contra de sus enemigos, confiaron en Dios y obedecieron
sus mandamientos. Ellos siguieron a Dios y vieron a Dios obrar un milagro.
Josafat
amaba a Dios con todo su corazón. Josafat sabía que Dios es el único que podía
salvar al pueblo de su enemigo. Dios ha proveído la manera de salvarnos a
nosotros también. Nosotros no tenemos un enemigo como Josafat. Nuestro pecado
nos separa de Dios. Para salvarnos y quitar la pared que nos separa de Él envió
a Cristo a morir en la cruz por nuestros pecados. Si creemos en Cristo y que
Dios lo resucitó, Él vendrá a nuestras vidas y nos perdonara. Un día nos
llevará al cielo.
Ayer
ya es pasado, ¿Llorar por lo pasado, traerá resultados positivos?, no lo creo,
y es que somos número uno para recordarnos del pasado y permitir que eso nos
afecte para mal. Tu mejor que nadie sabes que no te fue bien, que
hubieras querido que las cosas fueran de otra manera, que nunca te imaginaste
el resultado que daría todo lo que se veía venir, pero ya está, se dio, sucedió, las cosas se dieron
no como pensaste, pero ahora
el panorama es otro.
Quizá
en algún momento te preguntes: ¿Por qué Dios permitió?, pero yo te invito a que
puedas hacerte otra pregunta: ¿Qué decisiones o acciones tuyas propiciaron
esto?, y es que a veces pareciera que le queremos echar la culpa a Dios por lo
que nosotros mismos hemos decidido, como que Dios tuviera la culpa de que me
haya equivocado o que las cosas me hubieran salido totalmente contrarias a como
hubiera querido. Y es que Dios no tiene la culpa de tus decisiones, tu eres
libre de decidir qué es lo que quieres hacer o no, y eso también implica que
cada decisión que tomes traerá consecuencias; buenas, si son decisiones buenas;
malas, si son decisiones malas, lo más recomendable es ir delante del Señor y
pedirle que nos guie y esperar a que pueda responder. Lastimosamente la mayoría de veces tomamos nuestras propias decisiones
basados en lo que creemos que es lo correcto, olvidándonos de consultar a Dios
y esperar una respuesta de Él.
Algunos
otros se enojan con Dios porque dicen que le consultaron, y es que hay una gran
diferencia entre consultar a Dios y esperar a que El responda a la consulta. La
mayoría quizá pueda consultarle al Señor sobre algo en específico, pero son
pocos los que esperan la respuesta de Dios para esa decisión y se dejan llevar
por lo que creen que es lo mejor. Por todo eso quizá últimamente te sientes un
poco derrotado, como que al no salir las cosas como quisieras te has sentido
defraudado y con un sentimiento de impotencia frente a todo, mas Dios en este
día en especial a través de los versos que leímos al inicio te dice lo
siguiente:
Primero, “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a
memoria las cosas antiguas”, en pocas palabras, olvida de una vez por todas esos
malos episodios, su voluntad no es que estés lamentándote todo el tiempo sobre
“lo que hubiera sido”.
Segundo, “He aquí que yo hago cosa nueva…”, que difícil asimilar lo que Dios puede y quiere hacer, mas cuando nuestra mente esta nublada por recuerdos del pasado, por eso el Señor en primera lugar nos insta a olvidar lo pasado, y ahora nos promete que “hará cosa nueva”. Y es que así es el Señor, mi Dios es un Dios de nuevas oportunidades, que a pesar de nuestros constantes errores está dispuesto a hacer nuevamente algo precioso en nuestra vida.
Tercero, “Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”, además de prometernos que hará algo nuevo, también nos recuerda su poder sobrenatural, en pocas palabras para El no hay nada imposible, lo que para nosotros puede ser algo que jamás podrá volver a ser, para Dios es de lo más fácil y lo puede volver a hacer y aun mejor que lo primero. Hoy Dios quiere que olvides el pasado, te promete que hará algo nuevo y te confirma que su poder es un Poder Sobrenatural, frente a todo esto, ¿Por qué temer?, ¿Por qué dudar?, ¿Por qué desfallecer?, lo que Dios dice, lo cumple.
Segundo, “He aquí que yo hago cosa nueva…”, que difícil asimilar lo que Dios puede y quiere hacer, mas cuando nuestra mente esta nublada por recuerdos del pasado, por eso el Señor en primera lugar nos insta a olvidar lo pasado, y ahora nos promete que “hará cosa nueva”. Y es que así es el Señor, mi Dios es un Dios de nuevas oportunidades, que a pesar de nuestros constantes errores está dispuesto a hacer nuevamente algo precioso en nuestra vida.
Tercero, “Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”, además de prometernos que hará algo nuevo, también nos recuerda su poder sobrenatural, en pocas palabras para El no hay nada imposible, lo que para nosotros puede ser algo que jamás podrá volver a ser, para Dios es de lo más fácil y lo puede volver a hacer y aun mejor que lo primero. Hoy Dios quiere que olvides el pasado, te promete que hará algo nuevo y te confirma que su poder es un Poder Sobrenatural, frente a todo esto, ¿Por qué temer?, ¿Por qué dudar?, ¿Por qué desfallecer?, lo que Dios dice, lo cumple.
¡Vamos! es hora de levantarnos y comenzar a
creer en lo que Dios puede hacer en nuestra vida, no limitemos el Poder de
Dios, no pensemos que todo está perdido pues El hace de lo perdido algo NUEVO. Sonríe, sécate las lágrimas, date
cuenta que tu Dios es un Dios Poderosos, Omnipotente y Soberano. La
Palabra que Dios quiere que tu mente y corazón guarden en este día es: “He aquí que yo hago cosa nueva”.
La
Biblia dice que el cristiano puede vivir en victoria constante: 2 Corintios 2:14. Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en
triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el
olor de su conocimiento. 1 Corintios
15:57. Mas gracias sean dadas a Dios, que
nos da la victoria. Dios
nos impregna de victoria para que manifestemos en todo lugar olor a victoria.
El olor “espiritual” es la fragancia percibida por los demás, y no depende de
lo que uno haga sino de lo que fluye de su ser.
Esto
es lo que diferencia al cristiano que vive sobre sus dificultades de aquél que
se rinde vencido debajo de sus dificultades. Deuteronomio 28:1 y 13 dicen: Acontecerá
que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por
obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te
exaltara sobre todas las naciones de la tierra. Te pondrá Jehová por cabeza, y
no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedeciereis
los mandamientos.
Como
creyentes podemos caracterizarnos por tener una actitud diferente ante las
adversidades de la vida. Esta es una actitud que puede ser aprendida. La vida
del Apóstol Pablo también es un ejemplo de aquellos que vivieron una vida de
victoria. Este hombre de Dios tuvo todo para ser un derrotado y miserable en su
vida, pero vamos a ver en los siguientes pasajes, que de su vida fluía un
espíritu de victoria (no exitista o resultadista, que es otra cosa). El pasaje
de 2 Corintios 4:7-10 revela
varias actitudes victoriosas que podemos aprender:
2
Corintios 4:8. Atribulados
en todo, mas no angustiados. 2
Corintios 7:5 dice: En todo fuimos atribulados de fuera,
conflictos; de dentro, temores. 2
Corintios 4:8. En
apuros, mas no desesperados. 2
Corintios 4:9. Perseguidos, mas no
desamparados. Cuando el enemigo nos separa del rebaño, no da el zarpazo final. 2
Corintios 4:9. Derribados,
pero no destruidos. Entonces, según la Biblia podemos
como creyentes estar: Atribulados mas NO
ANGUSTIADOS; En
apuros, mas NO DESESPERADOS; Perseguidos, mas NO DESAMPARADOS; Derribados, mas NO DESTRUIDOS.
Isaías 42:9. Las cosas pasadas se han cumplido, y ahora anuncio
cosas nuevas; las anuncio antes que sucedan.
Isaías
48:6. De todo esto has tenido noticia, ¿y
no vas a proclamarlo? Desde ahora te haré conocer cosas nuevas; cosas que te
son ocultas y desconocidas. Lamentaciones 3:21-23. Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me
llena de esperanza: El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás
se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!
¡Es
posible tener una nueva vida a partir de una vieja historia! Solo cree, obedece
y declara que hay cielos abiertos para ti.
Las
promesas del Señor son eternas y grandiosas. Él no hace remodelaciones, sino
que hace cosas nuevas, diferentes y mejores. Por eso, cuando decidimos
entregarle nuestro corazón, decimos que nacemos de nuevo, porque somos formados
otra vez, según Su propósito. Por supuesto que no es posible salir otra vez del
vientre de nuestra madre, pero es casi como eso, porque nuestro pensamiento,
espíritu y corazón cambian tan radicalmente que pareciera que somos otra
persona. Incluso rejuvenecemos porque hay tanta esperanza al ver la vida desde
otra perspectiva que nos llenamos de vitalidad y de proyectos. Justo eso es lo
que el Señor promete cuando dice que saldrá la luz, se abrirán nuevos caminos y
ríos.
Es
necesario comprender esto para apreciar y aprovechar en toda su dimensión
aquello que Dios nos ofrece: ver cielos abiertos a la posibilidad de hacer
realidad aquello que Él desea, es decir, desarrollar todo nuestro potencial
para alcanzar grandes conquistas. Pero todo es cuestión de que nos dispongamos
a aprender de Su Palabra para abrir los ojos de la fe y descubrir esa nueva
perspectiva que nos enfrenta a la realidad y nos reta a buscar cada vez algo
mejor. Por ejemplo, cuando vemos un vaso con agua, si no está al tope, podemos
decir que está medio lleno o que está medio vacío, no importa.
Claro que algunos aconsejan decir que está medio lleno porque decir que está medio vacío implica concentrarse más en lo que no se tiene. Está bien, pero lo importante es reconocer que no está lleno y que por lo tanto, se está desperdiciando su propósito que es contener algún líquido. Lo mismo sucede con nosotros. Si no estamos desarrollando todo nuestro potencial, significa que lo estamos desperdiciando, así de sencillo. ¡Acepta el reto de comenzar de nuevo!
Claro que algunos aconsejan decir que está medio lleno porque decir que está medio vacío implica concentrarse más en lo que no se tiene. Está bien, pero lo importante es reconocer que no está lleno y que por lo tanto, se está desperdiciando su propósito que es contener algún líquido. Lo mismo sucede con nosotros. Si no estamos desarrollando todo nuestro potencial, significa que lo estamos desperdiciando, así de sencillo. ¡Acepta el reto de comenzar de nuevo!
Si
entramos en la dimensión del Espíritu, nuestra verdad comienza a cambiar. La
vida nueva en el Señor no está basada en la percepción natural, sino en aspirar
a todo lo que nos ha prometido, que es, nada más y nada menos, que cielo nuevo
y tierra nueva ahora, si te decides a aceptar tu naturaleza de pueblo escogido
y linaje bendito, a quien Dios escucha y favorece.
Levanta
tus ojos al cielo, porque eso es lo que Dios quiere que hagamos. Los hombres
que alcanzaron grandes proezas aprendieron a ver cielos nuevos, vieron hacia
arriba. Por eso, Jesús, en el Padre Nuestro, pidió que se hiciera la voluntad
de Dios en la tierra, como sucede en el cielo. Por eso, la promesa para Abraham
fue que su descendencia sería tan abundante como las estrellas del cielo; por
eso, Jesús inició su ministerio luego de ser bautizado, cuando el cielo se
abrió y descendió el Espíritu Santo sobre Él. Así que no bajes tu mirada,
mantén tus ojos puestos en lo alto, en el Señor.
Proverbios
3:1-2 enseña: Hijo mío, no te
olvides de mí ley y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de
días y años de vida? Y paz te aumentarán.
Proverbios 4:24 aconseja: Aparta de ti la perversidad de la boca? Y aleja de
ti la iniquidad de los labios.
Por supuesto
que tener esa actitud no significa que debemos esperar que todo caiga del
cielo, sino que implica que nuestra esperanza está puesta en Dios, quien nos
abrirá paso, incluso para superar las dificultades que se nos puedan presentar.
Aprendamos a obedecer a Dios y dejarnos
guiar por el Espíritu Santo. Honrrémosle en todos nuestros caminos y tengamos cuidado
con las palabras que salen de nuestra boca. Bendiciones.
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